sábado, 25 de enero de 2014

LA CUESTION SOCIAL




                                  ANÁLISIS DE SITUACIÓN ESPECIAL
                                
   TRES DESAFÍOS PARA EL PRESIDENTE CARTES.
                                               III
                                                   
EL PROBLEMA ECONÓMICO Y LA CUESTIÓN SOCIAL.
                                         
1.- TRABAJADORES: OBREROS  Y  EMPLEADOS.

                                  Con ojos secos, lúgubres y ardientes,
                                  rechinando los dientes,
                                  se sienta en su telar el tejedor:
                                  ¡Oh, patria vieja, tu capuz zurcimos,
                                  tres maldiciones en la tela urdimos.
                                  Adelante, adelante el tejedor!
                  
                           ¡Maldito el falso Dios que implora en vano
                                  en invierno tirano, muerto de hambre
                                  el jayán en su obrador!
                                  ¡En vano fue la queja y la esperanza;
                            al Dios que nos burló, guerra y venganza.
                                  Adelante, adelante el tejedor!

                                  ¡Maldito el falso Rey del poderoso,
                                  cuyo pecho orgulloso
                                  nuestra angustia mortal no conmovió.
                                  El último doblón nos arrebata,
                                  y como a perros luego el Rey nos trata.
                                  Adelante, adelante el tejedor!

                                  ¡Maldito el falso Estado en que florece
                                  y como hiedra crece,
                                  cubierto de fango el público baldón.
                                  Donde la tempestad la flor aventa
                                  y el gusano con podre se sustenta.
                                  Adelante, adelante el tejedor!

                                  ¡Corre, corre sin miedo tela mía,
                                   tierra maldita, tierra sin honor!
                                   ¡Oh, patria vieja, tu capuz zurcimos:
                                   tres veces tres, la maldición urdimos.
                                   ¡Adelante, adelante el tejedor!
                                   Heinrich Heine: “El Tejedor”.
                                   …………………………………

