sábado, 7 de diciembre de 2013

LA IZQUIERDA PARAGUAYA





                                    LA  IZQUIERDA PARAGUAYA

                Hoy has dormido mucho. Al despertar, tu vieja sangre ha bullido.
              Esto también ha significado algo. La muchacha que te despertó,
              te  tocó la frente y te llamó Señor. Tú sonreíste,
              alzaste una mano trémula. Pero ella ya se había ido,
              como se van las estaciones, como una flor nocturna se cierra
              durante el día,
              como un halcón vuela hacia el sol o como corre el leopardo;
              como se detiene el ciervo, salpicado de sol en la alta hierba,
               pero no permanece. Como tu Poder.
                      Ahmed Gaffur: “Poema Musulmán-Hindú”.
                     ………………………………………………………………….

               Lo que sorprende en los izquierdistas paraguayos es su oquedad intelectual: en cuatro años de Poder no han producido un solo libro, ni siquiera un folleto, ni ha aparecido algún intelectual o ideólogo que explique y sitúe su posición ideológica. Pero de los discursos y acciones de sus dirigentes se desprende un sectarismo, dogmatismo e ingenuidad, que Lenin calificó en su momento de “infantilismo” o “enfermedad infantil”; veamos algo al respecto: el sectarismo, que se presenta como muy revolucionario e “izquierdista”, debilita más bien a su partido. El “izquierdismo”, se basa en un criterio dogmático hacia determinadas tesis y fórmulas teóricas, en las que se quiere encontrar solución a toda clase de problemas de la vida política. En vez de estudiar la vida tal cual es, los dogmáticos izquierdistas parten de un esquema, y si los hechos no se acomodan a él, prescinden de los hechos. El dogmatismo izquierdista significa el divorcio de la realidad, y su Partido (en nuestro caso sus Partidos), si no lo combate, se convierte en una secta apartada de la vida.
               Los deseos de aferrarse al día de ayer, a una política y a unas formas orgánicas que no responden a las nuevas condiciones, significan de hecho como Lenin dijo, “una política de inacción revolucionaria…”(1). Por su parte el sectarismo se manifestó en Rusia en la resistencia a utilizar las posibilidades legales que, a pesar de su derrota, había arrancado la primera revolución rusa, de 1905, al zarismo. Los miembros del Partido que se consideraban “más revolucionarios” que el mismo Partido, pedían la abstención en la Duma del Estado y en el trabajo dentro de los Sindicatos y Cajas de Seguros. Al difícil trabajo entre las masas preferían la orgullosa espera de una nueva crisis revolucionaria.
                Lenin calificó entonces esto de “Izquierdismo, enfermedad infantil del Comunismo”. Lo principal en él es el divorcio que se establece con las masas, el desprecio de las posibilidades existentes para el trabajo



revolucionario, la tendencia a rehuir los problemas candentes que la vida presenta. El cargo de “infantilismo” y “puerilidad” iba a ser tópico corriente de Lenin al atacar a quienes sostenían esa posición. Lo utilizó otra vez en el título de un artículo publicado en Pravda, en mayo de 1918, y dirigido contra Bukharin y los “comunistas de izquierda”; en 1920 intensificó su monopolio del criterio maduro y adulto cuando tituló la crítica que hacía de los comunistas europeos de táctica inflexible, El comunismo “de izquierda”: un trastorno infantil. También Stalin había acusado de izquierdista, en 1928, a la oposición “por desear una industrialización demasiado rápida”.
Pero veamos, para terminar con este tópico, lo que decía Lenin en su Artículo “Acerca del infantilismo ‘izquierdista’ y del espíritu Pequeñoburgués”, publicado los días 8, 9, 10, y 11 de Mayo de 1918 en los núms. 88, 89, 90 y 91 de “Pravda”: “Pasamos a las desventuras de nuestros comunistas  de  Izquierda en el terreno de la política interior. Es difícil leer sin una sonrisa frases como las siguientes en las tesis sobre el momento actual: ‘…El aprovechamiento armónico de los medios de producción que han quedado es concebible sólo con la socialización más decidida… no capitular ante la burguesía y los intelectuales pequeñoburgueses secuaces suyos, sino rematar a la burguesía y acabar definitivamente con el sabotaje’…”
               “¡Simpáticos ‘comunistas de izquierda!’ ¡Cuánta decisión tienen… y qué poca reflexión! ¿Qué significa ‘la socialización más decidida’? Se puede ser decidido o indeciso en el problema de la nacionalización, de la confiscación. Pero la clave está en que la mayor “decisión” del mundo es insuficiente para pasar de la nacionalización y la confiscación a la socialización. La desgracia de nuestros ‘izquierdistas’ consiste, precisamente, en que con ese ingenuo e infantil juego de palabras, ‘la socialización más decidida’, revelan su más plena incomprensión de la clave del problema, de la clave del momento “actual”.
               “La desventura de los ‘izquierdistas’ está en que no han observado la propia esencia del “momento actual”, del paso de las confiscaciones (durante cuya realización la cualidad principal del político es la decisión) a la socialización (para cuya realización se requiere del revolucionario otra cualidad)”. “En primer lugar, los ‘comunistas de izquierda’ no han comprendido cuál es precisamente la transición del capitalismo al socialismo… En segundo lugar, revelan su espíritu pequeñoburgués precisamente en que no ven el elemento pequeñoburgués como enemigo principal del socialismo… Eso es un hecho de la realidad absolutamente inapelable, en cuya incomprensión está la raíz del error económico de los ‘comunistas de izquierda’. El especulador, el merodeador del comercio, el saboteador del monopolio: ése es nuestro principal enemigo interior”…”Así son nuestros  ‘comunistas de izquierda’, quienes de palabra, son enemigos implacables de la pequeña burguesía; pero de hecho, no hacen más que ayudarla, no hacen más que servirla”… “De otra parte, sería un error evidente

