LA
IZQUIERDA PARAGUAYA
Hoy has dormido mucho. Al despertar, tu vieja sangre ha bullido.
Esto también ha significado algo.
La muchacha que te despertó,
te tocó la frente y te llamó Señor. Tú sonreíste,
alzaste una mano trémula. Pero
ella ya se había ido,
como se van las estaciones, como
una flor nocturna se cierra
durante el día,
como un halcón vuela hacia el sol
o como corre el leopardo;
como se detiene el ciervo, salpicado de sol en
la alta hierba,
pero
no permanece. Como tu Poder.
Ahmed Gaffur:
“Poema Musulmán-Hindú”.
………………………………………………………………….
Lo que sorprende en los
izquierdistas paraguayos es su oquedad intelectual: en cuatro años de Poder no
han producido un solo libro, ni siquiera un folleto, ni ha aparecido algún
intelectual o ideólogo que explique y sitúe su posición ideológica. Pero de los
discursos y acciones de sus dirigentes se desprende un sectarismo, dogmatismo e
ingenuidad, que Lenin calificó en su
momento de “infantilismo” o “enfermedad infantil”; veamos algo al respecto: el
sectarismo, que se presenta como muy revolucionario e “izquierdista”, debilita
más bien a su partido. El “izquierdismo”, se basa en un criterio dogmático
hacia determinadas tesis y fórmulas teóricas, en las que se quiere encontrar
solución a toda clase de problemas de la vida política. En vez de estudiar la
vida tal cual es, los dogmáticos izquierdistas parten de un esquema, y si los
hechos no se acomodan a él, prescinden de los hechos. El dogmatismo
izquierdista significa el divorcio de la realidad, y su Partido (en nuestro
caso sus Partidos), si no lo combate, se convierte en una secta apartada de la
vida.
Los deseos de aferrarse al día
de ayer, a una política y a unas formas orgánicas que no responden a las nuevas
condiciones, significan de hecho como Lenin
dijo, “una política de inacción revolucionaria…”(1). Por su parte el sectarismo
se manifestó en Rusia en la resistencia a utilizar las posibilidades legales
que, a pesar de su derrota, había arrancado la primera revolución rusa, de
1905, al zarismo. Los miembros del Partido que se consideraban “más
revolucionarios” que el mismo Partido, pedían la abstención en la Duma del Estado y en el
trabajo dentro de los Sindicatos y Cajas de Seguros. Al difícil trabajo entre
las masas preferían la orgullosa espera de una nueva crisis revolucionaria.
Lenin calificó entonces esto de “Izquierdismo, enfermedad infantil del Comunismo”. Lo principal en
él es el divorcio que se establece con las masas, el desprecio de las
posibilidades existentes para el trabajo
revolucionario,
la tendencia a rehuir los problemas candentes que la vida presenta. El cargo de
“infantilismo” y “puerilidad” iba a ser tópico corriente de Lenin al atacar a
quienes sostenían esa posición. Lo utilizó otra vez en el título de un artículo
publicado en Pravda, en mayo de 1918,
y dirigido contra Bukharin y los “comunistas de izquierda”; en 1920 intensificó
su monopolio del criterio maduro y adulto cuando tituló la crítica que hacía de
los comunistas europeos de táctica inflexible, El comunismo “de izquierda”: un
trastorno infantil. También Stalin había acusado de izquierdista, en 1928, a la oposición “por
desear una industrialización demasiado rápida”.
Pero
veamos, para terminar con este tópico, lo que decía Lenin en su Artículo “Acerca del infantilismo ‘izquierdista’ y
del espíritu Pequeñoburgués”, publicado los días 8, 9, 10, y 11 de Mayo de
1918 en los núms. 88, 89, 90 y 91 de “Pravda”:
“Pasamos a las desventuras de nuestros comunistas de
Izquierda en el terreno de la política interior. Es difícil leer sin una
sonrisa frases como las siguientes en las tesis sobre el momento actual: ‘…El aprovechamiento armónico de
los medios de producción que han quedado es concebible sólo con la
socialización más decidida… no capitular ante la burguesía y los intelectuales
pequeñoburgueses secuaces suyos, sino rematar a la burguesía y acabar
definitivamente con el sabotaje’…”
“¡Simpáticos ‘comunistas de
izquierda!’ ¡Cuánta decisión tienen… y qué poca reflexión! ¿Qué significa ‘la
socialización más decidida’? Se puede ser decidido o indeciso en el problema de
la nacionalización, de la confiscación. Pero la clave está en que la mayor
“decisión” del mundo es insuficiente para pasar de la nacionalización y la
confiscación a la socialización. La
desgracia de nuestros ‘izquierdistas’ consiste, precisamente, en que con ese
ingenuo e infantil juego de palabras, ‘la socialización más decidida’, revelan
su más plena incomprensión de la
clave del problema, de la clave del momento “actual”.
“La desventura de los
‘izquierdistas’ está en que no han observado la propia esencia del “momento
actual”, del paso de las confiscaciones (durante cuya realización la cualidad
principal del político es la decisión) a la socialización (para cuya
realización se requiere del revolucionario otra
cualidad)”. “En primer lugar, los ‘comunistas de izquierda’ no han
comprendido cuál es precisamente la transición
del capitalismo al socialismo… En segundo lugar, revelan su espíritu
pequeñoburgués precisamente en que no
ven el elemento pequeñoburgués como enemigo principal del socialismo… Eso es un hecho de la realidad
absolutamente inapelable, en cuya incomprensión está la raíz del error
económico de los ‘comunistas de izquierda’. El especulador, el merodeador del
comercio, el saboteador del monopolio: ése es nuestro principal enemigo
interior”…”Así son nuestros ‘comunistas
de izquierda’, quienes de palabra, son enemigos implacables de la pequeña
burguesía; pero de hecho, no hacen más que ayudarla, no hacen más que
servirla”… “De otra parte, sería un error evidente
dar
rienda suelta a los chillones y palabreros, que se dejan arrastrar por el
“brillante” revolucionarismo, pero que son incapaces de efectuar una labor
revolucionaria firme, reflexiva y
sopesada, que tenga en cuenta también las dificilísimas transiciones”.
Pero nuestros izquierdistas paraguayos no leen, ni
escriben (¿no piensan?) como si desconocieran lo que los clásicos del marxismo
repetían una y otra vez: la
importancia de aunar la teoría a la praxis la que a su vez genera teoría y ésta
una nueva praxis. Nunca habrán hojeado el escrito de Mao Zedong “Sobre la Práctica”, ni
conocerán de nombre siquiera el libro filosófico fundamental de Lenin contra el Machismo(2): Materialismo
y Empirocriticismo; Notas críticas relativas a una filosofía reaccionaria. Y
por eso, por la falta de formación intelectual, cometieron errores tras errores
que al fin les costaron el poder.
El Colectivismo Burocrático: Lo que se puede colegir de lo que
dicen y hacen los izquierdistas paraguayos es que se inclinan –y admiran– al
“chavismo” venezolano, y al Régimen Cubano, de “colectivismo burocrático” éste
último mientras que el otro camina hacia lo mismo, y que se derrumbó en la Unión Soviética. Pero, ¿qué es
el colectivismo burocrático?, expliquémoslo pues la avidez demostrada por
nuestros “revolucionarios idealistas” para ocupar cargos burocráticos en todas
las esferas del Estado, así lo requiere.
El escritor comunista disidente
Milovan Djilas, en su conocido libro
“La Nueva Clase”, afirmaba que la Burocracia de los
“Sistemas Socialistas” constituía una nueva Clase Social detentadora de los
medios de producción, haciendo algunas citas de Trotsky, cuyas ideas resultan
asombrosamente proféticas a la luz de los acontecimientos de fines del siglo
XX. El tema no es nuevo, y al respecto, quisiéramos resaltar no sólo las
premonitorias aseveraciones hechas por Trotsky hace más de 70 años, sino
comentar un libro casi desconocido, escrito por un ex trotskysta italiano, Bruno Rizzi, y publicado en París en
1939: La Bureaucratisation du
Monde. La idea expresada en el libro, de que la Unión Soviética no
era ya un Estado obrero, porque su Burocracia constituía una “nueva clase” que
explotaba y oprimía a los obreros y campesinos, la había lanzado en Moscú la “Oposición Obrera” en 1921; y en 1929 Khristian Rakovsky, uno de los más
estrechos partidarios de Trotsky, escribió que la Unión Soviética se había
transformado “de un Estado burocrático deformado”, en un Estado burocrático que
sólo poseía “un elemento proletario residual”(3). Trotsky, a su vez, había argumentado en “La Revolución Traicionada”
(Londres, 1937), que la
Burocracia administradora soviética se estaba
preparando para desnacionalizar la industria y convertirse sus miembros en
propietarios accionistas (tal como
ocurrió medio siglo después); o sea, que la Burocracia Stalinista
estaba incubando una nueva clase capitalista.
Sobre este trasfondo, Bruno
Rizzi fue el autor original del concepto de “La Revolución
de los Administradores” que James Burnham,
Max
Shachtman, Milovan Djilas y otros expondrían más tarde en versiones más
populares. “La Revolución Rusa”
–sostenía Rizzi– “después de proponerse, al igual que la francesa, la abolición
de la desigualdad, tan solo había reemplazado un modo de explotación económica
y opresión política por otro”. Rizzi denominaba al nuevo sistema “Colectivismo Burocrático” que se había
afianzado como otra forma histórica de dominación clasista. Porque la Burocracia –a despecho
de lo que pregonaban los ideólogos stalinistas– sí poseía los medios de
producción y sí acumulaba ganancias, sólo que lo hacía colectivamente y no en
forma individual como las anteriores clases poseedoras. “En la sociedad
soviética los explotadores no se apropian la plusvalía directamente, como lo
hace el capitalista cuando embolsa las utilidades de su empresa; lo hacen
indirectamente, a través del Estado, que percibe la suma total de la plusvalía
nacional y la distribuye a continuación entre sus propios funcionarios”(4). El
reciente orden de cosas era, para Rizzi, no solamente una nueva etapa en el
desarrollo de la sociedad, sino incluso una etapa “históricamente necesaria”. Y
la posesión de facto de los medios de
producción a través del Estado y la
posesión del mismo Estado, habían tomado el lugar de la posesión burguesa de jure.
Así, del mismo modo que el
Feudalismo no fue seguido por la libertad, igualdad y fraternidad, sino por la
explotación capitalista, también el Capitalismo no sería seguido por el
Socialismo, sino por el “Colectivismo Burocrático”. Y afirmaba a renglón
seguido, que “…los Bolcheviques eran ‘objetivamente’ tan incapaces de alcanzar
su ideal, como lo habían sido los Jacobinos franceses de realizar el suyo. El
Socialismo era todavía una utopía”.
La base de la que partía la
teoría sobre el “Colectivismo Burocrático” era que la clase obrera se había
revelado incapaz de consumar la revolución socialista que el marxismo había
esperado que consumara. Sin embargo, también el capitalismo liberal se había
revelado incapaz de funcionar y sobrevivir. Y puesto que la clase obrera no
había podido cumplir la tarea, la burocracia había tomado el control; así, el
viejo orden era sustituido, no por el colectivismo socialista sino por el
burocrático, que era la última forma de dominación del hombre por el hombre, a
tal punto, que la
Burocracia, la última clase explotadora de la historia, se
negaba a reconocerse a sí misma como una clase poseedora(5).
Y como Rizzi hablaba de una
“tendencia universal” en virtud de la cual el colectivismo burocrático era el
verdadero sucesor del capitalismo y que había aparecido para consolidarse
porque la clase obrera era “inherentemente incapaz de lograr el socialismo”, entonces
colegía que “cualquier revolución socialista, aún en el país industrial más
avanzado, o en cualquier país, originaría un régimen parecido al Stalinismo”.
(Como ocurrió en su momento en China, NorCorea y demás “Democracias Populares”
y Cuba).
Rizzi asimilaba entonces el Marxismo a
“una ideología más” o sea una forma más de la falsa conciencia social que
llevaba a las clases oprimidas y
a
sus Partidos Políticos a creer que luchan por sus propios fines cuando en
realidad están beneficiando otra vez, “los intereses de una nueva o incluso de
la vieja clase gobernante”, y analizaba la derrota del ideal Bolchevique como
parecida a la derrota de los Jacobinos, es decir: “el resultado de un choque
entre la utopía y un nuevo orden social” y el triunfo de Stalin como “el
triunfo de la realidad sobre la ilusión” y “un acto necesario del progreso
histórico”. Y Rizzi iba aun más allá en su generalización histórica, pues
identificaba también con el “Colectivismo Burocrático” a los totalitarismos
Nazista y Fascista, y al intervencionismo del “New Deal” Rooseveltiano.
León Trotsky, al examinar estas concepciones de sus antiguos
discípulos y partidarios, dijo que, efectivamente, era innegable que el
historial del movimiento obrero estaba lleno de fracasos y decepciones; que la
clase obrera no había sido capaz de impedir el ascenso al Poder de Mussolini,
Hitler y Franco, que se dejó prestar a las maniobras de los Frentes Populares
derrotados y que no pudo impedir dos Guerras Mundiales. Pero, se preguntó:
¿cómo debían diagnosticarse estos fracasos? ¿Cómo simples errores de Dirección
o “como la bancarrota histórica de la clase obrera y la prueba de su
incapacidad para gobernar y transformar la sociedad?”. A esto respondió que si la Dirección era la única
culpable, la solución era crear una nueva Dirección con nuevos Partidos
marxistas; pero si la culpable era la Clase
Obrera, “…era preciso admitir que la concepción Marxista de
la sociedad capitalista y del socialismo había sido errónea, puesto que el
Marxismo había proclamado que el socialismo sólo podía ser obra del
Proletariado”.
Ante tan tremendo examen de los
hechos, Trotsky se vio obligado a concluir que “…si a ese historial de derrotas
se añadían nuevos fracasos capitales, toda la perspectiva histórica trazada por
el Marxismo quedaría efectivamente en entredicho”(6). Y entonces declaró que “la prueba final” para la clase obrera,
para el Socialismo y para el Marxismo, era inminente: se produciría con la Segunda Guerra Mundial. “…Si la
guerra no da lugar a la revolución proletaria en Occidente, entonces el lugar
del Capitalismo en decadencia no será ocupado por el Socialismo, sino por un
nuevo sistema burocrático totalitario de explotación”; y –añadió– “que si las
clases trabajadoras del Occidente tomaban el poder, pero luego demostraran ser
incapaces de conservarlo y se lo entregaban a una Burocracia privilegiada, como
habían hecho los obreros rusos, sería necesario reconocer que las esperanzas
que el Marxismo había puesto en el proletariado habían sido falsas:
“…Nos veríamos obligados a reconocer que el Stalinismo no tenía sus raíces en
el atraso del país ni en el cerco imperialista, sino en la incapacidad congénita del proletariado para convertirse en Clase
Gobernante. Entonces sería necesario establecer retrospectivamente que la URSS de nuestros días fue la precursora de un nuevo sistema universal
de explotación… Con toda la onerosa que esta perspectiva pueda ser, si el
proletariado mundial llegara a demostrar realmente que es incapaz de cumplir su
misión…no quedaría más
remedio
que reconocer abiertamente que el programa socialista basado en las
contradicciones internas de la sociedad capitalista, se había esfumado como una
utopía”(7).
En fin, hay que resaltar las
proféticas afirmaciones de Trotsky sobre el fracaso del Socialismo en la URSS, la posibilidad de
restauración capitalista (que se cumplió), la incapacidad de la Burocracia para llevar
adelante el colectivismo y la “democracia socialista”, la necesidad de la
libertad de expresión y del
pluripartidismo; su oposición a la exportación de la revolución por medio del
Ejército Rojo, y a la anexión de las Repúblicas Bálticas, como la inclusión, en
la Unión, de
Ucrania y Bielorusia. Realmente fue un verdadero Profeta y gran analista
político. Debieran tenerlo en cuenta los izquierdistas de nuestro continente.
El Socialismo del siglo XXI: Aunque varios intelectuales
venezolanos han tratado de explicarlo –como los ideólogos Haiman Al-Troudi y Heinz Dieterich
Stefan– sin embargo no han formulado una ideología coherente de lo
pregonado por el Presidente Hugo Chávez,
sobre todo en cuanto a “Ideología Política” se refiere y
según la definió Zbigniew Brzezinski, aquél célebre profesor de Harvard y Asesor
del Consejo de Seguridad Nacional de la Administración
Carter, que pergeñó los lineamientos de la “Comisión
Trilateral” y fue un ideólogo adelantado de la Revolución
Científico-Tecnológica, para quien la Ideología Política
“denota una doctrina del poder político
en la cual, en forma simultánea, se definen los objetivos, se describen los
métodos adecuados para alcanzarlos y se moviliza el apoyo que estos requieren”
y agrega que está formada por tres componentes: supuestos filosóficos, conceptos doctrinarios y un programa de acción
que dimana de la doctrina y está basado en los supuestos filosóficos(8). Y la ideología se expresa en la “teoría” entendiéndose como “buena teoría” –según la politóloga
Margot Light– “aquella que puede ser
adaptada o expandida a fin de que se reflejen en ella las nuevas
circunstancias, de modo que permita explicar el pasado, sirva de modelo para el
presente, y tenga cierto valor de predicción para el futuro”(9).
Haiman Al-Troudi afirma que
“el enemigo son las Empresas y el Capital” (al que denomina “capital no
productivo”), y asegura que “en la transición al Socialismo no se podrá evitar
la presencia de la empresa privada”, pero su objetivo es claramente la
estatalización total del país. Se declara abiertamente favorable a la
autarquía, asegurando que habrá que ir “reduciendo las importaciones y
subsidiar tanto como se pueda la producción agrícola e industrial nacional”.
Por otra parte pretende montar Cooperativas fuertemente ideologizadas y cambiar
la estructura territorial de Venezuela creando Comunas y federaciones de
Ciudades. “Las Democracias Liberales y Capitalistas son el enemigo” enfatiza.
Por su parte, para Heinz Dieterich
Stefan el “Socialismo del Siglo XXI” supone que “es necesario un
reforzamiento
radical del Poder Estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar
el desarrollo”, y se sustenta en cuatro bases: “el desarrollismo democrático
regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa protagónica
y las organizaciones de Base”. Habla
del “Nuevo Proyecto Histórico” cuyos pilares
son: el “Bloque Regional del Poder” (BRP) que correspondería a la integración
económica y política de los “Estados Progresistas” de la región, y el “Bloque
Regional de Poder Popular” (BRPP) que sería la coordinación continental de los
“Movimientos Sociales” que apoyen la implementación del Socialismo del Siglo
XXI. Propone un modelo económico que no esté basado en los precios del mercado,
“fundamento de la Economía
de Mercado y del Capitalismo”, a los que considera fuentes de las asimetrías
sociales y de la sobre-explotación de recursos naturales.
