LA
“TERCERA VÍA” EN EL PARTIDO COLORADO
Ante el enfrentamiento, cada vez más
ríspido, entre el Movimiento Oficialista dirigido por el Pte.
Cartes y el Movimiento “Colorado Añeteté” de Marito Abdo Benítez, que, dadas sus características e intereses
encontrados, ha de prolongarse más allá de las Elecciones internas del 26 de
Julio, está surgiendo la prédica de una “Tercera
Vía” de Dirigentes muy lúcidos y experimentados, que trata de ofrecer una
solución que preserve la unidad, cohesión y el futuro del Partido Colorado. Por
ello es interesante hacer una “disección” de la política de ambos contendientes
y lo que parece ofrecer esta última.
En el “Cartismo” gubernamental sigue la frialdad con el Partido Colorado
cuyas bases, aunque aún no se manifiesten públicamente, mascullan su
descontento en voz baja y pueden llegar a dar la espalda al Poder como pasó con
Duarte Frutos. El Gobierno tiene que
apoyarse más en el Partido que es el que mantiene la gobernabilidad y
sirve de “correa de transmisión” con el pueblo. Eso será más eficiente y eficaz
para levantar la imagen del Gobierno antes que “consejos” de entornos sin
experiencia política.
Es
de capital importancia el Partido Político en la consolidación del Poder, el
mantenimiento del Orden y la Gobernabilidad. Condición indispensable en la
edificación del Poder del Gobierno es la presencia y actividad del Partido Político que lo
sustenta; y la importancia del Partido Político se eleva aún más después
de conquistado el Poder Estatal. De
ahí que todos
los intentos de separar la actividad de tales o cuales órganos del Gobierno o
Entes Administrativos Estatales y Paraestatales de la presencia del Partido, de
sustraerlos al mismo, son profundamente nocivos y se oponen a los intereses del
Gobierno y el pueblo. El zafarse del Partido conduce a fracasos en el
trabajo y al divorcio respecto de las masas.
Decía el Dr. Luis María Argaña en su “Memoria
Política” dirigida a los Convencionales de la “Convención Ordinaria”
del Partido Colorado, el 19 de Septiembre de 1998: “Este es el momento propicio para aclarar que doctrinariamente
el Partido no es el Gobierno, ni el Gobierno es el Partido. Aunque en el
pasado se dio tal confusión, como resultado de largos años de alineación
grosera, es bueno aclarar hoy que el Partido Colorado ya no puede conceder cheques en blanco a quienes administran
el país”.
“Que
los Gobernantes de turno pertenezcan a las filas de la Asociación Nacional
Republicana no implica que la Junta de Gobierno y el pueblo colorado tengan que
permanecer indiferentes y cómplices ante la desviación de los principios o
la inobservancia de los programas del Partido Colorado. Al contrario, es en
estas circunstancias en que debe acrecentarse nuestra responsabilidad de
vigilante y contralor del cumplimiento de la Doctrina Política y Social de
nuestra Organización Partidaria. El pueblo es amparo y reparo del Gobierno”.
“En estas
circunstancias, reiteramos, los Colorados nos reservamos el derecho de
condicionar el apoyo al Gobierno conforme respete y desarrolle o no los
ejes doctrinarios que dieron origen y sustentación al Partido Colorado”.
“Tengo fe en que el
Gobierno habrá de optar, finalmente, por los mejores hombres para manejar la
cosa pública, suprimiendo la aberrante práctica de anteponer la obsecuencia
a la capacidad y a la honestidad”.
A
esta altura de su Gobierno ya queda claro para cierto sector de la Clase
Política Colorada, que el Pte.
Cartes ejecuta una política Neoliberal para empresarios amigos y con
prescindencia del Partido Colorado. Y se vislumbra que desearía la reelección y
que si ello no fuere posible, trataría de que su sucesor sea otro de su Clase
Empresarial, no pudiendo desecharse la posibilidad de que busque una alianza
con el Partido Liberal para el 2018.
Lo apuntado (que ya es evidente para esos altos círculos políticos) traería
aparejada la consecuencia de que muchos de los principales Políticos
Colorados quedarían, en su mayoría, excluidos de la Lista Oficialista y,
por ende, del apoyo para su permanencia en los importantes Cargos electivos del
Congreso y las Gobernaciones.
Esta circunstancia es la que mueve a
dicha Clase Política Colorada a reaccionar fuertemente para proteger sus
intereses y busque la manera de contrarrestarla con alianzas políticas que le
den el respaldo suficiente y el sustento económico para dar la batalla
defensiva, pasando ya desde el “vamos” a la defensa más efectiva que es el
ataque, la ofensiva en todos los frentes.
Para ello, y para consolidar su posición, busca, además de explotar el gran
descontento partidario, la alianza con los sectores que más están creciendo
electoralmente y poseen el apoyo económico financiero en gran escala que se
necesita para contrarrestar al “Cartismo”
empresarial.
“Calé”
Galaverna y sus compañeros de ruta están pretendiendo hacer lo que los
Liberales hicieron en el 2008, pero al revés; no en balde a “Marito”
le acompañan en la Presidencia del Senado, el izquierdista Carlos Filizzola
como vice Pte. 1º, y Carlos Amarilla, uno de los Líderes del ala izquierda del
PLRA, como Vice Pte 2º; y esto trae
aparejado un riesgo muy grande: que
el “Golpe”, si resulta, se les escape de las manos y se convierta en una
“Revolución” inmanejable para ellos y sean los desplazados por una Izquierda bien organizada y
disciplinada. Y será sí porque un Movimiento, Partido o Gobierno imbuido
de tal ideología dedica grandes recursos y mucha energía a la tarea de
configurar las percepciones del público y resulta claro que protege con mucho
celo su monopolio en ese aspecto;
dicho monopolio es una característica habitual de las sociedades impositivas,
donde la voluntad de controlar la conducta no sólo se manifiesta en la
tendencia a la economía planificada y centralizada, sino también en todas las
esferas de la sociedad, desde la ciencia hasta la educación moral. No hay
concesiones de ninguna clase a la discrepancia: la dependencia inflexible de la visión mítica de la realidad crea
un peso muerto que gravita sobre el proceso de cambio o modernización; y lleva
indefectiblemente a un totalitarismo que fatalmente sacrifica a sus “compañeros
de ruta”; y el intento de su
desmantelamiento, una vez ya instalada, podría abrir la puerta a un extremismo
aún más desastroso y radical, una “huida hacia adelante” o bien al contraataque
de los Conservadores reaccionarios. En ambos casos la Nación va al fracaso. Por
eso nos preguntamos: ¿Es esta
“Alianza” meramente coyuntural para enfrentar al Ejecutivo en el Congreso,
mientras se continúa ganando influencia en el Partido, y se la abandonará en el
2018 para las Elecciones Generales
tal como lo hizo el MOPOCO con el “Acuerdo
Nacional” en 1989? ¿O se llegará
hasta el fin con una reedición del “Gobierno
de Unidad Nacional” con la Oposición que fructificó en el “Marzo Paraguayo”
de 1999?
A raíz de lo examinado, todos los elementos de la política que se ofrecen a la
“Tercera
Vía” están unidos aquí: la
convicción de la incompatibilidad de un sistema de Liderazgo
Gubernamental “perturbador” y absolutista, con una Comunidad Republicana
organizada descontenta que casi ve como “anti-Colorado” ese sistema; la
desconfianza de las Bases, la falta de neutralidad del Ejecutivo y de la
Presidenta de la Junta de Gobierno, la “contra” del entorno gubernamental, el
fracaso del Oficialismo en obtener un “Candidato de consenso”, la flexibilidad
de las tácticas para la obtención de una meta que no es en modo alguno
imposible, aunque parezca remota al principio.
Esta es entonces la política que las circunstancias
proponen a la “Tercera Vía”: mantener abiertas todas las opciones, conservar la
libertad de acción al máximo, pero limitar todos los compromisos ante la
necesidad de ganarse la confianza del Pueblo y las Bases tradicionales
coloradas sin “chocar” frontalmente con el Pte.
Cartes y su Gobierno, que, al fin de cuentas, es un Gobernante electo por
1.200.000 colorados. Y esto se debe a que la condición de la supervivencia, el
progreso, y posterior éxito de la “Tercera Vía” es un relajamiento de
la presión que Cartes puede ejercer
sobre el Partido. Pero esa presión no se evitará, ni menos aliviará, y las
negociaciones de “persuasión” que los
Dirigentes de la “Tercera Vía” podrían
hacer no tendrían sentido sin un marco de confianza. Y la confianza
supone un principio que Cartes, el
“Oficialismo” y las masas Coloradas tradicionales puedan aceptar, por lo menos
hasta cierto punto; pero, ¿cómo
conciliar las pretensiones de dominio absoluto (de Cartes) con las del
equilibrio independiente (que
propone esta “Tercera Vía”); las del Gobernante “perturbador” para el que todo
límite a su Poder es un reto, con las del Movimiento que busca más Poder,
Orden y Libertad para el Partido y para quien precisamente la limitación
del “absolutismo” Gubernamental es la condición de su supervivencia?
Sin embargo, hay un punto débil en la
estructura “Cartista”: que la
legitimidad de una pretensión de Poder sobre el Partido depende de la aceptación, no de la imposición; y que a pesar de toda la fortaleza política que da el Gobierno,
todo depende de la conducta de un solo hombre: el Presidente. En consecuencia, este Movimiento puede apelar a la sensación de inseguridad de la
aceptación de las masas coloradas por
parte de aquél para crear el único lazo que Cartes reconocería como una “necesidad”. Sería como trocar la seguridad
que da la legitimidad de las pretensiones Partidarias por el tiempo,
una “garantía” de permanencia en el Poder sin sobresaltos ni disgustos por una
promesa de supervivencia y coexistencia;
el Movimiento de la “Tercera Vía” puede
convertirse en el “mediador” que arregle las diferencias entre Cartes y el descontento Partidario. Tiene que presentarlo como un
objetivo abstracto y perentorio aun sin perseguirlo realmente en la práctica
hasta el momento oportuno. Se trata simplemente del problema de la credibilidad
planteado de manera insólitamente complicada pero real, porque nosotros, en la
intimidad, debemos comprender que, por desgracia, las realidades políticas no
son tan simples.
En esta forma salvará la “Tercera Vía” –cualquiera sea quien triunfe en las Elecciones de este
Julio u obtenga un resultado importante– el vacío que parece abrirse ante el
Gobierno, utilizando audazmente el concepto de legitimidad –el único que la Democracia reconoce– en su favor,
porque así como los éxitos de Cartes
se debieron a que sus oponentes no pudieron concebir una política de objetivos
ilimitados, el derrumbe de la autoridad moral de Cartes puede sobrevenir si demuestra incapacidad para comprender
la inestabilidad que aqueja al Partido Colorado en todos sus estratos, así
como la doblez de las relaciones personales, familiares y de los “Poderes Fácticos” que lo circundan.
Pero, ¿hay
posibilidades de consolidación de una “Tercera
Vía”? Esto parecen pensarlo afirmativamente significativos Dirigentes
políticos que ya salen al ruedo sin apoyar a una u otra Candidatura opuesta o
no al Oficialismo. Indudablemente se busca el surgimiento de una Corriente de
veteranos Dirigentes del Partido como Bader
Rachid Lichi, Atilio R. Fernández y
gente joven, que busque un Partido Colorado renovado y moderno, apoyada por un
Empresariado no Corporativo auténticamente capitalista, y que tenga impacto en
las masas campesinas, con influencia también en la Clase Media citadina.
Así pues, la prueba de que el Presidente de la República puede ser un Estadista, será su capacidad para reconocer la relación real de las
fuerzas y para hacer que este conocimiento sirva a los fines de la estabilidad,
el equilibrio, el orden y la libertad. Y que ello surja y se afiance en un
Paraguay como parte del concierto internacional puede en gran parte deberse a
los esfuerzos y perspicacia de este Magistrado solitario. Y de esta manera, el
camino que siga el Gobierno será el correcto, y si supera la falta de firmeza
que corte el “nudo gordiano” de las indefiniciones su fracaso
solo podría sobrevenir si se fija tareas que excedan a la capacidad de sus
materiales (personas y recursos): ya
sea por una visión global de la “burbuja” irrealista que da el Poder que ignore
a la concepción de la estructura interna del Partido Colorado y de la Nación,
o por un esfuerzo aislado y aislacionista imposible en este estado de cosas.
En cuanto a la “Tercera Vía”, deberá seguir la política más interesante de
todas: embanderarse con las
reivindicaciones masculladas por un Pueblo Colorado descontento por la
preterición del Partido en la toma de decisiones, el nombramiento
indiscriminado de Opositores en los Cargos Públicos de relevancia, la
obsecuencia –excesivamente servil– de la
Presidenta de la Junta de Gobierno y su Comisión Ejecutiva a los dictados del
Ejecutivo, el “autismo” de éste último respecto a los Caudillos de las Bases; tal como lo hiciera Luís María Argaña, con Rodríguez primero (en 1992) y contra Seifart-Wasmosy (en 1996) derrotando en
ambas ocasiones al Poder Político del Gobierno y a los inmensos recursos económicos de sus contendientes.
Por eso una de las
pautas que es importante analizar, es “el
estilo de la “Tercera Vía”:
“La sabiduría consiste en buscar
contra-poderes. Un Jefe Político sólo conoce dos límites: la sanción popular y su sentido del deber” (François Mitterrand:“Memoria
a Dos Voces”; París, 1995). Estas frases del hombre que durante 14 años ejerció la “monarquía republicana” que en Francia significa ser
Presidente, merced a la Constitución de la V
República legada por el Gral. De
Gaulle, no la hemos notado en absoluto, toda una generación de paraguayos,
en nuestros Gobernantes de turno ninguno de los cuales se ha comportado como el
Estadista que, como decía Platón en
su “Alcibíades”,
debe ser “tejedor de voluntades ciudadanas…” y “aún en la inmediatez de sus actos, enmarcar
el futuro del horizonte avizorado para la República”.
La “Tercera Vía” debe
cimentar un estilo de Liderazgo menos “providencial” que el de Argaña, pero más imbuido de idoneidad, que comunique en un plano
mayor de simetría entre el Dirigente y los ciudadanos. Los Colorados, en una
buena parte, tienden a buscar algo como la encarnación de una mezcla de
tradicional y nuevo estilo político demandado por los sectores más populares y
carenciados de la sociedad, que simbolice una actitud más sensible del
Dirigente en la captación de las preocupaciones de los dirigidos. Y los
Colorados tradicionales, en particular, lo ven como la última y única esperanza
capaz de frenar la demolición del
Aparato Político Partidario y su estructura social e ideológica, que costó
edificar más de un siglo de vivencia constante, por parte de un redivivo “Neo
Decoudismo-Egusquicismo Rojiverde” ahora
presentado en un deformado Neo-Liberalismo criollo (ahora Roji-Azul).
La
“Tercera Vía” debe crear los “contra-poderes” independientes de la Estructura
Estatal y la Cúpula Partidaria mediante
una compacta aunque descentralizada organización de cuadros de los “indignados”, enfatizando el trabajo
propiamente ideológico recuperando el concepto del “Partido Nacional Republicano”
Agrarista, Nacionalista y de democracia social del Republicanismo de sus
orígenes, pero sumando a ello el “aggiornamento”: la actualización y
desarrollo de la ideología acorde con los aportes recibidos en el curso de la
historia; pero aún más, procurando
incorporar a la Dirigencia de Base afiliados con mayor razonamiento y
conciencia del porqué y del para qué de una determinada acción
colectiva partidaria.
Ante el peligro inminente de división
funesta que se presenta en nuestro Partido,
la “Tercera Vía” pues, ya está en un camino sin retroceso
posible; solo debe pronunciar, como César, la célebre sentencia: “¡Alea iacta est, cúmplase destination!”
(¡La suerte está echada, cúmplase el
destino!).--
No hay comentarios:
Publicar un comentario