UN NUEVO MODELO DE PARTIDO PARA LA ÉPOCA DE GLOBALIDAD (II)
REFLEXIONES
SOBRE UN PROGRAMA ECONÓMICO
PARA EL
PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO.
Ahora que el Presidente de la
República ha encauzado la nave del Estado hacia el “Nuevo Rumbo”, es llegada la
hora de prestar especial atención al Partido Colorado que lo respalda, más aún
por las próximas Elecciones internas anunciadas para el mes de Julio próximo.
La intención primordial del Pte. Cartes en este momento debe ser la
de convocar a Líderes históricos, Intelectuales y Expertos en Economía del
Partido Colorado para impulsar un amplio debate sobre la situación del Paraguay
en un mundo cada vez más interdependiente, la dirección del proceso de
transición democrática, el tipo de sociedad que queremos y el quehacer del
Partido en esta etapa crítica de la vida nacional, apuntando a la necesidad de
un próximo CONGRESO IDEOLÓGICO Y DOCTRINARIO,
que según el Art. 74º. de los
Estatutos aprobados por la Convención Extraordinaria
del 11 de Septiembre de 1992, debía realizarse “cada diez años o antes si la Junta de Gobierno lo estimase oportuno y mediando
el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros o a petición de un quinto
de las Comisiones Seccionales … con
la finalidad de: a) Revisar el ideario
del Partido; b) Definir la Doctrina Partidaria con relación a los problemas
ideológicos que se planteen” y c)
Actualizar el Programa Partidario de acuerdo a la evolución del País.
Pero
pongámonos a estudiar las Reformas Económicas fundamentales que propone la
ideología del Nacionalismo Republicano
del Estado Servidor del Hombre Libre
para erradicar los males económicos así como los sociales. Sobre la base de un nuevo concepto del Progreso y de los
Recursos, el “Instituto para la Nueva
República” ha delineado los principios económicos fundamentales de nuestra
ideología que pueden resumirse en cinco:
1º. No debería permitirse la excesiva concentración de la riqueza en
perjuicio de la sociedad. 2º. Debe
buscarse el máximo crecimiento económico con racional utilización y
distribución. 3º. Deberá haber la máxima utilización de los recursos y potencialidades
individuales y colectivas en el plano económico, intelectual y espiritual. 4º. Debe propenderse siempre al
apropiado ajuste entre el equilibrio ecológico, el equilibrio social, el
desarrollo de la personalidad individual, y las necesidades del crecimiento
económico. 5º. La aplicación de este
programa tiene que variar de acuerdo a los cambios en el tiempo, lugar y
personas, y deberá ser de naturaleza progresiva. (Ideas extractadas, con interpretación actualizada para el siglo
XXI, de “El Estado Servidor del Hombre Libre”, y “Cómo se Construye una
Nación”, de J. Natalicio González y
del pensamiento de Ignacio A. Pane, Blas
Garay, Fulgencio R. Moreno y Juan León Mallorquín). Estas reformas
tenderían a crear una nueva sociedad con un sistema económico ideal, que
debería presentar las características siguientes:
1.Salario mínimo suficiente para satisfacer las
necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido, escuela y cuidados
médicos de una familia.
2.Que todos hallasen incentivos para
trabajar con asiduidad y disfrutar de los resultados de su esfuerzo físico e
intelectual,
3.Índices de inflación y desempleo bajos,
pero elevado índice de crecimiento.
4.Mínima susceptibilidad a fuerzas
perturbadoras externas, de manera que nadie tenga que sufrir penurias
inmerecidas a consecuencia de percances imprevistos que afecten periódicamente
a la sociedad.
5.Sistema tributario progresivo, justo y
exento de “coladeros” legales.
Queda claro desde el principio, que un
sistema esencialmente totalitario como el de la izquierda extremista jamás
alcanzaría esa economía ideal, porque nunca concedería a los ciudadanos la
libertad de elección ni el incentivo, salvo que acepte correr el riesgo de
perder su carácter absolutista (como sucedió con la ex Unión Soviética). Esa
meta sólo puede conseguirla una sociedad de libre mercado, siempre que la
interferencia de la autoridad se reduzca al mínimo pero con intervención del
Estado Regulador, no el reaccionario e injusto Neoliberalismo libertario.
Porque el exceso de intervencionismo no
hace sino detraer recursos del sector privado, que es el productivo, y conduce
al despilfarro burocrático y a la ineficacia. El Gobierno debe limitarse a
defender los intereses de los más desprotegidos y suplir sólo las fallas y
deficiencias de la actividad privada. El sistema económico debería funcionar
sin sobresaltos y con la mínima ayuda de los Poderes Públicos: “No se puede vivir implorando siempre a
las autoridades que acudan en socorro de estructuras que se derrumban, pues la
hipertrofia burocrática sólo viene a empeorar la situación” (Ravi Batra: “La
alternativa al Capitalismo y Marxismo”;
Proutist Universal, Washington D.C., 1967 y reedición actualizada 2013).
Es por eso que la “Democracia Económica” del
sistema del Nacionalismo Republicano propende,
frente a la centralización del Poder Político, la descentralización del Poder
Económico, con la formación de “zonas
socioeconómicas”, planificación
descentralizada sobre una base de consumo y la aplicación del Cooperativismo tan ampliamente como sea
posible. Mas sería un error pensar que este sistema se reduce al
Cooperativismo generalizado, pues como lo aclara el maestro del ideólogo
citado: “También el propósito de dirigir todas las industrias técnicas
sobre una base cooperativa es irrealista, debido a que una Empresa Cooperativa
se construye con una combinada labor e inteligencia de aquel sector del pueblo
que tiene una estructura económica común, que vive en demanda de similares
necesidades y que tiene un mercado cercano más o menos preparado para los
bienes producidos o adquiridos sobre la base cooperativista. Sin la combinación
de los elementos arriba mencionados, la organización no puede ser denominada
como una organización cooperativa. Entonces, esta debería ser llamada una ‘Organización Comercial’ dirigida por los potenciales
limitados de sus miembros. En ella, la característica principal de una
Cooperativa se invalida” (P.R. Sarkar: “Sociedad Cósmica”; p.
58; Publicaciones “Renacimiento Universal”, Sector Georgetown, 1987).
A continuación esbozaremos lo más
esencial de las reformas postuladas por el Coloradismo, susceptible de dar
lugar a un sistema de Libre Empresa que poseería los atributos de la sociedad
ideal:
1.Cuando se establezca el sistema Nacionalista
Republicano deberá haber una
vinculación entre el Salario mínimo y el Salario máximo. Concretamente, el Salario
Máximo en cualquier Sector Económico Privado y de la Administración Pública no
debería exceder de diez veces el Mínimo. (Esto ya existe en Suecia desde
muchísimo tiempo; se lo llama “Salarios solidarios”; también en Taiwán).
2.Las industrias creadoras de productos
de primera necesidad y materias primas deberían desconcentrarse para formar
unidades más pequeñas y competitivas, de modo que la sociedad no se vea
sometida a la extorsión de monopolistas privados en situación de acaparar lo
imprescindible.
3.Una parte de las Acciones de las
Grandes Compañías deberían repartirse entre los trabajadores de las mismas,
obreros y administrativos, cuyos representantes electos constituirían el
consejo de administración. (También ya ocurre en Suecia, Japón y Alemania).
4.Se fomentará la iniciativa privada y la
inversión para la expansión de pequeñas y medianas empresas y propiedades, que
en Taiwán han demostrado ser las mayores suministradoras de empleo y vuelven el
crecimiento más equitativo. Es la “política de mercado de trabajo activo”
sueco.
5.Una gran carga fiscal a las
transmisiones por herencia, atenuarían las disparidades de fortuna por la gran
concentración de riqueza ociosa. (Existe en Taiwán y en Suecia).
6.El Presupuesto Público debería
equilibrarse tomando como ejercicio el ciclo económico, es decir, que sería
obligatoriamente excedentario en las épocas de alza económica y consentiría
déficits durante las recesiones.
7.El crecimiento monetario sería igual al
crecimiento medio de la economía durante el ciclo, es decir, que se aceleraría
durante las recesiones y se desaceleraría en épocas de prosperidad.
8.Exceptuando las Industrias Estratégicas
y Monopolios Naturales, la intervención del Estado en la Economía deberá ser
mínima y encaminada exclusivamente a mantener, fomentar y defender la
competencia entre los agentes económicos y salvaguardar los intereses de
los más
desfavorecidos, corrigiendo las fallas del mercado y supliendo la falta
de la iniciativa privada.
Los rasgos más destacados de este sistema
serían las reducidas dimensiones de la Burocracia del Aparato Administrativo y
la escasa desigualdad de las fortunas entre diferentes clases sociales. Se
tendería a un Capitalismo de Masas, o
Democracia
Económica en el sentido de que las empresas estarían dirigidas también
por los representantes de los obreros y empleados.
