¿QUIÉN ES EL
PTE. CARTES?
1.- EL HOMBRE.
Así como soy existo, y eso basta.
Soy Walt
Whitman, un cosmos,
el hijo de mi patria:
turbulento,
fuerte y sensual;
como, bebo y engendro,
no soy
sentimental.
Ni por encima
ni separado de nadie,
ni orgulloso
ni humilde.
Respiro fuerte,
pero aún dejo
bastante aire
para los demás.
No soy
orgulloso,
estoy en mi
sitio simplemente…
Y no torturo mi
espíritu para defenderme
ni para que me
comprendan,
yo sé que las
leyes elementales
no necesitan
justificación…
Soy un hombre de acción.
Walt Whitman: “Canto de mí mismo”.
…………………………………………..
Horacio Cartes: éste hombre de recia
personalidad y de carácter afable y sencillo, nació en 1.956 en el seno de una
familia de clase media, donde aprendió los valores morales habituales de esa
clase que habrían de darle una línea de conducta que no variaría durante el
curso de su vida. Su infancia y juventud transcurrieron normalmente, sin incidentes notables que
relatar como algo especial en esa temprana etapa de su vida. Pero ya entonces
se pudo vislumbrar su tenacidad, inquietud y afán de hacer cosas que
funcionasen adecuadamente. Sin una fortuna familiar que lo apuntalase y
apoyase, él se convirtió en un “self-made-man” (un hombre que se hizo a sí
mismo) desde que decidió abandonar sus estudios universitarios para dedicarse a
lo que le indicaba su genio creador de empresario que luego resultó en un éxito
rotundo –como, por ejemplo, también lo hizo Bill
Gates, el creador de Microsoft Word
Corporation, el hombre más rico del mundo– llegando, Cartes, luego de
muchos años de lucha, a conformar un conglomerado de empresas de muy diversos
signos, ahora conocidas como el “Grupo Cartes”, con gran incidencia en la
economía y el avance social de la nación, expandido hasta en los EE.UU. donde
hace poco tiempo inauguró una fábrica de gaseosas. Pero no todo fue fácil, hubo
años duros de áspera lucha por la supervivencia y luego el triunfo, gracias a
que se sobrepuso el tesón, la inteligencia y la paciencia de ese “trabajador
prodigioso” que es Horacio Cartes.
Después de consolidado su imperio
empresarial, su espíritu inquieto y emprendedor, ansioso de nuevos desafíos, lo
llevó a incursionar en el ámbito de la dirigencia deportiva, donde también su
habilidad de líder innato supo imponerse, llenando de glorias, hacía tanto tiempo postergadas,
al Club de Fútbol de sus amores: Libertad. La capacidad de organización,
administración y el dinamismo de que hizo gala, más su mística de gloria que
supo insuflar, superan toda descripción. Y aunque nunca dejó de observar ni de
preocuparse por los avatares políticos de su patria, en éstos últimos años se
decidió a luchar por la conquista del Poder para tratar de hacer algo
trascendente que devolviese a su país el sitial que merece en el concierto de
las naciones y que hace tanto tiempo le ha sido, y le es, vedado.
Por
ello, y para conocer “quién es Horacio
Cartes”, trazaremos una reseña de su personalidad empresarial, deportiva y
política, que ilustre a los lectores sobre los rasgos más importantes de este
hombre que, hoy por hoy, se ha constituido en un Líder político, verdadero
“fenómeno” de la escena nacional.
Es indudable que el éxito Empresarial
proporciona poder y algunas personas parecen haber nacido sabiendo cómo
utilizar ese poder e incluso en oportunidades parecen conformados a su imagen
por la naturaleza. Es posible cultivar algunas de las señales de éxito y poder
e incluso adoptar ciertas idiosincrasias que convierten a una persona en el
centro de atención de cualquier grupo, pero nada puede reemplazar esa
combinación de autodominio y magnetismo personal que poseen quienes son
poderosos por naturaleza. Resulta difícil imaginar a Cartes irradiando algo que
no sea vitalidad. Su presencia impresiona inmediatamente, es de esas personas
que llaman la atención en donde sea. Y al considerar sus logros empresariales y
cómo llegó al lugar que ocupa nos preguntamos: ¿El éxito y poder empresarial se
consigue con persuasión o fuerza; o manipulación? Después de mucho haberlo
observado, pensamos que Cartes considera ese Poder como “un medio de lograr que
se hagan cosas” –y que le debe irritar la idea del Poder como
abstracción–cualidad que debe preferir a una herramienta de trabajo. Suponemos
que le interesa “el cómo, no el porqué”. Es que en el mundo en realidad no hay
total autonomía. Aunque parezca lo contrario, no son muchas las cosas que un
empresario puede hacer; generalmente éste siente que quiere dirigir y tomar
decisiones, pero siempre es un operador de línea. Así, Cartes, básicamente, en
todas las empresas que ha creado ha tenido que ser un productor de beneficios.
Tiene que haber un Líder para hacer que las cosas funcionen, alguien que posea
esa intangible cualidad.
Desde que Moisés bajó de la montaña con
las Tablas de la Ley, al mundo lo mueven los vendedores creadores. Y Cartes es
un vendedor. En cuanto a dirigir una Empresa, consideramos que su rol consiste
en obtener lo mejor de la gente, lo que también es una forma de venta. Debe
gustarle “ratificar las buenas decisiones, no tomarlas, orquestar a la gente”,
pero uno imagina que no tiene ningún problema en orquestarla hacia la decisión
que él desea y no negaremos su capacidad de inducción y de imposición de una
disciplina. “Prefiero el consenso –ha dicho alguna vez– pero no confío en la
coincidencia total. Si dos personas siempre
coinciden, una está demás”. A Cartes le interesa que la gente progrese,
quiere saber no porqué alguien está abajo sino cuándo subirá. Quiere que le
hablen del cómo, no del porqué. Ahora, las cifras desempeñan un
rol muy importante en la actividad de una empresa; y ¿cómo se asegura Cartes de
que todos hagan frente a las cifras calculadas? Pues, se trata del “proceso de
lograr que se hagan las cosas”, de la persuasión y los incentivos, es decir que
se cubren sus necesidades (de los empleados) de dinero, de seguridad, de
cualquier cosa: al fin de cuentas, todos quieren algo; pero no le agrada a
Cartes que se considere la posibilidad de que su poder repose en un elemento de
temor. Aunque es claro que la gente le teme a las cosas y a veces a él. Todos
le temen a cualquiera o a cualquier cosa que pueda plantearle problemas. En
realidad el miedo que puede tenerle la gente es el miedo que se tiene a sí misma. Si se desempeñan
correctamente no tienen nada que temer.
