ANÁLISIS IDEOLÓGICO
Y SOCIOECONÓMICO DE LA VICTORIA
DE TRUMP
Hace varios meses, en nuestro Blog: LA
PÁGINA DE LOS INTELECTUALES, federiconarvaezarza.blogspot.com, así como en
nuestra Columna del Periódico digital EL COLORADO, habíamos llegado a la
conclusión de nuestro Análisis, de que Donald
Trump ganaría las Elecciones Presidenciales de los EE.UU. Ahora veremos qué pasó y porqué lo logró.
Qué representa Donald Trump
El encumbramiento de Donald J. Trump
en el seno del Partido Republicano y
finalmente su nominación para la compulsa Presidencial había causado estupor y
preocupación. Su fuerte retórica, particularmente en relación con la
inmigración, lo ha colocado en un lugar de Líder populista y xenófobo.
Es cierto que no es fácil hallar discursos tan provocativos por parte de un
Candidato a la Presidencia de la única Superpotencia del mundo, pues, mal que
pese a muchos, Estados Unidos
continúa siendo el actor central del orden interestatal. Basta considerar
“fuentes duras” como “fuentes suaves” de su Poder, por ejemplo, gasto militar
(596.000 millones de dólares en 2015, más del 36 por ciento del total global) y
cantidad de solicitudes de patentes por año (160.000 registros en 2014,
más del 48 por ciento del total mundial), para concluir que cualquier
competidor marcha muy por detrás.
En otros términos, Estados Unidos continúa siendo, como la denominó Zbigniew
Brzezinski, la “única Superpotencia global extensa”, esto es, global por su presencia
y capacidad para proyectar Poder, extensa porque cumple un papel Líder en todos
los segmentos de Poder, desde el tecnológico hasta el militar, pasando por el
cultural, el comercial, etc.
Por otra parte, si bien en un grado menor o aminorado, Estados Unidos
continúa reuniendo los cuatro elementos
que simultáneamente desplegó en cuatro ocasiones (en tiempos de Theodore
Roosevelt, durante la Segunda Guerra Mundial, luego con Ronald Reagan y, finalmente,
con George W. Bush) durante los últimos 120 años: Nacionalismo, Militarismo, Globalismo e Ideología.
Este último componente es capital para abordar a Trump y tal vez concluir que su retórica, histrionismo y exceso son
sin duda exagerados, pero responden en buena medida al patrón ideológico,
religioso, geopolítico, protohistórico estadounidense.
Dicho patrón se funda en una profunda convicción que arrancó con los mismos
Padres Fundadores, para quienes el
territorio Estadounidense era el asiento del “Bien”, mientras que en “el resto” del orbe predominaba el “Mal”, entendiendo centralmente por Mal
el fenómeno de la guerra, que por entonces era el lugar común en Europa. Esta
concepción mesiánica explica los ciclos de aislacionismo estadounidense en el
mundo hasta 1941, cuando Estados Unidos fue atacado, entró en la guerra y,
terminada ésta, convertida en Superpotencia nunca más regresó al
ensimismamiento internacional. Pero la idea respondió al mismo patrón: mantenerse lejos del Mal combatiéndolo
(ahora) fuera del territorio Norteamericano; es el “Excepcionalismo” convertido en “faro” de la libertad para la
humanidad.
Después del 11 de Septiembre el Globalismo (junto con los demás
componentes) fue tan total y contundente que el propio sistema internacional
prácticamente se identificó con la defensa y promoción de los intereses
nacionales Norteamericanos. La llegada de Barak
Obama “desactivó” la casi hegemonía Norteamericana, aunque ello no implicó
que Estados Unidos dejara de considerar al mundo como un lugar riesgoso para el
“sagrado” espacio Norteamericano. De hecho, desde los atentados en 2001, por vez
primera en su historia los Estadounidenses desarrollaron y mantienen hasta hoy
una “mentalidad de asedio”.
El mundo puede encontrarse en una etapa de cambio, sin duda, pero esta
concepción de “Excepcionalidad”
habita en las dos Fuerzas Políticas Estadounidenses, aunque “tiende” a ser más
pronunciada entre los Republicanos
(si bien Trump se ha expresado poco
en materia de política externa) y, ni que decir, en el Tea Party.
