lunes, 20 de abril de 2015

LA DERROTA DEL PARTIDO COLORADO

   LA DERROTA DEL PARTIDO COLORADO

           EL MENGUANTE PODERÍO DEL PARTIDO
           NACIONAL REPUBLICANO HASTA SU CAÍDA
           Y SUS CONSECUENCIAS.

                                  INTRODUCCIÓN.
           
          A un año más de la derrota del Partido Colorado el 20 de Abril de 2008, bueno es analizar las causas de su caída entonces y las consecuencias que la siguieron antes de operarse su “resurrección” con Horacio Cartes cuya aparición analizaremos en otra entrega.
         A pesar de su gran victoria electoral en los comicios Presidenciales y Parlamentarios de Mayo de 1998, el Partido Colorado siguió estando en decadencia. Esta declinación del Partido Político más numeroso en cantidad de afiliados, de Latinoamérica y el mundo, con relación a la población de su país, representaba un viraje histórico en la vida política del Paraguay. El Partido Colorado había sido incapaz de resistir el prolongado asedio del Exterior y la democracia liberal; por eso hoy, a pesar de su reciente victoria del 2013, se siente acosado por esos espectros y se ha convertido en prototipo del predicamento en que se encuentran los Partidos Políticos tradicionales  del continente. Es obvio que el Dr. José Zacarías Arza, ex Presidente del Partido, ex Ministro de Defensa del Gobierno de Federico Chaves, y co-fundador del MOPOCO, acertó cuando dijo que el Coloradismo fue creado para conocer grandes triunfos o sufrir fracasos ejemplares.

1.     El CONTEXTO MÁS AMPLIO.           
           Los factores determinantes del destino del Coloradismo en el Paraguay, así como los problemas que encaran otros partidos tradicionales en Latinoamérica, residen tanto en los propios Partidos como en el entorno político. Al respecto , ya en 1943 el político y escritor liberal “Tiempista”  Juan José Soler en su libro “Hacia la Unión Nacional”(1respondía a la pregunta ¿porqué cayó el Partido Liberal? con las siguientes cuatro causas: 1.-Disensiones internas; 2.-Crisis de Jefatura; 3.-Técnica inadecuada para sostenerse en el Gobierno; 4.-Disolución de vínculos morales.
 Los Partidos Políticos paraguayos han estado obsesionados, desde el final de la revolución del 47, por las consecuencias  de  ésta. La división del espectro político y del Partido vencedor de la contienda, consolidó la dominación de las FF.AA. sobre el Partido Colorado y lo obligó a convertirse en algo así como rehén del poderío militar y también lo obligó a una moderación autoimpuesta a las ambiciones de los políticos colorados, que se erigió como requisito indispensable para que los militares no intervinieran directamente en las luchas internas por el Poder dentro del partido. Actualmente, el fin del conflicto Este/Oeste mas la expansión democrática y la desmilitarización de la política, eliminó cualquier posibilidad real de que el Ejército llegara a intervenir en forma efectiva en los sueños de los partidos políticos de ascender al poder cualquiera fuera su ideología u origen.
        En el mejor de los casos, si se juzga esta situación desde el punto de vista positivo, el Partido Colorado trató de aprovechar el movimiento popular para favorecer su estrategia gradualista de “una transición pacífica a la Democracia” por medio de una coalición de los Movimientos internos que afloraron luego del golpe del ’89. En el peor de los casos, el Partido Colorado demostró la bancarrota total de su retórica vanguardista y sus pretensiones de llegar a erigirse en un Partido revolucionario. En términos generales, los Partidos tradicionales de América del Sur no han sido capaces de sustraerse a los hechos geoestratégicos elementales de su existencia política misma. Todos encaran ambientes políticos hostiles y tienen pocas esperanzas de que éstos cambien; cuentan con pocos aliados políticos nacionales e internacionales o ninguno. La historia ha precipitado al Partido Colorado a una crisis de identidad política. En gran parte estos problemas de “raison d’étre” (qué proponer, con quién aliarse, qué representar) son los que han quebrado su espina dorsal y lo llevaron a la llanura, y todavía pueden volver a llevarlo.

2.    IMPERATIVOS NACIONALES E INTERNACIONALES.
          Cuando Luis María Argaña condenó a Stroessner en 1988 con su famosa frase: “siempre habrá un 13 de Enero”, los máximos Dirigentes del Coloradismo  se sintieron estremecidos  y  desorientados tanto por su compromiso ideológico-político con el stronismo como porque ese hecho implicaba una amenaza para su  carrera.
         Los Tradicionalistas importantes llegaron al extremo de su osadía de aliarse en secreto con el Gral. Andrés Rodríguez, para después, durante los inmediatos años siguientes acusarlo de “anticoloradismo” y frustrar su reelección.
         Los colorados “argañistas” fueron los únicos que se opusieron al desmantelamiento total del stronismo. Sin embargo quedaron totalmente aislados en la Constituyente del ’92 y su posición política y logística les impidió organizar una oposición formal a la venganza de Rodríguez impidiendo la candidatura de Argaña a la Presidencia de la Rca. Tampoco fueron capaces de impedir la reforma constitucional por la cual se creó en 1992 una República cuasi-parlamentaria con una Presidencia grandemente debilitada, ni, en la práctica, la consolidación de la candidatura fraudulenta de Juan Carlos Wasmosy.
         Durante el quinquenio siguiente un grupo de dirigentes formado por jóvenes y algunos miembros de la vieja guardia buscaron un camino que les permitiera realizar la peligrosa travesía entre el Escila  de abrir el Partido a una democratización del mismo imbuido de nueva vitalidad con la inclusión del  “Oviedismo”, y el Caribdis  (2) de volver a encerrarse en su política de fortificación del centralismo dentro del Partido y la estrategia de “Reconciliación Colorada” de avanzar totalmente sola en el sistema político. Finalmente, al verse sorprendidos con la guardia baja en 1993 por una imprevista pujanza electoral opositora lo suficientemente grande para amenazar el predominio tradicional de los colorados, los Dirigentes hicieron maniobras que desembocaron en un rompimiento total entre “Argañismo” y “Oviedismo”. Por todo esto Argaña, que se mostraba seguro del triunfo, perdió las elecciones internas de 1997. A partir de entonces, los “oviedistas” recorrieron penosamente un período de siete meses monótonos, aunque tortuosos, en que a Lino Oviedo le hicieron probar su propia medicina en su calidad de corresponsable del violento Golpe (porque eso fue realmente antes que mero fraude) que Rodríguez perpetró contra Argaña en 1993; y en su carácter, también, de corresponsable por mucho tiempo de las políticas del Gobierno Wasmosy, tuvo que compartir las consecuencias políticas de todos los desatinos financieros de dicho Gobierno y del incremento masivo del desempleo, carestía y corrupción que se registraron entre 1993 y 1998. Es cierto que Oviedo rompió con Wasmosy (o al revés) pero las consecuencias político-económicas no pudieron borrarse del imaginario colectivo. Para más, la virtual victoria de los opositores en el Parlamento en las elecciones de 1993 trajo consigo cinco años de “cohabitación” entre el Pte. Wasmosy y el líder Presidente del PLRA, Domingo Laíno, que se conoce como “Pacto de Gobernabilidad”. Los argañistas volvieron a explotar el sectarismo en su afán de capitalizar cualquier desilusión de los votantes colorados hacia Wasmosy y adoptaron una posición ferozmente antiliberal-wasmosysta frente a la “cohabitación” que llamaron “Pacto de complicidad”. Para bien o para mal, Argaña había decidido adoptar una posición de “espléndido aislamiento” (solo contra todos) con la esperanza de atraer nuevos partidarios, igual que antaño, erigiéndose como el único Movimiento serio que era opositor del Gobierno o de protesta. Su error de cálculo se evidenció a raíz del ascenso de la “Unión Nacional de Colorados Éticos” (UNACE) de Lino Oviedo, que atrajo los votos de los pobres, marginales y baja clase media, quienes protestaban por el desempleo y la carestía de vida (argumento que tradicionalmente había favorecido a Argaña) y de quienes alentaban sentimientos nacionalistas.
          Luego de “taponada” la candidatura  presidencial de Oviedo por la complicidad de los Miembros de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA y la descarada intervención de la Embajadora Norteamericana Maura Harty, ¿porqué éste (Oviedo) postuló a un Candidato tan poco brillante e inútil como Raúl Cubas?: Un hombre tan falto de personalidad como de carácter, incapaz de controlar a su propia mujer y de ganarse la lealtad de sus mismos hermanos, que además no quería ser Presidente de la Rca. amenazando, ante cualquier presión, con renunciar, agitando el cuco de la sucesión del Vice Pte. Argaña.
          Tal vez la respuesta al interrogante anterior habría que encontrarla en el predominio personal de Oviedo que había impedido el surgimiento de cualquier otra personalidad importante; así como la importante cantidad de dinero que aportó el ex-Barón de Itaipú, y también la notable falta de presciencia     –esa intuición y “olfato” para prever las situaciones futuras y conocer a la gente– que siempre caracterizó a los grandes Dirigentes y Estadistas. El caso es que Cubas falló completamente en la conducción política y ahondó la brecha con el “Argañismo” con lo cual las masas republicanas se hallaron brutalmente divididas, recordando la época de fines del siglo XIX y principios del XX, entre “Egusquizistas” y “Caballeristas” que llevó al Partido a la llanura en 1904 por la traición del Egusquizismo acaudillado por Guillermo de los Ríos (sucesor del ya fallecido Egusquiza) y el entronizamiento del Partido Liberal.
         En cuanto a Argaña, al comienzo estuvo reticente a aceptar ser Vice-Pte. de Cubas, diciendo: “Yo no puedo ser segundo de un Don Nadie”; pero sus  aláteres –entre  quienes se encontraban ya personajes duchos en el arte de la maniobra política como Juan Carlos Galaverna, Juan Ernesto Villamayor, José Alberto Alderete, Carlos Podestá y etcs.– le  aseguraron que “el Gobierno de Cubas no duraría seis meses” estando ya en marcha la conspiración que acabaría con él. Esto hizo que Luis María Argaña aceptara, pero sin sospechar que él sería “el pato de la boda”.
        La historia del “Marzo Paraguayo” y sus secuelas, ya están bien relatadas y analizadas en el Artículo “La Persecución al Oviedismo” publicada en EL COLORADO en su edición del 27 de Septiembre de 2014, por lo que obviaremos repetirla.