Probablemente en toda organización existe el temor, lo que es natural y no
puede evitarse.
Otra de las frases de Cartes es que “es
necesario tomarse en serio el trabajo, pero no a uno mismo, de lo contrario el trabajo es una esclavitud”. ¿Y qué
siente con respecto al dinero? ¿Siempre aspiró al poder, a la riqueza, al
éxito? Creemos que simplemente respondería: “siempre supe que no quería ser
pobre”. Ahora bien, el poder implica responsabilidad, y cuando se tiene a la
empresa en un puño… la empresa lo tiene
en un puño a uno. Pero para Cartes el poder es un alegre juego, y él lo
juega muy bien, gana mucho y a veces pierde, pero obviamente extrae una enorme
excitación de ese juego. En cuanto a sus subordinados, los controla por medio
de lo que ellos desean, como ya dijimos, al inducir una tensión que abarca a
toda la empresa, inducir la ambición y tal vez cierta alegría, aunque siempre
con algo de temor.
La experiencia le ha enseñado a
relajarse, a dejar que la naturaleza siga su curso; ha aprendido a seguir su
camino de varios modos… porque para tener éxito en el empleo del Poder es
necesario tener un sentido del Poder.
Puede definirse como la sensación visceral de ser capaz de predecir cómo
reaccionará la gente en determinadas situaciones para poder prever cuándo se
plantearán problemas con algo; también es necesario comprender qué motiva a la
gente en un sentido positivo, y en un sentido peyorativo se necesita capacidad
de manipulación. Manipulación: Cartes detesta esa palabra, porque significa que
se trata de usar a la gente en un sentido casi negativo en beneficio propio…
En Cartes lo que más sorprende es que sus
hábitos discursivos, su precisión, su entusiasmo con respecto al “poder hacer”
tienen una inmersión profunda en la energía,
ya que sabemos que la energía es el requisito básico del Poder. Dadas las
circunstancias, no resulta sorprendente que utilice frases como “escuchar a la gente” y “criterios de relación”, porque Cartes
es, por encima de todo, un hombre
eficaz: para él la eficacia es el memento Mori de los Existencialistas (“memento mori”, en Latín: “recuerda
que morirás”. Según el filósofo Martín Heidegger ese reconocer la
muerte como posibilidad auténtica es la anticipación
de la muerte, que no significa un “pensar en la muerte”, en el sentido de
tener presente que deberemos morir, sino que más bien equivale a la
aceptación de todas las otras posibilidades en su naturaleza de puras
posibilidades. La anticipación de la muerte se identifica con el reconocimiento
de que ninguna de las posibilidades concretas que la vida nos presenta es
definitiva. De esa manera, el Dasein [“ser ahí”, “el hombre
auténtico”] no se petrifica
proyectándose “definitivamente” sobre la base de una u otra de estas posibilidades sino que
permanece continuamente abierto: sólo
esto le garantiza el poder desarrollarse más allá de cada una de las
posibilidades que va realizando.
N.d.A.). Al igual que la mayoría de
los grandes ejecutivos modernos, Cartes no está meramente interesado en la
posesión; para él lo que cuenta no es precisamente la propiedad sino el
control… ejercer el control sobre ese enorme animal que es su grupo de empresas
y usarlo en forma constructiva es lo que desea, ir más allá de toda limitación
impuesta, en lugar de hacer las tonterías que los otros quieren que haga. En
cuanto al medio para ejercer el control, lo considera como la capacidad de
seleccionar y motivar a la gente, proceso que tuvo que aprender por experiencia
desde los tiempos que adquirió fama como hombre de acción con prisa por abrirse
camino. Es que cuando se tiene negocios por muchos millones de dólares resulta
claro que se fracasará de no ser muy hábil en la selección del personal, y la
capacidad para decidir en qué utilizar el tiempo se vuelve crítica; si de
verdad se es bueno para escoger a la gente, se emplea el poder a través de
ellos sin sofocarlos. Pero Cartes se esmera en no reclutar hombres serviles, lo
que es muy difícil de lograr en una gran empresa, y ni qué decir en un
conglomerado de empresas, porque “si uno los golpea dos o tres veces en la
cabeza se convertirán en serviles, dirán siempre que sí”, y Cartes siempre
repite que no quiere que sus colaboradores sean serviles. Éste es un problema
muy conocido en las esferas del poder: cómo dominar a la gente sin volverla
servil. Y Cartes, un hombre de inteligencia veloz, ha logrado aprender la
importancia de escuchar a los demás a pesar de su aparente impaciencia,
especialmente porque ha pasado a negocios en los que es necesario operar en
áreas de tecnología y ciencia para las que su educación básica no lo ha
preparado: él es un operador, un sintetizador, no un intelectual. Uno de los
elementos de su éxito es la habilidad para hacer un estudio rápido; cuando
ingresó en el gobierno de sus expansivos negocios tenía que aprender lo
suficiente para operar en una extensa variedad de campos en los que el lenguaje
era técnico y los hechos “misteriosos” como el “comercio de los productos de
consumo”. ¿Y quién sabe mucho del Comercio de los productos de Consumo? Allí es
necesario descender a cuestiones básicas, a problemas políticos: y entonces se
aprende a preguntar: ¿”Pueden decirme qué significa esto”? Si se tiene un ego sólido y la fortaleza de usar el poder,
se aprende por experiencia que en la vida es mejor “escuchar a la gente” que puede ayudar a tomar una decisión y ser deferente
con ella, a veces contra el propio criterio porque es lo más sensato
por muchas razones.
