UN
NUEVO MODELO DE PARTIDO
PARA LA ÉPOCA DE GLOBALIZACIÓN
1.-REFLEXIONES SOBRE UNA PROPUESTA IDEOLÓGICA PARA
EL PARTIDO
NACIONAL REPUBLICANO.
Ahora que el Presidente de la
República ha encauzado la nave del Estado hacia el “Nuevo Rumbo”, es llegada la
hora de prestar especial atención al Partido Colorado que lo respalda, más aún
por la Convención Extraordinaria anunciada para el mes de Octubre próximo.
La intención primordial del Pte. Cartes en este momento debe ser la
de convocar a Líderes históricos e intelectuales del Partido Colorado como Juan Afara, Bader Rachid Lichi, , Osvaldo Bergonzi, Leandro Prieto Yegros, Aníbal
Saucedo Rodas, Atilio R. Fernández, Carlos Romero-Pereira, Nelson Argaña, Juan
Carlos Galaverna, entre otros, para
impulsar un amplio debate sobre la situación del Paraguay en un mundo cada vez
más interdependiente, la dirección del proceso de transición democrática, el
tipo de sociedad que queremos y el quehacer del Partido en esta etapa crítica
de la vida nacional, apuntando a la necesidad de un próximo CONGRESO IDEOLÓGICO
Y DOCTRINARIO, que según el Art. 74º. de los Estatutos aprobados por la Convención Extraordinaria
del 11 de Septiembre de 1992, debía realizarse “cada diez años o antes si la Junta de Gobierno lo estimase oportuno y mediando
el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros o a petición de un quinto
de las Comisiones Seccionales … con
la finalidad de: a) Revisar el ideario
del Partido; b) Actualizar el Programa Partidario de acuerdo a la evolución del
País; y c) Definir la DOCTRINA PARTIDARIA
con relación a los problemas ideológicos que se planteen” (en el Nacionalismo
Republicano), y que pueda redefinir la modernización del perfil de nuestro
Partido, con la elaboración de un PROYECTO IDEOLÓGICO en una visión histórica y
sociológica, un PROGRAMA POLÍTICO para corto, mediano y largo plazo, y una
PROPUESTA DE REORGANIZACIÓN de la estructura partidaria.
Pensamos que las propuestas que han de
surgir deben ser el producto de una participación interna sin precedentes en la
historia del Partido y del más intenso y variado esfuerzo de reflexión,
elaboración y discusión en torno a las finalidades históricas, propósitos
políticos, dirección ideológica y medios organizativos del Partido Colorado.
Porque, la estrategia de cambio
profundo que se deriva, tanto de la crítica situación coyuntural del país
todavía en transición, como de la aspiración estructural e histórica de
construir una sociedad más democrática, reclama visiones y políticas que, no
solo resuelvan la coyuntura, sino, además, la trasciendan y garanticen, gracias
a su aliento de largo alcance, su permanencia y su continuidad de gestión, en
la perspectiva de las soluciones de mediano y largo plazo.
Y la tarea para producir la renovación
y el cambio necesarios para superar la crisis, comienza con la discusión para
elaborar plenamente nuestro programa político, como proceso global de
transformaciones muy definidas y aceleradas en el seno de la sociedad y del
Estado, y para eso hace falta ACCIÓN CONSTANTE Y EDUCACIÓN PERMANENTE DEL
PUEBLO.
En este sentido, queremos compartir
con los correligionarios, la profunda convicción que tenemos de que no nos
equivocamos cuando decidimos apuntar a la conquista del futuro y comenzar a
transitar nuestra estrategia de renovación, sobre la base del amplio proceso de
indagación y apertura a perspectivas y respuestas nuevas.
Porque el Partido en su totalidad,
que, a través del tiempo, ya demostró una profunda fe en sus raíces, no debe
abrigar complejos por algunos errores y reveses del pasado, ni mucho menos
tenerle miedo a los desafíos del futuro. Por eso, debemos expresar claramente,
en nuestra condición de colorados, el legítimo orgullo que nos embarga por la
tarea histórica cumplida por nuestro Partido en sus ciento veintiséis años de
lucha a favor de la democracia y el desarrollo paraguayo; pero, también debemos
recoger el sentimiento de insatisfacción
crítica que nace de la conciencia de lo mucho que nos falta por hacer y de
las falencias de una democracia incipiente y todavía imperfecta que es
necesario corregir.