 3.- EL LEGADO DEL GOBIERNO DE GONZALEZ MACCHI.
           Con los “próceres” que componían su Gobierno, González Macchi no podía ser sino el peor Gobernante de la transición, y la situación del País y del Partido Colorado, desesperante. El PBI arrojaba resultados negativos año tras año, la economía estaba estancada sin visos de despegar y el desempleo  rampante. Solo Lucho y su pandilla prosperaban, pero no se ganaba el Presidente un mínimo de respeto de la población; su fama de dipsómano era la comidilla y burla de toda la prensa y sus torpezas y falta de personalidad en general, hacían el resto. González Macchi y sus socios colocaron al Partido Colorado en un tobogán hacia la llanura y al Paraguay como “el furgón de cola del convoy Latinoamericano”(3). En el plano internacional demostró una debilidad endémica en la cuestión de Itaipú ante Brasil y de Yacyretá ante Argentina; en lo respectivo al MERCOSUR la opinión pública consideraba que equivalía (sus resultados) a vender la independencia y la soberanía nacional a un conglomerado supranacional de Estados y grandes Empresas comerciales. El Paraguay continuaba siendo –como hasta ahora– el país más aislado y aislacionista de América del Sur.
         El antaño poderoso Partido Colorado, con las deserciones masivas como los más de 300.000 colorados que pasaron a formar el Partido “Unión Nacional de Ciudadanos Éticos” (UNACE) y un faccionalismo patente, había quedado reducido, para el año 2003, en prestigio e influencia, al Parlamento y Municipalidades con algunas Gobernaciones, sosteniéndose apoyado en parte de la Oposición (Encuentro Nacional), amargamente hostil a aquél pero sin más alternativa que hacer transacciones con él a cambio de jugosos beneficios. El Partido Colorado ya no era muy intimidante ni muy escuchado; debía negociar sus condiciones desde una posición de debilidad, y el repertorio de beneficios políticos que podía ofrecer era bastante limitado. El Partido Colorado estaba plagado de oposición interna, y ningún esfuerzo (si lo hubo) del grupo de Lucho y Calé fue capaz de contener el crecimiento de rebeldía interna ante la decadencia del Partido y el corrupto Liderazgo. La propagación de la ideología ya no se realizaba o se la hacía débilmente y con menos convicción que nunca, por la incapacidad del Liderazgo Oficial para emprender la reforma del Partido; y la mitología de la infalibilidad de la Dirigencia estaba muriendo, cuando llegaron las elecciones de ese año 2003.

      4.- A NICANOR LE TOCÓ BAILAR CON LA MÁS FEA.
           Ésta era la fisonomía del Partido y del País que encontró Nicanor Duarte Frutos a pesar de ganar cómodamente los comicios gracias a una enérgica campaña electoral durante la cual –y aún un par de años antes– se  colocó en oposición al Gobierno, y también a los errores de una pálida Oposición que se presentó dividida. Y enseguida puso manos a la obra: puso sordina a la  influencia de Galaverna (ya no preguntaba por teléfono, como Lucho, antes de una reunión: “¿Qué tal está el espíritu de Calé?) y de los Argaña, trató de unificar al Partido Colorado manteniendo la Presidencia del mismo por un tiempo prudencial, hizo una “barrida” de cambios en la Administración Pública, e internacionalmente inició una suerte de “apertura a sinistra” invitando al mismísimo FIDEL CASTRO a su asunción de mando. Cesaron las persecuciones, fueron liberados los presos políticos y se intentó una drástica reforma del Poder Judicial, siendo defenestrados mediante Juicio Político los corruptos cómplices Miembros de la Corte Suprema de Justicia. En lo económico, por primera vez en muchos años, el PBI registró un crecimiento anual del 4,5% y la gente empezó a recobrar la confianza respondiendo a la pregunta de si cómo les  iba: “de lujo y mejorando”. Pero  el  daño causado  era demasiado intenso y profundo que Nicanor hubiera necesitado “las hazañas de Hércules” para remediarlo completamente, además de una habilidad política y capacidades intelectuales y cualidades morales superlativas que no poseía.
         Y la euforia inicial empezó a decrecer después de la segunda mitad del Gobierno de Duarte Frutos: el problema de la Reforma Agraria y de los campesinos sin tierra, con las ocupaciones que conllevaban se volvieron insolubles, así como el contrabando y las trabas impuestas a la circulación de nuestros productos por nuestros “socios” del MERCOSUR; tampoco la Reforma Judicial avanzó como se había esperado y la corrupción –empezando por el mismo Nicanor– fue terrible; para más Nicanor empezó a ser atacado ferozmente por los Medios de Comunicación Masiva que antes lo habían promocionado mucho durante toda su carrera política.
            Los Medios de Comunicación masiva fueron lapidarios con Nicanor y el Partido Colorado. Los Nacionalistas Republicanos eran satanizados y caricaturizados presentándose al Gobierno de Duarte Frutos como algo autoritario, todavía similar al stronismo, catalogándoselos como dos casos equivalentes de extremismo autoritario. Por otra parte, el Partido y su Presidente fueron devastados por “la dictadura de las encuestas de opinión” para las campañas electorales que ya se avecinaban. Grandes masas de votantes colorados, políticamente inmaduros, se habían perdido a causa del argumento opositor que señalaba imprescindible “votar en forma útil”, reforzado por la unidad, cada vez más estrecha, entre la Izquierda y los Independientes.
         Aquel “Programa Común” del “Gobierno de Unidad Nacional”, fruto del “Marzo Paraguayo”, constituyó un error programático y estratégico pues ofrecieron la solución a todos los problemas, resultando un gran fiasco que González Macchi  acrecentó, recogiendo Nicanor sus consecuencias que resultaron muy caras. Sin embargo, siempre es superficial atribuir los cambios significativos a largo plazo de la sociología política a los grandes Líderes. Estos necesitan una situación propicia y la posibilidad de que sus éxitos y fracasos sean duraderos depende de un entorno que ellos no han creado.
         En un libro que este autor escribió hace 17 años señaló que era válido pensar en el Partido Nacional Republicano como una organización política-cultural-social edificada sobre sus cuatro “rostros” o funciones distintivas: como vanguardia política, como contrasociedad, como Partido de Gobierno y como tribuna de los desvalidos (esto último desempeñando el papel de “Partido-comunidad política” y, principalmente, genuino defensor de los intereses populares). Allí explicamos que al contemplar esa compleja simultaneidad, los puntos de apoyo internos y las contradicciones globales, era posible entender tanto las líneas de su fortaleza y debilidad como la autenticidad y la ficción del Coloradismo sin tener que recurrir a imágenes caricaturescas del Partido, en una u otra de sus funciones, según nuestras propias ideas preconcebidas o premisas políticas: El Partido Colorado no es simplemente de insurrección revolucionaria con dos rostros “in maschera”, ni una potencia, después opositora, satisfecha en su “espléndido aislamiento”, ni una tribuna popular un tanto incomprendida, que bajo su apariencia áspera y fanática esconde un corazón de oro.
        Al examinar el pasado se advierte que los años 1947-1958 pudieron haber sido una especie de edad dorada del Coloradismo Republicano. En esa época sus grandes éxitos de organización se combinaron con las satisfacciones de sus posibilidades de profundas realizaciones políticas y un real Poder Partidario a pesar de un ambiente de guerra fría ideológica (Guiones contra Democráticos), uniendo la posición  de   “espléndido aislamiento”
–al margen de la aristocrática sociedad liberal derrotada– con la “calidez partidista de una sólida camaradería”. “Es bueno saber que estamos juntos”, declaraba Epifanio Méndez Fleitas entre atronadores aplausos de los masivos asistentes a sus mítines. Estos sentimientos de los años cincuenta son recordados para plantear el argumento de que al Partido le falta hoy esa cohesión que da la hermandad, la camaradería.
           Nicanor Duarte Frutos, dándose cuenta hacia el final de su mandato de la hecatombe que se venía (y comprendiendo lo que hemos señalado) se lanzó a una agresiva campaña contra la Prensa y el divisionismo partidario, tratando de que esas masas, cada vez más desencantadas y díscolas, volvieran al redil del liderazgo con disciplina consciente. Pero era tarde ya, y a pesar de que la cantidad de afiliados continuaba incrementándose de forma inexplicable, la puja polarizada y terriblemente “sangrienta” entre ambas duplas de Candidatos a la Presidencia, mas el fraude perpetrado contra el Candidato Luis Castiglioni,  selló la suerte del Partido Colorado, y  los cantos de las sirenas encantadas de una Oposición, unificada detrás de un demagogo carismático, y el fanatismo de los faccionalistas del Partido, llevaron la situación al callejón sin salida de la derrota electoral y la caída en el naufragio del escollo de “Escila” y el remolino de “Caribdis”, quedando Nicanor con el estigma de ser el responsable de cuyas manos cayó del Poder el Partido Nacional Republicano.

