LA
“NUEVA DERECHA” EUROPEA
La Nueva
Derecha (Nouvelle Droite en francés) es un
Movimiento Ideológico de nacimiento reciente (a través de “El Manifiesto: La Nueva Derecha del Año 2000”
escrito por Alain de Benoist). Ellos mismos exponen que no son ni
la Derecha Tradicional ni la Izquierda.
Con la
denominación de “Nueva Derecha”, heredera directa de los autores de la
llamada Revolución Conservadora, se hace referencia a un estilo ético y
estético de pensamiento político dirigido al repudio de los dogmatismos, la
formulación antiigualitaria, el doble
rechazo de los modelos Capitalista y Comunista, la defensa de los particularismos étnicos y regionales, la consideración de
Europa como unidad, la lucha contra la amenaza planetaria frente a la vida, la
racionalización de la técnica, la primacía de los valores espirituales sobre
los materiales. El eje central de la crítica al Sistema Político “Occidental”
lo constituye la denuncia del Cristianismo dogmático, el Liberalismo y
el Marxismo, como elementos niveladores e igualadores de una
Civilización Europea, perdida y desarraigada, que busca, sin encontrarla, la
salida al laberinto de la “identidad específica”. En el núcleo de esta
civilización europea destaca la existencia del “hombre europeo multidimensional”, tanto al nivel biológico, que en su concepción sociológica
reafirma los valores innatos de la jerarquía y la territorialidad, como al
específicamente humano, caracterizado por la cultura y la conciencia histórica.
Constituye, en el fondo, una reivindicación de la “herencia” –tanto individual
como comunitaria– fenómeno conformador de la historia evolutiva del hombre y de
los pueblos, que demuestra la caducidad de las ideologías de la nivelación y la
actualidad de la rica diversidad de la condición humana. Se comienza de nuevo intentando reconstruir los fundamentos
ideológicos del Conservadurismo
revolucionario
sin caer en la “tentación totalitaria” y eludiendo cualquier “desviacionismo
nacionalsocialista”.
Ahora bien, hay dificultades de la “Nueva Derecha Europea” con el NeoConservadurismo Norteamericano y los
AngloSajones en general: La primera de estas dificultades es la falta general de interés por el
debate intelectual en el mundo anglosajón.
Los Ingleses,
y más aún los Estadounidenses, pretenden ser “pragmáticos”: En Filosofía, se adhieren
mayoritariamente al Empirismo y al Positivismo, cuando no a una Filosofía
puramente Analítica. En su ansia por los “hechos” se olvidan de que estos
hechos no pueden disociarse de la hermenéutica, esto es, de un marco de
interpretación. La famosa distinción de David
Hume entre juicios de hecho y juicios de valor (el indicativo y el
imperativo, lo que es y lo que debería ser) sólo puede tener un valor relativo.
En cuanto a la Teoría Política, con algunas notables excepciones, a
menudo se reduce a consideraciones prácticas que definen la agenda de la clase
dominante. Esto explica por qué los Estadounidenses consideran indignos a los intelectuales, y por qué los
intelectuales no han ocupado nunca el papel de
árbitros morales, como sucede en otros países, especialmente en Francia.
La expresión “Nueva Derecha”
presenta además otras dificultades. Ya había “nuevas derechas” inglesa y
americana pero, lejos de estar relacionadas con la Nueva Derecha Europea, representaban justo lo contrario. Combinando
el fundamentalismo religioso, el atlantismo occidental, la defensa del
Capitalismo y el apoyo a la Ideología de Mercado, estas “nuevas derechas”
representaban, de hecho, todo lo que la Nueva
Derecha Europea había criticado radicalmente. Simpatizantes de estas
“nuevas derechas”, que podían haberse sentido intrigados por la “Nueva Derecha
Europea”, sin duda deben haber sido decepcionados. En general, y a pesar de
todos los malentendidos que pueden haber sido causados por una etiqueta, debe
haber sido muy difícil encontrar un equivalente a la NDE al otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, la “Derecha” en
realidad se compone de dos grandes corrientes: una corriente principal, moderada y de clase media, que
corresponde a los círculos “Conservadores” (ellos mismos divididos en numerosas
camarillas), cuya Causa principal es el apoyo al Capitalismo: un sistema económico cuyo fundamento
es la destrucción de todo lo que los Conservadores deberían conservar. Por
otro lado, hay una minoría radical, representada por pequeños grupos
extremistas que se hacen llamar “racistas”, cuya ideología se reduce a una
mezcla de nacionalismo y xenofobia.
