martes, 19 de mayo de 2015

LAS INTERNAS Y LA GOBERNABILIDAD

LAS INTERNAS COLORADAS                                   Y LA   GOBERNABILIDAD

           Las próximas elecciones internas partidarias, si es que se celebran, cualquiera sea su resultado en las actuales circunstancias de crispación que vivimos, traerá aparejada la división del Partido Colorado y su consecuencia segura: la ingobernabilidad para el Gobierno. Por eso, examinemos sus elementos y peligros.
            Legitimidad y Gobernabilidad: Al conocido aforismo acuñado por Mao Tse Tung (Mao Zedong con la nueva grafía china) “el Poder surge del cañón de un fusil”, habría que añadir que si bien es indudablemente cierto, también lo es en un sentido limitado, porque además existen otras clases y fuentes de Poder tanto o más importantes, y la primera es la autoridad derivada de la legitimidad.
         El reconocimiento de la legitimidad puede basarse en una variedad de situaciones e ideas (como por ej. una ideología revolucionaria, una ortodoxia religiosa, un linaje real, un liderazgo carismático espectacular o el estricto cumplimiento de los cánones de la democracia liberal), pero solo tendrá éxito si se la expresa en términos que la mayoría de la población, la clase dirigente y los factores de presión puedan llegar a aceptar por haber llegado al convencimiento de que lo que ha sucedido está justificado porque es correcto. Y así, en un país como el nuestro, donde emergimos de una sociedad oprimida por décadas y políticamente desmovilizada, donde la mayoría de la gente estaba todavía “fuera de combate”, pudo darse el caso de la toma del poder por una Dirigencia corrupta e inepta apoyada por “grupos de presión”, mediante la neutralización de la mayoría y el “adormecimiento” de una gran parte de la población con el concepto de que mejor era aceptar los hechos consumados para que la “transición democrática” pudiese continuar su curso.
         Pero así como lo expresara uno de los personajes científicos de la celebrada película “Parque Jurásico” que “la vida irrumpe incontenible a través de cualquier barrera o condicionamiento con que se la quiera limitar”, así también la libertad de la democracia se expande y desarrolla aceleradamente a pesar de controles y presiones, y en poco tiempo más el Paraguay post-stronista era ya un Estado políticamente sofisticado donde gran proporción de la población participaba en la vida pública a través de las elecciones, los grupos comunitarios, los Sindicatos, y como miembros de los Partidos Políticos, se volvía cada día más impaciente con la necesidad de reformar el Estado y el desarrollo económico acelerado con equidad, y por tanto también más exigente y crítica respecto a la “legitimidad”. Porque sin legitimidad no hay orden ni gobernabilidad posible.
        El Paraguay, como una de las zonas más atrasadas de la ya atrasada América Latina, se nos presenta saliendo del siglo XX sin haberse liberado de elementos semi-feudales, sin haber pasado por una Reforma ni una  Revolución liberal burguesa, pero, sin embargo, con elementos de una civilización moderna injertados en su existencia arcaica. Obligado, como toda América Latina, a avanzar bajo la superior presión económica y militar occidental, no pudo pasar por todas las fases del ciclo “clásico” del progreso Europeo y Norteamericano, debiendo pasar del extremo del atraso hacia el extremo del progreso como aquellas tribus que pasan bruscamente de la flecha al fusil, sin recorrer el espacio de tiempo que separa en el pasado a esas dos armas. Y entonces, su mismo atraso le obliga a avanzar políticamente, sin tregua, hasta el punto que marca el “nuevo orden internacional”, esa globalidad que se impone “urbi et orbe” y en la cual estamos envueltos. Pero como nuestra clase media burguesa es demasiado débil, es incapaz de sacudirse la carga de los elementos semifeudales (terratenientes, militares privilegiados, agroexportadores, contrabandistas y “ejecutivos de frontera” muy ricos, importadores suntuarios etc.), lo cual hace que, en el otro extremo, una pequeña pero compacta clase obrera que va “in crescendo”, apoyada por un campesinado cada vez más rebelde y una población marginal creciente, pueda generar tensiones que conduzcan a una explosión de ingobernabilidad.