               Es indudable que la situación de la clase obrera y empleados de baja clase media no es para nada envidiable. Al exiguo salario mínimo que perciben hay que agregar el no pago de horas  extras trabajadas, ni el de los domingos y feriados, así como el incumplimiento de las ocho horas diarias de jornada legal más la falta del seguro social en muchos casos. La lenidad de los Inspectores de la Dirección del Trabajo es tema de protesta constante así como de su tendencia a “transar” con los empleadores en caso de violación flagrante. La ya débil clase obrera se halla fragmentada en varios Sindicatos, hecho que la debilita aún más y lo mismo sucede con los Empleados y afines. Es necesario estimular la formación de unos Sindicatos unidos y fuertes capaces de negociar de verdad, unas empresas que democratizar, un plan para dominar el desarrollo, una mejor difusión del saber y la cultura entre los trabajadores, una sociedad que descentralizar: porque no habrá justicia social sin que sean destruidas las estructuras que afianzan el poder de clase de los grupos dominantes.
               Estamos entrando a abordar el campo económico y social. Pero antes de analizar la política del gobierno de Lugo, los liberales y la izquierda recientemente defenestrada, y  las consecuencias de la experiencia llamada “Alianza Patriótica para el Cambio” sobre la vida de los paraguayos, tal vez podríamos montar el decorado. A pesar de no mostrar excesivo interés por la suerte de los obreros y empleados, la Izquierda, movida por su inclinación ideológica “Castro-Guevarista”, que le hizo prestar más atención a los movimientos campesinos, sí hizo sentir su influencia, lo que llevó al movimiento Obrero a quedar entre dos fuegos: el fuego del “marxismo-leninismo” con su teoría del Partido como vanguardia de las masas, con su estrategia de conquista del poder del Estado como condición previa y, después, principal órgano de todo cambio fundamental ; y el fuego también de la democracia social (a la cual adherimos los Nacionalistas Republicanos), que privilegia la ley y las instituciones como medio de cambio y sólo piensa en la transformación social al ritmo electoral y en libertad. Porque ¿qué es lo que intenta el nuevo modelo del Partido Nacional Republicano, si no es definir una estrategia original para el cambio de la sociedad? Y creemos, que la identificación de la Izquierda paraguaya con la clase campesina y obrera y su misión de “pueblo elegido” de una parte, y de otra parte la gestión institucional de los Liberales, llevaron al país a un callejón sin salida.
               Estamos de acuerdo en que no hay emancipación en el tiempo libre sin emancipación en el trabajo, y que ningún proyecto Colorado puede poner en un callejón sin salida el porvenir del trabajo ni del país, pero discutimos fuertemente la teoría izquierdista Bolivariana sobre la “muerte” de los Partidos Políticos tradicionales y su capacidad, junto con los movimientos asociativos, para ocupar el lugar supuestamente vacante de esos Partidos y aún de los Sindicatos.
       Nosotros reconocemos las dificultades que tienen los Sindicatos para adaptarse a las actividades surgidas de la transformación de los oficios y de las técnicas, y por consiguiente, para hacerse cargo de las nuevas responsabilidades. Y sabemos bien que esa adaptación y la calificación de la mano de obra  con aumento de la productividad hará que el asalariado perciba un mejor salario y ¿qué trabajador lo despreciaría? Para poner un ejemplo actual. Es obvio que con dos millones setecientos mil  guaraníes mensuales se vive mejor que con un millón ochocientos mil. Vivir mejor, vivir de otro modo, son unos temas que los colorados hemos lanzado siempre y que, ahora, con Horacio Cartes debe hacerse realidad. Por eso no quitamos ni una coma a su sólido argumento según el cual “no hay Coloradismo sin buenas condiciones de trabajo, sin seguridad social, sin prevención del riesgo de enfermedades profesionales, sin una concepción distinta de la organización del trabajo y de las cualificaciones”.
               ¿Eso es todo? No. Nosotros no desdeñamos el “sistema electoral” de la democracia que los republicanos hemos practicado tanto como hemos podido desde el advenimiento de la transición. Pero también creemos que todo cambio fundamental ha de pasar antes por la conquista del poder del Estado. Agregaremos que tampoco habrá “Modernización Transformadora” sin que sean destruidas las estructuras que afianzan el poder de clase de los grupos dominantes, sin que se instituyan otras para que el cambio sea duradero, pero en democracia y libertad. Porque el valor intelectual y la inteligencia política nacida en el Movimiento “Honor Colorado” y extendida a los colorados en general –si se les da importancia ahora que se conquistó el poder– contribuirán entonces a orientar el rumbo del siglo hacia la sociedad que hemos de construir todos los paraguayos juntos. Mirando eso, los Parlamentarios adheridos al Partido Colorado votaron el 21 y 22 de Junio de 2012 contra el que fuera el candidato único de la Izquierda y de los Liberales.
