lunes, 20 de abril de 2015

LA DERROTA DEL PARTIDO COLORADO

   LA DERROTA DEL PARTIDO COLORADO

           EL MENGUANTE PODERÍO DEL PARTIDO
           NACIONAL REPUBLICANO HASTA SU CAÍDA
           Y SUS CONSECUENCIAS.

                                  INTRODUCCIÓN.
           
          A un año más de la derrota del Partido Colorado el 20 de Abril de 2008, bueno es analizar las causas de su caída entonces y las consecuencias que la siguieron antes de operarse su “resurrección” con Horacio Cartes cuya aparición analizaremos en otra entrega.
         A pesar de su gran victoria electoral en los comicios Presidenciales y Parlamentarios de Mayo de 1998, el Partido Colorado siguió estando en decadencia. Esta declinación del Partido Político más numeroso en cantidad de afiliados, de Latinoamérica y el mundo, con relación a la población de su país, representaba un viraje histórico en la vida política del Paraguay. El Partido Colorado había sido incapaz de resistir el prolongado asedio del Exterior y la democracia liberal; por eso hoy, a pesar de su reciente victoria del 2013, se siente acosado por esos espectros y se ha convertido en prototipo del predicamento en que se encuentran los Partidos Políticos tradicionales  del continente. Es obvio que el Dr. José Zacarías Arza, ex Presidente del Partido, ex Ministro de Defensa del Gobierno de Federico Chaves, y co-fundador del MOPOCO, acertó cuando dijo que el Coloradismo fue creado para conocer grandes triunfos o sufrir fracasos ejemplares.

1.     El CONTEXTO MÁS AMPLIO.           
           Los factores determinantes del destino del Coloradismo en el Paraguay, así como los problemas que encaran otros partidos tradicionales en Latinoamérica, residen tanto en los propios Partidos como en el entorno político. Al respecto , ya en 1943 el político y escritor liberal “Tiempista”  Juan José Soler en su libro “Hacia la Unión Nacional”(1respondía a la pregunta ¿porqué cayó el Partido Liberal? con las siguientes cuatro causas: 1.-Disensiones internas; 2.-Crisis de Jefatura; 3.-Técnica inadecuada para sostenerse en el Gobierno; 4.-Disolución de vínculos morales.
 Los Partidos Políticos paraguayos han estado obsesionados, desde el final de la revolución del 47, por las consecuencias  de  ésta. La división del espectro político y del Partido vencedor de la contienda, consolidó la dominación de las FF.AA. sobre el Partido Colorado y lo obligó a convertirse en algo así como rehén del poderío militar y también lo obligó a una moderación autoimpuesta a las ambiciones de los políticos colorados, que se erigió como requisito indispensable para que los militares no intervinieran directamente en las luchas internas por el Poder dentro del partido. Actualmente, el fin del conflicto Este/Oeste mas la expansión democrática y la desmilitarización de la política, eliminó cualquier posibilidad real de que el Ejército llegara a intervenir en forma efectiva en los sueños de los partidos políticos de ascender al poder cualquiera fuera su ideología u origen.
        En el mejor de los casos, si se juzga esta situación desde el punto de vista positivo, el Partido Colorado trató de aprovechar el movimiento popular para favorecer su estrategia gradualista de “una transición pacífica a la Democracia” por medio de una coalición de los Movimientos internos que afloraron luego del golpe del ’89. En el peor de los casos, el Partido Colorado demostró la bancarrota total de su retórica vanguardista y sus pretensiones de llegar a erigirse en un Partido revolucionario. En términos generales, los Partidos tradicionales de América del Sur no han sido capaces de sustraerse a los hechos geoestratégicos elementales de su existencia política misma. Todos encaran ambientes políticos hostiles y tienen pocas esperanzas de que éstos cambien; cuentan con pocos aliados políticos nacionales e internacionales o ninguno. La historia ha precipitado al Partido Colorado a una crisis de identidad política. En gran parte estos problemas de “raison d’étre” (qué proponer, con quién aliarse, qué representar) son los que han quebrado su espina dorsal y lo llevaron a la llanura, y todavía pueden volver a llevarlo.