Para hombres como Horacio Cartes el
poder es una técnica; son grandes sacerdotes de un sistema, que intentan
controlar cosas, justificando su
propia ambición en términos de eficacia. Cuantas más cosas pueden controlar
(naturalmente, “cosas” incluye a personas) más poder tienen; pero el poder de
ellos es, en gran medida, impersonal: puede decirse que una organización de
decenas de miles de personas tiende a rodear a su ejecutivo principal de
“cierta dosis de respeto”, lo que es verdad, pero en última instancia sólo se
puede influir en el trabajo de miles de personas por medios indirectos. A
menudo un Presidente o Gerente Ejecutivo entabla “juegos de poder” menores con
su personal inmediato, lo mismo que un ejecutivo poco importante de una empresa
pequeña, por la misma razón de que sólo puede ejercer el poder directa y
visiblemente sobre su entorno inmediato; en términos de poder el contacto
humano es muy importante y el poder ejercido sobre la gente que uno conoce
siempre es más satisfactorio que el que se ejerce sobre una gran cantidad de
extraños; al mismo tiempo, la magnitud dispersa el poder.
No obstante, desde un punto de vista
empresarial, representa un valor con potencialidad de crecimiento, y el
crecimiento es un factor esencial del poder. Desde sus comienzos, Cartes
expandía el crecimiento de sus empresas a tal velocidad que la mitad del tiempo
sus competidores ni sus empleados siquiera sabían lo que estaba haciendo, hasta
que triunfó en toda la línea, suscitando la admiración de propios y extraños,
ya que, al fin de cuentas, nadie condena
a alguien por expandirse a demasiada velocidad porque eso es… optimismo,
y “la acción produce más fortunas que la precaución”, es un consejo que vale la
pena recordar cada vez que uno se vea tentado a no hacer nada; las consecuencias
de actuar son siempre más interesantes que el de no hacerlo y nadie puede jugar
al “juego” del poder sin mover sus piezas (y arriesgarlas), pues en algún
punto, un conocimiento teórico del deber debe conducir a decisiones prácticas.
Mucha gente que cree en las jerarquías avanza
hacia arriba, si es que avanza, paso a paso; la suya es esencialmente una
perspectiva del poder lineal y estática, como si la vida fuera una escalera que
debe montarse de a un peldaño por vez, siendo un ejemplo extremo de este
sistema de poder el Ejército y la Burocracia Civil. Es muy distinta la posición
de aquél que puede expandirse, como
lo hizo Cartes, abarcando gradualmente gente y funciones suficientes para poder
regularizar sus adquisiciones logradas, por así decirlo, extendiendo los brazos
como una ameba y llenando después los espacios. Hay que notar la diferencia
entre éste modelo de poder y el del que
“monta por la escalera”. El que se expande nunca abandona su trabajo original
ni ninguno de los que adquiere: en lugar de avanzar lentamente hacia arriba, en
un solo lugar, se expande hacia afuera, fluyendo como la lava; agrega trabajos,
títulos y responsabilidades, confiando en que en el camino levantará a gente
suficiente como para que le sea posible delegar las partes más onerosas del
peso de su trabajo. El secreto consiste en aprender a delegar sin renunciar a
la responsabilidad, hasta que finalmente se llega a ser responsable de todo sin
tener que hacer nada. Y para esto el control de la información es muy importante;
todos dependen de la provisión de información, aunque generalmente se considera
que la “entrada de información” es una tarea oficinesca no muy superior a las
demás que existen, pero no es así, y si existe un hombre muy bien informado ese
es Horacio Cartes. Es otro de sus secretos que hemos atisbado. Hay que
informarse constantemente, porque pasa que nos educan –con considerable costo y
esfuerzo– pero ningún maestro sabio nos prepara para el mundo que enfrentaremos
de adultos. Si tenemos suerte aprenderemos a realizar un trabajo pero para la
mayoría de la gente el precio de la supervivencia es la capitulación.
En nuestro mundo existe un lugar para
casi todos, aunque por lo general según los términos de otros y no según los
nuestros. Algunos aprenden a triunfar en cierta forma, pero son muy pocos los
que aprenden a usar el mundo en lugar de ser usados por él. En ese sentido Horacio Cartes es un paradigma que nos
recuerda lo que escribió el filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson en sus célebres Ensayos: “Lo que explica
a un hombre es nada menos que toda su historia. Si la totalidad de la historia
es un solo hombre, todo debe explicarse a partir de la experiencia individual.
Existe una relación entre las horas de nuestra vida y los siglos del tiempo.
Toda ley nueva y movimiento político tiene sentido para ti, ponte delante de
cada una de sus tablillas y di: “he aquí uno de mis disfraces”. Bajo esta
máscara fantástica, odiosa o elegante, se ocultó mi naturaleza proteica. Esto
remedia el defecto de nuestra excesiva proximidad a nosotros mismos. El mundo
existe para educación de cada hombre. No hay Era ni estado de la sociedad o
modalidad de acción en la historia para el que no haya algo correspondiente en
su vida. Todo tiende prodigiosamente a abreviarse y a entregar al hombre su
propia virtud. Él debería comprender que puede vivir toda la historia en su
propia persona. Tiene que aferrarse a su hogar con todas sus fuerzas y no
consentir que le intimiden reyes o imperios, sino saber que es más grande que
toda la geografía y todos los gobiernos del mundo… La sociedad es una ola. La
ola se desplaza hacia delante, pero no el agua de que está compuesta. La misma
partícula no se eleva desde el valle a la cumbre. Su unidad es únicamente
fenomenal. Las personas que hoy construyen una nación mueren al año siguiente,
y con ellas su experiencia. Trabaja y adquiere con entusiasmo y habrás
encadenado la rueda de la Fortuna, y la arrastrarás siempre a tu zaga. Una
victoria política, un aumento de las rentas, la recuperación de tus enfermos,
el retorno de tu amigo ausente o cualquier otro suceso completamente externo
elevan tu ánimo, y piensas que se avecinan buenos tiempos. No lo creas. Nunca
es así. Nada puede depararte paz, salvo tú mismo. Nada más que el triunfo de
los principios puede darte la paz”.
En cuanto al Liderazgo Deportivo, es
poco lo que se puede agregar pues Cartes aplicó a esa actividad los mismos
principios y estrategias que le dieron el triunfo en la actividad empresarial…
y también triunfó. Solo que agregó algo más: la motivación por la gloria, algo inconmensurablemente caro a los
deportistas, tanto atletas como aficionados, como cantara hace 2.500 años el
poeta tebano Píndaro, en sus
conocidas Olímpicas:
“El vencedor, el resto de sus días,
tendrá una dicha con sabor de
mieles:
¡los Juegos la han colmado!
¡Una alegría
que por siempre persiste y
dura
es bien supremo para el
hombre!