          Pero después hemos continuado en la oposición porque no somos un Partido de Derecha y queremos ser por todas partes, la proyección política de un mismo, poderoso y único movimiento Obrero que pueda disponer en el Paraguay de auténticos medios de influencia para sus negociaciones con el Gobierno y la Patronal puesto que no condenamos el reformismo, aunque la palabra lleva el peso de una historia lamentable; pero si el reformismo de un Sindicato consiste en negociar ventajas para sus poderdantes, creemos que ésa es su función. ¡Viva la libertad, hasta cuando nos molesta!
               En las pasadas justas electorales sólo una victoria política del nuevo Nacionalismo Republicano de Horacio Cartes podía dar una respuesta duradera a las reivindicaciones sociales. Sin esa victoria, las ventajas adquiridas en la lucha siempre serían puestas en tela de juicio. La derecha Liberal no firma más que treguas. ¿Quién habría imaginado hace unos treinta y cinco años que en los países que rodean al Paraguay se habría de dar el desmantelamiento de la Seguridad Social y la privatización indiscriminada del sector público que aquí también empezó con Wasmosy? Por eso, todo lo que perjudicaba a la conquista del Poder por un nuevo Partido Colorado de Centroizquierda (que, ideológicamente, siempre lo fue) perjudicaba también a la causa de los trabajadores, pues creíamos que al acceder al Poder el Gobierno Colorado  intentaría concluir un Pacto con los Sindicatos –que si llegan las grandes inversiones y el establecimiento de industrias, con aumento del empleo, crecerán en número de afiliados y aumentarán su “Poder Fáctico”– reuniendo una “Conferencia Nacional”, ya que suele suceder que son los mismos Sindicatos quienes reclaman la presencia del Gobierno a la mesa de negociaciones. Ahora bien, debemos reconocer que el poder es la propiedad. De un modo general, los cuadros de obreros y empleados no tienen todavía un conocimiento de la estrategia industrial, de las inversiones, de los objetivos operacionales, de los mercados, ni siquiera del presupuesto de la empresa a la que dedican su tiempo, su saber y su capacidad creadora. Por eso, si el nuevo Partido Colorado propusiese la formación de los comités de empresa, la creación de comités de grupos y de Holdings en el sector privado, y unos consejos de administración tripartitos y unos de unidad, de taller o de servicios en el sector estatal, estaría defendiendo la dignidad de los cuadros de trabajadores.
           En cuanto al sistema de Seguridad Social y regímenes complementarios y del Seguro de Vejez y la Jubilación, ninguna de las ventajas conseguidas deberá ser discutida, a no ser para mejorarlas. La institución de un régimen unificado de Seguridad Social, que figura en el programa del Partido Colorado, desembocará en una sensible mejora de las prestaciones, y por consiguiente, de las condiciones de vida y de retiro del conjunto de los asalariados. Los sistemas de retiro complementario deberán ser incluidos hasta que se alcance el objetivo de una jubilación para todos que suponga por lo menos el 75% del salario de los diez mejores años de trabajo. Sea como sea, este Gobierno de orientación colorada, no tendría que decidir nada sin previo acuerdo con las Organizaciones Sindicales interesadas.                                         Los afiliados al Partido Colorado pertenecen en su mayoría al sector primario y terciario, pero la proporción de obreros continúa creciendo y es fuerte. Esta proporción disminuye entre los responsables locales y nacionales: cuestión de tiempo, de lenguaje, de costumbre, y el Presidente Cartes debe esforzarse en remediarlo; pero aunque el Partido Colorado no es, stricto sensu, un partido obrero, aparece ante la opinión pública como un Partido de asalariados. Los más críticos al coloradismo lo llaman un partido de funcionarios públicos lo cual no es enteramente exacto y a pesar de todos los errores e imperfecciones, el Partido ha ampliado considerablemente su audiencia en los últimos diez años, porque sabemos que la explotación del hombre por el hombre no se detiene en las fronteras del mundo obrero.
         Ahora sería interesente precisar la posición de Cartes y el nuevo modelo de Partido Nacional Republicano sobre una libertad de la que se ha dicho que es recusada por los colorados –por ser estatistas– y es la Libertad de Empresa. Es una acusación errónea pues ya los clásicos del coloradismo de principios del siglo XX explicaron que propiciaban la intervención del Estado en la economía solamente cuando fuera estrictamente necesario para corregir o paliar los defectos de la empresa privada o del mercado. Pero ¿Quién posee hoy la libertad de empresa? En principio, todo el mundo. Sin embargo, en la práctica, no basta con tener una buena idea y ánimos para crear una empresa. Hay que reunir los medios, encontrar capital, beneficiarse de ayudas. Los bancos conceden créditos con cuentagotas. Por otro lado, las grandes Firmas disponen de mil posibilidades para someter a sus intereses o anular tal o cual empresa incómoda para su hegemonía. La libertad, en el sistema económico en que estamos, viene a ser con demasiada frecuencia –según la expresión de Rosa Luxemburgo– la del zorro libre en el gallinero libre. Los más fuertes dan cuenta de los más débiles, sea aplastándoles, sea imponiéndoles su tutela. Amenazados por la concentración capitalista y situados en una mutación económica acelerada, el comercio, el artesanado y las PYMES están expuestos a una crisis cuya gravedad se mide por el número de quiebras. Empero, la experiencia, buena consejera, y el conocimiento de la historia, han enseñado a los colorados a descartar la tesis de la tabla rasa de la izquierda extremista: de que la libertad de empresas y el incentivo de la ganancia es el germen de las taras de nuestra sociedad. Los Dirigentes más avanzados del Partido Colorado creen que, en una economía basada en el desarrollo social, y en que la lucha contra los despilfarros y la corrupción debe ser intensificada, la empresa de tamaño mediano, industrial, comercial o artesanal, ofrece un campo natural a la innovación técnica y a la creación de empleos. Las PYMES cubren ya un buen porcentaje del territorio del empleo: abren así la posibilidad de satisfacer unas necesidades nuevas que se le escapan a la producción en masa, y contribuyen, finalmente, a mantener el equilibrio entre los medios rural y urbano, entre la ciudad y su periferia; lo mismo puede decirse de las COOPERATIVAS.
                    Ahora bien, es necesario que nuestra economía crezca para darle empleo y un mejor nivel de vida a la población paraguaya. La urgencia de este requerimiento ha sido la excusa para que algunos mal intencionados planteen que la República debe primero progresar económicamente y que la actividad política debe quedar subordinada a las previas soluciones económicas. Pero entre Política y Economía no existe tal antinomia. Toda dirección económica tiene paralela una línea política consecuente con aquella. Si tomamos como meta de nuestras aspiraciones económicas mejorar la situación actual, si aspiramos a desarrollar nuestra economía. multiplicandola, el primer paso a dar deberá ser poner en ejecución un plan de crecimiento económico. Y este Plan solamente podrá ser llevado a cabo si recibe el apoyo político organizado de sus beneficiarios: los grandes núcleos nacionales de trabajadores, campesinos, profesionales, agricultores, comerciantes e industriales. Un plan efectivo de desarrollo económico sólo será llevado a cabo si sus Ejecutivos, ya desde el Poder, logran el respaldo político de las mayorías ciudadanas.
                    Por razones tan valederas como el bajo nivel de vida de nuestro país; los abusos de las grandes corporaciones; el capitalismo feroz y primitivo de muchos empresarios –en años atrás y también en los que corren– el pensamiento económico del ciudadano medio propugnaba una violenta política Estatal distributiva dirigida a aumentar indefinidamente los salarios. Se razonaba que con la merma de las utilidades del Empresario y el aumento correlativo de los ingresos del trabajador, la economía nacional se fortalecía. Sin embargo, aún en el caso extremo de que un Gobierno se incaute de todas las utilidades y las reparta entre los trabajadores (como quiere la extrema izquierda Luguista), ello no aumentaría sustancialmente el nivel de vida de la población ni el poderío económico del país: eso sería redistribuir infantilmente el ingreso nacional del Paraguay, de por sí pequeño, como quien reparte los pedazos de una torta. Más importante que todo eso, es tratar de lograr una torta más grande para la Nación. Entonces cada uno tendrá más.
               Lo primordial es el acento de la Política Gubernamental: si el distributivo o el productivo. Si se le quita a uno su pedazo de torta para repartir pedacitos, o si logramos hacer la torta más grande y desde luego más justamente repartida. Por supuesto que el Gobierno Democrático del Partido Colorado ha de cuidar celosamente por altos salarios para el trabajador, por altos ingresos para sus ciudadanos. Junto a esa política distributiva, de justicia social, estará obligado a hacer crecer la economía paraguaya, desarrollarla, poner la técnica en la producción nueva. Si no crecemos económicamente, ponemos en peligro nuestros actuales ingresos. Si nuestra economía se estanca o si aún creciendo no se modifica la estructura existente, al paso que la población del país continúa aumentando, acabaremos por morir de hambre.
               Debemos examinar ahora la excesiva concentración de la riqueza y sus consecuencias. Algunos afirman que la desigualdad de las fortunas no ha aumentado sensiblemente desde los años ochenta hasta el presente. Eso es negar las abrumadoras pruebas en contrario, es ignorar deliberadamente los indicios que nos suministran el aumento de la pobreza, la disminución del poder adquisitivo de las clases medias, la decadencia del ingreso medio asalariado, el rápido aumento del número de multimillonarios en paralelo con el número de los sin  hogar y los sin tierras, los máximos históricos de los tipos de interés y la exagerada especulación. También están los que afirman que no hay contradicción entre la disparidad de las fortunas y el interés general: “¿Qué hay de malo en ello?”, dicen. Nuestra respuesta es que la concentración excesiva de la riqueza representa un cáncer social que, en el mejor de los casos, sirve para mermar el nivel de vida general, y en condiciones desfavorables precipita las depresiones y, porqué no, la ingobernabilidad generalizada y aún Revoluciones. Opinamos que la excesiva concentración de la riqueza ejerce los efectos deletéreos siguientes sobre cualquier sistema económico:

1.-Favorece las absorciones de Empresas y la tendencia a la formación de Monopolios, siendo por tanto contraria a la libertad de empresa. 2.-Priva de incentivo a la laboriosidad y fomenta la especulación. 3.-Incrementa el endeudamiento interior. 4.-Favorece el aumento de los tipos de interés.
 5.-Fomenta el déficit comercial. 6.-Socava la estabilidad del sistema Bancario. 7.-Acaba por desencadenar la depresión. 8.-Suele crear las condiciones para que se produzcan disturbios violentos.
               Uno de los argumentos comúnmente aducidos por aquellos que hemos citado es que si la sociedad se empeña en poner trabas al enriquecimiento, fallará el incentivo para el trabajo, y se resentirá la productividad, lo que produciría un deterioro general del nivel de vida. Pero, ¿qué hacen con su dinero los sumamente ricos? Serias investigaciones de sociólogos y economistas concluyen que la opulencia tiende a destruir la ética del trabajo e inclina a la avaricia, pero que también destruye la disposición para invertir e inclina a la especulación. Los economistas suelen definir la inversión como el gasto dedicado a fábricas, instalaciones fabriles y maquinaria. También la compra de una casa nueva se considera como una inversión. Este tipo de gastos genera puestos de trabajo y mejora la productividad del mismo. La compra de acciones, obligaciones y otros títulos no se consideran como inversiones sino como”gestión de cartera”. Y cuando la Gestión de Cartera implica pedir dinero prestado, los economistas la laman Especulación. También se dice que especula el que emplea dinero propio para comprar valores de alto riesgo, acciones, obligaciones u otros instrumentos que ofrezcan una remuneración muy elevada pero que impliquen por otra parte una posibilidad muy grande de pérdida.
             Vemos, pues, que hay una diferencia crucial entre las especulaciones y las verdaderas inversiones. La especulación es para el lucro personal rápido; no crea empleos ni fomenta la productividad, y desestabiliza a la larga la economía. La inversión también es para el lucro personal, pero funciona mediante la fundación o la expansión de una empresa; los frutos se recogen después de mucho trabajo y paciencia, y la rentabilidad es relativamente baja aunque el riesgo de fracaso sea también bajo. O dicho de otro modo: normalmente los muy ricos (salvo excepciones) no invierten, sino que especulan, y en ese proceso juegan con la vida de otras personas. No crean empleo, lo destruyen. Son especuladores, no empresarios dedicados a crear o ampliar empresas. Y es ley general que, siempre que aumenta la desigualdad de las fortunas con ella aumenta la especulación. Por eso, el Gobierno que quiere formular una teoría, una línea política o un “Nuevo Rumbo” más justo, debe dejar de lado las excepciones y  fijarse en la “ley general”.



              

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