LA IDEOLOGÍA SÍ EXISTE Y NO SE HA ACABADO
En el portal del Periódico digital
“ELCOLORADO” del 3 de Octubre ppdo., pudimos leer una Respuesta de un lector,
que firma JUAN, respecto a declaraciones del Presidente de la Rca. justificando
el nombramiento de la nueva Ministra de la SENAVITAT; hela aquí transcripta:
“Para facilitar la comprensión acerca
del modelo de país que Horacio Cartes concibe, hace algunos días dio algunas
claves interesantes, no por novedosas en cuanto a revelaciones inesperadas sino
por lo explícito de su pensamiento: “el País es como una gran Empresa, donde
el gran producto es la gente”, “para este Presidente se acabaron las
ideologías, hoy ya no interesa la
izquierda o la derecha, hay que trabajar”. Y comenta el lector JUAN: “Si
la gente es el gran “producto”, ¿qué pasa con los productos que no son
vendibles? ¿Se desechan y a otra cosa? En tren de hacer analogías: ¿los Ministros vendrían a ser
Gerentes de esta gran Empresa, “Paraguay
Sociedad Anónima”, de la cual el “GRUPO
CARTES” se convierte en “GRUPO PAÍS” y el Presidente se ve como dueño?”.
Sea o no que el Presidente considere al País
como una gran Empresa, nosotros queremos abordar el problema muy sensible de la
IDEOLOGÍA: ¿sirve o no? ¿Se ha llegado al fin de las Ideologías o aún están muy
vigentes? Examinémoslo desde el principio.
1. ¿QUÉ ES LA IDEOLOGÍA ?
El término ideología ha pasado del
lenguaje de las Ciencias Sociales al lenguaje usual y fue perdiendo
paulatinamente su sentido originario siendo hoy el concepto de ideología objeto de gran polémica. Por eso es
importante recalcar que la ideología no es la totalidad de la cultura, pero sí
se la puede considerar como un elemento singularmente importante de ella, como
su verdadero núcleo. Por tal motivo consideramos de vital importancia, hoy en
nuestro país, el conocimiento teórico y sus referentes empíricos que resultan
de las propuestas ideológicas de los Partidos que deben estar referidas en un
sistema de proposiciones doctrinales conformes a las aspiraciones de nuestra
sociedad en este momento concreto de su evolución. La necesidad de la
adecuación de las ideologías políticas debe ser una constante en un mundo de
transformaciones en lo social, político y cultural y la reactualización ideológica
debería ser permanente, puesto que la realidad social es un proceso y, por lo
tanto, cambiante.
Para decidir que un fenómeno es
político, económico o religioso, es
preciso atenerse a un criterio. No obstante, la contraposición central
permanece: la realidad social es lo
que se muestra como una totalidad, en tanto que el entendimiento humano solo
puede aprehender partes de esa realidad y es por eso que la ideología es una
palabra de una significación tan variada y movediza, que se hace difícil aprisionar
sus elementos inteligibles en el espacio unitario de un concepto.
El término IDEOLOGÍA tiene su origen
en Antoine Destutt de Tracy, un
autor francés de la época de la
Ilustración quien la significó como "doctrina o ciencia
de las ideas". En una extensa obra “Elementos
de Ideología” publicada en cinco tomos en 1801, trata de explicar el
nacimiento y formación de nuestras ideas a partir de la sensación y la
experiencia. De aquella primera significación se aparta la interpretación que
unos cuarenta años mas tarde hicieron Carlos
Marx y Federico Engels. En una obra que publicaron en 1845 decían que “Ideología” significaba “falsa
conciencia de la realidad, separación entre teoría y praxis, abstracción etérea
que el pensamiento hace de las condiciones materiales, sociales e históricas
que configuran la realidad. En vez de leer e interpretar la historia en su
justa, cabal y objetiva realidad material,
crea un mundo místico y difumina la conciencia volviéndola falsa e ilusa”. Y concluían en que solo un saber
real, en consonancia con la base operante que es la infraestructura económica,
trae consigo una conciencia real y verdadera. Y no obstante una larga serie
de antecedentes, tenemos que reconocer
que tuvimos que llegar a Marx para encontrar el uso técnico y científico del
concepto de ideología aplicado al ámbito socio-político.
Pero hay que distinguir dos momentos en
el pensamiento de Marx y Engels: al comienzo ideología significaba falsa
conciencia, conocimiento-ficción que brota solapadamente de una
sub-estructura económica social
opresora; el proletariado, en cambio, gracias a la "mediación reflexiva
del trabajo" tiene conciencia verdadera, es decir, reflejo fiel del ser de
las cosas.
En el segundo momento, el pensamiento de
Marx hace uso del término ideología para significar la conciencia del
proletariado revolucionario. Y así vemos que el Marxismo-Leninismo se designa a
sí mismo como ideología. Y es precisamente en esta dirección que el concepto de
ideología se orienta en el siglo XX. Así, la "sociología del
conocimiento" considera que todo sistema de ideas está vitalmente
condicionado por su contexto socio-político-económico-cultural. Nuestras ideas
siempre son un reflejo de la constelación histórica en la cual nacen y crecen.
Inclusive el “Documento de Puebla” (1979) de la Iglesia Católica
dice: “Llamamos ideología a toda
concepción que ofrezca una visión de distintos aspectos de la vida, desde el
ángulo de un grupo determinado de la sociedad... Las ideologías llevan en sí mismas
la tendencia a absolutizar los intereses que defienden, la visión que proponen
y la estrategia que promueven, En tal caso, se transforman en verdaderas religiones laicas”.
En fin, dada la premura del espacio, y
sin pretender agotar el tema, podemos resumir que IDEOLOGÍA es, en primer
término, “un conjunto orgánico y dinámico de ideas, principios y pasiones con que
se lee y se interpreta la realidad social, con que la conciencia colectiva de
un grupo se moviliza y marcha hacia un horizonte histórico”. En segundo
término, “es proclamada y propugnada por un grupo numeroso de ciudadanos y hace
fuerza en la opinión pública”.
En cuanto a la “Ideología Política” hemos preferido la definición de Zbigniew Brzezinski, aquel célebre
profesor de Harvard y asesor del Consejo de Seguridad Nacional de la Administración Carter ,
que pergeñó los lineamientos de la “Comisión
Trilateral” y fue un ideólogo adelantado
del capitalismo de la “Revolución-Científico-Tecnológica”, para quien: Ideología Política “denota una doctrina del poder político en
la cual, en forma simultánea, se definen los objetivos, se describen los
métodos para alcanzarlos y se moviliza el apoyo que estos requieren” y
agrega que está formada por tres componentes: “supuestos filosóficos, conceptos
doctrinarios, y un programa de acción que dimana de la doctrina y está basado
en los supuestos filosóficos” (“The Soviet Bloc: Unity and Conflict” p.489; Harvard University Press;
Cambridge, MA, 1967). Y la ideología se expresa en
la Teoría entendiéndose como “buena teoría”, según la
politóloga Margot Light: “aquella que puede ser adaptada o expandida
a fin de que se reflejen en ella las nuevas circunstancias, de modo que permita
explicar el pasado, sirva de modelo para el presente, tenga cierto valor de
predicción para el futuro” (“The
Theory of International Relations”;
p.318; St. Martin's Press; New York, 1988).
2. ¿HA MUERTO LA IDEOLOGÍA ?
El Neoliberalismo plantea la
superación de las ideologías en un mundo pragmático dominado por la
globalización y la revolución científico-tecnológica y su portavoz mas
célebre es Francis Fukuyama, autor
de “El Fin de la Historia y El Último
Hombre” que la expresó por primera vez en un artículo publicado en
"The National Interest" (Num. 18; N. York 1989) titulado "El Fin
de la Historia ".
La, ahora tan de moda, tesis neohegeliana que plantea se basa en dos conceptos
esenciales: el primero, que la
historia puede ser unidireccional , es decir secular, no únicamente cíclica; y el segundo, que la fuente del
movimiento histórico puede ser ideacional, lo cual implica una determinación de
su proceso desde arriba hacia abajo, o sea, que las ideas son las que
configuran las estructuras, en especial las instituciones, y luego estas
movilizan las masas y el progreso material. Entonces, según esta escuela de
pensamiento, para el proceso causativo es importante que la Democracia Liberal
–que ha sido el patrón de conducta de los EE.UU. desde sus inicios hasta
nuestros días– es la que ha triunfado en todo el mundo y si ya
no existen otros conceptos mejores ni decisivos que puedan ser imaginados,
ciertamente la historia ha terminado puesto que se ha llegado al punto final de
la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia
liberal de Occidente como la forma última del gobierno humano. Y esto, por
supuesto, implica el fin de las ideologías.
Como el mismo Fukuyama lo reconoce,
esto no es nuevo y mucho antes grandes pensadores lo han expuesto, como Edward Shils ("¿El Fin de toda
ideología?"; Milan, 1955) y Seymour
M. Lipset ("El Hombre Político. Las Bases Sociales de la Política "; Cap.
XIII; EUDEBA; Bs. Aires, 1963) y por supuesto, el primero: Hegel, cuando afirmaba
que en su sistema la opinión alcanzaba al final la condición de verdad y la
ideología se transformaba en filosofía; y eso era el fin de la historia porque
en lo sucesivo resultaría imposible presentar una proposición filosófica que
fuera al mismo tiempo verdadera y nueva, pues la historia, para Hegel, puede
ser entendida en el sentido más restringido de la “historia de la ideología” o “la historia del pensamiento
sobre principios primordiales”.
Por eso es bueno aclarar al lector no avisado en cuestiones filosóficas, que “El
Fin de la Historia” no significa el
fin de los sucesos del mundo, sino el fin de la evolución del pensamiento
humano sobre esos principios primordiales.
Por supuesto que la tesis de Fukuyama
ha suscitado muchos cuestionamientos, especialmente entre los intelectuales
Neoconservadores, que es interesante destacar porque en nuestro medio se
observa un marcado desconocimiento del Conservadurismo
como ideología y su contraposición histórica al Liberalismo con el cual más bien se lo confunde. Es así como Irving Kristol, uno de los máximos
ideólogos del Neoconservadurismo contemporáneo, afirma: “La única manera que conozco para liberarse de la sensibilidad y el
tipo de pensamiento hegelianos consiste en retornar a Aristóteles y a su
comprensión de que todas las formas de gobierno –democracia, oligarquía,
monarquía, tiranía– son de modo esencial inestables, que todos los regímenes
políticos son de transición por naturaleza, que la estabilidad de todos ellos
se corrompe con el poder corrosivo del tiempo. No es un accidente... que el
siglo XX haya sido testigo de una serie
de rebeliones contra la democracia secular, liberal y capitalista. Estas
rebeliones han fracasado, pero los principios que las alimentan siguen
existiendo”. Y la historiadora
conservadora Gertrude Himmelfarb
cuestiona la tesis de Fukuyama fundándose también en Hegel porque “la dialéctica no consiste, como dice
el señor Fukuyama, en ‘un comienzo,
un punto medio y un final’, sino en ‘una tesis, una antítesis y una
síntesis’, en la cual la síntesis de
la etapa precedente constituye la tesis de la presente, poniendo en movimiento
de este modo un ciclo dialéctico infinito y preservando así el drama de la
historia”. Y el mismo Fukuyama
contestando a sus críticos terminaba aceptando que existen aun “fuentes de rivalidad ideológica contra
el Liberalismo moderno” como lo son
los remanentes del Socialismo, el Fundamentalismo
Islámico, y los que considera como de mayor seriedad, “el Nacionalismo y ‘el
Factor X’: alguna nueva ideología que espera detrás del horizonte y de la cual
aún no somos conscientes”, como
ahora está ocurriendo con la “Cuarta Ideología” del Eurasismo Ruso y el Wahabismo enarbolado por el Estado Islámico.
Así pues, deberíamos aceptar que el
Poder de la Ideología existe y sigue teniendo una influencia gravitante en el
destino humano. Tal es así que en los últimos ciento cincuenta años, la
ideología Liberal, la Nacionalista y la Marxista han dividido a la humanidad respecto a la
concepción de las relaciones entre la sociedad, el Estado y el mercado. Y
dicho conflicto intelectual no tiene simplemente un interés histórico. El Liberalismo, el Marxismo y el Nacionalismo (económico
y también político) siguen estando
vivos en este siglo XXI y sabido es que ningún sistema socioeconómico-político puede
afirmarse y mucho menos perdurar si no está apoyado en una estructura
ideológica que movilice la voluntad general y sostenga las energías de una
nación o comunidad política en determinada dirección. Por eso no es
posible delinear una Estrategia Política sin evaluar la evolución de las
relaciones entre la ideología y los enfoques pragmáticos de política exterior,
política económica y de seguridad interior. Pasar por alto el factor
ideológico sería una limitación importante para el diseño estratégico puesto
que la eliminación del factor ideológico en las relaciones entre los Estados y
los individuos –como lo quiere Francis Fukuyama, y al parecer el Pte. Cartes–
resulta prácticamente imposible de comprender si no se considera la frase como
una expresión mal aplicada.-
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