sábado, 13 de agosto de 2016

BR.EN SUBASTA

                           BRASIL  EN  SUBASTA
       ¿Cuál es la apreciación de la subida al Poder del Kirchnerismo en Argentina, el caso de Hugo Chávez, de Lula, la formación de los Estados Bolivarianos del ALBA y la crisis de las reformas del Neoliberalismo que ahora vuelve con nueva fuerza?
       Indudablemente sus pueblos votaron en su momento por el cambio. Pero queremos señalar también un hecho indubitable: En todos aquellos países en que se ha impuesto a rajatabla, en forma brutal, sin gradualismo, la política de “Shock” del Neoliberalismo, luego de transcurrido un tiempo suficiente como para apreciarse sus resultados, los Partidos que la aplicaron sufrieron su derrota más estrepitosa. Vamos cronológicamente a algunos ejemplos: el régimen de Pinochet, que comenzó lo que llaman la más exitosa experiencia neoliberal, para 1982 –por el colapso socioeconómico sobreviniente– tuvo   que despedir a los “Chicago Boys”, discípulos de Milton Friedman, y aún así para 1990, luego de 17 años de Neoliberalismo, vio cómo su Candidato Hernán Büchi era contundentemente derrotado. En Gran Bretaña, Margaret Thatcher comienza con la experiencia Neoliberal en 1979 con la sigla propagandística TINA (There is no alternative=No hay alternativa) pero después de 13 años de “thatcherismo” el Partido Conservador sufrió su peor derrota del siglo. En Francia, Jacques Chirac a pesar de ser un “Gaullista” intentó aplicar rápidamente una política Neoliberal y en la primera elección anticipada que convocó fue barrido por el Socialista Lionel Jospin con quien tuvo que cohabitar en el Poder teniendo que rever su política para consolidarse en la Presidencia de la República. Y no olvidemos que el mismo intento de aplicar la política de “shock” Neoliberal, como propugna la “Escuela de Chicago”, ha provocado tumultos populares tan violentos como el “Caracazo” de 1989 contra Carlos Andrés Pérez, con más de 1.000 muertos, que causó en unos años la caída de la “Partidocracia” venezolana, llevando a Chávez al Poder;  así como la de Bucaram en Ecuador (asesorado por Domingo Cavallo) y de Sánchez de Lozada en Bolivia con el entronizamiento de Evo Morales. Y volviendo a la pregunta, 30 años es mucho tiempo para evaluar los resultados de una determinada política económica y social con respecto a los beneficios al pueblo, y el pueblo de esos países ha dado su veredicto. Y pensar que los pontífices del Neoliberalismo arguyen siempre (como vuelven a hacerlo ahora) que los resultados se verán luego de algunos años y recomiendan aplicar esta fórmula globalizada brutalmente, sin anestesia; nos recuerda la experiencia Comunista que llevó por el lado opuesto a sufrir 75 años al pueblo ruso, 75 años de sacrificios reales a cambio de  esperanzas etéreas; los ideólogos Neoliberales parecen pretender otro tanto: podemos llamarlos “Bolcheviques al revés”. Pero ahora el Neoliberalismo vuelve enmascarado como una “Nueva Derecha” Latinoamericana más comprensiva de los reclamos sociales de los pueblos, con un llamado “Neoliberalismo Social”. Veamos si es cierto tomando como ejemplo lo que pasa en Brasil.
      Detrás de cada golpe a la democracia social, suele existir una alfombra roja para que caminen poderosos grupos económicos. En Brasil, el ritmo de las privatizaciones es tan veloz que debería ser objeto del Guinness. Han transcurrido apenas dos meses, y el Presidente interino Temer ha demostrado ser muy eficaz en expropiar al Estado de todo lo que sea considerado altamente rentable. La excusa, la de siempre: reducir el déficit fiscal. La verdad: cumplir con el cometido por el cual se dio el “Golpe de Estado suave” contra Dilma, esto es, el control económico del país por unos pocos.
     El equipo económico de Temer va a por todas. Puso el cartel de rebajas desde el primer día. Todo a precio de ganga para todo Empresario con buena voluntad golpista. No hay sector que se escape. En el Eléctrico, se están privatizando unas 230 pequeñas empresas -dedicadas a la generación, transporte y distribución- altamente rentables y necesarias para dar cobertura sin discriminación a la mayoría del país. Hidroeléctricas y parques eólicos también son puestos en venta. En el sector Transporte, la Empresa Aeroportuaria Infraero y la portuaria Docas ya están entregadas. En el sector Asegurador, la unidad de Seguro de Caixa Económica Federal (gran prestamista público) ha vendido buena parte de sus participaciones a favor de unas pocas Empresas; lo mismo ha sucedido con el Instituto de Reaseguros de Brasil.
Dos emblemas públicos, en lo simbólico y en lo económico, Correos y la Casa de la Moneda, son otros botines que el Gobierno de Temer está dispuesto a subastar al mejor postor. No importa la oferta: lo importante es tener buenos amigos. En el caso de Correos, el escollo es mayor porque se necesita la aprobación en el Congreso. Pero se hará sin problemas porque este es el mismo Congreso que diera el “golpe de Estado suave”.
       En el caso de Aerolíneas locales, Temer ha cambiado un Decreto Presidencial de Dilma para viabilizar el incremento de la participación de Empresas foráneas. Privatización y extranjerización para que ningún Gran Capital quede afuera de este enorme mercado. Los Aeropuertos también se venden. Temer ha abierto la posibilidad de privatizar los Aeropuertos locales Santos Dumont (Río de Janeiro) y Congonhas (Sao Paulo). Se prepara, además, una nueva ronda de licitaciones para el Sector Petrolero y Gasífero que incluirá áreas del Pre-sal, importante reserva en aguas profundas del Atlántico que hasta ahora sólo Petrobras explotaba. Así, se permite que aparezcan nuevas Empresas Privadas diferentes a Petrobras para operar en esta zona estratégica con reservas estimadas en 80.000 millones de barriles de petróleo.
      A pesar de las rebajas, la Agencia Privada de calificación de riesgo, Moody's, quiere más. Y critica que el ajuste fiscal en Brasil "avanza a un ritmo muy lento" con el Gobierno de Temer. Se obedecerá. Y así, seguramente, el Déficit Fiscal actual se reducirá a costa de una masiva descapitalización del Estado que impedirá generar ingresos públicos sosteniblemente. Los programas sociales tienen fecha de caducidad.
       El golpe a la democracia social es coherente consigo mismo: la economía, cuanto más concentrada y menos democratizada, mejor que mejor. Pero no es únicamente una cuestión de injusticia, sino también de ineficacia. Los datos ya comienzan a cantar por sí solos: la economía de Brasil se contrae. Las ventas del comercio minorista cayeron un 9% en comparación con Mayo del año pasado  en ese mismo mes.
Sin embargo, el riesgo país continúa cayendo, feliz con los golpistas. La democracia social molesta.- 
FUENTES: Jornal do Brasil; Valor Economico-São Paulo;                 A Tarde-Salvador da Bahia; Correio Braziliense-Brasilia. Revista Manchete; Analista Internacional Alfredo Serrano Mancilla. RT Noticias.-



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