domingo, 21 de diciembre de 2014

EL NACIONALISMO REPUBLICANO

¿QUIÉN DIJO QUE EL NACIONALISMO REPUBLICANO                 DEL “ESTADO SERVIDOR DEL  HOMBRE LIBRE” ESTÁ PERIMIDO?

          Cuando en el libro “UNA PROPUESTA ÉTICA”. “Análisis de la realidad nacional” (Editorial Histórica; Asunción, 1987), Carlos Romero-Pereira escribía que la ideología del Nacionalismo Republicano …Asegura al Estado un papel activo para que, como Servidor del Hombre Libre, intervenga en la vida social y económica de la nación para evitar el abuso del interés privado y promover el bienestar general; un bienestar basado en la igualdad, la justicia y la soberanía popular(p. 19), y cuando ahora, en el decurso de este trabajo exponemos la esencia y características del Estado regulador, planeador, ordenador de los objetivos políticos con los económicos, que se diferencia del Estado omnívoro, totalitario, del Socialismo Marxista, como del Estado mínimo, meramente subsidiario, “mirón”, del Neoliberalismo; y aún del “Welfare State” (Estado de Bienestar) de la Socialdemocracia –con  esa subvención generalizada de todos los bienes y servicios que ese Estado considera vitales según su ideología política (al servicio de la “Clase Obrera” y con gran poder de los Sindicatos, mientras que el Republicanismo es “Policlasista”), deprimiendo en parte la iniciativa privada y anulando el principio de subsidiariedad que nosotros consideramos indispensable hasta cierta medida, y donde el Estado determina las necesidades de los ciudadanos lo que lleva a gastos muy altos de ese Estado y a la instauración de impuestos también muy altos– no estamos mas que actualizando lo que BLAS GARAY escribía en 1898 en su estudio de las organizaciones jesuíticas:…Somos partidarios de la intervención del Estado. La requerimos, si no como absolutamente necesaria, como sumamente conveniente…, y donde, ya entonces, advertía contra la tentación de copiar mecánicamente modelos de naciones más desarrolladas: …El Laissez Faire no debe ponerse en práctica en los países nuevos, que empiezan a desenvolverse, tropezando a menudo con obstáculos, para vencer los cuales no basta la acción natural y libre de sus intereses empeñados en vencerlos. Es necesario que el Estado, con los poderosos medios que dispone, concurra a allanar el camino y hacer más fácil su evolución”. Y también estamos recordando lo que FULGENCIO R. MORENO señalaba en 1902 ante la Cámara de Diputados: “…La intervención del Estado en la esfera económica es, pues, una condición necesaria para el desarrollo progresivo, para la integración constante del cuerpo social; pero el grado, favor y ocasión en que esta necesidad se manifiesta no es ni puede ser uniforme, por lo mismo que la complejidad de los hechos económicos no puede estar sujeta a fórmulas aplicables en todas la situaciones, tiempos y lugares”.
       Afortunadamente, esta concepción del Estado regulador, interventor, ordenador de objetivos, que ha sido la constante –salvo, tal vez, breves desviacionismos episódicos– del Nacionalismo Republicano, es la moderna impulsora del desarrollo que se ha impuesto en la Europa de la revolución científico-tecnológica, del poderoso Japón contemporáneo y de sus discípulos los “Tigres del Asia”. Vale, pues, detenernos en un somero análisis.

