A UN AÑO DEL “NUEVO RUMBO"
En la época de transiciones y grandes cambios que las
sociedades viven, se suscitan generalmente graves perturbaciones ideológicas,
políticas y económicas que pueden llevar a terribles consecuencias, pero que,
sin embargo, también pueden dar lugar a oportunidades únicas de remontar la
adversidad y dirigir a la Nación hacia una era de paz, libertad y esplendor. En
efecto, si llega a surgir en el país un liderazgo aglutinador, munido de
laboriosidad, organización y “visión de futuro” que consustancie a la sociedad
con esas virtudes y ésta haga suya esa visión de futuro, sugerida por su líder,
y ponga empeño en llegar a ser eso que la Dirección le señala, la historia ha
demostrado, en innumerables ocasiones, que ese futuro soñado llega a hacerse
realidad. El Paraguay está inmerso en esa situación y, por lo tanto, presto
para esa gran transformación, ideológica, política y económico-social que hemos
señalado. Todo está por hacerse después del desorden y la postración producidos
por los Gobiernos anteriores sin excepción alguna.
En
éste momento crítico de nuestra historia, Horacio
Cartes ha iniciado una gran cruzada cívica nacionalista, que ya lo ha
convertido en un verdadero “fenómeno político”, puesto que demuestra que ha comprendido
plenamente que un Dirigente que limita su papel a la mera experiencia de su
pueblo se condena al estancamiento; y un Líder que quiere anular la experiencia
de su pueblo se arriesga a no ser comprendido. Pero le espera una tarea de
Hércules, porque ni su experiencia ni sus valores han preparado al Paraguay
para el papel que quiere asignarle Cartes.
Habrá que trabajar mucho. Sin embargo, fue Cartes
quien captó las fuentes de la motivación paraguaya, siendo la principal, tal
vez, que los paraguayos no se consideraban una nación como cualquier otra;
carecían de las bases teóricas y a la vez prácticas para la política de
constante adaptación de los matices del poder, desde una posición de
neutralidad moral, con el sólo propósito de conservar un equilibrio en continuo
cambio. Pero cualesquiera que sean las realidades de la historia del Poder, la
perdurable convicción de Horacio Cartes
es que, en adelante, el carácter peculiar de su pueblo debe residir en la
práctica y la propagación de la democracia, la libertad y la justicia social; y
por otra parte, despertó las emociones de su pueblo con argumentos que eran tan
moralmente elevados y nacionales como
casi incomprensibles para los Dirigentes de otros países latinoamericanos. Él
comprendió que solamente podría superar el instintivo aislacionismo de sus
compatriotas apelando a su fe en la naturaleza firme de sus ideales de
reconstrucción de la patria. Y en cuanto al Orden Internacional: el derecho universal y no el mero
equilibrio, la integridad nacional y no la autoafirmación nacional
“chauvinista”, eran, en su opinión, los fundamentos de ese nuevo orden
internacional.
Las consideraciones precedentes nos
llevan a realizar una breve disquisición entre el “Estadista-guerrero” y el
“Estadista-profeta”: los Estadistas guerreros, se ajustan al mundo en que
viven; para los Profetas, el mundo “real” es el que ellos desean crear. Y en
opinión de Cartes, no hay diferencia
esencial entre la libertad para el Paraguay y la libertad para Latinoamérica y
el resto del mundo; es decir, que el Paraguay no debía inmiscuirse en los propósitos de otros; pero –afirmó en
repetidas ocasiones– nada que concierna a la humanidad “puede sernos ajeno o
indiferente”. Hay que abrirse al Mundo poniendo fin definitivo al
aislamiento. Se debe intervenir activamente para aplicar en el Paraguay
unos valores hasta entonces considerados exclusivos de los Países Centrales
desarrollados, haciendo de ellos unos principios universales, aplicables a
todos. La Diplomacia paraguaya tendría entonces un fundamento moral, cuyo
objetivo básico sería un Orden Internacional nuevo y más justo. Es que desde su
independencia las Naciones Latinoamericanas habían fundamentado su orden en un
equilibrio de los intereses internos nacionales y una agresiva política
exterior en la búsqueda de la seguridad; toda ganancia adicional sólo era un
complemento. Pues bien, la aparición de Cartes en el escenario inaugura una
nueva época del Paraguay, uno de esos raros ejemplos de un Líder que altera fundamentalmente el curso
de la historia de su Patria que, a partir de ahora, ya no podrá ser tratada
como antes por los Estados Latinoamericanos y menos por sus vecinos.
Está muy bien que la Diplomacia paraguaya
busque abrirse al mundo después del brutal atropello sufrido de parte de sus
“socios” del MERCOSUR –y de la persecución implacable de los Gobiernos de
Argentina, Venezuela, y demás gobiernos de los Estados del ALBA, tanto en la
UNASUR como en el PARLATINO– pero no puede seguir ignorando a la 2ª potencia
política, económica y militar del mundo: China,
manteniendo la ficción de la “República de China en Taiwán (que sólo obtuvo
su “independencia” y permanencia gracias a la protección de la VI Flota
Norteamericana) desobedeciendo la Resolución Nº 2.768 de la ONU del 25 de
Octubre de 1971. Al respecto, en una muestra de realismo político y visión de
futuro, el Dr. Diógenes Martínez, durante
su período de Canciller y Senador, ha impulsado ese reconocimiento y continúa
impulsándolo como fundador y Presidente de la “Asociación de Amistad
Paraguay-China”.
Pero ya estuvimos inmersos, en lo partidario y
extra-partido, en la lucha más dura de todas: el “juego de la conquista del
Poder”. El conocido gran escritor Hermann Hesse, en su conocida novela
muy alegórica sobre el tema, “El Juego
de Abalorios”, decía en un pasaje:
“La única forma de aprender las
reglas de este juego de los juegos, consiste
en seguir los cursos habituales, que exigen muchos años de estudio; ninguno de
los iniciados debió tener nunca el menor interés en volver más fáciles las
reglas del juego”. En realidad, el
objetivo del juego del Poder es simple:
saber qué se quiere exactamente y alcanzarlo; en contraste, los movimientos del “juego” son infinitos y
complejos y por lo general implican la manipulación de personas y situaciones
en beneficio propio. En cuanto a las reglas, sólo se descubren si el juego se
sigue hasta el final. Parafraseando a Marx y Lenin, podemos decir: “No juguéis nunca el juego de la
conquista del Poder si no estáis dispuestos, una vez comenzado, a jugarlo hasta
las últimas consecuencias…”
Bien,
después de la caída del Partido, y tras un período de confusión, en la cúpula
superior de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, especialmente la Comisión Ejecutiva, se incorporó un
grupo de individuos que no se distinguían por su inteligencia, su personalidad
ni su visión. Llevados al poder al final de un tormentoso proceso, en Marzo de
2011 fueron electos y aceptados por la masa partidaria no precisamente con
admiración y entusiasmo, sino con una especie de miedo, furia, desilusión y
preocupación. Parecía como que todo el mundo hubiese comprendido su evidente
inferioridad y esperara tan solo que el Partido siguiera arrastrándose hacia
delante de algún modo hasta que un día, renovado y recobrado el vigor,
produjera un Caudillo destinado a ocupar el lugar que hasta entonces
permaneciera vacío y que pudiera volver a conjugar el prestigio personal con el
Liderazgo Partidario y Nacional. Esa Comisión
Ejecutiva –con disidencias– aprobó y
emitió una “Resolución” en la cual se exigía a Horacio Cartes que “deslindase
responsabilidades” respecto a la acusación (sin citar nombres) del Presidente
Uruguayo, Mujica, sobre la existencia de
un “narco-coloradismo”. Y sin
embargo, más tarde, por conveniencia
política, esa misma “Comisión” fue a solicitar el favor de Cartes y ponerse a sus
órdenes. Éste perdonó todo y los
aceptó poniendo en práctica el célebre apotegma de León Trotsky: “La política no conoce el resentimiento
personal ni el espíritu de venganza, la política no conoce mas que la
eficacia”.
