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PRIVATIZACIONES EN EL
MUNDO:
UN ESTUDIO COMPARATIVO.
Nos decía ha poco un Politólogo
amigo nuestro, que, tanto el Socialismo Marxista como el Liberalismo, en el
fondo convergen sobre un propósito común: la desaparición del Estado. Unos
pretenden lograrlo por la supresión de las clases sociales por medio del Estado
omnívoro, totalitario, y los otros por el debilitamiento cada vez más acentuado
del Estado subsidiario hasta llegar a “la privatización del Estado” como lo
proclaman abiertamente en la actualidad los más avanzados ideólogos
neoliberales. No hay que olvidar que, desde sus inicios, tanto el Marxismo como
el Liberalismo han considerado al Estado como un “mal necesario” y este es uno de los puntos fundamentales de
divergencias con la ideología Republicana Nacionalista que considera
necesario y benéfico al Estado como “servidor
del hombre libre”.
Con
el derrumbe del “Socialismo Real” de la Unión
Soviética y las “Democracias Populares” de Europa Oriental
–que en vez de “socialismo” debiera denominarse “Colectivismo Burocrático” según la acertada y premonitoria
prospección analítica de León Trotsky y
su discípulo Bruno Rizzi medio siglo
antes de su desintegración (B. Rizzi: “La Bureaucratisation
du Monde”; París, 1939)– y la crisis del “Estado de Bienestar”, el
Neoliberalismo, que busca corresponder a los nuevos patrones de acumulación de
las nuevas formas capitalistas de la revolución científico-tecnológica, se ha
lanzado a una ofensiva integral tratando de conquistar la mente de los pueblos
para un proyecto de Estado Subsidiario en apariencia anacrónicamente
decimonónico pero que obviamente tiene sus grandes diferencias. Y las
diferencias no se refieren solo a su substancia sino a su aplicación en el
primer mundo y cómo pretenden aplicarlo a nosotros.
El éxito del Keynesianismo, del
modelo Socialdemócrata Sueco, y aún el impresionante crecimiento industrial y
científico de la Unión
Soviética hasta principios de la década del ’70, demuestran
que la planificación, intervención, con la abundante ingerencia del Estado como
productor, es harto más fácil y aun necesaria en un estadio en que la economía
de un país es más simple, menos desarrollada, pero a medida que la economía se torna
mas compleja y debe ingresar en esa gran mutación que significa la
“Revolución-Científico-Tecnológica”, conducen a un derroche cada vez mayor por
la disminución del espíritu competitivo, el crecimiento burocrático y el
estancamiento de la productividad.
Por eso, tratar de mantener
intacto el sistema Empresarial-Estatal que resultó eficaz para el despegue y
las prioridades sociales de una economía más simple, resultará imposible en el
marco de una economía alta o medianamente desarrollada y por ende compleja,
pues habría que reemplazar en escala nacional todo el sistema
burocrático-administrativo por un sistema gerencial-empresarial capaz de
procesar con rapidez toda la información de mercado necesaria para alcanzar a
tomar decisiones eficaces.
Pero, ¿en qué estadio se
encuentran Latinoamérica en general y nuestro Paraguay en particular? ¿Es
posible ya entrar en un sistema de privatización acelerada fomentando a la vez
la diversificación de empresas y las reglas claras de competencia? ¿Hasta qué
punto el Estado puede priorizar los beneficios y la eficiencia a costa de los
sectores populares? Estas preguntas las formulamos porque pensamos que cuando
hablamos de una Empresa Estatal –cuyos beneficios deben ser propiedad de todos
los ciudadanos– implica una confusión arbitraria identificar la producción por
la ganancia con la ganancia como indicador de la eficiencia de la
administración. En tal Empresa la ganancia realizada sobre la base de los
precios y salarios es solo uno de los índices de la calidad de su
administración, ya que la actividad de la Empresa –su producción e inversiones– está
determinada por las prioridades sociales que planifique el Gobierno. Así. Por
ejemplo, si solamente se hubiese tenido en cuenta la “ganancia” de la ANDE, CORPOSANA y ANTELCO,
hubiera sido imposible la electrificación de las zonas rurales del país y muy
pocos sectores urbanos habrían podido disfrutar de agua potable, y más pocos
aún disponer de un teléfono.
En un país subdesarrollado,
donde la pobreza roza los extremos, ciertas Empresas que subsidien el avance
social, aún a costa de minimizar sus ganancias, siguen siendo –para nuestra
concepción republicana y antiliberal –imprescindibles, debiéndose cuidar en una
etapa de “despegue” que no arrojen pérdidas, ya fuere por exceso de
proteccionismo o por corrupción. Si algo prueban las tendencias actuales, es
que solamente estableciendo las distinciones necesarias y realizando el
análisis preliminar que éstas implican, puede evitarse el doble peligro:
derroche y estancamiento por un lado, o restablecer meramente la ganancia a
ultranza como objetivo de la producción sin importar los costos sociales.
Pero la discusión sobre el Papel
del Estado no se agota simplemente en la cuestión de si debe privatizar o no
sus empresas y abandonar definitivamente su rol productor y regulador. El papel
rector de la dirección económica y social también está sobre el tapete. Y, al
respecto, el análisis de la función del Gobierno en el impresionante progreso
de naciones como Alemania, Suecia y los países nórdicos; y de Japón, Taiwán,
Corea, entre otros, a partir de la 2ª. Gran Guerra –y ahora China– es
importante ampliarlo para nuestro tema y es lo que haremos en el próximo
Capítulo.
5
PRIVATIZACIONES EN EL PRIMER Y EL TERCER
MUNDO:
EL ROL DEL
ESTADO.
En Julio de 1989, el International Center for Economic Growth (Centro
Internacional para el Desarrollo Económico) y el Banco de la República
de Colombia patrocinaron una conferencia sobre el tema de cómo estimular el
crecimiento y reducir la pobreza en los países en desarrollo. Para el efecto,
en Paipa, Colombia, se reunieron
economistas, expertos en Ciencias Políticas, y encargados de las políticas de
una extraordinaria cantidad de países. Sus conclusiones, argumentos y
deliberaciones mas estudios e investigaciones que siguieron en los dos años
posteriores, fueron publicados en 1991 en el libro “La política y la formulación de las políticas en los países en
desarrollo” (Gerald M. Meier: National Book Network; Lanham, Maryland,
1991) y distribuido en Latinoamérica por el Centro Internacional para el desarrollo Económico (CINDE) una
Organización Neoliberal cuyas bases de operaciones se hallaban en California,
Panamá y Chile.
Entre los participantes se
encontraban prestigiosas figuras como Pankah
Tandon, Doctor en Economía por Harvard y Asociado del Programa de Empresa
Pública de la Universidad
de Boston. Thomas Tomich, Asociado
del Instituto para el Desarrollo Internacional de Harvard. Ingo Vogelsang, autor del libro “Selling Public Enterprises: A Cost
Benefit Methodology” (Vendiendo Empresas Públicas: una Metodología de
Costo-Beneficio”). Guy P. Pfeffermann, Director
del Dpto. de Economía y Asesor del Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación
Financiera Internacional del Banco Mundial. Leroy P. Jones, Consultor del Banco
Mundial y Director del “Programa de Economía y Administración de la Empresa Pública” de la Universidad de Boston.
Merilee S. Grindle, quien se doctoró
en el “Massachusetts Institute of Technology”; Experta en Ciencia Política del
“Harvard Institute for International Development” y catedrática en la “Escuela
Kennedy de Estudios Gubernamentales” en la Universidad de Harvard;
había escrito extensamente sobre el análisis comparativo de la formulación de
políticas, aplicación y administración pública en los países en desarrollo y
era una de las principales investigadoras del “Instituto de Harvard” en el
proyecto que intentaba mejorar los programas de ayuda para el desarrollo. John Toye, Director del “Instituto de
Estudios del Desarrollo” de la
Universidad de Sussex, Inglaterra; autor de “Dilemas of
Development” y en ese entonces investigaba la repercusión de los préstamos del
Banco Mundial para reformas de las políticas.
Citamos la filiación ideológica
de los organizadores y publicistas como prueba de imparcialidad hacia el
“estatismo”, y los antecedentes de los principales autores del trabajo de
marras para contrastar la calidad de su formación y autoridad científica frente
a ciertos columnistas económicos incapaces de aprobar el primer curso de la Facultad de Ciencias
Económicas pero que fungen de “Expertos en Desarrollo Económico” señalando al
Gobierno y a la clase política cómo deben comportarse, cual Pantócrator
bizantino admonitorio, o incurrir en sus iras e invectivas.
