LUIS
MARÍA ARGAÑA
Magistrado, Catedrático y Político.
Nació en Asunción el 9 de octubre de 1932, hijo de Luis A. Argaña y Felicita
Ferraro. Desde joven se dedicó a la política como integrante de la Asociación
Nacional Republicana, formando parte, a los 14 años de edad, del “Batallón Blas Garay”, durante la
Revolución de 1947. Integró la Junta de Gobierno entre 1966 y 1983, y la
presidió entre el 16 de Abril de 1990 y el 17 de junio de 1992, así como desde
el 26 de Abril de 1996 hasta el 15 de Agosto de 1998.
Estudió Derecho y Ciencias Sociales en
la Universidad Nacional, doctorándose en 1958. Ejerció la cátedra
universitaria. Como político, durante cinco períodos consecutivos, fue Diputado
Nacional y ejerció el Liderazgo de la bancada de su partido en la Cámara de
Diputados. Fue Magistrado Judicial y Presidente de la Corte Suprema de
Justicia, durante el Gobierno del Presidente Stroessner, entre los años 1983 y
1988.
El doctor Argaña fue convencional por su
partido en la Convención Nacional Constituyente que redactó la Constitución de
1967. Fue además miembro del Consejo de Administración del Ente Binacional
Itaipú.
Publicó numerosas obras,
entre las que se destacan “El Amparo.
Estudio de la Garantía Constitucional”; “Fulgencio R. Moreno, Abogado del
Chaco; “El General Caballero, Genio y Autor del Renacimiento Patrio”; “Reflexiones Republicanas, Difusión y
Doctrina del Partido Colorado”; “Perfiles
Políticos”; “Luis Alberto de Herrera, el Vengador, 1976 (Discurso del Dr.
Argaña); “Un Modelo de Gobierno
Democrático para el Siglo XXI”(Conferencias); “Historia de las Ideas Políticas en el Paraguay”(1983). Luego del
Golpe de Estado que derrocó al Régimen stronista fue designado Ministro de
Relaciones Exteriores del Gobierno del General Andrés Rodríguez.
En 1992 se presentó como precandidato de
la ANR a la Presidencia de la República, pero el triunfo le fue arrebatado
“manu militari” escandalosamente, adjudicándoselo al Ing. Juan Carlos Wasmosy, quien resultó electo Presidente de
la República.
En 1997 se presentó nuevamente como
precandidato a la Presidencia, pero fue derrotado esta vez por la fórmula
Oviedo-Cubas. Poco después, a raíz de la separación judicial de Oviedo, ganador
de la Candidatura Presidencial, fue designado Candidato a Vicepresidente de la
República por el período 1998-2003, integrando la fórmula Cubas-Argaña, que
resultó ganadora en las elecciones presidenciales de 1998.
Estaba casado con María Teresa
Contreras, con quien tuvo nueve hijos: Félix, Luis Andrés, José Emilio,
Ricardo, Nelson, María Teresa, Jesús María, Anastasio y Betharram.
El 23
de marzo de 1999 falleció víctima de un magnicidio, que conmocionó la vida
política del país.
La
carrera política del Dr. Luis María Argaña realmente tomó auge con el
advenimiento al Poder del Gral. Alfredo Stroessner por lo que es necesario
decir algo sobre esto:
En el Régimen Stronista pueden
distinguirse dos períodos de entre 15 a 20 años cada uno: el primer
período –de 1954 a 1974 aproximadamente– fue de lo que podríamos llamar
una Dictadura.
El segundo
período –de 1974 a 1989– ya constituyó una Tiranía.
Durante el primer período del
Stronismo, se logró la tan ansiada paz y orden, se ejecutaron
importantes obras materiales, se ensanchó la frontera agrícola y empezó la
construcción de la represa de Itaipú; y en lo político, cierta libertad de
acción y opinión –muy controlada– a la Oposición.