Según nuestro criterio, el “Socialismo del siglo XXI”
o, simplemente, “Chavismo”, es una mezcolanza de marxismo, (pero quiere
declararse “cristiano”), nacionalismo imperialista y mesianismo bolivariano. Si
bien ha dado pasos importantes hacia reformas para el cambio hacia un Estado de
bienestar, nacionalizando empresas estratégicas y revisando acuerdos leoninos,
así como creando Comunas de “Poder Popular” para dar voz e influencia a los
sectores más bajos de la sociedad, sin embargo, paralelamente avanza hacia un
caudillaje autoritario del Ejecutivo, que está jaqueando los bolsones de
democracia y libertad que aún quedan, buscando eternizarse en el Poder, siendo
ya en la práctica, una “Democracia Tutelar” (que ya hemos definido: Ver Nota Nº
3 de este mismo Capítulo). También
el gobierno Venezolano está demostrando un Nacionalismo “chauvinista” de
expansión de su doctrina e inmiscusión en los asuntos internos de otras
naciones que lo vuelven hasta cierto punto “imperialista” (que justamente ese
gobierno condena), y se agrega un componente de “mesianismo bolivariano” basado
en el libertador Simón Bolívar. Al
respecto, debemos tener en cuenta, que Bolívar,
el Prócer, tampoco era un “santo inmaculado”; era un hombre duro,
autoritario, prepotente y mesiánico, esto último se nota en su juramento hecho
en Roma el 15 de Agosto de 1805 de liberar América del poder español, y lo
demás en sus cartas y proclamas como por ejemplo, la comunicación al Comandante
de La Guaira
el 8 de Febrero de 1814, donde textualmente dice: “…ordeno a US. que
inmediatamente se pasen por las armas todos los españoles presos en esas
bóvedas y en el hospital, sin excepción alguna”(10) lo que significó la muerte
de miles de personas; a ello se agrega el fusilamiento de un héroe de la
independencia, el General Manuel Carlos Piar en 1817, luego de enviarle una
carta amistosa el 19 de Junio de 1817, publicada en la “Gaceta de Caracas” Nº
184 el 22 de Abril de 1818 en la que, entre otras cosas decía respecto al Gral.
Arismendi:”He cometido, es verdad, una injusticia atroz en dejarle con vida: es
un malvado y ha debido morir… porque no siendo mi carácter ni débil ni
pusilánime, ningún temor tengo para castigar los delitos”(11). Pero también
intervino
indirectamente en el Paraguay, con
una carta amenazante desde Lima, Perú, al Dr. Francia, en 1823, pidiendo la
salida del Dr. Amado Bompland, aunque “en sus dificultades con el Dr. Francia
se limitará a quejarse de que no existe la soberanía del pueblo paraguayo… Por
ello Bolívar intervino para derrocar a Iturbide (en México), y dejó gobernar,
con tristeza pero libremente, al Dr. Francia…”(12).
De ahí venía la inspiración de
Hugo Chávez Frías, pero no deben olvidar los epígonos del fallecido Presidente
de la Venezuela Bolivariana
y sus simpatizantes, cómo terminó Bolívar –quien quería “liberar y unir” a toda
Sudamérica aunque bajo su mando– solo, abandonado, sin partidarios, clamando
que “había arado en el mar”.
En cuanto a la situación
política de la Izquierda Paraguaya, hasta hace poco más de un año
confusa, se fue clarificando desde la “defenestración”
de Lugo (Defenestración: del
francés “dès fenêtres=desde las ventanas”. Alusión a la insurrección de Praga
en 1618, cuando los Protestantes arrojaron desde las ventanas del Castillo
Hradschim a los Gobernadores Imperiales, y que dio comienzo a la “Guerra de los
Treinta Años”. En nuestro léxico paraguayo equivaldría a “echar a patadas”). Demos un vistazo a esa situación.
La
Izquierda
“Luguista” está bastante desmoralizada y fragmentada en 20 “partiditos” que
se agruparon en dos Movimientos electorales para las elecciones del 21 de
Abril, y ya no encontró otro “Lugo” capaz de engatusar a la gente ni otro
aliado poderoso como el PLRA. No fue cifra importante en dichas Elecciones
Generales, y si no activa su desarrollo ideológico y el trabajo de base con las
masas, no lo será a corto ni mediano
plazo, aunque ya Mario Ferreiro se
autoafirmó de “Centro-Izquierda” lo que le da a “Avanza País” mayor campo de acción y
más amplias perspectivas. Además la presencia de Adolfo Ferreiro le dará mayor equilibrio y evitará el izquierdismo extremista. Por su parte el “Luguismo” hace autobombo señalándose
como “tercera fuerza” por haber logrado cinco escaños en el Senado, pero eso es
una falacia porque los electores no votaron al “Frente Guazú” sino a Fernando
Lugo, todavía aureolado con el relumbrón por su victoria en 2008 y haber sido
Presidente de la Rca.,
y los otros cuatro entraron detrás suyo por la “lista sábana”; de tal manera
que donde no estuvo Lugo esta extrema izquierda sólo obtuvo un raquítico 3%
para Presidente y un Diputado Nacional y otro para el Parlasur, y eso no es
ninguna “fuerza”. Además el “relumbrón” de Lugo se irá esfumando durante este
quinquenio hasta desaparecer para el 2018, ya que el Presidente Cartes hizo un
gran acierto al firmar el “Acuerdo por Paraguay” con el Partido Liberal, Avanza País, UNACE y Encuentro
Nacional, evitando otorgar posiciones de poder e influencia –que le hubiera
permitido crecer y afirmarse– a la extrema izquierda neocomunista.
N O T A S.
(1) V. I. Lenin: “Obras Completas”; p. 96; Tomo XVI; Edit. Cartago;
Bs.Aires,
1960.-
(2) Machismo: Ideas filosóficas del físico y matemático
austríaco Ernst Mach sobre “la experiencia crítica” que presuponía una
psicología basada en el fenomenalismo físico, o sea, en “la economía del
pensamiento” (teoría de que el pensamiento y la ciencia se fundamentan en la
conservación del esfuerzo y en la satisfacción de las necesidades), y en la
idea de que la experiencia y la verdad se basan en la conciencia y en la
sensación. Lenin puso sobre el tapete la cuestión de la existencia de la verdad
objetiva independiente de la humanidad; el camino hacia la verdad objetiva,
absoluta, estaba en la teoría marxista, en tanto que todos los demás caminos no
llevaban sino a una serie de “sofismas y mentiras”. Lenin: op. cit. p. 100 a 117.-
(3)
“Bulletin Oppozitsii”; Número 15-16 (The Trotsky Archives), 1930.-
(4) Bruno Rizzi: “La Burocratización
del Mundo”; p. 136; París, 1939.-
(5) Ibídem: p.
139.-
(6) León Trotsky: “In Defense of Marxism”;
en New International; pp. 8-11,
Noviembre
de 1939.-
(7) Ibídem:
loco citato et pássim.-
(8) Z. Brzezinski: “The Soviet Bloc: Unity and
Conflict”; p. 489; Harvard
University Press; Cambridge, MA, 1967.-
(9) Margot Light:
“The Theory of International Relations”; p. 318;
St. Martin’s Press; New York, 1988.-
(10) “Itinerario Documental de Simón Bolívar”; p. 85;
Ediciones de la
Presidencia;
Rca. de Venezuela; Caracas,
1970.-
(11)Vicente
Lecuna: “Simón Bolívar. Obras Completas. Compilación”:
Vol. I; p. 244; Editorial Lex, La Habana, 1950.-
(12) Francisco Cuevas Cancino: “Bolívar.
El Ideal Panamericano del
Libertador”; pp. 208 y 214, Fondo de Cultura Económica;
México D.F., 1951.-
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