sábado, 18 de enero de 2014

CASO VENEZUELA Y MERCOSUR.




                              PARAGUAY Y EL MERCOSUR.
             EXPLICACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA DE LA
               ACEPTACIÓN DEL INGRESO DE VENEZUELA.

                                    1.- UNA TRIPLE TRAICIÓN.

                                      De lauros coronada, Patria mía,
                                      abre ante el mundo tu admirable historia,
                                      y suban a los cielos este día,
                                      épicos himnos en pregón de gloria.
                                          A los pueblos que sólo de tus lides,
                                          conocen sacrificios y dolores,
                                          enseña las proezas de tus Cides,
                                          al son de los clarines y tambores.
                                     ¡Curupayty! Inmarcesible gloria
                                     de una raza sin par en desventura,
                                     que, con sangre, al morir grabó en su historia:
                                     prefiero al deshonor la sepultura.
                                           ¡Curupayty! Que empañas los colores
                                           de las naciones que a mi patria hundieron,
                                           (Argentina, Brasil, Uruguay),
                                           tres grandes pueblos que odios y temores
                                           con el barniz de “libertad” cubrieron.
                                      Manuel Gamarra: “Himno a Curupayty”.
                                      ………………………………………………

                                      Contra el mundo, si el mundo se opone,
                                      si intentare su prenda insultar,
                                      batallando vengarla sabremos,
                                      o abrazados con ella expirar.
                                     “Himno Nacional Paraguayo”.
                                     ………………………………………………