Hacia dentro, aquella concepción supone la predominancia de la Nación
homogénea, más otros componentes que han sufrido cambios o impactos en las
últimas décadas, por caso, el origen geográfico del Presidente, el “factor
blanco” y “Anglosajón”, etc. Pero el “espacio nacional para los
Estadounidenses” es el dato que debemos considerar en la retórica de Trump, dato que, más allá del
relacionamiento con una concepción de cuño mesiánica, es una “regularidad” en
los países en tiempos de incertidumbre.
Para Trump no existe
incertidumbre: la “amenaza”, es
decir, el extranjero (particularmente próximo) está en Estados Unidos y es
necesario enfrentarlo y “erradicarlo”; así, sin ambages. De no hacerlo, Estados
Unidos podría marchar hacia la “desintegración”. Esta postura pone al
desaparecido Samuel Huntington en el
centro del discurso actual de Donald
Trump y en su notable posicionamiento. Pero no al Huntington del conocido “Choque de Civilizaciones”, sino al pensador posterior que fue
muy bien analizado por Arthur
Schlesinger Jr.: el que no deseaba que Estados Unidos fuera como el
mundo, es decir, multicultural. El Huntington
que criticaba duramente a los “monoculturalistas globales que quieren hacer el
mundo como los Estados Unidos, y a los multiculturalistas caseros que quieren
hacer a Estados Unidos como el mundo”. La política estuvo abierta: Trump
llegó a la Presidencia de Estados
Unidos, sosteniendo una Ideología
Política Nacionalista basada en intereses nacionales, que prendió en el pueblo
norteamericano. En
EE.UU. Trump cometía una metedura de
pata tras otra –según decían sus oponentes– en algunas de
sus declaraciones; sin embargo, muchos
electores (y no solo el activo del Partido
Republicano) oían en su discurso lo que querían oír. El mensaje de Trump sugería una actitud
antiburocrática, contraria a la inmigración, a favor de un camino y de un
futuro económico propios, y el rechazo a que el pueblo sea gobernado desde
el extranjero. No
hay duda que Trump incluirá estas reclamaciones en su Programa de Gobierno pues
son parte central de su discurso; un dato que, una vez
más, corrobora las tesis que sostienen que muchas cosas podrán cambiar en las
relaciones nacionales e internacionales, menos la naturaleza humana. Porque Trump quizá sea “el último
WASP (White, Anglo-Saxon, Protestant=Blanco,
Anglo-Sajón y Protestante)) como los
Peregrinos del “Mayflower”, los “Padres Fundadores” y la Élite que siempre ha dominado en el
pueblo de los EE.UU y sigue siendo
sumamente Conservadora y Tradicionalista.
¿Por qué Hillary Clinton
era tan resistida?
Los comicios Presidenciales llegaron en un momento de hastío por parte de
muchos votantes, que tenían que elegir entre una Candidata del “Establishment Neocon” (Neocon=NeoConserva dor: en los Estados Unidos, equivalente a
lo que nosotros consideramos NeoLiberal)
o un magnate incontrolable. Han pasado, pero estas fueron unas Elecciones absolutamente históricas.
Para empezar, las Estadounidenses han
tenido que esperar la friolera de 227 años para ver a una
mujer abrirse camino como Candidata a la Casa Blanca, y si
encima Hillary Clinton conseguía anotarse la
victoria sería un hito que ponía fin a una tradición de 44 Presidentes Estadounidenses
todos ellos hombres.
Pero si el que se embolsaba el triunfo
era Donald Trump también marcaría un
hito: no es sólo que nunca el timón de Estados Unidos haya estado en manos de un hombre
como él. Y si estas elecciones tienen multitud de elementos para ser
consideradas históricas, ¿por qué despiertan entonces tan poco entusiasmo entre
buena parte de los Estadounidenses?
La avanzada edad de ambos Candidatos
explica en gran medida la poquísima ilusión que tanto Trump como Hillary
despiertan entre los jóvenes, que los ven como carcamales de
otra era muy alejados de sus anhelos e intereses. Pero el que una
mujer pueda por fin ocupar el Cargo más poderoso del mundo tampoco estuvo
generando ni la mitad de la mitad de la emoción de la que en su día suscitó la elección de
Barack Obama como el primer Presidente negro de Estados Unidos.
El hartazgo de los Clinton
Los motivos son varios: por un lado, los
Clinton son una saga, y llevan tanto tiempo en primer plano de la política que han conseguido generar bastante hartazgo. Por
no hablar de que fue en enero de 2007 cuando Hillary confesó por primera vez su
deseo de llegar a la Casa Blanca como Presidenta, y los casi diez años
transcurridos desde entonces han aumentado esa sensación de saturación que
genera. Además, es una mujer que ya ha sido casi de todo: Primera Dama, Senadora, Secretaria de Estado... Todo eso provoca
que sea percibida, y con razón, como la quintaesencia del
“establishment”, como una política de la vieja escuela, la
representante por excelencia de la casta, la encarnación del sistema puro y
duro, alguien que podría dar para un personaje de la serie “House of Cards”
(Castillo de naipes)... Características que por cierto Trump ha sabido aprovechar muy bien para presentarse a sí mismo
como todo lo contrario: un outsider, un forastero de la
política con ademanes de cowboy que llega pegando tiros y dispuesto
a poner patas arriba un sistema caduco.
¿Hillary? La gente no conecta con ella, la verdad. Aunque no guste mucho Trump, pero ella les
parece que representa lo peor de Washington, de una política
totalmente caduca. “Me parece una pena que la primera mujer que llegue a la Casa
Blanca sea precisamente ella”, contaba Lucy Peterson, una estudiante veinteañera
de la Universidad de Columbia. "Soy Demócrata, pero no voy a votar. Los dos Candidatos me parecen un horror",
sentencia, resumiendo en esa frase lapidaria el sentimiento de desilusión que
embargaba a muchos Estadounidenses.
La abierta antipatía que despierta Hillary entre los Estadounidenses viene
de lejos. Ya en 1996 la revista The New Yorker publicaba
un artículo titulado Odiando a Hillary en el que
decía: “Al igual que las carreras de caballos, odiar a Hillary se ha
convertido en una deporte nacional que une a la Élite con el
lumpen”. Es percibida como una
persona profundamente arrogante y, quizás por su carrera como abogada, tiende a
ponerse a la defensiva cuando habla y a ser agresiva. Y, por si fuera poco,
están los numerosos escándalos que han rodeado a la Fundación
Clinton y que han lanzado sobre ella sospechas de corrupción.
Con todo eso, las personas la odian. Sus calificaciones negativas, de hecho, han sido terriblemente altas para alguien tan
cercana a la nominación de su Partido. De hecho, una de las preguntas que con
mayor frecuencia se le ha hecho a la Candidata es una versión de “¿por qué
no les agrada?”.
Por supuesto, los Republicanos
desde hace mucho tiempo sabían que Hillary
Clinton era una Candidata inusualmente fuerte, y esto los aterraba. Por lo
que se han aprovechado algunos temas de debate como Bengasi (un caso en el que
ella tuvo responsabilidad) y el escándalo de su correo electrónico. Según hemos
visto, ni Bengasi ni el problema del correo electrónico podría desalentar a los
votantes Demócratas, quienes consideran eso como temas de debate de los Republicanos.
Misoginia desenfrenada
Quizás es demasiado fácil culpar al sexismo por la maldad que
empaña a la oposición de Clinton. Sin embargo, uno ve que borbotea misoginia en
la sección de comentarios de los artículos en la Web, donde ningún sentimiento –por
muy crudo que sea– tiene límites. Ellos atacan su voz, su peinado,
sus trajes de pantalón, su risa. Y así sucesivamente.
Incluso en la corriente principal, uno escucha comentarios
misóginos, como cuando Tucker
Carlson dijo al
referirse a Clinton en MSNBC: “Cuando
ella aparece en televisión, involuntariamente cruzo mis piernas”, o como cuando Rand Paul dijo: “Me
empieza a preocupar que cuando Hillary Clinton viaje, necesitarán dos
aviones... uno para ella y su séquito, y uno para su equipaje”.
A Clinton la critican por “gritar” y por no sonreír lo suficiente,
aunque estas son críticas que no oímos cuando se refieren a los Candidatos
masculinos. Al parecer, lo que menos les agrada de Hillary Clinton es su
género, y uno solo podía imaginar el tipo de lenguaje que Donald Trump usaría
en las elecciones generales.
También han surgido críticas duras contra Clinton. Algunos creen,
por ejemplo, que ella no dice la verdad. O que está en deuda con Wall Street. O que por su culpa murieron cuatro personas en Bengasi; por presionar al Presidente Obama para que interviniera en Libia; siendo entonces Secretaria
de Estado de EE.UU. Hillary Clinton,
afirmó respecto a Gaddafi en tono de
mofa: “venimos,
vimos y él murió”. Otros insisten en que ella jugó con sus mensajes de
correo electrónico, poniendo en riesgo la seguridad nacional e infringiendo la
Ley.
De hecho, ella oculta la verdad a veces, al igual que todos los
políticos, incluyendo a Sanders. Politifact,
un excelente sitio web, mide la calidad de la verdad de las declaraciones
hechas por todos los que se postulan a la Presidencia de ambos Partidos, y Clinton
no resulta ser la más veraz del grupo,
incluso mucho menos que Bernie Sanders... aunque ambos estuvieron casi empatados, diciendo toda la
verdad o algo muy cercano a la verdad la mitad de las veces.
En cuanto a Wall Street:
la Industria Financiera ha suministrado aproximadamente
mucho de la financiación de Clinton. Ella, por supuesto, ofreció una gran
cantidad de discursos para los grandes Bancos... aunque de ninguna manera gran
parte de sus ingresos como oradora se derivaron de esos discursos. ¿Y qué obtendría
Wall Street por su dinero? Mucho, en caso de que fuera Presidenta. En el
Senado, votó a favor del TARP, el plan de Bush para rescatar a los Bancos. No es perfecta, pero es inteligente y tiene
experiencia
En general, Clinton ha sido bastante solidaria con Wall Street y
está dispuesta a trabajar con el mismo, incluso colaborar con el mismo a veces.
Esto molesta a algunos de la izquierda. Pero, ¿realmente quieren a un Presidente
que odie a Wall Street, que es el
motor de la economía norteamericana?.
¿Qué ofrece Trump?
David Stockman, que fue Director del
Gabinete Presupuestario de Ronald
Reagan, presentó su Libro “Trumpeados: un país al borde de la
ruina… y cómo sacarlo de ella”. Defiende la política de Donald Trump, de pactar con Putin, abandonar las guerras y
dedicarse a producir. Vaya, vaya,
con Stockman, un ultraliberal, pero coherente, eso sí, no como los Anglómanos
que tenemos que soportar en Latinoamérica. Viene muy bien leer esto para darse
cuenta de que el Liberalismo es pura teoría, un puro mito. Todos los Liberales
acomodan la realidad a una plantilla, pero a la hora de la verdad defienden a EEUU, que es Conservador desde sus orígenes. Y lo es porque nunca jamás hubo
semejantes plantillas teóricas que funcionaran, entre otras razones porque de
haberlas aplicado EEUU no sería un Imperio,
que se financia única y exclusivamente gracias a la emisión continua de dinero.
¿De qué otra manera iba a mantener la hegemonía?
El
ciudadano elector Estadounidense no posee una información confiable de lo que
ocurre realmente en este proceso pues, decididamente, los Medios de
Comunicación y Wall Street se han aliado con Clinton para detener a un
Candidato que decía lo que desea ya que no está atado a un sistema donde los
favores se pagan luego de obtener la Presidencia del país. Trump se opone al
“Establisment”. En este sentido, independientemente de la estatura ética,
las posiciones que se enmarquen en el respeto a las soberanías y lo
innecesario de fomentar conflictos bélicos en otros continentes es rechazado
por las Organizaciones para las cuales la guerra es la fuente de su riqueza.
En síntesis, la elección se ha configurado como un problema moral y no esencial
donde parece más peligrosa la sexualidad lasciva por sobre las actividades
criminales de intervención, genocidio y tortura. Es arriesgado, aunque
necesario, proponer una predicción que va más allá de la selección de Trump o Clinton. Así, este período de la Nación Norteamericana parece
proveer las condiciones para una crisis interna que se puede traducir en
secesiones regionales, incremento de la violencia social, aumento de la pobreza
y la indigencia en salud, manejo cuestionado de los Medios de Comunicación,
avance de la crítica política antisistema, fuerte represión y control
gubernamental que, entre otros, pueden crear una situación de “desarmonía social funcional”.