dar rienda suelta a los chillones y palabreros, que se dejan arrastrar por el “brillante” revolucionarismo, pero que son incapaces de efectuar una labor  revolucionaria firme, reflexiva y sopesada, que tenga en cuenta también las dificilísimas transiciones”.
               Pero nuestros izquierdistas paraguayos no leen, ni escriben (¿no piensan?) como si desconocieran lo que los clásicos del marxismo repetían una y otra vez: la importancia de aunar la teoría a la praxis la que a su vez genera teoría y ésta una nueva praxis. Nunca habrán hojeado el escrito de Mao Zedong “Sobre la Práctica”, ni conocerán de nombre siquiera el libro filosófico fundamental de Lenin contra el Machismo(2): Materialismo y Empirocriticismo; Notas críticas relativas a una filosofía reaccionaria. Y por eso, por la falta de formación intelectual, cometieron errores tras errores que al fin les costaron el poder.
               El Colectivismo Burocrático: Lo que se puede colegir de lo que dicen y hacen los izquierdistas paraguayos es que se inclinan –y admiran– al “chavismo” venezolano, y al Régimen Cubano, de “colectivismo burocrático” éste último mientras que el otro camina hacia lo mismo, y que se derrumbó en la Unión Soviética. Pero, ¿qué es el colectivismo burocrático?, expliquémoslo pues la avidez demostrada por nuestros “revolucionarios idealistas” para ocupar cargos burocráticos en todas las esferas del Estado, así lo requiere.
                El escritor comunista disidente Milovan Djilas, en su conocido libro “La Nueva Clase”, afirmaba que la Burocracia de los “Sistemas Socialistas” constituía una nueva Clase Social detentadora de los medios de producción, haciendo algunas citas de Trotsky, cuyas ideas resultan asombrosamente proféticas a la luz de los acontecimientos de fines del siglo XX. El tema no es nuevo, y al respecto, quisiéramos resaltar no sólo las premonitorias aseveraciones hechas por Trotsky hace más de 70 años, sino comentar un libro casi desconocido, escrito por un ex trotskysta italiano, Bruno Rizzi, y publicado en París en 1939: La Bureaucratisation  du Monde. La idea expresada en el libro, de que la Unión Soviética no era ya un Estado obrero, porque su Burocracia constituía una “nueva clase” que explotaba y oprimía a los obreros y campesinos, la había lanzado en Moscú la “Oposición Obrera” en 1921; y en 1929 Khristian Rakovsky, uno de los más estrechos partidarios de Trotsky, escribió que la Unión Soviética se había transformado “de un Estado burocrático deformado”, en un Estado burocrático que sólo poseía “un elemento proletario residual”(3). Trotsky, a su vez, había argumentado en “La Revolución Traicionada” (Londres, 1937), que la Burocracia administradora soviética se estaba preparando para desnacionalizar la industria y convertirse sus miembros en propietarios accionistas (tal como ocurrió medio siglo después); o sea, que la Burocracia Stalinista estaba incubando una nueva clase capitalista.
               Sobre este trasfondo, Bruno Rizzi fue el autor original del concepto de “La Revolución de los Administradores” que James Burnham,

Max Shachtman, Milovan Djilas y otros expondrían más tarde en versiones más populares. “La Revolución Rusa” –sostenía Rizzi– “después de proponerse, al igual que la francesa, la abolición de la desigualdad, tan solo había reemplazado un modo de explotación económica y opresión política por otro”. Rizzi denominaba al nuevo sistema “Colectivismo Burocrático” que se había afianzado como otra forma histórica de dominación clasista. Porque la Burocracia –a despecho de lo que pregonaban los ideólogos stalinistas– sí poseía los medios de producción y sí acumulaba ganancias, sólo que lo hacía colectivamente y no en forma individual como las anteriores clases poseedoras. “En la sociedad soviética los explotadores no se apropian la plusvalía directamente, como lo hace el capitalista cuando embolsa las utilidades de su empresa; lo hacen indirectamente, a través del Estado, que percibe la suma total de la plusvalía nacional y la distribuye a continuación entre sus propios funcionarios”(4). El reciente orden de cosas era, para Rizzi, no solamente una nueva etapa en el desarrollo de la sociedad, sino incluso una etapa “históricamente necesaria”. Y la posesión de facto de los medios de producción a través del Estado y la posesión del mismo Estado, habían tomado el lugar de la posesión burguesa de jure.
               Así, del mismo modo que el Feudalismo no fue seguido por la libertad, igualdad y fraternidad, sino por la explotación capitalista, también el Capitalismo no sería seguido por el Socialismo, sino por el “Colectivismo Burocrático”. Y afirmaba a renglón seguido, que “…los Bolcheviques eran ‘objetivamente’ tan incapaces de alcanzar su ideal, como lo habían sido los Jacobinos franceses de realizar el suyo. El Socialismo era todavía una utopía”.
               La base de la que partía la teoría sobre el “Colectivismo Burocrático” era que la clase obrera se había revelado incapaz de consumar la revolución socialista que el marxismo había esperado que consumara. Sin embargo, también el capitalismo liberal se había revelado incapaz de funcionar y sobrevivir. Y puesto que la clase obrera no había podido cumplir la tarea, la burocracia había tomado el control; así, el viejo orden era sustituido, no por el colectivismo socialista sino por el burocrático, que era la última forma de dominación del hombre por el hombre, a tal punto, que la Burocracia, la última clase explotadora de la historia, se negaba a reconocerse a sí misma como una clase poseedora(5).
               Y como Rizzi hablaba de una “tendencia universal” en virtud de la cual el colectivismo burocrático era el verdadero sucesor del capitalismo y que había aparecido para consolidarse porque la clase obrera era “inherentemente incapaz de lograr el socialismo”, entonces colegía que “cualquier revolución socialista, aún en el país industrial más avanzado, o en cualquier país, originaría un régimen parecido al Stalinismo”. (Como ocurrió en su momento en China, NorCorea y demás “Democracias Populares” y Cuba).
               Rizzi asimilaba entonces el Marxismo a “una ideología más” o sea una forma más de la falsa conciencia social que llevaba a las clases oprimidas y

a sus Partidos Políticos a creer que luchan por sus propios fines cuando en realidad están beneficiando otra vez, “los intereses de una nueva o incluso de la vieja clase gobernante”, y analizaba la derrota del ideal Bolchevique como parecida a la derrota de los Jacobinos, es decir: “el resultado de un choque entre la utopía y un nuevo orden social” y el triunfo de Stalin como “el triunfo de la realidad sobre la ilusión” y “un acto necesario del progreso histórico”. Y Rizzi iba aun más allá en su generalización histórica, pues identificaba también con el “Colectivismo Burocrático” a los totalitarismos Nazista y Fascista, y al intervencionismo del “New Deal” Rooseveltiano.
               León Trotsky, al examinar estas concepciones de sus antiguos discípulos y partidarios, dijo que, efectivamente, era innegable que el historial del movimiento obrero estaba lleno de fracasos y decepciones; que la clase obrera no había sido capaz de impedir el ascenso al Poder de Mussolini, Hitler y Franco, que se dejó prestar a las maniobras de los Frentes Populares derrotados y que no pudo impedir dos Guerras Mundiales. Pero, se preguntó: ¿cómo debían diagnosticarse estos fracasos? ¿Cómo simples errores de Dirección o “como la bancarrota histórica de la clase obrera y la prueba de su incapacidad para gobernar y transformar la sociedad?”. A esto respondió que si la Dirección era la única culpable, la solución era crear una nueva Dirección con nuevos Partidos marxistas; pero si la culpable era la Clase Obrera, “…era preciso admitir que la concepción Marxista de la sociedad capitalista y del socialismo había sido errónea, puesto que el Marxismo había proclamado que el socialismo sólo podía ser obra del Proletariado”.
               Ante tan tremendo examen de los hechos, Trotsky se vio obligado a concluir que “…si a ese historial de derrotas se añadían nuevos fracasos capitales, toda la perspectiva histórica trazada por el Marxismo quedaría efectivamente en entredicho”(6). Y entonces declaró que “la prueba final” para la clase obrera, para el Socialismo y para el Marxismo, era inminente: se produciría con la Segunda Guerra Mundial. “…Si la guerra no da lugar a la revolución proletaria en Occidente, entonces el lugar del Capitalismo en decadencia no será ocupado por el Socialismo, sino por un nuevo sistema burocrático totalitario de explotación”; y –añadió– “que si las clases trabajadoras del Occidente tomaban el poder, pero luego demostraran ser incapaces de conservarlo y se lo entregaban a una Burocracia privilegiada, como habían hecho los obreros rusos, sería necesario reconocer que las esperanzas que el Marxismo había puesto en el proletariado habían sido falsas: “…Nos veríamos obligados a reconocer que el Stalinismo no tenía sus raíces en el atraso del país ni en el cerco imperialista, sino en la incapacidad congénita del proletariado para convertirse en Clase Gobernante. Entonces sería necesario establecer retrospectivamente que la URSS de nuestros días fue la precursora de un nuevo sistema universal de explotación… Con toda la onerosa que esta perspectiva pueda ser, si el proletariado mundial llegara a demostrar realmente que es incapaz de cumplir su misión…no quedaría más

remedio que reconocer abiertamente que el programa socialista basado en las contradicciones internas de la sociedad capitalista, se había esfumado como una utopía”(7).
               En fin, hay que resaltar las proféticas afirmaciones de Trotsky sobre el fracaso del Socialismo en la URSS, la posibilidad de restauración capitalista (que se cumplió), la incapacidad de la Burocracia para llevar adelante el colectivismo y la “democracia socialista”, la necesidad de la libertad de expresión  y del pluripartidismo; su oposición a la exportación de la revolución por medio del Ejército Rojo, y a la anexión de las Repúblicas Bálticas, como la inclusión, en la Unión, de Ucrania y Bielorusia. Realmente fue un verdadero Profeta y gran analista político. Debieran tenerlo en cuenta los izquierdistas de nuestro continente.
               El Socialismo del siglo XXI: Aunque varios intelectuales venezolanos han tratado de explicarlo –como los ideólogos Haiman Al-Troudi y Heinz Dieterich Stefan– sin embargo no han formulado una ideología coherente de lo pregonado por el Presidente Hugo Chávez, sobre todo en cuanto a “Ideología Política” se refiere y según la definió Zbigniew Brzezinski, aquél célebre profesor de Harvard y Asesor del Consejo de Seguridad Nacional de la Administración Carter, que pergeñó los lineamientos de la “Comisión Trilateral” y fue un ideólogo adelantado de la Revolución Científico-Tecnológica, para quien la Ideología Política “denota una doctrina del poder político en la cual, en forma simultánea, se definen los objetivos, se describen los métodos adecuados para alcanzarlos y se moviliza el apoyo que estos requieren” y agrega que está formada por tres componentes: supuestos filosóficos, conceptos doctrinarios y un programa de acción que dimana de la doctrina y está basado en los supuestos filosóficos(8). Y la ideología se expresa en la “teoría” entendiéndose como “buena teoría” –según la politóloga Margot Light– “aquella que puede ser adaptada o expandida a fin de que se reflejen en ella las nuevas circunstancias, de modo que permita explicar el pasado, sirva de modelo para el presente, y tenga cierto valor de predicción para el futuro”(9).
               Haiman Al-Troudi afirma que “el enemigo son las Empresas y el Capital” (al que denomina “capital no productivo”), y asegura que “en la transición al Socialismo no se podrá evitar la presencia de la empresa privada”, pero su objetivo es claramente la estatalización total del país. Se declara abiertamente favorable a la autarquía, asegurando que habrá que ir “reduciendo las importaciones y subsidiar tanto como se pueda la producción agrícola e industrial nacional”. Por otra parte pretende montar Cooperativas fuertemente ideologizadas y cambiar la estructura territorial de Venezuela creando Comunas y federaciones de Ciudades. “Las Democracias Liberales y Capitalistas son el enemigo” enfatiza. Por su parte, para Heinz Dieterich Stefan el “Socialismo del Siglo XXI” supone que “es necesario un


reforzamiento radical del Poder Estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo”, y se sustenta en cuatro bases: “el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa protagónica y las organizaciones de Base”. Habla del  “Nuevo Proyecto Histórico” cuyos pilares son: el “Bloque Regional del Poder” (BRP) que correspondería a la integración económica y política de los “Estados Progresistas” de la región, y el “Bloque Regional de Poder Popular” (BRPP) que sería la coordinación continental de los “Movimientos Sociales” que apoyen la implementación del Socialismo del Siglo XXI. Propone un modelo económico que no esté basado en los precios del mercado, “fundamento de la Economía de Mercado y del Capitalismo”, a los que considera fuentes de las asimetrías sociales y de la sobre-explotación de recursos naturales.   
               Según nuestro criterio, el “Socialismo del siglo XXI” o, simplemente, “Chavismo”, es una mezcolanza de marxismo, (pero quiere declararse “cristiano”), nacionalismo imperialista y mesianismo bolivariano. Si bien ha dado pasos importantes hacia reformas para el cambio hacia un Estado de bienestar, nacionalizando empresas estratégicas y revisando acuerdos leoninos, así como creando Comunas de “Poder Popular” para dar voz e influencia a los sectores más bajos de la sociedad, sin embargo, paralelamente avanza hacia un caudillaje autoritario del Ejecutivo, que está jaqueando los bolsones de democracia y libertad que aún quedan, buscando eternizarse en el Poder, siendo ya en la práctica, una “Democracia Tutelar” (que ya hemos definido: Ver Nota Nº 3 de este mismo Capítulo). También el gobierno Venezolano está demostrando un Nacionalismo “chauvinista” de expansión de su doctrina e inmiscusión en los asuntos internos de otras naciones que lo vuelven hasta cierto punto “imperialista” (que justamente ese gobierno condena), y se agrega un componente de “mesianismo bolivariano” basado en el libertador Simón Bolívar. Al respecto, debemos tener en cuenta, que Bolívar,  el Prócer, tampoco era un “santo inmaculado”; era un hombre duro, autoritario, prepotente y mesiánico, esto último se nota en su juramento hecho en Roma el 15 de Agosto de 1805 de liberar América del poder español, y lo demás en sus cartas y proclamas como por ejemplo, la comunicación al Comandante de La Guaira el 8 de Febrero de 1814, donde textualmente dice: “…ordeno a US. que inmediatamente se pasen por las armas todos los españoles presos en esas bóvedas y en el hospital, sin excepción alguna”(10) lo que significó la muerte de miles de personas; a ello se agrega el fusilamiento de un héroe de la independencia, el General Manuel Carlos Piar en 1817, luego de enviarle una carta amistosa el 19 de Junio de 1817, publicada en la “Gaceta de Caracas” Nº 184 el 22 de Abril de 1818 en la que, entre otras cosas decía respecto al Gral. Arismendi:”He cometido, es verdad, una injusticia atroz en dejarle con vida: es un malvado y ha debido morir… porque no siendo mi carácter ni débil ni pusilánime, ningún temor tengo para castigar los delitos”(11). Pero también

