LUMINARIAS REPUBLICANAS
(IV)
“CARLÍN” ROMERO-PEREIRA
ARZA
PRÍNCIPE DEL PARTIDO COLORADO
Este título de honor le fue adjudicado
por el entonces Presidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez, para significarle a sus subordinados –que
querían tomar medidas contra él– que Carlín
era “intocable” a pesar de la férrea oposición que le hacía en defensa de los
principios e intereses del Partido que consideraba conculcados, y también aludiendo
a su linaje extraordinario en el Coloradismo:“una emoción nacional”, como Romero-Pereira lo había calificado .
El ex-Senador Nacional, Ing. Carlos
Romero-Pereira, “Carlín”, es ya una figura histórica de la política
paraguaya y en especial del Partido
Colorado. Su larga y fecunda trayectoria como militante y Líder partidario
son proverbiales y hacen que sea ya una “luminaria” en el horizonte Colorado y
nacional. Ahora, ya de vuelta de importantes Cargos en el Gobierno de la Rca.,
parece a punto de encontrarse en el colmo de su destino como gran Intelectual,
Ideólogo y Conductor del Partido Colorado. Nada parece capaz de detenerlo; o,
mejor dicho, sólo la “Nada” podría detenerlo; ya sea por el fracaso en su accionar
o algún error político irreparable (recordemos
lo que dijera aquel “político entre políticos” Talleyrand, Ministro de Relaciones Exteriores de Napoleón y, a la
caída de éste, lo mismo en el Gobierno del restaurado Rey Borbón: “en política, hay solo una cosa peor que
cometer un crimen, y es cometer un error”). Pero no creemos que Romero-Pereira pueda caer en esa
“Nada”; porque su capacidad de trabajo y dinamismo en la praxis y teoría
política no tiene parangón y, además, su calidad intelectual –que se da en muy
pocos Dirigentes Políticos Colorados de éstos momentos– hacen que tenga también
la capacidad de ver el momento y la parte a la luz de lo perdurable y el
todo, con la amplitud y la precisión de un filósofo político y el rigor
incisivo de un Estadista práctico.
Nadie en las últimas décadas ha puesto al
servicio del Estado y del Partido una mente tan completa y cultivada como la de
Carlos Romero-Pereira, una
imaginación tan vívida, y un interés tan intenso y universal por todos los
asuntos humanos, tanto del pasado como del presente. Un famoso historiador (el
inglés Macaulay), en el más sentido
y quizás el más hermoso de sus pasajes, lamentaba que Cicerón gastase en la controversia política el tiempo, la salud y
el pensamiento que podría haber dedicado con provecho a la literatura. Pero la
humanidad debe recibir agradecida todo aquello que Cicerón quiso darle, y puede
sostenerse con razón que él encontró el material que mejor se adaptaba a sus
talentos, en el Senado antes que encerrado en una biblioteca. Si Cicerón no
hubiera bebido profundamente en las ambiciones, las pasiones –y, en su caso,
los pesares y los errores de la vida pública romana– sus “Cartas a Ático” y a Brutus
y Quinto, no se hallarían entre las más estremecedoras y patéticas de las
obras escritas que existen; y si Romero-Pereira
se hubiera mantenido apartado del Liderazgo Político y del Congreso, podría
haber hecho cosas maravillosas en las esferas de la historia, la filosofía y la
literatura política, pero no hubiera creado nada de tan alto valor como sus
discursos, disquisiciones y actuaciones sobre conciliaciones y enfrentamientos
en la historia política paraguaya o la expresión de sus pensamientos sobre
los presentes descontentos y la esperanza suscitada.
Respecto a la actuación de Carlín durante la era de Stroessner,
ello fue como “hombre de Partido”
sin mancharse con alabanzas sumisas ni turbios manejos económicos ni políticos,
cooperando activamente en ciertos aspectos de interés nacional con el Gobierno
del Presidente Stroessner tal como
lo hiciera el Príncipe Metternich con
Napoleón, según lo glosa muy bien Henry Kissinger: “Cooperar sin perder la propia alma, ayudar sin sacrificar la propia identidad, trabajar por la liberación socapa de esclavitud y bajo un
silencio obligado, ¿cabe más dura
prueba de fortaleza moral?” (“A World Restored”; p. 19). Pero también
debemos destacar que cuando el Régimen
Stronista se desvió hacia un despotismo “anti-partido” Carlos Romero-Pereira reaccionó con hidalguía y coraje, combatiendo
en todos los frentes, cayendo preso en varias ocasiones, y con valor intelectual.