No sólo la NDE no se identificó nunca con ninguna de estas camarillas
derechistas anglosajonas, sino que ha luchado constantemente contra sus
principios y presupuestos. Otras ambigüedades están relacionadas con el
vocabulario. Vamos a dar sólo un ejemplo:
en el ámbito de las ideas de la NDE
se ha señalado consistentemente al Liberalismo
como uno de sus principales adversarios. Sin embargo, la palabra “Liberal” tiene significados
radicalmente diferentes en Europa Occidental y en los Estados Unidos. En
Estados Unidos un “liberal” es
un hombre inclinado al centro-izquierda que aboga por un Estado redistributivo; también es tolerante en cuanto a las
costumbres sociales y tiende a ser un gran defensor de la ideología de los
Derechos Humanos; en Francia se lo
llama “Progresista”. Por el contrario, en Europa,
un “liberal”
es, ante todo, un defensor del individualismo y el libre comercio, un opositor
al Estado y también un partidario de América. Si se pregunta a un francés que
nombre a un político liberal conocido, Reagan y Thatcher les vienen a la mente
de inmediato. En otras palabras, lo que llamamos “liberal” se corresponde
en gran medida a lo que los americanos llaman “conservador” y, por
tanto, lo contrario de un “liberal”. Esta diferencia tiene orígenes históricos: los Estadounidenses han conservado el
significado original de la palabra “liberalismo”
que, cuando apareció por primera vez en el siglo XVIII, era realmente una
corriente “izquierdista” de pensamiento, siendo el principal heredero de la
filosofía de la Ilustración. En Europa, por el contrario, los Liberales
fueron empujados gradualmente hacia la Derecha por el ascenso del Socialismo y
del Comunismo, hasta el punto de que, a finales del siglo XIX, comenzó a
identificarse con la Burguesía Conservadora. Uno puede ver inmediatamente los desprecios –y los falsos amigos–
que un Libro que representa una corriente “anti-liberal” podía tener en
América.
Finalmente, la crítica a los
Estados Unidos y la americanización global, que resulta de la
afirmación progresiva de la hegemonía estadounidense, ha sido un tema estándar
en la NDE. Esto difícilmente podría
atraer a los Estadounidenses, que conciben a su País como la “Tierra
Prometida”, la encarnación de la
mejor sociedad posible
y –por esa misma razón– como un modelo que merece ser exportado a todo
el mundo. Es muy significativo que muy pocos textos de autores de la NDE hayan
sido traducidos al inglés, a pesar de hayan sido traducidos a otros quince
idiomas. La NDE, como una emanación
de la “Vieja Europa” (o del “resto del mundo” que los Estadounidenses no
alcanzan a comprender a menos que esté totalmente americanizado), sigue siendo
una “terra incógnita” para la gran mayoría de los Americanos.
Nosotros añadiríamos que la
crítica a los Estados Unidos por parte de la NDE nunca ha derivado en “americanofobia”; todo lo contrario: La
NDE ha acogido a una serie de escritores y pensadores de los países de habla
inglesa. Son pocos en número, pero no sin importancia, como los teóricos del
comunitarismo, como Michael Sandel, el canadiense Charles Taylor, el inglés
Alasdair McIntyre y, especialmente, Cristopher Lasch, un teórico del
“socialismo populista”, una expresión que nos trae a la memoria al gran George
Orwell, cuyas ideas también se han popularizado.
Alain de Benoist:
Alain de Benoist de Gentissard es un Académico francés. Líder e ideólogo principal del
think-thank de la Nueva Derecha y del grupo GRECE. Edita desde 1968 el
periódico “Nouvelle Ecole” y desde 1988 “Krisis”. En 1978 recibió el Gran Premio de Ensayo de
la Academia Francesa. Célebre
intelectual que se formó en la Sorbona,
habiendo estudiado Derecho, Filosofía, Sociología e Historia de las
Religiones, de Benoist es poco conocido fuera de su país aunque sus obras han
sido muy influyentes en el pensamiento de la Derecha Europea. En sus textos ataca y critica el fenómeno de la Globalización, la inmigración descontrolada y el Liberalismo considerándolos como
contraproducentes con el concepto de Estado-Nación.
Se muestra esperanzado en que dentro de los límites de la Democracia, las consecuencias negativas
de estos fenómenos generen un intenso debate social que acabe reflejándose en
el mismo sistema. Se adhiere a la teoría del marxista Antonio Gramsci de que antes de producirse un cambio
político, es necesario conseguir la hegemonía cultural, esto es, conseguir que las ideas a implantar sean
aceptadas por los ciudadanos.
