domingo, 15 de marzo de 2015

NUEVO MODELO DE PARTIDO...

        UN NUEVO MODELO DE PARTIDO
       PARA LA ÉPOCA DE GLOBALIZACIÓN.

   1.- REFLEXIONES SOBRE UNA PROPUESTA IDEOLÓGICA PARA EL  PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO.

         Ahora que el Presidente de la República ha encauzado la nave del Estado hacia el “Nuevo Rumbo”, es llegada la hora de prestar especial atención al Partido Colorado que lo respalda, más aún por las elecciones anunciadas para el mes de Julio próximo.
          La intención primordial del Pte. Cartes en este momento debe ser la de convocar a Líderes históricos e intelectuales del Partido Colorado como Juan Afara, Bader Rachid Lichi, , Osvaldo Bergonzi, Leandro Prieto Yegros, Aníbal Saucedo Rodas,  Atilio R. Fernández, Carlos Romero-Pereira, Diógenes Martínez, Nelson Argaña, Juan Carlos Galaverna,  entre otros, para impulsar un amplio debate sobre la situación del Paraguay en un mundo cada vez más interdependiente, la dirección del proceso de transición democrática, el tipo de sociedad que queremos y el quehacer del Partido en esta etapa crítica de la vida nacional, apuntando a la necesidad de un próximo CONGRESO IDEOLÓGICO Y DOCTRINARIO,  que según el Art. 74º. de los Estatutos aprobados por la Convención Extraordinaria del 11 de Septiembre de 1992, debía realizarse “cada diez años o antes si la Junta de Gobierno lo estimase oportuno y mediando el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros o a petición de un quinto de las Comisiones Seccionales con la finalidad de: a) Revisar el ideario del Partido; b) Actualizar el Programa Partidario de acuerdo a la evolución del País; y c) Definir la DOCTRINA PARTIDARIA con relación a los problemas ideológicos que se planteen” (en el Nacionalismo Republicano), y que pueda redefinir la modernización del perfil de nuestro Partido, con la elaboración de un PROYECTO IDEOLÓGICO en una visión histórica y sociológica, un PROGRAMA POLÍTICO para corto, mediano y largo plazo, y una PROPUESTA DE REORGANIZACIÓN de la estructura partidaria.
      Pensamos que las propuestas que han de surgir deben ser el producto de una participación interna sin precedentes en la historia del Partido y del más intenso y variado esfuerzo de reflexión, elaboración y discusión en torno a las finalidades históricas, propósitos políticos, dirección ideológica y medios organizativos del Partido Colorado.
        Porque, la estrategia de cambio profundo que se deriva, tanto de la crítica situación coyuntural del país todavía en transición, como de la aspiración estructural e histórica de construir una sociedad más democrática, reclama visiones y políticas que, no solo resuelvan la coyuntura, sino, además, la trasciendan y garanticen, gracias a su aliento de largo alcance, su permanencia y su continuidad de gestión, en la perspectiva de las soluciones de mediano y largo plazo.
        Y la tarea para producir la renovación y el cambio necesarios para superar la crisis, comienza con la discusión para elaborar plenamente nuestro programa político, como proceso global de transformaciones muy definidas y aceleradas en el seno de la sociedad y del Estado, y para eso hace falta ACCIÓN CONSTANTE Y EDUCACIÓN PERMANENTE DEL PUEBLO.
         En este sentido, queremos compartir con los correligionarios, la profunda convicción que tenemos de que no nos equivocamos cuando decidimos apuntar a la conquista del futuro y comenzar a transitar nuestra estrategia de renovación, sobre la base del amplio proceso de indagación y apertura a perspectivas y respuestas nuevas.
         Porque el Partido en su totalidad, que, a través del tiempo, ya demostró una profunda fe en sus raíces, no debe abrigar complejos por algunos errores y reveses del pasado, ni mucho menos tenerle miedo a los desafíos del futuro. Por eso, debemos expresar claramente, en nuestra condición de colorados, el legítimo orgullo que nos embarga por la tarea histórica cumplida por nuestro Partido en sus ciento veintiséis años de lucha a favor de la democracia y el desarrollo paraguayo; pero, también debemos recoger el sentimiento de insatisfacción crítica que nace de la conciencia de lo mucho que nos falta por hacer y de las falencias de una democracia incipiente y todavía imperfecta que es necesario corregir.
        Y para terminar esta reflexión introductoria, antes de pasar a exponer el tema que presentamos, queremos señalar la importancia de la intuición colectiva que ciertos visionarios Dirigentes Republicanos enfrentados con el desviacionismo ideológico, tuvieron hace ya dos décadas, de que ESTABA CONCLUYENDO UN TIEMPO Y CERRÁNDOSE UN CICLO en la historia de nuestro país y de nuestro Partido, por el AGOTAMIENTO DE UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA. Tiempo, ciclo y modelo que, en el ocaso de sus trayectorias, convocan hoy, por ley ineluctable de la historia, a una renovación profunda y radical, que permita instaurar, UN TIEMPO NUEVO, UN MODERNO CICLO HISTÓRICO, Y UN MODELO DE GESTIÓN POLÍTICA ORIGINAL.