El pronóstico más serio va ligado a que la selección de una Mandataria
como Hillary Clinton podía conducir
a una espiral belicista de incalculables consecuencias, ya iniciado por un “Premio Nobel de la Guerra” como lo ha sido Barack Obama quien, ante su incapacidad para enfrentarse y derrotar
al terrorismo de Daesh y Al Qaeda, opta por la amenaza de la disuasión atómica.
Pese a ello, su terror a Bases Militares alternativas en América Latina provee un grado de disuasión a la confrontación en
mayor escala, aunque siempre existe la posibilidad de una falsa bandera a través de ataques nunca
reconocidos o “por error”.
Finalmente, utilizando la misma técnica empleada en España contra PODEMOS con el tema Venezuela, el hecho que Donald Trump realizace un elogio de Vladimir Putin como Estadista
reconocido mundialmente, se ha manipulado aprovechando toda la propaganda anti
rusa realizada por décadas en el cine, la televisión y la prensa belicista,
apelando al inconsciente colectivo que no comprende que su principal enemigo
es aquel que ha conducido a Estados Unidos a una contradicción interna
muy fuerte y, posiblemente, a su debacle por una guerra nuclear producto de
las ambiciones anti ciudadanas de Wall Street. En las Elecciones Presidenciales
Estadounidenses se jugó en gran parte el destino del planeta, por lo cual la selección
del próximo Mandatario era crucial y su proceso requiere un análisis muy serio.
Como se ha develado, Donald Trump ofrece un proyecto encaminado a desarrollar
a EE.UU. desde su interior,
concentrando los esfuerzos en la creación de empleo, limitación de inmigrantes, desarrollo de la empresa y negocios, evitando los
conflictos militares, pues son un desangre presupuestario. Hillary Clinton ha planteado su compromiso con los sectores más
poderosos del país, junto a los cuales realizará un nuevo despegue económico y
político a través de la inversión y la guerra.
Sin embargo, los programas completos de ambos Candidatos no fueron el eje
central de la campaña, puesto que esta se ha convertido en un “show” mediático
donde se ha apelado a sentimientos y emociones, junto con denuncias, como
fuente.
La exacerbación de cualidades que hizo
toda la gran Prensa del “Establishment” al caracterizarla a Hillary como una persona que conoce la
mecánica de la Casa Blanca pues únicamente ella ha tomado parte en decisiones
geoestratégicas, confirma de modo explícito su compromiso con las guerras de
destrucción en Afganistán, Libia,
Irak, Siria, Yemen, cuando menos. Preocupa la posible obstrucción a la Justicia
ya que se ha obstaculizado al máximo las investigaciones sobre las denuncias a
la aspirante y, en especial, la última sobre fraude debido
a la publicación de unos 20 mil correos por WikiLeaks, que revela cómo el Partido
Demócrata perjudicó al Senador
Sanders para que perdiera las Primarias. Esto es un reflejo de la
naturaleza antidemocrática del sistema electoral de EE.UU.
La denuncia de Clinton sobre los
jóvenes negros como súper depredadores (“Ley
contra el crimen” de Bill Clinton en
1996), la destrucción del
Programa de Bienestar conocido como “Ayuda a Familias con Hijos Dependientes” y
la Ley Efectiva de Pena de Muerte y Antiterrorismo, que limita las
apelaciones de Hábeas Corpus para los prisioneros condenados a muerte,
desmitifica el carácter progresista del Partido
Demócrata: la derogación la Ley Glass-Steagall (promulgada en la Gran Depresión para establecer algunas regulaciones
a Wall Street), clarifica a quien
sirve realmente.