               En el momento de escribir estas líneas Paraguay ha sido reincorporado al MERCOSUR, pero sus “socios” quisieron obligarlo a aceptar los hechos consumados de la ilegalidad de la suspensión y el, también ilegal, ingreso de Venezuela; ante lo cual el Presidente Horacio Cartes ha reaccionado con la dignidad que corresponde ante la afrenta a la soberanía nacional, pero gracias a su buen sentido de la “Realpolitik” termina felizmente esta comedia de enredos. Y no podía ser para menos, porque violando todas la
reglas del Derecho Internacional, los propios Estatutos del Tratado  del Mercado Común del Sur, los protocolos de Ouro Preto y Ushuaia 1, los Presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay, actuando como una pandilla de compinches, llevaron adelante la suspensión con el pretexto de la destitución, estrictamente constitucional, de Fernando Lugo, para poder incorporar a Venezuela como miembro pleno del tratado de integración regional. Pero veamos un poco las motivaciones de cada uno.
               Cristina Fernández, necesita desesperadamente la ayuda venezolana para convertir a la Argentina en la “huerta de Venezuela” y ser la proveedora de los productos alimenticios primarios de los que aquél país carece, además de aprovechar  el importante acuerdo petrolífero entre YPF y PDVSA. Es que Cristina está teniendo grandes problemas de gobernabilidad por su enfrentamiento con los Sindicatos, especialmente con la todopoderosa Confederación General del Trabajo (CGT) y el descontento creciente de la población por el alto costo de vida, la elevación de los impuestos, la restricción cambiaria de divisas fuertes, el control estricto y restrictivo de las importaciones, una vuelta de tuerca hacia el autoritarismo y el elevado índice de inflación que hoy ya alcanza el 14%, superando a la ya muy alta inflación venezolana. Al respecto, el importante economista y analista paraguayo Dr. Ricardo Rodríguez Silvero, en entrevista con Humberto Rubín, por Radio Ñandutí, señaló (en el mes de Julio) que la inflación argentina podría llegar al 35% y que “la economía argentina está cayendo”(sic). Todo esto puede explicar que Cristina Fernández no haya  reaccionado con la serenidad de una estadista ante la noticia de la remoción de Lugo, y haya sido la primera en llevar a tambor batiente la suspensión del Paraguay y la incorporación de Venezuela. Es que ella no olvida y está muy agradecida al Presidente Hugo Chávez por la ayuda prestádale  para su reelección, con los famosos maletines llenos de dólares y la compra de los invendibles bonos argentinos. Veremos ahora si su gesto amable hacia nuestro Presidente electo es sincero y profundo.
            La Presidenta Fernández había heredado de su finado marido Néstor Kirchner –el  Presidente que sacó a la Argentina del pozo en que la sumió el neoliberalismo de Carlos Menem, Domingo Cavallo y luego Fernando de la Rúa– un país ordenado y una economía limpia y sana que crecía, con equidad social, al ritmo del 9% anual, y durante su primer mandato, en parte del cual su marido todavía vivía y la controlaba, siguió adelante haciendo bien los deberes, lo que le valió una gran popularidad, que, junto con la ayuda venezolana y la creación artificial de una gran “burbuja económica” con mucho gasto social, hizo que ganara las elecciones por un porcentaje de votos superior al 50%; pero, luego, al quedarse ya sola en el poder , no supo manejarlo con propiedad y cometió torpezas que hacen que el país se le esté yendo de las manos, y entre en la desesperación para caer en los desmanes como el que estamos comentando.
               Por su parte, el Presidente uruguayo José “Pepe” Mujica, es ya un anciano achacoso, que en su senil decrepitud prorrumpe disparates –añorando tal vez su juventud, en que salía a poner bombas, quizá  secuestrar y matar gente con el terrorismo urbano, junto a sus camaradas Tupamaros– y se allanó ante la voluntad de sus pares a pesar de que también Uruguay, al igual que Paraguay, ha sufrido los perjuicios de someterse a la voluntad de Brasil y Argentina, que no han tenido muchos miramientos en su trato con sus socios “pequeños” del MERCOSUR. Uruguay no tiene mucho que ganar con la incorporación de Venezuela excepto algunas migajas, y no se explica el atropello al Derecho de los pueblos cuyo respeto ha sido una tradición para el Estado Oriental, por lo que la decisión ilegal e ilegítima hay que achacársela a la responsabilidad personal de su Presidente, quien ha sido fuertemente criticado por su propio Vice-Presidente y la oposición en el Congreso, además de los sectores más importantes de la prensa, que “lavaron la cara” del pueblo uruguayo ante tamaño dislate. Solamente el izquierdista “Frente Amplio”, movido por su dogmatismo y fanatismo ideológico apoyó esta aberrante decisión, pero le costará caro.