                                      2.- PARAGUAY Y EL MUNDO.

        Estamos inmersos en un mundo cada vez más interdependiente, donde vamos confluyendo hacia un Estado Mundial, de Poder Planetario, supranacional, en que todas las decisiones nacionales, por más particulares que puedan parecer, tienen su impacto, su resonancia y su reacción en el seno de la comunidad internacional. En este nuevo orden internacional, es necesario pues, redefinir el papel de los Estados nacionales, el concepto de soberanía absoluta, la ideología del nacionalismo, los alcances y límites de la integración, la política cultural, la reforma del Gobierno y del Estado, las nuevas formas de organización económica, la relación Estado-Sociedad, el papel del individuo y del pueblo como creador y hacedor de la historia; es decir, la trascendencia, la dirección y el destino de nuestro “elan vital”.
        Se trata de contemplar, a la luz de una ideología enriquecida por el aporte de la historia, la existencia de situaciones de crisis que es necesario resolver, como lo son:
El armamentismo y el rol y relacionamiento de las FF.AA. en la sociedad civil; la pobreza crítica y sus secuelas: el terrorismo, la degradación ciudadana, el narcotráfico y otras formas supranacionales del delito organizado; el efecto del avance de las comunicaciones y la información con la fragmentación de la solidaridad social y familiar y la masificación del ser humano; la destrucción paulatina del equilibrio ecológico; el nuevo tipo de conflicto mundial que depara el futuro: Estados pobres contra Estados ricos, antagonismo Norte-Sur, retraso de la producción de alimentos frente al incremento no planeado y malthusiano de la población mundial; el saqueo y agotamiento progresivo de los recursos naturales del “tercer mundo”; el escamoteo de los recursos nergéticos; el mito del “libre comercio” cada vez menos equivalente que lleva al “desarrollo en tijera” de los países dependientes con respecto a las naciones Centrales, y otros problemas que harían nuestra enumeración demasiado larga.
        Nos podrán decir que este cuadro que hemos pintado no es ninguna novedad, que todos lo sabemos, y es verdad; pero la peculiaridad consistirá en la originalidad de las ideas que podamos aportar para su solución, creando un modelo nuevo, un Estado renovado y un distinto modo de ejercer la acción política; para que el Paraguay pueda resolver sus problemas locales y aportar, en el marco de la globalidad, su “grano de arena”, ya que el destino lo ha situado en el centro de la zona más feraz del planeta, cuya importancia mundial será cada día más acentuada: la CUENCA DEL PLATA, destinada a resolver –como lo apuntó el geopolítico MacKinder– en este siglo XXI, el problema crucial que atenazará a la humanidad: el hambre.
        Porque, queremos repetir: ninguna crisis es ya meramente local sino planetaria, ni es meramente coyuntural sino estructural; y su resolución implica siempre enfrentamiento de proyectos de las distintas corrientes políticas y movimientos sociales; y en tal sentido, si – como ahora – la crisis tiene causas de tipo económico y político, al final se expresa siempre, como CRISIS DE VALORES IDEOLÓGICOS, que nos debe impeler a la creación de nuevos modelos políticos-culturales para formular las acciones colectivas en la construcción de nuevos caminos.

