RECORDANDO A STALINGRADO….
Este 31 de Enero
se cumplen 72 años del fin de la gran batalla de Stalingrado, que terminó con la rendición del Mariscal de Campo Friedrich Von Paulus, Comandante del 6º Ejército
Alemán, el 31 de Enero de 1943. Terminaba así, tras seis meses y medio de duros
combates, la defensa heroica de una Ciudad que, según órdenes de Hitler, debía
ser tomada para el 25 de Agosto/42 por los casi 500.000 soldados que se
lanzaron al asalto. Otros quince Generales germanos se rindieron al mismo
tiempo y a renglón seguido empezó la entrega de los combatientes de la
Wehrmacht en masa. En Noviembre de
1942, 330.000 soldados alemanes habían quedado cercados, pero entre el 23 de
ese mes y el 10 de Enero/43, 140.000 alemanes habían muerto en la lucha o bien
de hambre y enfermedades. Al final de la liquidación total, 24 Generales además
de otros 2.500 oficiales cayeron en poder ruso. El número final de prisioneros
alcanzaba ahora los 91.000, lo que suponía la muerte de 100.000 hombres entre
el 10 de Enero y el 2 de Febrero (en
que se liquidó el último “bolsón”) y
de unos 200.000 desde el comienzo del cerco en Noviembre.
Esto fue el
comienzo del fin de la ofensiva nazi-fascista
contra la Unión Soviética y también de su derrota total. El 6º Ejército Alemán era
la “crema y nata”, la élite de la orgullosa Wehrmacht;
era el que había conquistado Bélgica y los Países Bajos, había derrotado a Francia y entrado victorioso en París, sojuzgado Grecia, Yugoslavia y
los Balcanes, y una buena parte de sus veteranos había combatido en la Guerra
Civil Española.
Por eso, ahora
que la Derecha neo-nazi está recrudeciendo en su accionar en la Unión Europea de
la mano de la ultra Reaccionaria y Derechista Angela Merkel, y del “Socialista”
rabanito (por parecerse al rábano:
rojo por fuera y blanco por dentro) François Hollande, creemos necesaria la evocación de aquella
gesta que simboliza el éxito de la resistencia de los pueblos contra el intento
de dominación por supuestas “élites” superiores racialmente,
económicamente o socialmente. Porque
los revanchistas Alemanes deben recordar cómo les fue cuando “se metieron”
contra Rusia y quiénes fueron los
que entraron victoriosamente en Berlín. Y
lo hacemos publicando fragmentos del inmortal poema de Pablo Neruda, el poeta
más grande de habla castellana de todos los tiempos, “Nuevo Canto de Amor a Stalingrado”:
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua
describí
el luto y su metal morado,
yo escribí sobre
el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia
guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi
corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.
Mi voz
estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros
machacados,
mi voz sonó
como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.
Ahora
americanos combatientes
blancos y
oscuros como los granados,
matan en el
desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingrado
Y los
grandes leones de Inglaterra
volando
sobre el mar huracanado
clavan las
garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Hoy bajo tus montañas de
escarmiento
no sólo
están los tuyos enterrados:
temblando
está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.
Deshechas van las invasoras manos,
triturados
los ojos del soldado,
están llenos
de sangre los zapatos
que
pisaron tu puerta, Stalingrado.
Los
que humillaron la curva del Arco
y las aguas
del Sena han taladrado
con el
consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.
Los
que Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo
enmudecido y traicionado,
pasaron
pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron
de lodo ensangrentado
y esparcieron
el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Los que en la noche blanca de Noruega
con un
aullido de chacal soltado
quemaron
esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.
Los que en la gruta Griega han
escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su
clásico azul enrarecido,
¿ahora dónde están, Stalingrado?
Los
que España quemaron y rompieron
dejando el
corazón encadenado
de esa
madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un
rifle, guárdame un arado,
y que los
pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu Estado,
para que sepan, si
hay alguna duda,
que he muerto
amándote y que me has amado,
y si no he
combatido en tu cintura
dejo en tu
honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.