Los beneficios de las Compañías,
principal fuente de las desigualdades actuales, serían ampliamente
distribuidos, y las disparidades de fortuna, atenuadas por la fiscalidad sobre
las herencias, no podrían aumentar. En tiempos de recesión no sería despedido
ningún trabajador, ya que las fábricas estarían dirigidas colectivamente por
todos ellos; sólo se reducirían las jornadas de manera que todos soportasen por
igual el peso de la supuesta contracción de la actividad y por tanto, no sería
necesario ningún Seguro de Paro ni la Burocracia consiguiente. En una palabra: las reformas económicas fundamentales
no sólo nos permitirían evitar las depresiones catastróficas, sino al
contrario, la creación de una economía equitativa. Ésta se caracterizaría,
además, por un grado elevado de productividad y desarrollo, ya que los Trabajadores
verían en la prosperidad de su Empresa la fuente de su autoestima y el
incentivo para trabajar con asiduidad. Como vemos, las reformas propugnadas por
el Coloradismo eliminarían la causa
de la enfermedad y crearían una sociedad de libre mercado, pero esencialmente
nueva, es decir, dotada de otros rasgos naturales y de una relativa estabilidad
inherente.
Una Agricultura de Libertad.
Continuemos dando nuestra vuelta al
horizonte: los Agricultores son
objeto de la solicitud de los Partidos Políticos en el momento de las
elecciones. Mientras tanto, se cierne sobre ellos una cierta indiferencia,
tanto por parte del Gobierno, que se contenta con dramatizar cada año la
situación, como por parte de la
Oposición , que no propone nada nuevo. Pero procuremos no
expresarnos en términos demasiado generales: no hay una sola agricultura
sino varias. En cada sector de producción, los agricultores se dividen en
grupos socio-profesionales bastante diferenciados. Así es como las grandes explotaciones que responden
a los criterios de una agricultura
industrializada salen muy bien del paso, mientras que la mayoría de las
explotaciones familiares ven disminuir sus ingresos de año en año. Es cierto
que los agricultores pobres han adquirido tardíamente la conciencia de su
solidaridad con los demás trabajadores. Han desconfiado durante mucho tiempo de
las ideas llegadas de la ciudad, que ellos asocian mentalmente con la
agitación, el disturbio y la inseguridad; muy apegados a la iniciativa
individual y muy apegados también a la propiedad de sus bienes, recién en los
últimos años han tenido conciencia de la fuerza de la organización. Hoy, a los
agricultores les es fácil observar que la Concentración Capitalista se
desarrolla en el campo con el mismo rigor que en la industria o en el comercio.
Creemos que ahora escucharán más a los auténticos líderes de una renovada Ideología
y Teoría Socioeconómica.
Y al hablar de “una agricultura de
libertad” finalmente queremos decir que la agricultura paraguaya, que depende
cada vez más de la industria agro-alimentaria, pasará a depender de las
sociedades multinacionales si no se le pone remedio. Porque eso es lo que está
sucediendo. Y lo que en realidad el anterior Gobierno Liberal quiso era fomentar
una agricultura industrializada –aunque no lo dijera explícitamente– que sólo
interesa a un 10% de explotaciones de fácil tecnificación. ¡Tanto peor para las
demás, condenadas a ir tirando! Ese Gobierno ha favorecido, por consiguiente,
la concentración de tierras y de medios mediante la introducción de capitales
ajenos a la agricultura. Por añadidura, el Gobierno utilizó los precios
agrícolas como un medio de lucha contra la inflación; es más fácil que combatir la especulación y reformar los canales
de distribución. La verdad de los precios juega a favor de los
aprovisionamientos industriales, no de los productos agrícolas; y el éxodo rural
ofrece a las
industrias y comercios agro-alimentarios una mano de obra
de menor costo. Esto resume bastante bien la política de los Gobiernos anteriores
de la “Transición” así como del “Gobierno de Izquierda” del Luguismo y también
lo vimos en el Gobierno Liberal de Franco.
Ahora bien, ¿cuáles son las
proposiciones del Coloradismo?: Para revalorizar y garantizar la
renta agrícola, se imponen cuatro medidas básicas: 1) la fijación de los
precios garantizados en el marco de una cuantía de explotación; lo que
significa que, por debajo de un cierto nivel de producción, unos precios
diferenciados y garantizados asegurarán a cada cual una renta mínima decente,
quedando sometido el excedente a las reglas del mercado. 2) La organización de los
mercados con un servicio para cada producto. 3) La lucha contra la
especulación de la tierra y los latifundios improductivos mediante la
expropiación de éstos con una profunda Reforma
Agraria y la creación de servicios agrarios en unidades maestras que serán
administradas por los mismos agricultores. 4)
El respeto a un Estatuto Agrario mejorado y la limitación de las acumulaciones
con el fin de disminuir los gastos de instalación de las cargas de explotación.
A esto, el actual Gobierno de Horacio
Cartes debe añadir tres
disposiciones complementarias: el
desarrollo acelerado de la investigación agronómica y biológica; la producción
de consumos intermedios (abonos, proteínas etc.) y la reorganización de los
canales de distribución. Son demasiados los ejemplos que cada año nos recuerdan
la diferencia de precios que existe entre lo que percibe el productor y lo que
paga el consumidor.
Y es aquí que la imaginativa política
agraria inspirada en los principios del Nacionalismo
Republicano de “El Estado Servidor
del Hombre Libre” y otras obras de ese gran pensador y líder nacional que
fue J. Natalicio González, y de Juan León Mallorquín, “padre de la
Reforma Agraria”, puede resultar en
una auténtica “revolución verde”, que, superando la dicotomía entre lo privado
y lo público, pueda “convertir a nuestros campesinos en granjeros”.
El
principio de solución del COLORADISMO se basa en modelos para una economía
rural primeramente autosuficiente donde “unidades
administrativas básicas”, que podrían denominarse “Unidades Maestras”, ensambladas con otras dentro de “zonas socioeconómicas descentralizadas,
pudiesen introducir y desarrollar el sistema Cooperativo en la
agricultura, dando como resultado que una economía agrícola centralizada, o
fragmentada en minifundios, desequilibrada y estancada (con campesinos
marginales), se transforme en una agricultura dinámica, planeada y
descentralizada, para el pleno desarrollo de las potencialidades locales. Esas Unidades Maestras organizarían el
cultivo intensivo, el abastecimiento y regulación del agua, la transformación
local de los productos con el fomento de industrias caseras, el trabajo
preferentemente para la comunidad local, el desarrollo completo e integral para
todos con educación técnica y humanista,
nacionalista y religiosa amplia, no sectaria. En ellas las necesidades mínimas
de vida así como el incremento del poder adquisitivo deben estar garantizados a
todos sus miembros; el poder de tomar las decisiones económicas debe ser puesto
en manos del pueblo de la región y de esa forma los extraños a la comunidad y
los “grupos de interés” ajenos a sus objetivos, no podrán interferir en la
economía local. Según la teoría “Nacionalista
Republicana” la acción del Estado deberá ser mínima, sólo suficiente para garantizar
que esas unidades y Regiones de cooperación coordinada no vuelvan a caer en una
subordinación de explotados, que el mercadeo se efectúe sin intermediarios y
aplicando un impuesto sobre la producción solamente.
Las ventajas de este sistema son
evidentes: cada zona podrá
desarrollar las fuentes de energía y utilizar la materia-prima que más se
adapten a esa zona sin tener que importarlas de otras zonas, o sea que el
desarrollo de zonas económicas
autosuficientes propiciará la diversificación de los recursos, colocando
menor sobrecarga y por ende dando mayor durabilidad a los recursos no renovables.
Con una política de incentivación
constante al aumento de la productividad, el dinero circulará para bien de
todos, y ya no habrá migración de los campesinos al exterior ni a los barrios
marginales de la Capital ,
amén de invasiones a propiedades. El
problema de “la Ciudad
frente al Campo” habrá terminado.
“Una
de las razones por las que es atacada la globalización es porque parece
conspirar contra los valores tradicionales. Los conflictos son reales y en
cierta medida inevitables. El crecimiento económico –incluyendo el inducido por
la globalización– dará como resultado la urbanización, lo que socava las
sociedades rurales tradicionales. Por desgracia, hasta el presente los
responsables de gestionar la globalización, aunque han alabado esos beneficios
positivos, demasiado a menudo han demostrado una insuficiente apreciación de
ese lado negativo: la amenaza a la identidad y los valores culturales.
Esto es sorprendente, dada la conciencia que sobre tales cuestiones existe en
los propios países desarrollados. Europa
defiende sus políticas agrícolas no sólo en términos de intereses especiales
sino también para preservar las tradiciones rurales. En todas partes la
gente de las pequeñas ciudades se queja porque las grandes cadenas nacionales y
los centros comerciales han liquidado sus pequeños negocios y comunidades. El
ritmo de la integración global es un asunto importante: un proceso más
gradual significa que las instituciones y normas tradicionales no serán arrolladas, y podrán adaptarse y
responder a los nuevos desafíos”.
(Joseph E. Stiglitz: “El Malestar en la Globalización ”; pp.
307-308; Ed. Taurus; España, 2002).-
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