Así en su discurso en Coronel Oviedo, su Carta a la H. Junta de Gobierno (1985),
Ética Política (1985), y su libro Una Propuesta Ética (1987),
documentos que ya son parte de la historia, denunció claramente que el resorte
principal del Stronismo era la defensa del privilegio, que era lo único
ya –sobre todo en la última década– que daba cierta unidad a todos los aspectos
de la política de Stroessner en su creciente degradación del Partido Colorado.
Y también analizó la composición de los Grupos Administrativos, del Aparato del
Partido, de los Altos Empleados Públicos, del Equipo Gobernante, que sumaban un
estrato masivamente poderoso, extraordinariamente reaccionario a causa de los
privilegios de que disfrutaba y empeñado en mantener a cualquier precio el
“statu quo”. Pero el equilibrio social, policlasista, del Partido Colorado –añadía “Carlín” en los documentos citados– era inestable. A la larga debía
prevalecer uno de los dos elementos, el democrático o el autoritario
personalista. El aumento contínuo de la desigualdad en Poder y Riqueza era una
señal de peligro. Los grupos de Burócratas-Administradores metidos a
“Dirigentes Políticos” no se contentarían indefinidamente con sus privilegios
de consumidores; tarde o temprano tratarían de constituirse en una nueva clase
política detentadora del Poder total mediante la “expropiación” del Partido
Colorado y su conversión en el “Partido Stronista”. Y esto se cumplió ya en su
primera parte en la Convención
Partidaria de 1984 para culminar
en el atraco de 1987. Pero
Stroessner, al estimular la voracidad de su Burocracia, estaba socavando
inconscientemente no solo su propio Régimen, sino todas las conquistas del
Coloradismo. Tan inminente le
parecía este peligro a “Carlín” que
no vaciló en afirmar, ya antes de 1984, que se estaban creando las premisas
políticas del “vitaliciado autoritario hereditario” y consideró sin ambages
a la Burocracia
Militante-Stronista como el agente potencial y directo de la
defenestración del Partido Colorado y su reemplazo por el Partido Personal
Stronista.
Su
historia de lucha principista demuestra que no es a los políticos a quienes
corresponde la elección de una carrera con la que ciertos hombres, más que
ningún otro, adornan y embellecen la profesión de la Política: tal es el caso de Carlos Romero-Pereira.
Después del
“Golpe Libertador” de 1989, en aras
de la unidad partidaria disolvió su “Movimiento
Ético y Doctrinario”, adscribiéndose al “Tradicionalismo Autónomo”, liderado por el Dr. Luis María Argaña, convertido luego en
el “Movimiento de Reconciliación
Colorada”, donde se distinguió por su valor personal, su irreductible
actitud contestataria al “desviacionismo ideológico” Rodriguista, y su oratoria
espectacular. Haciendo un símil con los tres protagonistas principales de la
Revolución rusa, nosotros consideramos que Carlín
era el “Trotsky” del Movimiento: el orador sublime y convincente,
fogoso, arrebatado, impetuoso, dispuesto a todo en defensa de sus ideales; mientras que Argaña era el “Lenin”: el
Jefe indiscutido, ideólogo, estratega y conductor de las masas; y el tercero en discordia, Diógenes Martínez, era el “Stalin”: individuo taimado,
traicionero, desleal con sus compañeros de lucha (eso mismo dijo Lenin de
Stalin), dominado por un afán de Poder enfermizo que lo llevarían a la traición
y a la derrota, sin el éxito maquiavélico de Stalin.