           5.- EL PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO
        EN LA LLANURA.
         Después de la caída, ¿cuál era la situación del Partido Colorado en materia de reforma de despliegue y estructura de funciones? El problema radicaba en los contenidos y en las vías para lograr su transformación. Pero, ¿cómo desmontar un aparato tejido por tantas redes corporativas de interés y poder?, ¿cómo lograr su reforma sin que se generasen signos de inestabilidad como los que se viven todavía ahora?, ¿cómo enfrentar la larga tradición de “gatopardismo” que impulsa cambios para que todo siga igual o peor?, ¿cómo renovar 60 años de cultura política acostumbrada al “autoritarismo dosificado” y al clientelismo perfecto del Coloradismo-Gobierno? Por lo pronto, para  tener un acercamiento prospectivo a la difícil ruptura del modelo Partido Colorado-Gobierno”, que con la derrota se dio, vale la pena apuntar cuáles son los elementos que incidían sobre la crisis del Partido en la llanura y dificultan, aún hoy,  su transformación.
1.     Pérdida de su hegemonía y su función como       vanguardia política:
          Hasta hace muchos años, antes de su caída, el Partido Colorado controlaba todo: los tres Poderes de la Rca. (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), los grupos de interés económico y las principales organizaciones sociales. Era una hegemonía plena en el terreno político y casi sin rival digno de ser tomado en cuenta en el terreno social e ideológico. Desde la crisis del modelo económico y político durante el quinquenio “Wasmosy-Seifart”, la debacle del Partido comenzó a darse en el terreno de la legitimidad y la credibilidad (de ahí el surgimiento de la figura de Oviedo y UNACE). En el año 2002 se registró la más importante escisión en el seno del partido oficial con la salida de la corriente “Oviedista”. El Partido Colorado, por primera vez en su historia de poder contemporáneo, estuvo en riesgo real de perder la Elección Presidencial y, por ende, el control del pilar del sistema político paraguayo; el Poder Ejecutivo y la estructura clientelar tradicional del Partido se enfrentaron a un rival nacido en el seno del propio Gobierno: UNACE. La pérdida de hegemonía colorada se agudizó en el quinquenio de Duarte Frutos porque la sociedad ya no legitimaba el modelo oficial y buscaba alternativa, porque el Partido Colorado seguía (y sigue) dando la impresión de ser un Partido reaccionario, derechista, opuesto a todo cambio moderno y aferrado al pasado. Como ejemplos bastan unos botones de muestra: los Parlamentarios Colorados se opusieron, en su momento, a una Reforma Fiscal y al Impuesto a la Renta Personal; no respondieron a la necesidad de una Reforma Agraria y en una época que todos los Medios de Comunicación internacionales mostraron, con lujo de detalles, la competencia por las elecciones generales en Venezuela con entera libertad para la oposición, los parlamentarios colorados, yendo en contra de todos sus socios del MERCOSUR siguieron aferrados a su negativa a la incorporación venezolana al mismo “por ser una dictadura donde no hay el mínimo de libertad”(sic), postura adoptada también por la Junta de Gobierno de la A.N.R. (que ahora humillantemente tuvieron que rever por imposición del Pte. Cartes); y se sigue manteniendo la ficción de reconocer a Taiwán en detrimento de China, yendo a contramano de la historia y de la realidad política mundial. El Partido, (o mejor, su Dirigencia) era considerado como un parásito burocratizado de la política que había perdido la capacidad de pensar estratégicamente por sí mismo.
2.     Pérdida de identidad y su función como Partido de  Gobierno:
           La crisis del modelo de desarrollo que se desató en los últimos decenios, también derivó en una pérdida de identidad del Partido Colorado, que en la llanura fue más notoria, y ahora también. Se necesitaba (y se necesita) una selecta élite de nuevos Políticos, surgidos no solamente de la Burocracia Partidaria sino surgidos también del entorno tecnocrático, aunque fuese escasa o nula su carrera dentro del Partido, que pugnen por el nuevo modelo que se necesita urgentemente; pero esto encuentra a su principal rival en la propia identidad del Nacionalismo Republicano. Si bien no se puede hablar de una ideología ortodoxa que rigiera al Coloradismo, sí se pueden mencionar ciertos elementos que le daban identidad política e ideológica al Partido: nacionalismo, agrarismo, republicanismo, Estado tutelar que generaba clientelismo, estrecha relación Iglesia-Estado, proteccionismo económico, entre los principales. Pero el cambio de modelo, si no se lo realiza con prudencia, paciencia e inteligencia, carecerá de arraigo intelectual y social dentro de las filas Republicanas y no será producto de un movimiento social sino de una imposición vertical operada desde la élite.
         En cuanto al papel que ha desempeñado en el Gobierno el Partido Colorado, es una historia más compleja: En varios estudios serios fue posible sintetizar varias encuestas donde se demuestra que los Gobiernos locales colorados han sido a menudo eficaces y que la población de sus respectivas localidades así lo ha considerado. Sin embargo, la imagen de los colorados como dinámicos proveedores de servicios sociales se ha desdorado en cierta medida en los últimos años a causa de los problemas relativos a las poblaciones marginales migrantes, también por la “usura del poder” tan común en todos los Partidos que gobiernan durante largo tiempo y, en ciertos casos, por el fraude electoral.
         En lo que se refiere al Gobierno de nivel nacional, los resultados de las encuestas de opinión realizadas en los últimos 10 años demostraban (para el 2008) que la Opinión Pública paraguaya consideraba que el Partido Colorado era cada día menos capaz de desempeñarse en forma útil como Partido de Gobierno. Es que la acumulación de errores políticos indicaba que se trataba de un liderazgo anquilosado que había perdido el contacto fundamental con la realidad política y necesitaba una reforma urgente de Liderazgo y Estructura.
3. La crisis del corporativismo y de la función como tribuna del pueblo:
          El Partido Colorado que ganó el poder en 1947, era un producto típico de los Modelos Corporativos que estuvieron en boga en los años cuarenta: el leninismo, el nazi-fascismo, el social cristianismo. La traducción colorada de esta mezcla corporativa fue el propio modelo de “Gobierno policlasista” que, en su momento, tuvo un sustento social inusitado, producto de las reformas emprendidas durante aquel período pre-stronista, y continuado por Stroessner. Este modelo corporativo, acompañado de una fuerte dosis de autoritarismo gubernamental, comenzó a quedar desfasado frente a la sociedad paraguaya mucho antes de la caída de Stroessner en 1989. Las corporaciones sindicales, campesinas y urbanas que funcionaban como las “correas de transmisión” del Partido Colorado frente a la sociedad, se convirtieron en filtros antidemocráticos y elementos de control sobre el pueblo que perpetuaban un modelo de Partido de Estado. Pero el crecimiento y la mayor participación de la clase media influyó decisivamente en esta crisis. Junto con ella, la conformación de nuevos organismos sindicales, campesinos y urbanos, que ya no dependían del Partido Colorado y que no funcionaban como organismos clientelares al servicio del Gobierno, generaron una fuerte corriente que abogaba por la democratización política y el fin del control Colorado que desembocó al final en la caída del mismo.
        El Partido Colorado ha fracasado también  en el desempeño de la función de defensor del pueblo. En efecto, el Partido había perdido en los últimos años una porción considerable de su clientela como “tribuna popular”(los individuos que se encuentran en desventaja o se sienten amenazados por la sociedad). Muchos votantes que normalmente habían respaldado al Partido Colorado, se pasaron al bando de los “oviedistas” o de la izquierda y la “Alianza patriótica para el cambio”, porque éstos hablaban en nombre de varias causas relativas a problemas concretos y las minorías. 
          4. La reforma fallida y la función como contrasociedad:
           Durante el período decadente comenzado en 1993 que culminó en el 2008, el Partido Nacional Republicano había ido en picada vertiginosa. No se cumplió la promesa de democratizar los métodos de selección de Dirigentes colorados más que en mínima medida, ni el desmantelamiento de las “listas sábanas”; el Coloradismo se quedó sin un programa ideológico coherente (pese a que en el Estatuto Partidario de 1992 se prevé obligatoriamente un “Congreso Doctrinario Ideológico” cada diez años) y ahora la nueva Estructura Partidaria de la llanura era un enredo tan complicado que nadie se la tomaba en serio.
        Llegamos en último término al problema de la decadencia de  la famosa “contrasociedad colorada” a la cual hay que analizar profundamente pues ha sido una de las fuentes de Poder del Partido. La “contrasociedad” se apoyaba en un núcleo Agrarista opuesto al  “chuchaje” aristocrático liberal, que aportó, tanto el entorno cultural donde floreció  con  más pujanza  el Coloradismo paraguayo, como los elementos militantes que se convirtieron en los Caudillos y Burócratas integrantes del aparato partidario; en este caso nos referimos al destino mismo del Partido Colorado. “El Coloradismo es una sub-cultura” decía Domingo Rivarola en su “Revista Paraguaya de Sociología”.
         La reciedumbre demostrada por el Partido Colorado durante seis decenios en la política paraguaya, provenía del hecho de que el movimiento Republicano de nuestro país constituía una auténtica comunidad política y cultural (vale la pena repetirlo). El Partido era la expresión política de un movimiento de masas imbuido de un entusiasmo militante; fue también un fenómeno genuinamente nacional, una contracultura de los Nacionalistas paraguayos contra la mentalidad al estilo Legionario cuya doble lealtad (al país y al exterior) representaba el último desafío partidista de gran envergadura a la legitimidad del sistema Nacionalista Republicano del Paraguay.
           Ahora, ¿cómo se produjo la desintegración de la identidad agrarista, dogmáticamente campesina, del Coloradismo? Es verdad que aun cuando sagaces observadores habían detectado desde hacía años ciertos indicios de inestabilidad en la sociología política del Partido Colorado, su desastroso deterioro efectivo empezó en el quinquenio 1993-1998. La explicación más habitual es que parte de su declinación obedece a factores estrictamente políticos e ideológicos que nosotros ya hemos analizado. Además el desafío “Encuentrista” de Caballero Vargas que no se supo valorar en toda su magnitud en 1993; y más de diez años después, la estrategia misma de la unión de la Izquierda con el Liberalismo, en un “pacto contra natura”, que fue apropiada para atraer el voto de las mayorías, pero cuyas ganancias provinieron del centro y pudieron producirse a expensas de los electores situados en posiciones más extremistas; también el énfasis de las Elecciones Presidenciales del 2008 en el magnetismo personal del Candidato –que la Candidata del Partido Colorado no tenía– en lugar de poner de relieve el atractivo del Partido (o los Partidos) o su Programa; y el derrumbamiento del prestigio del Gobierno Colorado de Nicanor Duarte Frutos en la opinión pública. Todos estos fueron errores gruesos cometidos por el Clan gobernante de Nicanor Duarte Frutos.
        En una sociedad que va modernizándose aceleradamente, con la migración constante de los campesinos a la ciudad y la mejor información por el gran desarrollo de los medios de comunicación masiva, el deterioro del Coloradismo tradicional debe entenderse también como el resultado de problemas más profundos que han afectado,  en mayor o menor grado,  a  todos los Partidos tradicionales de Latinoamérica; y es importante interpretar esta situación como una crisis –quizá definitiva– en  el corazón mismo del fenómeno Colorado, es decir, en la identificación del Coloradismo con la clase campesina.
          En las últimas décadas el Partido Nacional Republicano trató de atraer, tanto a sus viejas comunidades militantes como a la nueva generación cuyas actitudes tanto influyen en el advenimiento de los acontecimientos, pero continuó retrayéndose políticamente a su propia fortaleza y adoptar en el plano social el “espléndido aislamiento” que identificaba como la identidad misma del Coloradismo. Con esto, los Dirigentes hundieron al Partido, no solo en lo político sino también en lo social. Sin embargo, se podría considerar que actuaron así porque se convencieron de su incapacidad de adoptar cualquier otra identidad que no fuera la que siempre los había caracterizado y la que les abrió las puertas para su propia movilidad ascendente al Poder, si bien esto no los justifica en absoluto. Si no surgía algún evento o extraordinaria personalidad imprevisible, el Coloradismo hubiera seguido siendo un Partido de llanura en vías de desaparecer en el escenario político como opción de Poder. Y ahora, tal como están las cosas, puede ocurrir lo mismo en el 2018.-
N O T A S.       
(1)            Soler; Juan José: “Hacia la Unión Nacional”; pp. 60-64; Bs. Aires, 1943.-
(2)            “Escila” y “Caribdis”: Cuenta Homero en la “Odisea” que, cuando Odiseo hizo su viaje de regreso a Ítaca, luego de terminada la guerra de Troya, periplo que duró 10 años, debía pasar por un lugar donde sirenas encantadas emitían cantos tan dulces y mágicos que hacían desviar de su ruta a los navíos, llevándolos a estrellarse contra el escollo de “Escila” para terminar siendo absorbidos por el remolino de “Caribdis”, donde se hundían.
(3)            Frase de Anselmo Jover Peralta, escritor y político Febrerista, en “El Paraguay Revolucionario”; Buenos Aires, 1946.-