               En cuanto a Dilma Rouseff, ella nos recuerda la historia del comerciante chino, quien era tan, pero tan comerciante, que ofrecía en su tienda, al mismo tiempo, en un rincón “un escudo que no podía ser atravesado por ninguna lanza”, y, en el otro “una lanza capaz de atravesar cualquier escudo”. Para Dilma, primero están los negocios y ¡después los principios! No en balde de inmediato ya firmó un contrato para Embraer con el Estado venezolano por centenares de millones de dólares y en adelante espera mucho más, pues teme que el Brasil vuelva a caer en la recesión –que azota a la economía mundial– igual que en 1999 y los años subsiguientes y de la que le costó salir ya que no está pudiendo disminuir siquiera la tremenda desigualdad económica y social de su país –que parece dos países diferentes, con el Nordeste subdesarrollado, atrasado y miserable, y el Sur industrializado pero también con inequidad– y está teniendo grandes problemas con los Sindicatos de trabajadores y el pueblo que ya está saliendo a las calles. Pero aparte, ha de sentir mucho orgullo de pertenecer, con la incorporación de Venezuela, a un bloque que representa la quinta economía del mundo.
               En descargo de éstos personajes hay que reconocer que ellos no conocen, no saben, no han palpado el desquicio que el gobierno de Lugo trajo al Paraguay ni la indignación que el pueblo paraguayo siente por su inmoral conducta privada y su irresponsable conducta pública.
               Éste autor nunca compartió la postura del Congreso paraguayo contra la inserción de Venezuela en el bloque regional del MERCOSUR –porque “no tenía un régimen democrático”– ya que consideraba que en Venezuela sí había democracia, imperfecta y con ciertos ribetes autoritarios, pero la había y aún la hay, lo que se nota en que existe una oposición que acciona sin muchas cortapisas y ha competido por las elecciones presidenciales de Octubre de 2012 y Enero de 2013 además de las Municipales de Diciembre, varios Estados tienen Gobernadores opositores y la red de radio y televisión “Globovisión” además de muchos periódicos opositores siguen apareciendo, aunque no negamos la hostilidad de que son objeto por parte del Gobierno, y los congresistas opositores critican libremente;  y de todos ellos depende que Venezuela no se convierta en otra Cuba, volviendo a repetir la sentencia de Henry Kissinger de que “en política, la magnitud de las tareas no excusa el fracaso”. También pensamos que el juzgamiento que hacía el Congreso paraguayo del régimen político imperante en Venezuela, constituía una intromisión en los asuntos internos de esa nación y luego el Gobierno venezolano nos la devolvió, cual violenta Némesis(1), con una intromisión flagrante y con saña en los asuntos internos paraguayos con la actuación de su entonces canciller Maduro aquí en Asunción y una persecución implacable en todos los estrados internacionales. Pero aunque mantenemos esta posición no podemos dejar de condenar el atropello salvaje que se perpetró contra el Paraguay anteponiendo los intereses políticos y económicos a la fría lógica del Derecho, algo inadmisible como hace más de dos mil años dijera CICERÓN:
               “¿Quién de vosotros ignora, Gobernantes, que al principio del mundo, y cuando no eran conocidos ni el Derecho Civil ni el natural, vagaban los hombres por los campos y sólo poseían lo que podían adquirir o conservar por medio de la violencia, a costa de su sangre y con riesgo de su vida? Los primeros que sobresalieron por su valor y prudencia, observando con el género humano docilidad e ingenio, reunieron a los que andaban dispersos y les indujeron a ser justos y humanos. Entonces surgió la idea de una cosa común, a la que llamamos cosa pública; entonces empezaron las agrupaciones, que después se llamaron Estados; entonces las reuniones de edificios, que nombramos