martes, 24 de marzo de 2015

LUIS MARÍA ARGAÑA

              LUIS MARÍA ARGAÑA
        Magistrado, Catedrático y Político. Nació en Asunción el 9 de octubre de 1932, hijo de Luis A. Argaña y Felicita Ferraro. Desde joven se dedicó a la política como integrante de la Asociación Nacional Republicana, formando parte, a los 14 años de edad, del Batallón Blas Garay”, durante la Revolución de 1947. Integró la Junta de Gobierno entre 1966 y 1983, y la presidió entre el 16 de Abril de 1990 y el 17 de junio de 1992, así como desde el 26 de Abril de 1996 hasta el 15 de Agosto de 1998.
       Estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional, doctorándose en 1958. Ejerció la cátedra universitaria. Como político, durante cinco períodos consecutivos, fue Diputado Nacional y ejerció el Liderazgo de la bancada de su partido en la Cámara de Diputados. Fue Magistrado Judicial y Presidente de la Corte Suprema de Justicia, durante el Gobierno del Presidente Stroessner, entre los años 1983 y 1988.
       El doctor Argaña fue convencional por su partido en la Convención Nacional Constituyente que redactó la Constitución de 1967. Fue además miembro del Consejo de Administración del Ente Binacional Itaipú.
Publicó numerosas obras, entre las que se destacan “El Amparo. Estudio de la Garantía Constitucional”; “Fulgencio R. Moreno, Abogado del Chaco; “El General Caballero, Genio y Autor del Renacimiento Patrio”; “Reflexiones Republicanas, Difusión y Doctrina del Partido Colorado”; “Perfiles Políticos”; “Luis Alberto de Herrera, el Vengador, 1976 (Discurso del Dr. Argaña); “Un Modelo de Gobierno Democrático para el Siglo XXI”(Conferencias); “Historia de las Ideas Políticas en el Paraguay”(1983). Luego del Golpe de Estado que derrocó al Régimen stronista fue designado Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno del General Andrés Rodríguez.
       En 1992 se presentó como precandidato de la ANR a la Presidencia de la República, pero el triunfo le fue arrebatado “manu militari” escandalosamente, adjudicándoselo al Ing. Juan Carlos  Wasmosy, quien resultó electo Presidente de la República.
       En 1997 se presentó nuevamente como precandidato a la Presidencia, pero fue derrotado esta vez por la fórmula Oviedo-Cubas. Poco después, a raíz de la separación judicial de Oviedo, ganador de la Candidatura Presidencial, fue designado Candidato a Vicepresidente de la República por el período 1998-2003, integrando la fórmula Cubas-Argaña, que resultó ganadora en las elecciones presidenciales de 1998.
       Estaba casado con María Teresa Contreras, con quien tuvo nueve hijos: Félix, Luis Andrés, José Emilio, Ricardo, Nelson, María Teresa, Jesús María, Anastasio y Betharram.
       El 23 de marzo de 1999 falleció víctima de un magnicidio, que conmocionó la vida política del país.
       La carrera política del Dr. Luis María Argaña realmente tomó auge con el advenimiento al Poder del Gral. Alfredo Stroessner por lo que es necesario decir algo sobre esto:
       En el Régimen Stronista pueden distinguirse dos períodos de entre 15 a 20 años cada uno: el primer período –de 1954 a 1974 aproximadamente– fue de lo que podríamos llamar una Dictadura. El segundo período –de 1974 a 1989– ya constituyó una Tiranía.
Durante el primer período del Stronismo, se logró la tan ansiada paz y orden, se ejecutaron importantes obras materiales, se ensanchó la frontera agrícola y empezó la construcción de la represa de Itaipú; y en lo político, cierta libertad de acción y opinión –muy controlada– a la Oposición.
