LAS ELECCIONES SE GANAN CON LOS POLÍTICOS, NO CON LOS TÉCNICOS
Esta es una lección que esperamos
aprenda el Presidente Horacio Cartes de
una vez por todas. La dura derrota en las elecciones Municipales hace temblar
todo el armazón del Oficialismo y pone en peligro las posibilidades de triunfo
del Partido Colorado en el 2018 además de poder darse el comienzo de la
demolición del Aparato Partidario que costó edificar durante más de un siglo de
vivencia y sacrificio constantes. Analicemos otras lecciones derivadas de ello
y las causas del descalabro sufrido.
La importancia del Partido Político en
la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la Gobernabilidad : Condición indispensable en la
edificación del Poder del Gobierno es la presencia y actividad del Partido Político que lo
sustenta; porque sin el apoyo masivo de un Partido, probado y templado en los
combates y con una larga tradición detrás de sí, el Gobierno no podrá librarse
del yugo de los intereses creados y establecer su propio poder político; y la
importancia del Partido Político se eleva aún más después de conquistado el
Poder Estatal.
La historia enseña de muchos casos en
que las Fuerzas Políticas después de conquistar el Poder, no sabían qué hacer
con él, concluyendo de este modo a labrar su propia derrota. Entonces, el
Partido que las apoya es el encargado de pertrecharle con este conocimiento.
Después de la victoria, al Gobierno triunfante se le plantea la tarea de
consolidar el Poder conquistado, y –en nuestro caso paraguayo actual– desplegar
una labor encaminada a la transformación del régimen económico de la sociedad
y, por último, organizar la creación de una nueva política y de una nueva
cultura. Y sin un Partido férreamente organizado y templado en la lucha, sin un
Partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado en la
ciudadanía, sin un Partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e
influir sobre él, es imposible llevar a cabo esta tarea. Esto significa que
también nuestro Partido Colorado
debe ser transformado, modernizado, remozado y cultivado con nuevas costumbres
que lo hagan distinto a lo que antes era y lo llevaron y pueden volver a
llevarlo a la llanura. Y esto debe ser fruto de un amplio debate sobre el tipo
de Partido y de sociedad que queremos y el quehacer del Partido en esta etapa
crítica de la vida nacional, con la elaboración de un proyecto ideológico, un programa
político para corto, mediano y largo plazo, y una propuesta de reorganización de la estructura partidaria.
Debemos comprender que está concluyendo un tiempo y
cerrándose un ciclo en la historia de nuestro país y de nuestro Partido,
por el agotamiento de un modelo de
gestión política. Tiempo, ciclo y modelo que, en el ocaso de sus
trayectorias, convocan hoy, por ley ineluctable de la historia, a una
renovación profunda y radical, que permita instaurar un tiempo nuevo, un moderno
ciclo histórico, y un modelo de
gestión política original. Esto es fundamental porque el Partido es el que
debe infundir en las masas el espíritu de disciplina y de organización para
cumplir con las directrices del Gobierno y servir de “correa de transmisión”
para el mantenimiento de la
Gobernabilidad , la
Ley y el Orden, aglutinando a los diferentes estratos del
pueblo en torno a un objetivo común y cumpliendo la función de fuerza
dirigente y orientadora del mismo. El Partido Político cumple esta función en
el sistema por medio de todo un conjunto de Organizaciones Estatales y Sociales
que lo enlazan con las más extensas masas populares como las Seccionales,
Sindicatos, las Cooperativas, la
Juventud , las Mujeres, Profesionales, Campesinos, y otras
organizaciones sociales. Por medio de estas organizaciones las capas populares
más diversas expresan sus aspiraciones y su voluntad y el Partido debe apoyarse
en ellas para llevar a cabo sus tareas evitando los brotes de rebeldía y
manteniendo la paz y la seguridad. Porque la Dirección de un Partido
sano, consciente de su destino histórico, garantiza la solución de todos los
problemas nacionales en interés de todo el pueblo y no sirviendo los intereses
particulares o de grupo. De ahí que todos
los intentos de separar la actividad de tales o cuales órganos del Gobierno o
Entes Administrativos Estatales y Paraestatales de la presencia del Partido, de
sustraerlos a la influencia del mismo, son profundamente nocivos y se oponen a
los intereses del pueblo. El zafarse del Partido conduce a fracasos en el
trabajo y al divorcio respecto de las masas.
Por todo lo apuntado no es raro que
el Neoliberalismo reaccionario antinacionalista descargue sus golpes
principales sobre nuestro Partido Nacional Republicano. Simultáneamente, a fin
de minar al Partido por dentro y desprestigiarlo por fuera, la propaganda
Neoliberal se esfuerza por hacer creer a la opinión pública que se puede
prescindir perfectamente de él. Porque el
Neoliberalismo proclama que lo económico es más importante que lo político: niega
en absoluto la necesidad de toda organización política; afirma que las clases
populares no han de preocuparse de la política y que les basta con un Gobierno
de “Tecnócratas”. Con su negación de la política, el Neoliberalismo subordina
de hecho a la clase trabajadora a la influencia de la clase dominante.
El
papel del Dirigente político en la historia: La activa participación de los
afiliados del Partido en las labores del mismo no reduce sin embargo el significado
de la Dirección ,
el papel de los Dirigentes capaces y en posesión de los necesarios
conocimientos y experiencia. La historia de los Partidos Políticos de los
distintos países demuestra que ellos pueden actuar con éxito cuando cuentan con
grupos estables de Dirigentes expertos, prestigiosos e influyentes.
Estos hombres y mujeres constituyen el núcleo Dirigente del Partido, nombrado
por elección, que organiza prácticamente el cumplimiento de las resoluciones
adoptadas y asegura el mantenimiento y transmisión de la experiencia y las
tradiciones. La unidad de acción de los Dirigentes no significa en absoluto que
no pueda existir diversidad de opiniones, discrepancias en cuestiones concretas
(como ahora sobre los nombramientos en el Gabinete Ministerial y la Dirección de los Entes
Administrativos) porque en caso contrario el Partido dejaría de ser algo vivo y
se convertiría en un organismo muerto.
El Príncipe Bismarck, el “Canciller de Hierro” que unió a los diferentes
Principados y Estados alemanes bajo la hegemonía de Prusia para dar nacimiento
al “Segundo Reich Alemán” decía que la política “es el arte de lo posible y la ciencia de lo provisorio”. Esto
significa que la Dirección Política
exige una gran capacidad y verdadero arte en la aplicación de la línea; caso
contrario, la mejor línea política no servirá de nada. Por lo tanto, para la Dirección Política
no
es sólo saber sino ser capaz de hacer. ¿Cómo se adquiere esa capacidad,
ese arte?: El mero estudio teórico, se comprende, no basta. Cada Dirigente
únicamente puede dominar el arte de la dirección política sobre la base de una
gran experiencia propia; no hay escuela capaz de cumplir las veces de la
escuela que es la lucha práctica con todas sus vicisitudes y pruebas, con sus
victorias y sus derrotas. ¿Y qué grandes esferas abarca el arte de la dirección
política?: Lo primero de todo, la capacidad de trabajar entre las masas,
porque los afiliados no escucharán jamás los consejos de los Dirigentes si no
coinciden con lo que la experiencia de la propia vida les enseña. Otra parte
importante de la dirección política es la capacidad para “unir los esfuerzos propios a los esfuerzos de todos con quienes es
posible llegar a la unidad de acción, sin
excluir a los que mantienen discrepancias en cuestiones de fondo”. El arte
de la Dirección Política
comprende también la capacidad para elegir
formas de lucha que correspondan a la situación, y de estar dispuestos a los
cambios más rápidos e inesperados de estas formas. En fin, la ciencia y el
arte de la Dirección Política
se manifiestan asimismo en la capacidad para destacar las tareas
principales en el cumplimiento de las cuales han de centrarse los
esfuerzos.
El Dirigente Político debe también
tener una fuerte personalidad, no timorata, que le permita no dudar en
defender los intereses de su Partido y su pueblo aunque fuere en la situación
más difícil, arriesgando su posición y persona inclusive, y estar dotado de
un buen nivel intelectual y cultura suficiente como lo demuestran los grandes
políticos que registra la historia, por ejemplo: Winston Churchill, ganador del premio Pulitzer y el premio Nobel de
Literatura; Charles De Gaulle, autor
de varios libros entre los que destaca “Le
Fil de la Epée ” un
formidable tratado de la historia militar de Francia desde la batalla de
Azincourt en la Edad Media ;
Konrad Adenauer, Willy Brandt, Lenin,
Stalin, Trotsky, Juan D. Perón y muchos más.
Además de un superior razonamiento
lógico y capacidad de análisis, tiene que ser muy intuitivo, dotado de una gran presciencia
(esa intuición rayana en la adivinación) y lo que los alemanes llaman fingerspitzgefühl (“sensibilidad en la
punta de los dedos”) que describe perfectamente el sentido de la oportunidad y
de la cronometración de los acontecimientos. Por último, ser un gran psicólogo
de masas que le permita conocer a la
gente y verla como realmente es y no
como él quisiera que fuese. Y, por supuesto con un gran idealismo y total
devoción por su causa con total
convencimiento ideológico. Pues el gran Dirigente no lleva tras de sí a las
masas caprichosamente sino que intuye hacia dónde se dirigen y se les pone
delante. NO, NO SE PUEDE PRESCINDIR DEL POLÍTICO.