Durante este
actual periodo de su vida, Romero-Pereira
tiene un seguro instinto para seleccionar los temas que le permitan
ejercitar toda la fuerza de su magnífica capacidad. No tiene tiempo que perder, pues el problema de la renovación del
Partido Colorado, del Estado y la sociedad paraguaya, ha hecho pasar a un
segundo plano a todos los demás problemas, y se trata de una cuestión por la
que “Carlín”, con sus vastos
conocimientos y su comprensión que todo lo abarca, se siente sin duda atraído
con seguridad, y para cuyo tratamiento es muy competente con esos grandes
principios de gran sentido común que son los artículos fundamentales de su
credo. “Carlín” ha repetido –con
palabras que todos podían comprender y con una fuerza y una claridad que ningún
político podría mejorar– que el “espíritu del pueblo” debía ser el principal
objeto de estudio de un Estadista, y que en el mundo de la política la
verdadera sabiduría es la magnanimidad.
El Parlamento, lo admitía sin resquemores,
tiene derecho a imponer su mayoría, pero ése es un derecho que, en vista de los
sentimientos imperantes en el país, ningún Senador o Diputado que estuviera en
su sano juicio soñaría con ejercer arbitrariamente (ya lo vimos en el caso de Víctor Bogado). “El hecho de que todo pueda conciliarse en la especulación legal y
constitucional es algo que carece de importancia. Se lo concilia en el orden
político, y la política no debe adecuarse a los meros deseos humanos, sino a
la naturaleza humana, de la cual el deseo es sólo una parte, y en modo alguno
la mayor”. Ése era el punto de
vista que Carlín Romero-Pereira transmitía
con vehemencia a los Líderes de su propio Partido, quienes hasta la caída a la
llanura tardaban en reconocer toda la gravedad de la crisis partidaria y
nacional, pues él (Carlín) es uno de
esos hombres que no teme seguir hasta allí donde su conciencia le guía, y ya ha sido
un Dirigente del
Partido –Legislador, Ministro y Vice-Presidente
interino de la Rca.– por bastante tiempo como para haber aprendido que, en política, es bueno todo lo que bien
termina.
Y ahora, el Partido lo llama nuevamente para
conducirlo en esta dramática etapa de crisis generalizada que lo amenaza con
llevarlo definitivamente a la llanura. Y Carlín
no puede rehusarse ni retirarse a cuarteles de invierno, sino dar todo de sí,
como lo hicieran sus ilustres ancestros: su Padre, Don Tomás Romero Pereira y sus Tíos Cayo y Emilio Romero Pereira. Por eso es bueno terminar esta
semblanza de “Carlín” recordando la prosapia, la estirpe genuinamente
Republicana de la cual procede, transcribiendo la historia heroica de sus
antecesores según lo relata otro gran héroe cívico y patriarca Colorado: el Dr. Juan Manuel Frutos. Helo a continuación para que se sepa de dónde
proviene Carlín Romero-Pereira.
Del libro: J. MANUEL FRUTOS LUCHADOR Y DOCTRINARIO. Editorial Medusa. Asunción,
1997.
“Se
ha visto en la revolución última (1912), en el ataque que los Radicales
llevaron a la Capital, una defensa tenaz y heroica de parte de los
Republicanos, dignos de mejor suerte. No teníamos sino unos mil trescientos
hombres, la mayoría armados a remington, cuatro cañones y ni una sola
ametralladora.
El Jefe
Político de la Capital, Dr. Cayo
Romero Pereira, tenía la defensa de los puntos de desembarco: Puerto Sajonia, Tacumbú etc., con una
pequeña tropa. Los Radicales tenían
cerca de cinco mil hombres, más de veinte cañones y catorce ametralladoras.
En la revolución citada, los
Republicanos no tuvieron libertad de acción para prestar su concurso al triunfo
del orden legal. Fuimos designados los doctores Olmedo, Silvera, Romero Pereira y otros para reunir contingentes. Al Doctor Romero Pereira se le puso también dificultad de conseguir un tren
para conducir los contingentes. Entonces hizo el viaje a pie desde Itauguá a
Asunción. El Doctor Romero Pereira y su
hermano el Capitán Tomás Romero Pereira y otros correligionarios habían
organizado en la Capital grupos de voluntarios en defensa del restablecimiento
del orden. No estuvimos en el Poder sino 21 días. Peleamos en Tacuaral el 10 de
Marzo, en Luque el 14, 19, 20, y el 21 en la Capital”. (Páginas 139 a 144).
