miércoles, 8 de abril de 2015

CORRUPCIÓN POLÍTICA

    CORRUPCIÓN POLÍTICA: el caso “Víctor Bogado”.
 Vuelto a publicarse en el periódico digital “EL COLORADO” por haberse convertido en un mayúsculo escándalo jurídico.

       Muy acertada la mención que hace el Ing. Eduardo Farina      –ex-compañero en el Post Grado de Ciencias Políticas del Rectorado de la UNA, de quien celebro tener noticias luego de 22 años y comprobar que no ha abandonado el cultivo de dicha Ciencia– respecto a Víctor Bogado, a quien es cierto que lo presenté a “Carlín” iniciando así su carrera política; pero cuando eso parecía un joven lleno de ideales que a los 25 años de edad ya era Presidente de un poderoso Gremio: la AFEMOT. Lo sucedido después demuestra la perenne verdad del dicho de Lord Acton: “El Poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. También es pertinente la pregunta que hace en su respuesta el Director de “EL COLORADO”, Dr. Bergonzi:Me pregunto ¿qué es lo que hace que los cerebros de mosquitos lleguen a grandes alturas y los intelectuales queden por el camino? Esta es una pregunta que le formulo pues puede desenrrollar la madeja del Poder”(sic). Este artículo pretende responder la pregunta y aclarar la cuestión.

      La Corrupción Política desordenó la vida paraguaya y rompió la cohesión de la costumbre que normalmente conserva la moralidad pública. Ni el Estado ni la Iglesia parecen capaces de protegerla. La gente se halla sin ancla en un mar de violencia moral y material y robo público; se protege a sí misma como puede, mediante la fuerza o la astucia; la falta de respeto a la Ley se hizo Ley. Los Políticos (del Ejecutivo, Parlamentarios, Directores de Entes Públicos y Poder Judicial) situados por encima de la Ley y destinados a una vida breve pero excitante, se permiten todos los placeres, y su ejemplo es seguido por la minoría acaudalada. Sólo una Opinión Pública firme e inteligente habría podido ocupar el sitio de las perdidas sanciones morales; pero ni el Clero, ni los Líderes, ni las Universidades, estuvieron a la altura de esta tarea, como recién ahora está ocurriendo gracias a la fuerza de esa Opinión Pública.
      El “Wildgewordene Kleinbürger”:
      El meollo de esta concepción política y social reside en su descripción como la actitud de la desesperanza reaccionaria y oportunista deshonesta de cierta categoría de gente que se mueve en el espectro de todos los Partidos Políticos, pero que la distingue de la gran masa de militantes y del núcleo Dirigencial más principista y tradicional de dichos Partidos. Esta actitud la hace proclive a inclinaciones “fascistas” antidemocráticas que a la larga será “clientela” de Movimientos Políticos “duros” y supuestos “hombres fuertes”. La expresión wildgewordene kleinbürger:el pequeño burgués enfurecido, se la debemos a Trotsky que la aplicó al Nacional-Socialismo al que veía como el movimiento y la ideología de esa actitud que lo distinguía también de todos los otros Partidos reaccionarios y contrarrevolucionarios. Por eso hay que combatirla por algo más que un principio moral pues de extenderse puede volverse peligrosa para la democracia y la libertad apoyando a una Dictadura Populista como ha ocurrido en algunos países de Sudamérica.
      En realidad, las fuerzas de la reacción convencional operan usualmente desde la cúspide de la pirámide social, para defender el Statu quo ante (“el mismo estado que antes”) y la autoridad establecida; pero el “wildgewordene kleinbürger” es un reaccionarismo antidemocrático desde abajo, base de movimientos plebeyos que se alzan desde las profundidades de la sociedad y expresan el vehemente afán de la baja clase media por imponerse al resto de esa sociedad. Habitualmente reprimido, ese afán se vuelve agresivo en una catástrofe nacional o una crisis profunda a la que no pueden enfrentarse la autoridad establecida y los Partidos tradicionales. Durante los tiempos de cierta prosperidad esos movimientos se encuentran generalmente en la periferia lunática de la política nacional pero una gran crisis económica y social tiende a colocarlos en primer plano. Porque la gran masa de pequeños comerciantes, oficinistas sin futuro, profesionales fracasados y “lumpen-proletarios” (elementos desclasados representados por gentes que han perdido toda suerte de vínculos con su clase, que no tienen una ocupación determinada y se encuentran sumidas en los “bajos fondos”) que suelen seguir hasta entonces a los Líderes tradicionales y se consideran a sí mismos como puntales de la Democracia Parlamentaria, ahora desertan de esos Liderazgos y siguen a Dirigentes como el Senador Víctor Bogado (actualmente procesado por corrupción y estafa y con imputaciones de la  Fiscalía por “Lesión de Confianza” durante su gestión como Presidente de CONATEL), pues la gran ruina económica los llena de inseguridad y temor y espolea su afán de hacerse tomar en cuenta. Sobre ese trasfondo debe mirarse su victoria electoral, su influencia en los Círculos del Poder y los “favores” a su clientela y parientes de los “VíctorBogados”.
        El Kleinbürger (pequeño burgués) normalmente resiente su posición social: mira desde abajo, con envidia y odio, al gran Empresario que con tanta frecuencia lo aplasta en la competencia; y mira desde arriba a los obreros, celoso de la capacidad de éstos para organizarse política y sindicalmente a fin de defender su interés colectivo. Marx describió una vez lo que en Junio de 1848 llevó a la pequeña burguesía francesa a volverse furiosamente contra los obreros insurrectos de París: “los tenderos” –dijo– “vieron que las barricadas de los obreros en las calles impedían el acceso a sus tiendas, de modo que salieron y destrozaron las barricadas”(En Europa a los pequeños comerciantes se los llama “tenderos”). Los comerciantes y demás pequeños burgueses del Paraguay de los últimos años no tenían una razón semejante para enfurecerse: en las calles no había barricadas que impidieran el acceso a sus negocios, oficinas o actividades. Pero ellos estaban arruinados económicamente; tenían motivos para culpar a los sucesivos Gobiernos de la Transición Democrática de la República, a cuya cabeza habían visto durante años a los Líderes tradicionales; y le temían a la amenaza del desorden del extremismo Izquierdista, que aún cuando no se materializara, mantenía a la sociedad en fermento y agitación permanentes. Los Grandes Negocios, la “Patria Financiera”, el Parlamento, los Gobiernos de la “Transición Democrática”, el extremismo Izquierdista y el desorden en general producido por las huelgas y manifestaciones de los Sindicatos de Obreros y Funcionarios y la actividad de las  Organizaciones Campesinas, se fundían ante los ojos del Kleinbürger en la imagen de un monstruo de muchas cabezas que lo estrangulaba: todos estaban coludidos en “una siniestra conspiración que era la causa de su ruina”. Frente a los Grandes Negocios, el hombre pequeño rabiaba como si fuese un Socialista; contra el Obrero manifestaba con estridencia su respetabilidad burguesa, el horror que le inspiraba la lucha de clases, su furibundo orgullo nacionalista y ahora su aborrecimiento por el desorden y la situación socio-económica. Esta neurosis política de ciudadanos empobrecidos le dio a Políticos como Víctor Bogado –y otros cofrades de su misma catadura– su fuerza, su ímpetu y sus votos. Víctor Bogado era el hombre pequeño agigantado, salido de abajo, el hombre pequeño con todas sus obsesiones, prejuicios, oportunismo, deshonestidad y furia neuróticos: No todo Kleinbürger enfurecido puede llegar a ser un Víctor Bogado, pero en cada Kleinbürger enfurecido hay algo de Víctor Bogado.
       Con todo, la baja clase media (y el “lumpen”) era y es normalmente “polvo humano”. Carece de la capacidad del obrero para organizarse, pues es inherentemente amorfa y atomizada; y, pese a sus jactancias y amenazas, es cobarde dondequiera que tropiece con verdadera resistencia. La pequeña burguesía no puede desempeñar ya ningún papel independiente: en última instancia tenía que seguir a la alta burguesía o a la clase obrera. Su rebelión contra los grandes negocios era impotente: el artesano, el lumpen y el pequeño comerciante no podían derrotar a las oligarquías capitalistas monopolistas. Los Líderes como Víctor Bogado, si llegaban al Poder máximo, no podrían por lo tanto cumplir ninguna de sus promesas electorales; se revelarían como una fuerza esencialmente conservadora y reaccionaria, tratarían de perpetuar el estado de cosas con mucha corrupción, aplastarían cuanto idealismo y honestidad habría en la clase política, y al final acelerarían la ruina de la misma baja clase media y compañeros de ruta que los hubiesen llevado al Poder. Pero mientras tanto esa baja clase media y su periferia lumpenproletaria se agitaban febrilmente y su imaginación se inflamaba con el sueño del ascenso y  la supremacía social que los políticos como Bogado y otros como él habrían de darles. Porque este “polvo humano” se siente extraordinariamente atraído por el imán del Poder: sigue en cualquier lucha al bando que muestre la mayor determinación de vencer, la mayor osadía y la capacidad de enfrentarse inclusive a una catástrofe judicial y social con tal de lograr sus objetivos. Dirigentes como los que están siendo “escrachados” actualmente –a los cuales pueden agregarse muchos nombres más– son los que recogen todo el detritus del pensamiento político moderno porque todo lo que la Sociedad, de haberse desarrollado normalmente, habría rechazado como el excremento de la cultura, brota ahora por sus gargantas y accionar: es así como la “anti-civilización” que todavía existe en el Paraguay está vomitando su barbarie indigesta.
      Más allá de la sanción moral: Decía Cicerón en su discurso contra Cayo Verres, corrupto Procónsul romano de Sicilia, estas frases aún muy actuales: “Los pueblos en decadencia, cuando desesperan de todo, suelen presentar estos síntomas de su desastrado fin: a los que merecen condena se les mantiene en sus bienes y derechos, los que deberían estar presos quedan en libertad y no se dictan las Sentencias. Cuando tales cosas ocurren, nadie deja de comprender que la República perece, y donde suceden nadie conserva esperanza alguna de salvación”.
        Tal es lo que ocurre acá; se publican los nombres de los corruptos, se hacen imputaciones, se inician procesos, se filman y fotografían sus mansiones, se produce un griterío por las Radios y T.V., y se pide “escracharlos”, al estilo argentino, PARA CONSEGUIR UNA SANCIÓN MORAL. Pero eso no basta: ellos siguen en posesión de sus bienes malhabidos que disfrutan sin estorbo ni escozor de conciencia, ostentándolos abiertamente y utilizándolos para comprar prestigio social, influencias y poder político, haciéndonos recordar a Honorato de Balzac en La Piel de Zapa: “¡Brindemos al poder del oro! El Señor Valentín acaba de ingresar a la cofradía de los ricos. A partir de ahora, él ya no estará sometido a las leyes, sino que éstas se les someterán, porque tendrá dinero suficiente para pagar Abogados y sobornar Jueces”. Y, en verdad, en nuestro Paraguay de hoy se envía prestamente a la cárcel al infeliz que roba por hambre pero ninguno de los grandes ladrones que robaron millones al Estado ha pasado una sola noche tras las rejas. Todo lo contrario, los mismos Magistrados y notables de la sociedad se codean con ellos en los Clubes aristocráticos y les demuestran respeto.
        Por eso, NO BASTA CON LA “SANCIÓN MORAL”, se debe proceder con más dureza y el Gobierno debe involucrarse firmemente en denunciarlos y presionar a la Justicia para actuar; debe colaborar con aquellos Fiscales y Parlamentarios que sí combaten la corrupción. ¿Es posible combatir la corrupción?: En nuestro martirizado Paraguay mucha gente piensa que la corrupción es como la Hidra de Lerna de la mitología griega –aquella monstruosa serpiente de siete cabezas que volvían a crecer rápidamente a medida que se las cortaba– y que, por tanto, es imposible toda lucha exitosa contra ella. Pero muchos no comparten ese pesimismo; primero, porque son optimistas que creen en el progreso constante de la humanidad hacia un mundo mejor y más seguro; y en segundo lugar, porque la Historia en general demuestra que, aunque a veces avanzando en círculos y aún con períodos de retroceso, al final se llega a estadios más elevados, para recomenzar el proceso, pero siempre hacia delante, recordándonos la “marcha de los peregrinos” del Tanhäuser de Wagner.
       Porque la corrupción es un círculo vicioso: cuanto más atrasado y pobre es un país, más corrupta es su sociedad y todo su sistema de Instituciones. Es que la misma pobreza y carencia de oportunidades que ello engendra, hace que los ciudadanos encumbrados traten de atesorar riqueza rápida y fácil para precaverse de volver a caer en la medianía indigente, y esa misma pobreza generalizada vuelve a los sumergidos en ella muy fáciles de ser corrompidos a causa de la perentoria necesidad en que se desenvuelven. De allí deviene el fatal círculo vicioso: se corrompe para ascender en la escala, se corrompe luego para sostenerse arriba, y los de abajo aceptan ser corrompidos para poder sobrevivir.
        Pero ese círculo vicioso de corrupción puede ser roto por la voluntad de Dirigentes capaces de comprender su misión histórica y se sientan imbuidos del espíritu de aquellos “héroes históricos universales” que describía Hegel. Sí, una Clase Dirigente honesta y capaz puede torcer el rumbo de la historia; al respecto recordemos con unción la saga de Per Albin Hansson, el hombre que tomó el timón del Gobierno en Suecia en 1932, país hasta entonces sumido en el atraso y la corrupción inherente a ello, con una renta “per cápita” menor que la de Argentina, y cuyos ciudadanos emigraban, hambrientos, a los EE.UU. Con una decidida voluntad de cambio, una honestidad a toda prueba, con la organización de un formidable Partido Político de masas, y su capacidad de persuasión que movió el apoyo firme de su pueblo, logró una amplia concertación de las fuerzas sociales que moldeó nuevas instituciones –que sus sucesores continuaron– convirtiendo a Suecia en lo que es ahora: uno de los países más ricos del mundo y quizá el de mayor justicia social y menor corrupción del planeta. Horacio Cartes tiene la oportunidad todavía de ser un Per Albin Hansson. Y ESTO PUEDE HACERSE EN NUESTRO PARAGUAY; nosotros no creemos en razas ni pueblos biológicamente superiores; Paraguay tuvo épocas de grandeza sin corrupción y hombres íntegros como el Dr. Francia, los López, Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Eligio Ayala y Eusebio Ayala. Se puede, con una Organización Política donde se mezclen el idealismo y el trabajo duro; con puertas no cerradas a la Prensa y presión e interés de la Opinión Pública en el control Gubernamental; con una sociedad abierta a la democracia pero implacable con la corrupción. Poniendo fin a la impunidad con un Gobierno “que haga lo que debe hacer”; sin Presidente de la República débil, deshonesto e incapaz, ni un Congreso que se escude en sus fueros mientras viola tranquilamente la Ley.
        Así terminaremos con la corrupción como terminó la historia de la “Hidra de Lerna”, haciendo lo que hizo Hércules, quien cortó las siete cabezas de un golpe y ya no hubo cabeza que volviera a crecer.-


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