sábado, 18 de abril de 2015

SEIFART

INCAPACIDAD POLÍTICA DE SEIFART                                  El comienzo de la decadencia y la derrota del Partido Colorado.
        (Del Libro “Lino Oviedo, Más Allá del Golpe”, 2ª Edición)
       Pese a los esfuerzos de la retaguardia “Wasmoseifarista” (durante el quinquenio 1993-98) por mantener la estabilidad del Partido y del Gobierno, establecer la confianza en el “Liderazgo” de Wasmosy y Seifart y acallar a los detractores del Régimen, sus cometidos estaban condenados al fracaso. La realidad demostró que el hecho de centrar la atención en la legitimidad ideológica del Gobierno y hacer concesiones a los “seccionaleros” burócratas postergando la puesta en marcha de las reformas, la reactivación económica y la lucha contra la corrupción, y congelando la solución del problema con el “Movimiento de Reconciliación Colorada”, ha sido un importante error táctico, pues dicha legitimidad (o la aceptación de ella por la gente) resultó ser extremadamente frágil. Las reyertas con el “Argañismo” y aún las del interior del “Oficialismo” por Cargos, influencias y posiciones de Poder, contribuyeron para continuar movilizando negativamente –radicalizando y fragmentando– al Partido. Un ejemplo de la desorientación ideológica del Régimen lo constituía el caso de Nicanor Duarte Frutos, quien tranquilamente trascendió la ideología y la tradicional “solidaridad Republicana” para solicitar el concurso, el consejo y el respaldo de nuevos colaboradores sin detenerse a pensar si éstos pertenecían o respondían o no al Partido con lo que debilitó irremisiblemente la autoridad de la Junta de Gobierno, la influencia de los Caudillos y a la postre la figura incipiente del mismo Wasmosy como “Dirigente Colorado”. En fin, el espectáculo itinerante y juglaresco montado y protagonizado por éste último, los desganados y torpes preparativos de la retaguardia “wasmoseifarista” para la “guerra” contra el Candidato Partidario de “los militares” (entiéndase “Oviedo”) y la persistencia en la intención de aplicar medidas disciplinarias a un puñado de opositores del Régimen, pero que representaban a cientos de miles de Colorados, probablemente constituye la prueba de que el “modelo” inicial “Wasmosy-Seifart” estaba agotado muy pronto.
        ¿Y porqué estaba fallando el esquema?
       Aún cuando no es posible explicar el orden preciso en que deben producirse las alianzas, las reconciliaciones de intereses y la coordinación de estrategias, podemos señalar como mojones orientadores una serie de consideraciones de acontecimientos clave que tuvieron lugar desde mediados de 1992 hasta esos finales de Mayo de 1994 y que reseñáramos en todo el texto precedente.
        Así fue como Seifart asumió, con ese frío cálculo, pero incapacidad estratégica que lo caracterizan, su función de Operador Político en el replanteado esquema de Poder para las elecciones: de las internas partidarias primero, y luego las generales de Mayo del ’93. Su unión Vicepresidencial con Wasmosy era una fórmula compleja que debía conciliar los intereses de un Empresariado en afán de ganar su cuota de Poder político y los de un Partido que había perdido la autoridad de sus liderazgos. No se trataba simplemente de la Candidatura de un Binomio, sino de la renovación del “pacto” cívico-militar para administrar el Poder de la Transición; y esto supone mucho más que cinco años de Gobierno. Este breve perfil que trazamos señala, en cierto sentido, una especie de “transición” después del Gobierno de “transición” que dejó Rodríguez,  y sus dificultades traducían fielmente la situación de un dominio político que todavía no terminó de configurarse.
       Y el esquema falló porque se pretendió que funcionase con un Empresario (Riquelme) como Presidente del Partido; otro Empresario como Jefe del Ejecutivo; en tanto que el máximo Comando Militar tendría el mando efectivo de los cuarteles y la vigilante operación del Poder real. Pero en este esquema brillaron por su ausencia las figuras de los Políticos de raza y de experiencia: la Élite que domina la Estructura generación tras generación y da continuidad a la historia de la sucesión del Poder.
        Y de esta manera se tuvo el primer traspié terrible del 27 de Diciembre de 1992, superado, merced al Golpe de Estado del Aparato”, el 4 de Marzo de 1993, y luego la prueba del 9 de Mayo, salvada por la capacidad de acción y previsión casi increíble –y que tomó de total sorpresa a la Oposición– del Gral. Oviedo, quien realizó una verdadera “patriada” republicana. Así pudo un Militar en servicio activo entregar el Poder a un Empresario contratista del Estado, en un traspaso que expresaba el vacío de autoridad del Liderazgo Político que, sin embargo, era la única opción viable para la consolidación del Gobierno desde la perspectiva de la realidad del Poder según nos enseña la Ciencia Política.
        Pero parecía no haber otra salida, pues en el otro lado Argaña representaba la indefinición estratégica, la no resolución de la crisis de Poder  que se desencadenó con el asalto Militante en 1987 y estalló en 1989. Así es como aparece patente la incapacidad de Liderazgo del Vice-Presidente Seifart, éste sí Político, hombre de la élite partidaria, que no pudo ni supo cumplir la misión de vincular a las Bases, Caudillos Colorados, Burócratas Seccionaleros, Élites Parlamentarias, Poderes Fácticos y actores sociales, con el Despacho Presidencial que era el escenario donde, en definitiva, cobraban realidad las fórmulas “Partido de Gobierno” y “Gobierno Nacional”….
        Y ante este fracaso del “Esquema de Poder” diseñado supuestamente para asegurar la continuidad del Poder del Partido Colorado en el Gobierno de la República hasta después del ’98, la ausencia de Liderazgos Políticos que acompañasen el proyecto parecía tener visos insolubles y fatalistas de tragedia griega…, pero la aparición en el escenario de Lino César Oviedo cambiaba todo el panorama y daba motivos para un nuevo y elevado esquema de Liderazgo Político, siempre que el General conservase un buen criterio y diseñase nuevos modos de acción para la dinámica de masas”… cosa que no ocurrió.-
(El Libro “Lino Oviedo, Más Allá del Golpe”, 2ª Edición revisada, se encuentra en venta en las Librerías Quijote, el Lector, Servilibro y Editorial Domínguez).-  