                                  3.- UN POCO DE HISTORIA.

        ¿Qué pasó en América y el mundo en estos casi 70 años transcurridos desde la finalización de la 2ª. Guerra Mundial? Durante la década del ’50, mientras Europa se reconstruía e iniciaba su expansión económica, su “milagro económico”, igual que Japón y más tarde los “Dragones Asiáticos”, en Latinoamérica el valor ordenador era el desarrollo económico y la modernización social sobre la base de los populismos desarrollistas, embriagado nuestro continente por la utópica esperanza de la industrialización acelerada, el autoabastecimiento, el aislamiento, y un nacionalismo mal entendido y peor implementado, dejándose llevar por la equivocada y peregrina teoría diseñada por la CEPAL de la sustitución de importaciones con el “proteccionismo a las industrias nacionales”, que no disminuyó la pobreza pero creó grandes millonarios “industriales nacionales”.
         Hacia mediados de los ’60, estallan en los EE.UU. y Europa, movimientos sociales, políticos y culturales de ruptura con el modelo excesivamente competitivo, predatorio y decadente de la sociedad de consumo capitalista que ya llevaba dos décadas de ininterrumpida  y acelerada expansión. En Latinoamérica, por contrapartida, surge vigorosamente la “teoría de la dependencia” con movimientos políticos que cuestionaban la relación de dependencia establecida con los centros hemisféricos de poder, generalizados con la nomenclatura del “IMPELIALISMO YANQUI”, jalonados por cruentos acontecimientos de lucha social y nacional.
        Por la década del ’70, la crisis se cierne sobre los países desarrollados con la “estanflación” (estancamiento e inflación), el desempleo, el déficit presupuestario y la violencia social, que ponen en entredicho al “Welfare State” (Estado de bienestar) cuya decadencia señalan Milton Friedman y otros ideólogos liberales, en tanto que en Latinoamérica, al terrorismo de la guerrilla urbana y las acciones paramilitares de la guerrilla rural, la respuesta es el autoritarismo militar y el “terrorismo de Estado” con el agravante del desmantelamiento de las escasas conquistas económicas y sociales de nuestros pueblos por ese “fascismo de mercado” que señalara el reputado Paul Samuelson.
        En los ’80, las naciones del “1er. Mundo” ya estaban superando su estancamiento por la aceleración de la “REVOLUCIÓN CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA” que modificó radicalmente la producción, el modo de realizarla y su cantidad y calidad, cambiando incluso las relaciones de producción, a la vez que conlleva paralelamente una auténtica revolución cultural y da comienzo a una nueva etapa para el hombre, que algunos pensadores consideran ya “una mutación civilatoria”. Y en Latinoamérica se da el proceso de transiciones de las Dictaduras hacia la Democracia, mientras en lo económico se la denomina la “década perdida” por el retroceso del PBI, el problema insoluble de la deuda externa, la caída aún más de los términos de intercambio, la crisis total del Estado prebendarlo carterial y el estancamiento tecnológico, “frutos” del fracaso de la aplicación del modelo Neoliberal aplicado a rajatabla tras el “Consenso de Washington”.
        Ya en los ’90, tenemos cambiado el escenario, como nunca lo pensamos; las sociedades capitalistas desarrolladas tienen toda la iniciativa y lo que se está enterrando es el llamado “Sistema Socialista”; con un poder mundial “unipolar” que bajo el liderazgo de los EE.UU. proyecta un “nuevo orden internacional”. Mientras que para nosotros, la década del ’90 plantea a nuestras débiles democracias el tremendo desafío de superar su propia crisis y tomar la decisión de cómo integrarse a un mundo que se recompone.
        Y en esta primera década del siglo XXI las sorpresas no faltan: el impresionante crecimiento económico y social de China –que ya ha sobrepasado a Japón como 2ª. potencia económica mundial y se estima que será la 1ª. potencia entre el 2016 al 2030 –  el continuado éxito de los Tigres del Asia  con su “proteccionismo competitivo” (activa intervención del Estado para regular la competencia interior y poca apertura a las importaciones), que está siendo seguida por la Argentina Kirchneriana con un importante como impresionante crecimiento del 9% anual y buena distribución popular del ingreso hasta hace pocos años, se opone el fracaso del Neoliberalismo en la Eurozona (del Sur) con su secuela de déficits presupuestarios, desempleo estruendoso, Estados prácticamente en quiebra, entredicho del Euro como moneda y retroceso de productividad entre otras cosas, salvándose de los problemas solamente los modelos del Socialismo Nórdico (Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca) y Alemania, mientras en los EE.UU. el desempleo se acentúa, el déficit estatal es monstruoso (la economía más endeudada del mundo), las exportaciones decaen, una crisis inmobiliaria sin precedentes y el gasto público por las nubes, mientras suenan tambores de guerra sin cesar, Latinoamérica – excepto Colombia, Perú y Chile con muchos problemas – asiste al nacimiento de una nueva actitud ideológica: el SOCIALISMO DEL SIGLO XXI prohijado por Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua con una agresiva arenga contra los EE.UU. y la proposición de un nuevo modelo porque “el planeta no aguantará el modelo de desarrollo capitalista”(sic).
        Todas estas cuestiones son decisivas para la imaginación de un Partido Nacionalista Republicano que ahora debe postularse como alternativa entre la ofensiva del Neoliberalismo inhumano, y el desprestigio, por su inviabilidad, del Socialismo izquierdista Estatal. Y creemos que debemos expresarnos en estos términos, porque, ¿cómo pensar ya, que una sociedad semiperiférica puede quedar, y menos desarrollarse, al margen de este proceso planetario de internacionalización?.

