ANÁLISIS DE SITUACIÓN ESPECIAL
TRES
DESAFÍOS PARA EL PTE. CARTES.
I
El Poder y el Orden.
¿TÉCNICOS VS.
POLÍTICOS?.
a) Legitimidad y Gobernabilidad:
Al conocido aforismo acuñado por Mao
Tse Tung (Mao Zedong con la nueva grafía china) “el Poder surge del cañón de un
fusil”, habría que añadir que si bien es indudablemente cierto, también lo es
en un sentido limitado, porque además existen otras clases y fuentes de Poder
tanto o más importantes, y la primera es la autoridad derivada de la
legitimidad.
El reconocimiento de la
legitimidad puede basarse en una variedad de situaciones e ideas (como por ej.
una ideología revolucionaria, una ortodoxia religiosa, un linaje real, un
liderazgo carismático espectacular o el estricto cumplimiento de los cánones de
la democracia liberal), pero solo tendrá éxito si se la expresa en términos que
la mayoría de la población, la clase dirigente y los factores de presión puedan
llegar a aceptar por haber llegado al convencimiento de que lo que ha sucedido
está justificado porque es correcto. Y así, en un país como el nuestro, donde
emergimos de una sociedad oprimida por décadas y políticamente desmovilizada,
donde la mayoría de la gente estaba todavía “fuera de combate”, pudo darse el
caso de la toma del poder por una Dirigencia corrupta e inepta apoyada por
“grupos de presión”, mediante la neutralización de la mayoría y el
“adormecimiento” de una gran parte de la población con el concepto de que mejor
era aceptar los hechos consumados para que la “transición democrática” pudiese
continuar su curso.
Pero así como lo expresara uno
de los personajes científicos de la celebrada película “Parque Jurásico” que
“la vida irrumpe incontenible a través de cualquier barrera o condicionamiento
con que se la quiera limitar”, así también la libertad de la democracia se
expande y desarrolla aceleradamente a pesar de controles y presiones, y en poco
tiempo más el Paraguay pos-stronista era ya un Estado políticamente sofisticado
donde gran proporción de la población participaba en la vida pública a través
de las elecciones, los grupos comunitarios, los Sindicatos, y como miembros de
los Partidos Políticos, se volvía cada día más impaciente con la necesidad de
reformar el Estado y el desarrollo económico acelerado con equidad, y por tanto
también más exigente y crítica respecto a la “legitimidad”. Porque sin legitimidad
no hay orden ni gobernabilidad posible.
El Paraguay, como una de las
zonas más atrasadas de la ya atrasada América Latina, se nos presenta saliendo
del siglo XX sin haberse liberado de elementos semi-feudales, sin haber pasado
por una Reforma ni una Revolución
liberal burguesa, pero, sin embargo, con elementos de una civilización moderna
injertados en su existencia arcaica. Obligado, como toda América Latina, a
avanzar bajo la superior presión económica y militar occidental, no pudo pasar
por todas las fases del ciclo “clásico” del progreso Europeo y Norteamericano,
debiendo pasar del extremo del atraso hacia el extremo del progreso como
aquellas tribus que pasan bruscamente de la flecha al fusil, sin recorrer el
espacio de tiempo que separa en el pasado a esas dos armas. Y entonces, su
mismo atraso le obliga a avanzar políticamente, sin tregua, hasta el punto que
marca el “nuevo orden internacional”, esa globalidad que se impone “urbi et
orbe” y en la cual estamos envueltos. Pero como nuestra clase media burguesa es
demasiado débil, es incapaz de sacudirse la carga de los elementos semifeudales
(terratenientes, militares privilegiados, agroexportadores, contrabandistas y
“ejecutivos de frontera” muy ricos, importadores suntuarios etc.), lo cual hace
que, en el otro extremo, una pequeña pero compacta clase obrera que va “in
crescendo”, apoyada por un campesinado cada vez más rebelde y una población
marginal creciente, pueda generar tensiones que conduzcan a una explosión de
ingobernabilidad.
León Trotsky, por medio de la “Ley del desarrollo combinado”
explicó la fuerza de las tensiones dentro de la estructura social. Sin embargo,
trata la estructura social como un
elemento “relativamente constante” de la situación de una sociedad que no
explica por sí mismo los acontecimientos ingobernables de una revolución.