Un Político-Estadista siempre puede
eludir sus dilemas haciendo las suposiciones más favorables acerca del futuro; una de las pruebas será su capacidad
para protegerse contra contingencias desfavorables y hasta imprevistas. Pero la
alta política no tolera la debilidad aun si la víctima no es su principal
causa, y el prestigio de la Presidenta del Partido, Lilian Samaniego, pudo
llegar a su apogeo cuando se presentó como Jefa conciliadora de un ambiente
político hostil, pero cuando su política empezó a reflejar más confusión y
doblez que claridad de propósitos, su posición empezó a declinar rápidamente. Y
entonces debió dar un golpe de timón para encauzar el rumbo de la nave
Republicana si no quería ir cayendo en el limbo reservado a los políticos que
han naufragado por aspirar a unos objetivos que estaban fuera de su capacidad.
Afortunadamente, tanto para ella como para el Partido, resolvió hacer el cambio
en el sentido que reclama el ímpetu de la historia.
En cuanto a Horacio Cartes, debería meditar atentamente
–tanto para su política nacional como internacional– sobre lo que
escribe Hermann Hesse en otro pasaje
de esa su obra maestra sobre el ejercicio del Poder para ser vencedor: “Debía dedicarse ante todo a
los selectos, al grupo de los poderosos, a los grados superiores y al trato
absolutamente personal con esa Élite. Podía dejar los archivos en manos de los
archivistas, los cursos preparatorios a cargo de los maestros, la
correspondencia a las secretarias, y no estaría descuidando ningún asunto
importante. Pero no se atrevía a dejar a la Élite librada a sí misma ni un solo
instante. Debía seguirlos, incitarlos imponiéndose, y volvérseles
indispensable. Tenía que convencerlos del valor de su capacidad y de la
limpieza de su voluntad; debía
conquistarlos, cortejarlos, ganarlos, medirse con cualquier candidato que
deseara desafiarlo… y había superabundancia de tales Candidatos”.
Porque de la solución de los problemas
emergentes de ellos, dependió que Cartes
pudo disfrutar, en las pasadas elecciones del 2013, de lo mismo que el
protagonista Josef Knecht : “Por fin
la meta fue alcanzada y la batalla estaba ganada. Había costado ciertamente
mucho esfuerzo llegar a dominar a la Élite, cansarla con ejercicios, domar a
los aspirantes muy ambiciosos, ganar para su persona a los indecisos,
impresionar a los orgullosos. Pero la obra estaba realizada, el grupo de
Candidatos había reconocido a su Magister
Ludi (Maestro del Juego) y se le había rendido. De pronto todo fue fácil,
como si hubiese faltado solamente una gota de lubricante”.
Haciendo una breve evaluación de
este año de Poder transcurrido, observamos que Cartes está tratando de poner orden en la economía y finanzas para
impulsar el desarrollo, además de profundizar la apertura política; y se encuentra con varios desafíos de
los que enumeraremos algunos de los más importantes:
1)
El problema económico y la cuestión
social: . “Trabajadores:
obreros y empleados”.
Los Dirigentes más lúcidos y avanzados
del Partido Colorado creen que, en una economía basada en el desarrollo social,
y en que la lucha contra los despilfarros y la corrupción debe ser
intensificada, la Empresa de tamaño mediano, industrial, comercial o artesanal,
ofrece un campo natural a la innovación técnica y a la creación de empleos. Las
PYMES cubren ya un buen porcentaje del territorio del empleo: abren así la posibilidad de
satisfacer unas necesidades nuevas que se le escapan a la producción en masa, y
contribuyen, finalmente, a mantener el equilibrio entre los medios rural y
urbano, entre la ciudad y su periferia; lo mismo puede decirse de las
COOPERATIVAS.
Ahora bien, es necesario que nuestra
economía crezca para darle empleo y un mejor nivel de vida a la población
paraguaya. La urgencia de este requerimiento ha sido la excusa para que
algunos mal intencionados planteen que la República debe primero progresar
económicamente y que la actividad política debe quedar subordinada a las
previas soluciones económicas. Pero entre Política y Economía no existe tal
antinomia. Toda dirección económica
tiene paralela una línea política consecuente con aquella. Si tomamos como
meta de nuestras aspiraciones económicas mejorar la situación actual, si
aspiramos a desarrollar nuestra economía multiplicándola, el primer paso a dar
deberá ser poner en ejecución un Plan de
Crecimiento Económico. Y este Plan solamente podrá ser llevado a cabo si
recibe el apoyo político organizado de sus beneficiarios: los grandes núcleos nacionales de trabajadores, campesinos,
profesionales, agricultores, comerciantes e industriales. Un
plan efectivo de desarrollo económico sólo será llevado a cabo si sus
Ejecutivos, ya desde el Poder, logran el respaldo político de las mayorías
ciudadanas. Y esto es algo que en los doce meses de Gobierno aún no
se ve ni se palpa claramente en la opinión pública.
Debemos examinar ahora la excesiva concentración de la riqueza y
sus consecuencias. Algunos afirman que la desigualdad de las fortunas no ha
aumentado sensiblemente desde los años ochenta hasta el presente. Eso es negar
las abrumadoras pruebas en contrario, es ignorar deliberadamente los indicios
que nos suministran el aumento de la pobreza, la disminución del poder
adquisitivo de las clases medias, la decadencia del ingreso medio asalariado,
el rápido aumento del número de multimillonarios en paralelo con el número de
los sin hogar y los sin tierras, los
máximos históricos de los tipos de interés y la exagerada especulación. También
están los que afirman que no hay contradicción entre la disparidad de las
fortunas y el interés general: “¿Qué hay de malo en ello?”, dicen. Nuestra
respuesta es que la concentración excesiva de la riqueza representa un cáncer
social que, en el mejor de los casos, sirve para mermar el nivel de vida
general, y en condiciones desfavorables precipita las depresiones y, porqué no,
la ingobernabilidad generalizada y aún Revoluciones. Opinamos que la excesiva
concentración de la riqueza ejerce los efectos deletéreos siguientes sobre
cualquier sistema económico:
1.-Favorece las absorciones de Empresas y la tendencia
a la formación de Monopolios, siendo por tanto contraria a la libertad de
empresa. 2.-Priva de incentivo a la
laboriosidad y fomenta la especulación. 3.-Incrementa el endeudamiento interior. 4.-Favorece el aumento de los tipos de interés. 5.-Fomenta el déficit comercial. 6.-Socava la estabilidad
del sistema Bancario.
