PERSECUCIONES,
SANCIONES Y EXPULSIONES EN EL PARTIDO COLORADO
El Dr. Bader Rachid Lichi, uno de los Líderes
políticos más cultos y más lúcidos del Partido
Colorado y quizá de la República, ha expresado, a través de varias
entrevistas radiales, una serie de citas de notables pensadores y un análisis
profundo del tema que desarrollaremos a continuación.
Dijo Bader: “La
Política sin Historia carece de raíces, y la Historia sin Política carece de
frutos” como ha escrito el célebre político y diplomático Británico Sir Ivone Kirkpatrick (1897-1964) que
sirvió como el Alto Comisionado Británico en Alemania
después de la Segunda Guerra Mundial , y como Subsecretario
Permanente de Estado de Asuntos Exteriores (el funcionario de más alto rango en el Ministerio de Asuntos Exteriores ). Y esta verdad incontrovertible nos obliga a estudiar, escudriñándola,
la historia de la política de nuestro gran Partido
Colorado tratando de aprender las lecciones que ella nos enseña. Porque,
como lo apuntó muy bien aquel recordado Profesor de Harvard y gran Filósofo del
Pragmatismo Norteamericano, George
Santayana: “Quienes ignoran la historia
se ven condenados a repetirla” (Dominaciones
y Potestades. Reflexiones sobre la Libertad, la Sociedad y el Gobierno; p.
237; Editorial Hobbs-Sudamericana; Bs. Aires, 1965), no quisiéramos que se repita ahora que se habló nuevamente de
pedir sanciones y expulsiones, en la pasada Convención Partidaria, de quienes
no acaten supuestos “mandatos” emanados de ella, pareciéndose a una comedia
de enredos, a diferencia de las terribles expulsiones y persecuciones que
tuvieron lugar durante el “Gran Cisma” partidario de 1928-1938 y a la de la
pugna entre “Guiones” y “Democráticos” entre 1947 y 1949, lo que nos lleva a recordar una famosa frase de Carlos Marx, que en “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”
decía: “La historia pasa dos veces, la
primera como tragedia y la segunda como farsa, comedia”. Pero que en
nuestro caso, si causa un daño irreparable al Partido dividiéndolo y lo
precipita a la derrota en el 2018,
derivará otra vez en tragedia.
Al parecer, el resultado inmediato, a corto plazo, que el
Oficialismo espera, es inhabilitar a los principales Líderes de la “Disidencia”,
que sean recalcitrantes, para poder presentarse como Candidatos del Partido a
Cargos Públicos, descabezando así la Oposición al Gobierno y a la “Reelección”.
Por eso queremos historiar aquellos desdichados eventos, amén de otros conexos
y parecidos, para extraer lecciones, si pudiéramos, en esta etapa crítica de la
vida Partidaria y nacional, basándonos en lo expresado por Bader Rachid Lichi.
Durante la primera etapa de Gobiernos Republicanos no hubo
expulsiones, aunque algunos lo merecían, como José Segundo Decoud quien a comienzos de la década de 1890, prohijado por su cuñado, el
Presidente Juan Gualberto González,
intenta lanzar su Candidatura a Presidente de la República, que estalla con
fuerza en 1893, y era una ruptura frontal con la “Vieja Guardia”, heredera y mantenedora de los principios que
informan históricamente, la línea del Nacionalismo
Republicano. Con el enfrentamiento consiguiente, los valores ideológicos se
imponen a los políticos. Como obedeciendo a una ley física, los Legionarios se
cohesionaron y estrecharon filas en una lucha contra los antiguos y gloriosos
soldados del Mariscal-Presidente. Tampoco se expulsó a los “Egusquicistas”, acaudillados por Guillermo de los Ríos (sucesor
del ya fallecido Egusquiza) que traicionaron al Gobierno Colorado del Cnel.