       La personalidad de Stroessner reflejaba una serenidad asombrosa en el Gobernante de un país desquiciado, en total desorden cuando él tomó el Poder, pocos de cuyos ciudadanos adultos podían recordar un pasado político reciente del que pudieran enorgullecerse. Y la serenidad era la característica más necesaria en un Gobernante cuya misión era dar a su país el valor necesario para enfrentarse a un futuro incierto. Cuando Stroessner llegó al Poder, a la edad de 41 años, pareció que toda su vida había sido una preparación para la responsabilidad de devolver el respeto y orden a su sociedad desordenada, desmoralizada y dividida.     
       El sentido de seguridad interna de Stroessner se debía más a la fe que al análisis: era un lector asiduo y estudioso de la historia y todo el tiempo que tuvo antes del Poder lo dedicó a la reflexión; había pasado por la escuela de las convulsiones de su Patria y tenía una intuición extraordinaria de las corrientes de la época. También poseía una penetrante comprensión de la psicología de sus contemporáneos, y especialmente de sus flaquezas. Stroessner se esforzó por superar las turbulentas pasiones del Paraguay y por dar a su País –con su historia de extremismo y su inclinación al fanatismo– una reputación de confiabilidad.
       La respuesta de Stroessner al caos paraguayo de la post Guerra Civil, fue que un país dividido y en desorden, con sus raíces históricas en entredicho, requería una política firme si deseaba recuperar algún dominio sobre su futuro. Y se negó a dejarse desviar de este curso por simple nostalgia del pasado, ni por la tradicional relación paraguaya de amor-odio con sus vecinos. Optó incondicionalmente por el Occidente Anticomunista aun al precio de transgredir principios democráticos. Debemos recordar que se estaba en la “hora de las espadas” en que, luego de la Revolución Cubana, declarada Socialista-Marxista, se produjo en Sudamérica una trepidante sucesión de Golpes de Estado Militares, quedando para la década del ’70 solamente Colombia y Venezuela con Regímenes Civiles. Lo demás, el período de decadencia y descomposición del stronismo son muy conocidos de modo que diremos poco al respecto. Pero debemos destacar que hubo muchos jóvenes que acompañaron a Stroessner, mas sin la sumisión al personalismo de aquellos días, sino en función de “hombres de Partido”, como “Carlín” Romero Pereira, Bader Rachid y el Dr. Luis María Argaña, y en general la que luego fue la corriente “Tradicionalista”. Carlos Romero-Pereira en su discurso en Loma Grande, su Carta a la H. Junta de Gobierno (1985), Ética Política (1985), y su libro Una Propuesta Ética (1987), documentos que ya son parte de la historia, denunció claramente que el resorte principal en la etapa terminal del Stronismo era la defensa del privilegio, que era lo único ya –sobre todo en la última década– que daba cierta unidad a todos los aspectos de la política de Stroessner en su creciente degradación del Partido Colorado. Y Argaña también analizó la composición de los Grupos Administrativos, del Aparato del Partido, de los Altos Empleados Públicos, del Equipo Gobernante, que sumaban un estrato masivamente poderoso, extraordinariamente reaccionario a causa de los privilegios de que disfrutaba y empeñado en mantener a cualquier precio el “statu quo”.
       Pero el equilibrio social, policlasista, del Partido Colorado         –consideraba Argaña– era inestable: A la larga debía prevalecer uno de los dos elementos, el democrático o el autoritario personalista. Y Stroessner, al estimular la voracidad de su Burocracia, estaba socavando inconscientemente no solo su propio Régimen, sino todas las conquistas del Coloradismo. Tan inminente le parecía este peligro a Argaña, que no vaciló en afirmar, después de 1984, que se estaban creando las premisas políticas del vitaliciado autoritario hereditario” y consideró sin ambages a la Burocracia Militante-Stronista como el agente potencial y directo de la defenestración del Partido Colorado y su reemplazo por el Partido Personal Stronista. Por eso fue célebre su frase: “Siempre habrá un trece de Eneroque causó la eclosión que habría de terminar en la caída de Stroessner.
        Argaña era un intelectual a la vez que “hombre de acción”; muy estudioso y de una cultura exquisita que se refleja en sus Libros y en sus Discursos: de una fidelidad extrema a los principios, la doctrina y la ideología del Coloradismo, de la cual sólo daremos algunos ejemplos: este “Último Caudillo Colorado del siglo XX”, el 10 de Septiembre de 1993, en el local central del Movimiento de Reconciliación Colorada”, donde se realizó un acto recordatorio de la fundación del Partido Colorado, expresó con palabras que no podrán borrarse de la historia: “Para quienes sostienen que el Partido Colorado es una rama del Liberalismo impuesto al Paraguay por la horrenda ‘cruzada libertadora’ de la Triple Alianza, el Manifiesto del 11 de Septiembre de 1887 constituye una valla insalvable. No hay manera de concertar los espejismos de la Doctrina Liberal con los postulados que, desde aquella fecha lejana, orientan la vida y el desenvolvimiento de nuestra poderosa Asociación Política… El Manifiesto de 1887 es una realidad objetivada por las circunstancias y si bien nacido en el apogeo de las ideologías liberales tiene el valor y el mérito de serle rotundamente antagónico”. Y decía en su “Memoria Política” dirigida a los Convencionales de la “Convención Ordinaria” del Partido Colorado, el 19 de Septiembre de 1998: “Este es el momento propicio para aclarar que doctrinariamente el Partido no es el Gobierno, ni el Gobierno es el Partido. Aunque en el pasado se dio tal confusión, como resultado de largos años de alineación grosera, es bueno aclarar hoy que el Partido Colorado ya no puede conceder cheques en blanco a quienes administran el país”.
      “Que los Gobernantes de turno pertenezcan a las filas de la Asociación Nacional Republicana no implica que la Junta de Gobierno y el pueblo colorado tengan que permanecer indiferentes y cómplices ante la desviación de los principios o la inobservancia de los programas del Partido Colorado. Al contrario, es en estas circunstancias en que debe acrecentarse nuestra responsabilidad de vigilante y contralor del cumplimiento de la Doctrina Política y Social de nuestra organización partidaria. El pueblo es amparo y reparo del Gobierno.
      “En estas circunstancias, reiteramos, los Colorados nos reservamos el derecho de condicionar el apoyo al Gobierno conforme respete y desarrolle o no los ejes doctrinarios que dieron origen y sustentación al Partido Colorado”.
      “Tengo fe en que el Gobierno habrá de optar, finalmente, por los mejores hombres para manejar la cosa pública, suprimiendo la aberrante práctica de anteponer la obsecuencia a la capacidad y a la honestidad”.
       En cuanto a su pensamiento sobre el programa económico del Coloradismo, era de una clarividente visión. Recordemos que en época tan temprana, en 1990, cuando El Neo-Liberalismo tenía un auge arrollador el Dr. Argaña afirmó que era un “fracaso total” y contrario a la ideología republicana. Así, en aquella memorable Convención de 1998 decía: Ante el auge galopante del Neoliberalismo Capitalista, de rotundo fracaso en la mayoría de los países Latinoamericanos por su elevado costo social, la Junta de Gobierno ha dejado constancia, en reiteradas oportunidades, de su absoluto rechazo a este modelo económico y la idea de Estado que él engendra”.
       En esta cruzada contra la idolatría y exaltación del Mercado a una altura casi divina, hacemos nuestras las palabras de Juan Pablo II, cuando en su visita a La Habana, reprobó este modelo que condiciona el desarrollo a las fuerzas ciegas del Mercado propiciando el enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres’.
