jueves, 5 de diciembre de 2013

LAS CLAVES DEL DESARROLLO




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                       PRIVATIZACIONES EN EL MUNDO:
                       UN ESTUDIO COMPARATIVO.

               Nos decía ha poco un Politólogo amigo nuestro, que, tanto el Socialismo Marxista como el Liberalismo, en el fondo convergen sobre un propósito común: la desaparición del Estado. Unos pretenden lograrlo por la supresión de las clases sociales por medio del Estado omnívoro, totalitario, y los otros por el debilitamiento cada vez más acentuado del Estado subsidiario hasta llegar a “la privatización del Estado” como lo proclaman abiertamente en la actualidad los más avanzados ideólogos neoliberales. No hay que olvidar que, desde sus inicios, tanto el Marxismo como el Liberalismo han considerado al Estado como un “mal necesario” y este es uno de los puntos fundamentales de divergencias con la ideología Republicana Nacionalista que considera necesario y benéfico al Estado como “servidor del hombre libre”.
                 Con el derrumbe del “Socialismo Real” de la Unión Soviética y las “Democracias Populares” de Europa Oriental –que en vez de “socialismo” debiera denominarse “Colectivismo Burocrático” según la acertada y premonitoria prospección analítica de León Trotsky y su discípulo Bruno Rizzi medio siglo antes de su desintegración (B. Rizzi: “La Bureaucratisation du Monde”; París, 1939)– y la crisis del “Estado de Bienestar”, el Neoliberalismo, que busca corresponder a los nuevos patrones de acumulación de las nuevas formas capitalistas de la revolución científico-tecnológica, se ha lanzado a una ofensiva integral tratando de conquistar la mente de los pueblos para un proyecto de Estado Subsidiario en apariencia anacrónicamente decimonónico pero que obviamente tiene sus grandes diferencias. Y las diferencias no se refieren solo a su substancia sino a su aplicación en el primer mundo y cómo pretenden aplicarlo a nosotros.
               El éxito del Keynesianismo, del modelo Socialdemócrata Sueco, y aún el impresionante crecimiento industrial y científico de la Unión Soviética hasta principios de la década del ’70, demuestran que la planificación, intervención, con la abundante ingerencia del Estado como productor, es harto más fácil y aun necesaria en un estadio en que la economía de un país es más simple, menos desarrollada, pero a medida que la economía se torna mas compleja y debe ingresar en esa gran mutación que significa la “Revolución-Científico-Tecnológica”, conducen a un derroche cada vez mayor por la disminución del espíritu competitivo, el crecimiento burocrático y el estancamiento de la productividad.
               Por eso, tratar de mantener intacto el sistema Empresarial-Estatal que resultó eficaz para el despegue y las prioridades sociales de una economía más simple, resultará imposible en el marco de una economía alta o medianamente desarrollada y por ende compleja, pues habría que reemplazar en escala nacional todo el sistema burocrático-administrativo por un sistema gerencial-empresarial capaz de procesar con rapidez toda la información de mercado necesaria para alcanzar a tomar decisiones eficaces.
               Pero, ¿en qué estadio se encuentran Latinoamérica en general y nuestro Paraguay en particular? ¿Es posible ya entrar en un sistema de privatización acelerada fomentando a la vez la diversificación de empresas y las reglas claras de competencia? ¿Hasta qué punto el Estado puede priorizar los beneficios y la eficiencia a costa de los sectores populares? Estas preguntas las formulamos porque pensamos que cuando hablamos de una Empresa Estatal –cuyos beneficios deben ser propiedad de todos los ciudadanos– implica una confusión arbitraria identificar la producción por la ganancia con la ganancia como indicador de la eficiencia de la administración. En tal Empresa la ganancia realizada sobre la base de los precios y salarios es solo uno de los índices de la calidad de su administración, ya que la actividad de la Empresa –su producción e inversiones– está determinada por las prioridades sociales que planifique el Gobierno. Así. Por ejemplo, si solamente se hubiese tenido en cuenta la “ganancia” de la ANDE, CORPOSANA y ANTELCO, hubiera sido imposible la electrificación de las zonas rurales del país y muy pocos sectores urbanos habrían podido disfrutar de agua potable, y más pocos aún disponer de un teléfono.
               En un país subdesarrollado, donde la pobreza roza los extremos, ciertas Empresas que subsidien el avance social, aún a costa de minimizar sus ganancias, siguen siendo –para nuestra concepción republicana y antiliberal –imprescindibles, debiéndose cuidar en una etapa de “despegue” que no arrojen pérdidas, ya fuere por exceso de proteccionismo o por corrupción. Si algo prueban las tendencias actuales, es que solamente estableciendo las distinciones necesarias y realizando el análisis preliminar que éstas implican, puede evitarse el doble peligro: derroche y estancamiento por un lado, o restablecer meramente la ganancia a ultranza como objetivo de la producción sin importar los costos sociales.
               Pero la discusión sobre el Papel del Estado no se agota simplemente en la cuestión de si debe privatizar o no sus empresas y abandonar definitivamente su rol productor y regulador. El papel rector de la dirección económica y social también está sobre el tapete. Y, al respecto, el análisis de la función del Gobierno en el impresionante progreso de naciones como Alemania, Suecia y los países nórdicos; y de Japón, Taiwán, Corea, entre otros, a partir de la 2ª. Gran Guerra –y ahora China– es importante ampliarlo para nuestro tema y es lo que haremos en el próximo Capítulo.




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  PRIVATIZACIONES EN EL PRIMER Y EL TERCER MUNDO:
                                   EL ROL DEL ESTADO.

               En Julio de 1989, el International Center for Economic Growth (Centro Internacional para el Desarrollo Económico) y el Banco de la República de Colombia patrocinaron una conferencia sobre el tema de cómo estimular el crecimiento y reducir la pobreza en los países en desarrollo. Para el efecto, en Paipa, Colombia, se reunieron economistas, expertos en Ciencias Políticas, y encargados de las políticas de una extraordinaria cantidad de países. Sus conclusiones, argumentos y deliberaciones mas estudios e investigaciones que siguieron en los dos años posteriores, fueron publicados en 1991 en el libro “La política y la formulación de las políticas en los países en desarrollo” (Gerald M. Meier: National Book Network; Lanham, Maryland, 1991) y distribuido en Latinoamérica por el Centro Internacional para el desarrollo Económico (CINDE) una Organización Neoliberal cuyas bases de operaciones se hallaban en California, Panamá y Chile.
               Entre los participantes se encontraban prestigiosas figuras como Pankah Tandon, Doctor en Economía por Harvard y Asociado del Programa de Empresa Pública de la Universidad de Boston. Thomas Tomich, Asociado del Instituto para el Desarrollo Internacional de Harvard. Ingo Vogelsang, autor del libro “Selling Public Enterprises: A Cost Benefit Methodology” (Vendiendo Empresas Públicas: una Metodología de Costo-Beneficio”). Guy P. Pfeffermann, Director del Dpto. de Economía y Asesor del Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial. Leroy P. Jones, Consultor del Banco Mundial y Director del “Programa de Economía y Administración de la Empresa Pública” de la Universidad de Boston. Merilee S. Grindle, quien se doctoró en el “Massachusetts Institute of Technology”; Experta en Ciencia Política del “Harvard Institute for International Development” y catedrática en la “Escuela Kennedy de Estudios Gubernamentales” en la Universidad de Harvard; había escrito extensamente sobre el análisis comparativo de la formulación de políticas, aplicación y administración pública en los países en desarrollo y era una de las principales investigadoras del “Instituto de Harvard” en el proyecto que intentaba mejorar los programas de ayuda para el desarrollo. John Toye, Director del “Instituto de Estudios del Desarrollo” de la Universidad de Sussex, Inglaterra; autor de “Dilemas of Development” y en ese entonces investigaba la repercusión de los préstamos del Banco Mundial para reformas de las políticas.
               Citamos la filiación ideológica de los organizadores y publicistas como prueba de imparcialidad hacia el “estatismo”, y los antecedentes de los principales autores del trabajo de marras para contrastar la calidad de su formación y autoridad científica frente a ciertos columnistas económicos incapaces de aprobar el primer curso de la Facultad de Ciencias Económicas pero que fungen de “Expertos en Desarrollo Económico” señalando al Gobierno y a la clase política cómo deben comportarse, cual Pantócrator bizantino admonitorio, o incurrir en sus iras e invectivas.
               ¿Y qué dijeron los expertos convocados a dicha conferencia? Puntualizaremos algunas conclusiones básicas en lo que atañe a nuestro tema:
1.    La mayoría de los economistas y científicos políticos participantes NO ERAN PARTIDARIOS DE UN ESTADO MÍNIMO. Expresaron que los teóricos que analizan la opción gubernamental y han abogado por una reducción del alcance del sector público “se han concentrado en los países más desarrollados” (op. cit. cap. 3) pero que “en el caso de los países menos desarrollados aún se pueden esgrimir argumentos convincentes en favor de la adopción de medidas adecuadas de políticas públicas destinadas a mejorar los resultados de las actividades de desarrollo” (ibídem).
2.    Si bien reconocían (como también nosotros) que el Estado excesivamente extenso es “un Estado negativo” sobre todo cuando el Gobierno “se torna más incoherente” y las políticas gubernamentales “distorsionan las interacciones económicas” con la regulación excesiva “orientada a promover la captación de rentas o el uso del Estado por intereses sectoriales específicos para obtener ingresos excedentes provenientes de las intervenciones del Gobierno a su favor”, sin embargo formulaban dudas con respecto “a la utilidad” de la nueva política económica Neoliberal “para los países en desarrollo”(sic).
3.    Indicaron que “pese a que la nueva economía política neoliberal ha sido útil para explicar las políticas económicamente irracionales…” “…los modelos de economía política adoptados de la experiencia de los

