SUECIA, NEOLIBERALISMO,
Y LA SRA. RICHARDSON
Este pasado Domingo 14 de Septiembre se celebraron las
Elecciones Generales en Suecia, resultando en una contundente victoria de la
Socialdemocracia y sus aliados, que vuelve al Poder luego de 8 años de Gobierno
de la Derecha Neoliberal. Es interesante analizar lo que ha pasado con el
intento de los Neoliberales de desmantelar el “Estado de Bienestar” sueco,
porque así también sucedió en Latinoamérica a partir de la década de los años
’80 y en el Paraguay desde 1990, consiguiéndoselo a medias en el Gobierno “Wasmosy-Seifart”
con resultados desastrosos. Por eso lo relacionamos con la Sra. Ruth
Richardson, Ministra de Finanzas, entonces, de Nueva Zelanda, que vino a darnos
“lecciones” sobre las “bondades” de la receta neoliberal en el año 2000, y lo
que se obtuvo con ello en aquellas latitudes.
A mediados
de la década de los 80's, el asesor de la Patronal Sueca Patrik Engellau escribía
en un famoso memorándum: “Necesitamos una nueva interpretación
de la realidad que haga que las cosas encajen en su lugar, porque el fundamento
más sutil del Poder es el control de los conceptos y de la percepción de dicha
realidad. La dominación ideológica es más segura que la ejercida con la
ayuda de los tanques de guerra y las bayonetas. Aquel que obtenga la
superioridad sobre la manera de interpretar
la realidad, tendrá el Poder”.
Cincuenta años antes, a inicios de la década de los 30's Jarl Hjalmarsson, uno
de los fundadores del Partido Moderado (Conservador), escribía que el pensamiento de la
Derecha debería “desgastar la
ideología democrática y reemplazarla por sus propios conceptos positivos”. Hoy la empresa ha sido completada
con inusitada maestría con el deterioro del modelo
social sueco. A partir de la
llegada al Poder de la Alianza de Partidos de Centro-Derecha en 2006, el
fructífero Modelo Social que ha caracterizado al Gobierno de Suecia desde la
década de 1930 está atravesando una crisis, provocada por privatizaciones, quitas
en el salario de desempleo, disminución de la protección social, aumento del
paro, inflación, y cambios en la política interna y externa.
El histórico Partido
Socialdemócrata Sueco, que gobernó el país desde 1932 hasta 2006, solamente
interrumpido por un período de nueve años, fue el que forjó el mentado Modelo Social
que mantenía altas tasas impositivas, pero aseguraba una justa redistribución
destinada rigurosamente a los sectores de salud, empleo, educación y en los
últimos años medio ambiente.
El Gobierno ahora derrotado, conformado por una sociedad de Partidos de
Centro-Derecha denominada Alianza por Suecia, estuvo cumpliendo sus promesas de
campaña electoral, que consistían en disminuir los impuestos. Sin embargo, la
tasa que redujo en su primer año de gobierno ha sido el impuesto a la riqueza,
que había sido creado por los socialdemócratas en 1947.
Las peligrosas privatizaciones llevadas a
cabo por el actual gobierno saliente, que incluyen los sectores de Telecomunicaciones, Grupos Bancarios, Operadores Financieros, y Compañías Inmobiliarias, ponen en
riesgo el control Estatal sobre aspectos clave de la sociedad sueca, que antes
estaban protegidos.
La compra por grupos privados de la Empresa de Telecomunicaciones “Telia Sonera” puede poner en peligro la seguridad del país, ya que las redes de
cobre y fibra óptica se extienden a unidades secretas de áreas de defensa y las
intercomunican, según advirtió el Ministerio de Defensa.
El anunciado recorte del gasto público produjo una reducción en la
calidad de los servicios y un aumento de los precios. La inflación es una
preocupación creciente, ya que en un año se duplicó: hoy
se sitúa en el 2,5 % anual, muy alta
para Suecia.