Y para terminar esta reflexión
introductoria, antes de pasar a exponer el tema que presentamos, queremos
señalar la importancia de la intuición colectiva que ciertos visionarios
Dirigentes Republicanos enfrentados con el desviacionismo ideológico, tuvieron
hace ya dos décadas, de que ESTABA CONCLUYENDO UN TIEMPO Y CERRÁNDOSE UN CICLO
en la historia de nuestro país y de nuestro Partido, por el AGOTAMIENTO DE UN
MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA. Tiempo, ciclo y modelo que, en el ocaso de sus
trayectorias, convocan hoy, por ley ineluctable de la historia, a una
renovación profunda y radical, que permita instaurar, UN TIEMPO NUEVO, UN
MODERNO CICLO HISTÓRICO, Y UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA ORIGINAL.
2.-
PARAGUAY Y EL MUNDO.
Estamos inmersos en un mundo cada vez
más interdependiente, donde vamos confluyendo hacia un Estado Mundial, de Poder
Planetario, supranacional, en que todas las decisiones nacionales, por más
particulares que puedan parecer, tienen su impacto, su resonancia y su reacción
en el seno de la comunidad internacional. En este nuevo orden internacional, es
necesario pues, redefinir el papel de los Estados nacionales, el concepto de
soberanía absoluta, la ideología del nacionalismo, los alcances y límites de la
integración, la política cultural, la reforma del Gobierno y del Estado, las
nuevas formas de organización económica, la relación Estado-Sociedad, el papel
del individuo y del pueblo como creador y hacedor de la historia; es decir, la
trascendencia, la dirección y el destino de nuestro “elan vital”.
Se trata de contemplar, a la luz de una
ideología enriquecida por el aporte de la historia, la existencia de
situaciones de crisis que es necesario resolver, como lo son:
El
armamentismo y el rol y relacionamiento de las FF.AA. en la sociedad civil; la
pobreza crítica y sus secuelas: el terrorismo, la degradación ciudadana, el
narcotráfico y otras formas supranacionales del delito organizado; el efecto
del avance de las comunicaciones y la información con la fragmentación de la
solidaridad social y familiar y la masificación del ser humano; la destrucción
paulatina del equilibrio ecológico; el nuevo tipo de conflicto mundial que
depara el futuro: Estados pobres contra Estados ricos, antagonismo Norte-Sur,
retraso de la producción de alimentos frente al incremento no planeado y
malthusiano de la población mundial; el saqueo y agotamiento progresivo de los
recursos naturales del “tercer mundo”; el escamoteo de los recursos nergéticos;
el mito del “libre comercio” cada vez menos equivalente que lleva al
“desarrollo en tijera” de los países dependientes con respecto a las naciones
Centrales, y otros problemas que harían nuestra enumeración demasiado larga.
Nos podrán decir que este cuadro que
hemos pintado no es ninguna novedad, que todos lo sabemos, y es verdad; pero la
peculiaridad consistirá en la originalidad de las ideas que podamos aportar
para su solución, creando un modelo nuevo, un Estado renovado y un distinto
modo de ejercer la acción política; para que el Paraguay pueda resolver sus
problemas locales y aportar, en el marco de la globalidad, su “grano de arena”,
ya que el destino lo ha situado en el centro de la zona más feraz del planeta,
cuya importancia mundial será cada día más acentuada: la CUENCA DEL PLATA, destinada a
resolver –como lo apuntó el geopolítico MacKinder– en este siglo XXI, el
problema crucial que atenazará a la humanidad: el hambre.
Porque, queremos repetir: ninguna
crisis es ya meramente local sino planetaria, ni es meramente coyuntural sino
estructural; y su resolución implica siempre enfrentamiento de proyectos de las
distintas corrientes políticas y movimientos sociales; y en tal sentido, si –
como ahora – la crisis tiene causas de tipo económico y político, al final se
expresa siempre, como CRISIS DE VALORES IDEOLÓGICOS, que nos debe impeler a la
creación de nuevos modelos políticos-culturales para formular las acciones
colectivas en la construcción de nuevos caminos.
3.- UN POCO
DE HISTORIA.
¿Qué
pasó en América y el mundo en estos casi 70 años transcurridos desde la
finalización de la 2ª. Guerra Mundial? Durante la década del ’50, mientras
Europa se reconstruía e iniciaba su expansión económica, su “milagro
económico”, igual que Japón y más tarde los “Dragones Asiáticos”, en
Latinoamérica el valor ordenador era el desarrollo económico y la modernización
social sobre la base de los populismos desarrollistas, embriagado nuestro
continente por la utópica esperanza de la industrialización acelerada, el
autoabastecimiento, el aislamiento, y un nacionalismo mal entendido y peor
implementado, dejándose llevar por la equivocada y peregrina teoría diseñada
por la CEPAL de
la sustitución de importaciones con el “proteccionismo a las industrias nacionales”,
que no disminuyó la pobreza pero creó grandes millonarios “industriales
nacionales”.
Hacia mediados de los ’60, estallan en
los EE.UU. y Europa, movimientos sociales, políticos y culturales de ruptura
con el modelo excesivamente competitivo, predatorio y decadente de la sociedad
de consumo capitalista que ya llevaba dos décadas de ininterrumpida y acelerada expansión. En Latinoamérica, por
contrapartida, surge vigorosamente la “teoría de la dependencia” con
movimientos políticos que cuestionaban la relación de dependencia establecida
con los centros hemisféricos de poder, generalizados con la nomenclatura del
“IMPELIALISMO YANQUI”, jalonados por cruentos acontecimientos de lucha social y
nacional.
Por la década del ’70, la crisis se cierne
sobre los países desarrollados con la “estanflación” (estancamiento e
inflación), el desempleo, el déficit presupuestario y la violencia social, que
ponen en entredicho al “Welfare State” (Estado de bienestar) cuya decadencia
señalan Milton Friedman y otros ideólogos liberales, en tanto que en
Latinoamérica, al terrorismo de la guerrilla urbana y las acciones
paramilitares de la guerrilla rural, la respuesta es el autoritarismo militar y
el “terrorismo de Estado” con el agravante del desmantelamiento de las escasas
conquistas económicas y sociales de nuestros pueblos por ese “fascismo de
mercado” que señalara el reputado Paul
Samuelson.
En los ’80, las naciones del “1er.
Mundo” ya estaban superando su estancamiento por la aceleración de la “REVOLUCIÓN
CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA” que modificó radicalmente la producción, el modo de
realizarla y su cantidad y calidad, cambiando incluso las relaciones de
producción, a la vez que conlleva paralelamente una auténtica revolución
cultural y da comienzo a una nueva etapa para el hombre, que algunos pensadores
consideran ya “una mutación civilatoria”. Y en Latinoamérica se da el proceso
de transiciones de las Dictaduras hacia la Democracia , mientras en
lo económico se la denomina la “década perdida” por el retroceso del PBI, el
problema insoluble de la deuda externa, la caída aún más de los términos de
intercambio, la crisis total del Estado prebendarlo carterial y el
estancamiento tecnológico, “frutos” del fracaso de la aplicación del modelo
Neoliberal aplicado a rajatabla tras el “Consenso de Washington”.
Ya en los ’90, tenemos cambiado el
escenario, como nunca lo pensamos; las sociedades capitalistas desarrolladas
tienen toda la iniciativa y lo que se está enterrando es el llamado “Sistema
Socialista”; con un poder mundial “unipolar” que bajo el liderazgo de los
EE.UU. proyecta un “nuevo orden internacional”. Mientras que para nosotros, la
década del ’90 plantea a nuestras débiles democracias el tremendo desafío de
superar su propia crisis y tomar la decisión de cómo integrarse a un mundo que
se recompone.
Y en esta primera década del siglo XXI
las sorpresas no faltan: el impresionante crecimiento económico y social de China –que ya ha sobrepasado a Japón
como 2ª. potencia económica mundial y se estima que será la 1ª. potencia entre
el 2016 al 2030 – el continuado éxito de
los “Tigres del Asia”
con su “proteccionismo competitivo” (activa intervención del Estado para
regular la competencia interior y poca apertura a las importaciones), que está
siendo seguida por la Argentina Kirchneriana
con un importante como impresionante crecimiento del 9% anual y buena
distribución popular del ingreso hasta hace pocos años, se opone el fracaso del
Neoliberalismo en la Eurozona
(del Sur) con su secuela de déficits presupuestarios, desempleo estruendoso,
Estados prácticamente en quiebra, entredicho del Euro como moneda y retroceso
de productividad entre otras cosas, salvándose de los problemas solamente los
modelos del Socialismo Nórdico (Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca) y
Alemania, mientras en los EE.UU. el desempleo se acentúa, el déficit estatal es
monstruoso (la economía más endeudada del mundo), las exportaciones decaen, una
crisis inmobiliaria sin precedentes y el gasto público por las nubes, mientras
suenan tambores de guerra sin cesar, Latinoamérica – excepto Colombia, Perú y
Chile con muchos problemas – asiste al nacimiento de una nueva actitud
ideológica: el SOCIALISMO DEL SIGLO XXI prohijado por Venezuela, Bolivia,
Ecuador y Nicaragua con una agresiva arenga contra los EE.UU. y la proposición
de un nuevo modelo porque “el planeta no aguantará el modelo de desarrollo
capitalista”(sic).
Todas estas cuestiones son decisivas
para la imaginación de un Partido Nacionalista Republicano que ahora debe
postularse como alternativa entre la ofensiva del Neoliberalismo inhumano, y el
desprestigio, por su inviabilidad, del Socialismo izquierdista Estatal. Y
creemos que debemos expresarnos en estos términos, porque, ¿cómo pensar ya, que
una sociedad semiperiférica puede quedar, y menos desarrollarse, al margen de
este proceso planetario de internacionalización?.
4.- LA CUESTIÓN IDEOLÓGICA.
¿Cómo iniciar un debate sobre la
renovación necesaria para instaurar un nuevo método de acción política de
masas, sin formular algunas premisas respecto al desarrollo y “aggiornamento”
de la Ideología Republicana y Nacionalista, a la luz de los aportes recibidos
en el curso de la historia? Por ello, lanzamos a la discusión abierta algunas
ideas generales y necesariamente esquemáticas que, si bien no agotarán los
problemas cruciales, pueden llevarnos al camino correcto para plantear la
solución de nuestra crisis.
Lo primero es reconocer que nuestra
crítica situación exige una reconversión
de valores porque ya no se solucionará, ni se mitigará, ni siquiera
disimulará, con retornos al pasado o con fugas hacia adelante. Y el discurso clásico del coloradismo forma
parte de esa situación crítica y debe
ser reformulado. Pues muchos valores ideológicos que nos han legado han
perdido se sentido original y ya no responden a una época en que la ciudadanía
se vuelve cada día más participativa y exige profundizar sus roles.
Uno de esos valores que debemos
reexaminar es el que consideraba al Estado como el principal gestor y agente
central de las transformaciones económicas y sociales, en un rol central de
dirección e iniciativas que hoy ya no se compadece con la realidad. Y es en
este marco, en que ciertas realidades indiscutibles están siendo monopolizadas
en su examen y difusión por el Neo-Liberalismo, que el pensamiento Republicano,
democrático y nacionalista, debe librar una de sus batallas más cruciales,
ofreciendo nuevas fórmulas, originales, capaces de renovar esquemas que han
quedado superados, buscando recuperar un espacio que ha sido invadido política e
ideológicamente por un Neoliberalismo deshumanizado, sin volver a caer en anacronismos
ideológicos como aquél “Coloradismo eterno” aislacionista, con un “único
Líder” o “Tendotá”, Estatizante, “Corporativista”, que fomentó un Capitalismo
de Estado prebendario, con un discurso populista o sectorial que enfatizaba
demagógicamente el “Agrarismo” –sin resolver el problema– que
debemos redefinir, o el “indigenismo americano”. Debemos volver a beber en las
fuentes del PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO de Bernardino Caballero, pero enriqueciéndolo con los aportes
modernos, propios de un Partido
policlasista capaz de aglutinar las aspiraciones de todos los cuerpos
sociales; “…el Partido del orden de la
democracia, para la libertad y la justicia social, capaz de realizar una
profunda revolución dentro de la doctrina del poder constituyente de la Nación. Lo mismo que después del ’70,
auspiciamos una revolución fundadora, de reconstrucción nacional.