Ahora que tenemos
la publicación en español del Libro de Tomislac Sunic “Contra la democracia y la igualdad. La Nueva Derecha
Europea”(Editorial Fides); ofrecemos a nuestros lectores el Prefacio que Alain de
Benoist escribió para la
Edición Inglesa de 2009. Interesante recorrido por los principales temas de
debate de la Escuela de Pensamiento Europea conocida como “Nouvelle Droite”,
escrita precisamente por su Líder intelectual e ideológico:
“Hay que destacar, sin embargo, que la Nueva Derecha Europea nunca
ha sido hostil a la democracia y la igualdad. Por supuesto, ha sido crítica con
el Igualitarismo y ha puesto de relieve los límites del Liberalismo y de la
Democracia, pero eso es un asunto muy diferente”.
“Entre la igualdad y el igualitarismo existe más
o menos la misma diferencia que entre la libertad y el liberalismo, o lo universal
y el universalismo,
o el bien común y el comunismo. El Igualitarismo tiene
como objetivo introducir la igualdad donde no tiene lugar y no se corresponde
con la realidad, como la idea de que todas las personas tienen las mismas
habilidades y dones. Pero, sobre todo, el “Igualitarismo” entiende la igualdad como
"igualdad total”, es decir, lo contrario de la diversidad. Sin embargo, lo
contrario de la igualdad es la desigualdad, no la diversidad. La igualdad de hombres y mujeres, por
ejemplo, no borra la realidad de la diferencia entre los dos sexos. Del mismo
modo, la igualdad de derechos políticos en la democracia no debe presuponer que
todos los ciudadanos son iguales, ni tienen los mismos talentos, sino que todos
deben disfrutar de los mismos derechos políticos, ya que, en sus relaciones políticas,
se considera a todos los ciudadanos por igual, en virtud de la pertenencia al
mismo sistema de Gobierno”.
“La Nueva Derecha Europea siempre
ha denunciado lo que yo llamo la “ideología de la igualdad”, es decir, la
ideología universalista que, en sus formas religiosas o profanas, busca reducir
la diversidad del mundo –es decir, la diversidad de las culturas, los sistemas
de valores y las formas arraigadas de la vida– a un modelo uniforme. La
implementación de la ideología de la “mismidad” conduce a la reducción y
erradicación de las diferencias;
siendo básicamente etnocéntrica, a pesar de sus pretensiones universalistas, legitima
sin cesar todas las formas de Imperialismo. En el pasado, fue exportada por
los misioneros que querían convertir al planeta entero al único Dios; a continuación, en el mismo sentido,
por los colonizadores que, en nombre del "sentido de la historia" y
el culto del "progreso”, quisieron imponer su forma de vida a los
"pueblos indígenas". Hoy, en el nombre del Sistema Capitalista, la
ideología de “lo mismo” reduce todo a los precios del mercado y transforma
el mundo en un vasto y homogéneo mercado, lugar donde todos los hombres
–reducidos al papel de productores y consumidores para luego convertirse ellos
mismos en productos básicos– deben adoptar la mentalidad del homo
economicus. En la medida en que trata de reducir la diversidad, que es la
única verdadera riqueza de la humanidad, la ideología de la “mismidad” es en
sí misma una caricatura de la igualdad. De hecho, se crean desigualdades
del tipo más insoportable. Por el contrario, la igualdad, que debe ser
defendida siempre que sea necesario, es harina de otro costal”.
“En cuanto a la Democracia:
a la Nueva Derecha Europea nunca le gustó el despotismo o la dictadura, y mucho
menos el totalitarismo. La Democracia, cuyo principio fundamental es la
igualdad de los derechos políticos, no puede ser el mejor régimen posible, pero
es el que mejor satisface las necesidades de nuestros tiempos. Pero primero
debemos entender su significado exacto”.
“La Democracia es el Régimen en el que la soberanía reside en el
pueblo. Pero para ser verdaderamente soberano, el pueblo debe ser capaz de
expresarse libremente, y aquellos a los que designa como sus Representantes
deben actuar de acuerdo con sus deseos. Es por ello que la verdadera Democracia
es la Democracia Participativa, es
decir, la Democracia que permite a las personas ejercer su soberanía lo
antes posible y de forma permanente, y no sólo durante las elecciones. En
este sentido, el sufragio universal es sólo un medio técnico para evaluar el
grado de acuerdo o consentimiento entre gobernantes y gobernados. Tal como
se entendía por los antiguos Griegos, la Democracia, en su análisis
definitivo, es un sistema que permite a todos los ciudadanos participar
activamente en los asuntos públicos. Esto significa que la libertad en la
democracia se define principalmente como la posibilidad de no participar
activamente en la esfera pública, sin duda como la libertad para convertirse en
algo ajeno a la esfera pública o de retirarse a la esfera privada”.