ciudades, fueron rodeadas de muros, y en ellas se inventó el Derecho Divino y Humano. Lo que distingue esta civilización de la vida salvaje, es la supremacía del Derecho sobre la fuerza. Si no queremos aquél estado, tenemos que adoptar éste. ¿Deseamos suprimir las violencias? Pues es necesario que prevalezca el Derecho, esto es, los Juicios, donde se practica todo el Derecho. ¿Son los Tribunales desdeñados o anulados? Pues por precisión dominará la fuerza. Esto lo ven todos, y se intenta emplear el Derecho, rechazando la fuerza: se quiso apelar a aquél, para que la virtud venciera a la osadía; y se vale el Derecho por necesidad de la fuerza, para que la osadía no venza a la virtud.”
               “¡Oh Dioses inmortales! ¡Qué suerte nos mostráis! ¿Qué esperanza dais a la República? ¿Quién será en adelante tan virtuoso que abrace la buena causa del Estado? ¿Quién se unirá a los buenos ciudadanos? ¿Quién procurará para sí sólida y verdadera gloria cuando sepa que hombres (y mujeres) funestos a su República, merecedores con arreglo a todas la leyes de todos los suplicios, eluden el castigo, y en cambio es acusado éste que veis?(el Paraguay). Los que se dedicaron a desempeñar cargos públicos en su República, y a adquirir fama por su gestión, distinguiéronse en todos los tiempos en todos sus actos y discursos ser populares en cuanto hacían, y procuraban lograr la estimación de las personas notables. ¿Quiénes son estos optimates? Innumerables; pues de otra manera no podríamos vivir. Son óptimos los Gobernantes no dañinos, ni por su naturaleza ímprobos, ni violentos, ni embarazados por infortunios privados. Admitamos que ésta clase la forman todos los íntegros, los de corazón sano, y todos los que en el Gobierno de su República respetan los deseos, los intereses y la opinión de esta clase de ciudadanos son sus defensores, y ellos mismos figuran en el número de los personajes respetables y de los principales ciudadanos. ¿Cuáles deben ser los propósitos de los que gobiernan la República? ¿A qué deben atender? ¿Qué fin han de proponerse? El más precioso y deseable para todos los gobernantes sensatos, buenos y felices, es, después de terminar sus funciones, un descanso digno y honroso. Los que tal cosa aspiran son optimates, los que la alcanzan merecen ser llamados grandes ciudadanos y conservadores del Estado. En efecto, el honor de dirigir los asuntos públicos no debe llevarles tan lejos que pierdan de vista su honor; ni tampoco el Poder ha de ser algo que dañe su dignidad.
               Los fundamentos para alcanzar este honroso descanso son la conservación y defensa, hasta con peligro de sus vidas, de la religión, los auspicios, la potestad del Derecho, la autoridad del Senado, las leyes, los usos de nuestros antepasados, los Tribunales, las jurisdicciones y el crédito público. Mentiría, Gobernantes, si negase que ésta vía es áspera, difícil y llena de asechanzas y peligros, cosa que siempre comprendí, y de la cual la experiencia me ha convencido mejor que a ningún otro.¡Por los Dioses inmortales, imitad a tales hombres vosotros los que buscáis honor, estimación y gloria! Tales son las acciones grandiosas y heroicas, que la fama pregona, que se consignan en los anales y que la posteridad propaga. No niego que os cueste esfuerzos; confieso que arrostraréis grandes peligros. Exactísimo es el dicho ‘a los gobernantes buenos se les ponen muchas celadas’; pero añade el poeta: ‘Lo que muchos desean y muchos esperan es torpeza pedirlo, si para lograrlo no empleas grande y cuidadoso trabajo’. Del mismo poeta es el dicho, ‘Que los ciudadanos perversos os odien, con tal que teman’’.(Éstas frases están tomadas de Atio, poeta trágico, en su tragedia Astrea) (2). Los paréntesis, las negritas y el subrayado son nuestros: N. del A.).
               Y hablando de Presidentes, hay un detalle que nos asombra: Durante la Guerra contra la Triple Alianza, los Gobiernos de Colombia, Perú y Chile, alzaron su indignada voz de protesta ante el genocidio que se estaba perpetrando contra el pueblo paraguayo; ofreciendo su mediación e incluso su ayuda, aunque tardía;  pero en 2012, se inclinaron ante la voluntad de Chávez de expulsar al Paraguay de la UNASUR. ¿Qué ha pasado con los Presidentes Santos, Humala y Piñera, cuyos gobiernos son de democracia liberal, no izquierdistas y no pertenecen al ALBA? Chi lo sa.     