Escurra colaborando abiertamente con la subversión Liberal-Radical
contribuyendo a la caída del Republicanismo, y que en 1906 trataron por todos
los medios de separar de la conducción Colorada nada menos que el General Bernardino Caballero, ¡hablando
hasta de su expulsión!
La primera expulsión documentada que
tenemos es la del Dr. Antonio Sosa,
sancionado por la Comisión Directiva de 1912 por haber aceptado Cargo Público
del Gobierno Radical, que fue aprobada por aclamación por los Delegados en la
Convención del 25 de Noviembre de 1914, pero que luego fue reivindicado con
todos los honores, siendo electo como Miembro de la Comisión Central del Partido
en la Convención de Junio de 1923, figurando después en el Sector Eleccionista.
En la Convención Extraordinaria de Enero de 1925, fue expulsado Don Arsenio López Decoud por haber aceptado,
en contra de la prohibición Partidaria, el Cargo de “Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario ante los Gobiernos de Chile, Perú y Bolivia” por el
Gobierno Liberal-Radical. Pero estas expulsiones, como vimos y veremos, no
sirvieron para nada.
No se registraron más expulsiones
hasta el pavoroso cisma de 1927-1938
entre “Eleccionistas y Abstencionistas” respecto a aceptar o
no la tímida y débil e imperfecta “apertura” del Gobierno Liberal-Radical de
entonces para participar de las Elecciones Nacionales, las primeras desde 1904.
No historiaremos las peripecias del cisma en razón de la brevedad y la índole
de este estudio sino solamente las expulsiones y otras sanciones para saber si
condujeron a algo positivo para el Partido. A través de un famoso Manifiesto
los “Abstencionistas”, encabezados
por los Dres. Pedro P. Peña y Juan León Mallorquín, revelaron que no
sólo tenían una posición fuerte, radical, respecto al papel que debía
representar el Partido Nacional Republicano para hacer frente al Gobierno de
Eligio Ayala, sino que, además, integraban la corriente “Progresista” del
Coloradismo al plantear y luchar por el voto de la mujer y de los paraguayos
que vivían en el extranjero. Pero el Directorio Partidario en funciones respondió
con una Resolución por la cual se “nombra una Comisión Especial que instruya un
proceso a fin de esclarecer y reprimir los hechos de subversión” dentro del
Partido. Previamente, la Directiva había solicitado “a los Doctores (Pedro P.)
Peña, (Juan León) Mallorquín y otros firmantes del Manifiesto en que se propaga
la subversión contra las Autoridades Partidarias, la deposición de esa actitud
y pedirles encaucen la propaganda por medios democráticos”. Esto fue seguido
por una intimación al Caudillo de Ypacaraí, Don Percio Bécker para que diese una explicación por haber firmado el
Manifiesto, a lo que éste respondió, telegrama mediante, que “los Republicanos
de esta localidad sostendrán firmemente honrados ideales de su gran jefe Pedro
Peña”.