La “Reforma del Mercado Laboral” consistió en disminuir las
retenciones a los empleados, que son destinadas a pagar el subsidio de desempleo.
Al reducirse aquéllas el Gobierno se vio obligado a otorgar menores salarios a
los desocupados. Desde fines de 2011, el 40% de los cesantes no reciben indemnizaciones.
Debilitando al Estado:
Los repentinos cambios
introducidos por el Gobierno de Centro-Derecha
pudieron producir una conmoción en el modelo de “Estado de Bienestar”
sueco. Las modificaciones coincidieron con las políticas de los Gobiernos Neoliberales
que aspiran a reducir la participación del Estado en asistencias sociales y la
planificación de la economía; y en
promover el libre mercado y la reducción de las tasas a los grandes grupos
económicos. Por su parte el Bloque Progresista ha mantenido
durante la campaña electoral el clásico perfil de paladín de la redistribución
de la riqueza, ha acusado al Gobierno de agudizar las distancias sociales, el
desempleo del 8%, mucho más alto que el 2% de antes, y que afecta a más del 20%
de los jóvenes de 18 a 25 años; ha prometido
volver a introducir el “Impuesto Patrimonial”, ventajas fiscales a los Trabajadores
y ha rechazado privatizaciones. Todo hacía prever que
el deterioro de las políticas sociales favorecido por la Alianza por Suecia
propiciaría el retorno al poder de los Socialdemócratas en unas elecciones en
las cuales se cruzaron las ideas sobre ambos modelos antagónicos. Ahora habría que
analizar en qué circunstancias asumirá el Gobierno y en qué medida es posible
revertir los cambios introducidos por el –hasta el domingo– Partido gobernante
que han erosionado los avances sociales que le dieron prestigio al modelo
social sueco.
La distribución de la renta en Suecia iba
por el camino británico “thatcherista”. Tras una serie de recortes de impuestos
a las rentas altas (del 84% al 57%) y al gasto publico (del 67% del PIB
al 49%) desde el 2006, la desigualdad se ha disparado aunque, eso sí,
desde una base muy baja. “Antes éramos todos iguales, las mismas
escuelas, los mismos centros de salud; ahora no puedo invitar a mis
viejos amigos a la misma cena porque algunos hablan de su apartamento en
Manhattan y otros preguntan si les puedo dejar 1000 coronas hasta
el fin de mes”, dijo la periodista Ekis Ekman. Pero, a juzgar por los resultados, Suecia ya empieza a
rechazar su nuevo modelo. Los Socialdemócratas volvieron a ser el
Partido mas votado y como todos los expertos previeron, el Partido Moderado perdió
las Elecciones Generales de Septiembre. “La gente se ha dado cuenta de
que los Ferrocarriles necesitan infraestructura y que la Educación no es
un negocio –me dijo el sociólogo Lars Trägårdh– la gente no quiere Empresas
con ánimo de lucro en estos servicios pero sigue queriendo la opción de
elegir en enseñanza y sanidad. Estamos buscando un nuevo equilibrio entre
lo privado y lo público”. (Andy Robinson: “El noir Nórdico
y el salvaje asesinato del Modelo Sueco”; La Vanguardia; España, 22/05/14).
Dada la limitada extensión de este
ensayo, trataremos de realizar una muy somera descripción del “modelo Sueco” que se intentó
desmantelar, y que, sugestivamente,
la tilinguería de nuestros bien pagados pseudo-especialistas económicos
neoliberales ignoraba olímpicamente mientras nos describían todos los
“milagros” económicos Neoliberales habidos y por haber; “milagros”, en realidad, pero al revés, pues han logrado que un
continente pobre (Latinoamérica) se haya vuelto aún más pobre donde
“…el salario real disminuyó un 20 por ciento y se estima que la recuperación
del nivel que tenía a principios de los ochenta llevará muchos años. Según los
datos de la CEPAL, en 1980 había unos 130 millones de latinoamericanos en la
pobreza mientras que diez años después, la cifra se elevó a cerca de 200
millones; la participación relativa del valor de las exportaciones en el
comercio mundial era de un 12% hace 40 años y en los ’90 se situó en torno al 4%
(¡¡) y por si esto fuera poco, los expertos de la CEPAL señalaron que los
países latinoamericanos mostraron un decrecimiento importante de su
productividad en la década pasada y una tendencia al estancamiento” (Federico Narváez: “La inserción del
Paraguay en el Nuevo Orden Mundial”; Instituto
para la Nueva República; publicación de distribución dirigida, Asunción,
Septiembre de 1993).
SUECIA,
país de un desarrollo capitalista tardío, muy atrasado hasta el primer
tercio del siglo XX, poco poblado y de no demasiados recursos naturales
explotados hasta entonces, cuya renta per cápita a comienzos de ese siglo era
menor que la de la Argentina, hoy, gracias a la “Política de Mercado de Trabajo
Activo”, posee una renta anual per cápita de mas de 30.000 dólares (15 veces la
de la Argentina), una muy baja tasa de desempleo que oscilaba (antes de las
reformas neoliberales) en el 2% y una tasa de inflación históricamente baja que
cuando estuvo más alta para el nivel sueco (en 1992, también con un Gobierno de
Centro-Derecha) fue de menos del 5% anual.
La historia comenzó en 1932 cuando el “Partido Socialista Obrero Sueco” obtuvo la mayoría, y el timón del Gobierno quedó en manos de Per Alvin Hansson, desde 1932 hasta
1946 en que murió de un síncope mientras viajaba en tranvía desde su casa a la
residencia del Gobierno. Un gran hombre en todos los sentidos. Y el Sistema
Sueco –diseñado por otro gran hombre:
Tage Erlander– es precisamente el
del “Estado Servidor del Hombre Libre” del Nacionalismo Republicano: el Estado regulador, planificador,
ordenador de los objetivos políticos con los económicos, donde el 90% de la
producción está en manos de Empresas Privadas (pero con participación de los
trabajadores), pero también donde la
totalidad de los “monopolios naturales” y de los “Servicios de Interés Público”, como el Gas, la Electricidad,
Salud, Educación, Comunicaciones, Radio y Televisión y Ferrocarriles, son del Estado o de las Municipalidades. Y en Suecia se ha logrado el gran y veloz
desarrollo económico pero en Democracia y con Justicia Social. Para ello han
sido fundamentales las Políticas de “Asistencia Social”; de “Salarios
Solidarios” que pone tope a la gran disparidad de remuneraciones (el Salario Máximo no puede exceder en
10 veces al Mínimo), y de “Impuestos
a la Renta Personal” bastante altos según crece la renta, entre otras, que
regula la distribución, donde, para poner un ejemplo, la Manufactura y la
Minería siguen en manos privadas y Empresas Mixtas pero en términos de
contribución nominal aportan el 40% y hasta el 60% de sus utilidades (“Democracia, desarrollo y equidad”: José
Goñi Editor; Ed. Nueva Sociedad, Caracas, 1990). Hasta el presente siglo XXI
tal sistema y cifras se mantienen sin sobresaltos pese a los ocho años de
intento Neoliberal.
Y para rematar veamos lo que dijo el
americano Michael E. Porter, economista
Liberal, Profesor de la “Facultad de
Administración de Empresas de Harvard” y ex Miembro de la Comisión Presidencial
Norteamericana sobre “Competitividad Industrial”, en su voluminoso libro de
1.025 páginas –que los críticos han considerado “el más acabado estudio del
Capitalismo Occidental desde Carlos Marx”– “La
Ventaja Competitiva de las Naciones”(Javier Vergara Editor, Bs. Aires,
1991): “Para ser una nación pequeña,
Suecia es la sede central de un sorprendente número de grandes Empresas de
proyección mundial… La economía sueca ha soportado un nivel de vida muy alto y
ha financiado una enorme inversión en Bienestar Social Público, aspecto por el
que Suecia goza de bien merecida fama… Un creciente empleo en el Sector
Público ha sido esencial para mantener la baja tasa sueca de desempleo…
A pesar de todo, el sorprendente número de Compañías de auténtica proyección
mundial y las sostenidas posiciones en sectores importantes hacen que el “caso
Sueco” ofrezca unas revelaciones tan importantes como profundas sobre la
ventaja competitiva nacional” (Op. cit. pp. 430 a 458.).
Y el liberal Profesor de Harvard, que no
tiene nada de “cavernario-socialista-estatista” ni es un “Senador de la muerte”
movido por el “odio ideológico”, (como escribiera en 1994 Pablo Herken en el
“Diario Noticias”) continúa ilustrándonos con el “Modelo Sueco” que no ha
privatizado ninguna de sus Empresas de Servicio Público ni los Monopolios
Naturales y que, según el “análisis” de ciertos “expertos”, debería estar
sumido en el atraso y la pobreza, muy lejos del siglo XXI. Dice Michael Porter (Loco citato et passim):
“La posición sueca en sus principales agrupamientos es destacadamente estable.
Aunque se va debilitando lentamente en los sectores basados en las materias
primas, su posición en muchos otros
sectores se ha mantenido durante decenios. La
participación en las exportaciones mundiales ha aumentado significativamente
desde 1978, y en sectores tan dispares como los de papel kraft, automóviles,
aparatos para sordos y ortopédicos, y la maquinaria elevadora de carga…”. “Un
aspecto importante son las condiciones de los Recursos Humanos: Suecia tiene una extraña
estructura salarial; en su Sistema de los “Salarios Solidarios” las diferencias salariales se encuentran entre
las más bajas del mundo. Esta forma de igualitarismo también se refleja en
que los Directivos tienen unos salarios relativamente reducidos (así como en
unos impuestos personales extremadamente altos y progresivos)”. Y Porter,que como buen Liberalnorteamericano
es extremadamente crítico
del sistema sueco, no puede aceptar buenamente ninguna disminución de la
desigualdad: “…El igualitarismo Sueco” –escribe– “daña la demanda de nuevos y
nacientes productos y servicios, muchos de los cuales empiezan como lujos”.
Porque ¡horror! “…El consumo ostentoso
es un tabú en Suecia”.
Y termina dándonos otros datos sobre el “Estatismo Sueco”, que, según nuestros
sesudos analistas neoliberales paraguayos (como Herken, Víctor Pavón, Jaegli y
cía.), deberían haber puesto a Suecia a la altura de Ruanda. “…Sin embargo, más importante es, para toda una serie de
sectores, el enorme Sector Público sueco
que da trabajo al 31% de la masa laboral. Monopolios Gubernativos controlan
la prestación de servicios sanitarios, de guardería infantil, y muchos otros.
El gran Sector Público también
implica que el Gobierno es un importante comprador de muchos productos”. “Las Empresas de Propiedad Estatal representan el 8% del empleo industrial
sueco y el 9% del total de las exportaciones, y operan en sectores como el
de la Minería, la Pasta de Papel, el Acero, los Productos Forestales, la
Construcción Naval y el Transporte Marítimo”(Ibídem).
Y veinte años después continuaba igual y mejorando hasta la irrupción de la
Centro-Derecha Neoliberal.
¿Porqué nuestros políticos y economistas
y columnistas neoliberales nos llenaron sus espacios, hasta la saciedad, con
los modelos de la Inglaterra Thatcherista (ya perimido) y se olvidan, aún hoy,
del Modelo Sueco que también es el de un
país super adelantado y desarrollado del Primer Mundo? Y porqué nos recuerdan
constantemente a Chile, Perú –y en su
momento la Argentina de Menem– pero soslayan a Japón, Corea, Taiwán y ni
mencionan el colapso abrupto del Neoliberalismo Venezolano y su consecuencia?
Parafraseando al Quijote: “Cosas veredes, Sancho, que non crederes…”.
Y como colofón para nuestros “analistas”
que desean liberalizarlo todo, tenemos la experiencia de Nueva Zelanda, país rico, con mercados sólidos, que practicó el
nivel más alto de liberalización económica que se registrara en el mundo
desarrollado durante toda la década de 1980, y tuvo en el lapso que media hasta
1991 –en que tuvo que rever su política–
un nivel de crecimiento CERO, además de monstruoso desempleo (“New Zealand,
Return to Rogernomics”: “The Economist”,
p. 79; 23 de Marzo de 1991). Y, sin embargo, los Neoliberales mienten
descaradamente al respecto, como lo hizo hace catorce años, la ex–Ministra de
Finanzas de ese período, la Sra. Richardson, durante una conferencia en el
Banco Central del Paraguay.
Es saludable detenernos en la tan
publicitada visita que la Sra. Ruth
Richardson nos hiciera en Mayo del 2000, pues vino a darnos lecciones de
privatización y desarrollo con la soberbia típica de los Anglosajones cuando se
dirigen a los “nativos subdesarrollados”. Y es necesario porque entonces nadie
fue capaz de enmendarle la plana sobre algunas cosas, pues esta buena Señora
vino a mostrarnos solamente una cara de la moneda, la cara idílica,
paradisíaca, y nosotros queremos mostrar el reverso, pues Nueva Zelanda distaba mucho de ser el paraíso que la Richardson
quiso hacernos creer y además por sus características no constituye
precisamente el ejemplo más concluyente para nuestra situación.
Para empezar debemos tener en cuenta que
cuando se inició la política de reformas neoliberales, Nueva Zelanda no era un país subdesarrollado y con
graves problemas estructurales como el Paraguay. Al igual que todas las
naciones colonizadas por anglosajones, Nueva Zelanda estaba ya en el “Primer
Mundo” con un nivel de vida comparable al de Australia. Ni siquiera tenía
prácticamente desocupación pues era mínima; su exportación de productos
primarios estaba asegurada en el mercado de la “madre Patria” ya que era
reconocida como “la huerta de la Gran Bretaña”. Y tampoco había corrupción en
la Administración Pública. Y todos sabemos que las recetas neoliberales
funcionan hasta cierto grado en sociedades que tienen mercados competitivos en
los cuales proliferan las Empresas eficientes, y cuyo alto nivel de vida vuelve
innecesario subsidiar el avance social, cosa que no se da en los países
periféricos. Incluso podemos agregar que en las sociedades desarrolladas los actores sociales –como los Sindicatos y
los Consumidores– tienen mucha fuerza y están en condiciones de controlar mejor
a los Poderes Públicos.
Por eso queremos contarles a los amables
lectores algunas cosas de las Reformas
de Nueva Zelanda que “olvidó” relatarnos la Sra. Richardson: Así, debemos
tener presente que Nueva Zelanda, desde 1984, puso en marcha “el Programa de
Reforma Económica más extenso emprendido por cualquier país de la Organización y Cooperación para el
Desarrollo Económico (OCDE) en
las últimas décadas” según los economistas de la OCDE y el BANCO MUNDIAL Isabelle Joumard y Helmut Reisen, quienes llegaron a la conclusión de que el experimento fue un fracaso total. Al
comparar dos períodos de siete años: el de 1977/1984 anterior a la reforma, con
el de 1984/1991 inmediatamente posterior, los economistas de la OCDE
constataron un descenso de las contribuciones del sector industrial
(manufacturero, minero, agrícola) al Producto Bruto Interno (PBI), así como de
su participación en las exportaciones de la OCDE. Según ambos economistas, las
reformas causaron graves perjuicios estructurales como, por ejemplo, que las
exportaciones industriales hubieran podido ser un 20% superiores. Y no
olvidemos que esa fue la época en que la Sra. Richardson fue Ministra de
Finanzas.
Más impresionante es lo que nos cuenta
el economista Neozelandés Tom Hazeldine,
especialista en “Comercio Internacional” del Banco Mundial, quien estudió lo que él llama el “Golpe de los radicales
del mercado” desde 1984 hasta 1993. El cómputo del desempleo, antes
prácticamente inexistente, alcanzó el 14,5 por ciento, el mayor de la OCDE
después de España. Rápidamente se creó una enorme deuda de once mil millones
de dólares. Casi no hubo crecimiento económico, y el pequeño incremento de
la productividad se debió principalmente al descenso del empleo. La creación de
nuevas empresas no compensó el cierre de muchas otras, de manera que la tasa de
creación de empresas prósperas disminuyó. El
gasto del Gobierno aumentó en forma espectacular del 30 al 49 por ciento
del PIB. Hazeldine reveló que “la participación del PIB absorbida por el sector
financiero y de servicios comerciales que ‘hacen el mercado’ prácticamente se
duplicó, porque como sabemos una de las
características del Neoliberalismo es la concentración del capital en el sector
financiero y la especulación, llevando la riqueza a muy pocas manos, no
pudiéndose detectar otra ventaja que compense, salvo los habituales beneficios
para los ricos del país y del extranjero”. Así, al respecto,
es dable destacar lo que escribió el Politólogo también Neozelandés, Scott Burchill en su obra “Escenas de la vida de Mercado:
Neoliberalismo en Australia y Nueva Zelanda”, editado por la Universidad de Tasmania en 1993: “…la
época que siguió a la desregulación se pareció a los experimentos a gran escala
de un laboratorio químico en el que se hubiesen combinado elementos puros. Las
consecuencias de la aplicación de estos dogmas del monetarismo mercantilista
fueron las masivas transferencias de riqueza de pobres a ricos, el desempleo,
el ataque a los trabajadores, el descenso de las inversiones productivas, el
aumento de la pobreza infantil y familiar, la creciente propiedad extranjera, y
la reducción real de la renta nacional; consecuencias similares a las que
se produjeron, en forma más cruel todavía, en los países del ‘tercer mundo’ que
eran bastantes más vulnerables. Con el seguimiento de los modelos dominantes en
los EE.UU. y Gran Bretaña, la plutocracia australiana y neozelandesa se embarcó
en una orgía de avidez y codicia de una magnitud nunca vista en ambos países”.
Y
para terminar, queremos hacer hincapié en el aspecto humano, el avance social,
la justa distribución de la renta nacional cuyo deterioro fomenta los aspectos
más negativos de la sociedad humana. Y el ya citado Economista del Banco
Mundial, Hazeldine, nos dice con
crudeza lo que pasó en Nueva Zelanda –que
nos quisieron poner de modelo– en una Conferencia inaugural del “Departamento
de Ciencias Económicas” de la Universidad
de Auckland, el 10 de Agosto de 1993, titulada “Hablando seriamente de
Nueva Zelanda”: “Los experimentos
monetaristas del mercado causaron un grave perjuicio a las cosas que
verdaderamente importan en la vida estrechamente relacionadas con la
situación económica: el amor y la
amistad, el trabajo y el ocio, la seguridad y la autonomía; la empatía y el
sentimiento de obligación y compasión que mantiene unidos a los neozelandeses
en una sociedad aceptable”.
Hazeldine concluyó que “el Gran Experimento produjo unos resultados desastrosos
en todo el país” y que “son el equivalente natural de la exaltación solamente
de los valores del mercado”.
Posteriormente
y luego de graves derrotas electorales del Partido de la Sra. Richardson –quien
durante el período de reformas se volvió bastante rica– se corrigieron muchas
cosas que mejoraron la situación, correcciones que –según lo confesó la misma
en el Programa de Humberto Rubín– “le
arrancaron muchas lágrimas”. Esos
correctivos a los cuales ella no se refirió y que son la “Corporatización” y
“Capitalización Proutista” de Empresas Públicas, hicieron más por Nueva Zelanda
que la Privatización lisa y llana. Pero eso será tema de otro artículo.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario