ANÁLISIS DE
SITUACIÓN ESPECIAL
TRES DESAFÍOS PARA EL
PRESIDENTE CARTES.
III
EL PROBLEMA ECONÓMICO Y LA CUESTIÓN SOCIAL.
1.- TRABAJADORES: OBREROS Y
EMPLEADOS.
Con ojos
secos, lúgubres y ardientes,
rechinando
los dientes,
se sienta en
su telar el tejedor:
¡Oh, patria
vieja, tu capuz zurcimos,
tres
maldiciones en la tela urdimos.
Adelante,
adelante el tejedor!
¡Maldito el
falso Dios que implora en vano
en invierno
tirano, muerto de hambre
el jayán en
su obrador!
¡En vano fue la queja
y la esperanza;
al Dios que
nos burló, guerra y venganza.
Adelante,
adelante el tejedor!
¡Maldito el
falso Rey del poderoso,
cuyo pecho
orgulloso
nuestra
angustia mortal no conmovió.
El último
doblón nos arrebata,
y como a perros
luego el Rey nos trata.
Adelante,
adelante el tejedor!
¡Maldito el
falso Estado en que florece
y como hiedra
crece,
cubierto de fango el público baldón.
Donde la
tempestad la flor aventa
y el gusano
con podre se sustenta.
Adelante,
adelante el tejedor!
¡Corre, corre sin miedo
tela mía,
tierra
maldita, tierra sin honor!
¡Oh, patria
vieja, tu capuz zurcimos:
tres veces
tres, la maldición urdimos.
¡Adelante,
adelante el tejedor!
Heinrich Heine: “El Tejedor”.
…………………………………
Es indudable que la situación de
la clase obrera y empleados de baja clase media no es para nada envidiable. Al
exiguo salario mínimo que perciben hay que agregar el no pago de horas extras trabajadas, ni el de los domingos y
feriados, así como el incumplimiento de las ocho horas diarias de jornada legal
más la falta del seguro social en muchos casos. La lenidad de los Inspectores
de la Dirección
del Trabajo es tema de protesta constante así como de su tendencia a “transar”
con los empleadores en caso de violación flagrante. La ya débil clase obrera se
halla fragmentada en varios Sindicatos, hecho que la debilita aún más y lo
mismo sucede con los Empleados y afines. Es necesario estimular la formación de unos Sindicatos unidos y fuertes capaces de
negociar de verdad, unas empresas que democratizar, un plan para dominar el
desarrollo, una mejor difusión del saber y la cultura entre los trabajadores,
una sociedad que descentralizar: porque no habrá justicia social sin que sean
destruidas las estructuras que afianzan el poder de clase de los grupos
dominantes.
Estamos entrando a abordar el
campo económico y social. Pero antes de analizar la política del gobierno de
Lugo, los liberales y la izquierda recientemente defenestrada, y las consecuencias de la experiencia llamada
“Alianza Patriótica para el Cambio” sobre la vida de los paraguayos, tal vez
podríamos montar el decorado. A pesar de no mostrar excesivo interés por la
suerte de los obreros y empleados, la Izquierda, movida por su inclinación ideológica
“Castro-Guevarista”, que le hizo prestar más atención a los movimientos
campesinos, sí hizo sentir su influencia, lo que llevó al movimiento Obrero a
quedar entre dos fuegos: el fuego del “marxismo-leninismo” con su teoría del
Partido como vanguardia de las masas, con su estrategia de conquista del poder
del Estado como condición previa y, después, principal órgano de todo cambio
fundamental ; y el fuego también de la democracia social (a la cual adherimos
los Nacionalistas Republicanos), que privilegia la ley y las instituciones como
medio de cambio y sólo piensa en la transformación social al ritmo electoral y
en libertad. Porque ¿qué es lo que intenta el nuevo modelo del Partido Nacional
Republicano, si no es definir una estrategia original para el cambio de la
sociedad? Y creemos, que la identificación de la Izquierda paraguaya con
la clase campesina y obrera y su misión de “pueblo elegido” de una parte, y de
otra parte la gestión institucional de los Liberales, llevaron al país a un
callejón sin salida.