        

miércoles, 8 de abril de 2015

CORRUPCIÓN POLÍTICA

    CORRUPCIÓN POLÍTICA: el caso “Víctor Bogado”.
 Vuelto a publicarse en el periódico digital “EL COLORADO” por haberse convertido en un mayúsculo escándalo jurídico.

       Muy acertada la mención que hace el Ing. Eduardo Farina      –ex-compañero en el Post Grado de Ciencias Políticas del Rectorado de la UNA, de quien celebro tener noticias luego de 22 años y comprobar que no ha abandonado el cultivo de dicha Ciencia– respecto a Víctor Bogado, a quien es cierto que lo presenté a “Carlín” iniciando así su carrera política; pero cuando eso parecía un joven lleno de ideales que a los 25 años de edad ya era Presidente de un poderoso Gremio: la AFEMOT. Lo sucedido después demuestra la perenne verdad del dicho de Lord Acton: “El Poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. También es pertinente la pregunta que hace en su respuesta el Director de “EL COLORADO”, Dr. Bergonzi:Me pregunto ¿qué es lo que hace que los cerebros de mosquitos lleguen a grandes alturas y los intelectuales queden por el camino? Esta es una pregunta que le formulo pues puede desenrrollar la madeja del Poder”(sic). Este artículo pretende responder la pregunta y aclarar la cuestión.