7.-Acaba por desencadenar la depresión. 8.-Suele crear las condiciones para que
se produzcan disturbios violentos.
Y es “ley
general” que, siempre que aumenta la
desigualdad de las fortunas con ella aumenta la especulación. Por eso, el
Gobierno que quiere formular una teoría, una línea política o un “Nuevo Rumbo”
más justo, debe dejar de lado las excepciones y
fijarse en la “ley general”.
Permítasenos recordar al respecto las “Lecciones de la Historia ”: Una y otra vez, ante concentraciones
enormes de riqueza en manos de unos pocos, las masas empobrecidas se han visto
empujadas a la rebelión, para derribar de sus lujosos pedestales de poder y de
prestigio a los opulentos. La riqueza y la codicia de los Borbones de Francia y
de sus cortesanos fueron las causas de la Revolución Francesa. La
aristocracia rusa y el régimen Zarista fueron derribados por la Revolución Bolchevique. El Sha de Irán fue depuesto
en medio de un sangriento alzamiento. La historia nos enseña, sin lugar a
dudas, que las grandes disparidades de la riqueza conducen, andando el tiempo,
a grandes disturbios. No escribimos esto como profecía, sino como aviso,
dentro del espíritu de un Thomas
Jefferson cuando advertía a la opinión pública francesa, precisamente
cuatro años antes de la
Revolución , “que la extrema concentración de la riqueza en
aquella sociedad acarrearía las más graves consecuencias”.
Pero por el momento y lo más urgente
para iniciar una mejor distribución de la riqueza es la puesta en marcha de una
auténtica REFORMA TRIBUTARIA que quiebre, o por lo menos reduzca el Poder de la
PATRIA FINANCIERA que ni siquiera paga impuestos, y el estímulo a la formación
de un “Empresariado Schumpeteriano” base de la ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO y que
ha hecho grandes a las potencias Occidentales.
2) La inseguridad, la delincuencia y la corrupción:
“La
decadencia moral en el Paraguay”.
Nunca corremos tanto peligro de dejarnos
extraviar por nuestros prejuicios como cuando queremos determinar el nivel
moral de una época, de no ser en el caso parecido de la investigación de la
decadencia de las creencias religiosas. En ambos casos la excepción dramática
atraerá nuestra atención y la desviará del no documentado término medio. Muchos
factores contribuyeron a la decadencia moral que acompañó la exaltación
intelectual de nuestra reciente Democracia. Probablemente un “factor básico”
fue, y es, el crecimiento de la disparidad de la riqueza. La difusión de la
riqueza y la libertad en las clases media y alta y en la Dirigencia Política
debilitó el ideal de modestia y su costumbre: hombres y mujeres llegaron a despreciar una ética nacida de la
pobreza y el temor y que se oponía antes a sus impulsos y a sus medios. Sin
saberlo, por no haberlo leído, cayeron sin embargo en una creciente simpatía
por la opinión de Epicuro, de que debía gozarse la vida y de que todos los
placeres debían considerarse inocentes hasta que se demostrase que eran
culpables, triunfando del freno de la templanza. Mientras tanto, en las clases
bajas, se reproducía al revés la famosa frase de Lord Acton: “El Poder
corrompe, el Poder absoluto corrompe absolutamente”. Para los pobres y
desposeídos, podría decirse que “La falta de Poder corrompe, y la falta de
Poder absoluto corrompe absolutamente”; ellos ahogaban su frustración y hambre
en el alcohol, las drogas baratas y la delincuencia.
Quizá, después de la disparidad de la
riqueza, la mayor fuente de inmoralidad fuese la inestabilidad política de
nuestra época. La lucha de facciones; frecuencia de las elecciones que
constituían verdaderas “guerras políticas” y compra de votos; la entrada con
potencia de influencia extranjera; una suerte de “invasión” de nuestra vida
política por nuevos políticos oportunistas, ambiciosos y venales que no
reconocían restricciones morales; repetida desorganización de la agricultura y
el comercio por los estragos de la corrupción y la falta de una profunda
Reforma Agraria y una drástica y justa
Reforma Impositiva; desviación y burla de la Democracia y la Libertad por
sustitutos del Déspota que suplantaban la legitimidad pacífica por la fuerza
“Timocrática” del dinero, la demagogia y la mentira. (Platón y Aristóteles
por primera vez teorizaron con el término Timocracia:
para el primero es una forma de Gobierno que se basa en el deseo y la
importancia del honor (timé);
“constitución ambiciosa de honores” la define Platón en “La República” –VIII, 545 b–
y que es corrupción de la forma correcta de Gobierno porque de la “Timocracia”
se pasa precisamente a la “Oligarquía” –Gobierno de los ricos– cuando los pocos
que detentan el Poder ya no se contentan con el prestigio alcanzado y, violando
las leyes, “se dedican a hacer dinero apreciando más esta actividad que la
virtud” –República: VIII, 550, d-e– convertidos de este modo en negociantes y
avaros, exaltan al rico, al que le ofrecen Cargos Públicos y colman de
alabanzas al mismo tiempo que desprecian al pobre. “Y entonces emiten leyes que
establecen como límite–base de la Constitución Oligárquica cierta cantidad de
riqueza, y prescriben que no tengan cargos públicos los que no disponen de un
haber inferior al Censo establecido” –República: VIII, 551 a-b–. En Aristóteles
la “Timocracia” es una forma de Gobierno basada en el Censo. En la Ética –VIII, 10, 1135 a 1160– se lee
que una de las formas correctas de Gobierno es la que “depende de distribución
de la propiedad” –es decir del Censo– “y que se define propiamente como
Timocracia, aunque muchos la llaman simplemente Politía”, que es “Oligárquica”
cuando se excluye del Gobierno de la cosa pública a la mayoría de los
ciudadanos, y el Poder se concentra en manos de unos pocos con Censo alto).
Todo ello desordenó la vida paraguaya y
rompió la cohesión de la costumbre que normalmente conserva la moralidad
pública. La gente se halló sin ancla en un mar de violencia. Ni el
Estado ni la Iglesia parecían capaces de protegerla; se protegió a sí misma
como pudo, mediante la fuerza o la astucia; la falta de respeto a la Ley se
hizo Ley. Los Políticos (del Ejecutivo, Parlamentarios, Directores de Entes
Públicos y Poder Judicial) situados por encima de la Ley y destinados a una
vida breve pero excitante, se permitían todos los placeres, y su ejemplo era
seguido por la minoría acaudalada.
Sólo una Opinión Pública firme e
inteligente habría podido ocupar el sitio de las perdidas sanciones morales;
pero ni el Clero, ni los Líderes, ni las Universidades, estuvieron a la altura
de esta tarea, como recién ahora está ocurriendo gracias a la fuerza de esa Opinión
Pública.
3)La
Delincuencia:
Hay un nuevo factor que está cambiando la
ecuación política en el Paraguay y que hace que cada vez menos gente esté
conforme con el “statu quo”: la
explosión de la delincuencia. En efecto, la pobreza en el Paraguay ha dejado de
ser un problema exclusivo de los pobres. Hasta el pasado reciente la gente sin
recursos vivía en el campo o en la periferia de las ciudades sin alterar la
vida cotidiana de las clases acomodadas. Esa época llegó a su fin. Hoy, el
aumento constante de la pobreza junto con la desigualdad y la expansión de los
medios masivos de comunicación está llevando a los hogares más miserables las
imágenes de cómo viven y se divierten los ricos y famosos, lo que está
produciendo una crisis de expectativas insatisfechas que se traduce en cada vez
más frustración, y cada vez más violencia. Hay casi una guerra civil no
declarada que está cambiando la vida cotidiana de pobres y ricos por igual.
Quienes viven en la economía informal y no tienen la menor esperanza de
insertarse en la sociedad productiva, están recibiendo una avalancha de
información, sin precedentes, que los estimulan y que los alientan a ingresar
en un mundo de afluencia en un momento histórico en que las oportunidades de
ascenso social para quienes carecen de educación o entrenamiento laboral son
cada vez más reducidas.
La
combinación del aumento de las expectativas y la disminución de las
oportunidades –que describió tan bien Vivian Forrester en “El Horror Económico”–
es un cóctel explosivo según importantes analistas, porque está llevando a más
jóvenes marginados a salir de sus barriadas, armados y desinhibidos por la
droga, para adentrarse en zonas comerciales y residenciales y asaltar o
secuestrar a cualquiera que esté bien vestido, tenga un automóvil o lleve algún
objeto brillante. Tal como ocurría en la Edad Media –y ocurre ahora en toda
Latinoamérica– los ricos paraguayos viven prácticamente en “Castillos
fortificados” custodiados por guardias privados para no dejar entrar al
“enemigo”. Algo desconocido en el Paraguay hasta hace unas tres décadas, la
pobreza, la marginalidad y la delincuencia están erosionando la calidad de vida
de todos los paraguayos, incluyendo especialmente a los más adinerados.
Paraguay se ha convertido –desde el advenimiento de la Democracia– en un país
muy violento; la calidad de vida y la seguridad se han derrumbado
precipitadamente tanto en nuestras principales ciudades como en la región
campesina. En la mayoría de los casos, los jóvenes excluidos de la sociedad
empiezan a consumir drogas a los 8 o 10 años de edad y a delinquir poco
después; viven en la calle, no conocen a su padre, no van a la escuela, no
pertenecen a una Iglesia o a un Club Social o Deportivo en un creciente
fenómeno de “desfamiliarización” y consumo de drogas y alcohol. Solamente una política enérgica de lucha
contra la pobreza (como prometió insistentemente Cartes) y la “reeducación” podrá, al menos, mitigar este flagelo.
Deben decidirse los que Gobiernan a cambiar radicalmente las estructuras
–social, económica y cultural– que hoy día nos aprisionan como una camisa de
fuerza.
4)La Corrupción Política:
El “Wildgewordene Kleinbürger”: El meollo de
esta concepción política y social reside en su descripción como la actitud de
la desesperanza reaccionaria y oportunista deshonesta de cierta categoría de
gente que se mueve en el espectro de todos los Partidos Políticos, pero que la
distingue de la gran masa de militantes y del núcleo Dirigencial más principista
y tradicional de dichos Partidos. Esta actitud la hace proclive a inclinaciones
“fascistas” antidemocráticas que a la larga será “clientela” de Movimientos Políticos
“duros” y supuestos “hombres fuertes”. La expresión wildgewordene kleinbürger: “el pequeño burgués enfurecido”, se la debemos a Trotsky que la aplicó
al Nacional-Socialismo al que veía como el movimiento y la ideología de esa
actitud que lo distinguía también de todos los otros partidos reaccionarios y
contrarrevolucionarios. Por eso hay que combatirla por algo más que un
principio moral pues de extenderse puede volverse peligrosa para la democracia
y la libertad apoyando a una dictadura populista como ha ocurrido en algunos
países de Sudamérica.
En realidad, las fuerzas de la reacción
convencional operan usualmente desde la cúspide de la pirámide social, para
defender el Statu quo ante (“el
mismo estado que antes”) y la
autoridad establecida; pero el “wildgewordene
kleinbürger” es un reaccionarismo
antidemocrático desde abajo, base de movimientos plebeyos que se alzan desde
las profundidades de la sociedad y expresan el vehemente afán de la baja clase
media por imponerse al resto de esa sociedad. Habitualmente reprimido, ese afán
se vuelve agresivo en una catástrofe nacional o una crisis profunda a la que no
pueden enfrentarse la autoridad establecida y los Partidos tradicionales.
Durante los tiempos de cierta prosperidad esos movimientos se encuentran
generalmente en la periferia lunática de la política nacional pero una gran
crisis económica y social tiende a colocarlos en primer plano. Porque la gran
masa de pequeños comerciantes, oficinistas sin futuro, profesionales fracasados
y “lumpen-proletarios” (elementos desclasados representados por gentes que han
perdido toda suerte de vínculos con su clase, que no tienen una ocupación
determinada y se encuentran sumidas en los “bajos fondos”) que suelen seguir
hasta entonces a los Líderes tradicionales y se consideran a sí mismos como
puntales de la Democracia Parlamentaria, ahora desertan de esos Liderazgos y
siguen a Dirigentes como el Senador Víctor
Bogado (actualmente procesado por corrupción y estafa), pues la gran ruina
económica los llena de inseguridad y temor y espolea su afán de hacerse tomar
en cuenta. Sobre ese trasfondo debe mirarse su victoria electoral, su
influencia en los Círculos del Poder y los “favores” a su clientela y parientes
de los “VíctorBogados”.
El Kleinbürger (pequeño burgués) normalmente
resiente su posición social: mira
desde abajo, con envidia y odio, al gran Empresario que con tanta frecuencia lo
aplasta en la competencia; y mira desde arriba a los obreros, celoso de la
capacidad de éstos para organizarse política y sindicalmente a fin de defender
su interés colectivo. Marx describió una vez lo que en Junio de 1848 llevó a la
pequeña burguesía francesa a volverse furiosamente contra los obreros
insurrectos de París: “los tenderos”
–dijo– “vieron que las barricadas de los obreros en las calles impedían el
acceso a sus tiendas, de modo que salieron y destrozaron las barricadas”. Los
comerciantes y demás pequeños burgueses del Paraguay de los últimos años no
tenían una razón semejante para enfurecerse:
en las calles no había barricadas que impidieran el acceso a sus negocios,
oficinas o actividades. Pero ellos estaban arruinados económicamente; tenían
motivos para culpar a los sucesivos Gobiernos de la Transición Democrática de
la República, a cuya cabeza habían visto durante años a los Líderes
tradicionales; y le temían a la amenaza del desorden del extremismo
Izquierdista, que aún cuando no se materializara, mantenía a la sociedad en
fermento y agitación permanentes. Los grandes negocios, la “Patria Financiera”,
el Parlamento, los Gobiernos de la “Transición Democrática”, el extremismo
Izquierdista y el desorden en general producido por las huelgas y
manifestaciones de los Sindicatos de Obreros y Funcionarios y la actividad de
las Organizaciones Campesinas, se
fundían ante los ojos del Kleinbürger en la imagen de un monstruo de muchas
cabezas que lo estrangulaba: todos
estaban coludidos en “una siniestra conspiración que era la causa de su ruina”.
Frente a los grandes negocios, el hombre pequeño rabiaba como si fuese un
Socialista; contra el Obrero manifestaba con estridencia su respetabilidad
burguesa, el horror que le inspiraba la lucha de clases, su furibundo orgullo
nacionalista y ahora su aborrecimiento por el internacionalismo de la Izquierda
Bolivariana-Marxista. Esta neurosis política de ciudadanos empobrecidos les dio
a Líderes como Víctor Bogado –y otros cofrades de su misma catadura– su fuerza,
su ímpetu y sus votos. Víctor Bogado era el hombre pequeño agigantado, salido
de abajo, el hombre pequeño con todas sus obsesiones, prejuicios, oportunismo,
deshonestidad y furia neuróticos: No
todo Kleinbürger enfurecido puede llegar a ser un Víctor Bogado, pero en cada
Kleinbürger enfurecido hay algo de Víctor Bogado.
Con todo, la baja clase media (y el
“lumpen”) era y es normalmente “polvo humano”. Carece de la capacidad del
obrero para organizarse, pues es inherentemente amorfa y atomizada; y, pese a
sus jactancias y amenazas, es cobarde dondequiera que tropiece con verdadera
resistencia. La pequeña burguesía no puede desempeñar ya ningún papel
independiente: en última instancia
tenía que seguir a la alta burguesía o a la clase obrera. Su rebelión contra
los grandes negocios era impotente:
el artesano, el lumpen y el pequeño comerciante no podían derrotar a las
oligarquías capitalistas monopolistas. Los Líderes como Víctor Bogado, si
llegaban al Poder máximo, no podrían por lo tanto cumplir ninguna de sus
promesas electorales; se revelarían como una fuerza esencialmente conservadora
y reaccionaria, tratarían de perpetuar el estado de cosas con mucha corrupción,
aplastarían cuanto idealismo y honestidad habría en la clase política, y al
final acelerarían la ruina de la misma baja clase media y compañeros de ruta
que los hubiesen llevado al Poder. Pero mientras tanto esa baja clase media y
su periferia lumpenproletaria se agitaban febrilmente y su imaginación se
inflamaba con el sueño del ascenso y la
supremacía social que los políticos como Bogado y otros como él habrían de
darles. Porque este “polvo humano” se siente extraordinariamente atraído por el
imán del Poder: sigue en cualquier lucha al bando que muestre la mayor
determinación de vencer, la mayor osadía y la capacidad de enfrentarse
inclusive a una catástrofe judicial y social con tal de lograr sus objetivos.
Dirigentes como los que están siendo “escrachados” actualmente –a los cuales
pueden agregarse muchos nombres más– son los que recogen todo el detritus del
pensamiento político moderno porque todo lo que la Sociedad, de haberse
desarrollado normalmente habría rechazado como el excremento de la cultura,
brota ahora por sus gargantas y accionar:
es así como la “anti-civilización” que todavía existe en el Paraguay está
vomitando su barbarie indigesta.
5)
La relación con
el Partido de Gobierno:
“La importancia del Partido
Político en la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la
Gobernabilidad”.
Condición indispensable en la edificación
del Poder del Gobierno es la presencia y
actividad del Partido Político que lo sustenta; porque sin el apoyo
masivo de un Partido, probado y templado en los combates y con una larga tradición
detrás de sí, el Gobierno no podrá librarse del yugo de los intereses creados y
establecer su propio poder político; y la importancia del Partido Político se
eleva aún más después de conquistado el Poder Estatal.
La historia enseña de muchos casos en
que las fuerzas políticas después de conquistar el poder, no sabían qué hacer
con él, concluyendo de este modo a labrar su propia derrota. Entonces, el
Partido que las apoya es el encargado de pertrecharle con este conocimiento.
Después de la victoria, al Gobierno triunfante se le plantea la tarea de
consolidar el Poder conquistado, y –en nuestro caso paraguayo actual– desplegar
una labor encaminada a la transformación del régimen económico de la sociedad
y, por último, organizar la creación de una nueva economía y de una nueva
cultura. Y sin un Partido férreamente organizado y templado en la lucha, sin un
Partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado en la
ciudadanía, sin un Partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e
influir sobre él, es imposible llevar a cabo esta tarea. Esto significa que
también nuestro Partido Colorado
debe ser transformado, modernizado, remozado y cultivado con nuevas costumbres
que lo hagan distinto a lo que antes era y lo llevaron a la llanura.
6)
Experiencias
fallidas:
Como ahora se ha abierto el debate –a
raíz de los nombramientos en Cargos Ministeriales y Dirección de Entes
Públicos– sobre si es mejor gobernar con “Técnicos” antes que con
“Políticos”, es interesante recordar lo que
expresaba, ya en 1690, después de consumada la Revolución Inglesa de 1688-89
–llamada “La Gloriosa”– George Savile, Marqués de Halifax, “Lord del Sello
Privado” del Gobierno del nuevo Rey Guillermo III y el más notable e influyente
de ese Gobierno, respecto a la
diferencia entre un Político “culto”
y un “Técnico”: que la diferencia
entre ambos es que el Político tiene “la
capacidad de ver el momento y la parte, a la luz de lo perdurable y el todo”
“con la amplitud y la precisión de un Filósofo Político y el rigor incisivo
de un Estadista práctico”. Es decir, que el Político (si está
intelectualmente bien dotado) puede “volar más alto que un Técnico
pedestremente apegado sólo a las querellas cotidianas que su estrecha y
limitada función le presenta”; porque el “Técnico” no tiene la “muñeca
política” que le permita comprender y “manejar” a la gente. Y Halifax nunca se
contentó con ser enteramente un “hombre
de Gobierno”. “El Gobierno del mundo
–escribió, en el sentido de Gobierno de las Naciones– es una gran cosa; pero es
también algo muy tosco comparado con el conocimiento especulativo”. Comprendió
perfectamente que la política tenía que manejar multitudes, lo que le alarmaba,
diciendo: “Hay una crueldad acumulativa en un número de hombres, aunque
ninguno de ellos sea naturalmente malo… El zumbido iracundo de una multitud es
uno de los ruidos más sanguinarios del mundo”.
Por eso queremos reseñar las experiencias
de algunos casos muy emblemáticos y conocidos de Gobernantes que intentaron
conducir sus naciones apoyándose solamente en “Técnicos” y algunos “Poderes
Fácticos”, desechando a los Partidos Políticos en general y a sus Dirigentes en
particular, y así les fue:
ALBERTO
FUJIMORI: Presidente del Perú en la última década del siglo XX, se jactaba
abiertamente ante la prensa de que en su Gabinete “no había un solo político
sino todos “Técnicos” (sic). Y ¿cómo le fue a Fujimori? ¿cómo terminó? Desde
que en 1992 dio su “autogolpe”, con la ayuda de las Fuerzas Armadas,
disolviendo el Congreso, el Poder Judicial y proscribiendo a los Partidos
Políticos, instauró en Perú una espantosa tiranía que violó todos los “Derechos
Humanos” y las prescripciones constitucionales, con un conjunto de corrupción,
torturas y crímenes de la mano de su “Asesor Técnico” de Seguridad Vladimiro
Montesinos, aplicando una política económica neoliberal que provocó una
violenta reacción popular, teniendo que huir del país y del poder, estando
ahora ambos en la cárcel.
Y ni siquiera mejoró la situación
económica, dejando una herencia tan pesada que su sucesor Alejando Toledo no
pudo revertir en cinco años de mandato, “levantando la cabeza” el Perú recién
bajo el Gobierno del socialdemócrata Alan García, quien implementó una
“Economía Social de Mercado” con muy buenos resultados que se sigue hasta hoy.
AUGUSTO
PINOCHET: Este sanguinario Dictador de Chile que tomó el Poder, en 1973, con un cruel Golpe de Estado, también
proscribió los Partidos Políticos y puso en el Gobierno a los “Chicago Boys”: Técnicos neoliberales discípulos de
Milton Friedman, que para 1982 llevaron al país a un colapso económico y
social, teniendo que intervenir el tan vilipendiado Estado (para ellos) para
salvar a Bancos, Empresas y en general el aparato productivo, siendo despedidos
por el dictador quien nombró a Hernán Büchi como el “zar” de la economía para
poner cierto orden, quien como Candidato Presidencial fue contundentemente
derrotado por la coalición opositora la que operó cambios hacia una Economía
Social de Mercado también.
GONZALO SÁNCHEZ DE LOZADA: Criado y
educado en los EE.UU., también instauró en Bolivia un régimen de “Técnicos” que
ejecutaron una política económica Neoliberal diseñada y asesorada por nuestro
conocido economista norteamericano Jeffrey Sachs, con los resultados que
sabemos: una violentísima reacción
popular con más de un centenar de
muertos que lo obligó (a Lozada) a dimitir y huir del país dejando abiertas las
puertas para la entronización de Evo Morales.
JUAN CARLOS ONGANÍA: El caso de este
General que también llegó a la Presidencia de Argentina por un Golpe de Estado –que él llamó “la Revolución
Argentina”, destinada a durar 20 años– es uno de los más emblemáticos por ser
el primero en prescindir de los Políticos y sus Partidos, pretendiendo (como lo
anunció soberbiamente) gobernar solamente con “Técnicos” y apoyado en el
Empresariado y las FF.AA. Pero fracasó completamente tras cuatro años de
Gobierno (1966-1970) siendo derribado por esas mismas fuerzas que lo
encumbraron. Al respecto, es interesante recordar el campechano comentario de
Perón ante su caída: “Yo sabía que este muchacho iba a
fracasar. Entró comportándose como ‘el peludo de turno’ repartiendo golpes aquí
y allá. Pero los Técnicos y los Militares solo conocen una cara de la moneda y
no pueden gobernar sin los Políticos”.
Y para remarcar aún más lo orgulloso que estaba de su condición de Político,
declaró a la prensa durante su visita al Paraguay antes de volver a asumir la
Primera Magistratura de Argentina:
“Los militares intentaron llegar a un acuerdo conmigo. Me ofrecieron incluso
devolverme mi Grado de General. El Grado de General… ¿para qué lo quiero? Ser
General no me costó nada, sólo tuve que dejar pasar el tiempo hasta alcanzar la
antigüedad requerida. En cambio, ser
Perón me costó”.
7)
La polémica con
el Presidente Cartes:
Los nombramientos para cubrir las Carteras
Ministeriales y la Dirección de los Entes Administrativos hechos por el Poder
Ejecutivo, han desatado una grande y aguda controversia en el Partido Colorado y
en la opinión pública en general. Algunos más recalcitrantes piensan que el
Presidente de la República se embarcará en un Gobierno apoyado fundamentalmente
en “Técnicos” –que precisamente por no
ser “Políticos” y no tener la visión de futuro ni interés electoral ni
“clientela” que satisfacer como éstos, no pueden ofrecer resistencia alguna–
extraordinariamente obedientes a los dictados de aquél. Recordamos lo que
Shakespeare hacía decir a Julio César en su obra homónima: “Yo prefiero a mi alrededor hombres gordos de cara lustrosa y que
ronquen por la noche antes que a esos individuos magros, ojerosos, que pasan
las noches en vela, activan mucho entre la gente y piensan demasiado: éstos son peligrosos e incómodos, los
otros no causan problemas”.
Otros más cautos creen sin embargo que
el Ejecutivo rectificará rumbos y no dejará de apoyarse en la Organización
Partidaria porque su titular comprende perfectamente el peligro de quedar
aislado de su base popular, “navegando” en las turbulentas aguas del “cambio”
que requiere el momento actual, recostado solamente en “Técnicos” obsecuentes
(que aunque estén afiliados al Partido no han hecho nunca militancia política y
no tienen experiencia de cómo llegar a la gente) y un Empresariado que exigirá
una política de rápidos resultados para sus intereses. Pero es preocupante que
en el discurso de toma de posesión del Presidente de la Rca., muy bien
elaborado y con una retórica brillante, no se haya hecho mención alguna de la
necesidad de una amplia y radical Reforma Agraria que reduzca esa tremenda
asimetría estructural del campo –donde el 1% de la población es propietaria de
casi el 80% de las mejores tierras cultivables– ni de la relación con los
Sindicatos de Trabajadores, a los que no se puede ignorar, y su situación
laboral. Por otra parte, los designados como Ministros –excepto el Canciller
Eladio Loizaga– no resisten la crítica a su condición de “Técnicos” en la
materia de su competencia según se desprende de sus currícula que no revelan
mucha experiencia en ella. Recordemos que el Diccionario de la Real Academia
define al “Técnico” como “El que tiene sabiduría y experiencia práctica en un
arte o ciencia”. Como “botón de muestra” tenemos la falta de reflejos políticos
en la reacción del Ministro del Interior De Vargas, quien ante el primer ataque
sangriento del EPP bajo este nuevo Gobierno, sólo atinó a responder con medidas de fuerza pidiendo la
movilización masiva del Ejército y la Policía, cuando que la experiencia histórica
ha demostrado que el máximo empleo de la fuerza no basta para derrotar a las
guerrillas, que, como lo escribió Mao Zedong, “viven y se
mimetizan entre el pueblo como pez en el agua”. Si solamente la potencia
militar pudiese domeñar la insurgencia montada sobre el terrible descontento
popular, los Franceses no hubieran “mordido el polvo” en Diem Biem Phu en 1954,
ni sus sucesores en Indochina: los Norteamericanos, hubiesen perdido la Guerra
de Vietnam, Cambodia y Laos; Argelia
y Angola no hubiesen logrado su independencia a base de lucha guerrillera;
Castro no habría triunfado en Cuba; los Sandinistas en Nicaragua; ni Colombia,
que recibió durante décadas una masiva ayuda militar y económica, con
“expertos”, de los EE.UU., estaría negociando la paz con las FARC. Recomendamos
al Ministro del Interior –si es propenso a la lectura– enterarse de lo que
escribieron, además de Mao Zedong (“Manual de Guerra de
Guerrillas”), el vietnamita Ho-Chi-Ming (“Elefantes contra
Conejos”), Ernesto “Che” Guevara (Obras Completas: “La Teoría del Foco”) y
Regis
Debray (“Revolución en la Revolución”) entre otros.
Así pues, nosotros pensamos que un
Gobierno que quiera ser eficiente y eficaz, debe tener como Ministros y Directores
de Entes Públicos –excepto en
las Binacionales– a Políticos intelectualmente capaces para
comprender “el momento y la parte, a la luz de lo perdurable y el todo” y con
gran sentido de organización para rodearse de excelentes Técnicos,
como sucede en los Estados Europeos y en los EE.UU. Y estamos seguros de que el
Presidente Cartes más temprano que tarde así lo hará pues es demasiado
inteligente para cometer un gran error (un buen ejemplo lo constituyen los
nombramientos de Aníbal Saucedo Rodas y Diógenes Martínez). Creemos que este
Gabinete es tentativo y provisorio, con gente de su confianza a la que conoce
mientras va observando a los Políticos Colorados capaces de ser útiles en el
Gobierno.
8)
La guerra campesina:
En un
estudio publicado en una fecha tan lejana como 1964, el escritor y político
argentino Jorge Abelardo Ramos examinó las ideas de Ernesto “Che” Guevara sobre la aplicabilidad de la guerrilla como
fórmula única de la lucha en América Latina: “La autoridad revolucionaria
legítimamente adquirida por Guevara por su actuación en la Revolución Cubana
volvía indispensable esa puntualización, por más severa que fuese. Respetábamos
su notable figura como guerrillero, pero expresábamos nuestras reservas como
teórico de la revolución latinoamericana, justamente porque su prestigio
aumentaba los peligros de la difusión de una
concepción voluntarista profundamente errónea. Pero la ratificación por Fidel Castro de aquellas tesis de
Guevara y su tentativa de aplicación en varios Estados Latinoamericanos obligan
a considerar nuevamente la cuestión”.
Esto
parecería haber sido escrito en esta época y para el Paraguay de ahora, que
tiene a una Guerrilla al parecer intoxicada por esa ideología aunque nuestro
bobalicón Ministro del Interior
–que debe ser
removido sin más trámite y cuyo reemplazante ideal sería el Dr. Bader Rachid Lichi– asegura que sólo se
trata de “un grupo de criminales y narcotraficantes sin ninguna
ideología”(sic); pero el EPP está
fuertemente ideologizado (por la ideología del “foco”), por eso continuaremos analizando la cuestión. Las ideas de Castro
y Guevara han sido reformuladas por, en aquél entonces un joven intelectual
francés: Regis Debray (que ahora, en su madurez, ha abjurado completamente
de ellas en su libro “Alabados sean los Señores”). Sus tres trabajos publicados permiten ofrecernos una idea de
conjunto de lo que es la escala de valores de los revolucionarios cubanos
(porque perviven aún hoy) sobre los múltiples problemas de América Latina y en
particular acerca de los métodos aplicables a su revolución. Y los errores de
Debray alcanzan proporciones espectaculares:
el concepto dominante de estos trabajos consiste en elevar la lucha armada al
nivel de único para la lucha revolucionaria y en reducir todas las etapas de la
lucha política a un conjunto de fórmulas técnico-militares porque “la lucha
armada parece tener razones que la teoría no conoce”. La fórmula introductoria
es muy singular: “Liberar el presente del pasado”, esto es, no hacer mucho caso a la experiencia histórica de las
revoluciones. La originalidad que va a brindarnos Debray así lo exige, pues nos
dice a continuación que pocos años de experiencia armada en América Latina han
hecho “mucho más para dar a conocer la singularidad de sus condiciones
objetivas que las décadas precedentes de teoría política copiada”. Pero
ignora que en “las décadas precedentes” no
sólo se habían formulado en América Latina “teorías
políticas copiadas”, sino además movimientos de masas no copiados, entre
ellos algunos armados; recordemos a Zapata, a Sandino, a Prestes, a los mineros
bolivianos de 1942 y a la clase media y obreros de Bolivia de 1952.
De la
idea central de Debray se desprenden necesariamente todos sus extravíos
laterales. En efecto, afirma que la Revolución Cubana
ha sustituido el Partido por la
Guerrilla , y que sólo la guerrilla puede generar al Partido.
El Jefe de ésta debe reunir a la vez la condición de Jefe político y militar.
Sin embargo, en China y Viet Nam el
Partido creó su fuerza militar subordinada a la dirección política de aquél.
Pero Debray dice que en América Latina, Cuba ha enseñado un nuevo camino, es la Guerrilla la que genera el
Partido: “esta es la desconcertante novedad inaugurada por la revolución cubana”. Esta novedad habría puesto fin a “un divorcio de varias décadas entre teoría
marxista y práctica revolucionaria”. Ahora, el marxismo se ha encarnado al
fin. ¿Y los Partidos Marxistas?: “Ahí donde el instrumento no sirve ya, ¿debe
detenerse la lucha de clases o deben forjarse nuevos instrumentos?”…. “la Guerrilla se convierte
en Dirección Política…” y, “una perfecta
educación marxista no es, para comenzar, una condición imperativa”.
Naturalmente
esto no lo comprenden los hombres de ciudades porque “El hombre de ciudad vive como un consumidor….
Aunque sea un camarada, si se pasa la vida en la ciudad es un burgués sin
saberlo en comparación con el guerrillero…. Se dice bien que nos bañamos en
lo social: los baños prolongados ablandan. Los únicos que no se ablandan son los que se bañan en el propio
ombligo. Es decir, que se bañan en
lo individual; son los duros individualistas que pretenden sustituirse al
Partido y al pueblo y se autoeligen para el martirio. Lenin escribió varios volúmenes para condenarlos, al mismo tiempo
que se inclinaba ante su heroísmo personal. Es imposible seguirlo a Debray en
su romantización del “núcleo elegido” sin recordar la observación de Engels, que no sólo era un maestro del
socialismo, sino también un robusto joven que luchó con las armas en la mano y
algo sabía de milicia: “¡Qué pueril ingenuidad la de presentar la
propia impaciencia como argumento teórico!”.
Pero
ahora ya tenemos entre nosotros al EPP
(Ejército Paraguayo del Pueblo) un foco guerrillero al parecer imbuido de las
ideas Castro-Guevaristas divulgadas por Regis Debray, que no admite pertenecer
a ningún Partido Político y ha perpetrado importantes golpes donde ha corrido
sangre, haciéndose inaccesible, tanto a la policía como al ejército, operando
en el norte del país –y también en el bajo Chaco– moviéndose entre la población
“como pez en el agua” según decía Mao
Zedong (Mao Tse Tung en la antigua grafía china) en su “Manual de Guerra de Guerrillas”. Ni el “Estado de Emergencia”,
decretado dos veces en la era Lugo, ni el consiguiente rastrillaje de tropas
del Ejército y dotaciones de la Policía Nacional especializada dieron –ni dan
ahora– resultado alguno, teniendo por resultado que vastos sectores de la
opinión pública acusaran al ex-Presidente Lugo y su Gobierno de “complacencia” con dicho grupo extremista y
violento, y al actual Gobierno de “inútil” junto a su inexperto y burocrático
Ministro del Interior.