¿Y qué dijeron los expertos
convocados a dicha conferencia? Puntualizaremos algunas conclusiones básicas en
lo que atañe a nuestro tema:
1. La mayoría de los economistas y científicos políticos
participantes NO ERAN PARTIDARIOS DE UN ESTADO MÍNIMO. Expresaron que los
teóricos que analizan la opción gubernamental y han abogado por una reducción
del alcance del sector público “se han concentrado en los países más
desarrollados” (op. cit. cap. 3) pero que “en el caso de los países menos
desarrollados aún se pueden esgrimir argumentos convincentes en favor de la
adopción de medidas adecuadas de políticas públicas destinadas a mejorar los
resultados de las actividades de desarrollo” (ibídem).
2. Si bien reconocían (como también nosotros) que el
Estado excesivamente extenso es “un Estado negativo” sobre todo cuando el
Gobierno “se torna más incoherente” y las políticas gubernamentales
“distorsionan las interacciones económicas” con la regulación excesiva
“orientada a promover la captación de rentas o el uso del Estado por intereses
sectoriales específicos para obtener ingresos excedentes provenientes de las
intervenciones del Gobierno a su favor”, sin embargo formulaban dudas con
respecto “a la utilidad” de la nueva política económica Neoliberal “para los
países en desarrollo”(sic).
3. Indicaron que “pese a que la nueva economía política
neoliberal ha sido útil para explicar las políticas económicamente
irracionales…” “…los modelos de economía política adoptados de la experiencia
de los
Estados Unidos no
son especialmente pertinentes para la mayoría de los países en desarrollo”.(op.
cit. Cap. 3; p. 71), porque “mientras que en las democracias industriales
avanzadas la sociedad le anula la fuerza al Estado
como entidad autónoma, y la demanda proveniente de la sociedad crea la oferta
de políticas” en contraste “en los países en desarrollo el Estado tiende a
dominar a la sociedad civil, débil y
fragmentada, y son las élites que formulan las políticas las que juegan un rol
activo”.(Capítulo 2; pág. 31).
4. Y con respecto a la “privatización de las empresas públicas”, a la que le dedican todo
un Capítulo extenso, ¿qué decían los expertos?. Utilizaron el siguiente método:
identificaron a los ganadores y los perdedores en el proceso de privatización,
evaluaron el relativo poder político de cada grupo y usaron esa información
para explicar los resultados. Descubrieron que “durante el decenio de 1980,
parecía como si las fronteras del Estado retrocedían prácticamente en todos los
países del mundo. No obstante, una
reflexión seria revela que en los países en desarrollo ha habido mucho más
retórica sobre la privatización que resultados tangibles” (Cap. 8; p. 259); y
llegaron a la conclusión, importantísima para nosotros, de que “…muchos de los factores que se aunaron en
los países desarrollados para desencadenar una tendencia hacia la privatización
están ausentes en los países en desarrollo”(ibídem).Y resumiendo esos factores señalaban: 1º) que el
crecimiento económico tiende a conducir a mercados más competitivos en los
cuales proliferan las empresas eficientes y el nivel de vida vuelve innecesario
subsidiar el avance social. Esta situación estimula la privatización pero
“durante los tres últimos decenios, el crecimiento económico de los países
desarrollados ha sido mucho mayor que el de los países en desarrollo”(ibídem);
2º) que los países en desarrollo tienen mercados de capital poco evolucionados,
lo que hace difícil el progreso de la privatización; 3º) que las empresas
privadas no son dechados de eficiencia y perfección en los países en
desarrollo, “…en consecuencia, aunque el
bienestar bajo la conducción pública no es óptimo, lo mismo sucede bajo la
conducción privada”(sic).
Y esto no lo dijeron estudiantes de
economía fracasados ni “23 Senadores de la muerte, irresponsables,
politiqueros, patrioteros, populistas, estatistas, conservadores, demagogos,
electoralistas, oportunistas, revanchistas, maniobreros, olvidadizos,
seccionaleros y cavernarios…” ni tampoco
el amigo Ing. Ricardo Canese “traicionado por su corazón ideológico, su odio
político y por la amargura de no tener otra alternativa al sistema neoliberal
capitalista después del fracaso socialista” (Pablo Herken en Diario Noticias: Domingo 10 de Abril y
14 de Agosto de 1994; p. 23 y 27).
6
PRIVATIZACIONES EN EUROPA.
Indudablemente, existen diferencias entre el marco del desarrollo
económico, el rol del Estado y la privatización, no solamente del primer tercer
mundo, sino de los mismos Estados Europeos, entre Europa y Japón, y entre ellos
y los “pequeños dragones asiáticos” que han emergido del subdesarrollo como
Taiwán, Corea, Singapur, Hong Kong y etcéteras.
En Europa, dentro del ámbito de la
“revolución científico-tecnológica”, sus diversas economías nacionales no han
sabido responder –al principio– a los nuevos desafíos con la misma rapidez y
profundidad que sus competidoras más calificadas: la Japonesa y la Norteamericana,
manifestándose una reducción notable de la tasa histórica de crecimiento y
aumento importante de la desocupación –excepto en los Estados de “Socialismo
Nórdico”: Suecia, Noruega, Dinamarca,
Finlandia, además de Alemania– lo que trataron de remediarlo mediante dos
terapéuticas principales, poniendo mayor acento en una de ellas según se aplicó
el “Modelo Renano” germano-continental
o el “Modelo Manchesteriano o de
Chicago” angloamericano, que en el fondo responden a circunstancias
históricas y a ideologías diferentes.
El “Modelo Renano” –de la Economía
Social de Mercado– busca profundizar
la Unión
Europea (1ª. terapéutica) por razones tecnológicas y de
mercado, así como propiciar los mecanismos que devuelvan a la sociedad el
dinamismo, la creatividad, la iniciativa y los incentivos de competencia (2ª.
terapéutica), pero con la idea de que el Gobierno y el Estado deben representar
un fuerte papel en el crecimiento económico, donde las inversiones públicas no
son temas políticos controvertidos ni la privatización se ha generalizado al
ritmo y extensión que en Gran Bretaña con el Thatcherismo, y dentro del cual se
considera a los programas de bienestar social como parte integrante y necesaria
del sistema económico. Como muestra tenemos el caso de la “Airbus Industries”, fabricante de aviones civiles propiedad de los Estados Francés, Alemán,
Español y… Británico (mal que le haya pesado entonces a la Thatcher). Pues bien, esa
Empresa Estatal se la concibió para quebrar el monopolio que ostentaban
los norteamericanos, y desde 1986
a Enero de 2001, fecha en que se privatizó –pero con
participación accionaria de los Estados– porque los Gobiernos la consideraron
ya suficientemente fuerte competitivamente, había capturado el 40% del mercado
e iba en aumento; siendo ahora la más sólida y próspera… mas para ello necesitó veintiséis mil millones de dólares
de inversiones Estatales y un mercado cautivo en forma de líneas aéreas de
propiedad oficial. Esta es la filosofía económica del “Estado Servidor del
Hombre Libre” cuyo programa contempla la intervención estatal cuando la
iniciativa privada no tiene suficiente fuerza ni capital, pero cesa cuando ésta
ha crecido lo suficiente para valerse por sí misma. Y los ejemplos abundan : en
la economía de España, que fue la
que creció más rápidamente en Europa en la década de los ’80, el 50% del PNB fue producido por Empresas
de propiedad oficial (“Financial Times”: “España”; 15 de Marzo de 1991, p.4
y “The Economist”: 20 de Marzo de 1991, p. 14) hasta que, luego, 20 años de
Neoliberalismo la dejaron en el lamentable estado en que hoy se halla. Y en Francia e Italia llegaba a casi el 35%, hasta que, también, los Gobiernos
Neoliberales de Chirac y Berlusconi los pusieron en los aprietos que hoy
sufren. Y el Estado Alemán, tanto el
Federal como los Landers, “posee más
acciones en más industrias (líneas aéreas, autos, acero, productos químicos,
energía eléctrica, transporte) que cualquier país no comunista del mundo” (Lester
Thurow: “Head to Head”: William
Morrow & Company Inc., 1992. Thurow era Decano y Peofesor de Economía de la
“Sloan Business School” del Instituto Tecnológico de Massachussets).
Otra característica europea es que
las privatizaciones se han dirigido hacia
aquellas empresas del mercado competitivo y no –como aquí en Paraguay pretendieron– a los “monopolios naturales” ni
a los “servicios públicos”. En Francia, por ej., la Ley de privatizaciones de 1986
del Gobierno neoliberal de Jacques Chirac (que ganó las elecciones legislativas
y tuvo que ser nombrado Primer Ministro por Miterrand) ni siquiera contempló
“…la privatización de la
Empresa de Electricidad de Francia (EDF) ni la de Gas (GDF)
porque se trataban de monopolios públicos que están encargados de brindar un
servicio público; y sobre todo porque la administración de esas dos grandes
empresas nacionales son modelo de gestión…”(Raymond Barre, ex Primer Ministro de Francia y ex Vice-Pte. de la Comunidad Económica
Europea: “Privatización en Francia”; Fundación
de Estudios Contemporáneos, Baires, 1988). Además, en Francia, el Consejo Constitucional, que se ocupa
del cumplimiento de la
Constitución, también se encarga de que se respeten criterios
objetivos para la privatización de empresas, y la Constitución Francesa dice que “cuando hay una situación de monopolio, o bien cuando hay atención de
un servicio público, la nacionalización puede ser considerada como una buena
respuesta para el interés general”. Así es como en Francia, en la lista de
privatizaciones anexada a la Ley
de 1986, solamente estuvieron las empresas pertenecientes, sin excepción, al
sector competitivo.
Aún en Gran Bretaña, donde la privatización ha llegado más lejos, durante
la era Thatcher, ya pronto empezaron las protestas por el costo social, los
Conservadores sufrieron derrota tras derrota, Margaret Thatcher estuvo
liquidada a los 10 años de su mandato debiendo renunciar, y en las siguientes
elecciones su Partido sufrió la derrota más catastrófica del Siglo XX. Y según
un despacho de la AFP
desde Londres, “…a 10 años de iniciado el proceso con la venta de “Britsh Telecom” los accionistas
reciben pingües beneficios, pero los consumidores siguen esperando los efectos
benéficos de una competencia que apenas se vislumbra” y “según cifras Gubernamentales, el precio de las comunicaciones
telefónicas en Gran Bretaña sigue siendo uno de los más caros de Europa” (ABC
Color, Miércoles 2 de Marzo/1994).
E
inclusive Sir Alan Walters, ex
Asesor Económico personal de la Primera
Ministra Thatcher y Profesor de Economía de la “Universidad Johns Hopkins”, reconoció
entonces que “hay una importante diferencia analítica entre las empresas que
son inherentemente competitivas y las que pueden ser clasificadas como
monopolios, particularmente las llamadas monopolios
naturales”; y explica que “hay que proteger al público contra la
explotación” de un monopolio natural que haya pasado a manos privadas, y
sugiere medidas de regulación gubernamental para evitar que, convertido en
monopolio privado, “…ejerza su poder para restringir la producción y aumentar
sus utilidades” así como “evitar las típicas pérdidas de empresas de servicios
públicos de propiedad privada que se observa en los Estados Unidos”. Y al fin,
¡oh paradoja!, se tuvo que montar un inmenso sistema burocrático-administrativo
“para controlar las industrias actualmente privatizadas”; como por ej., en el
caso de la citada “British Telecom”, una dependencia del Gobierno controlaba
que la BT
“…durante un periodo de cinco años elevara el precio de las llamadas locales en
no más del índice de precios menos 3%; y “por encima de esto había una Oficina General de Telecomunicaciones del
Gobierno, encargada de promover la competencia y detectar los abusos. La Oficina de
Telecomunicaciones también está
encargada de velar por que British Telecom cumpla con su responsabilidad local
de proveer cabinas telefónicas y servicios de emergencia en las zonas rurales”.
¿En qué quedamos? Y, a pesar de todo, Sir Alan se lamenta porque
“…Deseábamos evitar a toda costa el inmenso costo burocrático y los prolongados
procedimientos legales. No obstante, en
la práctica los monopolios privados se las han arreglado para conservar parte
de la protección general de que gozaban cuando eran empresas de propiedad
estatal (!!). Esto se debe a que, para hacer avanzar el proceso de
privatización, se nombraron Ejecutivos
poderosos y éstos extrajeron del
Gobierno la promesa de cierta protección
transitoria contra la competencia”. No tan transitoria, agregamos nosotros,
porque todavía sigue, allí y en todas partes. Y Sir Alan concluye: “Por
comprensible que sea, esto es
lamentable”. (“Privatización. Experiencias Mundiales”; Ediciones “El
Cronista Comercial. Bs. Aires, 1988).
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