      La Corrupción Política desordenó la vida paraguaya y rompió la cohesión de la costumbre que normalmente conserva la moralidad pública. Ni el Estado ni la Iglesia parecen capaces de protegerla. La gente se halla sin ancla en un mar de violencia moral y material y robo público; se protege a sí misma como puede, mediante la fuerza o la astucia; la falta de respeto a la Ley se hizo Ley. Los Políticos (del Ejecutivo, Parlamentarios, Directores de Entes Públicos y Poder Judicial) situados por encima de la Ley y destinados a una vida breve pero excitante, se permiten todos los placeres, y su ejemplo es seguido por la minoría acaudalada. Sólo una Opinión Pública firme e inteligente habría podido ocupar el sitio de las perdidas sanciones morales; pero ni el Clero, ni los Líderes, ni las Universidades, estuvieron a la altura de esta tarea, como recién ahora está ocurriendo gracias a la fuerza de esa Opinión Pública.
      El “Wildgewordene Kleinbürger”:
      El meollo de esta concepción política y social reside en su descripción como la actitud de la desesperanza reaccionaria y oportunista deshonesta de cierta categoría de gente que se mueve en el espectro de todos los Partidos Políticos, pero que la distingue de la gran masa de militantes y del núcleo Dirigencial más principista y tradicional de dichos Partidos. Esta actitud la hace proclive a inclinaciones “fascistas” antidemocráticas que a la larga será “clientela” de Movimientos Políticos “duros” y supuestos “hombres fuertes”. La expresión wildgewordene kleinbürger:el pequeño burgués enfurecido, se la debemos a Trotsky que la aplicó al Nacional-Socialismo al que veía como el movimiento y la ideología de esa actitud que lo distinguía también de todos los otros Partidos reaccionarios y contrarrevolucionarios. Por eso hay que combatirla por algo más que un principio moral pues de extenderse puede volverse peligrosa para la democracia y la libertad apoyando a una Dictadura Populista como ha ocurrido en algunos países de Sudamérica.
      En realidad, las fuerzas de la reacción convencional operan usualmente desde la cúspide de la pirámide social, para defender el Statu quo ante (“el mismo estado que antes”) y la autoridad establecida; pero el “wildgewordene kleinbürger” es un reaccionarismo antidemocrático desde abajo, base de movimientos plebeyos que se alzan desde las profundidades de la sociedad y expresan el vehemente afán de la baja clase media por imponerse al resto de esa sociedad. Habitualmente reprimido, ese afán se vuelve agresivo en una catástrofe nacional o una crisis profunda a la que no pueden enfrentarse la autoridad establecida y los Partidos tradicionales. Durante los tiempos de cierta prosperidad esos movimientos se encuentran generalmente en la periferia lunática de la política nacional pero una gran crisis económica y social tiende a colocarlos en primer plano. Porque la gran masa de pequeños comerciantes, oficinistas sin futuro, profesionales fracasados y “lumpen-proletarios” (elementos desclasados representados por gentes que han perdido toda suerte de vínculos con su clase, que no tienen una ocupación determinada y se encuentran sumidas en los “bajos fondos”) que suelen seguir hasta entonces a los Líderes tradicionales y se consideran a sí mismos como puntales de la Democracia Parlamentaria, ahora desertan de esos Liderazgos y siguen a Dirigentes como el Senador Víctor Bogado (actualmente procesado por corrupción y estafa y con imputaciones de la  Fiscalía por “Lesión de Confianza” durante su gestión como Presidente de CONATEL), pues la gran ruina económica los llena de inseguridad y temor y espolea su afán de hacerse tomar en cuenta. Sobre ese trasfondo debe mirarse su victoria electoral, su influencia en los Círculos del Poder y los “favores” a su clientela y parientes de los “VíctorBogados”.
        El Kleinbürger (pequeño burgués) normalmente resiente su posición social: mira desde abajo, con envidia y odio, al gran Empresario que con tanta frecuencia lo aplasta en la competencia; y mira desde arriba a los obreros, celoso de la capacidad de éstos para organizarse política y sindicalmente a fin de defender su interés colectivo. Marx describió una vez lo que en Junio de 1848 llevó a la pequeña burguesía francesa a volverse furiosamente contra los obreros insurrectos de París: “los tenderos” –dijo– “vieron que las barricadas de los obreros en las calles impedían el acceso a sus tiendas, de modo que salieron y destrozaron las barricadas”(En Europa a los pequeños comerciantes se los llama “tenderos”). Los comerciantes y demás pequeños burgueses del Paraguay de los últimos años no tenían una razón semejante para enfurecerse: en las calles no había barricadas que impidieran el acceso a sus negocios, oficinas o actividades. Pero ellos estaban arruinados económicamente; tenían motivos para culpar a los sucesivos Gobiernos de la Transición Democrática de la República, a cuya cabeza habían visto durante años a los Líderes tradicionales; y le temían a la amenaza del desorden del extremismo Izquierdista, que aún cuando no se materializara, mantenía a la sociedad en fermento y agitación permanentes. Los Grandes Negocios, la “Patria Financiera”, el Parlamento, los Gobiernos de la “Transición Democrática”, el extremismo Izquierdista y el desorden en general producido por las huelgas y manifestaciones de los Sindicatos de Obreros y Funcionarios y la actividad de las  Organizaciones Campesinas, se fundían ante los ojos del Kleinbürger en la imagen de un monstruo de muchas cabezas que lo estrangulaba: todos estaban coludidos en “una siniestra conspiración que era la causa de su ruina”. Frente a los Grandes Negocios, el hombre pequeño rabiaba como si fuese un Socialista; contra el Obrero manifestaba con estridencia su respetabilidad burguesa, el horror que le inspiraba la lucha de clases, su furibundo orgullo nacionalista y ahora su aborrecimiento por el desorden y la situación socio-económica. Esta neurosis política de ciudadanos empobrecidos le dio a Políticos como Víctor Bogado –y otros cofrades de su misma catadura– su fuerza, su ímpetu y sus votos. Víctor Bogado era el hombre pequeño agigantado, salido de abajo, el hombre pequeño con todas sus obsesiones, prejuicios, oportunismo, deshonestidad y furia neuróticos: No todo Kleinbürger enfurecido puede llegar a ser un Víctor Bogado, pero en cada Kleinbürger enfurecido hay algo de Víctor Bogado.
       Con todo, la baja clase media (y el “lumpen”) era y es normalmente “polvo humano”. Carece de la capacidad del obrero para organizarse, pues es inherentemente amorfa y atomizada; y, pese a sus jactancias y amenazas, es cobarde dondequiera que tropiece con verdadera resistencia. La pequeña burguesía no puede desempeñar ya ningún papel independiente: en última instancia tenía que seguir a la alta burguesía o a la clase obrera. Su rebelión contra los grandes negocios era impotente: el artesano, el lumpen y el pequeño comerciante no podían derrotar a las oligarquías capitalistas monopolistas. Los Líderes como Víctor Bogado, si llegaban al Poder máximo, no podrían por lo tanto cumplir ninguna de sus promesas electorales; se revelarían como una fuerza esencialmente conservadora y reaccionaria, tratarían de perpetuar el estado de cosas con mucha corrupción, aplastarían cuanto idealismo y honestidad habría en la clase política, y al final acelerarían la ruina de la misma baja clase media y compañeros de ruta que los hubiesen llevado al Poder. Pero mientras tanto esa baja clase media y su periferia lumpenproletaria se agitaban febrilmente y su imaginación se inflamaba con el sueño del ascenso y  la supremacía social que los políticos como Bogado y otros como él habrían de darles. Porque este “polvo humano” se siente extraordinariamente atraído por el imán del Poder: sigue en cualquier lucha al bando que muestre la mayor determinación de vencer, la mayor osadía y la capacidad de enfrentarse inclusive a una catástrofe judicial y social con tal de lograr sus objetivos. Dirigentes como los que están siendo “escrachados” actualmente –a los cuales pueden agregarse muchos nombres más– son los que recogen todo el detritus del pensamiento político moderno porque todo lo que la Sociedad, de haberse desarrollado normalmente, habría rechazado como el excremento de la cultura, brota ahora por sus gargantas y accionar: es así como la “anti-civilización” que todavía existe en el Paraguay está vomitando su barbarie indigesta.
      Más allá de la sanción moral: Decía Cicerón en su discurso contra Cayo Verres, corrupto Procónsul romano de Sicilia, estas frases aún muy actuales: “Los pueblos en decadencia, cuando desesperan de todo, suelen presentar estos síntomas de su desastrado fin: a los que merecen condena se les mantiene en sus bienes y derechos, los que deberían estar presos quedan en libertad y no se dictan las Sentencias. Cuando tales cosas ocurren, nadie deja de comprender que la República perece, y donde suceden nadie conserva esperanza alguna de salvación”.
        Tal es lo que ocurre acá; se publican los nombres de los corruptos, se hacen imputaciones, se inician procesos, se filman y fotografían sus mansiones, se produce un griterío por las Radios y T.V., y se pide “escracharlos”, al estilo argentino, PARA CONSEGUIR UNA SANCIÓN MORAL. Pero eso no basta: ellos siguen en posesión de sus bienes malhabidos que disfrutan sin estorbo ni escozor de conciencia, ostentándolos abiertamente y utilizándolos para comprar prestigio social, influencias y poder político, haciéndonos recordar a Honorato de Balzac en La Piel de Zapa: “¡Brindemos al poder del oro! El Señor Valentín acaba de ingresar a la cofradía de los ricos. A partir de ahora, él ya no estará sometido a las leyes, sino que éstas se les someterán, porque tendrá dinero suficiente para pagar Abogados y sobornar Jueces”. Y, en verdad, en nuestro Paraguay de hoy se envía prestamente a la cárcel al infeliz que roba por hambre pero ninguno de los grandes ladrones que robaron millones al Estado ha pasado una sola noche tras las rejas. Todo lo contrario, los mismos Magistrados y notables de la sociedad se codean con ellos en los Clubes aristocráticos y les demuestran respeto.
        Por eso, NO BASTA CON LA “SANCIÓN MORAL”, se debe proceder con más dureza y el Gobierno debe involucrarse firmemente en denunciarlos y presionar a la Justicia para actuar; debe colaborar con aquellos Fiscales y Parlamentarios que sí combaten la corrupción. ¿Es posible combatir la corrupción?: En nuestro martirizado Paraguay mucha gente piensa que la corrupción es como la Hidra de Lerna de la mitología griega –aquella monstruosa serpiente de siete cabezas que volvían a crecer rápidamente a medida que se las cortaba– y que, por tanto, es imposible toda lucha exitosa contra ella. Pero muchos no comparten ese pesimismo; primero, porque son optimistas que creen en el progreso constante de la humanidad hacia un mundo mejor y más seguro; y en segundo lugar, porque la Historia en general demuestra que, aunque a veces avanzando en círculos y aún con períodos de retroceso, al final se llega a estadios más elevados, para recomenzar el proceso, pero siempre hacia delante, recordándonos la “marcha de los peregrinos” del Tanhäuser de Wagner.
       Porque la corrupción es un círculo vicioso: cuanto más atrasado y pobre es un país, más corrupta es su sociedad y todo su sistema de Instituciones. Es que la misma pobreza y carencia de oportunidades que ello engendra, hace que los ciudadanos encumbrados traten de atesorar riqueza rápida y fácil para precaverse de volver a caer en la medianía indigente, y esa misma pobreza generalizada vuelve a los sumergidos en ella muy fáciles de ser corrompidos a causa de la perentoria necesidad en que se desenvuelven. De allí deviene el fatal círculo vicioso: se corrompe para ascender en la escala, se corrompe luego para sostenerse arriba, y los de abajo aceptan ser corrompidos para poder sobrevivir.
        Pero ese círculo vicioso de corrupción puede ser roto por la voluntad de Dirigentes capaces de comprender su misión histórica y se sientan imbuidos del espíritu de aquellos “héroes históricos universales” que describía Hegel. Sí, una Clase Dirigente honesta y capaz puede torcer el rumbo de la historia; al respecto recordemos con unción la saga de Per Albin Hansson, el hombre que tomó el timón del Gobierno en Suecia en 1932, país hasta entonces sumido en el atraso y la corrupción inherente a ello, con una renta “per cápita” menor que la de Argentina, y cuyos ciudadanos emigraban, hambrientos, a los EE.UU. Con una decidida voluntad de cambio, una honestidad a toda prueba, con la organización de un formidable Partido Político de masas, y su capacidad de persuasión que movió el apoyo firme de su pueblo, logró una amplia concertación de las fuerzas sociales que moldeó nuevas instituciones –que sus sucesores continuaron– convirtiendo a Suecia en lo que es ahora: uno de los países más ricos del mundo y quizá el de mayor justicia social y menor corrupción del planeta. Horacio Cartes tiene la oportunidad todavía de ser un Per Albin Hansson. Y ESTO PUEDE HACERSE EN NUESTRO PARAGUAY; nosotros no creemos en razas ni pueblos biológicamente superiores; Paraguay tuvo épocas de grandeza sin corrupción y hombres íntegros como el Dr. Francia, los López, Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Eligio Ayala y Eusebio Ayala. Se puede, con una Organización Política donde se mezclen el idealismo y el trabajo duro; con puertas no cerradas a la Prensa y presión e interés de la Opinión Pública en el control Gubernamental; con una sociedad abierta a la democracia pero implacable con la corrupción. Poniendo fin a la impunidad con un Gobierno “que haga lo que debe hacer”; sin Presidente de la República débil, deshonesto e incapaz, ni un Congreso que se escude en sus fueros mientras viola tranquilamente la Ley.
        Así terminaremos con la corrupción como terminó la historia de la “Hidra de Lerna”, haciendo lo que hizo Hércules, quien cortó las siete cabezas de un golpe y ya no hubo cabeza que volviera a crecer.-


domingo, 5 de abril de 2015

NUEVO MODELO DE PARTIDO...(II)

  UN NUEVO MODELO DE PARTIDO                                                 PARA LA ÉPOCA DE GLOBALIDAD (II)                     

REFLEXIONES SOBRE UN PROGRAMA ECONÓMICO                         PARA EL  PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO.

         Ahora que el Presidente de la República ha encauzado la nave del Estado hacia el “Nuevo Rumbo”, es llegada la hora de prestar especial atención al Partido Colorado que lo respalda, más aún por las próximas Elecciones internas anunciadas para el mes de Julio próximo.
          La intención primordial del Pte. Cartes en este momento debe ser la de convocar a Líderes históricos, Intelectuales y Expertos en Economía del Partido Colorado para impulsar un amplio debate sobre la situación del Paraguay en un mundo cada vez más interdependiente, la dirección del proceso de transición democrática, el tipo de sociedad que queremos y el quehacer del Partido en esta etapa crítica de la vida nacional, apuntando a la necesidad de un próximo CONGRESO IDEOLÓGICO Y DOCTRINARIO,  que según el Art. 74º. de los Estatutos aprobados por la Convención Extraordinaria del 11 de Septiembre de 1992, debía realizarse “cada diez años o antes si la Junta de Gobierno lo estimase oportuno y mediando el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros o a petición de un quinto de las Comisiones Seccionales con la finalidad de: a) Revisar el ideario del Partido; b) Definir la Doctrina Partidaria con relación a los problemas ideológicos que se planteen” y          c) Actualizar el Programa Partidario de acuerdo a la evolución del País.
       Pero pongámonos a estudiar las Reformas Económicas fundamentales que propone la ideología del Nacionalismo Republicano del Estado Servidor del Hombre Libre para erradicar los males económicos así como los sociales. Sobre la base de un nuevo concepto del Progreso y de los Recursos, el “Instituto para la Nueva República” ha delineado los principios económicos fundamentales de nuestra ideología que pueden resumirse en cinco: 1º. No debería permitirse la excesiva concentración de la riqueza en perjuicio de la sociedad. 2º. Debe buscarse el máximo crecimiento económico con racional utilización y distribución.  3º. Deberá haber la máxima utilización de los recursos y potencialidades individuales y colectivas en el plano económico, intelectual y espiritual. 4º. Debe propenderse siempre al apropiado ajuste entre el equilibrio ecológico, el equilibrio social, el desarrollo de la personalidad individual, y las necesidades del crecimiento económico. 5º. La aplicación de este programa tiene que variar de acuerdo a los cambios en el tiempo, lugar y personas, y deberá ser de naturaleza progresiva. (Ideas extractadas, con interpretación actualizada para el siglo XXI, de “El Estado Servidor del Hombre Libre”, y “Cómo se Construye una Nación”, de J. Natalicio González y del pensamiento de Ignacio A. Pane, Blas Garay, Fulgencio R. Moreno y Juan León Mallorquín).  Estas reformas tenderían a crear una nueva sociedad con un sistema económico ideal, que debería presentar las características siguientes:
      1.Salario mínimo suficiente para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido, escuela y cuidados médicos de una familia.
      2.Que todos hallasen incentivos para trabajar con asiduidad y disfrutar de los resultados de su esfuerzo físico e intelectual,
      3.Índices de inflación y desempleo bajos, pero elevado índice de crecimiento.                            
      4.Mínima susceptibilidad a fuerzas perturbadoras externas, de manera que nadie tenga que sufrir penurias inmerecidas a consecuencia de percances imprevistos que afecten periódicamente a la sociedad.
      5.Sistema tributario progresivo, justo y exento de “coladeros” legales.
        Queda claro desde el principio, que un sistema esencialmente totalitario como el de la izquierda extremista jamás alcanzaría esa economía ideal, porque nunca concedería a los ciudadanos la libertad de elección ni el incentivo, salvo que acepte correr el riesgo de perder su carácter absolutista (como sucedió con la ex Unión Soviética). Esa meta sólo puede conseguirla una sociedad de libre mercado, siempre que la interferencia de la autoridad se reduzca al mínimo pero con intervención del Estado Regulador, no el reaccionario e injusto Neoliberalismo libertario.
      Porque el exceso de intervencionismo no hace sino detraer recursos del sector privado, que es el productivo, y conduce al despilfarro burocrático y a la ineficacia. El Gobierno debe limitarse a defender los intereses de los más desprotegidos y suplir sólo las fallas y deficiencias de la actividad privada. El sistema económico debería funcionar sin sobresaltos y con la mínima ayuda de los Poderes Públicos: No se puede vivir implorando siempre a las autoridades que acudan en socorro de estructuras que se derrumban, pues la hipertrofia burocrática sólo viene a empeorar la situación” (Ravi Batra: La alternativa al Capitalismo y Marxismo; Proutist Universal, Washington D.C., 1967 y reedición actualizada 2013).
        Es por eso que la Democracia Económicadel sistema del Nacionalismo Republicano propende, frente a la centralización del Poder Político, la descentralización del Poder Económico, con la formación de zonas socioeconómicas”, planificación descentralizada sobre una base de consumo y la aplicación del Cooperativismo tan ampliamente como sea posible. Mas sería un error pensar que este sistema se reduce al Cooperativismo generalizado, pues como lo aclara el maestro del ideólogo citado: También el propósito de dirigir todas las industrias técnicas sobre una base cooperativa es irrealista, debido a que una Empresa Cooperativa se construye con una combinada labor e inteligencia de aquel sector del pueblo que tiene una estructura económica común, que vive en demanda de similares necesidades y que tiene un mercado cercano más o menos preparado para los bienes producidos o adquiridos sobre la base cooperativista. Sin la combinación de los elementos arriba mencionados, la organización no puede ser denominada como una organización cooperativa. Entonces, esta debería ser llamada una Organización Comercial dirigida por los potenciales limitados de sus miembros. En ella, la característica principal de una Cooperativa se invalida (P.R. Sarkar: Sociedad Cósmica”; p. 58; Publicaciones Renacimiento Universal”, Sector Georgetown, 1987).  
          A continuación esbozaremos lo más esencial de las reformas postuladas por el Coloradismo, susceptible de dar lugar a un sistema de Libre Empresa que poseería los atributos de la sociedad ideal:
      1.Cuando se establezca el sistema Nacionalista Republicano        deberá haber una vinculación entre el Salario mínimo y el Salario máximo. Concretamente, el Salario Máximo en cualquier Sector Económico Privado y de la Administración Pública no debería exceder de diez veces el Mínimo. (Esto ya existe en Suecia desde muchísimo tiempo; se lo llama “Salarios solidarios”; también en Taiwán).
      2.Las industrias creadoras de productos de primera necesidad y materias primas deberían desconcentrarse para formar unidades más pequeñas y competitivas, de modo que la sociedad no se vea sometida a la extorsión de monopolistas privados en situación de acaparar lo imprescindible.
      3.Una parte de las Acciones de las Grandes Compañías deberían repartirse entre los trabajadores de las mismas, obreros y administrativos, cuyos representantes electos constituirían el consejo de administración. (También ya ocurre en Suecia, Japón y Alemania).
      4.Se fomentará la iniciativa privada y la inversión para la expansión de pequeñas y medianas empresas y propiedades, que en Taiwán han demostrado ser las mayores suministradoras de empleo y vuelven el crecimiento más equitativo. Es la “política de mercado de trabajo activo” sueco.
      5.Una gran carga fiscal a las transmisiones por herencia, atenuarían las disparidades de fortuna por la gran concentración de riqueza ociosa. (Existe en Taiwán y en Suecia).
      6.El Presupuesto Público debería equilibrarse tomando como ejercicio el ciclo económico, es decir, que sería obligatoriamente excedentario en las épocas de alza económica y consentiría déficits durante las recesiones.
      7.El crecimiento monetario sería igual al crecimiento medio de la economía durante el ciclo, es decir, que se aceleraría durante las recesiones y se desaceleraría en épocas de prosperidad.
      8.Exceptuando las Industrias Estratégicas y Monopolios Naturales, la intervención del Estado en la Economía deberá ser mínima y encaminada exclusivamente a mantener, fomentar y defender la competencia entre los agentes económicos y salvaguardar los intereses de los  más  desfavorecidos, corrigiendo las fallas del mercado y supliendo la falta de la iniciativa privada.
      Los rasgos más destacados de este sistema serían las reducidas dimensiones de la Burocracia del Aparato Administrativo y la escasa desigualdad de las fortunas entre diferentes clases sociales. Se tendería a un Capitalismo de Masas, o Democracia Económica en el sentido de que las empresas estarían dirigidas también por los representantes de los obreros y empleados.
       Los beneficios de las Compañías, principal fuente de las desigualdades actuales, serían ampliamente distribuidos, y las disparidades de fortuna, atenuadas por la fiscalidad sobre las herencias, no podrían aumentar. En tiempos de recesión no sería despedido ningún trabajador, ya que las fábricas estarían dirigidas colectivamente por todos ellos; sólo se reducirían las jornadas de manera que todos soportasen por igual el peso de la supuesta contracción de la actividad y por tanto, no sería necesario ningún Seguro de Paro ni la Burocracia consiguiente. En una palabra: las reformas económicas fundamentales no sólo nos permitirían evitar las depresiones catastróficas, sino al contrario, la creación de una economía equitativa. Ésta se caracterizaría, además, por un grado elevado de productividad y desarrollo, ya que los Trabajadores verían en la prosperidad de su Empresa la fuente de su autoestima y el incentivo para trabajar con asiduidad. Como vemos, las reformas propugnadas por el Coloradismo eliminarían la causa de la enfermedad y crearían una sociedad de libre mercado, pero esencialmente nueva, es decir, dotada de otros rasgos naturales y de una relativa estabilidad inherente.
Una Agricultura de Libertad.
       Continuemos dando nuestra vuelta al horizonte: los Agricultores son objeto de la solicitud de los Partidos Políticos en el momento de las elecciones. Mientras tanto, se cierne sobre ellos una cierta indiferencia, tanto por parte del Gobierno, que se contenta con dramatizar cada año la situación, como por parte de la Oposición, que no propone nada nuevo. Pero procuremos no expresarnos en términos demasiado generales: no hay una sola agricultura sino varias. En cada sector de producción, los agricultores se dividen en grupos socio-profesionales bastante diferenciados. Así es como las grandes explotaciones que responden a los criterios de una agricultura industrializada salen muy bien del paso, mientras que la mayoría de las explotaciones familiares ven disminuir sus ingresos de año en año. Es cierto que los agricultores pobres han adquirido tardíamente la conciencia de su solidaridad con los demás trabajadores. Han desconfiado durante mucho tiempo de las ideas llegadas de la ciudad, que ellos asocian mentalmente con la agitación, el disturbio y la inseguridad; muy apegados a la iniciativa individual y muy apegados también a la propiedad de sus bienes, recién en los últimos años han tenido conciencia de la fuerza de la organización. Hoy, a los agricultores les es fácil observar que la Concentración Capitalista se desarrolla en el campo con el mismo rigor que en la industria o en el comercio. Creemos que ahora escucharán más a los auténticos líderes de una renovada Ideología y Teoría Socioeconómica.
      Y al hablar de “una agricultura de libertad” finalmente queremos decir que la agricultura paraguaya, que depende cada vez más de la industria agro-alimentaria, pasará a depender de las sociedades multinacionales si no se le pone remedio. Porque eso es lo que está sucediendo. Y lo que en realidad el anterior Gobierno Liberal quiso era fomentar una agricultura industrializada –aunque no lo dijera explícitamente– que sólo interesa a un 10% de explotaciones de fácil tecnificación. ¡Tanto peor para las demás, condenadas a ir tirando! Ese Gobierno ha favorecido, por consiguiente, la concentración de tierras y de medios mediante la introducción de capitales ajenos a la agricultura. Por añadidura, el Gobierno utilizó los precios agrícolas como un medio de lucha contra la inflación; es más fácil que combatir la especulación y reformar los canales de distribución. La verdad de los precios juega a favor de los aprovisionamientos industriales, no de los productos agrícolas; y el éxodo  rural  ofrece   a   las   industrias   y   comercios agro-alimentarios una mano de obra de menor costo. Esto resume bastante bien la política de los Gobiernos anteriores de la “Transición” así como del “Gobierno de Izquierda” del Luguismo y también lo vimos en el Gobierno Liberal de Franco.
       Ahora bien, ¿cuáles son las proposiciones del Coloradismo?: Para revalorizar y garantizar la renta agrícola, se imponen cuatro medidas básicas: 1) la fijación de los precios garantizados en el marco de una cuantía de explotación; lo que significa que, por debajo de un cierto nivel de producción, unos precios diferenciados y garantizados asegurarán a cada cual una renta mínima decente, quedando sometido el excedente a las reglas del mercado. 2) La organización de los mercados con un servicio para cada producto. 3) La lucha contra la especulación de la tierra y los latifundios improductivos mediante la expropiación de éstos con una profunda Reforma Agraria y la creación de servicios agrarios en unidades maestras que serán administradas por los mismos agricultores. 4) El respeto a un Estatuto Agrario mejorado y la limitación de las acumulaciones con el fin de disminuir los gastos de instalación de las cargas de explotación. A esto, el actual Gobierno de Horacio Cartes debe añadir tres disposiciones complementarias: el desarrollo acelerado de la investigación agronómica y biológica; la producción de consumos intermedios (abonos, proteínas etc.) y la reorganización de los canales de distribución. Son demasiados los ejemplos que cada año nos recuerdan la diferencia de precios que existe entre lo que percibe el productor y lo que paga el consumidor.
      Y es aquí que la imaginativa política agraria inspirada en los principios del Nacionalismo Republicano de “El Estado Servidor del Hombre Libre” y otras obras de ese gran pensador y líder nacional que fue J. Natalicio González, y de Juan León Mallorquín, “padre de la Reforma Agraria”, puede resultar en una auténtica “revolución verde”, que, superando la dicotomía entre lo privado y lo público, pueda “convertir a nuestros campesinos en granjeros”.                               
       El principio de solución del COLORADISMO se basa en modelos para una economía rural primeramente autosuficiente donde “unidades administrativas básicas”, que podrían denominarse “Unidades Maestras”, ensambladas con otras dentro de “zonas socioeconómicas descentralizadas, pudiesen introducir y desarrollar el sistema Cooperativo en la agricultura, dando como resultado que una economía agrícola centralizada, o fragmentada en minifundios, desequilibrada y estancada (con campesinos marginales), se transforme en una agricultura dinámica, planeada y descentralizada, para el pleno desarrollo de las potencialidades locales. Esas Unidades Maestras organizarían el cultivo intensivo, el abastecimiento y regulación del agua, la transformación local de los productos con el fomento de industrias caseras, el trabajo preferentemente para la comunidad local, el desarrollo completo e integral para todos con  educación técnica y humanista, nacionalista y religiosa amplia, no sectaria. En ellas las necesidades mínimas de vida así como el incremento del poder adquisitivo deben estar garantizados a todos sus miembros; el poder de tomar las decisiones económicas debe ser puesto en manos del pueblo de la región y de esa forma los extraños a la comunidad y los “grupos de interés” ajenos a sus objetivos, no podrán interferir en la economía local. Según la teoría “Nacionalista Republicana” la acción del Estado deberá ser mínima, sólo suficiente para garantizar que esas unidades y Regiones de cooperación coordinada no vuelvan a caer en una subordinación de explotados, que el mercadeo se efectúe sin intermediarios y aplicando un impuesto sobre la producción solamente.
        Las ventajas de este sistema son evidentes: cada zona podrá desarrollar las fuentes de energía y utilizar la materia-prima que más se adapten a esa zona sin tener que importarlas de otras zonas, o sea que el desarrollo de zonas económicas autosuficientes propiciará la diversificación de los recursos, colocando menor sobrecarga y por ende dando mayor durabilidad a los recursos no renovables.
        Con una política de incentivación constante al aumento de la productividad, el dinero circulará para bien de todos, y ya no habrá migración de los campesinos al exterior ni a los barrios marginales de la Capital, amén de invasiones a propiedades. El problema de “la Ciudad frente al Campo” habrá terminado.
       Una de las razones por las que es atacada la globalización es porque parece conspirar contra los valores tradicionales. Los conflictos son reales y en cierta medida inevitables. El crecimiento económico –incluyendo el inducido por la globalización– dará como resultado la urbanización, lo que socava las sociedades rurales tradicionales. Por desgracia, hasta el presente los responsables de gestionar la globalización, aunque han alabado esos beneficios positivos, demasiado a menudo han demostrado una insuficiente apreciación de ese lado negativo: la amenaza a la identidad y los valores culturales. Esto es sorprendente, dada la conciencia que sobre tales cuestiones existe en los propios países desarrollados. Europa defiende sus políticas agrícolas no sólo en términos de intereses especiales sino también para preservar las tradiciones rurales. En todas partes la gente de las pequeñas ciudades se queja porque las grandes cadenas nacionales y los centros comerciales han liquidado sus pequeños negocios y comunidades. El ritmo de la integración global es un asunto importante: un proceso más gradual significa que las instituciones y normas tradicionales  no serán arrolladas, y podrán adaptarse y responder a los nuevos desafíos”. (Joseph E. Stiglitz: “El Malestar en la Globalización”; pp. 307-308; Ed. Taurus; España, 2002).-