Y es preciso que a ese hombre
yo corone
al son del modo ecuestre, en
tono y canto eolio.
Yo sé que a un huésped que
reúne a la vez,
en grado sumo,
la afición a lo bello y la
invencible fuerza
entre los que hoy en día viven,
nunca mis himnos
vestir podrán de fiesta con
sus ilustres pliegues…
No, no derrames por nuevas
lejanías tus miradas.
Pueda tu pie siempre pisar las
cumbres,
y yo, entre tanto, unido a los que
vencen,
proclamaré mi genio, doquiera,
entre los griegos.
Resumiendo: hemos analizado una personalidad con capacidad de organizador, administrador y
liderazgo que tanta falta hace a los Estadistas paraguayos desde Eligio y
Eusebio Ayala. Ojalá que resulte así para bien de Pueblo Paraguayo.
2.- DE LA
INFAMIA AL PODER.
Si logras conservar
intacta tu firmeza
cuando todos vacilan y tachan tu
entereza,
si a pesar de esas dudas
mantienes tus creencias
sin que te debiliten
extrañas sugerencias;
si puedes esperar, y
a tu afán poner brida,
o blanco de mentiras
esgrimir tu verdad;
y fiel a la verdad,
reacio a la mentira,
el odio de los
otros te deja indiferente,
sin creerte por
ello muy sabio o muy valiente…
Rudyard Kipling: Si… . ………………………………………………….
A partir de la década del ’40 recrudeció la fuerza
nacionalista e independentista en las colonias europeas de África y Asia, que
fueron dando sus frutos en los veinte años siguientes los cuales asistieron a
la independencia de casi todas ellas pero a costa de grandes sacrificios tanto
de sus pueblos como de sus líderes dirigentes. Reseñaremos sucintamente el
proceso de varias de ellas que hacen al objeto de éste acápite.
Todos los ejemplos que daremos aquí
tienen en común las atroces calumnias que, para la infamia de ellos, sufrieron
los Líderes que encabezaban la lucha por la libertad, acusados de delitos
comunes y políticos como de crímenes de lesa majestad y los largos períodos de
prisión en dolorosas condiciones infrahumanas
que tuvieron que soportar, destinados a quebrarlos moralmente y
apartarlos de su camino. Así tenemos los casos de:
Ghana:
Hay un lugar en nuestro planeta que los geógrafos ingleses llaman “Nowhere:
en ninguna parte”; en ese punto se encuentran los dos “ceros”, es el punto de
intersección del cero de latitud y el cero de longitud, o sea donde el
meridiano de Greenwich cruza el ecuador. Este lugar se halla situado en el
golfo de Guinea, el mar tropical que baña el vientre occidental de África,
tiene un clima espantoso y la ciudad más cercana es Accra, actual capital de
Ghana, por entonces denominada “Costa de Oro”, colonia inglesa. Una cárcel
próxima a “Nowhere” es algo muy parecido al infierno; y allí estuvo encarcelado
Kwame Nkrumah, acusado de ladrón y sedicioso. Corría el año 1950
y el preso no era ningún delincuente sino el alma del “Partido de la Convención
del Pueblo de Costa de Oro”. Sobre esta experiencia escribía más tarde: “En muy
poco tiempo los prisioneros pierden todo su individualismo y toda su
personalidad; llegan a adaptarse totalmente a su propio y desgraciado ambiente.
Pierden la confianza en sí mismos y están mal preparados para enfrentarse con
el mundo exterior, que no tiene refugios seguros para sus quebrantadas y
perdidas almas”. No así Nkrumah, porque él poseía eso que los musulmanes, que
abundan en Ghana, llaman baraka: “ser bienaventurado”, que
define ese estado de exaltación y de dominio que hacía que solamente aquellas
personas dotadas de dichos atributos podían elevarse con las alas del poder de
su voluntad. Los antiguos griegos lo llamaban carisma: “don”; pues
consideraban que era un don divino conferido a ciertos seres privilegiados como
testimonio de que la gracia divina les ha creado para la función a que han sido
llamados. Y así fue que Ghana alcanzó la total independencia en marzo de 1957 y
Kwame Nkrumah su primer gobernante como Primer Ministro, logrando el ingreso
del nuevo país en las Naciones Unidas. La independencia de Ghana fue la señal
que inició la “explosión de independencia” en África; y el 1º de Julio de 1960
se adoptó el régimen presidencialista con Nkrumah como primer presidente y
denominado oficialmente “Osagyefo”: “liberador”
o “redentor”. La infamia ni la prisión pudieron evitarlo.
Argelia:
La Oficina Central de Correos de Orán, la ciudad más importante del
noroeste de Argelia, fue asaltada en la mañana del 5 de Abril de 1949. Los
asaltantes se llevaron dinero por valor de varios miles de dólares. El atraco
parecía ser obra de tres hombres, que no fueron identificados a pesar de la
cuidadosa investigación de la policía. Un año más tarde, los titulares de los
periódicos (controlados por el Gobierno Colonial Francés) esparcieron la
noticia: la policía había encontrado parte del botín y un revólver de
fabricación alemana que había sido “identificado” por un testigo ocular; tanto
el dinero como el arma los llevaba encima Ahmed
Ben Bella, jefe de la secreta OS, Organisation Spéciale, primera
organización combatiente por la independencia de Argelia, creada precisamente
por Ben Bella quien fue confinado en la prisión de la ciudad de Blida, donde
languideció dos años mientras la justicia preparaba su juicio, siendo
condenado, en Marzo de 1952, a siete años de reclusión. Pero a los pocos días
se fugó de la prisión, reapareciendo en Egipto y más tarde en las montañas de
Kabylia de la propia Argelia. Entre tanto, se abrió otra causa en la que fue
condenado a “trabajos forzados a perpetuidad” in absentia. Pero en 1956 los dos vecinos, Marruecos y Túnez obtuvieron su independencia y comenzaron su
ayuda a la causa argelina; Así fue cómo el 22 de Octubre de 1956, Ben Bella y
cuatro compañeros de la alta dirigencia del FLN (Frente de Liberación Nacional)
abordaron un avión en Rabat para dirigirse a Túnez, pero al pasar cerca de
Argelia fue interceptado por la fuerza aérea francesa y obligado a aterrizar en
la misma Argelia donde fueron detenidos y trasladados a París y encerrados en
la horrible y famosa prisión de “La Santé”, donde pasaron los años sin
celebrarse juicio, llegando Ben Bella a pasar –entre La Santé, la isla de Aix y
el Castillo de Tourquant– más de cinco años en la cárcel, siendo liberado en la
primavera de 1962, poco antes que el Presidente Charles de Gaulle declarara la
independencia de Argelia el 3 de Julio de ese año. Ben Bella regresó a su
patria donde tuvo que afrontar lascalumnias de sus mismos opositores argelinos
del “Gobierno Provisional” que lo acusaban de “títere de los franceses”; pero
su pueblo no lo había olvidado y en las elecciones generales del 15 de
Setiembre de 1963, recibió, como candidato del FLN, el 99% de los votos y cinco días más tarde, Ahmed Ben Bella juró su cargo como primer Presidente de la
República de Argelia. Ni la infamia ni la prisión pudieron evitarlo.