         León Trotsky, por medio de la “Ley del desarrollo combinado” explicó la fuerza de las tensiones dentro de la estructura social. Sin embargo, trata la estructura social como un elemento “relativamente constante” de la situación de una sociedad que no explica por sí mismo los acontecimientos ingobernables de una revolución. Entonces, si la economía nacional y las relaciones básicas de las clases sociales pueden ser las mismas, por ej., de los últimos 20 años, ¿qué explica directamente las erupciones de ingobernabilidad con desprecio de la Ley y el Orden que estamos observando en el Paraguay? ¿Puede ser simplemente efecto de la Democracia? “No” –nos contesta Trotsky– “con democracia formal o sin ella, la explicación está en los cambios en la psicología de las masas”: si la estructura de la sociedad es el factor constante, la actitud y los estados de ánimo de las masas son el elemento variable que determina el flujo y reflujo de los acontecimientos, su ritmo y su dirección. El rasgo más indudable de una revolución o una ingobernabilidad generalizada es la intervención directa de las masas en los acontecimientos. “La rebeldía está presente en los nervios de aquellas aún antes de que aparezca en las calles”. Así, paradójicamente, la causa más profunda de una ingobernabilidad generalizada que lleva a una explosión social revolucionaria o a un cambio de las élites gobernantes, no se deriva automáticamente de la decadencia de un viejo orden, sino cuando bajo el impacto de alguna catástrofe como el colapso económico y el vacío de Poder, los hombres comprenden súbitamente su retraso mental respecto de los tiempos y se disponen a superarlo de inmediato; entonces se produce la gigantesca erupción de desesperación, esperanza y actividad. Como lo dijo acertadamente Alexis de Tocqueville (La Democracia en América”): “soportado con resignación, mientras parece inevitable, una vez que ha pasado por la mente de los hombres la posibilidad de superarlo, el sufrimiento se vuelve intolerable”.
        Quienquiera observe las continuas manifestaciones de campesinos desposeídos de tierra y las ocupaciones de propiedades por gente cada vez más levantisca, organizada, informada, y también armada, con una conciencia de clase día a día más acentuada, los golpes guerrilleros del EPP, o la agresividad de los Sindicatos de Trabajadores; quienquiera analizase la incidencia de ese alto porcentaje de desocupación      –confesado por el mismo Gobierno– en la pobre educación , mala salud, baja productividad y auge de la delincuencia, más el continuo incremento de la deforestación y el narcotráfico, y comprobase la intocabilidad de los privilegios como las de la oligarquía agraria latifundista, la “patria financiera” que casi no paga impuestos, la permanencia tranquila de ex-Gobernantes y políticos corruptos, amén de la influencia social y política de “cuasi-delincuentes” de frontera, puede darse cuenta que los elementos de una situación de ingobernabilidad generalizada están presentes y aumentando.
           La importancia del Partido Político en la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la Gobernabilidad: Condición indispensable en la edificación del Poder del Gobierno es la presencia y  actividad del Partido Político que lo sustenta; porque sin el apoyo masivo de un Partido, probado y templado en los combates y con una larga tradición detrás de sí, el Gobierno no podrá librarse del yugo de los intereses creados y establecer su propio poder político; y la importancia del Partido Político se eleva aún más después de conquistado el Poder Estatal.
         La historia enseña de muchos casos en que las fuerzas políticas después de conquistar el Poder, no sabían qué hacer con él, concluyendo de este modo a labrar su propia derrota. Entonces, el Partido que las apoya es el encargado de pertrecharle con este conocimiento. Después de la victoria, al Gobierno triunfante se le plantea la tarea de consolidar el Poder conquistado, y –en nuestro caso paraguayo actual– desplegar una labor encaminada a la transformación del régimen económico de la sociedad y, por último, organizar la creación de una nueva economía y de una nueva cultura. Y sin un Partido férreamente organizado y templado en la lucha, sin un Partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado en la ciudadanía, sin un Partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e influir sobre él, es imposible llevar a cabo esta tarea. Esto significa que también nuestro Partido Colorado debe ser transformado, modernizado, remozado y cultivado con nuevas costumbres que lo hagan distinto a lo que antes era y lo llevaron a la llanura. Y esto debe ser fruto de un amplio debate sobre el tipo de Partido y de sociedad que queremos y el quehacer del Partido en esta etapa crítica de la vida nacional, con la elaboración de un PROYECTO IDEOLÓGICO, un PROGRAMA POLÍTICO para corto, mediano y largo plazo, y una PROPUESTA DE REORGANIZACIÓN de la estructura partidaria.
         Debemos comprender que ESTÁ CONCLUYENDO UN TIEMPO y CERRÁNDOSE UN CICLO en la historia de nuestro país y de nuestro Partido, por el AGOTAMIENTO DE UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA. Tiempo, ciclo y modelo que, en el ocaso de sus trayectorias, convocan hoy, por ley ineluctable de la historia, a una renovación profunda y radical, que permita instaurar UN TIEMPO NUEVO, UN MODERNO CICLO HISTÓRICO, y UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA ORIGINAL. Esto es fundamental porque el Partido es el que debe infundir en las masas el espíritu de disciplina y de organización para cumplir con las directrices del Gobierno y servir de “correa de transmisión” para el mantenimiento de la Gobernabilidad, la Ley y el Orden, aglutinando a los diferentes estratos del pueblo en torno a un objetivo común y cumpliendo la función de fuerza dirigente y orientadora del mismo. El Partido Político cumple esta función en el sistema por medio de todo un conjunto de organizaciones estatales y sociales que lo enlazan con las más extensas masas populares como las Seccionales, Sindicatos, las Cooperativas, la Juventud, las Mujeres, Profesionales, Campesinos, y otras organizaciones sociales. Por medio de estas organizaciones las capas populares más diversas expresan sus aspiraciones y su voluntad y el Partido debe apoyarse en ellas para llevar a cabo sus tareas evitando los brotes de rebeldía y manteniendo la paz y la seguridad. Porque la Dirección de un Partido sano, consciente de su destino histórico, garantiza la solución de todos los problemas nacionales en interés de todo el pueblo y no sirviendo los intereses particulares o de grupo. De ahí que todos los intentos de separar la actividad de tales o cuales órganos del Gobierno o Entes Administrativos Estatales y Paraestatales de la presencia del Partido, de sustraerlos al control del mismo, son profundamente nocivos y se oponen a los intereses del pueblo. El zafarse del Partido conduce a fracasos en el trabajo y al divorcio respecto de las masas.
         Por todo lo apuntado no es raro que el Neoliberalismo reaccionario antinacionalista descargue sus golpes principales sobre nuestro Partido Nacional Republicano. Simultáneamente, a fin de minar al Partido por dentro y desprestigiarlo por fuera, la propaganda Neoliberal se esfuerza por hacer creer a la opinión pública que se puede prescindir perfectamente de él. Porque el Neoliberalismo proclama que lo económico es más importante que lo político: niega en absoluto la necesidad de toda organización política; afirma que las clases populares no han de preocuparse de la política y que les basta con un Gobierno de “Tecnócratas”. Con su negación de la política, el Neoliberalismo subordina de hecho a la clase trabajadora a la influencia de la clase dominante.