La personalidad de Stroessner reflejaba
una serenidad asombrosa en el Gobernante de un país desquiciado, en total
desorden cuando él tomó el Poder, pocos de cuyos ciudadanos adultos podían
recordar un pasado político reciente del que pudieran enorgullecerse. Y la
serenidad era la característica más necesaria en un Gobernante cuya misión era
dar a su país el valor necesario para enfrentarse a un futuro incierto. Cuando
Stroessner llegó al Poder, a la edad de 41 años, pareció que toda su vida había
sido una preparación para la responsabilidad de devolver el respeto y orden a
su sociedad desordenada, desmoralizada y dividida.
El sentido de seguridad interna de
Stroessner se debía más a la fe que al análisis: era un lector asiduo y
estudioso de la historia y todo el tiempo que tuvo antes del Poder lo dedicó a
la reflexión; había pasado por la escuela de las convulsiones de su Patria y tenía
una intuición extraordinaria de las corrientes de la época. También poseía
una penetrante comprensión de la psicología de sus contemporáneos, y
especialmente de sus flaquezas. Stroessner se esforzó por superar las
turbulentas pasiones del Paraguay y por dar a su País –con su historia de
extremismo y su inclinación al fanatismo– una reputación de confiabilidad.
La respuesta de Stroessner al caos
paraguayo de la post Guerra Civil, fue que un país dividido y en desorden, con
sus raíces históricas en entredicho, requería una política firme si
deseaba recuperar algún dominio sobre su futuro. Y se negó a dejarse desviar de
este curso por simple nostalgia del pasado, ni por la tradicional relación
paraguaya de amor-odio con sus vecinos. Optó incondicionalmente por el
Occidente Anticomunista aun al precio de transgredir principios democráticos.
Debemos recordar que se estaba en la “hora de las espadas” en que, luego de la
Revolución Cubana, declarada Socialista-Marxista, se produjo en Sudamérica una
trepidante sucesión de Golpes de Estado Militares, quedando para la década del
’70 solamente Colombia y Venezuela con Regímenes Civiles. Lo demás, el período
de decadencia y descomposición del stronismo son muy conocidos de modo que
diremos poco al respecto. Pero debemos destacar que hubo muchos jóvenes que
acompañaron a Stroessner, mas sin la sumisión al personalismo de aquellos días,
sino en función de “hombres de Partido”, como “Carlín” Romero Pereira, Bader
Rachid y el Dr. Luis María Argaña, y en general la que luego fue la corriente
“Tradicionalista”. Carlos Romero-Pereira
en su discurso en Loma Grande, su Carta a la H. Junta de Gobierno (1985),
Ética Política (1985), y su libro Una Propuesta Ética (1987),
documentos que ya son parte de la historia, denunció claramente que el resorte
principal en la etapa terminal del Stronismo era la defensa del privilegio,
que era lo único ya –sobre todo en la última década– que daba cierta unidad a
todos los aspectos de la política de Stroessner en su creciente degradación del
Partido Colorado. Y Argaña también
analizó la composición de los Grupos Administrativos, del Aparato del Partido,
de los Altos Empleados Públicos, del Equipo Gobernante, que sumaban un estrato
masivamente poderoso, extraordinariamente reaccionario a causa de los
privilegios de que disfrutaba y empeñado en mantener a cualquier precio el
“statu quo”.
Pero el equilibrio social, policlasista,
del Partido Colorado –consideraba
Argaña– era inestable: A la larga debía prevalecer uno de
los dos elementos, el democrático o el autoritario personalista. Y Stroessner,
al estimular la voracidad de su Burocracia, estaba socavando inconscientemente
no solo su propio Régimen, sino todas las conquistas del Coloradismo. Tan inminente le parecía este peligro
a Argaña, que no vaciló en afirmar,
después de 1984, que se estaban
creando las premisas políticas del “vitaliciado autoritario
hereditario” y consideró sin ambages a la Burocracia Militante-Stronista
como el
agente potencial y directo de la defenestración del Partido Colorado y su
reemplazo por el Partido Personal Stronista. Por eso fue célebre su
frase: “Siempre habrá un trece de
Enero” que causó la eclosión que habría de terminar en la caída de
Stroessner.