Kenia:
El país que se extiende alrededor de Lokitaung, en la entonces colonia
británica de Kenia, parece haber sido arrancado de la masa informe inicial del
mundo. Las contorsionadas colinas que rodean el desértico puesto semejan ser el
resultado de una repentina petrificación acontecida cuando se formaba el
planeta. No habría sido posible hallar mejor lugar para un campo de prisioneros
que éste de Lokitaung, cercado por un pantano del que se desprenden los vahos
de la muerte; el lago Rodolfo, con sus aguas salobres, se halla a cierta
distancia hacia el Este, y se dice que los pájaros extraviados sobre las
exhalaciones de la ciénaga, van a desplomarse sobre las aguas abrasadoras del
lago. El campo de prisioneros estaba coronado por descarnadas colinas que
acentuaban aún más la desolación del lugar constituyendo el final del camino
sin retorno a la vida.
Entre los prisioneros de ese campo se
hallaba Jomo Kenyatta; había sido
enviado a Lokitaung porque sus acusadores pensaron que la muerte en la horca
habría sido demasiado benigna para él porque se habría reducido a unos segundos
nada más. En aquélla prisión, en cambio, el paso de los años, segundo a
segundo, lo llevaría a la más infinita desesperación. La crueldad le rodeaba
por todas partes: las implacables fuerzas de la naturaleza le corroían el
sistema nervioso y la crueldad del hombre hacia sus semejantes constituía un
espectáculo constante. Los prisioneros, libres de los convencionalismos de la
vida civilizada, se hundían al nivel de los salvajes y vivían con un total aborrecimiento de los verdaderos rasgos que
les diferenciaban entre sí. El hombre es el único ser viviente que tiene noción
de su propio e inevitable fin; naturalmente, desconoce el cuándo y el cómo de
éste punto final, pero esta incertidumbre se convierte en un tormento
constante, como una maldición. A Kenyatta se lo había calificado de “asesino” y
antiguo jefe de “bandas de asesinos”. En
el año 1946 Kenyatta creó la Unión
Africana de Kenia, KAU, bajo su Presidencia; los Kikuyus, la más importante
de las tribus, formaban su núcleo, y de repente, en 1947, la palabra “Kikuyu”
saltó a las primeras páginas de los periódicos: fue en aquél año que el mundo
empezó a tener noticia del Mau Mau, un
nombre que denotaba una odiosa, sangrienta y sádica organización terrorista.
Sus miembros fueron conocidos como “los mau maus”. El arsenal del Mau Mau
incluía no solamente armas modernas, sino también primitivos instrumentos
tribales de tortura y de muerte; las víctimas eran, a veces, descuartizadas en
pequeños fragmentos; los ojos de las personas asesinadas frecuentemente
aparecían separados del cuerpo, con el fin de que su “espectro” no pudiese
identificar a los criminales. El 22 de Octubre de 1952, Kenyatta y otros cinco
jefes de la KAU fueron detenidos y acusados de “dirigir” el movimiento del Mau
Mau. En otras palabras, fueron acusados de ser los inspiradores, los “cómplices
intelectuales”. Fue entonces cuando el terrorismo alcanzó la máxima furia.
Cuando comenzó el juicio de Kenyatta y sus
compañeros, se lanzó la más fantástica campaña propagandística de los últimos
años creando la imagen de un asesino, haciendo que incluso personas bien
informadas tuvieran la impresión de que el mismo era un gangster del Mau Mau. El 8 de Abril de 1953, Kenyatta fue
sentenciado a siete años de cárcel; con ello empezó su calvario en Lokitaung.
Años después, todavía en prisión, Kenyatta continuaba siendo la bête noire de las autoridades
británicas; el Ministro de Colonias le describía como “el jefe africano de la
oscuridad y de la muerte” y el Arzobispo de Canterbury se valía de su caso como
ejemplo de obscurantismo; el KAU fue declarado fuera de la ley, aunque él había
declarado durante su juicio: “Quien me llama Mau Mau está equivocado; yo no
conozco al Mau Mau… el KAU no es una organización de lucha que emplee las
armas…” además, tres años más tarde, un policía africano al servicio de las
autoridades coloniales capturó al Mariscal
de Campo del Mau Mau, que fue inmediatamente ejecutado y la campaña de
terror acabó.
Pero los ingleses no pudieron
resistirse por más tiempo a la necesidad de abrir a los africanos el Consejo
Legislativo de Kenia. Los africanos elegidos para dicho Consejo lanzaron en
1958 una importante campaña para conseguir la libertad de Kenyatta. El clamor
público a su favor continuaba. De todas maneras, él había ya casi cumplido su
condena, por lo que el Gobierno Inglés decidió liberarle de la cárcel; no
obstante, continuaría en residencia forzosa, confinado en Lodwar; era el año 1959. La agitación en pro de su
liberación total prosiguió y los ingleses comprendieron que no se adelantaría
nada en Kenia sin libertar a Kenyattta, de modo que levantaron su confinamiento
el 21 de Agosto de 1961. Después de todos aquellos años de infamia, Jomo
Kenyatta se presentó una vez más ante su pueblo. En el transcurso de una gran
reunión pública en Nairobi, 30.000 africanos le dedicaron una delirante
bienvenida llamándole “un segundo Dios”. Pero los amos ingleses continuaron con
sus maniobras y dilaciones hasta que por fin, las elecciones generales tuvieron
lugar desde el 18 hasta el 26 de Mayo de 1963 y el partido de Kenyatta, el
KANU, obtuvo la mayoría absoluta. Los arrobados kenianos lo ensalzaron
llamándole “padre de la nación”. De esta forma, el Gobierno de Su Majestad
transmitió los poderes al ex presidiario: “Su Excelencia Kenyatta, Primer
Ministro de Kenia” –el mismo hombre a
quien el anterior Gobernador de la colonia había denunciado como “un agente de
la oscuridad y de la muerte”– a medianoche del 11 de Diciembre de 1963.
Jomo
Kenyatta había sido culpado de ser el inspirador de una banda terrorista;
había sido juzgado por complicidad en asesinatos. Aborrecido por las personas
decentes, no era más que un “criminal” y “bestial”. Soportó su deshonor durante
más tiempo que ninguno que se ha mencionado y se mencionará en éstas páginas;
pero sobrevivió a la prueba y surgió intacto de su cautiverio, más seguro de sí
mismo y radiante a los ojos de su pueblo. Los heraldos llevaron su fama a todos
los confines del mundo. Ni la infamia ni la prisión pudieron evitarlo.
Otros
ejemplos: Además de los casos que hemos reseñado in extensum, vamos a ocuparnos de otros no menos importantes pero
más sucintamente para no cansar al amable lector. Así tenemos el de Habib Burguiba, de Túnez, hombre inteligente y versado en muchos asuntos, educado en
París, fundador del Partido Neo-Destour, “Nueva
Constitución”. Fue detenido por primera vez en 1934 por las autoridades
coloniales francesas y enviado a la región sahariana, en el extremo sur de
Túnez, un caluroso lugar, “para que se refrescara”, pour se refraichir , donde pasó veinte meses de infinita
humillación. Fue detenido nuevamente en 1938 e internado en la cárcel militar
de Túnez durante cinco años. Cuando Francia fue derrotada por Alemania al
comienzo de la 2ª. gran guerra, Burguiba fue llevado a Francia y luego a
Italia, donde los alemanes intentaron que colaborase con ellos, pero él sólo se
manifestó contra el colonialismo en un mensaje radial.
A consecuencia de ello fue acusado de
haber colaborado con los Nazis. Acabada
la guerra, los franceses no reconocieron a Burguiba, quien estaba de nuevo en
Túnez como portavoz de la mayoría musulmana, y lo pusieron bajo vigilancia;
legalmente no podía abandonar Túnez así que salió clandestinamente y solamente
pudo volver en septiembre de 1949, pero el 18 de Enero de de 1952 cayó
nuevamente preso y fue llevado de un lugar a otro y esta vez fueron los
franceses quienes buscaron su colaboración para detener la ola de sentimiento
pro-independencia que fluía sin cesar y aceptar solamente la autonomía interna
del país; tuvo una cordial conversación con el entonces Primer Ministro Pierre Mendès-France, y a Burguiba le
pareció un paso decisivo para la total soberanía de Túnez, regresando el 1º de
Junio de 1955 tributándosele una triunfal bienvenida; pero la infamia no acabaría.
“Burguiba traicionó a su patria”, era la acusación que levantaba contra él uno
de sus máximos colaboradores: se trataba de Salah Ben Yussef, Secretario General del Neo-Destour desde 1952,
que había escapado al extranjero para no caer en manos de los franceses. Pero
Burguiba era el auténtico hombre del
destino de la nueva nación, el hombre dotado de baraka, el jefe carismático. Fue a él a quien votaron las masas en
el Congreso del Neo-Destour y no al adusto Salah Ben Yussef. Pero la autonomía
interior no era suficiente para Burguiba, y los franceses, siguiendo ya una vía
totalmente realista, firmaron el acuerdo del 20 de Marzo de 1956 dando fin al
protectorado. Cinco días después se celebraron elecciones nacionales en las
cuales el “Frente Nacional” de Burguiba obtuvo la totalidad de los 98 escaños
de la Asamblea Constituyente. Y luego llegó el 25 de Julio de 1957 que quedó
señalado como “Día de la República”; nuevamente por unanimidad fue elegido
Burguiba jefe del Estado y su pueblo le aclamó como Le Combattant Suprême, “el combatiente supremo”. Ni la infamia ni los
doce años de cárcel pudieron evitarlo.
A éstas gestas también podemos agregar
la de Sukarno, de Indonesia, acusado de contrabandista y
de recibir dinero de los invasores japoneses; confinado en una de las remotas y
salvajes islas del archipiélago indonesio por los colonialistas holandeses, y
luego varias veces encarcelado con el transcurso de los años para después convertirse, en el primer Presidente
de la República de Indonesia, proclamada
el 17 de Agosto de 1950. Un caso patético es el de Patrice Lumumba, enviado a la cárcel en la segunda mitad de la
década del ’50, condenado por robo de fondos de la oficina de correos donde
trabajaba en el entonces Congo Belga; y
en 1960 fue el primer gobernante de la flamante República del Congo en su calidad de Primer Ministro. Y finalizaremos con Jawaharlal Nehru, líder de la India,
una nación acosada por todos los problemas humanos y sociales imaginables.
Los períodos de encarcelamiento de Nehru se iniciaron en 1921, en la cárcel de
Lucknow, donde se encontró rodeado por otros cincuenta convictos, todos los
cuales eran delincuentes comunes, y Nehru no era un simple hombre del pueblo:
pertenecía a la casta aristocrática del Brahman de Kashmir y era, además, un
aristócrata de la inteligencia. Fue encarcelado a menudo, no solamente por las
autoridades británicas sino también por el juez de un Estado nativo, el
principado indio de Nabha, donde no solamente fue arrestado, sino que además le
encadenaron y le pasearon por las calles de la ciudad como si se tratase de un
bruto. En la cárcel de Gorakhpur pasó un año por tres discursos que dirigió a
unos campesinos, pero la sentencia había sido de cuatro años. El ataque japonés
a Pearl Harbour lo salvó, porque los ingleses necesitaban la buena disposición
de los dirigentes del Partido del
Congreso Nacional Indio, pero pronto se encontró otra vez en prisión, esta
vez en Ahmadnagar y por tres años, hasta el verano de 1945. Entretanto, fue
vilmente calumniado como tratante de personas y traidor a la patria; pero sus
condenas ayudaron a Nehru a conseguir mayor estatura a los ojos de su pueblo
que le hizo merecedor del honor que confluyó sobre él cuando fue electo Primer Ministro de una nación India independiente en 1948. Ni la cárcel ni la infamia que
cayó sobre estos hombres pudieron evitar su gloria.
Hemos reseñado el destino de estos
pro-hombres porque, a semejanza de ellos, también Horacio Cartes sufrió los rigores de la prisión y un Juicio –en el cual
obtuvo la Revocatoria del Auto de Prisión y fue sobreseído en todas las
Instancias, incluida la Corte Suprema de Justicia– por una acusación de las
altas esferas de la Burocracia Stronista
sobre una supuesta manipulación de divisas preferenciales del Banco Central
durante el régimen dictatorial; y el expediente judicial al sobreseerlo reza: “Con la expresa constancia de que la
formación de la presente causa no afecta su honorabilidad ni su buen
nombre”(sic). Así fue
–cuando era Candidato con grandes
posibilidades de poder político– calumniado y difamado, como resultado de los
celos y envidia que provoca el éxito, buscando su infamia, acusándosele de
contrabandista, evasor, narcotraficante
y otras “lindezas” para apartarlo de su camino quebrando su moral; sin que sus
detractores hayan aportado una sola prueba ni atreverse a denunciarlo ante la
justicia. Respecto a lo último, por ser la más grave, este autor ha investigado
exhaustivamente esa acusación no hallando el más mínimo indicio de su posible veracidad,
resaltando además que el Departamento de
Estado de los EE.UU., tan meticuloso y sensible para otorgar visas a
alguien con mínima sospecha, nunca se la haya negado a Horacio Cartes quien
incluso ha instalado hace poco tiempo una fábrica de gaseosas en territorio Norteamericano.
Como lo escribe el mismo Cartes en el opúsculo de su autoría, “Las razones de mi Coloradismo”: “Por
mi parte, ninguna de mis empresas jamás hizo negocios con el Estado. Y no voy a
empezar ahora…. Las denuncias que no pueden ser demostradas se pierden en la
humareda de las intrigas y calumnias políticas…. Mienten deliberadamente a
sabiendas de la falsedad de sus afirmaciones. En mi caso particular, las
acusaciones comenzaron coincidente mente con mi incursión en la
política. Nadie antes se preocupó de mi pasado. Y eso que desde bastantes años
soy una figura pública, tanto en el ámbito deportivo como empresarial.
Acompañando a la Selección Nacional de Futbol viajo a todas las naciones del
mundo sin ningún problema. Nunca me negaron visa para entrar a otro país. Es decir, no tengo cuentas pendientes
con la Justicia, ni dentro ni fuera del Paraguay. (“Un pasado sin
secretos”; pp. 48-49-50; Mayo de 2011);
ante lo cual, y tal como los dirigentes antes citados, ha demostrado una
entereza e infinita paciencia, evitando
responder agravios, lo que nos recuerda la filosofía Budista aplicada al Código
de los Samurais japoneses, el Bushido, que
dice en un pasaje: “Karma es el principio del conocimiento. Después, está la paciencia. La paciencia es muy
importante. Los pacientes son fuertes. Paciencia
significa dominar nuestra inclinación hacia las siete emociones: odio, amor
(como adoración), gozo (vicios), ansiedad (celos, envidia), ira, dolor y miedo.
Si las resistes, eres paciente, y
pronto comprenderás todas las cosas y estarás en armonía con la eternidad….” Y
finaliza el pasaje diciendo: “…Quien domina estas siete emociones adquiere la
paciencia, y la paciencia es la suprema
virtud del caudillo”. Y nuestro conocido líder político y espiritual de la
India, autor de la “Ley de los Ciclos Sociales” y la “Teoría de la Utilización
Progresiva y Progresista” (PROUT) que hemos expuesto en trabajos anteriores, Prabhat Rainjain Sarkar, escribió
respecto al Caudillo: “Al hablar en
público, la oratoria es su fuerza; en el campo de batalla, su bandera es su
fuerza; en la hora del peligro, la
paciencia es su fuerza”. A no olvidarlo, porque todas estas pruebas a que
se somete a un Caudillo, configuran una Situación
de Actuación, que desarrollaremos en el próximo acápite. Pero nos
preguntábamos entonces: ¿pasará lo mismo
con Cartes que con los héroes antes citados, y su destino lo llevará “de la
infamia al Poder”? Pues así ocurrió…
Mas, para terminar, no podemos pasar por alto
que, aunque Horacio Cartes es un hombre de acción, sumamente práctico, tiene
también su veta soñadora: él sueña con un Paraguay en acelerado desarrollo
socioeconómico, paz social, libertad económica y política, y democracia
transparente. Por eso, nos parece que no debemos ser impacientes con él y darle
más tiempo para trazar completamente “el Nuevo Rumbo” de su Gobierno.
3.-TEORÍA DE LA “SITUACIÓN DE ACTUACIÓN”.
La mayor parte de las situaciones son
la consecuencia de una serie de acciones y el preludio de la siguiente, pero en
sí mismas ni negativas ni positivas. Esto es esencial que quede claro; de otro
modo, la actuación es incompleta. Las ideas, sin la actuación, pierden su
significado; si la gente representa una situación comprendería su
significado. La historia es una suma de situaciones cuyo significado nunca se
comprendía hasta mucho tiempo después porque la gente había tenido miedo de
representarlas. No eran capaces de enfrentarse con su responsabilidad hacia ellas.
Preferían considerar las situaciones en que se encontraban inmersos como parte
de un curso general de los
acontecimientos sobre el que no podían ejercer control, lo cual significaba que
jamás podían comprender realmente tales situaciones, y así, de una curiosa
manera, las situaciones llegaban a formar parte de un fluir general de los
acontecimientos. No creemos que pudiéramos llegar tan lejos como para decir que
somos capaces de cambiar el curso de los acontecimientos actuando en las
situaciones en que uno se encuentra inmerso, pero, al menos, eso le haría a uno
comprender mejor cuál es dicha situación y qué medidas puede tomar para impedir
que las cosas derivaran en la mala dirección o en una dirección irreal. Ahora,
nos preguntamos qué tienen que ver los hechos con la teoría. La teoría viene
ilustrada con ejemplos en la representación de la situación y la verdadera
cuestión es la relación existente entre nosotros; porque antes de la situación nuestra relación había sido sólo
simbólica: tenía que volverse real.
Por el momento nosotros somos simples
símbolos; no llegaremos a comprendernos nunca mutuamente si nos contentamos con
esto. No bastaba, en los casos reseñados en el ítem anterior de las luchas por
la independencia de las Colonias, con decir que uno era inglés y el otro
africano o asiático, que el inglés era un Gobernante y los otros uno de los
gobernados. Se tenía que descubrir lo que eso significaba. La gente hablaba de
una “relación ideal” entre ambas clases sociales: la llamaban “camaradería”
como en cualquier país dividido profundamente en clases; pero nunca decían nada
sobre el desprecio por parte de uno y el temor del otro, que era algo básico, y
que brota antes que cualquier sentimiento de “camaradería” en cuanto sociedad.
Tenemos que averiguar eso también, tenemos que representar la situación tal como es realmente –porque
eso es muy importante en política– y de una manera que significara que ninguno
de nosotros la iba a olvidar o a sentirse tentado de fingir que no existía o
que era alguna otra cosa. Todo esto forma parte de lo que se puede llamar la
fase de la degradación del individuo de clase baja, de su confesión de
dependencia hacia la clase alta, de su inferioridad hacia ella; porque la
verdadera corrupción de esta clase alta es su pretensión de que no siente
desprecio por el pueblo, y nuestra verdadera degradación es nuestra pretensión
de igualdad. Pero si pudiéramos comprender la verdad, aún habría una
oportunidad para nosotros. Podría tener cierto sentido entonces hablar de obligaciones
de una clase para con la otra. La última fase podría mostrar las posibilidades.
Lo que sucede anecdóticamente carece de importancia con tal que comprendiéramos
cuál era nuestra responsabilidad al respecto.
Lo que sucedió hasta ahora en el
Paraguay hay que considerarlo simbólico
también, sintomático de lo que puede llamarse la corrupción ideológica Liberal
tanto en ese Partido como en el Republicano. Nosotros debemos aceptar nuestra
parte de responsabilidad por lo sucedido en nuestra historia de la transición
aún cuando no hubiera habido ninguna base común entre nosotros y los anteriores
Gobernantes realmente responsables. La Clase realmente responsable era la que
se encontraba en el Poder en nuestro país, cómodamente sentada y alimentando la
ilusión de que existía algo llamado “fraternidad humana” y que seguía, gobierno
tras gobierno, pretendiendo que realmente aquí existía tal cosa.
La diversidad de las corrupciones de los
Gobiernos en el Paraguay (y peor el de la Izquierda luguista-liberal) era
interminable: supuesto afecto por los sirvientes políticos, por los campesinos,
por los soldados, pretender que se comprendía a los intelectuales o se
simpatizaba con las aspiraciones nacionalistas; pero todo éste aparente afecto
y comprensión era una corrupción de lo que podríamos llamar “la tranquila pureza de su desprecio”. Es
una “Situación” sorprendente ¿verdad, amable lector? Siempre ellos encontraban
un huequecito en el que encajarse para demostrar que formaban parte de la gran
demostración “democrática liberal cristiana”, aun cuando sólo fuera gracias a
repetirse ad nauseam mutuamente que
no había individuos mejores en el mundo que un obrero, o un campesino, o el
tipo que le estaba lustrando los zapatos. Ellos consideraban la Administración
Gobernante por la marcial y leal Clase Burocrática sirviente como una mezcla de
sensualidad pervertida y arrogancia feudal. Lo que les conmovía o halagaba era
una idea, una idea de sumisión y lealtad ejercida en su favor; pero el hombre o
mujer que tenía esa sumisión y lealtad era para ellos un ser inferior, e,
incluso cuando le abrazaban y le felicitaban, sentían desprecio por él o ella.
Y en el otro extremo de la escala, cuando se piensa en la especie de Gobernantes
que pretendían admirar a los intelectuales paraguayos, que fingían simpatizar
con sus aspiraciones nacionalistas republicanas, si se era sincero consigo
mismo se tenía que admitir que todo lo que podía admirarse o con lo que
simpatizarse era el reflejo en negativo de sus propios ideales. Porque bajo la
admiración y la simpatía que podían suscitar, estaba siempre el desprecio que
una clase sentía por el pueblo que había aprendido las cosas de ella. Siempre
estaba latente el burgués intelectual Liberal tan despreciativo hacia el Colorado,
instruido o no, como el arrogante Gobernante (colorado o no) reaccionario de la
clase superior lo era con respecto al individuo que le “chupaba las medias” y
buscaba su elogio. Los que se encuentran personalmente en una buena posición
para comprender claramente toda esta falsedad, son aquellos cuyos orígenes eran
humildes y que si no hubieran tenido talento, hubieran terminado mediocremente
sin haber comprendido nada; pero que tenían talento, habían progresado… y
comprendido.
Nadie que tenga un poco de talento e
instrucción puede eludir ésta cuestión. Nietzsche
dijo que las relaciones entre los pueblos estaban basadas en el desprecio, no
en el amor, y que el desprecio era la emoción humana primaria porque ningún ser
humano llegaría a creer jamás que todos los seres humanos habían sido creados
iguales. Si existía una emoción casi tan poderosa como el desprecio, ésta
era la envidia. Dijo que la personalidad del hombre existía en el punto de
equilibrio entre el grado de su envidia y el de su desprecio. ¿Qué ocurriría si
alguien pretendía que la situación era simplemente algo pasajero y que no tenía
ninguna responsabilidad en ello, y que existía algo llamado “justicia pura” que
le ayudaría a salir de cualquier apuro, y si todos reconocían las pretensiones
de los otros a tener iguales derechos como seres humanos?: Nada ocurriría. Ninguno aprendería nada sobre sí mismo; la
existencia misma de las leyes demostraba el desprecio que la gente tenía por
los demás.
Es por todo lo que hemos esbozado que
debemos estudiar seriamente la Situación
de Actuación por la que atraviesa nuestro Paraguay, y tratar de
comprenderla en toda su plenitud, para conquistar un nuevo modelo de Gobierno que, apoyado en un nuevo
modelo de Partido, estructure un
nuevo modelo de Sociedad, sin los
sentimientos de desprecio y envidia que suscita la división muy tajante en
clases de una Nación.-
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