Es imprescindible recordar que pese a los
llamamientos de Hillary Clinton a
fomentar la amistad con Venezuela, Wikileaks
reveló sus esfuerzos como Secretaria de Estado para sabotear a este País entre
2009-2013, ordenando “tirar de las riendas a Chávez”. La financiación otorgada
por esta funcionaria a la BBG,
oficina encargada de supervisar todas las transmisiones de radio y televisión
no militares del Gobierno Federal para luchar contra los supuestos
enemigos de América, específicamente Irán, Venezuela, Rusia y China,
corrobora la desestabilización e injerencia indebida. En este sentido, las
manifestaciones de Barack Obama
acusando a Rusia se conjuga con el apoyo a la ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton, indicando que ésta
seguirá el modelo Neoliberal-Militar impuesto, el cual ha causado la
destrucción de puestos de trabajo en dicha Nación, el empobrecimiento de
millones de personas, la intervención guerrera en diversos continentes, aunado
al sostén dado al terrorismo internacional representado en Daesh-Estado Islámico. Así, el Gobierno estuvo involucrado en
una clara intervención en las elecciones pese a su obligación constitucional de
mantener la neutralidad.
¿Quiénes votaron a Trump?
La clase obrera: Trump enfocó la mayor
parte de su atención en los cuatro Estados del cinturón industrial de los
Grandes Lagos, que votaban predominantemente por el Partido Demócrata: Michigan,
Ohio, Pensilvania y Wisconsin, “El
cinturón de acero”, más comúnmente conocido ahora como el Rust Belt (“cinturón de herrumbre”, a causa
de las fábricas abandonadas por la crisis industrial del sector) es un área en la parte superior del
Medio Oeste y de las regiones del Atlántico Medio centrado alrededor de los
Grandes Lagos de los Estados Unidos de América. La región puede definirse en
términos generales como el principio de la región oeste de la Bosnywash corridor
y en funcionamiento para el este al oeste de Wisconsin. La región se extiende
hacia el sur hasta los comienzos de la minería del carbón de las regiones de
los Apalaches, al norte de los Grandes Lagos, e incluye las fábricas de las
regiones del sur de Ontario en Canadá.
La actividad económica en la fabricación “Belt” forma una parte importante de la industria pesada y la
fabricación de los sectores de la economía americana. La contracción del
empleo manufacturero ha dejado a muchas ciudades de esta región en mal estado,
obligando a la zona -el centro de coordinación en el continente para una
recuperación de la industria del automóvil- a diversificar. Partes del noreste
y del medio oeste de los Estados Unidos que se caracterizan por la disminución
de la industria, las fábricas en envejecimiento, y una disminución de la
población. Las ciudades productoras de acero en Pennsylvania y Ohio
están en su centro.
Según analistas, todo lo que necesitaba Trump para ganar “son estos cuatro Estados. No
necesita Florida. No necesita Colorado o Virginia. Solo Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin”. Y ganó en todos, excepto
Virginia.
Además, Trump atacó a Clinton
tanto por su apoyo al NAFTA (Tratado
de Libre Comercio de América del Norte) que anteriormente ayudó a destruir
a los Estados industriales de la zona norte del Medio Oeste de EE.UU., como por
el apoyo al TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica). Según el Candidato
Republicano, la política de apoyo de los tratados internacionales ya “ha
perjudicado gravemente a los habitantes de estos cuatro Estados”. Además Hillary Clinton ha apoyado la política
Neoliberal de no alzar los impuestos a los ricos y anunció su intención de
cerrar las minas de carbón “por no ser rentables”, como en su momento lo hizo Margaret Thatcher.
El voto de los hombres blancos: Como ya dijimos al
comienzo, Trump también encontró el
apoyo de un numeroso grupo de hombres que ven como una amenaza el creciente Poder
de las mujeres, los gays y los miembros de varios grupos étnicos en la política
y la sociedad estadounidense. Destacados analistas sostienen que
el electorado masculino de raza blanca siente que pierde el
control, que el Poder se les escapa de las manos y que su supremacía está en
peligro. Piensan: “después de 8
años con un Presidente negro diciendo lo que hay que hacer, ¿ahora se
supone que debemos quedarnos sentados y aceptar 8 años de una mujer dando
órdenes? ¡Después serán ocho años de gays
en la Casa Blanca! ¡Luego los transexuales! Para entonces habrá animales
dirigiendo al país. Esto debe parar”.
Las políticas de Hillary Clinton: En este punto, muchos, aunque
les gustaba Hillary, prometieron no votarla después de que esta apoyara la
guerra de Irak. “Su voto a favor
de la guerra en Irak me hizo prometer que nunca votaría por ella. Sé
que nos meterá en algún tipo de acción militar si gana las elecciones. Romperé
mi promesa solo para evitar que un profascista se convierta en nuestro Presidente”, precisó mucha gente. “Nuestro mayor problema no es Trump. Es
Hillary. No es popular, casi un 70% del electorado piensa que no es de fiar y
es deshonesta”, opinó un Analista. Aparte, consideró que Clinton representa
a la vieja guardia de la política estadounidense.
Los simpatizantes de Bernie Sanders no
votaron por Hillary Clinton: Aunque muchos de los seguidores de Sanders
han expresado su apoyo a Clinton, esto no asegura que convencerán a otros
de votar por ella, aseveró, antes de las elecciones, el famoso cineasta
Michael Moore. Están frustrados y rabiosos por la conducta deshonesta del
Comité Nacional Demócrata contra Sanders, según lo reveló WikiLeaks. Los votantes más jóvenes “no van a votar por Trump. Algunos votarán a un tercer Partido
pero muchos se quedarán en casa. Hillary tendrá que hacer algo para darles
un motivo para que la apoyen”, agregó.
Algunos votaron por Trump solo por votar: También, algunos
votantes pudieron dar su voto por Trump como una señal de advertencia para el
deteriorado sistema político en EE.UU. que se niega a cambiar. “Por el
enfado que muchos sienten hacia el sistema político, millones de personas
votaron por Trump. No porque estén
de acuerdo con él, no porque les guste, sino solo porque pueden hacerlo, solo
por enfadar al sistema”, dijo un célebre observador. Asimismo, recordó
un caso de los años ‘90 cuando el Estado de Minnesota eligió a Jesse
Ventura, un profesional de lucha libre, como Gobernador. “Lo hicieron porque podían y no porque
fueran unos tontos… Minnesota es uno de los Estados más inteligentes del país.
También es un Estado con sentido de humor negro… Eso pasó con Trump”, aseguró el mismo.
El voto Latino y de los inmigrantes no ayudó a Clinton: Sucedió lo contrario de
lo que todos creían; Hillary perdió en Florida, Arizona, Texas y Nuevo México.
Resultó que los Cubanos de Florida votaron por Trump en rechazo a la apertura
hacia Cuba de Obama y los inmigrantes latinos ya documentados estaban de
acuerdo en cerrar el paso a los indocumentados que ingresaban clandestinamente
y se ofrecían a trabajar por salarios miserables sacándoles puestos de trabajo.
En fin, el pueblo Norteamericano ha hablado
y la elección está hecha. Veremos si
Donald Trump es otro Ronald Reagan que levante la moral y la
economía de los EE.UU. con una
Ideología y Política Nacionalista-Desarrollista, terminando con las intervenciones
guerreristas en el Exterior y traiga más paz al mundo; y si el “Establishment”
Neocon (NeoLiberal) se aplaca y se muestra menos ofensivo, acorde con las
palabras conciliadoras de Hillary
Clinton en su discurso de aceptación de los resultados que terminó con la
consabida frase: God bless America. El tiempo dirá si es
cierta la percepción de los Estadounidenses que votaron a Trump de que en él hallaron un Líder que tiene las cualidades de fuerza, responsabilidad, firmeza.--
FUENTES: Revista
“Nueva Sociedad”; y además de los
Autores y Periódicos citados, se basa en la opinión del Dr. Alberto Hutschenreuter,
argentino, Doctor en
Relaciones Internacionales (summa cum laude, USAL). Posgrado en Control y
Gestión de Políticas Públicas. Profesor Titular de Geopolítica en la Escuela
Superior de Guerra Aérea; Carlos Santa María, Analista internacional,
Ph.D. en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona (España),
Psicólogo social por la UNAD (Colombia), especialista en estudios Latino
Americanos. Y también se basa en informes de: .. “http://piensachile.com/2016/07/después-la-campana
sanders/”; “http://www..wikileaksnet/news/:Los-correos-filtrados-de-Clinton-20160728-0029.html”; “The Washington
Post”; “The National Interest”; “The Guardian”; WikiLeaks; Politólogo Grigori Lukiánov.-