          El papel del Dirigente político en la historia: La activa participación de los afiliados del Partido en las labores del mismo no reduce sin embargo el significado de la Dirección, el papel de los Dirigentes capaces y en posesión de los necesarios conocimientos y experiencia. La historia de los Partidos Políticos de los distintos países demuestra que ellos pueden actuar con éxito cuando cuentan con grupos estables de Dirigentes expertos, prestigiosos e influyentes. Estos hombres y mujeres constituyen el núcleo Dirigente del Partido, nombrado por elección, que organiza prácticamente el cumplimiento de las resoluciones adoptadas y asegura el mantenimiento y transmisión de la experiencia y las tradiciones. La unidad de acción de los Dirigentes no significa en absoluto que no pueda existir diversidad de opiniones, discrepancias en cuestiones concretas (como ahora sobre los nombramientos en el Gabinete Ministerial y la Dirección de los Entes Administrativos) porque en caso contrario el Partido dejaría de ser algo vivo y se convertiría en un organismo muerto.
          El Príncipe Bismarck, el “Canciller de Hierro” que unió a los diferentes Principados y Estados alemanes bajo la hegemonía de Prusia para dar nacimiento al “Segundo Reich Alemán” decía que la política “es el arte de lo posible y la ciencia de lo provisorio”. Esto significa que la Dirección Política exige una gran capacidad y verdadero arte en la aplicación de la línea; caso contrario, la mejor línea política no servirá de nada. Por lo tanto, para la Dirección Política no es sólo saber sino ser capaz de hacer. ¿Cómo se adquiere esa capacidad, ese arte?: El mero estudio teórico, se comprende, no basta. Cada Dirigente únicamente puede dominar el arte de la dirección política sobre la base de una gran experiencia propia; no hay escuela capaz de cumplir las veces de la escuela que es la lucha práctica con todas sus vicisitudes y pruebas, con sus victorias y sus derrotas. ¿Y qué grandes esferas abarca el arte de la dirección política?: Lo primero de todo, la capacidad de trabajar entre las masas, porque los afiliados no escucharán jamás los consejos de los Dirigentes si no coinciden con lo que la experiencia de la propia vida les enseña. Otra parte importante de la dirección política es la capacidad para unir los esfuerzos propios a los esfuerzos de todos con quienes es posible llegar a la unidad de acción, sin excluir a los que mantienen discrepancias en cuestiones de fondo”. El arte de la Dirección Política comprende también la capacidad para elegir formas de lucha que correspondan a la situación, y de estar dispuestos a los cambios más rápidos e inesperados de estas formas. En fin, la ciencia y el arte de la Dirección Política se manifiestan asimismo en la capacidad para destacar las tareas principales en el cumplimiento de las cuales han de centrarse los esfuerzos.
          El Dirigente Político debe también tener una fuerte personalidad, no timorata, que le permita no dudar en defender los intereses de su Partido y su pueblo aunque fuere en la situación más difícil, arriesgando su posición y persona inclusive, y estar dotado de un buen nivel intelectual y cultura suficiente como lo demuestran los grandes políticos que registra la historia, por ejemplo: Winston Churchill, ganador del premio Pulitzer y el premio Nobel de Literatura; Charles De Gaulle, autor de varios libros entre los que destaca “Le Fil de la Epéeun formidable tratado de la historia militar de Francia desde la batalla de Azincourt en la Edad Media; Konrad Adenauer, Willy Brandt, Lenin, Stalin, Trotsky, Juan D. Perón y muchos más.
          Además de un superior razonamiento lógico y capacidad de análisis, tiene que ser muy intuitivo, dotado de una gran presciencia (esa intuición rayana en la adivinación) y lo que los alemanes llaman fingerspitzgefühl (“sensibilidad en la punta de los dedos”) que describe perfectamente el sentido de la oportunidad y de la cronometración de los acontecimientos. Por último, ser un gran psicólogo de masas que le permita conocer a la gente y verla como realmente es y no como él quisiera que fuese. Y, por supuesto con un gran idealismo y total devoción por su causa  con total convencimiento ideológico. Pues el gran Dirigente no lleva tras de sí a las masas caprichosamente sino que intuye hacia dónde se dirigen y se les pone delante. NO, NO SE PUEDE PRESCINDIR DEL POLÍTICO DE EXPERIENCIA Y CAPACIDAD que no son los atributos principales de los actuales contendientes.--


     

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