                                      2.- LA CRISIS DEL MERCOSUR.

               En sus dos décadas de existencia, el Mercado Común del Sur muestra profundos síntomas de inmadurez. Luego de una primera fase promisoria, debida sobre todo al crecimiento brasileño, la fase recesiva que afectó a la región en el año 1999 y siguientes, puso en evidencia la falta de visión estratégica y de órganos de la integración estables. La persistencia de una actitud hegemónica, autoritaria y parcial de los “grandes” compromete el futuro de este promisorio mercado regional. Pero actualmente no solamente hay una crisis política, sino también crisis económica porque las naciones del bloque están empezando a sufrir los efectos de la intensa recesión mundial; y crisis comercial porque el flujo de intercambio está sometido a los efectos del cambio de rumbo de la estrategia del Brasil y ahora lo será también de Venezuela; y la crisis política no se debe sólo al atropello cometido contra el Paraguay, sino a la ideologización política de una integración comercial que hace tiempo ha suscitado quejas en las capitales de los países miembros contra las actitudes de sus socios, todas entrecruzadas entre sí, que han alcanzado un nivel de dureza inesperado desde los diversos sectores internos de cada uno de los países que lo conforman. El incidente de tres de sus miembros contra el Paraguay, no debe inscribirse en la cadena de conflictos propios de toda integración, sino que achacarse a la persistencia de las debilidades estructurales del proyecto. Así, en la esfera económica, numerosos representantes de sectores privados están ocupando la primera plana de los periódicos para expresar sus problemas frente a las actitudes de sus respectivos vecinos, especialmente los de los países pequeños frente a los dos “gigantes”.
               Las demandas de correcciones al proceso se repiten sin solución de continuidad desde hace más de una década; recordemos que al poco tiempo de ocupar su cargo de presidente de la Rca. del Paraguay (en 1999), Luis Ángel González Macchi expresó su deseo de revisar el Tratado con el objeto de corregir lo que consideraba “evidentes asimetrías regionales” que hasta ahora persisten. El Uruguay, aunque en sordina, planteaba y plantea aún los mismos temas, esperando lograr algunas reivindicaciones para los socios más pequeños del bloque, porque éstos sufren perjuicios por la actitud de Brasil y Argentina, que se empeñan en proteger ciertas industrias que los dos países pequeños no poseen. Esto lo hemos visto claramente en materia del régimen automotor, donde el acuerdo a que llegaron aquéllos en el 2000, perjudicó y sigue perjudicando a países netamente importadores como Paraguay y Uruguay y con el vuelco a la izquierda de la política regional se torna aún más difícil frenar la voracidad proteccionista de los grandes.
               Todo se explica por diferentes razones de estructura, ya sean sectoriales o específicas, pero todo también se despliega sobre el telón de fondo que ofrece la política económica brasileña. Este fenómeno resulta esencial comprender, porque Brasil es el supremo gigante en el seno del Mercosur: su dimensión poblacional, sumada a la magnitud de su actividad económica, hacen que su Producto Bruto Interno sea alrededor del 70% del total de la región y , por ende, su crecimiento uno de los motores impulsores del bloque desde su creación, así como una recesión sería causante de más problemas para sus socios.
Porque la marcha relativamente rápida del proceso de integración regional se debió, en gran medida, a los avances de la economía brasileña, que ofrecía un mercado ávido para muchos productos de sus vecinos; además el éxito económico del Brasil permitía a su Gobierno  efectuar concesiones menores pero decisivas para los otros miembros del bloque, siendo Argentina la más beneficiada, puesto que el Brasil se convirtió en su principal cliente y en su mayor socio comercial quedando relativamente “olvidados” los más pequeños. Ahora, en cambio, los problemas agravan su influjo negativo sobre las tendencias de la integración porque la crisis reduce la valorización potencial de los beneficios imaginados para el futuro.