                                4.- LA CUESTIÓN IDEOLÓGICA.

         ¿Cómo iniciar un debate sobre la renovación necesaria para instaurar un nuevo método de acción política de masas, sin formular algunas premisas respecto al desarrollo y “aggiornamento” de la Ideología Republicana y Nacionalista, a la luz de los aportes recibidos en el curso de la historia? Por ello, lanzamos a la discusión abierta algunas ideas generales y necesariamente esquemáticas que, si bien no agotarán los problemas cruciales, pueden llevarnos al camino correcto para plantear la solución de nuestra crisis.
         Lo primero es reconocer que nuestra crítica situación exige una reconversión de valores porque ya no se solucionará, ni se mitigará, ni siquiera disimulará, con retornos al pasado o con fugas hacia adelante. Y el discurso clásico del coloradismo forma parte de esa situación crítica y debe ser reformulado. Pues muchos valores ideológicos que nos han legado han perdido se sentido original y ya no responden a una época en que la ciudadanía se vuelve cada día más participativa y exige profundizar sus roles.
         Uno de esos valores que debemos reexaminar es el que consideraba al Estado como el principal gestor y agente central de las transformaciones económicas y sociales, en un rol central de dirección e iniciativas que hoy ya no se compadece con la realidad. Y es en este marco, en que ciertas realidades indiscutibles están siendo monopolizadas en su examen y difusión por el Neo-Liberalismo, que el pensamiento Republicano, democrático y nacionalista, debe librar una de sus batallas más cruciales, ofreciendo nuevas fórmulas, originales, capaces de renovar esquemas que han quedado superados, buscando recuperar un espacio  que ha sido invadido política e ideológicamente por un Neoliberalismo deshumanizado, sin volver a caer en anacronismos ideológicos como aquél “Coloradismo eterno” aislacionista, con un “único Líder” o “Tendotá”, Estatizante, “Corporativista”, que fomentó un Capitalismo de Estado prebendario, con un discurso populista o sectorial que enfatizaba demagógicamente el Agrarismo –sin resolver el problema– que debemos redefinir, o el “indigenismo americano”. Debemos volver a beber en las fuentes del PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO de Bernardino Caballero, pero enriqueciéndolo con los aportes modernos, propios de un Partido policlasista capaz de aglutinar las aspiraciones de todos los cuerpos sociales; “…el Partido del orden de la democracia, para la libertad y la justicia social, capaz de realizar una profunda revolución dentro de la doctrina del poder constituyente de la Nación. Lo mismo que después del ’70, auspiciamos una revolución fundadora, de reconstrucción nacional. Reconstrucción política, jurídica, social y económica. Pero en el Gobierno de la Ley y no de la arbitrariedad de los hombres circunstancialmente encumbrados al Poder”. Estos conceptos de aquel Patriarca de la democracia colorada, Don Federico Chaves(1), rescatados conservan toda su validez, pero, pongámonos a analizar por separado los diversos asuntos que atañen a la cuestión ideológica.

                                 5.- EL PAPEL DEL ESTADO.

         Es indudable que la “Reforma del Estado” es uno de los puntos fundamentales que está sobre el tapete. Y creemos que estamos de acuerdo en que sin modificar la estructura del Estado y la manera en que ha obrado hasta ahora, no hay posibilidad de transformaciones profundas. Hasta aquí podemos coincidir con la idea de modernización neoliberal; pero desde este punto inicial, necesariamente aparecen las diferencias. Es que hasta ahora hemos asistido al hecho de un “Capitalismo de Estado” prebendarlo y un “capitalismo privado” de amigos, ayudado y protegido, que constituyen una misma cara de la moneda de crisis en la que estamos sumergidos; nuestra experiencia nos muestra a un capitalismo nacional enclenque, con “industrias” obsoletas, que ha vivido, salvo honrosas excepciones, sin riesgos, a costas del privilegio –y que vive aún así pese a la retórica actual– mientras que el verdadero empresariado y el consumo popular se descalabran, y también a las oligarquías “intocables”: financiera e importadora, ligada al contrabando, por un lado, y por el otro latifundista y agroexportadora, para quienes la industrialización es un peligro para sus intereses. En este contexto, las formas erróneas de intervención generaron ese capitalismo de Estado en que se socializan los costos y riesgos absorbidos por éste, pero se privatizan los beneficios, lo que ha dado lugar a la instauración de poderosísimas “carteras” de corporaciones empresariales privadas ligadas a nombres y apellidos familiares.
        Así, pues, la solución mágica ya no se halla en la simple absorción de los problemas por parte del Estado; ya no hay cómo financiar el voluntarismo autocrático  que condujo a decisiones centralizadoras, el Gobierno apenas puede administrar sus prioridades; sin subsidios los gastos sociales se vuelven caros, se enfrentan presiones terribles para equilibrar las funciones que se han priorizado con las que no lo han sido; nos enfrentamos a una Administración Pública mediocre que ha perdido su profesionalidad  por el clientelismo político y perdió su unidad decisional fragmentándose en “cuotitas de poder” que solo el árbitro supremo podía resolver; los organismos del sector público se fueron ligando, por la corrupción, a las “corporaciones” empresariales que influían directamente en decisiones específicas; con adjudicaciones, demandas, precios, insumos o financiamientos otorgados y garantizados convenientemente, las “corporaciones” de privilegiados consiguieron a una velocidad asombrosa la capacidad de acumular capital a través de un intercambio espurio con los recursos del Estado. De esta manera, señalada muy esquemáticamente, lo público se confundió con lo privado, lo principal con lo secundario, y el Estado pasó a encarnar la crisis de toda nuestra sociedad.
        Hay que reformar el Estado y reformular su papel; pero el camino de la modernización Neoliberal con su ajuste hambreador y reaccionario no es el único posible; frente a la “Reforma” Neoliberal, ultralibertaria y reaccionaria, de una parte, y del inviable populismo, desarrollismo o “socialismo” estatizante de la Izquierda, por la otra, o del desenlace del caos, no imposible, nosotros proponemos la “MODERNIZACIÓN TRANSFORMADORA” de las estructuras, que será una profunda “Revolución transformadora” democrática, en un Estado Republicano, social, participativo y pluralista.
         En este nuevo modelo proponemos una reducción, pero, a la vez, el fortalecimiento del Estado, lo cual significa reducir la cantidad de sus actividades para aumentar la calidad de su intervención, dejando las áreas no imprescindibles estratégicamente a los sectores privados y sociales, a fin de poder concentrar sus actividades en el ejercicio de la política de bienestar social, de dirección nacional e internacional y de vigilancia y ordenamiento de los núcleos vitales de producción con la regulación de la distribución de los ingresos en beneficio del pueblo y el planeamiento de una más efectiva y eficiente política económica en acuerdo con los estamentos productivos. Es decir, un Estado más pequeño, y hasta tacaño, que reparta justicia social y estimule un desarrollo sostenido con equitativa redistribución de los ingresos de la renta nacional. Una de las propuestas centrales de nuestra “Revolución Transformadora” significa un asalto frontal contra el Estado prebendarista, sobredimensionado, empresario y autoritario”; nuestra visión descansa en la confianza que tenemos en el vigor y la capacidad productiva de los paraguayos libres en unos mercados libres, pero con equidad distributiva.
        En esta tarea de modernizar el Estado, no debemos retroceder históricamente hacia el sistema de principios de siglo, como pretende el Neoliberalismo reaccionario, que quiere dar al Estado un carácter meramente subsidiario, mediante la privatización indiscriminada de áreas estratégicas, con el criterio de “rentabilidad social” suplantado por el de “rentabilidad privada” y el concepto de que la causa de todos los males  es la intervención “per se” del Estado en la actividad económica; falsa premisa porque desconoce que, en un país en desarrollo, donde existen profundas desigualdades sociales y económicas, el uso exclusivo y excluyente de solo el mecanismo del mercado puede incentivar y acentuar la concentración del poder económico, y porque el verdadero “quid” de la cuestión no es la intervención del Estado en sí misma, sino CÓMO SE CONCIBE EL ROL DEL ESTADO, CON QUE FINES Y EN BENEFICIO DE QUIENES SE UTILIZAN LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS. El Estado, en nuestra concepción Republicana, debe planear el futuro, dar cierta dirección a la renovación económica y social incentivando los procesos positivos y detener los que hayan fallado, lo que implica un ajuste regulador, ordenador de los objetivos políticos con los económicos.
         Nuestra Revolución Transformadora propone un Estado regulador fuerte y ordenador consecuente para la puesta en práctica de políticas activas, pero sin volver a caer en la tesis “estadocéntrica” ni reemplazarla por la tesis liberal “mercadocéntrica” y “dejar nomás” hacer todo al mercado, por lo cual nuestro razonamiento va más allá de  la simple “lógica de Mercado” y escapa a la estrecha “lógica de Estado”, porque consideramos que no puede plantearse un modelo de modernización transformadora que no contemple la solidaridad social y la lucha contra la desigualdad y la explotación. En esto nos diferenciamos del Neoliberalismo libertario y del ajuste reaccionario: nosotros insistimos – en el debate sobre la reforma del Estado – sobre la cuestión de quiénes son los que deben pagar esa reconversión y cómo y cuánto deben pagarla,pues para la concepción republicana NINGUNA TRNSFORMACIÓN NI DESARROLLO VALDRÁ, SI SU COSTO CAERÁ EXCLUSIVAMENTE SOBRE LAS CLASES MÁS DÉBILES DE LA SOCIEDAD. Así, a los nostálgicos Estatistas “ancien régime” que pretenden no ver la crisis deficitaria que los subsidios acarrean; como a los  que idolatran solamente al “Mercado” porque quieren que el precio del desarrollo lo paguen los sectores más desprotegidos, nosotros debemos oponer un discurso ético y pragmático a la vez, en que la defensa de la causa popular vaya acompañada de los instrumentos prácticos para lograr una transformación y desarrollo acelerados en justicia y libertad.