       En el afán de interpretar el Ideario Partidario desde una perspectiva filosófica y económica, y sugerir directrices en dichos campos del saber y del accionar humano, la Junta de Gobierno creyó pertinente la creación de la Comisión Permanente de Asuntos Económicos y Sociales (Resolución Nº 20 del 2 de Julio de 1998). “La ideología del Partido Colorado condena tanto al Estado ausente como al Estado complaciente, como el que ha facilitado el descalabro financiero y económico cuyas secuelas sufrimos hasta el presente. El Partido concibe un Estado con mayores atribuciones sociales y, por ello, con un mayor número de controles”.
      “La regulación y participación del Estado, en este contexto, es crucial para que exista el justo y humano equilibrio entre el capital y el Trabajo. A los que alegan que no hay desarrollo sin el Mercado, les respondemos que no habrá equidad social sin el Estado. No debemos cambiar un Monopolio del Estado por un Monopolio Privado”.  Éste era el pensamiento económico y social del Dr. Luis María Argaña.
       En éste punto queremos establecer un paralelismo entre el asesinato de Luis María Argaña y aquel Candidato Presidencial Mexicano Luis Donaldo Colosio, porque ambos buscaban la reforma de su Partido y de las Instituciones y la Política de su país, lo que amenazaba a poderosas fuerzas oscuras económicas y políticas. Y en ambos casos, su muerte violenta frustró esos cambios. Y ambos eran contrarios al Neoliberalismo corrupto impuesto desde arriba.
    El asesinato de  Luis Donaldo Colosio (1950-1994), Candidato a la Presidencia de la República  por el  Partido Revolucionario Institucional (PRI), ocurrió el 23 de marzo de 1994. La muerte de Colosio se considera el primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón en 1928. Por el enrarecido ambiente político en el que sucedió, además de los errores, omisiones y desatinos que se cometieron en el curso de la investigación, este caso generó grandes sospechas e incredulidad entre la población, igual que aquí.
       La opinión popular que prevalece es que se trató de un complot orquestado y dirigido en el seno del propio PRI, ordenado directamente por el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores, José María Córdoba Montoya.  Colosio y su equipo decidieron relanzar la campaña Presidencial en la ceremonia del 6 de marzo, en un evento de masas en el Monumento a la Revolución. Numerosos analistas políticos afirman, que el discurso que leyó ese domingo significó un punto de ruptura de Colosio con Salinas de Gortari, como una suerte de separación padre-hijo; los más suspicaces, que fue su sentencia de muerte.
       Con un componente emotivo inspirado en el Yo tengo un sueño de Martin Luther King, ideológicamente el discurso  se alejó de las tesis del liberalismo social  esgrimidas por el “Salinismo” desde 1988, enfatizando valores como democracia económica, reforma política, nuevo federalismo, nacionalismo y soberanía. Lo políticamente significativo fue que propuso un distanciamiento del PRI con el Gobierno, estableciendo límites constitucionales al Presidencialismo dándole más facultades al Congreso, lo que significaba una reforma profunda al sistema político e implícitamente criticaba y representaba un rompimiento de Colosio con el Régimen que lo había encumbrado.
      Aunque es creencia popular que ese discurso le costó la vida, en el pasado Colosio, como Argaña, ya había criticado al Presidente. En 1990, cuando era dirigente nacional del PRI, durante un evento multitudinario realizado en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, llamó a poner punto final a la perversión política de las decisiones cupulares y centralizadas, la imposición y la antidemocracia”. En el marco de la 14 Asamblea Nacional de PRI, expresó su deseo de “transformar nuestro Partido para que prevalezcan los métodos democráticos, se desechen el autoritarismo, la política burocrática, los dogmatismos y la arbitrariedad”. Como se puede apreciar, hay un gran parecido con los discursos y accionar de Argaña. Las fuerzas oscuras antinacionales y antidemocráticas, contrarias al cambio para el progreso y la justicia social, truncaron su existencia. Y notarán los lectores, cómo está la situación de México y del Paraguay, hoy.