intervino indirectamente en el Paraguay, con una carta amenazante desde Lima, Perú, al Dr. Francia, en 1823, pidiendo la salida del Dr. Amado Bompland, aunque “en sus dificultades con el Dr. Francia se limitará a quejarse de que no existe la soberanía del pueblo paraguayo… Por ello Bolívar intervino para derrocar a Iturbide (en México), y dejó gobernar, con tristeza pero libremente, al Dr. Francia…”(12).
               De ahí venía la inspiración de Hugo Chávez Frías, pero no deben olvidar los epígonos del fallecido Presidente de la Venezuela Bolivariana y sus simpatizantes, cómo terminó Bolívar –quien quería “liberar y unir” a toda Sudamérica aunque bajo su mando– solo, abandonado, sin partidarios, clamando que “había arado en el mar”.
               En cuanto a la situación política de la Izquierda Paraguaya, hasta hace poco más de un año confusa, se fue clarificando desde la “defenestración” de Lugo (Defenestración: del francés “dès fenêtres=desde las ventanas”. Alusión a la insurrección de Praga en 1618, cuando los Protestantes arrojaron desde las ventanas del Castillo Hradschim a los Gobernadores Imperiales, y que dio comienzo a la “Guerra de los Treinta Años”. En nuestro léxico paraguayo equivaldría a “echar a patadas”). Demos un vistazo a esa situación.
               La Izquierda “Luguista” está bastante desmoralizada y fragmentada en 20 “partiditos” que se agruparon en dos Movimientos electorales para las elecciones del 21 de Abril, y ya no encontró otro “Lugo” capaz de engatusar a la gente ni otro aliado poderoso como el PLRA. No fue cifra importante en dichas Elecciones Generales, y si no activa su desarrollo ideológico y el trabajo de base con las masas, no lo será  a corto ni mediano plazo, aunque ya Mario Ferreiro se autoafirmó de “Centro-Izquierda” lo que le da a “Avanza País” mayor campo de acción y más amplias perspectivas. Además la presencia de Adolfo Ferreiro le dará mayor equilibrio y evitará el izquierdismo extremista. Por su parte el “Luguismo” hace autobombo señalándose como “tercera fuerza” por haber logrado cinco escaños en el Senado, pero eso es una falacia porque los electores no votaron al “Frente Guazú” sino a Fernando Lugo, todavía aureolado con el relumbrón por su victoria en 2008 y haber sido Presidente de la Rca., y los otros cuatro entraron detrás suyo por la “lista sábana”; de tal manera que donde no estuvo Lugo esta extrema izquierda sólo obtuvo un raquítico 3% para Presidente y un Diputado Nacional y otro para el Parlasur, y eso no es ninguna “fuerza”. Además el “relumbrón” de Lugo se irá esfumando durante este quinquenio hasta desaparecer para el 2018, ya que el Presidente Cartes hizo un gran acierto al firmar el “Acuerdo por Paraguay” con el Partido Liberal, Avanza País, UNACE y Encuentro Nacional, evitando otorgar posiciones de poder e influencia –que le hubiera permitido crecer y afirmarse– a la extrema izquierda neocomunista. 






                                                   N O T A S.

(1) V. I. Lenin: “Obras Completas”; p. 96; Tomo XVI;  Edit. Cartago;
       Bs.Aires, 1960.-
(2) Machismo: Ideas filosóficas del físico y matemático austríaco Ernst Mach sobre “la experiencia crítica” que presuponía una psicología basada en el fenomenalismo físico, o sea, en “la economía del pensamiento” (teoría de que el pensamiento y la ciencia se fundamentan en la conservación del esfuerzo y en la satisfacción de las necesidades), y en la idea de que la experiencia y la verdad se basan en la conciencia y en la sensación. Lenin puso sobre el tapete la cuestión de la existencia de la verdad objetiva independiente de la humanidad; el camino hacia la verdad objetiva, absoluta, estaba en la teoría marxista, en tanto que todos los demás caminos no llevaban sino a una serie de “sofismas y mentiras”. Lenin: op. cit. p. 100 a 117.-                                       
   (3)  “Bulletin Oppozitsii”; Número 15-16 (The Trotsky Archives), 1930.-                     
     (4)  Bruno Rizzi: “La Burocratización del Mundo”; p. 136; París, 1939.-                         
    (5) Ibídem: p. 139.-                                                                                                               
    (6) León Trotsky: “In Defense of Marxism”; en New International; pp. 8-11,
          Noviembre de 1939.-
    (7) Ibídem: loco citato et pássim.-                    
     (8) Z. Brzezinski: “The Soviet Bloc: Unity and Conflict”; p. 489; Harvard
           University Press; Cambridge, MA, 1967.-       
(9) Margot Light: “The Theory of International Relations”; p. 318;
       St. Martin’s Press; New York, 1988.-
(10) “Itinerario Documental de Simón Bolívar”; p. 85; Ediciones de la
              Presidencia;  Rca.  de Venezuela; Caracas, 1970.-              
 (11)Vicente Lecuna: “Simón Bolívar. Obras Completas. Compilación”:
         Vol. I; p. 244; Editorial Lex, La Habana, 1950.-
      (12) Francisco Cuevas Cancino: “Bolívar. El Ideal Panamericano del
     Libertador”; pp. 208 y 214, Fondo de Cultura Económica;
     México D.F., 1951.-







No hay comentarios:

Publicar un comentario