Argaña
era un intelectual a la vez que “hombre de acción”; muy estudioso y de una
cultura exquisita que se refleja en sus Libros y en sus Discursos: de una fidelidad extrema a los
principios, la doctrina y la ideología del Coloradismo, de la cual sólo daremos
algunos ejemplos: este “Último
Caudillo Colorado del siglo XX”, el
10 de Septiembre de 1993, en el local central del “Movimiento de Reconciliación Colorada”, donde se realizó un acto recordatorio de la fundación del
Partido Colorado, expresó con palabras que no podrán borrarse de la historia: “Para quienes sostienen que el Partido
Colorado es una rama del Liberalismo impuesto al Paraguay por la horrenda
‘cruzada libertadora’ de la Triple Alianza, el Manifiesto del 11 de Septiembre
de 1887 constituye una valla insalvable. No hay manera de concertar los
espejismos de la Doctrina Liberal con los postulados que, desde aquella fecha
lejana, orientan la vida y el desenvolvimiento de nuestra poderosa Asociación
Política… El Manifiesto de 1887 es una realidad objetivada por las
circunstancias y si bien nacido en el apogeo de las ideologías liberales tiene
el valor y el mérito de serle rotundamente antagónico”. Y decía
en su “Memoria Política” dirigida a los Convencionales de la “Convención
Ordinaria” del Partido Colorado, el 19 de Septiembre de 1998: “Este es el momento propicio para aclarar que doctrinariamente el Partido
no es el Gobierno, ni el Gobierno es el Partido. Aunque en el pasado se
dio tal confusión, como resultado de largos años de alineación grosera,
es bueno aclarar hoy que el Partido Colorado ya no puede conceder cheques en
blanco a quienes administran el país”.
“Que los Gobernantes de
turno pertenezcan a las filas de la Asociación Nacional Republicana no implica
que la Junta de Gobierno y el pueblo colorado tengan que permanecer
indiferentes y cómplices ante la desviación de los principios o la
inobservancia de los programas del Partido Colorado. Al contrario, es en
estas circunstancias en que debe acrecentarse nuestra responsabilidad de
vigilante y contralor del cumplimiento de la Doctrina Política y Social de
nuestra organización partidaria. El pueblo es amparo y reparo del Gobierno”.
“En estas
circunstancias, reiteramos, los Colorados nos reservamos el derecho de
condicionar el apoyo al Gobierno conforme respete y desarrolle o no los
ejes doctrinarios que dieron origen y sustentación al Partido Colorado”.
“Tengo fe en que el
Gobierno habrá de optar, finalmente, por los mejores hombres para manejar la cosa
pública, suprimiendo la aberrante práctica de anteponer la obsecuencia a la
capacidad y a la honestidad”.
En cuanto a su
pensamiento sobre el programa económico del Coloradismo, era de una
clarividente visión. Recordemos que en época tan temprana, en 1990, cuando El Neo-Liberalismo tenía
un auge arrollador el Dr. Argaña afirmó que era un “fracaso total” y contrario
a la ideología republicana. Así, en aquella memorable Convención de 1998 decía: “Ante el auge
galopante del Neoliberalismo Capitalista, de rotundo fracaso en la mayoría de
los países Latinoamericanos por su elevado costo social, la Junta de Gobierno
ha dejado constancia, en reiteradas oportunidades, de su absoluto rechazo a este modelo
económico y la idea de Estado que él engendra”.
“En esta cruzada
contra la idolatría y exaltación del Mercado a una altura casi divina, hacemos
nuestras las palabras de Juan Pablo II,
cuando en su visita a La Habana, reprobó este modelo que ‘condiciona el desarrollo a las fuerzas ciegas del Mercado’ propiciando ‘el enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del
empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más
ricos y los pobres cada vez más pobres’.
“En
el afán de interpretar el Ideario Partidario desde una perspectiva filosófica y
económica, y sugerir directrices en dichos campos del saber y del accionar
humano, la Junta de Gobierno creyó pertinente la creación de la Comisión Permanente de Asuntos Económicos y
Sociales (Resolución Nº 20 del 2 de Julio de 1998). “La ideología del Partido Colorado condena tanto al Estado ausente como al Estado complaciente, como el que
ha facilitado el descalabro financiero y económico cuyas secuelas sufrimos
hasta el presente. El Partido concibe un
Estado con mayores atribuciones sociales y, por ello, con un mayor número de
controles”.
“La regulación y participación del Estado, en este contexto, es crucial para que exista el justo y humano
equilibrio entre el capital y el Trabajo.
A los que alegan que no hay desarrollo sin el Mercado, les respondemos que no
habrá equidad social sin el Estado. No debemos cambiar un Monopolio del Estado
por un Monopolio Privado”. Éste era el pensamiento económico y social del
Dr. Luis María Argaña.
En éste punto queremos
establecer un paralelismo entre el asesinato de Luis María Argaña y aquel Candidato Presidencial Mexicano Luis Donaldo Colosio, porque ambos
buscaban la reforma de su Partido y de las Instituciones y la Política de
su país, lo que amenazaba a poderosas fuerzas oscuras económicas y políticas. Y
en ambos casos, su muerte violenta frustró esos cambios. Y ambos eran
contrarios al Neoliberalismo corrupto impuesto desde arriba.
El asesinato de Luis Donaldo Colosio (1950-1994), Candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), ocurrió el 23 de marzo de 1994. La muerte de Colosio se considera el
primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón en
1928. Por el enrarecido ambiente político en el que sucedió, además de los
errores, omisiones y desatinos que se cometieron en el curso de la
investigación, este caso generó grandes sospechas e incredulidad entre la población,
igual que aquí.
La opinión popular que prevalece es que se trató de un
complot orquestado y dirigido en el seno del propio PRI, ordenado directamente por el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores, José María Córdoba Montoya. Colosio y su equipo decidieron relanzar la campaña Presidencial en la
ceremonia del 6 de marzo, en un evento de masas en el Monumento a la Revolución. Numerosos analistas políticos afirman, que el discurso que
leyó ese domingo significó un punto de ruptura de Colosio con Salinas de
Gortari, como una suerte de separación padre-hijo; los más suspicaces, que fue su sentencia de muerte.
Con un componente emotivo inspirado en el “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King, ideológicamente el discurso se alejó de las tesis del liberalismo social
esgrimidas por el “Salinismo”
desde 1988, enfatizando
valores como democracia económica, reforma política, nuevo federalismo,
nacionalismo y soberanía. Lo políticamente significativo fue que propuso
un distanciamiento del PRI con el Gobierno, estableciendo límites
constitucionales al Presidencialismo dándole más facultades al Congreso, lo que significaba una reforma
profunda al sistema político e implícitamente criticaba y representaba un
rompimiento de Colosio con el Régimen que lo había encumbrado.
Aunque es creencia popular que ese discurso le costó la vida, en el
pasado Colosio, como Argaña, ya
había criticado al Presidente. En 1990, cuando era dirigente nacional del PRI, durante
un evento multitudinario realizado en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, llamó a “poner punto final a la perversión política de las decisiones
cupulares y centralizadas, la imposición y la antidemocracia”. En el marco de la 14 Asamblea Nacional
de PRI, expresó su deseo de “transformar
nuestro Partido para que prevalezcan los métodos democráticos, se desechen el autoritarismo, la política
burocrática, los dogmatismos y la arbitrariedad”. Como se puede apreciar, hay un gran parecido con los discursos
y accionar de Argaña. Las fuerzas
oscuras antinacionales y antidemocráticas, contrarias al cambio para el
progreso y la justicia social, truncaron su existencia. Y notarán los
lectores, cómo está la situación de México y del Paraguay, hoy.
VICTORIA EN LA DERROTA: En
toda la historia del Partido Colorado después de la Revolución de 1947, ningún
período ha sido tan difícil como los años de la “transición democrática” luego
del derrocamiento de Stroessner. Esta fue una época en que, parafraseando a
Marx, “la idea empujaba hacia la
realidad”, pero como la realidad no
tendía hacia la idea se creó un abismo entre una y otra, un abismo más
estrecho, pero más profundo que nunca. El mundo de la política estaba plagado
de contradicciones extraordinarias. Nunca había estado el Partido Colorado tan
cerca de la catástrofe durante las crisis y presiones de esos años y nunca
había mostrado una capacidad de resistencia tan brutal hasta que sobrevino lo del 2008, y continúa ahora.
Y tal vez nunca antes había vivido ningún hombre en una comunión tan íntima con
los sufrimientos y los empeños de su pueblo y en una soledad tan absoluta como
la que vivió Argaña.
¿Cuál fue la significación de su obra y la lección de su aparente
derrota y su muerte? Toda respuesta debe ser tentativa, pues aún carecemos de
suficiente perspectiva histórica y nuestra apreciación de Argaña se deriva fundamentalmente de nuestro juicio sobre la
“Transición Democrática” y el Partido Colorado. Si optáramos por pensar que
todo lo que los Colorados luchaban por alcanzar: la libertad y democracia con desarrollo y justicia social, no era más que una fatamorgana (espejismo que se ve desde el aire), que el Coloradismo sólo
sustituyó una forma de explotación Liberal por otra y que no podía hacer otra
cosa, entonces Argaña aparecería como
“el gran Sacerdote de un Dios condenado a fracasar”, como el servidor de una
utopía mortalmente atrapado en sus sueños y sus ilusiones. Aun entonces se
ganaría el respeto y la simpatía que merecen los grandes utopistas y
visionarios, y sobresaldría entre éstos como uno de los más grandes. Aun cuando
fuera cierto que el destino del Hombre consiste en ir dando tumbos de derrota
en derrota en medio del dolor y la sangre, y en sacudirse un yugo sólo para
inclinar la cerviz bajo el peso de otro, aun entonces los anhelos de un
destino diferente por parte del Hombre seguirían despejando, como columnas de
fuego, la oscuridad y las sombras del interminable desierto a través del cual
ha errado sin que al término de éste exista una “tierra de promisión”. Y nadie en esta época de nuestra tierra ha
expresado esos anhelos tan vívida y sacrificadamente como Luis María Argaña.
Aún así, la creencia de Argaña de
que algún día todos los errores del Coloradismo serían vistos tan sólo como “un retroceso episódico”, puede resultar ofensiva para la
sensibilidad del presente. Pero él aplicaba la gran escala histórica a los
acontecimientos y a su propio destino, y decía: “Cuando se trata de los cambios más profundos en los sistemas
económicos, políticos y culturales, treinta y cinco años pesan menos que una
hora en la vida de un hombre”. El
comprendió y denunció la perversión stronista del Coloradismo tan
apasionadamente porque nunca perdió de vista el panorama de un futuro Colorado
verdaderamente rico, justo, libre y humano; porque a través de la modernización
forzosa de la estructura de la sociedad, el Stronismo había avanzado hacia su
propia destrucción y había preparado el terreno para el retorno al
Coloradismo clásico. Así la aparente “victoria” de los que derrotaron
y eliminaron a Argaña, ocultaba un poderoso elemento de derrota, en tanto que
la “derrota” y muerte de Argaña, estaba preñada de victoria. Hoy, las
ideas y la memoria de Argaña están
cada día más presentes en el seno de las masas Coloradas y de sus auténticos
Dirigentes totalmente entregados al ideal Republicano, y eso se verá en el
futuro próximo cuando “el Coloradismo
eterno” resurja depurado de excrecencias bárbaras. En ese Coloradismo el Pueblo tendrá
que reconocer por fin su propia creación y su propia visión del destino del Pueblo
Paraguayo. Y así la Historia completará su círculo “cuando la Esperanza haya creado,
desde su propia ruina, aquello que contempla”.-