         Por eso, la ETICA con mayúsculas, es tema fundamental de nuestra acción política; entre la crisis del finalismo ideológico y una concepción más abierta, pero indefinida, como la democracia, hoy se abre el espacio de la reflexión ética, porque el ocultar los conflictos puede ser útil para amansar las tensiones, pero produce opacidad, llegando inclusive a negar los objetivos de la democracia que deben llevarnos a la transparencia, al diálogo, al crecimiento propositivo. Lo difícil es concretar la ética, hacerla operativa; y ésta debería ser la misión suprema de la política, que hoy por hoy parece incapaz de hacer una “selección de demandas” para convertirlas en valores compartidos basados en un posible interés colectivo. Y éste es, sin duda, el conflicto de nuestros Partidos Políticos, con frecuencia incapaces de desvincularse de los pequeños intereses o, por el contrario, sojuzgados por los grandes intereses, cuando que la intocabilidad y la invisibilidad de los privilegios son, tradicionalmente, los enemigos más temibles de la democracia.
         Desde esta inflexión ética debemos recuperar la confianza en la posibilidad de organizar y movilizar a la sociedad para discutir desde un plano distinto que el del Liberalismo individualista, los planes de descentralización, reforma del Estado y privatización de empresas no estratégicas. Debe transferirse el poder del “Estado omnívoro” a la Sociedad Nacional antes que a pequeños grupos más concentrados (como pasó en la Argentina de Menem-Cavallo), democratizando hasta la participación de los trabajadores y usuarios que es uno de los pilares de la auténtica “Economía Social de Mercado” y es la base de una política que superará la falsa dicotomía entre lo privado y lo público, entre Estado y Mercado.
         Pero debemos contemplar que esta democratización profunda del Estado y la Sociedad conlleva una disputa sobre la cuestión del Poder respecto a las distintas variantes de gestión tanto en las empresas como en instituciones públicas. No debemos perder de vista, que, junto a un  empresariado progresista, coexiste otro tipo de empresario muy reacio a promover el protagonismo de los trabajadores; para ellos, la democracia se detiene en las puertas de sus fábricas. Este tipo de capitalistas neoliberales reaccionarios, montan estrategias de acumulación donde la mano de obra debe ser tan productiva como la de un  país del “primer mundo”, pero seguir tan explotada como la de un país subdesarrollado.
        Nosotros debemos estimular el surgimiento y expansión de un empresariado “Schumpeteriano”(2) que ha hecho grandes a las naciones occidentales, y no caer en las redes de aquel “seudo-empresariado” que ha crecido y medrado al amparo del Gobierno por el conocido camino  de la explotación y la ganancia fácil con garantía y subsidio estatal. Estas son realidades que un Gobierno Republicano debe afrontar porque si no las afronta, la ciudadanía terminará volviéndole la espalda por su incapacidad de tomar decisiones.-
                                                       N O T A S.

(1) Federico Chaves: Ex–Presidente de la República, Colorado, durante los años 1949–1954, en que fue derrocado por el golpe militar del Gral. Alfredo Stroessner. Citado por Epifanio Méndez en “El Orden para la Libertad”; p. 152; Editorial Cultura, 1951; Asunción.-
(2) “Schumpeteriano”: Por Joseph Schumpeter; gran economista de la mitad del siglo pasado, que ayudó a la concepción de la “Economía Social de Mercado” con un empresariado más concesivo al bienestar y elevación del nivel de vida de los trabajadores, que fue uno de los pilares de la reconstrucción de la Europa Occidental luego de la 2ª. Guerra Mundial Su obra fundamental y más conocida es “Capitalismo, Socialismo y Democracia” aparecida en 1942.-                         



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