Reconstrucción política, jurídica, social y económica. Pero en el Gobierno de la Ley y no de la arbitrariedad
de los hombres circunstancialmente encumbrados al Poder”. Estos conceptos de aquel Patriarca de la democracia colorada,
Don Federico Chaves(1), rescatados
conservan toda su validez, pero, pongámonos a analizar por separado los
diversos asuntos que atañen a la cuestión ideológica.
5.- EL PAPEL
DEL ESTADO.
Es indudable que la “Reforma del
Estado” es uno de los puntos fundamentales que está sobre el tapete. Y creemos
que estamos de acuerdo en que sin modificar la estructura del Estado y la
manera en que ha obrado hasta ahora, no hay posibilidad de transformaciones
profundas. Hasta aquí podemos coincidir con la idea de modernización
neoliberal; pero desde este punto inicial, necesariamente aparecen las
diferencias. Es que hasta ahora hemos asistido al hecho de un “Capitalismo de
Estado” prebendarlo y un “capitalismo privado” de amigos, ayudado y protegido,
que constituyen una misma cara de la moneda de crisis en la que estamos
sumergidos; nuestra experiencia nos muestra a un capitalismo nacional
enclenque, con “industrias” obsoletas, que ha vivido, salvo honrosas
excepciones, sin riesgos, a costas del privilegio –y que vive aún así pese a la
retórica actual– mientras que el verdadero empresariado y el consumo popular se
descalabran, y también a las oligarquías “intocables”: financiera e
importadora, ligada al contrabando, por un lado, y por el otro latifundista y
agroexportadora, para quienes la industrialización es un peligro para sus
intereses. En este contexto, las formas erróneas de intervención generaron ese
capitalismo de Estado en que se socializan los costos y riesgos absorbidos por
éste, pero se privatizan los beneficios, lo que ha dado lugar a la instauración
de poderosísimas “carteras” de corporaciones empresariales privadas ligadas a
nombres y apellidos familiares.
Así, pues, la solución mágica ya no se
halla en la simple absorción de los problemas por parte del Estado; ya no hay
cómo financiar el voluntarismo autocrático
que condujo a decisiones centralizadoras, el Gobierno apenas puede
administrar sus prioridades; sin subsidios los gastos sociales se vuelven
caros, se enfrentan presiones terribles para equilibrar las funciones que se
han priorizado con las que no lo han sido; nos enfrentamos a una Administración
Pública mediocre que ha perdido su profesionalidad por el clientelismo político y perdió su
unidad decisional fragmentándose en “cuotitas de poder” que solo el árbitro
supremo podía resolver; los organismos del sector público se fueron ligando,
por la corrupción, a las “corporaciones” empresariales que influían
directamente en decisiones específicas; con adjudicaciones, demandas, precios,
insumos o financiamientos otorgados y garantizados convenientemente, las
“corporaciones” de privilegiados consiguieron a una velocidad asombrosa la
capacidad de acumular capital a través de un intercambio espurio con los
recursos del Estado. De esta manera, señalada muy esquemáticamente, lo público
se confundió con lo privado, lo principal con lo secundario, y el Estado pasó a
encarnar la crisis de toda nuestra sociedad.
Hay que reformar el Estado y reformular su papel; pero el camino de la modernización Neoliberal con su
ajuste hambreador y reaccionario no es el único posible; frente a la
“Reforma” Neoliberal, ultralibertaria y reaccionaria, de una parte, y del
inviable populismo, desarrollismo o “socialismo” estatizante de la Izquierda,
por la otra, o del desenlace del caos, no imposible, nosotros proponemos la
“MODERNIZACIÓN TRANSFORMADORA” de las estructuras, que será una profunda
“Revolución transformadora” democrática, en un Estado Republicano, social,
participativo y pluralista.
En este nuevo modelo proponemos una
reducción, pero, a la vez, el fortalecimiento del Estado, lo cual significa reducir la cantidad de sus actividades
para aumentar la calidad de su
intervención, dejando las áreas no imprescindibles estratégicamente a los
sectores privados y sociales, a fin de poder concentrar sus actividades en el
ejercicio de la política de bienestar social, de dirección nacional e
internacional y de vigilancia y ordenamiento de los núcleos vitales de
producción con la regulación de la distribución de los ingresos en beneficio
del pueblo y el planeamiento de una más efectiva y eficiente política económica
en acuerdo con los estamentos productivos. Es decir, un Estado más pequeño, y
hasta tacaño, que reparta justicia social y estimule un desarrollo sostenido
con equitativa redistribución de los ingresos de la renta nacional. Una de las
propuestas centrales de nuestra “Revolución Transformadora” significa un asalto
frontal contra el “Estado
prebendarista, sobredimensionado, empresario y autoritario”; nuestra visión descansa en la confianza que tenemos en el vigor
y la capacidad productiva de los paraguayos libres en unos mercados libres,
pero con equidad distributiva.
En esta tarea de modernizar el Estado,
no debemos retroceder históricamente hacia el sistema de principios de siglo,
como pretende el Neoliberalismo reaccionario, que quiere dar al Estado un
carácter meramente subsidiario, mediante la privatización indiscriminada de
áreas estratégicas, con el criterio de “rentabilidad social” suplantado por el
de “rentabilidad privada” y el concepto de que la causa de todos los males es la intervención “per se” del Estado en la
actividad económica; falsa premisa porque desconoce que, en un país en
desarrollo, donde existen profundas desigualdades sociales y económicas, el uso
exclusivo y excluyente de solo el mecanismo del mercado puede incentivar y
acentuar la concentración del poder económico, y porque el verdadero “quid” de
la cuestión no es la intervención del Estado en sí misma, sino CÓMO SE CONCIBE
EL ROL DEL ESTADO, CON QUE FINES Y EN BENEFICIO DE QUIENES SE UTILIZAN LOS
INSTRUMENTOS PÚBLICOS. El Estado, en nuestra concepción Republicana, debe
planear el futuro, dar cierta dirección a la renovación económica y
social incentivando los procesos positivos y detener los que hayan fallado,
lo que implica un ajuste regulador, ordenador
de los objetivos políticos con los económicos.
Nuestra Revolución Transformadora propone un Estado regulador fuerte y ordenador consecuente para la puesta en
práctica de políticas activas, pero sin volver a caer en la tesis “estadocéntrica” ni reemplazarla por la
tesis liberal “mercadocéntrica” y
“dejar nomás” hacer todo al mercado, por lo cual nuestro razonamiento va más
allá de la simple “lógica de Mercado” y
escapa a la estrecha “lógica de Estado”,
porque consideramos que no puede plantearse un modelo de modernización
transformadora que no contemple la solidaridad social y la lucha contra la
desigualdad y la explotación. En esto nos diferenciamos del
Neoliberalismo libertario y del ajuste reaccionario: nosotros insistimos –
en el debate sobre la reforma del Estado – sobre la cuestión de quiénes son los que deben pagar esa
reconversión y cómo y cuánto deben pagarla,pues para la concepción republicana
NINGUNA TRNSFORMACIÓN NI DESARROLLO VALDRÁ, SI SU COSTO CAERÁ EXCLUSIVAMENTE
SOBRE LAS CLASES MÁS DÉBILES DE LA SOCIEDAD.