Pero la guerra campesina ya está declarada y
continuará, y no puede ser para menos en un país donde casi el 80% de las
mejores tierras cultivables está en manos del 1% de la población y en el cual los
Partidos de Izquierda, cuando
estuvieron en el Poder, se dedicaron a soliviantar los ya encrespados y
levantiscos ánimos campesinos pero sin gestionar ni emprender medidas prácticas
para su solución, pasando –eso sí– a
ocupar cuanto Cargo Burocrático se ponía a su alcance y con visos de corrupción
que se fueron detectando.
El
problema guerrillero no se soluciona con un aparatoso despliegue de fuerza
militar-policial, que es –según la irónica expresión de Ho-Chi-Ming cuando los
EE.UU. tuvieron 500.000 soldados en Viet Nam– “una guerra de elefantes contra conejos” que no podía ser ganada por aquéllos pues los conejos se les
escurrían entre sus patas; como ya
lo demostró hasta la saciedad la experiencia histórica, repetimos, en China,
Vietnam, Laos, Camboya, Argelia, el Congo, Angola, Cuba, Nicaragua, El
Salvador, y actualmente Colombia;
sino eliminando la gran asimetría estructural campesina con una radical
y profunda “Reforma Agraria”, tocando los intereses de la Oligarquía
Latifundista Agraria Semifeudal, como lo hicieron los
países que emergieron del subdesarrollo luego de la 2ª Guerra Mundial y ahora
están en el “Primer Mundo” constituyendo “modelos” para nosotros: Taiwán,
Corea y China Popular, que empezaron su camino hacia el éxito
socioeconómico y político solucionando, primero que todo, el gran descontento
campesino.-
Coda:
La situación política paraguaya, hasta
hace poco confusa, se fue clarificando desde la “defenestración” del entonces Presidente Lugo (Defenestración: del francés “dès fenêtres= desde las ventanas”. Alusión a la
insurrección de Praga en 1618, cuando los Protestantes arrojaron desde las
ventanas del Castillo Hradschin a los Gobernadores Imperiales, y que dio
comienzo a la “Guerra de los Treinta Años”. En nuestro léxico paraguayo
equivaldría a “echar a patadas”).
Demos un vistazo a esa situación.
La
Izquierda luguista: está completamente desmoralizada y fragmentada en 20
“partiditos” que se agruparon en dos Movimientos electorales, y ya no encontró
otro “Lugo” capaz de engatusar a la gente ni otro aliado poderoso como el PLRA.
No fue cifra importante en las elecciones generales ni lo será a corto ni
mediano plazo si no activa su desarrollo ideológico y un trabajo intenso, a
profundidad y largo plazo, con las masas, aunque Mario Ferreiro se autoafirmó de “centro-izquierda” lo que le da a “Avanza País” un mayor margen de
maniobra; además la presencia de Adolfo Ferreiro será un factor de
equilibrio y moderador del “infantilismo Izquierdista” extremista. El “Luguismo”
hace autobombo señalándose como “tercera fuerza” por haber logrado cinco
escaños en el Senado, pero eso es una falacia porque los electores no votaron
al “Frente Guazú” sino a Fernando Lugo, todavía aureolado con el relumbrón por
su victoria en 2008 y haber sido Presidente de la Rca., y los otros cuatro
entraron detrás suyo por la “lista sábana”;
de tal manera que donde no estuvo Lugo, esta extrema izquierda solo obtuvo un
raquítico 3% para Presidente y un
Diputado Nacional y otro para el
Parlasur (Ricardo Canese, quien ganó
su escaño por su propia popularidad y prestigio) y eso no es ninguna “fuerza”.
Además el “relumbrón” de Lugo se irá esfumando durante este quinquenio hasta
desaparecer para el 2018 ya que el Presidente Cartes hizo un gran acierto al
firmar el “Acuerdo por el Paraguay” con el Partido Liberal, Avanza País, UNACE
y Encuentro Nacional, evitando otorgar posiciones de poder e influencia –que le
hubiera permitido crecer y afirmarse– a la extrema izquierda neocomunista.
Los Liberales: Que tampoco encontraron
otro demagogo carismático, ni pudieron aliarse con la Izquierda y los
Movimientos sociales, estuvieron buscando desesperadamente otros aliados para
hacer frente al Partido Colorado, ante
el cual tienen un gran complejo de inferioridad. Era desde luego muy
improbable que ganasen las elecciones del 2013 y solo seguirán siendo una
segunda fuerza.
Lino
Oviedo: Murió en Febrero de 2013 en un accidente aéreo. Tenía posibilidades de hacer una buena elección si se presentaba él como candidato. Pero como sus
sucesores decidieron ser un “furgón de
cola” de los Liberales, perdiendo así su identidad y cohesión, no han podido evitar la desbandada de
sus votantes o seguidores y les ocurrió un desastre peor de lo que a Sánchez
Guffanti en 2003; porque UNACE era Oviedo y Oviedo era UNACE; y los
oviedistas solo habrían aceptado la
orden o directiva del Gral. Oviedo quien era el único con autoridad moral y
política para ser obedecido. No se
puede heredar la fuerza del Hombre Fuerte. No votaron al Partido
Liberal; siendo lo más probable que una gran mayoría vuelva a su Partido de
origen, el Partido Colorado, y el Partido UNACE entre en una etapa de
descomposición y disolución.
El
Partido Colorado: Llegó unido a los comicios del 21 de Abril detrás de sus
Candidatos, Horacio Cartes y Juan Afara, pues el pueblo colorado ya
sabía lo que era “tascar” cinco años de llanura y quería fervientemente volver al Poder. Como decía el francés Alexis de Tocqueville: “Soportado con
resignación mientras parece inevitable, una vez que ha pasado por la mente de
los hombres la posibilidad de superarlo, el sufrimiento se vuelve intolerable”. Además Cartes mostró un sorprendente carisma de Caudillo al unificar a
todo el Partido en un haz de voluntades hermanadas para lograr la victoria.
Y si Cartes hace un buen gobierno, su
influencia personal se sentirá durante mucho tiempo en la política paraguaya y
es probable que tengamos por lo menos quince años de “Coloradismo Cartista”, como sucede ahora en Rusia, donde el támdem
Putin-Medvédev domina
democráticamente la situación desde el año 2000.
Por último, Horacio Cartes une a su larga experiencia de Administrador y
Organizador, una sorprendentemente aguda capacidad de observador y Dirigente
político (pese a su inexperiencia aprende rápido), lo que hace responder a la
pregunta de un Artículo anterior: su
triunfo ha sido “el triunfo de la Esperanza con la Experiencia”.-
F I N.
Asunción, Agosto de 2014.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario