lunes, 15 de septiembre de 2014

SUECIA, NEOLIBERALISMO Y LA SRA.RICHARDSON

       SUECIA, NEOLIBERALISMO,
       Y LA SRA. RICHARDSON

       Este pasado Domingo 14 de Septiembre se celebraron las Elecciones Generales en Suecia, resultando en una contundente victoria de la Socialdemocracia y sus aliados, que vuelve al Poder luego de 8 años de Gobierno de la Derecha Neoliberal. Es interesante analizar lo que ha pasado con el intento de los Neoliberales de desmantelar el “Estado de Bienestar” sueco, porque así también sucedió en Latinoamérica a partir de la década de los años ’80 y en el Paraguay desde 1990, consiguiéndoselo a medias en el Gobierno “Wasmosy-Seifart” con resultados desastrosos. Por eso lo relacionamos con la Sra. Ruth Richardson, Ministra de Finanzas, entonces, de Nueva Zelanda, que vino a darnos “lecciones” sobre las “bondades” de la receta neoliberal en el año 2000, y lo que se obtuvo con ello en aquellas latitudes.
        A mediados de la década de los 80's, el asesor de la Patronal Sueca Patrik Engellau escribía en un famoso memorándum: Necesitamos una nueva interpretación de la realidad que haga que las cosas encajen en su lugar, porque el fundamento más sutil del Poder es el control de los conceptos y de la percepción de dicha realidad. La dominación ideológica es más segura que la ejercida con la ayuda de los tanques de guerra y las bayonetas. Aquel que obtenga la superioridad sobre la manera de interpretar  la realidad, tendrá el Poder”. Cincuenta años antes, a inicios de la década de los 30's Jarl Hjalmarsson, uno de los fundadores del Partido Moderado (Conservador), escribía que el pensamiento de la Derecha debería desgastar la ideología democrática y reemplazarla por sus propios conceptos positivos”. Hoy la empresa ha sido completada con inusitada maestría con el deterioro del modelo social sueco. A partir de la llegada al Poder de la Alianza de Partidos de Centro-Derecha en 2006, el fructífero Modelo Social que ha caracterizado al Gobierno de Suecia desde la década de 1930 está atravesando una crisis, provocada por privatizaciones, quitas en el salario de desempleo, disminución de la protección social, aumento del paro, inflación, y cambios en la política interna y externa.
      El histórico Partido Socialdemócrata Sueco, que gobernó el país desde 1932 hasta 2006, solamente interrumpido por un período de nueve años, fue el que forjó el mentado Modelo Social que mantenía altas tasas impositivas, pero aseguraba una justa redistribución destinada rigurosamente a los sectores de salud, empleo, educación y en los últimos años medio ambiente.
      El Gobierno ahora derrotado, conformado por una sociedad de Partidos de Centro-Derecha denominada Alianza por Suecia, estuvo cumpliendo sus promesas de campaña electoral, que consistían en disminuir los impuestos. Sin embargo, la tasa que redujo en su primer año de gobierno ha sido el impuesto a la riqueza, que había sido creado por los socialdemócratas en 1947.
      Las peligrosas privatizaciones llevadas a cabo por el actual gobierno saliente, que incluyen los sectores de Telecomunicaciones, Grupos Bancarios, Operadores Financieros, y Compañías Inmobiliarias, ponen en riesgo el control Estatal sobre aspectos clave de la sociedad sueca, que antes estaban protegidos.
     La compra por grupos privados de la Empresa de Telecomunicaciones Telia Sonera puede poner en peligro la seguridad del país, ya que las redes de cobre y fibra óptica se extienden a unidades secretas de áreas de defensa y las intercomunican, según advirtió el Ministerio de Defensa.
     El anunciado recorte del gasto público produjo una reducción en la calidad de los servicios y un aumento de los precios. La inflación es una preocupación creciente, ya que en un año se duplicó: hoy se sitúa en el 2,5 % anual, muy alta para Suecia.
     La Reforma del Mercado Laboral consistió en disminuir las retenciones a los empleados, que son destinadas a pagar el subsidio de desempleo. Al reducirse aquéllas el Gobierno se vio obligado a otorgar menores salarios a los desocupados. Desde fines de 2011, el 40% de los cesantes no reciben indemnizaciones.
        Debilitando al Estado:
        Los repentinos cambios introducidos por el Gobierno de Centro-Derecha pudieron producir una conmoción en el modelo de Estado de Bienestar sueco. Las modificaciones coincidieron con las políticas de los Gobiernos Neoliberales que aspiran a reducir la participación del Estado en asistencias sociales y la planificación de la economía; y en promover el libre mercado y la reducción de las tasas a los grandes grupos económicos. Por su parte el Bloque Progresista ha mantenido durante la campaña electoral el clásico perfil de paladín de la redistribución de la riqueza, ha acusado al Gobierno de agudizar las distancias sociales, el desempleo del 8%, mucho más alto que el 2% de antes, y que afecta a más del 20% de los jóvenes de 18 a 25 años; ha prometido volver a introducir el Impuesto Patrimonial”, ventajas fiscales a los Trabajadores y ha rechazado privatizaciones. Todo hacía prever que el deterioro de las políticas sociales favorecido por la Alianza por Suecia propiciaría el retorno al poder de los Socialdemócratas en unas elecciones en las cuales se cruzaron las ideas sobre ambos modelos antagónicos. Ahora habría que analizar en qué circunstancias asumirá el Gobierno y en qué medida es posible revertir los cambios introducidos por el –hasta el domingo– Partido gobernante que han erosionado los avances sociales que le dieron prestigio al modelo social sueco.
       La distribución de la renta en Suecia iba por el camino británico “thatcherista”. Tras una serie de recortes de impuestos a las  rentas altas (del 84% al 57%) y al gasto publico (del 67% del PIB al 49%) desde el 2006, la desigualdad se ha disparado aunque, eso sí,  desde una base muy baja. “Antes éramos todos iguales, las mismas escuelas, los  mismos centros de salud;  ahora no puedo invitar a mis viejos  amigos a la misma cena porque algunos hablan de su apartamento en Manhattan y  otros preguntan  si les puedo dejar 1000 coronas hasta el fin de mes”, dijo la periodista  Ekis Ekman. Pero, a  juzgar por los resultados, Suecia ya empieza a rechazar su nuevo modelo. Los  Socialdemócratas volvieron a ser el Partido mas votado y como todos los expertos previeron, el Partido Moderado perdió  las Elecciones Generales de Septiembre. “La gente se ha dado cuenta de que los Ferrocarriles necesitan infraestructura  y que la Educación no es un negocio –me dijo el sociólogo  Lars Trägårdh– la gente no quiere Empresas con ánimo  de lucro en estos servicios pero sigue queriendo la opción de elegir en enseñanza y sanidad. Estamos buscando un nuevo equilibrio entre lo privado y lo público”. (Andy Robinson:El noir Nórdico y el salvaje asesinato del Modelo Sueco; La Vanguardia; España, 22/05/14).               
        Dada la limitada extensión de este ensayo, trataremos de realizar una muy somera descripción del “modelo Sueco” que se intentó desmantelar, y que, sugestivamente, la tilinguería de nuestros bien pagados pseudo-especialistas económicos neoliberales ignoraba olímpicamente mientras nos describían todos los “milagros” económicos Neoliberales habidos y por haber; “milagros”, en realidad, pero al revés, pues han logrado que un continente pobre (Latinoamérica) se haya vuelto aún más pobre donde “…el salario real disminuyó un 20 por ciento y se estima que la recuperación del nivel que tenía a principios de los ochenta llevará muchos años. Según los datos de la CEPAL, en 1980 había unos 130 millones de latinoamericanos en la pobreza mientras que diez años después, la cifra se elevó a cerca de 200 millones; la participación relativa del valor de las exportaciones en el comercio mundial era de un 12% hace 40 años y en los ’90 se situó en torno al 4% (¡¡) y por si esto fuera poco, los expertos de la CEPAL señalaron que los países latinoamericanos mostraron un decrecimiento importante de su productividad en la década pasada y una tendencia al estancamiento” (Federico Narváez: “La inserción del Paraguay en el Nuevo Orden Mundial”; Instituto para la Nueva República; publicación de distribución dirigida, Asunción, Septiembre de 1993).
         SUECIA, país de un desarrollo capitalista tardío, muy atrasado hasta el primer tercio del siglo XX, poco poblado y de no demasiados recursos naturales explotados hasta entonces, cuya renta per cápita a comienzos de ese siglo era menor que la de la Argentina, hoy, gracias a la “Política de Mercado de Trabajo Activo”, posee una renta anual per cápita de mas de 30.000 dólares (15 veces la de la Argentina), una muy baja tasa de desempleo que oscilaba (antes de las reformas neoliberales) en el 2% y una tasa de inflación históricamente baja que cuando estuvo más alta para el nivel sueco (en 1992, también con un Gobierno de Centro-Derecha) fue de menos del 5% anual.
        La historia comenzó en 1932 cuando el “Partido Socialista Obrero Sueco” obtuvo la mayoría,  y el timón del Gobierno quedó en manos de Per Alvin Hansson, desde 1932 hasta 1946 en que murió de un síncope mientras viajaba en tranvía desde su casa a la residencia del Gobierno. Un gran hombre en todos los sentidos. Y el Sistema Sueco –diseñado por otro gran hombre: Tage Erlander– es precisamente el del “Estado Servidor del Hombre Libre” del Nacionalismo Republicano: el Estado regulador, planificador, ordenador de los objetivos políticos con los económicos, donde el 90% de la producción está en manos de Empresas Privadas (pero con participación de los trabajadores), pero también donde la totalidad de los “monopolios naturales” y de los “Servicios de Interés Público”, como el Gas, la Electricidad, Salud, Educación, Comunicaciones, Radio y Televisión y Ferrocarriles, son del Estado o de las Municipalidades. Y en Suecia se ha logrado el gran y veloz desarrollo económico pero en Democracia y con Justicia Social. Para ello han sido fundamentales las Políticas de “Asistencia Social”; de “Salarios Solidarios” que pone tope a la gran disparidad de remuneraciones (el Salario Máximo no puede exceder en 10 veces al Mínimo), y de “Impuestos a la Renta Personal” bastante altos según crece la renta, entre otras, que regula la distribución, donde, para poner un ejemplo, la Manufactura y la Minería siguen en manos privadas y Empresas Mixtas pero en términos de contribución nominal aportan el 40% y hasta el 60% de sus utilidades (“Democracia, desarrollo y equidad”: José Goñi Editor; Ed. Nueva Sociedad, Caracas, 1990). Hasta el presente siglo XXI tal sistema y cifras se mantienen sin sobresaltos pese a los ocho años de intento Neoliberal.
       Y para rematar veamos lo que dijo el americano Michael E. Porter, economista Liberal, Profesor de la Facultad de Administración de Empresas de Harvard” y ex Miembro de la Comisión Presidencial Norteamericana sobre “Competitividad Industrial”, en su voluminoso libro de 1.025 páginas –que los críticos han considerado “el más acabado estudio del Capitalismo Occidental desde Carlos Marx”– “La Ventaja Competitiva de las Naciones”(Javier Vergara Editor, Bs. Aires, 1991): “Para ser una nación pequeña, Suecia es la sede central de un sorprendente número de grandes Empresas de proyección mundial… La economía sueca ha soportado un nivel de vida muy alto y ha financiado una enorme inversión en Bienestar Social Público, aspecto por el que Suecia goza de bien merecida fama… Un creciente empleo en el Sector Público ha sido esencial para mantener la baja tasa sueca de desempleo… A pesar de todo, el sorprendente número de Compañías de auténtica proyección mundial y las sostenidas posiciones en sectores importantes hacen que el “caso Sueco” ofrezca unas revelaciones tan importantes como profundas sobre la ventaja competitiva nacional” (Op. cit. pp. 430 a 458.).
       Y el liberal Profesor de Harvard, que no tiene nada de “cavernario-socialista-estatista” ni es un “Senador de la muerte” movido por el “odio ideológico”, (como escribiera en 1994 Pablo Herken en el “Diario Noticias”) continúa ilustrándonos con el “Modelo Sueco” que no ha privatizado ninguna de sus Empresas de Servicio Público ni los Monopolios Naturales y que, según el “análisis” de ciertos “expertos”, debería estar sumido en el atraso y la pobreza, muy lejos del siglo XXI. Dice Michael Porter (Loco citato et passim): “La posición sueca en sus principales agrupamientos es destacadamente estable. Aunque se va debilitando lentamente en los sectores basados en las materias primas, su  posición en muchos otros sectores se ha mantenido durante decenios. La participación en las exportaciones mundiales ha aumentado significativamente desde 1978, y en sectores tan dispares como los de papel kraft, automóviles, aparatos para sordos y ortopédicos, y la maquinaria elevadora de carga…”. “Un aspecto importante son las condiciones de los Recursos Humanos: Suecia tiene una extraña estructura salarial; en su Sistema de los “Salarios Solidarios” las diferencias salariales se encuentran entre las más bajas del mundo. Esta forma de igualitarismo también se refleja en que los Directivos tienen unos salarios relativamente reducidos (así como en unos impuestos personales extremadamente altos y progresivos)”. Y Porter,que como buen Liberalnorteamericano es extremadamente              crítico del sistema sueco, no puede aceptar buenamente ninguna disminución de la desigualdad: “…El igualitarismo Sueco” –escribe– “daña la demanda de nuevos y nacientes productos y servicios, muchos de los cuales empiezan como lujos”. Porque ¡horror! “…El consumo ostentoso es un tabú en Suecia”.
       Y termina dándonos otros datos sobre el “Estatismo Sueco”, que, según nuestros sesudos analistas neoliberales paraguayos (como Herken, Víctor Pavón, Jaegli y cía.), deberían haber puesto a Suecia a la altura de Ruanda. “…Sin embargo, más importante es, para toda una serie de sectores, el enorme Sector Público sueco que da trabajo al 31% de la masa laboral. Monopolios Gubernativos controlan la prestación de servicios sanitarios, de guardería infantil, y muchos otros. El gran Sector Público también implica que el Gobierno es un importante comprador de muchos productos”. “Las Empresas de Propiedad Estatal representan el 8% del empleo industrial sueco y el 9% del total de las exportaciones, y operan en sectores como el de la Minería, la Pasta de Papel, el Acero, los Productos Forestales, la Construcción Naval y el Transporte Marítimo(Ibídem). Y veinte años después continuaba igual y mejorando hasta la irrupción de la Centro-Derecha Neoliberal.
       ¿Porqué nuestros políticos y economistas y columnistas neoliberales nos llenaron sus espacios, hasta la saciedad, con los modelos de la Inglaterra Thatcherista (ya perimido) y se olvidan, aún hoy, del Modelo Sueco que también es el de  un país super adelantado y desarrollado del Primer Mundo? Y porqué nos recuerdan constantemente a Chile, Perú –y en  su momento la Argentina de Menem– pero soslayan a Japón, Corea, Taiwán y ni mencionan el colapso abrupto del Neoliberalismo Venezolano y su consecuencia? Parafraseando al Quijote: “Cosas veredes, Sancho, que non crederes…”.
       Y como colofón para nuestros “analistas” que desean liberalizarlo todo, tenemos la experiencia de Nueva Zelanda, país rico, con mercados sólidos, que practicó el nivel más alto de liberalización económica que se registrara en el mundo desarrollado durante toda la década de 1980, y tuvo en el lapso que media hasta 1991 –en  que tuvo que rever su política– un nivel de crecimiento CERO, además de monstruoso desempleo (“New Zealand, Return to Rogernomics”: “The Economist”, p. 79; 23 de Marzo de 1991). Y, sin embargo, los Neoliberales mienten descaradamente al respecto, como lo hizo hace catorce años, la ex–Ministra de Finanzas de ese período, la Sra. Richardson, durante una conferencia en el Banco Central del Paraguay.           
       Es saludable detenernos en la tan publicitada visita que la Sra. Ruth Richardson nos hiciera en Mayo del 2000, pues vino a darnos lecciones de privatización y desarrollo con la soberbia típica de los Anglosajones cuando se dirigen a los “nativos subdesarrollados”. Y es necesario porque entonces nadie fue capaz de enmendarle la plana sobre algunas cosas, pues esta buena Señora vino a mostrarnos solamente una cara de la moneda, la cara idílica, paradisíaca, y nosotros queremos mostrar el reverso, pues Nueva Zelanda distaba mucho de ser el paraíso que la Richardson quiso hacernos creer y además por sus características no constituye precisamente el ejemplo más concluyente para nuestra situación.
       Para empezar debemos tener en cuenta que cuando se inició la política de reformas neoliberales, Nueva Zelanda no era un país subdesarrollado y con graves problemas estructurales como el Paraguay. Al igual que todas las naciones colonizadas por anglosajones, Nueva Zelanda estaba ya en el “Primer Mundo” con un nivel de vida comparable al de Australia. Ni siquiera tenía prácticamente desocupación pues era mínima; su exportación de productos primarios estaba asegurada en el mercado de la “madre Patria” ya que era reconocida como “la huerta de la Gran Bretaña”. Y tampoco había corrupción en la Administración Pública. Y todos sabemos que las recetas neoliberales funcionan hasta cierto grado en sociedades que tienen mercados competitivos en los cuales proliferan las Empresas eficientes, y cuyo alto nivel de vida vuelve innecesario subsidiar el avance social, cosa que no se da en los países periféricos. Incluso podemos agregar que en las sociedades desarrolladas los actores sociales –como los Sindicatos y los Consumidores– tienen mucha fuerza y están en condiciones de controlar mejor a los Poderes Públicos.
       Por eso queremos contarles a los amables lectores algunas cosas de las Reformas de Nueva Zelanda que “olvidó” relatarnos la Sra. Richardson: Así, debemos tener presente que Nueva Zelanda, desde 1984, puso en marcha “el Programa de Reforma Económica más extenso emprendido por cualquier país de la Organización y Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) en las últimas décadas” según los economistas de la OCDE y el BANCO MUNDIAL Isabelle Joumard y Helmut Reisen, quienes llegaron a la conclusión de que el experimento fue un fracaso total. Al comparar dos períodos de siete años: el de 1977/1984 anterior a la reforma, con el de 1984/1991 inmediatamente posterior, los economistas de la OCDE constataron un descenso de las contribuciones del sector industrial (manufacturero, minero, agrícola) al Producto Bruto Interno (PBI), así como de su participación en las exportaciones de la OCDE. Según ambos economistas, las reformas causaron graves perjuicios estructurales como, por ejemplo, que las exportaciones industriales hubieran podido ser un 20% superiores. Y no olvidemos que esa fue la época en que la Sra. Richardson fue Ministra de Finanzas.
       Más impresionante es lo que nos cuenta el economista Neozelandés Tom Hazeldine, especialista en “Comercio Internacional” del Banco Mundial, quien estudió lo que él llama el “Golpe de los radicales del mercado” desde 1984 hasta 1993. El cómputo del desempleo, antes prácticamente inexistente, alcanzó el 14,5 por ciento, el mayor de la OCDE después de España. Rápidamente se creó una enorme deuda de once mil millones de dólares. Casi no hubo crecimiento económico, y el pequeño incremento de la productividad se debió principalmente al descenso del empleo. La creación de nuevas empresas no compensó el cierre de muchas otras, de manera que la tasa de creación de empresas prósperas disminuyó. El gasto del Gobierno aumentó en forma espectacular del 30 al 49 por ciento del PIB. Hazeldine reveló que “la participación del PIB absorbida por el sector financiero y de servicios comerciales que ‘hacen el mercado’ prácticamente se duplicó, porque como sabemos una de las características del Neoliberalismo es la concentración del capital en el sector financiero y la especulación, llevando la riqueza a muy pocas manos, no pudiéndose detectar otra ventaja que compense, salvo los habituales beneficios para los ricos del país y del extranjero”. Así, al respecto, es dable destacar lo que escribió el Politólogo también Neozelandés, Scott Burchill en su obra “Escenas de la vida de Mercado: Neoliberalismo en Australia y Nueva Zelanda”, editado por la Universidad de Tasmania en 1993: “…la época que siguió a la desregulación se pareció a los experimentos a gran escala de un laboratorio químico en el que se hubiesen combinado elementos puros. Las consecuencias de la aplicación de estos dogmas del monetarismo mercantilista fueron las masivas transferencias de riqueza de pobres a ricos, el desempleo, el ataque a los trabajadores, el descenso de las inversiones productivas, el aumento de la pobreza infantil y familiar, la creciente propiedad extranjera, y la reducción real de la renta nacional; consecuencias similares a las que se produjeron, en forma más cruel todavía, en los países del ‘tercer mundo’ que eran bastantes más vulnerables. Con el seguimiento de los modelos dominantes en los EE.UU. y Gran Bretaña, la plutocracia australiana y neozelandesa se embarcó en una orgía de avidez y codicia de una magnitud nunca vista en ambos países”.
       Y para terminar, queremos hacer hincapié en el aspecto humano, el avance social, la justa distribución de la renta nacional cuyo deterioro fomenta los aspectos más negativos de la sociedad humana. Y el ya citado Economista del Banco Mundial, Hazeldine, nos dice con crudeza lo que pasó en Nueva Zelanda –que nos quisieron poner de modelo– en una Conferencia inaugural del “Departamento de Ciencias Económicas” de la Universidad de Auckland, el 10 de Agosto de 1993, titulada “Hablando seriamente de Nueva Zelanda”: “Los experimentos monetaristas del mercado causaron un grave perjuicio a las cosas que verdaderamente importan en la vida estrechamente relacionadas con la situación económica: el amor y la amistad, el trabajo y el ocio, la seguridad y la autonomía; la empatía y el sentimiento de obligación y compasión que mantiene unidos a los neozelandeses en una sociedad aceptable”. Hazeldine concluyó que “el Gran Experimento produjo unos resultados desastrosos en todo el país” y que “son el equivalente natural de la exaltación solamente de los valores del mercado”.
        Posteriormente y luego de graves derrotas electorales del Partido de la Sra. Richardson –quien durante el período de reformas se volvió bastante rica– se corrigieron muchas cosas que mejoraron la situación, correcciones que –según lo confesó la misma en el Programa de Humberto Rubín– “le arrancaron muchas lágrimas”. Esos correctivos a los cuales ella no se refirió y que son la “Corporatización” y “Capitalización Proutista” de Empresas Públicas, hicieron más por Nueva Zelanda que la Privatización lisa y llana. Pero eso será tema de otro artículo.-       


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