Discurso
durante el sepelio del Dr. Cayo Romero
Pereira, asesinado en
Octubre de 1912 en Corrientes -donde
estaba exiliado luchando en la resistencia- por un sicario Liberal enviado desde Asunción.
“Ciudadanos de la
inteligencia y temple del Dr. Romero
Pereira no nacen todos los años. Su vida fugitiva, centelleo de astros,
encierra toda una historia cruel y triste. Víctima de las atrocidades de los
Liberales fue arrojado a la bodega del “Libertad” con una barra de grillos de
24 kilos que le produjo una llaga en los tobillos.
Huérfano de padre y madre, perdió a su
querido hermano Emilio en 1909 (cuando los sucesos de la
Revolución de Laureles) en el levantamiento de unos cuantos republicanos que
como un signo de protesta desafiaron las fuerzas de una ignominiosa tiranía y
de la barbarie triunfante. Mientras el Dr.
Romero Pereira encabezaba a los correligionarios del Norte para lo cual
tuvo que hacer un viaje de 75 leguas a pie, Emilio Romero Pereira se ahogaba en las traidoras aguas del Alto
Paraná. Reinaba una fuerte tempestad. Las olas del Paraná rugían, parecía
desafiar que se le desafiara. Se levantaba una furiosa avalancha. Mismo, en el
buque, nadie estaba seguro de la vida. Y por una cruel fatalidad un bote
amarrado al buque revolucionario del que
era Comandante el bravo Emilio, se desató. Venía cargado de elementos
bélicos. Emilio ordenó a los
marineros que se echaran al agua…
Nadie obedeció la orden. Aquel puñado de valientes, voluntarios todos,
permanecieron atónitos. El buque bailaba. La tempestad arreciaba. La muerte era
segura. Emilio, viendo que su orden no era cumplida, desafió el furor del
Paraná, del Paraná traidor, del Paraná lleno de escollos. El nadador audaz que
en repetidas ocasiones había cruzado el mismo río, se hundió el cráneo chocando
con una piedra. Al día siguiente se vio a un joven en una fea canoa, jadeante,
desesperado, llorando amargamente, sin hacer caso del alcance de los enemigos,
buscar algo que el río arrojaba a la costa. De todos los labios se escuchaba
esta exclamación: “¡Es Tomasito! ¡Pobre
Tomasito!” Pasajera la derrota de los vencidos comparada al dolor de aquel
hermano, el Capitán Tomás Romero
Pereira. Durante la última Guerra Civil el Dr. Romero Pereira perdió a la compañera de su vida. Pocos meses
antes había tenido la desgracia de perder un hijo”. (Páginas 421-423).-
De la “Biografía Política” del Dr. Juan Manuel
Frutos.
Para la Revolución de Laureles fue llamado (el Dr. Frutos quien se
encontraba en Asunción) por los amigos de Buenos Aires; renunció al Cargo de Agente Fiscal en lo Civil a los pocos meses
de ocuparlo, para responder a dicho llamado…
En Buenos Aires estaban el General
Caballero y el Ex-Presidente de la
Rca. Coronel Juan A. Escurra, quien debía actuar como Jefe en el Norte,
donde ya se encontraban los doctores Cayo
Romero Pereira, Eduardo López
Moreira, Virgilio Silveira y otros, viaje que hicieron por tierra, desde Buenos
Aires a Puerto Murtinho… Por la gran
sequía y bajante del río, el Vapor “Miranda”, que calaba mucho, retrasó su
marcha; esta dificultad hizo que el
Dr. Frutos no pudiera llegar a tiempo a Murtinho, donde se habían levantado
en armas los Doctores Cayo Romero
Pereira y López Moreira. Sea dicho de paso en homenaje de los amigos ya
muertos, que en el Este se
levantaron Don Enrique Solano López, Marcos Quaranta, Emilio Romero Pereira y su hermano Tomás, y otros. Fue en esa contienda que el bravo Emilio Romero Pereira, viendo
que se desprendía una canoa de dinamita del vaporcito que lo conducía, ordenó
que se la recuperara, y como nadie se animaba echarse al río, lo hizo él. Se
presume que se estrelló contra una piedra del traicionero río Paraná, no
volviendo a aparecer a flor de agua; víctima de su temeridad, el consumado
nadador que cruzaba el Paraná en cualquier circunstancia, fue traicionado por
el tortuoso río cubierto de escollos. Un muerto ilustre y un ejemplo de amor
al Coloradismo. Una Seccional lleva su nombre, porque no hay que olvidar a
los que han ofrendado su vida por el Partido.