               Se esperaba que a partir del Tratado de Asunción de 1991, los mecanismos de la integración serían “graduales, flexibles y progresivos” pero, sin embargo, si bien parecía mantenerse el objetivo final, se decidió orientar el proceso sobre la base de criterios generales y medidas macroeconómicas; también se ensayó acelerar el ritmo de la integración sin tener en cuenta los requisitos y demandas de los agentes privados involucrados; en vez de verificarse la capacidad competitiva de un sector o de esperar su reacomodo a la nueva situación, se impuso una condición de mercado generalizada y ciega a las necesidades de empresas y sectores, que provocaron cambios decisivos en la estrategia de integración, cuyos efectos nocivos se destacan ahora, a raíz de la crisis.
               Otro factor que agrava la crisis es que demasiado pronto, en el último quinquenio, con las reuniones de Presidentes y de Cancilleres, los Protocolos de Ouro Preto, de Ushuaia 1 y Ushuaia 2 y el Tribunal de Revisión del MERCOSUR, se creó una especie de órgano de integración que tiene todas las apariencias de un “Aparato de Estado” –que muy pronto se politizó e ideologizó– en vez de mejorar primero un mercado regional que no tenía más herramientas que los acuerdos de política global, que en una primera etapa fueron básicamente de orden arancelario; porque se buscó copiar rápidamente la estrategia aplicada para forjar la “Unión Europea” (UE); pero en el caso de la UE los órganos de regulación se fueron instalando, poco a poco, en Bruselas, como parte esencial del ya exitoso proceso de integración económica, que llevaba muchos años, y recién entonces forjaron los primeros elementos para construir un futuro Estado supranacional, que incluyen desde el Parlamento Europeo hasta el actualmente decisivo Banco Europeo, destinado a gerenciar la moneda común, el euro.
               La falla que apuntamos trae problemas graves, porque en la medida en que no hay instancias de negociación y reflexión, el sistema tiende a entrar en crisis sucesivas, que sólo pueden ser resueltas con la participación directa de los Presidentes de los países que lo integran y mediante decisiones políticas, como la que nos afecta ahora. Así se incrementan los costos políticos y personales del camino elegido y se explica que no siempre las decisiones finales se basen en estudios, antecedentes y negociaciones adecuadas; es algo más que anecdótico que dichas decisiones sean poco consistentes con la situación real. La experiencia europea se menciona como ejemplo de manera arbitraria, sin explicar que su proyecto y contexto son muy diferentes a los del Cono Sur. La crisis refleja ahora, con claridad meridiana, los defectos del Tratado de Asunción y los sucesivos Protocolos, que se están aplicando contra viento y marea en estos años. Ya no cabe duda alguna de que es necesaria una revisión total cuyos mayores lineamientos deben estar en la forja de Instituciones para la integración, retomando la idea del modelo flexible y gradual que se pensó al principio, y el rechazo de las extralimitaciones del “aparato político” que cree que basta el voluntarismo del Poder para impulsar la justicia, el sistema productivo y la creación de riqueza. De todos modos, Paraguay debe continuar dentro del MERCOSUR, como tan atinadamente lo expresó Horacio Cartes desde el principio de la crisis en varios discursos, tomando con serenidad los avatares que sufrimos, y demuestra, como lo dijo Napoleón, que “para gobernar se debe tener el corazón en la cabeza”. Porque, a pesar de todo, Paraguay ha obtenido ventajas de la integración: el volumen de sus exportaciones e importaciones con los países del bloque alcanza a sumar el 30% de su PBI y lo recibido del Fondo de Inversión es muy superior a lo aportado; además su condición de mediterraneidad le hace necesitar de un tránsito sin obstrucciones para la salida de sus productos y estamos seguros que con un Gobierno Republicano, que ha vuelto a su ideología de centro-izquierda de sus orígenes, las negociaciones serán más fáciles y positivas en todos los órdenes, se limarán asperezas y se será más comprensivo con Venezuela, ya que nuestra suspensión se ha levantado a partir de la asunción del nuevo Gobierno Colorado, y el Paraguay no puede seguir siendo el país más aislado y aislacionista de América del Sur. Mas debe hacerse respetar la dignidad de la soberanía nacional. Y al fin y al cabo, los Gobiernos de Cristina, Mujica y Dilma pasarán pero la integración continuará, porque es lo que impone el “Nuevo Orden Mundial” por imperativo de la Globalización. Por eso no debemos cerrarnos en un “chauvinismo”(nacionalismo patriotero) que no condice con la ideología nacionalista del Partido Colorado, y menos en éste milenio.