 Estados Unidos no son especialmente pertinentes para la mayoría de los países en desarrollo”.(op. cit. Cap. 3; p. 71), porque “mientras que en las democracias industriales
avanzadas la sociedad le anula la fuerza al Estado como entidad autónoma, y la demanda proveniente de la sociedad crea la oferta de políticas” en contraste “en los países en desarrollo el Estado tiende a dominar a la  sociedad civil, débil y fragmentada, y son las élites que formulan las políticas las que juegan un rol activo”.(Capítulo 2; pág. 31).
4. Y con respecto a la “privatización de las empresas públicas”, a la que le dedican todo un Capítulo extenso, ¿qué decían los expertos?. Utilizaron el siguiente método: identificaron a los ganadores y los perdedores en el proceso de privatización, evaluaron el relativo poder político de cada grupo y usaron esa información para explicar los resultados. Descubrieron que “durante el decenio de 1980, parecía como si las fronteras del Estado retrocedían prácticamente en todos los países del mundo. No obstante, una reflexión seria revela que en los países en desarrollo ha habido mucho más retórica sobre la privatización que resultados tangibles” (Cap. 8; p. 259); y llegaron a la conclusión, importantísima para nosotros, de que “…muchos de los factores que se aunaron en los países desarrollados para desencadenar una tendencia hacia la privatización están ausentes en los países en desarrollo”(ibídem).Y resumiendo esos factores señalaban: 1º) que el crecimiento económico tiende a conducir a mercados más competitivos en los cuales proliferan las empresas eficientes y el nivel de vida vuelve innecesario subsidiar el avance social. Esta situación estimula la privatización pero “durante los tres últimos decenios, el crecimiento económico de los países desarrollados ha sido mucho mayor que el de los países en desarrollo”(ibídem); 2º) que los países en desarrollo tienen mercados de capital poco evolucionados, lo que hace difícil el progreso de la privatización; 3º) que las empresas privadas no son dechados de eficiencia y perfección en los países en desarrollo, “…en consecuencia, aunque el bienestar bajo la conducción pública no es óptimo, lo mismo sucede bajo la conducción privada”(sic).
                        Y esto no lo dijeron estudiantes de economía fracasados ni “23 Senadores de la muerte, irresponsables, politiqueros, patrioteros, populistas, estatistas, conservadores, demagogos, electoralistas, oportunistas, revanchistas, maniobreros, olvidadizos, seccionaleros  y cavernarios…” ni tampoco el amigo Ing. Ricardo Canese “traicionado por su corazón ideológico, su odio político y por la amargura de no tener otra alternativa al sistema neoliberal capitalista después del fracaso socialista” (Pablo Herken en Diario Noticias: Domingo 10 de Abril y 14 de Agosto de 1994; p. 23 y 27).
















      
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PRIVATIZACIONES  EN  EUROPA.

            Indudablemente, existen diferencias entre el marco del desarrollo económico, el rol del Estado y la privatización, no solamente del primer tercer mundo, sino de los mismos Estados Europeos, entre Europa y Japón, y entre ellos y los “pequeños dragones asiáticos” que han emergido del subdesarrollo como Taiwán, Corea, Singapur, Hong Kong y etcéteras.
           En Europa, dentro del ámbito de la “revolución científico-tecnológica”, sus diversas economías nacionales no han sabido responder –al principio– a los nuevos desafíos con la misma rapidez y profundidad que sus competidoras más calificadas: la Japonesa y la Norteamericana, manifestándose una reducción notable de la tasa histórica de crecimiento y aumento importante de la desocupación –excepto en los Estados de “Socialismo Nórdico”: Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, además de Alemania– lo que trataron de remediarlo mediante dos terapéuticas principales, poniendo mayor acento en una de ellas según se aplicó el “Modelo Renano” germano-continental o el “Modelo Manchesteriano o de Chicago” angloamericano, que en el fondo responden a circunstancias históricas y a ideologías diferentes.
             El “Modelo Renano” –de la Economía Social de Mercado– busca profundizar la Unión Europea (1ª. terapéutica) por razones tecnológicas y de mercado, así como propiciar los mecanismos que devuelvan a la sociedad el dinamismo, la creatividad, la iniciativa y los incentivos de competencia (2ª. terapéutica), pero con la idea de que el Gobierno y el Estado deben representar un fuerte papel en el crecimiento económico, donde las inversiones públicas no son temas políticos controvertidos ni la privatización se ha generalizado al ritmo y extensión que en Gran Bretaña con el Thatcherismo, y dentro del cual se considera a los programas de bienestar social como parte integrante y necesaria del sistema económico. Como muestra tenemos el caso de la “Airbus Industries”, fabricante de aviones civiles propiedad de los Estados Francés, Alemán, Español y… Británico (mal que le haya pesado entonces a la Thatcher). Pues bien, esa Empresa Estatal se la concibió para quebrar el monopolio que ostentaban los norteamericanos, y desde 1986 a Enero de 2001, fecha en que se privatizó –pero con participación accionaria de los Estados– porque los Gobiernos la consideraron ya suficientemente fuerte competitivamente, había capturado el 40% del mercado e iba en aumento; siendo ahora la más sólida y próspera… mas para ello necesitó veintiséis mil millones de dólares de inversiones Estatales y un mercado cautivo en forma de líneas aéreas de propiedad oficial. Esta es la filosofía económica del “Estado Servidor del Hombre Libre” cuyo programa contempla la intervención estatal cuando la iniciativa privada no tiene suficiente fuerza ni capital, pero cesa cuando ésta ha crecido lo suficiente para valerse por sí misma. Y los ejemplos abundan : en la economía de España, que fue la que creció más rápidamente en Europa en la década de los ’80, el 50% del PNB fue producido por Empresas de propiedad oficial (“Financial Times”: “España”; 15 de Marzo de 1991, p.4 y “The Economist”: 20 de Marzo de 1991, p. 14) hasta que, luego, 20 años de Neoliberalismo la dejaron en el lamentable estado en que hoy se halla. Y en Francia e Italia llegaba a casi el 35%, hasta que, también, los Gobiernos Neoliberales de Chirac y Berlusconi los pusieron en los aprietos que hoy sufren. Y el Estado Alemán, tanto el Federal como los Landers, “posee más acciones en más industrias (líneas aéreas, autos, acero, productos químicos, energía eléctrica, transporte) que cualquier país no comunista del mundo” (Lester Thurow: “Head to Head”: William Morrow & Company Inc., 1992. Thurow era Decano y Peofesor de Economía de la “Sloan Business School” del Instituto Tecnológico de Massachussets).
             Otra característica europea es que las privatizaciones se han dirigido hacia aquellas empresas del mercado competitivo y no –como aquí en Paraguay pretendieron– a los “monopolios naturales” ni a los “servicios públicos”. En Francia, por ej., la Ley de privatizaciones de 1986 del Gobierno neoliberal de Jacques Chirac (que ganó las elecciones legislativas y tuvo que ser nombrado Primer Ministro por Miterrand) ni siquiera contempló “…la privatización de la Empresa de Electricidad de Francia (EDF) ni la de Gas (GDF) porque se trataban de monopolios públicos que están encargados de brindar un servicio público; y sobre todo porque la administración de esas dos grandes empresas nacionales son modelo de gestión…”(Raymond Barre, ex Primer Ministro de Francia y ex Vice-Pte. de la Comunidad Económica Europea: “Privatización en Francia”; Fundación de Estudios Contemporáneos, Baires, 1988). Además, en Francia, el Consejo Constitucional, que se ocupa del cumplimiento de la Constitución, también se encarga de que se respeten criterios objetivos para la privatización de empresas, y la Constitución Francesa dice que “cuando hay una situación de monopolio, o bien cuando hay atención de un servicio público, la nacionalización puede ser considerada como una buena respuesta para el interés general”. Así es como en Francia, en la lista de privatizaciones anexada a la Ley de 1986, solamente estuvieron las empresas pertenecientes, sin excepción, al sector competitivo.
             Aún en Gran Bretaña, donde la privatización ha llegado más lejos, durante la era Thatcher, ya pronto empezaron las protestas por el costo social, los Conservadores sufrieron derrota tras derrota, Margaret Thatcher estuvo liquidada a los 10 años de su mandato debiendo renunciar, y en las siguientes elecciones su Partido sufrió la derrota más catastrófica del Siglo XX. Y según un despacho de la AFP desde Londres, “…a 10 años de iniciado el proceso con la venta de “Britsh Telecom” los accionistas reciben pingües beneficios, pero los consumidores siguen esperando los efectos benéficos de una competencia que apenas se vislumbra” y “según cifras Gubernamentales, el precio de las comunicaciones telefónicas en Gran Bretaña sigue siendo uno de los más caros de Europa” (ABC Color, Miércoles 2 de Marzo/1994).
              E inclusive Sir Alan Walters, ex Asesor Económico personal de la Primera Ministra Thatcher y Profesor de Economía de la “Universidad Johns Hopkins”, reconoció entonces que “hay una importante diferencia analítica entre las empresas que son inherentemente competitivas y las que pueden ser clasificadas como monopolios, particularmente las llamadas monopolios naturales”; y explica que “hay que proteger al público contra la explotación” de un monopolio natural que haya pasado a manos privadas, y sugiere medidas de regulación gubernamental para evitar que, convertido en monopolio privado, “…ejerza su poder para restringir la producción y aumentar sus utilidades” así como “evitar las típicas pérdidas de empresas de servicios públicos de propiedad privada que se observa en los Estados Unidos”. Y al fin, ¡oh paradoja!, se tuvo que montar un inmenso sistema burocrático-administrativo “para controlar las industrias actualmente privatizadas”; como por ej., en el caso de la citada “British Telecom”, una dependencia del Gobierno controlaba que la BT “…durante un periodo de cinco años elevara el precio de las llamadas locales en no más del índice de precios menos 3%; y “por encima de esto había una Oficina General de Telecomunicaciones del Gobierno, encargada de promover la competencia y detectar los abusos. La Oficina de Telecomunicaciones también está encargada de velar por que British Telecom cumpla con su responsabilidad local de proveer cabinas telefónicas y servicios de emergencia en las zonas rurales”. ¿En qué quedamos? Y, a pesar de todo, Sir Alan se lamenta porque “…Deseábamos evitar a toda costa el inmenso costo burocrático y los prolongados procedimientos legales. No obstante, en la práctica los monopolios privados se las han arreglado para conservar parte de la protección general de que gozaban cuando eran empresas de propiedad estatal (!!). Esto se debe a que, para hacer avanzar el proceso de privatización, se nombraron Ejecutivos poderosos y éstos extrajeron del Gobierno la promesa de cierta protección transitoria contra la competencia”. No tan transitoria, agregamos nosotros, porque todavía sigue, allí y en todas partes. Y Sir Alan concluye: “Por comprensible que sea, esto es lamentable”. (“Privatización. Experiencias Mundiales”; Ediciones “El Cronista Comercial. Bs. Aires, 1988).


              



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