“Una Democracia puramente Representativa es, como mucho, una
democracia imperfecta. En última instancia, el poder político debe ejercerse
en todos los niveles, y no sólo en la parte superior, gracias al principio
de subsidiariedad (o de competencia suficiente), “lo que significa que las propias personas puedan tomar decisiones
sobre lo que se relaciona con ellos tanto como sea posible, delegando sólo
aquellas decisiones que interesan a las Comunidades más grandes para que se
adopten en un nivel superior”. En
momentos en que los Representantes están cada vez más aislados de la gente,
cuando los Funcionarios no electos tienen cada vez más poder que los elegidos,
cuando los Políticos se ven ellos mismos desposeídos de sus prerrogativas por
un sistema Burocrático de “expertos
Técnicos”, que los sueños del
Gobierno sobre los hombres adoptan los modelos de gestión de la Empresa o de
una Administración de las cosas, la prioridad esencial es la renovación de
la Democracia Participativa –la
democracia de base, la democracia directa– y el renacimiento de una
esfera pública activa, que es la única capaz de mantener el vínculo social y
garantizar el ejercicio de los valores compartidos” (Alain de Benoist).
“Con la crisis ha muerto la
Dictadura de los Mercados”.
Cuando la
actual debacle financiera, que empezó en 2008, hizo estremecer a los pobres
comentaristas Liberales que no sabían donde ponerse, Alain de Benoist realizó
un Análisis que resultó extraordinariamente premonitorio y sirve de base para
nuestra reflexión. En efecto, cuando el entonces Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, hablaba de “refundar el Capitalismo” o declaraba que "la ideología de
la Dictadura de los Mercados ha muerto con la crisis financiera"; cuando
tan extraordinarias cosas sucedían, bueno era, y es, escuchar a Alain de Benoist, alguien que sí sabe
donde ponerse: ahí donde siempre
estuvo, rechazando el Socialismo,
denunciando los desmanes del Capitalismo
y previendo su actual Crisis Estructural.
En efecto, consideremos una cifra que resume la amplitud de la actual
Crisis Financiera que se arrastra desde entonces. Desde el principio de aquél
año, las grandes plazas bursátiles internacionales han visto como se esfumaba
cerca de la mitad de su capitalización:
25 billones de dólares, o sea unas dos veces el producto interior bruto (PIB)
de los Estados Unidos.
“La Ideología de la Dictadura de los Mercados y de la Impotencia Pública
murió con la crisis financiera”, declaraba Nicolás Sarkozy el 23 de octubre de
2008, al mismo tiempo que anunciaba la creación de “fondos soberanos”
destinados a readquirir las acciones de las Grandes Empresas Industriales de
importancia “estratégica”. Fue ello un giro radical que ha sido acogido
pésimamente en Alemania: “una idea
descabellada”, declaraba el Financial
Times Deutschland.
.
La nueva Política Francesa marcaba, en efecto, una indiscutible vuelta al protagonismo económico del Estado. Se hablaba hasta entonces de libre comercio, de competencia abierta, de mercados financieros independientes. Se habla hoy –a seis años de distancia– de volver al Proteccionismo, al Intervencionismo y al Capitalismo de Estado; en suma, a una “Política Económica Europea”. Este giro es muy bien acogido en Francia y en España, donde todos los sondeos ponen de manifiesto que los ciudadanos adhieren sumamente a la idea de que el Estado regule los Bancos, los Fondos de Inversión y los de Pensiones. En cambio, este giro suscita fuertes reticencias en los Estados miembros que, empezando por Alemania, desconfían del Estatismo, sobre todo de origen Francés.
La nueva Política Francesa marcaba, en efecto, una indiscutible vuelta al protagonismo económico del Estado. Se hablaba hasta entonces de libre comercio, de competencia abierta, de mercados financieros independientes. Se habla hoy –a seis años de distancia– de volver al Proteccionismo, al Intervencionismo y al Capitalismo de Estado; en suma, a una “Política Económica Europea”. Este giro es muy bien acogido en Francia y en España, donde todos los sondeos ponen de manifiesto que los ciudadanos adhieren sumamente a la idea de que el Estado regule los Bancos, los Fondos de Inversión y los de Pensiones. En cambio, este giro suscita fuertes reticencias en los Estados miembros que, empezando por Alemania, desconfían del Estatismo, sobre todo de origen Francés.
Frente a la amplitud de la crisis, ¿cabe, sin embargo, hacer otra cosa?
Se trata de una Crisis Estructural, de la crisis del modelo neoliberal de crecimiento o de acumulación que se ha
establecido a partir de los años ochenta. En un clima de desregulación
generalizada de las operaciones Bancarias y de las inversiones Financieras,
este modelo se ha caracterizado por
la captura casi total de las ganancias de productividad por parte de los
beneficios en detrimento de los salarios, ya que la
riqueza ha dejado de provenir principalmente de las rentas del trabajo,
derivándose en cambio de los patrimonios financieros (Predominio del
Capital Financiero, efecto directo del NeoLiberalismo). Esta deflación
salarial, que amenaza al compromiso social de la posguerra, ha tenido efectos
negativos que no se han podido compensar mediante el endeudamiento. Es este
Régimen el que hoy ha quedado roto. “Las
grandes crisis financieras son como los terremotos: después de la fuerte convulsión inicial, cabe esperar ‘réplicas’ escalonadas temporalmente. Dicho más claramente: tras la fase de impacto, se asiste a
un proceso ‘en espiral’, cuyos efectos acumulativos pueden
conducir a situaciones de caos” dice
A. de Benoist.
No cabe ninguna duda de que las Economías de Europa Occidental y de
América del Norte seguirán experimentando una recesión profunda y de larga
duración, que tendrá por efecto un aumento del desempleo. Ello debería de
originar un descenso importante de los beneficios, que repercutirá
inevitablemente en los mercados y las cotizaciones bursátiles. El vínculo entre
la economía especulativa y la real es en efecto indudable, pues las Empresas
dependen sumamente del Sistema Bancario, aunque solo sea por el crédito que
necesitan para sus inversiones. Ahora bien, la crisis hace que los Bancos
reduzcan ahora brutalmente sus créditos (es el credit-crunch). Es probable que
esta contracción del crédito se produzca no sólo junto con una vertiginosa
caída de las acciones y de los bienes inmuebles (como pasa en los EE.UU.),
sino también con una fuerte devaluación del capital de los Fondos de Pensiones
que cubren las Jubilaciones.
En la zona del euro, la
recesión ya es especialmente grave en España
y en Inglaterra. Pero también
Francia y Alemania podrían entrar en recesión desde finales de este año. Para
evitar que la recesión se transforme en depresión, las Economías Occidentales
van a verse obligadas a aceptar un fuerte aumento de la inflación, al mismo
tiempo que el regreso del Estado como agente económico principal (como sucede en Rusia, China o Brasil).
El fenómeno ya se observa en el sector Bancario, donde los Gobiernos se han
hecho fiadores de los Bancos y Compañías de Seguros. El próximo paso podría
consistir en restablecer las Protecciones Arancelarias, reglamentar los Flujos Financieros
Internacionales (que, por ej., en
Sudamérica Argentina ha hecho), regresar a “políticas industriales”
activas, o incluso que se acabara el
dogma de la independencia de los Bancos Centrales y se transformara el Estatuto
del Fondo Monetario Internacional (FMI). No cabe excluir tampoco una crisis
del euro,
y por tanto de las Instituciones Europeas.
“Si hay un hecho decisivo
que surge de esta crisis —declaró también en su momento Nicolás Sarkozy— es la vuelta de la política”. Pero ¿disponía verdaderamente de medios para ello? ¿No
significaba ello ignorar la naturaleza propia del Capitalismo? “El Capital
siente cualquier límite como un obstáculo”, decía ya Karl Marx, y Sarkozy pagó con su cabeza el precio de su sinceridad.
La
lógica de la acumulación del capital es la ilimitación, el rechazo de
cualquier límite, “el arrasamiento del
Mundo por parte de la Razón Mercantil”,
la transformación de todos los valores en mercancías, el Gestell
de que hablaba Heidegger. Ante la irresistible
potencia del “turbocapitalismo” en cuanto a liberarse de cualquier límite, los
esfuerzos de Nicolás Sarkozy, como vemos, resultaron vanos y hoy está fuera
del Poder. El pensamiento de la Nueva Derecha Europea no deja, pues, de
ser interesante y bien vale su análisis.-
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