2.    IMPERATIVOS NACIONALES E INTERNACIONALES.
          Cuando Luis María Argaña condenó a Stroessner en 1988 con su famosa frase: “siempre habrá un 13 de Enero”, los máximos Dirigentes del Coloradismo  se sintieron estremecidos  y  desorientados tanto por su compromiso ideológico-político con el stronismo como porque ese hecho implicaba una amenaza para su  carrera.
         Los Tradicionalistas importantes llegaron al extremo de su osadía de aliarse en secreto con el Gral. Andrés Rodríguez, para después, durante los inmediatos años siguientes acusarlo de “anticoloradismo” y frustrar su reelección.
         Los colorados “argañistas” fueron los únicos que se opusieron al desmantelamiento total del stronismo. Sin embargo quedaron totalmente aislados en la Constituyente del ’92 y su posición política y logística les impidió organizar una oposición formal a la venganza de Rodríguez impidiendo la candidatura de Argaña a la Presidencia de la Rca. Tampoco fueron capaces de impedir la reforma constitucional por la cual se creó en 1992 una República cuasi-parlamentaria con una Presidencia grandemente debilitada, ni, en la práctica, la consolidación de la candidatura fraudulenta de Juan Carlos Wasmosy.
         Durante el quinquenio siguiente un grupo de dirigentes formado por jóvenes y algunos miembros de la vieja guardia buscaron un camino que les permitiera realizar la peligrosa travesía entre el Escila  de abrir el Partido a una democratización del mismo imbuido de nueva vitalidad con la inclusión del  “Oviedismo”, y el Caribdis  (2) de volver a encerrarse en su política de fortificación del centralismo dentro del Partido y la estrategia de “Reconciliación Colorada” de avanzar totalmente sola en el sistema político. Finalmente, al verse sorprendidos con la guardia baja en 1993 por una imprevista pujanza electoral opositora lo suficientemente grande para amenazar el predominio tradicional de los colorados, los Dirigentes hicieron maniobras que desembocaron en un rompimiento total entre “Argañismo” y “Oviedismo”. Por todo esto Argaña, que se mostraba seguro del triunfo, perdió las elecciones internas de 1997. A partir de entonces, los “oviedistas” recorrieron penosamente un período de siete meses monótonos, aunque tortuosos, en que a Lino Oviedo le hicieron probar su propia medicina en su calidad de corresponsable del violento Golpe (porque eso fue realmente antes que mero fraude) que Rodríguez perpetró contra Argaña en 1993; y en su carácter, también, de corresponsable por mucho tiempo de las políticas del Gobierno Wasmosy, tuvo que compartir las consecuencias políticas de todos los desatinos financieros de dicho Gobierno y del incremento masivo del desempleo, carestía y corrupción que se registraron entre 1993 y 1998. Es cierto que Oviedo rompió con Wasmosy (o al revés) pero las consecuencias político-económicas no pudieron borrarse del imaginario colectivo. Para más, la virtual victoria de los opositores en el Parlamento en las elecciones de 1993 trajo consigo cinco años de “cohabitación” entre el Pte. Wasmosy y el líder Presidente del PLRA, Domingo Laíno, que se conoce como “Pacto de Gobernabilidad”. Los argañistas volvieron a explotar el sectarismo en su afán de capitalizar cualquier desilusión de los votantes colorados hacia Wasmosy y adoptaron una posición ferozmente antiliberal-wasmosysta frente a la “cohabitación” que llamaron “Pacto de complicidad”. Para bien o para mal, Argaña había decidido adoptar una posición de “espléndido aislamiento” (solo contra todos) con la esperanza de atraer nuevos partidarios, igual que antaño, erigiéndose como el único Movimiento serio que era opositor del Gobierno o de protesta. Su error de cálculo se evidenció a raíz del ascenso de la “Unión Nacional de Colorados Éticos” (UNACE) de Lino Oviedo, que atrajo los votos de los pobres, marginales y baja clase media, quienes protestaban por el desempleo y la carestía de vida (argumento que tradicionalmente había favorecido a Argaña) y de quienes alentaban sentimientos nacionalistas.
          Luego de “taponada” la candidatura  presidencial de Oviedo por la complicidad de los Miembros de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA y la descarada intervención de la Embajadora Norteamericana Maura Harty, ¿porqué éste (Oviedo) postuló a un Candidato tan poco brillante e inútil como Raúl Cubas?: Un hombre tan falto de personalidad como de carácter, incapaz de controlar a su propia mujer y de ganarse la lealtad de sus mismos hermanos, que además no quería ser Presidente de la Rca. amenazando, ante cualquier presión, con renunciar, agitando el cuco de la sucesión del Vice Pte. Argaña.
          Tal vez la respuesta al interrogante anterior habría que encontrarla en el predominio personal de Oviedo que había impedido el surgimiento de cualquier otra personalidad importante; así como la importante cantidad de dinero que aportó el ex-Barón de Itaipú, y también la notable falta de presciencia     –esa intuición y “olfato” para prever las situaciones futuras y conocer a la gente– que siempre caracterizó a los grandes Dirigentes y Estadistas. El caso es que Cubas falló completamente en la conducción política y ahondó la brecha con el “Argañismo” con lo cual las masas republicanas se hallaron brutalmente divididas, recordando la época de fines del siglo XIX y principios del XX, entre “Egusquizistas” y “Caballeristas” que llevó al Partido a la llanura en 1904 por la traición del Egusquizismo acaudillado por Guillermo de los Ríos (sucesor del ya fallecido Egusquiza) y el entronizamiento del Partido Liberal.
         En cuanto a Argaña, al comienzo estuvo reticente a aceptar ser Vice-Pte. de Cubas, diciendo: “Yo no puedo ser segundo de un Don Nadie”; pero sus  aláteres –entre  quienes se encontraban ya personajes duchos en el arte de la maniobra política como Juan Carlos Galaverna, Juan Ernesto Villamayor, José Alberto Alderete, Carlos Podestá y etcs.– le  aseguraron que “el Gobierno de Cubas no duraría seis meses” estando ya en marcha la conspiración que acabaría con él. Esto hizo que Luis María Argaña aceptara, pero sin sospechar que él sería “el pato de la boda”.
        La historia del “Marzo Paraguayo” y sus secuelas, ya están bien relatadas y analizadas en el Artículo “La Persecución al Oviedismo” publicada en EL COLORADO en su edición del 27 de Septiembre de 2014, por lo que obviaremos repetirla.

 3.- EL LEGADO DEL GOBIERNO DE GONZALEZ MACCHI.
           Con los “próceres” que componían su Gobierno, González Macchi no podía ser sino el peor Gobernante de la transición, y la situación del País y del Partido Colorado, desesperante. El PBI arrojaba resultados negativos año tras año, la economía estaba estancada sin visos de despegar y el desempleo  rampante. Solo Lucho y su pandilla prosperaban, pero no se ganaba el Presidente un mínimo de respeto de la población; su fama de dipsómano era la comidilla y burla de toda la prensa y sus torpezas y falta de personalidad en general, hacían el resto. González Macchi y sus socios colocaron al Partido Colorado en un tobogán hacia la llanura y al Paraguay como “el furgón de cola del convoy Latinoamericano”(3). En el plano internacional demostró una debilidad endémica en la cuestión de Itaipú ante Brasil y de Yacyretá ante Argentina; en lo respectivo al MERCOSUR la opinión pública consideraba que equivalía (sus resultados) a vender la independencia y la soberanía nacional a un conglomerado supranacional de Estados y grandes Empresas comerciales. El Paraguay continuaba siendo –como hasta ahora– el país más aislado y aislacionista de América del Sur.
         El antaño poderoso Partido Colorado, con las deserciones masivas como los más de 300.000 colorados que pasaron a formar el Partido “Unión Nacional de Ciudadanos Éticos” (UNACE) y un faccionalismo patente, había quedado reducido, para el año 2003, en prestigio e influencia, al Parlamento y Municipalidades con algunas Gobernaciones, sosteniéndose apoyado en parte de la Oposición (Encuentro Nacional), amargamente hostil a aquél pero sin más alternativa que hacer transacciones con él a cambio de jugosos beneficios. El Partido Colorado ya no era muy intimidante ni muy escuchado; debía negociar sus condiciones desde una posición de debilidad, y el repertorio de beneficios políticos que podía ofrecer era bastante limitado. El Partido Colorado estaba plagado de oposición interna, y ningún esfuerzo (si lo hubo) del grupo de Lucho y Calé fue capaz de contener el crecimiento de rebeldía interna ante la decadencia del Partido y el corrupto Liderazgo. La propagación de la ideología ya no se realizaba o se la hacía débilmente y con menos convicción que nunca, por la incapacidad del Liderazgo Oficial para emprender la reforma del Partido; y la mitología de la infalibilidad de la Dirigencia estaba muriendo, cuando llegaron las elecciones de ese año 2003.

      4.- A NICANOR LE TOCÓ BAILAR CON LA MÁS FEA.
           Ésta era la fisonomía del Partido y del País que encontró Nicanor Duarte Frutos a pesar de ganar cómodamente los comicios gracias a una enérgica campaña electoral durante la cual –y aún un par de años antes– se  colocó en oposición al Gobierno, y también a los errores de una pálida Oposición que se presentó dividida. Y enseguida puso manos a la obra: puso sordina a la  influencia de Galaverna (ya no preguntaba por teléfono, como Lucho, antes de una reunión: “¿Qué tal está el espíritu de Calé?) y de los Argaña, trató de unificar al Partido Colorado manteniendo la Presidencia del mismo por un tiempo prudencial, hizo una “barrida” de cambios en la Administración Pública, e internacionalmente inició una suerte de “apertura a sinistra” invitando al mismísimo FIDEL CASTRO a su asunción de mando. Cesaron las persecuciones, fueron liberados los presos políticos y se intentó una drástica reforma del Poder Judicial, siendo defenestrados mediante Juicio Político los corruptos cómplices Miembros de la Corte Suprema de Justicia. En lo económico, por primera vez en muchos años, el PBI registró un crecimiento anual del 4,5% y la gente empezó a recobrar la confianza respondiendo a la pregunta de si cómo les  iba: “de lujo y mejorando”. Pero  el  daño causado  era demasiado intenso y profundo que Nicanor hubiera necesitado “las hazañas de Hércules” para remediarlo completamente, además de una habilidad política y capacidades intelectuales y cualidades morales superlativas que no poseía.
         Y la euforia inicial empezó a decrecer después de la segunda mitad del Gobierno de Duarte Frutos: el problema de la Reforma Agraria y de los campesinos sin tierra, con las ocupaciones que conllevaban se volvieron insolubles, así como el contrabando y las trabas impuestas a la circulación de nuestros productos por nuestros “socios” del MERCOSUR; tampoco la Reforma Judicial avanzó como se había esperado y la corrupción –empezando por el mismo Nicanor– fue terrible; para más Nicanor empezó a ser atacado ferozmente por los Medios de Comunicación Masiva que antes lo habían promocionado mucho durante toda su carrera política.
            Los Medios de Comunicación masiva fueron lapidarios con Nicanor y el Partido Colorado. Los Nacionalistas Republicanos eran satanizados y caricaturizados presentándose al Gobierno de Duarte Frutos como algo autoritario, todavía similar al stronismo, catalogándoselos como dos casos equivalentes de extremismo autoritario. Por otra parte, el Partido y su Presidente fueron devastados por “la dictadura de las encuestas de opinión” para las campañas electorales que ya se avecinaban. Grandes masas de votantes colorados, políticamente inmaduros, se habían perdido a causa del argumento opositor que señalaba imprescindible “votar en forma útil”, reforzado por la unidad, cada vez más estrecha, entre la Izquierda y los Independientes.
         Aquel “Programa Común” del “Gobierno de Unidad Nacional”, fruto del “Marzo Paraguayo”, constituyó un error programático y estratégico pues ofrecieron la solución a todos los problemas, resultando un gran fiasco que González Macchi  acrecentó, recogiendo Nicanor sus consecuencias que resultaron muy caras. Sin embargo, siempre es superficial atribuir los cambios significativos a largo plazo de la sociología política a los grandes Líderes. Estos necesitan una situación propicia y la posibilidad de que sus éxitos y fracasos sean duraderos depende de un entorno que ellos no han creado.
         En un libro que este autor escribió hace 17 años señaló que era válido pensar en el Partido Nacional Republicano como una organización política-cultural-social edificada sobre sus cuatro “rostros” o funciones distintivas: como vanguardia política, como contrasociedad, como Partido de Gobierno y como tribuna de los desvalidos (esto último desempeñando el papel de “Partido-comunidad política” y, principalmente, genuino defensor de los intereses populares). Allí explicamos que al contemplar esa compleja simultaneidad, los puntos de apoyo internos y las contradicciones globales, era posible entender tanto las líneas de su fortaleza y debilidad como la autenticidad y la ficción del Coloradismo sin tener que recurrir a imágenes caricaturescas del Partido, en una u otra de sus funciones, según nuestras propias ideas preconcebidas o premisas políticas: El Partido Colorado no es simplemente de insurrección revolucionaria con dos rostros “in maschera”, ni una potencia, después opositora, satisfecha en su “espléndido aislamiento”, ni una tribuna popular un tanto incomprendida, que bajo su apariencia áspera y fanática esconde un corazón de oro.
        Al examinar el pasado se advierte que los años 1947-1958 pudieron haber sido una especie de edad dorada del Coloradismo Republicano. En esa época sus grandes éxitos de organización se combinaron con las satisfacciones de sus posibilidades de profundas realizaciones políticas y un real Poder Partidario a pesar de un ambiente de guerra fría ideológica (Guiones contra Democráticos), uniendo la posición  de   “espléndido aislamiento”
–al margen de la aristocrática sociedad liberal derrotada– con la “calidez partidista de una sólida camaradería”. “Es bueno saber que estamos juntos”, declaraba Epifanio Méndez Fleitas entre atronadores aplausos de los masivos asistentes a sus mítines. Estos sentimientos de los años cincuenta son recordados para plantear el argumento de que al Partido le falta hoy esa cohesión que da la hermandad, la camaradería.
           Nicanor Duarte Frutos, dándose cuenta hacia el final de su mandato de la hecatombe que se venía (y comprendiendo lo que hemos señalado) se lanzó a una agresiva campaña contra la Prensa y el divisionismo partidario, tratando de que esas masas, cada vez más desencantadas y díscolas, volvieran al redil del liderazgo con disciplina consciente. Pero era tarde ya, y a pesar de que la cantidad de afiliados continuaba incrementándose de forma inexplicable, la puja polarizada y terriblemente “sangrienta” entre ambas duplas de Candidatos a la Presidencia, mas el fraude perpetrado contra el Candidato Luis Castiglioni,  selló la suerte del Partido Colorado, y  los cantos de las sirenas encantadas de una Oposición, unificada detrás de un demagogo carismático, y el fanatismo de los faccionalistas del Partido, llevaron la situación al callejón sin salida de la derrota electoral y la caída en el naufragio del escollo de “Escila” y el remolino de “Caribdis”, quedando Nicanor con el estigma de ser el responsable de cuyas manos cayó del Poder el Partido Nacional Republicano.

           5.- EL PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO
        EN LA LLANURA.
         Después de la caída, ¿cuál era la situación del Partido Colorado en materia de reforma de despliegue y estructura de funciones? El problema radicaba en los contenidos y en las vías para lograr su transformación. Pero, ¿cómo desmontar un aparato tejido por tantas redes corporativas de interés y poder?, ¿cómo lograr su reforma sin que se generasen signos de inestabilidad como los que se viven todavía ahora?, ¿cómo enfrentar la larga tradición de “gatopardismo” que impulsa cambios para que todo siga igual o peor?, ¿cómo renovar 60 años de cultura política acostumbrada al “autoritarismo dosificado” y al clientelismo perfecto del Coloradismo-Gobierno? Por lo pronto, para  tener un acercamiento prospectivo a la difícil ruptura del modelo Partido Colorado-Gobierno”, que con la derrota se dio, vale la pena apuntar cuáles son los elementos que incidían sobre la crisis del Partido en la llanura y dificultan, aún hoy,  su transformación.
1.     Pérdida de su hegemonía y su función como       vanguardia política:
          Hasta hace muchos años, antes de su caída, el Partido Colorado controlaba todo: los tres Poderes de la Rca. (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), los grupos de interés económico y las principales organizaciones sociales. Era una hegemonía plena en el terreno político y casi sin rival digno de ser tomado en cuenta en el terreno social e ideológico. Desde la crisis del modelo económico y político durante el quinquenio “Wasmosy-Seifart”, la debacle del Partido comenzó a darse en el terreno de la legitimidad y la credibilidad (de ahí el surgimiento de la figura de Oviedo y UNACE). En el año 2002 se registró la más importante escisión en el seno del partido oficial con la salida de la corriente “Oviedista”. El Partido Colorado, por primera vez en su historia de poder contemporáneo, estuvo en riesgo real de perder la Elección Presidencial y, por ende, el control del pilar del sistema político paraguayo; el Poder Ejecutivo y la estructura clientelar tradicional del Partido se enfrentaron a un rival nacido en el seno del propio Gobierno: UNACE. La pérdida de hegemonía colorada se agudizó en el quinquenio de Duarte Frutos porque la sociedad ya no legitimaba el modelo oficial y buscaba alternativa, porque el Partido Colorado seguía (y sigue) dando la impresión de ser un Partido reaccionario, derechista, opuesto a todo cambio moderno y aferrado al pasado. Como ejemplos bastan unos botones de muestra: los Parlamentarios Colorados se opusieron, en su momento, a una Reforma Fiscal y al Impuesto a la Renta Personal; no respondieron a la necesidad de una Reforma Agraria y en una época que todos los Medios de Comunicación internacionales mostraron, con lujo de detalles, la competencia por las elecciones generales en Venezuela con entera libertad para la oposición, los parlamentarios colorados, yendo en contra de todos sus socios del MERCOSUR siguieron aferrados a su negativa a la incorporación venezolana al mismo “por ser una dictadura donde no hay el mínimo de libertad”(sic), postura adoptada también por la Junta de Gobierno de la A.N.R. (que ahora humillantemente tuvieron que rever por imposición del Pte. Cartes); y se sigue manteniendo la ficción de reconocer a Taiwán en detrimento de China, yendo a contramano de la historia y de la realidad política mundial. El Partido, (o mejor, su Dirigencia) era considerado como un parásito burocratizado de la política que había perdido la capacidad de pensar estratégicamente por sí mismo.
2.     Pérdida de identidad y su función como Partido de  Gobierno:
           La crisis del modelo de desarrollo que se desató en los últimos decenios, también derivó en una pérdida de identidad del Partido Colorado, que en la llanura fue más notoria, y ahora también. Se necesitaba (y se necesita) una selecta élite de nuevos Políticos, surgidos no solamente de la Burocracia Partidaria sino surgidos también del entorno tecnocrático, aunque fuese escasa o nula su carrera dentro del Partido, que pugnen por el nuevo modelo que se necesita urgentemente; pero esto encuentra a su principal rival en la propia identidad del Nacionalismo Republicano. Si bien no se puede hablar de una ideología ortodoxa que rigiera al Coloradismo, sí se pueden mencionar ciertos elementos que le daban identidad política e ideológica al Partido: nacionalismo, agrarismo, republicanismo, Estado tutelar que generaba clientelismo, estrecha relación Iglesia-Estado, proteccionismo económico, entre los principales. Pero el cambio de modelo, si no se lo realiza con prudencia, paciencia e inteligencia, carecerá de arraigo intelectual y social dentro de las filas Republicanas y no será producto de un movimiento social sino de una imposición vertical operada desde la élite.
         En cuanto al papel que ha desempeñado en el Gobierno el Partido Colorado, es una historia más compleja: En varios estudios serios fue posible sintetizar varias encuestas donde se demuestra que los Gobiernos locales colorados han sido a menudo eficaces y que la población de sus respectivas localidades así lo ha considerado. Sin embargo, la imagen de los colorados como dinámicos proveedores de servicios sociales se ha desdorado en cierta medida en los últimos años a causa de los problemas relativos a las poblaciones marginales migrantes, también por la “usura del poder” tan común en todos los Partidos que gobiernan durante largo tiempo y, en ciertos casos, por el fraude electoral.
         En lo que se refiere al Gobierno de nivel nacional, los resultados de las encuestas de opinión realizadas en los últimos 10 años demostraban (para el 2008) que la Opinión Pública paraguaya consideraba que el Partido Colorado era cada día menos capaz de desempeñarse en forma útil como Partido de Gobierno. Es que la acumulación de errores políticos indicaba que se trataba de un liderazgo anquilosado que había perdido el contacto fundamental con la realidad política y necesitaba una reforma urgente de Liderazgo y Estructura.
3. La crisis del corporativismo y de la función como tribuna del pueblo:
          El Partido Colorado que ganó el poder en 1947, era un producto típico de los Modelos Corporativos que estuvieron en boga en los años cuarenta: el leninismo, el nazi-fascismo, el social cristianismo. La traducción colorada de esta mezcla corporativa fue el propio modelo de “Gobierno policlasista” que, en su momento, tuvo un sustento social inusitado, producto de las reformas emprendidas durante aquel período pre-stronista, y continuado por Stroessner. Este modelo corporativo, acompañado de una fuerte dosis de autoritarismo gubernamental, comenzó a quedar desfasado frente a la sociedad paraguaya mucho antes de la caída de Stroessner en 1989. Las corporaciones sindicales, campesinas y urbanas que funcionaban como las “correas de transmisión” del Partido Colorado frente a la sociedad, se convirtieron en filtros antidemocráticos y elementos de control sobre el pueblo que perpetuaban un modelo de Partido de Estado. Pero el crecimiento y la mayor participación de la clase media influyó decisivamente en esta crisis. Junto con ella, la conformación de nuevos organismos sindicales, campesinos y urbanos, que ya no dependían del Partido Colorado y que no funcionaban como organismos clientelares al servicio del Gobierno, generaron una fuerte corriente que abogaba por la democratización política y el fin del control Colorado que desembocó al final en la caída del mismo.
        El Partido Colorado ha fracasado también  en el desempeño de la función de defensor del pueblo. En efecto, el Partido había perdido en los últimos años una porción considerable de su clientela como “tribuna popular”(los individuos que se encuentran en desventaja o se sienten amenazados por la sociedad). Muchos votantes que normalmente habían respaldado al Partido Colorado, se pasaron al bando de los “oviedistas” o de la izquierda y la “Alianza patriótica para el cambio”, porque éstos hablaban en nombre de varias causas relativas a problemas concretos y las minorías. 
          4. La reforma fallida y la función como contrasociedad:
           Durante el período decadente comenzado en 1993 que culminó en el 2008, el Partido Nacional Republicano había ido en picada vertiginosa. No se cumplió la promesa de democratizar los métodos de selección de Dirigentes colorados más que en mínima medida, ni el desmantelamiento de las “listas sábanas”; el Coloradismo se quedó sin un programa ideológico coherente (pese a que en el Estatuto Partidario de 1992 se prevé obligatoriamente un “Congreso Doctrinario Ideológico” cada diez años) y ahora la nueva Estructura Partidaria de la llanura era un enredo tan complicado que nadie se la tomaba en serio.
        Llegamos en último término al problema de la decadencia de  la famosa “contrasociedad colorada” a la cual hay que analizar profundamente pues ha sido una de las fuentes de Poder del Partido. La “contrasociedad” se apoyaba en un núcleo Agrarista opuesto al  “chuchaje” aristocrático liberal, que aportó, tanto el entorno cultural donde floreció  con  más pujanza  el Coloradismo paraguayo, como los elementos militantes que se convirtieron en los Caudillos y Burócratas integrantes del aparato partidario; en este caso nos referimos al destino mismo del Partido Colorado. “El Coloradismo es una sub-cultura” decía Domingo Rivarola en su “Revista Paraguaya de Sociología”.
         La reciedumbre demostrada por el Partido Colorado durante seis decenios en la política paraguaya, provenía del hecho de que el movimiento Republicano de nuestro país constituía una auténtica comunidad política y cultural (vale la pena repetirlo). El Partido era la expresión política de un movimiento de masas imbuido de un entusiasmo militante; fue también un fenómeno genuinamente nacional, una contracultura de los Nacionalistas paraguayos contra la mentalidad al estilo Legionario cuya doble lealtad (al país y al exterior) representaba el último desafío partidista de gran envergadura a la legitimidad del sistema Nacionalista Republicano del Paraguay.
           Ahora, ¿cómo se produjo la desintegración de la identidad agrarista, dogmáticamente campesina, del Coloradismo? Es verdad que aun cuando sagaces observadores habían detectado desde hacía años ciertos indicios de inestabilidad en la sociología política del Partido Colorado, su desastroso deterioro efectivo empezó en el quinquenio 1993-1998. La explicación más habitual es que parte de su declinación obedece a factores estrictamente políticos e ideológicos que nosotros ya hemos analizado. Además el desafío “Encuentrista” de Caballero Vargas que no se supo valorar en toda su magnitud en 1993; y más de diez años después, la estrategia misma de la unión de la Izquierda con el Liberalismo, en un “pacto contra natura”, que fue apropiada para atraer el voto de las mayorías, pero cuyas ganancias provinieron del centro y pudieron producirse a expensas de los electores situados en posiciones más extremistas; también el énfasis de las Elecciones Presidenciales del 2008 en el magnetismo personal del Candidato –que la Candidata del Partido Colorado no tenía– en lugar de poner de relieve el atractivo del Partido (o los Partidos) o su Programa; y el derrumbamiento del prestigio del Gobierno Colorado de Nicanor Duarte Frutos en la opinión pública. Todos estos fueron errores gruesos cometidos por el Clan gobernante de Nicanor Duarte Frutos.
        En una sociedad que va modernizándose aceleradamente, con la migración constante de los campesinos a la ciudad y la mejor información por el gran desarrollo de los medios de comunicación masiva, el deterioro del Coloradismo tradicional debe entenderse también como el resultado de problemas más profundos que han afectado,  en mayor o menor grado,  a  todos los Partidos tradicionales de Latinoamérica; y es importante interpretar esta situación como una crisis –quizá definitiva– en  el corazón mismo del fenómeno Colorado, es decir, en la identificación del Coloradismo con la clase campesina.
          En las últimas décadas el Partido Nacional Republicano trató de atraer, tanto a sus viejas comunidades militantes como a la nueva generación cuyas actitudes tanto influyen en el advenimiento de los acontecimientos, pero continuó retrayéndose políticamente a su propia fortaleza y adoptar en el plano social el “espléndido aislamiento” que identificaba como la identidad misma del Coloradismo. Con esto, los Dirigentes hundieron al Partido, no solo en lo político sino también en lo social. Sin embargo, se podría considerar que actuaron así porque se convencieron de su incapacidad de adoptar cualquier otra identidad que no fuera la que siempre los había caracterizado y la que les abrió las puertas para su propia movilidad ascendente al Poder, si bien esto no los justifica en absoluto. Si no surgía algún evento o extraordinaria personalidad imprevisible, el Coloradismo hubiera seguido siendo un Partido de llanura en vías de desaparecer en el escenario político como opción de Poder. Y ahora, tal como están las cosas, puede ocurrir lo mismo en el 2018.-
N O T A S.       
(1)            Soler; Juan José: “Hacia la Unión Nacional”; pp. 60-64; Bs. Aires, 1943.-
(2)            “Escila” y “Caribdis”: Cuenta Homero en la “Odisea” que, cuando Odiseo hizo su viaje de regreso a Ítaca, luego de terminada la guerra de Troya, periplo que duró 10 años, debía pasar por un lugar donde sirenas encantadas emitían cantos tan dulces y mágicos que hacían desviar de su ruta a los navíos, llevándolos a estrellarse contra el escollo de “Escila” para terminar siendo absorbidos por el remolino de “Caribdis”, donde se hundían.
(3)            Frase de Anselmo Jover Peralta, escritor y político Febrerista, en “El Paraguay Revolucionario”; Buenos Aires, 1946.-


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