El Nacionalismo Económico y el Estado Transformador de  los “Tigres del Asia”:
          Cuando describimos la característica del Estado Transformador señalamos su etimología: del griego “Meta-Morfé”, y lo hacemos porque queremos expresar con claridad meridiana que Transformar no significa simplemente “cambiar de forma” o “cambio” común y corriente (que en griego se dice “trapelós”), sino “cambiar para mejorar”, la traslación hacia algo más bueno y hermoso. Meta significa “paso a otra parte, traslación, cambio; y Morfé es el delineamiento de una forma o figura de belleza o perfección. “Morfo” = formar, delinear; “Morfúno” = hermosear; así, el sobrenombre de la diosa Venus entre los Lacedemonios era “Morfus”. De ahí viene la palabra Metamórfosis.
        Esto, que parecería una pedante disquisición filológica, viene, sin embargo, a cuento, porque es básico para comprender mejor la esencia ideológica del Nacionalismo Republicano, que no ha sido el Liberalismo, sino el Conservadurismo Ideológico, muy opuesto al “Reaccionarismo” o “Conservadurismo Reaccionario” –muy propio de los actuales “Partidos Conservadores” de EE.UU. y Europa– con el que fácil y generalmente se lo suele confundir. Es el que está expresado en la fórmula de Edmund Burke cuando espetaba a los Liberales de su época: “…En vuestros antiguos Estados teníais los viejos cimientos; pero habéis preferido actuar como si no hubierais formado nunca una sociedad civil y como si tuvierais que comenzar todo desde la base. Comenzasteis mal porque empezasteis a despreciar todo lo que os pertenecía… Respetando a vuestros antepasados habríais aprendido a respetaros a vosotros mismos” (E. Burke: “Textos Políticos”; Fondo de Cultura Económica, p. 71; México, 1984). Para Burke, el ordenamiento institucional no debe ser producto de doctrinas no experimentadas largamente, sino la consecuencia de la moderación, la utilización de elementos probados y el resultado de construir sobre lo ya construido. En otro pasaje de su obra (p. 178) dice aún mejor: “…No puedo concebir cómo un hombre de Estado puede llegar a una presunción tal que le permita considerar a su país como nada más que una “carte blanche”, en la que puede dibujar lo que se le antoje”. Por eso “…un verdadero político piensa siempre en la manera de conseguir mejor resultado con los materiales de que dispone. Mi tipo ideal de hombre de Estado reúne una tendencia a conservar y una capacidad para mejorar. Cualquier otra cosa es vulgar en la concepción y peligrosa en la ejecución”. Es lo que escribía el Príncipe Metternich –arquitecto de la organización y la política del “Equilibrio del Poder” europea, después de Napoleón, que dio un siglo de paz a Europa– diciendo que: “…Ser Conservador no exigía ni el retorno a un periodo anterior ni una reacción, sino una reforma cuidadosamente estudiada. El verdadero Conservadurismo entraña una política activa: Pero la Reforma debe ser el producto del orden y no de la voluntad; debe afirmar la universalidad del Derecho contra la contingencia del Poder…” (Metternich, citado por Henry Kissinger: “Un Mundo Restaurado. Metternich, Castlereagh, y la Ideología Conservadora”. Tesis Doctoral en Harvard; pp. 195, 318;  Grosset & Dunlap, New York, 1964). Y es lo que entendía el General Bernardino Caballero, cuando en su célebre Manifiesto del 11 de Agosto de 1904 afirmaba: “…El Partido Nacional Republicano, que es la Escuela Conservadora de la política paraguaya… y “…Nuestro Partido con el concurso de todos los intereses conservadores del país…” cuyos  “…Heroicos miembros netamente paraguayos...” han sido “…en primer término los obreros en la noble tarea de la reconstrucción nacional…”  y “…el restablecimiento de los negocios, el acrecentamiento de la renta y de la inmigración que recobran su movimiento ascendente…” (B. Caballero: “Mensajes”. “Presidencias Republicanas”; Fundación Cultural Republicana, pp. 207-209; Asunción, 1987); y que lo llevó a oponerse resueltamente a la Candidatura Presidencial de José Segundo Decoud, aquel personaje oportunista que, al decir del insigne e imparcial historiador Liberal Gomes Freire Esteves, “…pretendía incubar un Partido del Poder, sin conexiones confesadas con el pasado… pensamiento que explicaba su posición adventicia en las filas del régimen (Nacionalista Republicano), pero profundamente artificial, para alterar el curso de la historia”. (G. Freire Esteves: “Historia Contemporánea del Paraguay. El Paraguay Constitucional”, p. 3; Empresa Gráfica del Paraguay. G. Peña & Cía. Baires, 1921); (Manuel Pesoa: “José Segundo Decoud”; Talleres Gráficos Orbis, pp.81-83; Asunción, 1979), y que a principios de la década del ’90 fue exaltado (Decoud) por el Senador Juan Carlos Galaverna y los Neoliberales del Partido, que además denostaron al Mcal. López y al Gral Caballero en pleno Congreso Nacional.
          Ahora los lectores se estarán preguntando: ¿qué tiene que ver todo esto con los “Tigres del Asia”? Pues –como lo demostraremos– que el impresionante progreso de ellos y del Japón (su modelo) no ha sido logrado merced a la dirección ideológica y la receta económica del Neoliberalismo –como por aquí nos quieren hacer creer– sino a una ideología, a una ética y a una línea económica profundamente Nacionalista, con  raíz en el Conservadurismo ideológico, con el Estado Transformador, Regulador, Ordenador de los objetivos políticos y sociales con el crecimiento económico.
         En efecto, si nos concentramos en el examen de Corea y Taiwán que, como ya dijimos, tienen perfiles más nítidos del “tercer mundo”, nos encontraremos con muchas características que avalan nuestro aserto. Dejaremos por tanto de lado a HONG KONG y SINGAPUR pues son, más bien, “Ciudades-Estados” que constituyen principalmente una base de producción para las Multinacionales extranjeras atraídas por los bajos costos relativos y buena formación de la mano de obra, y una infraestructura eficaz, cuyas impresionantes mejoras de los niveles de vida han provenido del perfeccionamiento de la calidad de los recursos humanos e infraestructura, que ha permitido mejorar la calidad de los puestos de trabajo, pero que siguen siendo, cada cual, un lugar de producción extranjera, no una auténtica base central, y cuyo desarrollo económico depende principalmente de las Multinacionales susodichas.
          COREA DEL SUR y TAIWÁN, como la mayoría de los otros países triunfadores en este “juego de suma cero” de la lucha por el poder económico internacional, son débiles en términos de recursos naturales. Pero ambos han hecho muchas cosas parecidas al igual que JAPÓN. Una de las primeras ha sido una Reforma Agraria exitosa; el papel de un Gobierno fuerte y decidido fue decisivo; en el caso de TAIWÁN, el ejemplo puede ser valedero para nosotros: a los Terratenientes se les pagó su tierra expropiada con bonos del Estado que solamente podían canjearlos para invertir el dinero en actividades productivas. La Cooperativización, respetando las ancestrales costumbres de asociaciones familiares, dio resultados igual que en Japón. Otra característica ha sido la excitación del espíritu nacionalista y republicano avivado por el estado de peligro y guerra continua (contra Corea del Norte por un lado y China Popular por el otro) y la idea del Republicanismo de la “cosa de todos” en que los sacrificios en pro del desarrollo y la defensa nacional eran compartidos por todas las clases y estamentos, sin excepciones para “Barones” y Militares corruptos. Eso dio lugar a que ambos países gozasen de estabilidad política y social, al menos la mayor parte del tiempo, junto con una movilidad económica.
          Ambos Gobiernos se habían propuesto, “en serio”, como meta nacional lograr el desarrollo económico y crearon los ambientes institucionales necesarios así como los mecanismos eficaces y eficientes para la toma de decisiones sociales. En ese aspecto, la experiencia de Taiwán ha sido constantemente utilizada como un ejemplo para los países en desarrollo de cómo lograr crecimiento económico con equidad y avance social. Y no nos cansaremos de repetir que el éxito Taiwanés se debió en gran parte a la ideología nacionalista republicana de los líderes de la nación que se propusieron explícitamente mejorar las condiciones de vida del ciudadano medio basados en los tradicionales valores Confucianos de los “Tres Principios del Pueblo” con el acento puesto en la Lealtad, el Respeto a los mayores y una firme creencia en el Trabajo como una Virtud Moral. (Ramón H. Myers: “El Desarrollo Económico de la República de China en Taiwán, 1965-1981”; y Sung Yeung Kwack: “El Desarrollo Económico de la República de Corea, 1965-1981”; en “Modelos de Desarrollo”, CINDE, 1993. También Edward K. Y. Chen: “China: Market in the Asia Pacific” y “Las Políticas Comerciales en Asia”; en “Lecciones sobre el Desarrollo”; ICS PRESS, EE.UU., 1989). No es casualidad que el Partido Político gobernante en Taiwán, en esa época –y otra vez ahora– se llame KUO-MING-TANGque significa: PARTIDO NACIONALISTA DEL PUEBLO y “fue fundado nó como un Partido de clase, sino como un bloque o Frente Unido de obreros, campesinos, clases medias, (es decir policlasista), organizado bajo la forma y disciplina del Partido” (Víctor Raúl Haya de la Torre: “El Antiimperialismo y el APRA”; p. 68;  Ed. Ercilla, Santiago de Chile, 1936).
             En este respecto, el investigador socioeconómico Tibor Scitovsky (“El Desarrollo Económico en Taiwán y Corea del Sur, 1965-1981”; p. 23; CINDE, 1993), analizó en cierta profundidad “las filosofías” detrás del desarrollo económico de Taiwán y Corea del Sur, relacionando estas filosofías al tamaño promedio de los negocios y el grado de desigualdad en los ingresos de cada país. Como ya se mencionó, estos “Dragones Asiáticos” siguieron estrategias bastantes similares; “…sin embargo, las filosofías que guiaban las estrategias eran diferentes en cuanto a ciertos aspectos básicos y sus resultados han sido únicos” (Ibídem). La diferencia fundamental –según Scitovsky– “radica en su visión acerca del papel del Estado: hubo más esfuerzo de los planificadores económicos del Estado en Corea del Sur para lograr economías de escala; específicamente, los medios utilizados por el Estado coreano para controlar la empresa privada –como en Japón– fueron más importantes que en Taiwán el cual puso también en práctica una serie de controles económicos, pero que tendieron a ser más selectivos y menos intervencionistas que en Surcorea”. Es decir que en Corea “el Estado adoptó un rol muy activo en el control de las fuerzas del mercado. Sin embargo, la diferencia es sólo en el grado: de acuerdo a los stándares de las economías occidentales industrializadas avanzadas, AMBOS ESTADOS PUEDEN SER CONSIDERADOS INTERVENCIONISTAS”. (Laurence J. Lau: “Modelos de Desarrollo”; y R. Myers y S.Y. Kwack: op. cit. También Dong Sung Cho: “La esplendente Corea”; c/M.Porter, pp. 574-603, loco citato et passim).-


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