Así , a los nostálgicos Estatistas “ancien régime” que
pretenden no ver la crisis deficitaria que los subsidios acarrean; como a los que idolatran solamente al “Mercado” porque
quieren que el precio del desarrollo lo paguen los sectores más desprotegidos,
nosotros debemos oponer un discurso ético y pragmático a la vez, en que la
defensa de la causa popular vaya acompañada de los instrumentos prácticos para
lograr una transformación y desarrollo acelerados en justicia y libertad.
Por
eso, la ETICA
con mayúsculas, es tema fundamental de nuestra acción política; entre la crisis
del finalismo ideológico y una concepción más abierta, pero indefinida, como la
democracia, hoy se abre el espacio de la reflexión ética, porque el ocultar los
conflictos puede ser útil para amansar las tensiones, pero produce opacidad,
llegando inclusive a negar los objetivos de la democracia que deben llevarnos a
la transparencia, al diálogo, al crecimiento propositivo. Lo difícil es concretar la ética, hacerla operativa; y
ésta debería ser la misión suprema de la política, que hoy por hoy parece
incapaz de hacer una “selección de demandas” para convertirlas en valores
compartidos basados en un posible interés colectivo. Y éste es, sin duda, el
conflicto de nuestros Partidos Políticos, con frecuencia incapaces de
desvincularse de los pequeños intereses o, por el contrario, sojuzgados por los
grandes intereses, cuando que la intocabilidad y la invisibilidad de los
privilegios son, tradicionalmente, los enemigos más temibles de la democracia.
Desde esta inflexión ética debemos
recuperar la confianza en la posibilidad de organizar y movilizar a la sociedad
para discutir desde un plano distinto que el del Liberalismo individualista,
los planes de descentralización, reforma del Estado y privatización de empresas
no estratégicas. Debe transferirse el poder del “Estado omnívoro” a la Sociedad
Nacional antes que a pequeños grupos más concentrados (como pasó en la Argentina de
Menem-Cavallo), democratizando hasta la participación de los trabajadores y
usuarios que es uno de los pilares de la auténtica “Economía Social de Mercado”
y es la base de una política que superará la falsa dicotomía entre lo privado y
lo público, entre Estado y Mercado.
Pero
debemos contemplar que esta democratización profunda del Estado y la Sociedad conlleva una
disputa sobre la cuestión del Poder respecto a las distintas variantes de
gestión tanto en las empresas como en instituciones públicas. No debemos perder
de vista, que, junto a un empresariado
progresista, coexiste otro tipo de empresario muy reacio a promover el
protagonismo de los trabajadores; para ellos, la democracia se detiene en las
puertas de sus fábricas. Este tipo de capitalistas neoliberales reaccionarios,
montan estrategias de acumulación donde la mano de obra debe ser tan productiva
como la de un país del “primer mundo”,
pero seguir tan explotada como la de un país subdesarrollado.
Nosotros debemos estimular el
surgimiento y expansión de un empresariado “Schumpeteriano”(2) que ha hecho
grandes a las naciones occidentales, y no caer en las redes de aquel
“seudo-empresariado” que ha crecido y medrado al amparo del Gobierno por el
conocido camino de la explotación y la
ganancia fácil con garantía y subsidio estatal. Estas son realidades que un
Gobierno Republicano debe afrontar porque si no las afronta, la ciudadanía
terminará volviéndole la espalda por su incapacidad de tomar decisiones.-
N O T A S.
(1) Federico Chaves: Ex–Presidente de la República , Colorado,
durante los años 1949–1954, en que fue derrocado por el golpe militar del Gral.
Alfredo Stroessner. Citado por Epifanio Méndez en “El Orden para la Libertad ”; p. 152;
Editorial Cultura, 1951; Asunción.-
(2) “Schumpeteriano”: Por Joseph Schumpeter; gran
economista de la mitad del siglo pasado, que ayudó a la concepción de la
“Economía Social de Mercado” con un empresariado más concesivo al bienestar y
elevación del nivel de vida de los trabajadores, que fue uno de los pilares de
la reconstrucción de la Europa Occidental
luego de la 2ª. Guerra Mundial Su obra fundamental y más conocida es “Capitalismo,
Socialismo y Democracia” aparecida en 1942.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario