sábado, 18 de octubre de 2014

LA IDEOLOGÍA SÍ EXISTE Y NO...

    LA IDEOLOGÍA SÍ EXISTE Y NO SE HA ACABADO    
        En el portal del Periódico digital “ELCOLORADO” del 3 de Octubre ppdo., pudimos leer una Respuesta de un lector, que firma JUAN, respecto a declaraciones del Presidente de la Rca. justificando el nombramiento de la nueva Ministra de la SENAVITAT; hela aquí transcripta:
        Para facilitar la comprensión acerca del modelo de país que Horacio Cartes concibe, hace algunos días dio algunas claves interesantes, no por novedosas en cuanto a revelaciones inesperadas sino por lo explícito de su pensamiento: el País es como una gran Empresa, donde el gran producto es la gente”, para este Presidente se acabaron las ideologías, hoy ya no interesa la izquierda o la derecha,  hay que trabajar”. Y comenta el lector JUAN: Si la gente es el gran “producto”, ¿qué pasa con los productos que no son vendibles? ¿Se desechan y a otra cosa? En tren de hacer analogías: ¿los Ministros vendrían a ser Gerentes de esta gran Empresa, Paraguay Sociedad Anónima, de la cual el “GRUPO CARTES” se convierte en GRUPO PAÍS y el Presidente se ve como dueño?”.
       Sea o no que el Presidente considere al País como una gran Empresa, nosotros queremos abordar el problema muy sensible de la IDEOLOGÍA: ¿sirve o no? ¿Se ha llegado al fin de las Ideologías o aún están muy vigentes? Examinémoslo desde el principio.

1.    ¿QUÉ ES LA IDEOLOGÍA?

        El término ideología ha pasado del lenguaje de las Ciencias Sociales al lenguaje usual y fue perdiendo paulatinamente su sentido originario siendo hoy el concepto de  ideología objeto de gran polémica. Por eso es importante recalcar que la ideología no es la totalidad de la cultura, pero sí se la puede considerar como un elemento singularmente importante de ella, como su verdadero núcleo. Por tal motivo consideramos de vital importancia, hoy en nuestro país, el conocimiento teórico y sus referentes empíricos que resultan de las propuestas ideológicas de los Partidos que deben estar referidas en un sistema de proposiciones doctrinales conformes a las aspiraciones de nuestra sociedad en este momento concreto de su evolución. La necesidad de la adecuación de las ideologías políticas debe ser una constante en un mundo de transformaciones en lo social, político y cultural y la reactualización ideológica debería ser permanente, puesto que la realidad social es un proceso y, por lo tanto, cambiante.
       Para decidir que un fenómeno es político, económico o religioso,  es preciso atenerse a un criterio. No obstante, la contraposición central permanece: la realidad social es lo que se muestra como una totalidad, en tanto que el entendimiento humano solo puede aprehender partes de esa realidad y es por eso que la ideología es una palabra de una significación tan variada y movediza, que se hace difícil aprisionar sus elementos inteligibles en el espacio unitario de un concepto.
          El término IDEOLOGÍA tiene su origen en Antoine Destutt de Tracy, un autor francés de la época de la Ilustración quien la significó como "doctrina o ciencia de las ideas". En una extensa obra “Elementos de Ideología” publicada en cinco tomos en 1801, trata de explicar el nacimiento y formación de nuestras ideas a partir de la sensación y la experiencia. De aquella primera significación se aparta la interpretación que unos cuarenta años mas tarde hicieron Carlos Marx y Federico Engels. En una obra que publicaron en 1845 decían que Ideología significaba falsa conciencia de la realidad, separación entre teoría y praxis, abstracción etérea que el pensamiento hace de las condiciones materiales, sociales e históricas que configuran la realidad. En vez de leer e interpretar la historia en su justa, cabal y objetiva realidad material,  crea un mundo místico y difumina la conciencia volviéndola falsa e ilusa”. Y concluían en que solo un saber real, en consonancia con la base operante que es la infraestructura económica, trae consigo una conciencia real y verdadera. Y no obstante una larga serie de  antecedentes, tenemos que reconocer que tuvimos que llegar a Marx para encontrar el uso técnico y científico del concepto de ideología aplicado al ámbito socio-político.
        Pero hay que distinguir dos momentos en el pensamiento de Marx y Engels: al comienzo ideología significaba falsa conciencia, conocimiento-ficción que brota solapadamente de una sub-estructura  económica social opresora; el proletariado, en cambio, gracias a la "mediación reflexiva del trabajo" tiene conciencia verdadera, es decir, reflejo fiel del ser de las cosas.
       En el segundo momento, el pensamiento de Marx hace uso del término ideología para significar la conciencia del proletariado revolucionario. Y así vemos que el Marxismo-Leninismo se designa a sí mismo como ideología. Y es precisamente en esta dirección que el concepto de ideología se orienta en el siglo XX. Así, la "sociología del conocimiento" considera que todo sistema de ideas está vitalmente condicionado por su contexto socio-político-económico-cultural. Nuestras ideas siempre son un reflejo de la constelación histórica en la cual nacen y crecen. Inclusive el “Documento de Puebla” (1979) de la Iglesia Católica dice: Llamamos ideología a toda concepción que ofrezca una visión de distintos aspectos de la vida, desde el ángulo de un grupo determinado de la sociedad... Las ideologías llevan en sí mismas la tendencia a absolutizar los intereses que defienden, la visión que proponen y la estrategia que promueven, En tal caso, se transforman  en verdaderas religiones laicas”.
       En fin, dada la premura del espacio, y sin pretender agotar el tema, podemos resumir que IDEOLOGÍA es, en primer término, un conjunto orgánico y dinámico de ideas, principios y pasiones con que se lee y se interpreta la realidad social, con que la conciencia colectiva de un grupo se moviliza y marcha hacia un horizonte histórico”. En segundo término, es proclamada y propugnada por un grupo numeroso de ciudadanos y hace fuerza en la opinión pública”.

       En cuanto a la “Ideología Política” hemos preferido la definición de Zbigniew Brzezinski, aquel célebre profesor de Harvard y asesor del Consejo de Seguridad Nacional de la Administración Carter, que pergeñó los lineamientos de la Comisión Trilateral y fue un ideólogo adelantado del capitalismo de la Revolución-Científico-Tecnológica”, para quien: Ideología Política “denota una doctrina del poder político en la cual, en forma simultánea, se definen los objetivos, se describen los métodos para alcanzarlos y se moviliza el apoyo que estos requieren” y agrega que está formada por tres componentes: “supuestos filosóficos, conceptos doctrinarios, y un programa de acción que dimana de la doctrina y está basado en los supuestos filosóficos” (The Soviet Bloc: Unity and Conflict p.489; Harvard University Press; Cambridge, MA, 1967). Y la ideología se expresa en la Teoría entendiéndose como buena teoría”, según la politóloga Margot Light: “aquella que puede ser adaptada o expandida a fin de que se reflejen en ella las nuevas circunstancias, de modo que permita explicar el pasado, sirva de modelo para el presente, tenga cierto valor de predicción para el futuro” (The Theory of International Relations”; p.318; St. Martin's Press; New York, 1988).

                       2. ¿HA MUERTO LA IDEOLOGÍA?

         El Neoliberalismo plantea la superación de las ideologías en un mundo pragmático dominado por la globalización y la revolución científico-tecnológica y su portavoz mas célebre es Francis Fukuyama, autor de “El Fin de la Historia y El Último Hombre” que la expresó por primera vez en un artículo publicado en "The National Interest" (Num. 18; N. York 1989) titulado "El Fin de la Historia". La, ahora tan de moda, tesis neohegeliana que plantea se basa en dos conceptos esenciales: el primero, que la historia puede ser unidireccional , es decir secular, no únicamente cíclica; y el segundo, que la fuente del movimiento histórico puede ser ideacional, lo cual implica una determinación de su proceso desde arriba hacia abajo, o sea, que las ideas son las que configuran las estructuras, en especial las instituciones, y luego estas movilizan las masas y el progreso material. Entonces, según esta escuela de pensamiento, para el proceso causativo es importante que la Democracia Liberal –que ha sido el patrón de conducta de los EE.UU. desde sus inicios hasta nuestros días– es   la que ha triunfado en todo el mundo y si ya no existen otros conceptos mejores ni decisivos que puedan ser imaginados, ciertamente la historia ha terminado puesto que se ha llegado al punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal de Occidente como la forma última del gobierno humano. Y esto, por supuesto, implica el fin de las ideologías.               
        Como el mismo Fukuyama lo reconoce, esto no es nuevo y mucho antes grandes pensadores lo han expuesto, como Edward Shils ("¿El Fin de toda ideología?"; Milan, 1955) y Seymour M. Lipset ("El Hombre Político. Las Bases Sociales de la Política"; Cap. XIII; EUDEBA; Bs. Aires, 1963) y por supuesto, el primero: Hegel, cuando afirmaba que en su sistema la opinión alcanzaba al final la condición de verdad y la ideología se transformaba en filosofía; y eso era el fin de la historia porque en lo sucesivo resultaría imposible presentar una proposición filosófica que fuera al mismo tiempo verdadera y nueva, pues la historia, para Hegel, puede ser entendida en el sentido más restringido de la historia de la ideología o la historia del pensamiento sobre principios primordiales”. Por eso es bueno aclarar al lector no avisado en cuestiones filosóficas,  que El Fin de la Historia no significa el fin de los sucesos del mundo, sino el fin de la evolución del pensamiento humano sobre esos principios primordiales.
        Por supuesto que la tesis de Fukuyama ha suscitado muchos cuestionamientos, especialmente entre los intelectuales Neoconservadores, que es interesante destacar porque en nuestro medio se observa un marcado desconocimiento del Conservadurismo como ideología y su contraposición histórica al Liberalismo con el cual más bien se lo confunde. Es así como Irving Kristol, uno de los máximos ideólogos del Neoconservadurismo contemporáneo, afirma: La única manera que conozco para liberarse de la sensibilidad y el tipo de pensamiento hegelianos consiste en retornar a Aristóteles y a su comprensión de que todas las formas de gobierno –democracia, oligarquía, monarquía, tiranía– son de modo esencial inestables, que todos los regímenes políticos son de transición por naturaleza, que la estabilidad de todos ellos se corrompe con el poder corrosivo del tiempo. No es un accidente... que el siglo XX  haya sido testigo de una serie de rebeliones contra la democracia secular, liberal y capitalista. Estas rebeliones han fracasado, pero los principios que las alimentan siguen existiendo”. Y la historiadora conservadora Gertrude Himmelfarb cuestiona la tesis de Fukuyama fundándose también en Hegel porque la dialéctica no consiste, como dice el señor Fukuyama, en un comienzo, un punto medio y un final’, sino en una tesis, una antítesis y una síntesis’, en la cual la síntesis de la etapa precedente constituye la tesis de la presente, poniendo en movimiento de este modo un ciclo dialéctico infinito y preservando así el drama de la historia”. Y el mismo Fukuyama contestando a sus críticos terminaba aceptando que existen aun fuentes de rivalidad ideológica contra el Liberalismo moderno como lo son los remanentes del Socialismo, el Fundamentalismo Islámico, y los que considera como de mayor seriedad, el Nacionalismo y el Factor X’: alguna nueva ideología que espera detrás del horizonte y de la cual aún no somos conscientes”, como ahora está ocurriendo con la “Cuarta Ideología” del Eurasismo Ruso y el Wahabismo enarbolado por el Estado Islámico.

       Así pues, deberíamos aceptar que el Poder de la Ideología existe y sigue teniendo una influencia gravitante en el destino humano. Tal es así que en los últimos ciento cincuenta años, la ideología Liberal, la Nacionalista y la Marxista han dividido a la humanidad respecto a la concepción de las relaciones entre la sociedad, el Estado y el mercado. Y dicho conflicto intelectual no tiene simplemente un interés histórico. El Liberalismo, el Marxismo y el Nacionalismo (económico y también político) siguen estando vivos en este siglo XXI y sabido es que ningún sistema socioeconómico-político puede afirmarse y mucho menos perdurar si no está apoyado en una estructura ideológica que movilice la voluntad general y sostenga las energías de una nación o comunidad política en determinada dirección. Por eso no es posible delinear una Estrategia Política sin evaluar la evolución de las relaciones entre la ideología y los enfoques pragmáticos de política exterior, política económica y de seguridad interior. Pasar por alto el factor ideológico sería una limitación importante para el diseño estratégico puesto que la eliminación del factor ideológico en las relaciones entre los Estados y los individuos –como lo quiere Francis Fukuyama, y al parecer el Pte. Cartes– resulta prácticamente imposible de comprender si no se considera la frase como una expresión mal aplicada.-

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