Como en el Partido existe un gran descontento
–a raíz de los nombramientos en Cargos Ministeriales y Dirección de Entes
Públicos– sobre si es mejor gobernar con “Técnicos” antes que con
“Políticos”, es interesante recordar lo
que expresaba, ya en 1689 –después
de consumada la Revolución Inglesa
de 1688-89 llamada “La Gloriosa ”– George Savile, Marqués de Halifax,
“Lord del Sello Privado” del Gobierno del nuevo Rey Guillermo III y el más
notable e influyente de ese Gobierno, respecto a la diferencia entre un “político culto” y un “técnico”: que la diferencia entre ambos es que el Político tiene “la capacidad de ver el momento y la parte, a la luz de lo perdurable y
el todo” “con la amplitud y la precisión de un filósofo político y el
rigor incisivo de un Estadista práctico”. Es decir, que el Político (si está intelectualmente bien dotado)
puede “volar más alto que un Técnico pedestremente apegado sólo a las querellas
cotidianas que su estrecha y limitada función le presenta”; porque el “Técnico”
no tiene la “muñeca política” que le permita comprender y “manejar” a la gente. Y Halifax nunca se contentó con ser enteramente
un “hombre de Gobierno”: “El Gobierno del mundo –escribió, en el sentido de
gobierno de las naciones– es una gran cosa; pero es también algo muy tosco
comparado con el conocimiento especulativo”. Comprendió perfectamente que la
política tenía que manejar multitudes, lo que le alarmaba, diciendo: “Hay una
crueldad acumulativa en un número de hombres, aunque ninguno de ellos sea
naturalmente malo… El zumbido iracundo de una multitud es uno de los ruidos más
sanguinarios del mundo” (“El Carácter de un Conservador de Ajuste”; Londres, 1689).
Este Gobierno mantuvo la frialdad con el
Partido Colorado cuyas bases, aunque no se manifestasen públicamente, mascullaban
su descontento en voz baja y dieron ahora la espalda al Poder como pasó con Duarte
Frutos en el 2008. El Gobierno debe aprender la lección y tiene que apoyarse
más en el Partido que es el que mantiene la gobernabilidad y sirve de
“correa de transmisión” con el pueblo. Eso será más eficiente y eficaz para
levantar la imagen del Gobierno y ganar elecciones antes que consejos de
“expertos” sin apego a la realidad nacional y partidaria.
Es de capital importancia el
Partido Político en la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la
Gobernabilidad. Condición indispensable en la edificación del Poder del
Gobierno es la presencia y actividad del
Partido Político que lo sustenta; y la importancia del Partido Político
se eleva aún más después de conquistado el Poder Estatal.
La pobreza de nuestra actividad política
se debe en gran parte a la ausencia del debate ideológico del cual saldrán las
consignas que darán la “idea-fuerza” que genere el entusiasmo y apoyo del
pueblo. A pesar de que nuestro Estatuto
Partidario de 1992, en su Art. 74,
obliga a la convocación de un CONGRESO DOCTRINARIO IDEOLÓGICO “cada diez años,
o antes si la Junta de Gobierno lo estimase oportuno”(sic) esto ni siquiera se
ha intentado hacerlo; la Junta de Gobierno del Partido Colorado no presta
atención alguna a la difusión de la ideología del “Nacionalismo
Republicano” de “El Estado Servidor del Hombre Libre” que profesa el
Coloradismo y lo coloca en la “3a. vía”, opuesta tanto a la ideología Liberal
“Mercadocéntrica” con un Estado meramente subsidiario, “mirón”; como a la
ideología Socialista Izquierdista “Estadocéntrica” con el Estado omnívoro,
“atrapatodo”, autoritario. El Coloradismo preconiza el “Estado Regulador”,
director, que interviene para suplir las fallas y deficiencias del mercado y
armoniza los intereses políticos con los económicos y que ha dado grandes
resultados para mejorar el nivel de vida del pueblo; como ocurre en Suecia,
Taiwán, Corea, Japón y lo fue en la Francia de Charles de Gaulle.
La polémica con el Presidente
Cartes: Los
nombramientos para cubrir las Carteras Ministeriales y la Dirección de los Entes
Administrativos hechos por el Poder Ejecutivo, han desatado una grande y aguda
controversia en el Partido Colorado y en la opinión pública en general. Algunos
más recalcitrantes piensan que el Presidente de la República se ha
embarcado en un Gobierno apoyado fundamentalmente en “Técnicos” –que precisamente por no ser “Políticos” y no
tener la visión de futuro ni interés electoral ni “clientela” que satisfacer
como éstos, no pueden ofrecerle resistencia alguna– extraordinariamente obedientes
a los dictados de aquél. Recordamos lo que Shakespeare
hacía decir a Julio César en su obra
homónima: “Yo prefiero a mi alrededor hombres gordos de cara lustrosa y que
ronquen por la noche antes que a esos individuos magros, ojerosos, que pasan
las noches en vela, activan mucho entre la gente y piensan demasiado: éstos son peligrosos e incómodos, los
otros no causan problemas”.
Otros
más cautos creen todavía, sin embargo, que a consecuencia de esta derrota el
Ejecutivo rectificará rumbos y no dejará de apoyarse en la Organización
Partidaria porque su titular comprenderá perfectamente, tras
este duro traspié, el peligro de quedar aislado de su base popular, “navegando”
en las turbulentas aguas del “cambio”, que requiere el momento actual, recostado
solamente en “Técnicos” obsecuentes (que aunque estén afiliados al Partido no
han hecho nunca militancia política y no tienen experiencia de cómo llegar a la
gente) y un Empresariado que exige una política de rápidos resultados para sus
intereses.
Así pues, nosotros pensamos
que un Gobierno que quiera ser eficiente
y eficaz, debe tener como Ministros y
Directores de Entes Públicos a Políticos intelectualmente
capaces para comprender “el momento y la parte, a la luz de lo perdurable y
el todo” y con gran sentido de organización para rodearse de excelentes
Técnicos, como sucede en los Estados Europeos y en los EE.UU. Y esperemos
que el Presidente Cartes más temprano que tarde así lo haga pues es lo bastante
inteligente como para persistir en un grave error.
En su intento por construir
su propio esquema de Poder el Ejecutivo abrió demasiados frentes de conflicto,
tanto dentro como fuera del Partido; pero no se preocupó en generar apoyos: aliados
firmes y permanentes que le ayudasen a gobernar. Siempre consideró que ese tipo
de alianzas terminarían atando a toda la Administración. En la visión Empresarial
de los colaboradores del Jefe de Estado “se está haciendo una administración
impecable y quienes critican son solo adversarios que buscan obstaculizar al
Gobierno”. No se cansan de repetir los buenos números de la macroeconomía;
pero no ven el creciente malhumor social en que se desenvuelven. No
comprenden que los buenos números no necesariamente están llegando a la gente y
que en determinadas coyunturas no alcanzarán para amparar lo que podría ser una
buena gestión. Esa concepción de la gestión de Gobierno no alcanza a entender
que los acuerdos empresariales son
insuficientes si no se logra consolidar paralelamente acuerdos políticos
que permitan el desarrollo de los planes.
Lo
último y más importante: Un Estadista conservador
del Poder debe ser un realista supremo y hacer ver a sus oponentes como perturbadores
“visionarios”.
Cosa que no se nota en el Gobierno actual, donde –como decía el Gnóstico Basilides– “el problema reside en que no se
percibe que hay un problema”, y solo
existe una conspiración de mediocridades unidas por el temor a toda acción
decisiva contra todo lo que les produce ese temor… pues la esencia de la
mediocridad se encuentra en que prefiere la ventaja tangible a la ganancia
intangible de posición. Se debe tener en cuenta que un Líder,
Movimiento, Partido o Gobierno que se convierta en foco de irritación
permanente no puede durar (tenemos el ejemplo de Lugo y de Cubas-Oviedo).
Recién a último momento, aunque sin tener conciencia de lo que se venía,
el Presidente de la República comenzó a recurrir a los Caudillos, pero era
tarde ya, porque el esquema estratégico y táctico falló, ya que en él no
figuraron desde el principio los “Políticos de raza y experiencia”, la élite
que domina la estructura partidaria generación tras generación y da continuidad
a la historia de la sucesión del Poder. Así es como aparece patente la
incapacidad de liderazgo de la Presidenta de la Junta de Gobierno, ésta sí
política experimentada, parte de la élite partidaria, que no supo cumplir la
misión de vincular a las bases, caudillos colorados, burócratas seccionaleros,
élites parlamentarias, poderes fácticos y actores sociales, con el Despacho Presidencial
que era el escenario donde, en definitiva, cobraban realidad las fórmulas
“Partido de Gobierno” y “Gobierno Nacional”. Y ante este fracaso del esquema de
Poder diseñado supuestamente para asegurar la continuidad del Poder del Partido
Colorado en el Gobierno de la República hasta después del 2018, la ausencia de verdaderos Liderazgos
Políticos que acompañasen el proyecto parece tener visos insolubles y
fatalistas de tragedia griega… A no ser que aparezca en el escenario un
evento o personalidad relevante que cambie todo el panorama y dé motivos para
un nuevo y elevado esquema de Liderazgo Político y diseñe nuevos modos de
acción para la “dinámica e masas”.
Hace más de un año que estamos
advirtiendo sobre la nulidad de los “Asesores Presidenciales” y esta vez
volvieron a equivocarse al aconsejarle al Presidente salir a la palestra como
un operador político más, convirtiendo estas elecciones en un plebiscito sobre su
Gobierno, y hacerle pronunciar discursos agresivos, insultantes, cuando que la
gente está cansada de ello y prefiere que se les dé esperanzas de solución a
sus problemas y la posibilidad de una vida mejor. Mientras Cartes se pasó agrediendo, Mario Ferreiro se pasó prometiendo…
y esto resultó. Además, en un momento que arrecian las protestas y denuncias
contra la corrupción, el Presidente
Cartes se exhibió, en vísperas de los comicios, ante los medios de
comunicación, con el señalado por la Opinión Pública como el Paradigma de la
Corrupción: Víctor Bogado. Son detalles que la gente no perdona.
Los grandes perdedores de estas
Elecciones Municipales son Horacio
Cartes y Fernando Lugo, cada
cual con su discurso extremista. El pueblo siempre es más conservador y
centrista: los extremos dan miedo. Y
la Centro-Izquierda moderada encabezada
por Ferreiro demostró su atractivo
en la Capital y Candidaturas afines triunfaron en los bastiones más
emblemáticos de la República. Es de tener en cuenta esta fuerza, que de
desarrollarse y hacer una buena gestión Municipal puede convertirse en una
opción atractiva para el electorado y verdadero peligro para las chances del
Coloradismo en 2018.
El Oficialismo está desconcertado, se nota en su seno la ausencia
de gente con capacidad de análisis:
personeros como el Ministro de Defensa Diógenes
Martínez y la Presidenta del Partido Lilian
Samaniego, prorrumpieron en sendos disparates tratando de defender lo
indefendible, conciliar lo inconciliable y explicar lo inexplicable: Diógenes
diciendo que “El Partido Colorado ha aprobado un examen
bastante difícil y ha salido airoso” y “felicitando al Partido por su éxito”. Agregando
que “no conoce de otro sector político que haya llegado a la mitad de
participación a la que llegaron los de la Asociación Nacional Republicana (ANR)
este domingo”; cuando que la cantidad de
votantes colorados fue inferior a la que votó en las Internas del 26 de Julio
pasado. Y Lilian sosteniendo que
se ganó en 142 distritos pero soslayando que se perdieron en los más
importantes y emblemáticos y culpando a la celebración de las Internas en
fecha muy cercana, con lo que lanzó un tiro por elevación al mismo Ejecutivo que fue el que propició dicho
evento. También Marito Abdo quedó descolocado y
desprestigiado atinando a decir otro disparate ofensivo para el pueblo colorado: que “la responsabilidad es de todos”.
Con este
descalabro electoral las posibilidades de “Reelección”
del Presidente Cartes se han
reducido a casi cero, si no rectifica la conducción del “Nuevo Rumbo”, dando un
violento “golpe de timón” que produzca un “bandazo” en la política
gubernamental, en ausencia del cual solo le queda renunciar a esa aspiración o
intentar “la huida hacia adelante” prosiguiendo con ella contra viento y marea,
intentando la Reforma Constitucional al comienzo de 2016. Pero aunque consiga
esa Reforma, le aparecerán en el camino muchos aspirantes con serias
posibilidades.
Si queda
todavía algo de honestidad y ausencia de cinismo en la Dirigencia Partidaria
actual, se impone la aceptación de responsabilidades y el rodar de cabezas,
como la renuncia de la Presidenta de la
Junta de Gobierno y de los responsables de la conducción de la campaña electoral,
así como una recomposición total del
elenco gobernante, dando cumplimiento –ahora sí, más que nunca– a la
promesa del Presidente de la República,
electo por una masiva mayoría del Pueblo Colorado, de “teñir de rojo” las Intendencias (que no pudo ser) pero sí el
elenco Ministerial y los puntos clave de la Administración Pública. Hay suficientes Colorados capaces y
honrados con fidelidad republicana que con su gestión podrán levantar el
ánimo y el entusiasmo por la suerte del Partido entre los hasta ahora
desencantados Correligionarios.--
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