Entonces, si la economía nacional y las relaciones básicas de las clases
sociales pueden ser las mismas, por ej. , de los últimos 20 años, ¿qué explica
directamente las erupciones de ingobernabilidad con desprecio de la Ley y el Orden que estamos
observando en el Paraguay? ¿Puede ser simplemente efecto de la democracia? “No”
–nos contesta Trotsky – “con democracia formal o sin ella, la explicación está
en los cambios en la psicología de las
masas”: si la estructura de la sociedad es el factor constante, la
actitud y los estados de ánimo de las masas son el elemento variable que
determina el flujo y reflujo de los acontecimientos, su ritmo y su dirección.
El rasgo más indudable de una revolución o una ingobernabilidad generalizada es
la intervención directa de las masas en los acontecimientos. “La rebeldía está
presente en los nervios de aquellas aún antes de que aparezca en las calles”.
Así, paradójicamente, la causa más profunda de una ingobernabilidad
generalizada que lleva a una explosión social revolucionaria o a un cambio de
las élites gobernantes, no se deriva automáticamente de la decadencia de un
viejo orden, sino cuando bajo el impacto de alguna catástrofe como el colapso
económico y el vacío de Poder, los hombres comprenden súbitamente su retraso
mental respecto de los tiempos y se disponen a superarlo de inmediato; entonces
se produce la gigantesca erupción de desesperación, esperanza y actividad. Como
lo dijo acertadamente Alexis de
Tocqueville (“La
Democracia en América”):
“soportado con resignación, mientras parece inevitable, una vez que ha
pasado por la mente de los hombres la posibilidad de superarlo, el sufrimiento
se vuelve intolerable”.
Quienquiera observe las
continuas manifestaciones de campesinos desposeídos de tierra y las ocupaciones
de propiedades por gente cada vez más levantisca, organizada, informada, y
también armada, con una conciencia de clase día a día más acentuada, los golpes
guerrilleros del EPP, o la agresividad de los Sindicatos de Trabajadores;
quienquiera analizase la incidencia de ese alto porcentaje de desocupación
–confesado por el Ministerio de Hacienda– en
la pobre educación , mala salud, baja productividad y auge de la
delincuencia, más el continuo incremento de la deforestación y el narcotráfico,
y comprobase la intocabilidad de los privilegios como las de la oligarquía
agraria latifundista, la “patria financiera” que casi no paga impuestos, la
permanencia tranquila de ex gobernantes y políticos corruptos, amén de la
influencia social y política de “cuasi-delincuentes” de frontera, puede darse
cuenta que los elementos de una situación de ingobernabilidad generalizada
están presentes y aumentando.
b) La importancia del
Partido Político en la consolidación del Poder, el mantenimiento del Orden y la Gobernabilidad: Condición
indispensable en la edificación del Poder del Gobierno es la presencia y actividad del Partido Político que lo
sustenta; porque sin el apoyo masivo de un Partido, probado y templado en los
combates y con una larga tradición detrás de sí, el Gobierno no podrá librarse
del yugo de los intereses creados y establecer su propio poder político; y la
importancia del Partido Político se eleva aún más después de conquistado el
Poder Estatal.
La historia enseña de muchos
casos en que las fuerzas políticas después de conquistar el poder, no sabían
qué hacer con él, concluyendo de este modo a labrar su propia derrota.
Entonces, el Partido que las apoya es el encargado de pertrecharle con este
conocimiento. Después de la victoria, al Gobierno triunfante se le plantea la
tarea de consolidar el Poder conquistado, y –en nuestro caso paraguayo actual–
desplegar una labor encaminada a la transformación del régimen económico de la
sociedad y, por último, organizar la creación de una nueva economía y de una
nueva cultura. Y sin un Partido férreamente organizado y templado en la lucha,
sin un Partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado en la
ciudadanía, sin un Partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e
influir sobre él, es imposible llevar a cabo esta tarea. Esto significa que
también nuestro Partido Colorado
debe ser transformado, modernizado, remozado y cultivado con nuevas costumbres
que lo hagan distinto a lo que antes era y lo llevaron a la llanura. Y esto
debe ser fruto de un amplio debate sobre el tipo de Partido y de sociedad que
queremos y el quehacer del Partido en esta etapa crítica de la vida nacional,
con la elaboración de un PROYECTO IDEOLÓGICO, un PROGRAMA POLÍTICO para corto,
mediano y largo plazo, y una PROPUESTA DE REORGANIZACIÓN de la estructura
partidaria.
Debemos comprender que ESTÁ
CONCLUYENDO UN TIEMPO y CERRÁNDOSE UN CICLO en la historia de nuestro país y de
nuestro Partido, por el AGOTAMIENTO DE UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA. Tiempo,
ciclo y modelo que, en el ocaso de sus trayectorias, convocan hoy, por ley
ineluctable de la historia, a una renovación profunda y radical, que permita
instaurar UN TIEMPO NUEVO, UN MODERNO CICLO HISTÓRICO, y UN MODELO DE GESTIÓN
POLÍTICA ORIGINAL. Esto es fundamental porque el Partido es el que debe
infundir en las masas el espíritu de disciplina y de organización para cumplir
con las directrices del Gobierno y servir de “correa de transmisión” para el
mantenimiento de la
Gobernabilidad, la
Ley y el Orden, aglutinando a los diferentes estratos del
pueblo en torno a un objetivo común y cumpliendo la función de fuerza dirigente
y orientadora del mismo. El Partido Político cumple esta función en el sistema
por medio de todo un conjunto de organizaciones estatales y sociales que lo
enlazan con las más extensas masas populares como las Seccionales, Sindicatos,
las Cooperativas, la Juventud,
las Mujeres, Profesionales, Campesinos, y otras organizaciones sociales. Por
medio de estas organizaciones las capas populares más diversas expresan sus
aspiraciones y su voluntad y el Partido debe apoyarse en ellas para llevar a
cabo sus tareas evitando los brotes de rebeldía y manteniendo la paz y la
seguridad. Porque la
Dirección de un Partido sano, consciente de su destino
histórico, garantiza la solución de todos los problemas nacionales en interés
de todo el pueblo y no sirviendo los intereses particulares o de grupo. De ahí
que todos los intentos de separar la
actividad de tales o cuales órganos del Gobierno o Entes Administrativos
Estatales y Paraestatales de la presencia del Partido, de sustraerlos al
control del mismo, son profundamente nocivos y se oponen a los intereses del
pueblo. El zafarse del Partido conduce a fracasos en el trabajo y al divorcio
respecto de las masas.
Por todo lo apuntado no es raro que el Neoliberalismo
reaccionario antinacionalista descargue sus golpes principales sobre nuestro
Partido Nacional Republicano. Simultáneamente, a fin de minar al Partido por
dentro y desprestigiarlo por fuera, la propaganda Neoliberal se esfuerza por
hacer creer a la opinión pública que se puede prescindir perfectamente de él.
Porque el Neoliberalismo proclama que lo
económico es más importante que lo político: niega en absoluto la necesidad
de toda organización política; afirma que las clases populares no han de
preocuparse de la política y que les basta con un Gobierno de “Tecnócratas”.
Con su negación de la política, el Neoliberalismo subordina de hecho a la clase
trabajadora a la influencia de la clase dominante.
c) El papel del Dirigente
político en la historia: La activa participación de los afiliados del
Partido en las labores del mismo no reduce sin embargo el significado de la Dirección, el papel de
los Dirigentes capaces y en posesión de los necesarios conocimientos y
experiencia. La historia de los Partidos Políticos de los distintos países
demuestra que ellos pueden actuar con éxito cuando cuentan con grupos estables
de Dirigentes expertos, prestigiosos e influyentes. Estos hombres y mujeres
constituyen el núcleo Dirigente del Partido, nombrado por elección, que
organiza prácticamente el cumplimiento de las resoluciones adoptadas y asegura
el mantenimiento y transmisión de la experiencia y las tradiciones. La unidad
de acción de los Dirigentes no significa en absoluto que no pueda existir
diversidad de opiniones, discrepancias en cuestiones concretas (como ahora sobre
los nombramientos en el Gabinete Ministerial y la Dirección de los Entes
Administrativos) porque en caso contrario el Partido dejaría de ser algo vivo y
se convertiría en un organismo muerto.
El Príncipe Bismarck, el “Canciller de Hierro” que unió a los diferentes
Principados y Estados alemanes bajo la hegemonía de Prusia para dar nacimiento
al “Segundo Reich Alemán” decía que la política “es el arte de lo posible y la ciencia de lo provisorio”. Esto
significa que la Dirección Política
exige una gran capacidad y verdadero arte en la aplicación de la línea; caso
contrario, la mejor línea política no servirá de nada. Por lo tanto, para la Dirección Política
no
es sólo saber sino ser capaz de hacer. ¿Cómo se adquiere esa capacidad,
ese arte?: El mero estudio teórico, se comprende, no basta. Cada Dirigente
únicamente puede dominar el arte de la dirección política sobre la base de una
gran experiencia propia; no hay escuela capaz de cumplir las veces de la
escuela que es la lucha práctica con todas sus vicisitudes y pruebas, con sus
victorias y sus derrotas. ¿Y qué grandes esferas abarca el arte de la dirección
política?: Lo primero de todo, la
capacidad de trabajar entre las masas, porque los afiliados no escucharán
jamás los consejos de los Dirigentes si no coinciden con lo que la experiencia
de la propia vida les enseña. Otra parte importante de la dirección política es
la capacidad para “unir los
esfuerzos propios a los esfuerzos de todos con quienes es posible llegar a la
unidad de acción, sin excluir a los que
mantienen discrepancias en cuestiones de fondo”. El arte de la Dirección Política
comprende también la capacidad para elegir
formas de lucha que correspondan a la situación, y de estar dispuestos a los
cambios más rápidos e inesperados de estas formas. En fin, la ciencia y el
arte de la Dirección Política
se manifiestan asimismo en la capacidad para destacar las tareas
principales en el cumplimiento de las cuales han de centrarse los
esfuerzos.
El Dirigente Político debe también
tener una fuerte personalidad, no timorata, que le permita no dudar en defender
los intereses de su Partido y su pueblo aunque fuere en la situación más
difícil, arriesgando su posición y persona inclusive, y estar dotado de un buen
nivel intelectual y cultura suficiente como lo demuestran los grandes políticos
que registra la historia, por ejemplo: Winston
Churchill, ganador del premio Pulitzer y el premio Nobel de Literatura; Charles De Gaulle, autor de varios
libros entre los que destaca “Le Fil de la Epée” un formidable
tratado de la historia militar de Francia desde la batalla de Azincourt en la
Edad Media; Konrad Adenauer, Willy Brandt, Lenin, Stalin, Trotsky, Juan D. Perón y
muchos más.
Además de un superior
razonamiento lógico y capacidad de análisis, tiene que ser muy intuitivo, dotado de una gran presciencia (esa intuición rayana en la
adivinación) y lo que los alemanes llaman fingerspitzgefühl
(“sensibilidad en la punta de los dedos”) que describe perfectamente el
sentido de la oportunidad y de la cronometración de los acontecimientos. Por
último, ser un gran psicólogo de masas que le permita conocer a la gente y verla como
realmente es y no como él quisiera que fuese. Y, por supuesto con un gran
idealismo y total devoción por su causa
con total convencimiento ideológico. Pues el gran Dirigente no lleva
tras de sí a las masas caprichosamente sino que intuye hacia dónde se dirigen y
se les pone delante. NO, NO SE PUEDE PRESCINDIR DEL POLÍTICO.
d) Experiencias fallidas: Como ahora se ha abierto el debate –a
raíz de los nombramientos en Cargos Ministeriales y Dirección de Entes
Públicos– sobre si es mejor gobernar con “Técnicos” antes que con
“Políticos”, es interesante recordar lo que
expresaba, ya en 1690, después de consumada la Revolución Inglesa
de 1688-89 –llamada “La Gloriosa”– George Savile,
Marqués de Halifax, “Lord del Sello Privado” del Gobierno del nuevo Rey
Guillermo III y el más notable e influyente de ese Gobierno, respecto a la
diferencia entre un político “culto” y
un “técnico”: que la diferencia
entre ambos es que el Político tiene “la
capacidad de ver el momento y la parte, a la luz de lo perdurable y el todo” “con
la amplitud y la precisión de un filósofo político y el rigor incisivo de un
Estadista práctico”. Es decir,
que el Político (si está intelectualmente bien dotado) puede “volar más alto
que un Técnico pedrestremente apegado sólo a las querellas cotidianas que su
estrecha y limitada función le presenta”; porque el “Técnico” no tiene la “muñeca
política” que le permita comprender y “manejar” a la gente. Y Halifax nunca se contentó con ser enteramente un “hombre de
gobierno”: “El Gobierno del mundo –escribió, en el sentido de gobierno de las
naciones– es una gran cosa; pero es también algo muy tosco comparado con el
conocimiento especulativo”. Comprendió perfectamente que la política tenía que
manejar multitudes, lo que le alarmaba, diciendo: “Hay una crueldad acumulativa
en un número de hombres, aunque ninguno de ellos sea naturalmente malo… El
zumbido iracundo de una multitud es uno de los ruidos más sanguinarios del
mundo”.
Por eso queremos reseñar las
experiencias de algunos casos muy emblemáticos y conocidos de Gobernantes que
intentaron conducir sus naciones apoyándose solamente en “Técnicos” y algunos
“Poderes Fácticos”, desechando a los Partidos Políticos en general y a sus
Dirigentes en particular, y así les fue:
ALBERTO FUJIMORI: Presidente
del Perú en la última década del
siglo XX, se jactaba abiertamente ante la prensa de que en su Gabinete “no
había un solo político sino todos “Técnicos” (sic). Y ¿cómo le fue a Fujimori?
¿cómo terminó? Desde que en 1992 dio su “autogolpe”, con la ayuda de las
Fuerzas Armadas, disolviendo el Congreso, el Poder Judicial y proscribiendo a
los Partidos Políticos, instauró en Perú una espantosa tiranía que violó todos
los “Derechos Humanos” y las prescripciones constitucionales, con un conjunto
de corrupción, torturas y crímenes de la mano de su “Asesor Técnico” de Seguridad
Vladimiro Montesinos, aplicando una
política económica neoliberal que
provocó una violenta reacción popular, teniendo que huir del país y del poder,
estando ahora ambos en la cárcel.
Y ni siquiera mejoró la
situación económica, dejando una herencia tan pesada que su sucesor Alejando Toledo no pudo revertir en
cinco años de mandato, “levantando la cabeza” el Perú recién bajo el Gobierno
del socialdemócrata Alan García, quien
implementó una “Economía Social de Mercado” con muy buenos resultados que se
sigue hasta hoy.
AUGUSTO PINOCHET: Este
sanguinario Dictador de Chile que
tomó el Poder, en 1973, con un cruel
Golpe de Estado, también proscribió los Partidos Políticos y puso en el
Gobierno a los “Chicago Boys”: Técnicos
neoliberales discípulos de Milton Friedman, que para 1982 llevaron al país a un
colapso económico y social, teniendo que intervenir el tan vilipendiado Estado
(para ellos) para salvar a Bancos, Empresas y en general el aparato productivo,
siendo despedidos por el dictador quien nombró a Hernán Büchi como el “zar” de la economía para poner cierto orden,
quien como Candidato Presidencial fue contundentemente derrotado por la
coalición opositora la que operó cambios hacia una Economía Social de Mercado
también.
GONZALO SÁNCHEZ DE LOZADA:
Criado y educado en los EE.UU., también instauró en Bolivia un régimen de “Técnicos”
que ejecutaron una política económica Neoliberal diseñada y asesorada por
nuestro conocido economista norteamericano Jeffrey
Sachs, con los resultados que sabemos: una violentísima reacción popular
con más de un centenar de muertos que lo
obligó (a Lozada) a dimitir y huir del país dejando abiertas las puertas para
la entronización de Evo Morales.
JUAN CARLOS
ONGANÍA: El caso de este General que también llegó a la Presidencia de Argentina por un Golpe de Estado –que él llamó “la Revolución Argentina”,
destinada a durar 20 años– es uno de los más emblemáticos por ser el primero en
prescindir de los Políticos y sus Partidos, pretendiendo (como lo anunció
soberbiamente) gobernar solamente con “Técnicos”
y apoyado en el Empresariado y las FF.AA. Pero fracasó completamente tras
cuatro años de Gobierno (1966-1970) siendo derribado por esas mismas fuerzas
que lo encumbraron. Al respecto, es interesante recordar el campechano
comentario de Perón ante su caída:
“Yo sabía que este muchacho iba a fracasar. Entró comportándose como ‘el peludo
de turno’ repartiendo golpes aquí y allá. Pero los Técnicos y los Militares solo
conocen una cara de la moneda y no pueden gobernar sin los Políticos”. Y para
remarcar aún más lo orgulloso que estaba de su condición de Político, declaró a
la prensa durante su visita al Paraguay antes de volver a asumir la Primera Magistratura
de Argentina: “Los militares
intentaron llegar a un acuerdo conmigo. Me ofrecieron incluso devolverme mi
Grado de General. El Grado de General… ¿para qué lo quiero? Ser General no me
costó nada, sólo tuve que dejar pasar el tiempo hasta alcanzar la antigüedad
requerida. En cambio, ser Perón me
costó”.
e) La polémica con el Presidente Cartes: Los nombramientos para
cubrir las Carteras Ministeriales y la Dirección de los Entes Administrativos hechos por
el Poder Ejecutivo, han desatado una grande y aguda controversia en el Partido
Colorado y en la opinión pública en general. Algunos más recalcitrantes piensan
que el Presidente de la
República se embarcará en un Gobierno apoyado
fundamentalmente en “Técnicos” –que
precisamente por no ser “Políticos” y no tener la visión de futuro ni
interés electoral ni “clientela” que satisfacer como éstos, no pueden ofrecer
resistencia alguna– extraordinariamente obedientes a los dictados de aquél.
Recordamos lo que Shakespeare hacía
decir a Julio César en su obra
homónima: “Yo prefiero a mi alrededor hombres gordos de cara lustrosa y que
ronquen por la noche antes que a esos individuos magros, ojerosos, que pasan
las noches en vela, activan mucho entre la gente y piensan demasiado: éstos son peligrosos e incómodos, los
otros no causan problemas”.
Otros más cautos creen sin
embargo que el Ejecutivo rectificará rumbos y no dejará de apoyarse en la Organización Partidaria
porque su titular comprende perfectamente el peligro de quedar aislado de su
base popular, “navegando” en las turbulentas aguas del “cambio”, que requiere
el momento actual, recostado solamente en “Técnicos” obsecuentes (que aunque
estén afiliados al Partido no han hecho nunca militancia política y no tienen
experiencia de cómo llegar a la gente) y un Empresariado que exigirá una
política de rápidos resultados para sus intereses. Pero es preocupante que en
el discurso de toma de posesión del Presidente de la Rca., muy bien elaborado y
con una retórica brillante, no se haya hecho mención alguna de la necesidad de
una amplia y radical Reforma Agraria
que reduzca esa tremenda asimetría estructural del campo –donde el 1% de la
población es propietaria de casi el 80% de las mejores tierras cultivables– ni
de la relación con los Sindicatos de Trabajadores,
a los que no se puede ignorar, y su situación laboral. Por otra parte, los
designados como Ministros –excepto el
Canciller Eladio Loizaga– no
resisten la crítica a su condición de “Técnicos” en la materia de su
competencia según se desprende de sus currícula que no revelan mucha
experiencia en ella. Recordemos que el Diccionario de la Real Academia define
al “Técnico” como “El que tiene sabiduría y experiencia práctica en un arte o
ciencia”. Como “botón de muestra” tenemos la falta de reflejos políticos en la
reacción del Ministro del Interior De
Vargas, quien ante el primer ataque sangriento del EPP bajo este nuevo
Gobierno, sólo atinó a responder con
medidas de fuerza pidiendo la movilización masiva del Ejército y la Policía, cuando que la experiencia
histórica ha demostrado que el máximo empleo de la fuerza no basta para
derrotar a las guerrillas, que, como lo escribió Mao Zedong, “viven y se mimetizan entre el pueblo como pez en el
agua”. Si la potencia militar pudiese domeñar la insurgencia montada sobre el
terrible descontento popular, los Franceses no hubieran “mordido el polvo” en
Diem Biem Phu en 1954, ni sus sucesores en Indochina: los Norteamericanos,
hubiesen perdido la Guerra
de Vietnam, Cambodia y Laos; Argelia
y Angola no hubiesen logrado su independencia a base de lucha guerrillera;
Castro no habría triunfado en Cuba; los Sandinistas en Nicaragua; ni Colombia, que recibió durante
décadas una masiva ayuda militar y económica, con “expertos”, de los EE.UU.,
estaría negociando la paz con las FARC. Recomendamos al Ministro del Interior
–si es propenso a la lectura– enterarse de lo que escribieron, además de Mao Zedong (“Manual de Guerra de
Guerrillas”), el vietnamita Ho-Chi-Ming
(“Elefantes contra Conejos”), Ernesto “Che” Guevara (Obras Completas:
“La Teoría del
Foco”) y Regis Debray (“Revolución
en la Revolución”)
entre otros.
Cuando la tremenda ofensiva del Ejército Norteamericano contra las Guerrillas Vietnamitas, que llegó a tener 500.000 soldados en el terreno, el Líder Vietnamés Ho-Chi-Ming ironizó escribiendo que era una guerra de “elefantes contra conejos” diciendo que los elefantes no podrían aplastar a los conejos pues éstos se les escurrían entre las patas, y agregó que las guerrillas eran “hormigas rojas” y que “las hormigas “no pueden matar a un elefante pero se lo pueden comer”. Nuestro actual Ministro del Interior no tiene formación ni experiencia política –sólo ha sido un Burócrata del Poder Judicial y la SENAD– y está yendo de fracaso en fracaso, debiendo ser sustituido sin más trámite por un Dirigente Político, como quería Cicerón: “sapiente, prudente y experiente”, con mucha experiencia práctica en la resolución de graves problemas de ésta índole, gran bagaje intelectual que le permita comprender todas las aristas de la situación, y un valor personal con capacidad de decisión rápida y efectiva. Es nuestra convicción que tales cualidades se hallan reunidas en la recia personalidad del Dr. Bader Rachid Lichi, quien además tiene un “plan maestro” para derrotar a la subversión y devolver, también, la seguridad a la ciudadanía. Bader es un Dirigente consciente, organizado e informado. Es el candidato ideal para Minisro del Interior.
Cuando la tremenda ofensiva del Ejército Norteamericano contra las Guerrillas Vietnamitas, que llegó a tener 500.000 soldados en el terreno, el Líder Vietnamés Ho-Chi-Ming ironizó escribiendo que era una guerra de “elefantes contra conejos” diciendo que los elefantes no podrían aplastar a los conejos pues éstos se les escurrían entre las patas, y agregó que las guerrillas eran “hormigas rojas” y que “las hormigas “no pueden matar a un elefante pero se lo pueden comer”. Nuestro actual Ministro del Interior no tiene formación ni experiencia política –sólo ha sido un Burócrata del Poder Judicial y la SENAD– y está yendo de fracaso en fracaso, debiendo ser sustituido sin más trámite por un Dirigente Político, como quería Cicerón: “sapiente, prudente y experiente”, con mucha experiencia práctica en la resolución de graves problemas de ésta índole, gran bagaje intelectual que le permita comprender todas las aristas de la situación, y un valor personal con capacidad de decisión rápida y efectiva. Es nuestra convicción que tales cualidades se hallan reunidas en la recia personalidad del Dr. Bader Rachid Lichi, quien además tiene un “plan maestro” para derrotar a la subversión y devolver, también, la seguridad a la ciudadanía. Bader es un Dirigente consciente, organizado e informado. Es el candidato ideal para Minisro del Interior.
Así pues, nosotros pensamos
que un Gobierno que quiera ser eficiente y eficaz, debe tener como Ministros y
Directores de Entes Públicos –excepto en las Binacionales– a Políticos
intelectualmente capaces para comprender “el momento y la parte, a la luz de lo
perdurable y el todo” y con gran sentido de organización para rodearse de
excelentes Técnicos, como sucede en los Estados Europeos y en los EE.UU. Y
estamos seguros de que el Presidente
Cartes más temprano que tarde así lo
hará pues es demasiado inteligente para cometer un gran error. Creemos que este
Gabinete es tentativo y provisorio, con gente de su confianza a la que conoce
mientras va observando a los Políticos Colorados capaces de ser útiles en el
Gobierno.
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