Durante los entreveros y golpes
cuarteleros en que los Liberales se
destrozaban en Rosario y Ca-í Puente y otros puntos, el Dr. Frutos organizó una
Montonera en Las Cordilleras, con cuya fuerza bajó a la Capital para apoyar al Dr. Romero Pereira, cuando el 17 de
Enero de 1912, Mario Uscher, Marcos Codas Caballero y el Comandante Aponte
dieron un Golpe de Estado, derrocando al Presidente Rojas, quien huyó a
Corrientes. El bravo entre los bravos,
el Dr. Cayo Romero Pereira, al frente de tropas reagrupadas y de algunos
correligionarios, estableció la primera resistencia, extendiendo su
línea de tiradores sobre la Calle Brasil… triunfando la Contrarrevolución, el
Presidente Rojas fue traído nuevamente de Corrientes para hacerse cargo de la
Presidencia, que había abandonado, prueba de lealtad contraproducente del Coloradismo. La alianza Colorado-Rojista no podía subsistir. El
Partido Liberal se levantó en
Revolución.
Los
Colorados, hostilizados en todas
partes por los Liberales de todas
las tendencias, resolvieron derrocar al Presidente Rojas. El Dr. Romero Pereira, Jefe de Policía, acompañado del
Dr. Frutos, del Dr. Olmedo y del Dr. Gregorio Morales y de su hermano Tomás Romero Pereira, se adueñaron del
Poder. El Congreso nombró al Dr.
Pedro P. Peña (Colorado) Presidente de la República. Pero este Gobierno
solo pudo sostenerse 21 días ante la ofensiva de los Liberales Radicales muy superiores en armas y efectivos. Tres
días duró el combate de la defensa de Asunción en contra de los Liberales,
pero la lucha no podía tener otro epílogo. Las tropas Coloradas carecían de
armas y municiones, no contaban con una sola ametralladora. La tropa Colorada,
derrotada, se embarcó rumbo a Corrientes en un barco; iban en dicho barco los
Doctores Cayo Romero Pereira,
Eduardo López Moreira, Capitán Tomás
Romero Pereira herido en el combate de Luque, y muchísimos otros. El
Gobernador de Corrientes, Dr. Vidal, Jefe del Partido Autonomista Colorado,
cuyos afiliados usan como distintivo el pañuelo rojo, dispensó toda clase de
atenciones a los derrotados. En Corrientes el Dr. Frutos formó parte del “Comité Revolucionario”, integrado por
los señores Dr. Romero Pereira, Dr.
López Moreira, Dr. Eusebio Taboada, Sr. Enrique
Solano López, Sr. Francisco Bareiro y Sr. Pascual Velilla para continuar la
resistencia en la lucha. (Páginas
16, 17, 18, 22, 23).
Éste es el linaje del que procede Carlín Romero-Pereira Arza y explica
suficientemente su valor y arrojo personal como su lealtad inquebrantable e
innegociable a los principios e ideología del Partido Colorado.-
“¿Alguien
quiere olvidar que tú eres el primero? Déjalo que recorra y encontrará tu
rostro. ¿Alguien quiere enterrarte precipitadamente? Está bien, pero tiene la
obligación del vuelo”.- (Pablo
Neruda).
¡FELICES
FIESTAS, AMABLES Y PACIENTES LECTORES! NOS VOLVEREMOS A ENCONTRAR EN EL MES DE
ENERO. GRACIAS POR VUESTRA ATENCIÓN.-
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