   3.- EXPLICACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA DE LA
       ACEPTACIÓN PARAGUAYA DEL INGRESO DE VENEZUELA
       AL MERCOSUR.

               Ahora, la “polvareda” que ha levantado la aceptación paraguaya del ingreso de Venezuela al MERCOSUR ilustra la polarización de actitudes de la opinión pública y el alarmante maniqueísmo ante el llamado “caso Venezolano”. Por eso es nuestra intención abordarlo desde otro ángulo y encontrarle una salida para lo cual debemos empezar recordando a Hans Kelsen, aquel jurista maestro de la llamada “Escuela de Viena” y su doctrina de la “Teoría Pura del Derecho”. Kelsen ha elaborado una teoría del conocimiento jurídico tratando de depurar la construcción jurídica de todos los elementos históricos, políticos y sociológicos extraños a la misma y afirmó “ab initio” que su formalismo difiere toto coelo del formalismo de los juristas, porque las “formas” con las que éstos operan pertenecen al contenido del Derecho, que no es el objeto de la “Teoría Pura del Derecho”. Kelsen ha dado expresión a un grandioso y primer sistema de Lógica del “deber ser”. ¿Qué quiere decirse con esto? Su afirmación fundamental es que el Derecho pertenece al mundo del deber ser, netamente distinto del mundo del ser; se limita a la fría lógica pura del Derecho positivo sobre las bases de la Filosofía Crítica Neokantiana en antítesis a la orientación histórica y sociológica. Kelsen, en efecto, había distinguido neokantianamente entre el “ser” (Sein) y el “deber ser” (Sollen), situando el Derecho en esta última región (3). En esta doctrina, el término “ser” resultaba equiparado a “realidad natural”. El “deber ser” hacía referencia, por el contrario, a los objetos ideales que no poseen esta cualidad, si bien Kelsen hacía la precisión de que se trataba no de cualquier “deber ser” (fundado en un juicio ético-político) sino de un “deber ser” estrictamente lógico y no de otra cosa. Desarrolla sobre esta base una lógica del “deber ser”, no sólo sustituyendo verbalísticamente por éste el verbo “ser”, o el valor de “verdad” por el de “validez”, sino fundando la necesidad de la forma de la imputación normativa –el “deber ser lógico”– en la concepción del Derecho como realidad de la conducta libre, consistente en un “deber ser existencial” que ha de ser expresado en una forma lógica propia (4).  Pero el mismo Kelsen reconocía que basarse en la “Teoría Pura del Derecho” supone que los problemas metajurídicos (mas allá, de otro modo del Derecho) ya están resueltos; es decir, se presupone la existencia de un “agreement on fundamentals” (acuerdo sobre lo esencial), que actúe como término fundante de la pirámide de normas (5).
               En nuestro caso, con el advenimiento de la Democracia en Sudamérica, entramos al “Estado de Derecho” cuya base radica, en un marco demoliberal, no violar ni torcer la Ley. Sin embargo, en el problema que nos ocupa, guiarse por la fría lógica del Derecho implica entrar en colisión con la posibilidad de solución política negociada de un conflicto no previsto por la Teoría Pura del Derecho. El problema planteado por la aplicación de la fría lógica del Derecho a la cuestión del ingreso de Venezuela radica en el hecho de que el “agreement on fundamentals” no existe en este caso porque para su existencia deberían suponerse dos cosas: por un lado, que no hay un fuerte actor político capaz de resistir y por el otro, la aceptación por parte de todos los involucrados de una misma definición de los límites que deben imperar en la convivencia societal. Pero en la medida en que uno –o varios de los actores involucrados– no participa de ese encuadre fundante, se siente lesionado por él y posee el Poder real para sustentar su posición, la lógica del Derecho, considerada neutra a partir del consenso sobre la Teoría Pura del Derecho, pasa a ser visualizada como política y a incidir políticamente en la situación. Por otra parte, en este juego perverso que estamos observando, el actor político por excelencia en el marco del “agreement on fundamentals” demoliberal (el Gobierno Paraguayo) no puede intentar utilizar el Derecho para desactivar un potencial efecto político (la inclusión de Venezuela en el MERCOSUR) sin hacer peligrar el fundamento mismo del estado de Derecho. Todo se puede negociar a partir del reconocimiento –aunque sea tácito– de que el “acuerdo sobre lo esencial” (agreement on fundamentals) ya no existe o ha cambiado.
   
                                                         N O T A S.

   (1) Némesis: Diosa de la venganza en la mitología griega.-
 (2) Marco Tulio Cicerón: “Vida y Discursos”, Tomo V; pp. 665 670; Ediciones Anaconda, Buenos Aires, 1946.-
  (3) Luis Legaz y Lacambra: “Filosofía del Derecho”; p. 40 al 77, 404
        al 467 y 620 al 678. BOSCH, Casa Editorial, S.A. Barcelona,1975.     
  (4) C. Cossio: “Hans Kelsen, el Jurista de la Época Contemporánea” en “Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata”, p. 13-14; Editorial Jurídica Argentina, Buenos Aires, 1946.-
    (5) Hans Kelsen: “Zur Theorie der Juristischen Fiktionen (Hacia  la
          Teoría de las Ficciones Jurídicas),  1919.-   

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