      VICTORIA EN LA DERROTA: En toda la historia del Partido Colorado después de la Revolución de 1947, ningún período ha sido tan difícil como los años de la “transición democrática” luego del derrocamiento de Stroessner. Esta fue una época en que, parafraseando a Marx, “la idea empujaba hacia la realidad”, pero como la realidad no tendía hacia la idea se creó un abismo entre una y otra, un abismo más estrecho, pero más profundo que nunca. El mundo de la política estaba plagado de contradicciones extraordinarias. Nunca había estado el Partido Colorado tan cerca de la catástrofe durante las crisis y presiones de esos años y nunca había mostrado una capacidad de resistencia tan brutal hasta que sobrevino lo del 2008, y continúa ahora. Y tal vez nunca antes había vivido ningún hombre en una comunión tan íntima con los sufrimientos y los empeños de su pueblo y en una soledad tan absoluta como la que vivió Argaña.
       ¿Cuál fue la significación de su obra y la lección de su aparente derrota y su muerte? Toda respuesta debe ser tentativa, pues aún carecemos de suficiente perspectiva histórica y nuestra apreciación de Argaña se deriva fundamentalmente de nuestro juicio sobre la “Transición Democrática” y el Partido Colorado. Si optáramos por pensar que todo lo que los Colorados luchaban por alcanzar: la libertad y democracia con desarrollo y justicia social, no era más que una fatamorgana (espejismo que se ve desde el aire), que el Coloradismo sólo sustituyó una forma de explotación Liberal por otra y que no podía hacer otra cosa, entonces Argaña aparecería  como “el gran Sacerdote de un Dios condenado a fracasar”, como el servidor de una utopía mortalmente atrapado en sus sueños y sus ilusiones. Aun entonces se ganaría el respeto y la simpatía que merecen los grandes utopistas y visionarios, y sobresaldría entre éstos como uno de los más grandes. Aun cuando fuera cierto que el destino del Hombre consiste en ir dando tumbos de derrota en derrota en medio del dolor y la sangre, y en sacudirse un yugo sólo para inclinar la cerviz bajo el peso de otro, aun entonces los anhelos de un destino diferente por parte del Hombre seguirían despejando, como columnas de fuego, la oscuridad y las sombras del interminable desierto a través del cual ha errado sin que al término de éste exista una tierra de promisión. Y nadie en esta época de nuestra tierra ha expresado esos anhelos tan vívida y sacrificadamente como Luis María Argaña.
       Aún así, la creencia de Argaña de que algún día todos los errores del Coloradismo serían vistos tan sólo como un retroceso episódico, puede resultar ofensiva para la sensibilidad del presente. Pero él aplicaba la gran escala histórica a los acontecimientos y a su propio destino, y decía: Cuando se trata de los cambios más profundos en los sistemas económicos, políticos y culturales, treinta y cinco años pesan menos que una hora en la vida de un hombre”. El comprendió y denunció la perversión stronista del Coloradismo tan apasionadamente porque nunca perdió de vista el panorama de un futuro Colorado verdaderamente rico, justo, libre y humano; porque a través de la modernización forzosa de la estructura de la sociedad, el Stronismo había avanzado hacia su propia destrucción y había preparado el terreno para el retorno al Coloradismo clásico. Así la aparente “victoria” de los que derrotaron y eliminaron a Argaña, ocultaba un poderoso elemento de derrota, en tanto que la “derrota” y muerte de Argaña, estaba preñada de victoria. Hoy, las ideas y la memoria de Argaña están cada día más presentes en el seno de las masas Coloradas y de sus auténticos Dirigentes totalmente entregados al ideal Republicano, y eso se verá en el futuro próximo cuando “el Coloradismo eterno” resurja depurado de excrecencias bárbaras. En ese Coloradismo el Pueblo tendrá que reconocer por fin su propia creación y su propia visión del destino del Pueblo Paraguayo. Y así la Historia completará su círculo “cuando la Esperanza haya creado, desde su propia ruina, aquello que contempla”.-
      

       

No hay comentarios:

Publicar un comentario