sábado, 18 de julio de 2015

LA "TERCERA VÍA"


          LA “TERCERA VÍA” EN EL PARTIDO COLORADO
        Ante el enfrentamiento, cada vez más ríspido, entre el Movimiento Oficialista dirigido  por el Pte. Cartes y el Movimiento “Colorado Añeteté” de Marito Abdo Benítez, que, dadas sus características e intereses encontrados, ha de prolongarse más allá de las Elecciones internas del 26 de Julio, está surgiendo la prédica de una “Tercera Vía” de Dirigentes muy lúcidos y experimentados, que trata de ofrecer una solución que preserve la unidad, cohesión y el futuro del Partido Colorado. Por ello es interesante hacer una “disección” de la política de ambos contendientes y lo que parece ofrecer esta última.
        En el “Cartismo” gubernamental sigue la frialdad con el Partido Colorado cuyas bases, aunque aún no se manifiesten públicamente, mascullan su descontento en voz baja y pueden llegar a dar la espalda al Poder como pasó con Duarte Frutos. El Gobierno tiene que apoyarse más en el Partido que es el que mantiene la gobernabilidad y sirve de “correa de transmisión” con el pueblo. Eso será más eficiente y eficaz para levantar la imagen del Gobierno antes que “consejos” de entornos sin experiencia política.
        Es de capital importancia el Partido Político en la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la Gobernabilidad. Condición indispensable en la edificación del Poder del Gobierno es la presencia y  actividad del Partido Político que lo sustenta; y la importancia del Partido Político se eleva aún más después de conquistado el Poder Estatal. De ahí que todos los intentos de separar la actividad de tales o cuales órganos del Gobierno o Entes Administrativos Estatales y Paraestatales de la presencia del Partido, de sustraerlos al mismo, son profundamente nocivos y se oponen a los intereses del Gobierno y el pueblo. El zafarse del Partido conduce a fracasos en el trabajo y al divorcio respecto de las masas.
            Decía el Dr.  Luis María Argaña en su “Memoria Política” dirigida a los Convencionales de la “Convención Ordinaria” del Partido Colorado, el 19 de Septiembre de 1998: “Este es el momento propicio para aclarar que doctrinariamente el Partido no es el Gobierno, ni el Gobierno es el Partido. Aunque en el pasado se dio tal confusión, como resultado de largos años de alineación grosera, es bueno aclarar hoy que el Partido Colorado ya no puede  conceder cheques en blanco a quienes administran el país”.
         “Que los Gobernantes de turno pertenezcan a las filas de la Asociación Nacional Republicana no implica que la Junta de Gobierno y el pueblo colorado tengan que permanecer indiferentes y cómplices ante la desviación de los principios o la inobservancia de los programas del Partido Colorado. Al contrario, es en estas circunstancias en que debe acrecentarse nuestra responsabilidad de vigilante y contralor del cumplimiento de la Doctrina Política y Social de nuestra Organización Partidaria. El pueblo es amparo y reparo del Gobierno”.
          “En estas circunstancias, reiteramos, los Colorados nos reservamos el derecho de condicionar el apoyo al Gobierno conforme respete y desarrolle o no los ejes doctrinarios que dieron origen y sustentación al Partido Colorado”.
          “Tengo fe en que el Gobierno habrá de optar, finalmente, por los mejores hombres para manejar la cosa pública, suprimiendo la aberrante práctica de anteponer la obsecuencia a la capacidad y a la honestidad”.
       A esta altura de su Gobierno ya queda claro para cierto sector de la Clase Política Colorada, que el Pte. Cartes ejecuta una política Neoliberal para empresarios amigos y con prescindencia del Partido Colorado. Y se vislumbra que desearía la reelección y que si ello no fuere posible, trataría de que su sucesor sea otro de su Clase Empresarial, no pudiendo desecharse la posibilidad de que busque una alianza con el Partido Liberal para el 2018. Lo apuntado (que ya es evidente para esos altos círculos políticos) traería aparejada la consecuencia de que muchos de los principales Políticos Colorados quedarían, en su mayoría, excluidos de la Lista Oficialista y, por ende, del apoyo para su permanencia en los importantes Cargos electivos del Congreso y las Gobernaciones.
        Esta circunstancia es la que mueve a dicha Clase Política Colorada a reaccionar fuertemente para proteger sus intereses y busque la manera de contrarrestarla con alianzas políticas que le den el respaldo suficiente y el sustento económico para dar la batalla defensiva, pasando ya desde el “vamos” a la defensa más efectiva que es el ataque, la ofensiva en todos los frentes. Para ello, y para consolidar su posición, busca, además de explotar el gran descontento partidario, la alianza con los sectores que más están creciendo electoralmente y poseen el apoyo económico financiero en gran escala que se necesita para contrarrestar al “Cartismo” empresarial.
       “Calé” Galaverna y sus compañeros de ruta están pretendiendo hacer lo que los Liberales hicieron en el 2008, pero al revés; no en balde a “Marito” le acompañan en la Presidencia del Senado, el izquierdista Carlos Filizzola como vice Pte. 1º, y Carlos Amarilla, uno de los Líderes del ala izquierda del PLRA, como Vice Pte 2º; y esto trae aparejado un riesgo muy grande: que el “Golpe”, si resulta, se les escape de las manos y se convierta en una “Revolución” inmanejable para ellos y sean los desplazados por una Izquierda bien organizada y disciplinada. Y será sí porque un Movimiento, Partido o Gobierno imbuido de tal ideología dedica grandes recursos y mucha energía a la tarea de configurar las percepciones del público y resulta claro que protege con mucho celo su monopolio en ese aspecto; dicho monopolio es una característica habitual de las sociedades impositivas, donde la voluntad de controlar la conducta no sólo se manifiesta en la tendencia a la economía planificada y centralizada, sino también en todas las esferas de la sociedad, desde la ciencia hasta la educación moral. No hay concesiones de ninguna clase a la discrepancia: la dependencia inflexible de la visión mítica de la realidad crea un peso muerto que gravita sobre el proceso de cambio o modernización; y lleva indefectiblemente a un totalitarismo que fatalmente sacrifica a sus “compañeros de ruta”; y el intento de su desmantelamiento, una vez ya instalada, podría abrir la puerta a un extremismo aún más desastroso y radical, una “huida hacia adelante” o bien al contraataque de los Conservadores reaccionarios. En ambos casos la Nación va al fracaso. Por eso nos preguntamos: ¿Es esta “Alianza” meramente coyuntural para enfrentar al Ejecutivo en el Congreso, mientras se continúa ganando influencia en el Partido, y se la abandonará en el 2018 para las Elecciones Generales tal como lo hizo el MOPOCO con el “Acuerdo Nacional” en 1989? ¿O se llegará hasta el fin con una reedición del “Gobierno de Unidad Nacional” con la Oposición que fructificó en el “Marzo Paraguayo” de 1999?
        A raíz de lo examinado, todos los elementos de la política que se ofrecen a la “Tercera Vía” están unidos aquí: la convicción de la incompatibilidad de un sistema de Liderazgo Gubernamental “perturbador” y absolutista, con una Comunidad Republicana organizada descontenta que casi ve como “anti-Colorado” ese sistema; la desconfianza de las Bases, la falta de neutralidad del Ejecutivo y de la Presidenta de la Junta de Gobierno, la “contra” del entorno gubernamental, el fracaso del Oficialismo en obtener un “Candidato de consenso”, la flexibilidad de las tácticas para la obtención de una meta que no es en modo alguno imposible, aunque parezca remota al principio.
        Esta es entonces la política que las circunstancias proponen a la “Tercera Vía”: mantener abiertas todas las opciones, conservar la libertad de acción al máximo, pero limitar todos los compromisos ante la necesidad de ganarse la confianza del Pueblo y las Bases tradicionales coloradas sin “chocar” frontalmente con el Pte. Cartes y su Gobierno, que, al fin de cuentas, es un Gobernante electo por 1.200.000 colorados. Y esto se debe a que la condición de la supervivencia, el progreso, y posterior éxito de la “Tercera Vía” es un relajamiento de la presión que Cartes puede ejercer sobre el Partido. Pero esa presión no se evitará, ni menos aliviará, y las negociaciones de “persuasión” que los Dirigentes de la “Tercera Vía” podrían hacer no tendrían sentido sin un marco de confianza. Y la confianza supone un principio que Cartes, el “Oficialismo” y las masas Coloradas tradicionales puedan aceptar, por lo menos hasta cierto punto; pero, ¿cómo conciliar las pretensiones de dominio absoluto (de Cartes) con las del equilibrio independiente (que propone esta “Tercera Vía”); las del Gobernante “perturbador” para el que todo límite a su Poder es un reto, con las del Movimiento que busca más Poder, Orden y Libertad para el Partido y para quien precisamente la limitación del “absolutismo” Gubernamental es la condición de su supervivencia?
        Sin embargo, hay un punto débil en la estructura “Cartista”: que la legitimidad de una pretensión de Poder sobre el Partido depende de la aceptación, no de la imposición; y que a pesar de toda la fortaleza política que da el Gobierno, todo depende de la conducta de un solo hombre: el Presidente. En consecuencia, este Movimiento puede apelar a la sensación de inseguridad de la aceptación de las masas coloradas  por parte de aquél para crear el único lazo que Cartes reconocería como una necesidad”. Sería como trocar la seguridad que da la legitimidad de las pretensiones Partidarias por el tiempo, una “garantía” de permanencia en el Poder sin sobresaltos ni disgustos por una promesa de supervivencia y coexistencia; el Movimiento de la “Tercera Vía” puede convertirse en el “mediador” que arregle las diferencias entre Cartes y el descontento Partidario. Tiene que presentarlo como un objetivo abstracto y perentorio aun sin perseguirlo realmente en la práctica hasta el momento oportuno. Se trata simplemente del problema de la credibilidad planteado de manera insólitamente complicada pero real, porque nosotros, en la intimidad, debemos comprender que, por desgracia, las realidades políticas no son tan simples.
        En esta forma salvará la “Tercera Vía” –cualquiera sea quien triunfe en las Elecciones de este Julio u obtenga un resultado importante– el vacío que parece abrirse ante el Gobierno, utilizando audazmente el concepto de legitimidad –el único que la Democracia reconoce– en su favor, porque así como los éxitos de Cartes se debieron a que sus oponentes no pudieron concebir una política de objetivos ilimitados, el derrumbe de la autoridad moral de Cartes puede sobrevenir si demuestra incapacidad para comprender la inestabilidad que aqueja al Partido Colorado en todos sus estratos, así como la doblez de las relaciones personales, familiares y de los Poderes Fácticos que lo circundan.
        Pero, ¿hay posibilidades de consolidación de una “Tercera Vía”? Esto parecen pensarlo afirmativamente significativos Dirigentes políticos que ya salen al ruedo sin apoyar a una u otra Candidatura opuesta o no al Oficialismo. Indudablemente se busca el surgimiento de una Corriente de veteranos Dirigentes del Partido como Bader Rachid Lichi, Atilio R. Fernández  y gente joven, que busque un Partido Colorado renovado y moderno, apoyada por un Empresariado no Corporativo auténticamente capitalista, y que tenga impacto en las masas campesinas, con influencia también en la Clase Media citadina.
        Así pues, la prueba de que el Presidente de la República puede ser un Estadista, será su capacidad para reconocer la relación real de las fuerzas y para hacer que este conocimiento sirva a los fines de la estabilidad, el equilibrio, el orden y la libertad. Y que ello surja y se afiance en un Paraguay como parte del concierto internacional puede en gran parte deberse a los esfuerzos y perspicacia de este Magistrado solitario. Y de esta manera, el camino que siga el Gobierno será el correcto, y si supera la falta de firmeza que corte el nudo gordianode las indefiniciones su fracaso solo podría sobrevenir si se fija tareas que excedan a la capacidad de sus materiales (personas y recursos): ya sea por una visión global de la “burbuja” irrealista que da el Poder que ignore a la concepción de la estructura interna del Partido Colorado y de la Nación, o por un esfuerzo aislado y aislacionista imposible en este estado de cosas.
        En cuanto a la “Tercera Vía”, deberá seguir la política más interesante de todas: embanderarse con las reivindicaciones masculladas por un Pueblo Colorado descontento por la preterición del Partido en la toma de decisiones, el nombramiento indiscriminado de Opositores en los Cargos Públicos de relevancia, la obsecuencia –excesivamente servil– de  la Presidenta de la Junta de Gobierno y su Comisión Ejecutiva a los dictados del Ejecutivo, el “autismo” de éste último respecto a los Caudillos de las Bases; tal como lo hiciera Luís María Argaña, con Rodríguez primero (en 1992) y contra Seifart-Wasmosy (en 1996) derrotando en ambas ocasiones al Poder Político del Gobierno y a los inmensos recursos económicos de sus contendientes.
        Por eso una de las pautas que es importante analizar, es “el estilo de la “Tercera Vía”:
La sabiduría consiste en buscar contra-poderes. Un Jefe Político sólo conoce dos límites: la sanción popular y su sentido del deber” (François Mitterrand:“Memoria a Dos Voces”; París, 1995). Estas frases del hombre que durante 14 años ejerció la monarquía republicanaque en Francia significa ser Presidente, merced a la Constitución de la V República legada por el Gral. De Gaulle, no la hemos notado en absoluto, toda una generación de paraguayos, en nuestros Gobernantes de turno ninguno de los cuales se ha comportado como el Estadista que, como decía Platón en su Alcibíades”, debe ser tejedor de voluntades ciudadanas…y aún en la inmediatez de sus actos, enmarcar el futuro del horizonte avizorado para la República”.
        La “Tercera Vía” debe cimentar un estilo de Liderazgo menos providencial que el de Argaña, pero más imbuido de idoneidad, que comunique en un plano mayor de simetría entre el Dirigente y los ciudadanos. Los Colorados, en una buena parte, tienden a buscar algo como la encarnación de una mezcla de tradicional y nuevo estilo político demandado por los sectores más populares y carenciados de la sociedad, que simbolice una actitud más sensible del Dirigente en la captación de las preocupaciones de los dirigidos. Y los Colorados tradicionales, en particular, lo ven como la última y única esperanza capaz de frenar la demolición del Aparato Político Partidario y su estructura social e ideológica, que costó edificar más de un siglo de vivencia constante, por parte de un redivivo “Neo Decoudismo-Egusquicismo Rojiverde” ahora presentado en un deformado Neo-Liberalismo criollo (ahora Roji-Azul).
         La “Tercera Vía” debe crear los contra-poderes independientes de la Estructura Estatal y  la Cúpula Partidaria mediante una compacta aunque descentralizada organización de cuadros de los “indignados”, enfatizando el trabajo propiamente ideológico recuperando el concepto del “Partido Nacional Republicano” Agrarista, Nacionalista y de democracia social del Republicanismo de sus orígenes, pero sumando a ello el aggiornamento”: la actualización y desarrollo de la ideología acorde con los aportes recibidos en el curso de la historia; pero aún más, procurando incorporar a la Dirigencia de Base afiliados con mayor razonamiento y conciencia del porqué y del para qué de una determinada acción colectiva partidaria.

        Ante el peligro inminente de división funesta que se presenta en nuestro Partido, la “Tercera Vía” pues, ya está en un camino sin retroceso posible; solo debe pronunciar, como César, la célebre sentencia: “¡Alea iacta est, cúmplase destination!” (¡La suerte está echada, cúmplase el destino!).--

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