Estamos de acuerdo en que no hay
emancipación en el tiempo libre sin emancipación en el trabajo, y que ningún
proyecto Colorado puede poner en un callejón sin salida el porvenir del trabajo
ni del país, pero discutimos fuertemente la teoría izquierdista Bolivariana
sobre la “muerte” de los Partidos Políticos tradicionales y su capacidad, junto
con los movimientos asociativos, para ocupar el lugar supuestamente vacante de
esos Partidos y aún de los Sindicatos.
Nosotros reconocemos las dificultades que tienen los Sindicatos para adaptarse a las actividades surgidas de la transformación de los oficios y de las técnicas, y por consiguiente, para hacerse cargo de las nuevas responsabilidades. Y sabemos bien que esa adaptación y la calificación de la mano de obra con aumento de la productividad hará que el asalariado perciba un mejor salario y ¿qué trabajador lo despreciaría? Para poner un ejemplo actual. Es obvio que con dos millones setecientos mil guaraníes mensuales se vive mejor que con un millón ochocientos mil. Vivir mejor, vivir de otro modo, son unos temas que los colorados hemos lanzado siempre y que, ahora, con Horacio Cartes debe hacerse realidad. Por eso no quitamos ni una coma a su sólido argumento según el cual “no hay Coloradismo sin buenas condiciones de trabajo, sin seguridad social, sin prevención del riesgo de enfermedades profesionales, sin una concepción distinta de la organización del trabajo y de las cualificaciones”.
Nosotros reconocemos las dificultades que tienen los Sindicatos para adaptarse a las actividades surgidas de la transformación de los oficios y de las técnicas, y por consiguiente, para hacerse cargo de las nuevas responsabilidades. Y sabemos bien que esa adaptación y la calificación de la mano de obra con aumento de la productividad hará que el asalariado perciba un mejor salario y ¿qué trabajador lo despreciaría? Para poner un ejemplo actual. Es obvio que con dos millones setecientos mil guaraníes mensuales se vive mejor que con un millón ochocientos mil. Vivir mejor, vivir de otro modo, son unos temas que los colorados hemos lanzado siempre y que, ahora, con Horacio Cartes debe hacerse realidad. Por eso no quitamos ni una coma a su sólido argumento según el cual “no hay Coloradismo sin buenas condiciones de trabajo, sin seguridad social, sin prevención del riesgo de enfermedades profesionales, sin una concepción distinta de la organización del trabajo y de las cualificaciones”.
¿Eso es todo? No. Nosotros no
desdeñamos el “sistema electoral” de la democracia que los republicanos hemos
practicado tanto como hemos podido desde el advenimiento de la transición. Pero
también creemos que todo cambio fundamental ha de pasar antes por la conquista
del poder del Estado. Agregaremos que tampoco habrá “Modernización
Transformadora” sin que sean destruidas las estructuras que afianzan el
poder de clase de los grupos dominantes, sin que se instituyan otras para que
el cambio sea duradero, pero en democracia y libertad. Porque el valor
intelectual y la inteligencia política nacida en el Movimiento “Honor Colorado” y extendida a los
colorados en general –si se les da importancia ahora que se conquistó el poder–
contribuirán entonces a orientar el rumbo del siglo hacia la sociedad que hemos
de construir todos los paraguayos juntos. Mirando eso, los Parlamentarios
adheridos al Partido Colorado votaron el 21 y 22 de Junio de 2012 contra el que
fuera el candidato único de la
Izquierda y de los Liberales.
Pero después hemos continuado en la
oposición porque no somos un Partido de Derecha y queremos ser por todas
partes, la proyección política de un mismo, poderoso y único movimiento Obrero
que pueda disponer en el Paraguay de auténticos medios de influencia para sus
negociaciones con el Gobierno y la
Patronal puesto que no condenamos el reformismo, aunque la
palabra lleva el peso de una historia lamentable; pero si el reformismo de un
Sindicato consiste en negociar ventajas para sus poderdantes, creemos que ésa
es su función. ¡Viva la libertad, hasta cuando nos molesta!
En las pasadas justas electorales
sólo una victoria política del nuevo Nacionalismo Republicano de Horacio Cartes podía dar una respuesta
duradera a las reivindicaciones sociales. Sin esa victoria, las ventajas
adquiridas en la lucha siempre serían puestas en tela de juicio. La derecha
Liberal no firma más que treguas. ¿Quién habría imaginado hace unos treinta y cinco
años que en los países que rodean al Paraguay se habría de dar el
desmantelamiento de la Seguridad Social
y la privatización indiscriminada del sector público que aquí también empezó
con Wasmosy? Por eso, todo lo que perjudicaba
a la conquista del Poder por un nuevo Partido Colorado de Centroizquierda (que,
ideológicamente, siempre lo fue) perjudicaba también a la causa de los trabajadores,
pues creíamos que al acceder al Poder el Gobierno Colorado intentaría concluir un Pacto con los
Sindicatos –que si llegan las grandes inversiones y el establecimiento de
industrias, con aumento del empleo, crecerán en número de afiliados y aumentarán
su “Poder Fáctico”– reuniendo una “Conferencia Nacional”, ya que suele suceder
que son los mismos Sindicatos quienes reclaman la presencia del Gobierno a la
mesa de negociaciones. Ahora bien, debemos reconocer que el poder es la
propiedad. De un modo general, los cuadros de obreros y empleados no tienen
todavía un conocimiento de la estrategia industrial, de las inversiones, de los
objetivos operacionales, de los mercados, ni siquiera del presupuesto de la
empresa a la que dedican su tiempo, su saber y su capacidad creadora. Por eso,
si el nuevo Partido Colorado propusiese la formación de los comités de empresa,
la creación de comités de grupos y de Holdings
en el sector privado, y unos consejos de administración tripartitos y unos de
unidad, de taller o de servicios en el sector estatal, estaría defendiendo la
dignidad de los cuadros de trabajadores.
En cuanto al sistema de
Seguridad Social y regímenes complementarios y del Seguro de Vejez y la Jubilación, ninguna de
las ventajas conseguidas deberá ser discutida, a no ser para mejorarlas. La
institución de un régimen unificado de Seguridad Social, que figura en el
programa del Partido Colorado, desembocará en una sensible mejora de las
prestaciones, y por consiguiente, de las condiciones de vida y de retiro del
conjunto de los asalariados. Los sistemas de retiro complementario deberán ser
incluidos hasta que se alcance el objetivo de una jubilación para todos que
suponga por lo menos el 75% del salario de los diez mejores años de trabajo.
Sea como sea, este Gobierno de orientación colorada, no tendría que decidir
nada sin previo acuerdo con las Organizaciones Sindicales interesadas. Los afiliados al Partido
Colorado pertenecen en su mayoría al sector primario y terciario, pero la
proporción de obreros continúa creciendo y es fuerte. Esta proporción disminuye
entre los responsables locales y nacionales: cuestión de tiempo, de lenguaje,
de costumbre, y el Presidente Cartes
debe esforzarse en remediarlo; pero aunque el Partido Colorado no es, stricto sensu, un partido obrero,
aparece ante la opinión pública como un Partido de asalariados. Los más
críticos al coloradismo lo llaman un partido de funcionarios públicos lo cual
no es enteramente exacto y a pesar de todos los errores e imperfecciones, el
Partido ha ampliado considerablemente su audiencia en los últimos diez años,
porque sabemos que la explotación del hombre por el hombre no se detiene en las
fronteras del mundo obrero.
Ahora sería interesente
precisar la posición de Cartes y el
nuevo modelo de Partido Nacional Republicano sobre una libertad de la que se ha
dicho que es recusada por los colorados –por ser estatistas– y es la Libertad de Empresa. Es
una acusación errónea pues ya los clásicos del coloradismo de principios del
siglo XX explicaron que propiciaban la intervención del Estado en la economía
solamente cuando fuera estrictamente necesario para corregir o paliar los
defectos de la empresa privada o del mercado. Pero ¿Quién posee hoy
la libertad de empresa? En principio, todo el mundo. Sin embargo, en la
práctica, no basta con tener una buena idea y ánimos para crear una empresa.
Hay que reunir los medios, encontrar capital, beneficiarse de ayudas. Los
bancos conceden créditos con cuentagotas. Por otro lado, las grandes Firmas
disponen de mil posibilidades para someter a sus intereses o anular tal o cual
empresa incómoda para su hegemonía. La libertad, en el sistema económico en que
estamos, viene a ser con demasiada frecuencia –según la expresión de Rosa
Luxemburgo– la del zorro libre en el gallinero libre. Los más fuertes dan
cuenta de los más débiles, sea aplastándoles, sea imponiéndoles su tutela.
Amenazados por la concentración capitalista y situados en una mutación
económica acelerada, el comercio, el artesanado y las PYMES están expuestos a
una crisis cuya gravedad se mide por el número de quiebras. Empero, la
experiencia, buena consejera, y el conocimiento de la historia, han enseñado a
los colorados a descartar la tesis de la
tabla rasa de la izquierda extremista: de que la libertad de empresas y el
incentivo de la ganancia es el germen de las taras de nuestra sociedad. Los
Dirigentes más avanzados del Partido Colorado creen que, en una economía basada
en el desarrollo social, y en que la lucha contra los despilfarros y la
corrupción debe ser intensificada, la
empresa de tamaño mediano, industrial, comercial o artesanal, ofrece un
campo natural a la innovación técnica y a la creación de empleos. Las PYMES cubren ya un buen porcentaje del
territorio del empleo: abren así la posibilidad de satisfacer unas necesidades
nuevas que se le escapan a la producción en masa, y contribuyen, finalmente, a
mantener el equilibrio entre los medios rural y urbano, entre la ciudad y su
periferia; lo mismo puede decirse de las COOPERATIVAS.
Ahora bien, es necesario
que nuestra economía crezca para darle empleo y un mejor nivel de vida a la
población paraguaya. La urgencia de este requerimiento ha sido la excusa para
que algunos mal intencionados planteen que la República debe primero progresar económicamente y que
la actividad política debe quedar subordinada a las previas soluciones
económicas. Pero entre Política y Economía no existe tal antinomia. Toda
dirección económica tiene paralela una línea política consecuente con aquella.
Si tomamos como meta de nuestras aspiraciones económicas mejorar la situación
actual, si aspiramos a desarrollar nuestra economía. multiplicandola, el primer
paso a dar deberá ser poner en ejecución un plan de crecimiento
económico. Y este Plan solamente podrá ser llevado a cabo
si recibe el apoyo político organizado de sus beneficiarios: los grandes
núcleos nacionales de trabajadores, campesinos, profesionales, agricultores,
comerciantes e industriales. Un plan
efectivo de desarrollo económico sólo
será llevado a cabo
si sus Ejecutivos, ya desde el Poder, logran el respaldo político de
las mayorías ciudadanas.
Por razones tan valederas como el bajo nivel de vida
de nuestro país; los abusos de las grandes corporaciones; el capitalismo feroz
y primitivo de muchos empresarios –en años atrás y también en los que corren–
el pensamiento económico del ciudadano medio propugnaba una violenta
política Estatal distributiva dirigida a aumentar indefinidamente los salarios.
Se razonaba que con la merma de las utilidades del Empresario y el aumento
correlativo de los ingresos del trabajador, la economía nacional se fortalecía.
Sin embargo, aún en el caso extremo de que un Gobierno se incaute de todas las
utilidades y las reparta entre los trabajadores (como quiere la extrema
izquierda Luguista), ello no aumentaría sustancialmente el nivel de vida de la
población ni el poderío económico del país: eso sería redistribuir
infantilmente el ingreso nacional del Paraguay, de por sí pequeño, como quien
reparte los pedazos de una torta. Más importante que todo eso, es tratar de
lograr una torta más grande para la Nación.
Entonces cada uno tendrá más.
Lo primordial es el acento de la Política Gubernamental:
si el distributivo o el productivo. Si se le quita a uno su
pedazo de torta para repartir pedacitos, o si logramos hacer la torta más
grande y desde luego más justamente repartida. Por supuesto que el Gobierno
Democrático del Partido Colorado ha de cuidar celosamente por altos salarios
para el trabajador, por altos ingresos para sus ciudadanos. Junto a esa
política distributiva, de justicia social, estará obligado a hacer crecer la economía paraguaya, desarrollarla,
poner la técnica en la producción nueva. Si no crecemos económicamente, ponemos
en peligro nuestros actuales ingresos. Si
nuestra economía se estanca o si aún creciendo no se modifica la estructura
existente, al paso que la población del país continúa aumentando, acabaremos
por morir de hambre.
Debemos examinar ahora la excesiva concentración de la riqueza y sus consecuencias. Algunos afirman que
la desigualdad de las fortunas no ha aumentado sensiblemente desde los años
ochenta hasta el presente. Eso es negar las abrumadoras pruebas en contrario,
es ignorar deliberadamente los indicios que nos suministran el aumento de la
pobreza, la disminución del poder adquisitivo de las clases medias, la
decadencia del ingreso medio asalariado, el rápido aumento del número de
multimillonarios en paralelo con el número de los sin hogar y los sin tierras, los máximos
históricos de los tipos de interés y la exagerada especulación. También están
los que afirman que no hay contradicción entre la disparidad de las fortunas y
el interés general: “¿Qué hay de malo en ello?”, dicen. Nuestra respuesta es
que la concentración excesiva de la riqueza representa un cáncer social que, en
el mejor de los casos, sirve para mermar el nivel de vida general, y en condiciones
desfavorables precipita las depresiones y, porqué no, la ingobernabilidad
generalizada y aún Revoluciones. Opinamos que la excesiva concentración de la
riqueza ejerce los efectos deletéreos siguientes sobre cualquier sistema
económico:
1.-Favorece
las absorciones de Empresas y la tendencia a la formación de Monopolios, siendo
por tanto contraria a la libertad de empresa. 2.-Priva de incentivo a la
laboriosidad y fomenta la especulación. 3.-Incrementa el endeudamiento
interior. 4.-Favorece el aumento de los tipos de interés.
5.-Fomenta el déficit comercial. 6.-Socava la
estabilidad del sistema Bancario. 7.-Acaba por desencadenar la depresión. 8.-Suele
crear las condiciones para que se produzcan disturbios violentos.
Uno de los argumentos comúnmente
aducidos por aquellos que hemos citado es que si la sociedad se empeña en poner
trabas al enriquecimiento, fallará el incentivo para el trabajo, y se resentirá
la productividad, lo que produciría un deterioro general del nivel de vida. Pero,
¿qué hacen con su dinero los sumamente ricos? Serias investigaciones de
sociólogos y economistas concluyen que la opulencia tiende a destruir la ética
del trabajo e inclina a la avaricia, pero que también destruye la disposición
para invertir e inclina a la especulación. Los economistas suelen
definir la inversión como el gasto dedicado a fábricas, instalaciones fabriles
y maquinaria. También la compra de una casa nueva se considera como una
inversión. Este tipo de gastos genera puestos de trabajo y mejora la
productividad del mismo. La compra de acciones, obligaciones y otros títulos
no se consideran como inversiones sino como”gestión de cartera”. Y cuando la Gestión de Cartera implica
pedir dinero prestado, los economistas la laman Especulación. También
se dice que especula el que emplea
dinero propio para comprar valores de alto riesgo, acciones, obligaciones u
otros instrumentos que ofrezcan una remuneración muy elevada pero que impliquen
por otra parte una posibilidad muy grande de pérdida.
Vemos, pues, que hay una diferencia crucial
entre las especulaciones y las
verdaderas inversiones. La especulación es para el lucro personal
rápido; no crea empleos ni fomenta la productividad, y desestabiliza a la larga
la economía. La inversión también es
para el lucro personal, pero funciona mediante la fundación o la expansión de
una empresa; los frutos se recogen después de mucho trabajo y paciencia, y la
rentabilidad es relativamente baja aunque el riesgo de fracaso sea también
bajo. O dicho de otro modo: normalmente los muy ricos (salvo excepciones) no
invierten, sino que especulan, y en ese proceso juegan con la vida de otras
personas. No crean empleo, lo destruyen. Son especuladores, no empresarios
dedicados a crear o ampliar empresas. Y es ley general que, siempre que
aumenta la desigualdad de las fortunas con ella aumenta la especulación. Por
eso, el Gobierno que quiere formular una teoría, una línea política o un “Nuevo
Rumbo” más justo, debe dejar de lado las excepciones y fijarse en la “ley general”.
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