CORRUPCIÓN POLÍTICA: el caso “Víctor
Bogado”.
Vuelto a publicarse en el periódico digital “EL
COLORADO” por haberse convertido en un mayúsculo escándalo jurídico.
Muy
acertada la mención que hace el Ing. Eduardo Farina –ex-compañero en el Post Grado de
Ciencias Políticas del Rectorado de la UNA, de quien celebro tener noticias
luego de 22 años y comprobar que no ha abandonado el cultivo de dicha Ciencia–
respecto a Víctor Bogado, a quien es
cierto que lo presenté a “Carlín” iniciando así su carrera política; pero
cuando eso parecía un joven lleno de ideales que a los 25 años de edad ya era
Presidente de un poderoso Gremio: la AFEMOT.
Lo sucedido después demuestra la perenne verdad del dicho de Lord Acton: “El
Poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. También es
pertinente la pregunta que hace en su respuesta el Director de “EL COLORADO”,
Dr. Bergonzi: “Me pregunto ¿qué es lo que hace que los
cerebros de mosquitos lleguen a grandes alturas y los intelectuales queden por
el camino? Esta es una pregunta que le formulo pues puede desenrrollar la
madeja del Poder”(sic). Este artículo
pretende responder la pregunta y aclarar la cuestión.
La Corrupción
Política desordenó la vida paraguaya y rompió la cohesión de la costumbre
que normalmente conserva la moralidad pública. Ni el Estado ni la Iglesia
parecen capaces de protegerla. La gente se halla sin ancla en un mar de
violencia moral y material y robo público; se protege a sí misma como puede,
mediante la fuerza o la astucia; la falta de respeto a la Ley se hizo Ley. Los Políticos (del Ejecutivo,
Parlamentarios, Directores de Entes Públicos y Poder Judicial) situados por
encima de la Ley y destinados a una vida breve pero excitante, se permiten todos
los placeres, y su ejemplo es seguido por la minoría acaudalada. Sólo una Opinión Pública firme e inteligente
habría podido ocupar el sitio de las perdidas sanciones morales; pero ni el
Clero, ni los Líderes, ni las Universidades, estuvieron a la altura de esta
tarea, como recién ahora está ocurriendo gracias a la fuerza de esa Opinión
Pública.
El “Wildgewordene Kleinbürger”:
El meollo de esta concepción política y social
reside en su descripción como la actitud de la desesperanza reaccionaria y oportunista deshonesta de cierta
categoría de gente que se mueve en el espectro de todos los Partidos Políticos,
pero que la distingue de la gran masa de militantes y del núcleo Dirigencial
más principista y tradicional de dichos Partidos. Esta actitud la hace proclive
a inclinaciones “fascistas” antidemocráticas que a la larga será “clientela” de
Movimientos Políticos “duros” y supuestos “hombres fuertes”. La expresión wildgewordene kleinbürger: “el
pequeño burgués enfurecido”, se
la debemos a Trotsky que la aplicó al Nacional-Socialismo al que veía como el
movimiento y la ideología de esa actitud que lo distinguía también de todos los
otros Partidos reaccionarios y contrarrevolucionarios. Por eso hay que
combatirla por algo más que un principio moral pues de extenderse puede
volverse peligrosa para la democracia y la libertad apoyando a una Dictadura Populista como ha ocurrido en
algunos países de Sudamérica.
En realidad, las fuerzas de la reacción
convencional operan usualmente desde la cúspide de la pirámide social, para
defender el Statu quo ante (“el
mismo estado que antes”) y la
autoridad establecida; pero el “wildgewordene kleinbürger” es un
reaccionarismo antidemocrático desde abajo, base de movimientos plebeyos que se
alzan desde las profundidades de la sociedad y expresan el vehemente afán de la
baja clase media por imponerse al resto de esa sociedad. Habitualmente
reprimido, ese afán se vuelve agresivo
en una catástrofe nacional o una crisis profunda a la que no pueden enfrentarse
la autoridad establecida y los Partidos tradicionales. Durante los tiempos
de cierta prosperidad esos movimientos se encuentran generalmente en la periferia
lunática de la política nacional pero una gran crisis económica y social tiende
a colocarlos en primer plano. Porque la gran masa de pequeños comerciantes,
oficinistas sin futuro, profesionales fracasados y “lumpen-proletarios”
(elementos desclasados representados por gentes que han perdido toda suerte de
vínculos con su clase, que no tienen una ocupación determinada y se encuentran
sumidas en los “bajos fondos”) que suelen seguir hasta entonces a los Líderes
tradicionales y se consideran a sí mismos como puntales de la Democracia
Parlamentaria, ahora desertan de esos Liderazgos y siguen a Dirigentes como el
Senador Víctor Bogado (actualmente
procesado por corrupción y estafa y con imputaciones de la Fiscalía por “Lesión de Confianza” durante su
gestión como Presidente de CONATEL), pues la gran ruina económica los llena de
inseguridad y temor y espolea su afán de hacerse tomar en cuenta. Sobre ese
trasfondo debe mirarse su victoria electoral, su influencia en los Círculos del
Poder y los “favores” a su clientela y parientes de los “VíctorBogados”.
El Kleinbürger (pequeño burgués)
normalmente resiente su posición social:
mira desde abajo, con envidia y odio, al gran Empresario que con tanta
frecuencia lo aplasta en la competencia; y mira desde arriba a los obreros,
celoso de la capacidad de éstos para organizarse política y sindicalmente a fin
de defender su interés colectivo. Marx
describió una vez lo que en Junio de 1848 llevó a la pequeña burguesía francesa
a volverse furiosamente contra los obreros insurrectos de París: “los tenderos” –dijo– “vieron que las
barricadas de los obreros en las calles impedían el acceso a sus tiendas, de
modo que salieron y destrozaron las barricadas”(En Europa a los pequeños
comerciantes se los llama “tenderos”). Los comerciantes y demás pequeños
burgueses del Paraguay de los últimos años no tenían una razón semejante para
enfurecerse: en las calles no había
barricadas que impidieran el acceso a sus negocios, oficinas o actividades.
Pero ellos estaban arruinados económicamente; tenían motivos para culpar a los
sucesivos Gobiernos de la Transición Democrática de la República, a cuya cabeza
habían visto durante años a los Líderes tradicionales; y le temían a la amenaza
del desorden del extremismo Izquierdista, que aún cuando no se materializara,
mantenía a la sociedad en fermento y agitación permanentes. Los Grandes Negocios,
la “Patria Financiera”, el Parlamento, los Gobiernos de la “Transición
Democrática”, el extremismo Izquierdista y el desorden en general producido por
las huelgas y manifestaciones de los Sindicatos de Obreros y Funcionarios y la
actividad de las Organizaciones
Campesinas, se fundían ante los ojos del Kleinbürger en la imagen de un
monstruo de muchas cabezas que lo estrangulaba: todos estaban coludidos en “una siniestra conspiración que era la
causa de su ruina”. Frente a los Grandes Negocios, el hombre pequeño rabiaba
como si fuese un Socialista; contra el Obrero manifestaba con estridencia su
respetabilidad burguesa, el horror que le inspiraba la lucha de clases, su
furibundo orgullo nacionalista y ahora su aborrecimiento por el desorden y la
situación socio-económica. Esta neurosis política de ciudadanos empobrecidos le
dio a Políticos como Víctor Bogado –y otros cofrades de su misma catadura– su
fuerza, su ímpetu y sus votos. Víctor Bogado era el hombre pequeño
agigantado, salido de abajo, el hombre pequeño con todas sus obsesiones,
prejuicios, oportunismo, deshonestidad y furia neuróticos: No todo Kleinbürger enfurecido puede llegar a ser un Víctor
Bogado, pero en cada Kleinbürger enfurecido hay algo de Víctor Bogado.
Con todo, la baja clase media (y el
“lumpen”) era y es normalmente “polvo humano”. Carece de la capacidad del
obrero para organizarse, pues es inherentemente amorfa y atomizada; y, pese a
sus jactancias y amenazas, es cobarde dondequiera que tropiece con verdadera
resistencia. La pequeña burguesía no puede desempeñar ya ningún papel
independiente: en última instancia
tenía que seguir a la alta burguesía o a la clase obrera. Su rebelión contra
los grandes negocios era impotente:
el artesano, el lumpen y el pequeño comerciante no podían derrotar a las
oligarquías capitalistas monopolistas. Los Líderes como Víctor Bogado, si llegaban al Poder máximo, no podrían por lo tanto
cumplir ninguna de sus promesas electorales; se revelarían como una fuerza
esencialmente conservadora y reaccionaria, tratarían de perpetuar el estado de
cosas con mucha corrupción, aplastarían cuanto idealismo y honestidad habría
en la clase política, y al final acelerarían la ruina de la misma baja
clase media y compañeros de ruta que los hubiesen llevado al Poder. Pero
mientras tanto esa baja clase media y su periferia lumpenproletaria se agitaban
febrilmente y su imaginación se inflamaba con el sueño del ascenso y la supremacía social que los políticos como
Bogado y otros como él habrían de darles. Porque este “polvo humano” se siente
extraordinariamente atraído por el imán del Poder: sigue en cualquier lucha al bando que muestre la mayor
determinación de vencer, la mayor osadía y la capacidad de enfrentarse
inclusive a una catástrofe judicial y social con tal de lograr sus objetivos.
Dirigentes como los que están siendo “escrachados” actualmente –a los cuales
pueden agregarse muchos nombres más– son los que recogen todo el detritus del pensamiento político moderno porque
todo lo que la Sociedad, de haberse desarrollado normalmente, habría rechazado
como el excremento de la cultura, brota ahora por sus gargantas y accionar: es así como la “anti-civilización” que
todavía existe en el Paraguay está vomitando su barbarie indigesta.
Más allá de
la sanción moral: Decía Cicerón en
su discurso contra Cayo Verres,
corrupto Procónsul romano de Sicilia, estas frases aún muy actuales: “Los pueblos en decadencia, cuando
desesperan de todo, suelen presentar estos síntomas de su desastrado fin: a los que merecen condena se les
mantiene en sus bienes y derechos, los que deberían estar presos quedan en
libertad y no se dictan las Sentencias. Cuando tales cosas ocurren,
nadie deja de comprender que la
República perece, y donde suceden nadie conserva esperanza
alguna de salvación”.
Tal es lo que ocurre acá; se publican los nombres de
los corruptos, se hacen imputaciones, se inician procesos, se filman y
fotografían sus mansiones, se produce un griterío por las Radios y T.V., y se
pide “escracharlos”, al estilo argentino, PARA CONSEGUIR UNA SANCIÓN MORAL. Pero
eso no basta: ellos siguen en posesión de sus bienes malhabidos que
disfrutan sin estorbo ni escozor de conciencia, ostentándolos abiertamente y
utilizándolos para comprar prestigio social, influencias y poder político,
haciéndonos recordar a Honorato de
Balzac en La Piel de Zapa:
“¡Brindemos al poder del oro! El Señor Valentín acaba de ingresar a la
cofradía de los ricos. A partir de ahora, él ya no estará sometido a las leyes,
sino que éstas se les someterán, porque tendrá dinero suficiente para pagar
Abogados y sobornar Jueces”. Y, en verdad, en nuestro Paraguay de hoy se envía
prestamente a la cárcel al infeliz que roba por hambre pero ninguno de los
grandes ladrones que robaron millones al Estado ha pasado una sola noche tras
las rejas. Todo lo contrario, los mismos Magistrados y notables de la sociedad
se codean con ellos en los Clubes aristocráticos y les demuestran respeto.
Por eso, NO BASTA CON LA “SANCIÓN
MORAL”, se debe proceder con más dureza y el Gobierno debe involucrarse
firmemente en denunciarlos y presionar a la Justicia para actuar; debe colaborar con aquellos
Fiscales y Parlamentarios que sí combaten la corrupción. ¿Es posible combatir la corrupción?: En nuestro martirizado
Paraguay mucha gente piensa que la corrupción es como la Hidra de
Lerna de la mitología griega –aquella monstruosa serpiente de siete
cabezas que volvían a crecer rápidamente a medida que se las cortaba– y que,
por tanto, es imposible toda lucha
exitosa contra ella. Pero muchos no comparten ese pesimismo; primero,
porque son optimistas que creen en el progreso constante de la humanidad hacia
un mundo mejor y más seguro; y en segundo lugar, porque la Historia en general
demuestra que, aunque a veces avanzando en círculos y aún con períodos de
retroceso, al final se llega a estadios más elevados, para recomenzar el
proceso, pero siempre hacia delante, recordándonos la “marcha de los
peregrinos” del Tanhäuser de Wagner.
Porque la corrupción es un círculo
vicioso: cuanto más atrasado y pobre
es un país, más corrupta es su sociedad y todo su sistema de Instituciones. Es
que la misma pobreza y carencia de oportunidades que ello engendra, hace que
los ciudadanos encumbrados traten de atesorar riqueza rápida y fácil para
precaverse de volver a caer en la medianía indigente, y esa misma pobreza
generalizada vuelve a los sumergidos en ella muy fáciles de ser corrompidos a
causa de la perentoria necesidad en que se desenvuelven. De allí deviene el
fatal círculo vicioso: se corrompe
para ascender en la escala, se corrompe luego para sostenerse arriba, y los de
abajo aceptan ser corrompidos para poder sobrevivir.
Pero ese círculo vicioso de corrupción
puede ser roto por la voluntad de Dirigentes
capaces de comprender su misión histórica y se sientan imbuidos del
espíritu de aquellos “héroes históricos universales” que
describía Hegel. Sí, una Clase
Dirigente honesta y capaz puede torcer el rumbo de la historia; al respecto
recordemos con unción la saga de Per
Albin Hansson, el hombre que tomó el timón del Gobierno en Suecia en 1932, país hasta entonces
sumido en el atraso y la corrupción inherente a ello, con una renta “per cápita”
menor que la de Argentina, y cuyos ciudadanos emigraban, hambrientos, a los
EE.UU. Con una decidida voluntad de
cambio, una honestidad a toda prueba, con la organización de un formidable
Partido Político de masas, y su capacidad de persuasión que movió el apoyo
firme de su pueblo, logró una amplia concertación de las fuerzas sociales
que moldeó nuevas instituciones –que sus sucesores continuaron– convirtiendo a Suecia en lo que es ahora: uno de los países más ricos del mundo
y quizá el de mayor justicia social y menor corrupción del planeta. Horacio
Cartes tiene la oportunidad todavía de ser un Per Albin Hansson. Y ESTO PUEDE HACERSE EN NUESTRO PARAGUAY;
nosotros no creemos en razas ni pueblos biológicamente superiores; Paraguay tuvo épocas de grandeza sin
corrupción y hombres íntegros como el Dr.
Francia, los López, Bernardino
Caballero, Patricio Escobar, Eligio Ayala y Eusebio Ayala. Se puede, con
una Organización Política donde se mezclen el idealismo y el trabajo duro; con
puertas no cerradas a la Prensa
y presión e interés de la Opinión Pública en el
control Gubernamental; con una sociedad abierta a la democracia pero
implacable con la corrupción. Poniendo fin a la impunidad con un Gobierno “que
haga lo que debe hacer”; sin Presidente de la República débil,
deshonesto e incapaz, ni un Congreso que se escude en sus fueros mientras viola
tranquilamente la Ley.
Así terminaremos con la corrupción como
terminó la historia de la “Hidra de Lerna”, haciendo lo que
hizo Hércules,
quien cortó las siete cabezas de un golpe y ya no hubo cabeza que
volviera a crecer.-
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