Así las cosas, luego de varios meses
de un duelo de Manifiestos y réplicas de ambas partes, las advertencias y
amenazas se convirtieron en sanciones siendo las primeras a raíz de las
Elecciones Municipales en que la Comisión Parroquial de La Catedral decidió no
acatar lo dispuesto por la Circular que contenía instrucciones para elegir a
los Candidatos a la Junta Municipal. La Autoridad Política, sin dudar, resuelve
“expulsar del seno del Partido Nacional Republicano a los malos
correligionarios”. La Resolución de la Comisión Central por la cual “se expulsa
del Partido a los señores José A. Pecci,
Presidente, y Fortunato Díaz,
Secretario, fue adoptada el 20 de Septiembre de 1927 y publicada por el Diario Patria el 2 del mismo mes por
“desacato y rebeldía”. El cisma Republicano que en la Convención de 1906
Enrique Solano López pronosticaba como inminente, veinte años después tenía la
certificación de “hecho consumado”. Así, pues, con letras de tamaño inusual, Patria informa el 7 de Octubre, acerca de la Resolución tomada por la Comisión
Central en su sesión de la noche anterior, que duró cuatro horas, por la cual
son expulsados del Partido Colorado Juan
León Mallorquín y “otros”. Entre los “otros” se encontraban J. Eulogio Estigarribia, Mayor Barolomé López, Ángel Florentín Peña,
Modesto Salinas Rodas, Cayetano Raimondi, Emilio Chilavert, José E. Rojas,
Amadeo Ramírez, Juan Ramón González, Leopoldo Arrúa y Ramón Méndez Paiva. El 8 de Octubre Patria coloca nuevamente en
página Editorial “la expulsión del segundo Jefe de la abstención, doctor Juan León Mallorquín”. Pero la
Comisión Central no se atrevió a expulsar al Líder de los Abstencionistas,
cuya ilustre personalidad no tenía, en ese momento, contrapeso en el frente
Eleccionista:
el Doctor Pedro P. Peña,
quien empezó su carrera política al lado del propio General Bernardino
Caballero. Unos días después, el Diario Patria hace referencia a una circular
del 8 de Octubre en la que se comunica a las diferentes Comisiones
Departamentales acerca de las Resoluciones tomadas por la Comisión Central en
sus sesiones del 20 de Septiembre y del 1 y 6 de Octubre: “fueron expulsados
–reseña– del seno de nuestra Asociación Política a los siguientes
correligionarios”, dando la nómina que ya consignamos, a la que se agregaron
los nombres de Laureano Colmán, Claudio
Bueno, y Manuel Molinas Frutos; siendo
muchos otros “suspendidos por el término de un año”. Cayetano Raimondi, primer firmante del Manifiesto de los Obreros
Colorados a favor de la abstención, expresa –en una Nota al Presidente
del Directorio del Partido– entre otras consideraciones: “Me doy por notificado y
agradezco el honor que se me dispensa al expulsarme de la agrupación presidida
por Vd., porque desde el momento en que
en una entidad cualquiera se repudia y condena la libertad de idea, de
pensamiento y de crítica, y el sagrado derecho de la defensa previa en juicio, yo
estoy demás en ella”. Días después, por Resolución adoptada el 14 de
Octubre, la Comisión Central expulsa de las filas de la Asociación Nacional
Republicana a los señores: Antonio
Fermín Sánchez, Rafael Riviezzi, Silvio Iñurrigarro, y José Tomás Cantero; y por primera vez, desde que comenzaron las
expulsiones, la Directiva Republicana realiza consideraciones con fundamentos y
alcances doctrinarios, diferenciando el derecho a la crítica del abierto
desacato a las decisiones de la Cúpula Partidaria, aunque sin ahondar en las
causas que motivaron tales actitudes de parte de los Abstencionistas. Más tarde, y en plena preparación de la campaña
electoral para las Elecciones Municipales, el 18 de Noviembre la Comisión
Central resolvió expulsar del Partido a los señores Ernesto Filizzola y Dionisio
Saucedo, vecinos de Caazapá, y Soriano
González, de Carapeguá, “por
dedicarse a obstaculizar y a realizar toda clase de trabajos tendientes a
imposibilitar la realización de los propósitos que informan la organización
política de la Asociación”.
Posteriormente, argumentando “repetidos
actos de rebeldía contra la Autoridad de la Comisión Central del Partido desde
el mes de Febrero del corriente año, sembrando la anarquía y la discordia entre
los correligionarios de Villeta, sustrayendo de las urnas a un considerable
número de los mismos y realizando propaganda adversa a la política de este
Directorio, con manifiesto e intolerable desconocimiento del respeto que le
deben”, por Resolución del 23 de
Noviembre de 1927 se suman a la lista de los expulsados Daniel Delgado Rodas, Florentino Arrúa Rodas, Sotero Salinas Rodas y
Juan de Rosa González. Se añade que “en ocasión de realizarse en la Ciudad
de su residencia la Asamblea Partidaria con el objeto de renovar la Comisión
Departamental, esas mismas personas, en connivencia con los señores Juan León Mallorquín, Cayetano Raimondi,
Eulogio Estigarribia, Emilio Chilavert y demás expulsados del Partido, por
aquel motivo organizaron y patrocinaron una reunión clandestina con
pretensiones de darle la autoridad de la verdadera Asamblea que, en esas mismas
horas y con la Presidencia de la Delegación del Directorio, se realizaba normalmente
en la casa del señor Andrés Pereira, local designado a ese efecto con días de
anticipación...”. Hasta aquí nuestro
relato para no cansar a nuestros amables lectores, sólo cabe acotar que la Convención Extraordinaria de 1928,
desarrollada del 8 al 10 de Enero, sólo sirvió para reafirmar que el cisma
dentro del Partido Nacional Republicano era un hecho irreversible, porque como
resultado de la reunión realizada en la casa del Dr. Pedro P. Peña, se conformó la Comisión Central del Partido Nacional Republicano Abstencionista; en cuya oportunidad se resolvió, además, fundar
un Periódico con el nombre de La Opinión. Este cisma ya declarado e institucionalizado
duró hasta 1936 y la unidad
Partidaria fue refrendada oficialmente en la Convención de 1938.
Luego de la subida al Poder del
Partido Colorado, muy pronto se produjo una terrible y brutal escisión entre
dos Movimientos muy fuertes: la
fracción del “Guión Rojo” liderada
por J. Natalicio González, dura,
extremista que no admitía concesiones libertarias a la oposición derrotada en
la guerra civil recién acabada ni tampoco “blandura” de la disciplina dentro
del Partido; y la fracción de los “Democráticos” encabezada por el
“patriarca” Federico Chaves que
buscaba la normalización institucional democrática lo más pronto posible.
Natalicio llamaba a los Democráticos “los Liberales del Partido” mientras que
los Democráticos acusaban a los Guiones de
ser una corriente “nazi-fascista” brutal y dictatorial. Hubo todo tipo
de atropellos, empastelamientos de imprentas y atraco de la Convención para
elegir al Candidato a Presidente de la República, triunfando efímeramente el “Guionismo” con la elección de
Natalicio González a la Primera Magistratura.
Los Líderes Democráticos, encabezados por el doctor
Federico Chaves, fueron radiados y
expulsados del Partido en sesión extraordinaria del 18 de Noviembre de 1947 en
la cual también fueron eyectados, entre otros, Osvaldo Chaves, J. Bernardino Gorostiaga, J. Eulogio Estigarribia,
Mario Mallorquín, Roberto L. Petit, Sabino Augusto Montanaro, y Washington
Ashwell, muchos de ellos importantes protagonistas del Paraguay de la
segunda mitad del siglo veinte. Felipe
Molas López, otro de los “complotados”, se valió de sus conexiones para
evitar ser inculpado y siguió participando de la política local sin
consecuencias por sus acciones.
A pesar de
resistir el levantamiento, el nuevo año no mejoró la situación del Gobierno de Natalicio González. Políticos Liberales
como Arturo F. Bordón habían propalado en la prensa argentina la versión de un
inminente golpe contra González ya el 23 de enero de 1949. El conspirador más
conspicuo de la fase de inestabilidad que siguió entre el final de la Guerra
Civil de 1947 y el ascenso de Stroessner en 1954, el doctor Felipe Molas López, consiguió articular
una alianza entre los Democráticos y el entonces Ministro de Defensa, el General
Raimundo Rolón, para remover del
cargo a Juan Natalicio González. El Presidente se fugó en el auto del Embajador
brasileño Julio Augusto Barboza-Carneiro quien lo asiló en la Embajada donde,
según Francisco Doratioto, firmó su renuncia al Cargo de Presidente. Esto
ocurrió el 29 de enero de 1949. El factor militar decisivo de la revuelta fue
el coronel Adalberto Canata quien cumplió su promesa de conspiración, a
diferencia de su anterior intento de remover a los Guiones del Poder.
Al conocerse la
caída de González, un simpatizante del bloque de los Democráticos del Partido
Colorado fue entrevistado para la United Press. El testigo de la caída de
González, anónimo en el reportaje, resumió lo que mucha gente sentía: "ha
terminado la era del terror". Para apuntar seguidamente que ahora los
paraguayos refugiados en los países hermanos podrían regresar a su país natal
tras varios años de destierro. Precisamente la causa principal defendida por
los complotados para remover a González fue que su salida era el precio a pagar
para poner fin a la división Partidaria entre Guiones y Democráticos y
comenzar una gradual normalización de la república.
El nuevo Gobierno
duraría todavía menos. Los representantes del Congreso habían nominado al General
Raimundo Rolón como Presidente el 31
de enero de 1949. Esto habría estado bien para el doctor Felipe Molas López de
no ser porque los militares terminaron proponiendo la continuidad en el cargo
del General Rolón y su nominación para Presidente en el próximo período. Fue
durante el Gobierno de Rolón que Felipe
Molas López tomó la Presidencia de la Junta de Gobierno reemplazando al
guionista Manuel Talavera con lo que
le puso fin a la época de los Guiones
en el Partido Colorado.
Esto no obstante
de poco sirvió para que Molas López le jurara fidelidad a Rolón. Disconforme
con el posible nombramiento de Rolón para el próximo período Presidencial, esta
vez Molas López demostró la capacidad necesaria para comprometer en la revuelta
también al general Emilio Díaz de Vivar, entonces jefe militar de Campo Grande;
el Líder Democrático Epifanio Méndez
Fleytas y el todavía exiliado coronel Alfredo
Stroessner. El nuevo golpe se produjo el 26 de febrero de 1949, poco antes
de que se cumpliera el primer mes del nuevo Gobierno.
El Gobierno de
Felipe Molas López se vio obligado a llegar a un arreglo sobre el tema de los
exiliados políticos. Además del deseo de la propia sociedad paraguaya de hacer
las paces con lo ocurrido durante la Guerra Civil, el Gobierno argentino
comenzó a presionar por llegar a un acuerdo que permitiese el retorno de los
muchos paraguayos que se encontraban viviendo en el vecino país. Algo similar
había ocurrido previamente con los paraguayos que vivían en el Estado brasileño
de Mato Grosso cuando las autoridades políticas Estatales trataron de crear una
colonia agrícola paraguaya en la ciudad de Dourados ante los reclamos de
ciudadanos brasileños que pedían la salida de sus vecinos paraguayos.
El Presidente Felipe Molas López fue removido del
cargo el 10 de Septiembre de 1949 cuando intentaba hacer un autogolpe,
disolución del Congreso mediante, para sacarse de encima a los Democráticos del Partido Colorado y
gobernar con su propio grupo de Poder. Molas López había construido su carrera
política con alianzas precarias y lealtades efímeras. Tras mantenerse cercano a
los Guiones se movilizó sigilosamente
hacia el sector de los Democráticos.
Cuando sintió que el Poder real estaba en los políticos Democráticos y en sus
aliados de las Fuerzas Armadas, Molas López quiso golpear primero para
permanecer en el Poder. Al acercarse a los Guiones despertó la desconfianza de
sus aliados Democráticos. Liderados
por Federico Chaves, se lo sacaron
de encima en la primera oportunidad.
Defenestrado por
una rápida acción defensiva encabezada por el coronel Alfredo Stroessner, el
general Emilio Díaz de Vivar y Epifanio Méndez Fleytas, poco pudo hacer Molas
López para combatir los problemas generados por la espiral anárquica en la que
se desenvolvía el país.
Así, los Guiones ejercieron su preeminencia en
la política paraguaya prácticamente hasta el comienzo de 1949. Recién ahí,
cuando perdieron su poder de fuego, subieron los Democráticos liderados por Federico
Chaves que eran el ala moderada del Partido Colorado; pero no obstante, los principales Líderes Guiones también fueron expulsados del Partido por la Convención
Nacional del 17 de Abril de 1950, empezando por Natalicio y sus más conspicuos seguidores, entre ellos el Dr. Edgar L. Ynsfrán, Víctor Morínigo, Mario Ferrario, Manuel Gadea, Leandro Prieto y Odón
Frutos. Los Militares tomaron el Poder
de las armas, y con el control de fuego pusieron un Candidato más maleable a
sus intereses. Entre 1949 y 1954 la puja se redujo a dos sectores relativamente
moderados, ambos originalmente pertenecientes a los Democráticos. La disputa en
este caso fue entre el sector oligárquico terrateniente de abolengo Colorado
liderado por Federico Chaves, y el
bloque populista representado por Epifanio
Méndez Fleytas. En un extremo estaba el bloque Democrático tradicional que
buscaba explotar el oportunismo de las relaciones internacionales manteniendo
el modelo liberalizante-conservador pero con un cierto maquillaje de
preocupación por los problemas del campo. Del otro lado estaba Epifanio Méndez
Fleytas que en su aventura de transformación radical se apoyaba en el Presidente
argentino Juan Domingo Perón, si
bien su propuesta fue más retórica que práctica. De todas maneras, en los
papeles las dos propuestas carecían de sensatez política. Ubicándose, al
menos al nivel discursivo, equidistante entre estos dos extremos surgió la
propuesta militar encabezada por Alfredo
Stroessner.
Su propuesta de
cambio mezclaba de forma oportunista la estabilidad de la tradición Conservadora
de la sociedad paraguaya con la expectativa de modernización que sacudía a la
región todavía sin efecto en el Paraguay de 1954. A eso viene la referencia necesaria
con relación al homenaje que se hizo al Presidente electo en la ciudad de
Paraguarí en julio de 1954. La mezcla de campesinos, jinetes, aviones,
historia y nacionalismo conformó la receta propuesta por Alfredo Stroessner para convertirse en el Presidente de la modernización conservadora.
Visto con la
ventaja del paso del tiempo, se descubre con cierta espontaneidad la aceptación
de la opción Stroessner a mediados
de 1954. Como se ilustró en la última parte, hubo un cierto catastrofismo
apocalíptico en su ascenso al Poder que fue interpretado como algo inevitable a
través de las generaciones posteriores creadas al influjo del Gobierno
stronista. Así a principios de 1954 se veía que la economía pasaba por un
momento pésimo. El latifundio improductivo, el agotamiento de la producción
minifundiaria que hizo necesario importar alimentos básicos, la caída de las
explotaciones agropecuarias y forestales de exportación que agotó al fisco
terminó cerrando un largo ciclo de crecimiento negativo que poco podía hacer
para satisfacer los requerimientos del crecimiento demográfico del país.
La situación
política tampoco era prometedora. Ocho Presidentes en menos de siete años
hacían del récord de los Colorados en el Poder poco o nada diferente del
anarquismo Liberal al que tanto criticaron. Una guerra civil que había sido tan
costosa como todas las guerras civiles del período Liberal, una condición de
guerra civil que se extendió por lo menos hasta 1949 y la secuencia de
cuartelazos y Golpes de Estado dejaron a las Fuerzas Armadas en su peor momento
desde antes de la Guerra del Chaco. La promesa de “paz y orden”, como le
gustaba plantear al Gobierno de Stroessner, seducía por igual a políticos y
militares que buscaban un retorno a la estabilidad. Con Stroessner también tuvo
lugar el famoso “Reencuentro Partidario”
de 1955, por el cual se limaron
las asperezas, se levantaron todas las expulsiones y hubo una aparente unidad
partidaria que no habría de durar mucho. La marginación y exilio de Epifanio Méndez Fleytas y su grupo, más
la huelga general obrera marcaron el comienzo de una nueva ruptura.
No obstante el
desenlace negativo de la huelga general de Agosto/Septiembre de 1958 y la
intervención de la Central Sindical, las presiones por la democratización se
incrementaron desde comienzos de 1959.
la dinámica actividad de los opositores en el Río de la Plata influyó
fuertemente en algunas corrientes internas del Partido Colorado, dentro del
país, quienes el 12 de marzo de 1959 elevaron una nota al Gobierno, solicitando
la más amplia apertura política.
La nota llamada "de los 17" por el número de
firmantes, era de responsabilidad de Miembros de la Junta de Gobierno del
Partido Colorado y de algunos Parlamentarios. El debate quedó abierto, pues los
integrantes de la "línea dura" imputaban a los "Chavistas"
la iniciativa y les sacaban trapos sucios, como ser el hecho de haber gobernado
durante 5 años, entre 1949 y 1954, y no haber democratizado.
Pero pese a que
se consideraba "precipitada" la propuesta, la misma fue aprobada.
Quedaba evidenciado, de hecho, que la unidad promovida en el marco del "Reencuentro"
de Octubre de 1955 no era sólida. Además de estar excluido el "Epifanismo",
otras corrientes se sumaron a los cuestionamientos con creciente radicalidad.
Así, solamente para citar a algunos prominentes dirigentes, la iniciativa
aperturista tuvo el respaldo de José
Zacarías Arza y Osvaldo Chaves.
La osada
propuesta dividió aguas al interior del Partido Colorado, alineándose la
mayoría de los "Chavistas" y los principales referentes "Guiones"
con el oficialismo, a los que se enfrentaron, además del grupo "de los
17", los "zacariistas", los "epifanistas" y los
"verticalistas", sector liderado por Waldino Ramón Lovera, en el que militaban, entre otros, Enrique
Riera y Miguel Ángel González Casablanca quienes más tarde serían también
expulsados del Partido Colorado.
No obstante, se
decidió la apertura y se levantó el Estado de Sitio, inaugurando las sesiones
de la Cámara de Representantes Stroessner, el 1° de abril de 1959, con un
discurso en que se anunció claramente la libertad política "sin
condescendencias ni debilidades".
Si bien el
discurso de Stroessner agradó a algunos, como a J. Natalicio González, en
México, lo cierto es que fue considerado "duro" por el grupo "de
los 17", que esperaba que el levantamiento del Estado de Sitio se acompañe
con medidas como la destitución del Ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán, y
de Ramón Duarte Vera, Jefe de Policía.
La tensión fue
en aumento y el componente explosivo de la crisis aportó una inesperada medida
gubernamental de aumento de pasajes, que lanzó a miles de jóvenes a la calle
para protestar.
El sector
liderado por Waldino Ramón Lovera:
los "verticales", y el Comité Central de la Juventud Colorada,
influyeron en la "Declaración N° 2" de la Cámara de Representantes,
que exhortaba al Poder Ejecutivo a revisar la medida del aumento de pasajes.
A la declaración
de la Cámara de Representantes se sumó la convocatoria de la Juventud Colorada
a un acto de repudio. El mitin se realizó en la Plaza Italia, fue masivo y las
fuerzas policiales reprimieron con saña.
Las movilizaciones
se sucedieron unas tras otras, acompañadas de fuertes represiones. Los Dirigentes
juveniles pedían abiertamente la destitución de Ynsfrán y de Duarte Vera,
señalados como los principales responsables de las represiones.
La respuesta de Alfredo Stroessner resultó contundente.
El 29 de mayo de 1959 dictó el Decreto N° 4.846 por el que se estableció de
nuevo el “Estado de Sitio”, y ordenó la detención de varios Dirigentes Colorados,
señalados como los principales responsables de las movilizaciones. Ese mismo
día, por Decreto N° 4.845, el Presidente disolvió la Cámara de Representantes.
El 2 de junio el
Ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán
presentó un informe sobre el "movimiento desestabilizador", que tuvo
el respaldo del Partido Colorado, y el 3, al día siguiente, Tomás Romero Pereira se pronunció
contra "correligionarios que persistían en no incorporarse con franqueza
en la corriente de la unidad".
Días después, el
Comité Central de la Juventud Colorada
instaló un "cabildo abierto" frente a la Facultad de Derecho y la
represión adoptó perfiles salvajes inéditos. Sin ambigüedades, la Juventud
Colorada enfatizaba que se había instalado plenamente una Dictadura en el país,
señalando como principales responsables a cuatro personas: Alfredo Stroessner,
Tomás Romero Pereira, Edgar L. Ynsfrán y Ramón Duarte Vera.
Entre Agosto de
1958, en que se diera la huelga general, y Junio de 1959, en que se controlara
por completo el movimiento aperturista Colorado, entonces, el Stronismo dio un
salto en el sentido de su consolidación como régimen excluyente y cerrado;
violento y represivo.
Los principales
protagonistas de los sucesos fueron Colorados, en ambas jornadas. Se procedió a
la prisión y el destierro de centenares; se clausuró la Cámara de
Representantes; en fin, se domesticó por completo al Partido, dejando
definitivamente fuera del proceso a quienes aspirasen y estimulasen cualquier
propuesta de desarrollo democrático independiente del Ejecutivo.
Otra escisión
importante fue la protagonizada, a principios de la década del ’80, por
“Militantes” y “Tradicionalistas” que por ser muy conocida obviaremos
describirla pero que no produjo expulsiones porque antes de que ocurriera, como
estaba previsto, advino el Golpe Militar que desalojó del Poder al Gral. Stroessner
y acabó con la corriente “Militante”.
Las últimas
expulsiones del Partido Colorado –también sin consecuencias pues pronto los
involucrados se reintegraron a la vida partidaria– fueron las de Ángel Roberto Seifart, Miguel Ángel
Gonzáles Casabianca y Juan Bautista
Ibáñez, a raíz de los sucesos del “Marzo Paraguayo” con la caída del
Gobierno de Raúl Cubas y la corriente “Oviedista”,
algo muy conocido también por lo reciente.
En suma, de todo
lo descripto podemos extraer la lección histórica de que las “Expulsiones” dentro del Partido Colorado, nunca sirvieron para
nada positivo y solamente provocaron, daño, desorden y rencillas que
entorpecieron tremendamente la marcha de nuestro Partido hacia su destino
histórico. Es por eso que “las Lecciones de la Historia”, como nos enseñan
los grandes historiadores universales:
Will Durant y Arnold Toynbee no
debemos soslayarlas y menos olvidarlas para no caer en el desván de los carruajes
desquiciados de la vida.--
BIBLIOGRAFÍA
1)Aníbal Saucedo Rodas: “La Línea Histórica del Partido Nacional
Republicano”; Asunción, 2009.-
2)Ibídem: “El Gran Cisma de 1927”; Asunción,
2011.-
3)Leandro Prieto Yegros: “Enciclopedia Republicana”; Asunción, 1983.-
4)Ibídem: “Colorados al Poder”; Asunción, 1993.-
5)Carlos Gómez Florentín: “1954: El Contexto Histórico”, Cap. II, Los Guiones Rojos en el Palacio;
Asunción, 2014.-
6)Roberto Paredes: “Stroessner y el Stronismo”; Asunción,
2011.-
7)Guillermo Enciso Velloso: “Itinerario Político del Paraguay, 1936-1949”; Asunción, 1950.-
8)Archivo Nacional.-
9)Archivo de la Junta de Gobierno del Partido
Colorado.-