11 DE SEPTIEMBRE DE 1887: FUNDACIÓN DEL PARTIDO COLORADO
El Partido
Colorado o Asociación Nacional
Republicana nace oficial y formalmente el 11 de Septiembre de 1887, si bien
latía desde hacía muchos años en el corazón de todos los paraguayos y era una
realidad tangible con el nombre de “Partido
Paraguayista” como lo llama Carlos R. Centurión, o “Partido Nacionalista” como lo llama Juan Crisóstomo Centurión. Es la corriente que acompañó a Francia en sus años de grandeza
nacional y es la que llegó hasta las termópilas de Cerro Corá con el Mcal.
Francisco Solano López, y va a ser después la que reivindicará la memoria
del Mariscal. En 1869 surgieron los embriones de los Partidos Políticos
paraguayos en la forma de “Clubes”. El primero de estos clubes fue el Club Unión Republicana, fundado el 31
de marzo de 1869, luego de la caída de Asunción en manos de Brasil el 5 de
enero del mismo año; su Presidente
fue Cándido Bareiro, quien desempeñaba funciones
diplomáticas durante el Gobierno de Francisco Solano López; otros miembros
destacados fueron Cayo y José Miltos y Juan Bautista Gill, ex-combatientes. El
4 de julio de 1870 se deshace el Club Unión Republicana, convirtiéndose en el Club del Pueblo llamado despectivamente
por los Legionarios “Petit Club López”,
que 17 años después se
convertiría definitivamente en la Asociación
Nacional Republicana; y también se formó el Gran Club del Pueblo, que será
llamado Partido Liberal, aglutinando,
como lo dice Ezequiel González Alsina, a “lo
más influyente del Liberalismo importado, y donde esta doctrina se enuncia como
un ariete de demolición contra todo lo que representará el pasado del país”.
Éste, llamado también Centro
Democrático no habla ni exalta los derechos, sino fundamentalmente los deberes
de los ciudadanos y del Estado para con la Nación.
“El General de División
Bernardino Caballero se convirtió en
el símbolo del Sector Conservador de la población paraguaya que buscó
glorificar el papel bélico de López y
su ejército… Caballero y su amigo y admirador, el Coronel (entonces) Patricio Escobar, eran los cabecillas
militares de la rebelión de Cándido
Bareiro contra el “Hombre fuerte Liberal” Benigno Ferreira. En política,
Caballero seguía el liderazgo de Bareiro en el Sector Conservador o Lopista
que eventualmente se convirtió en el Partido
Colorado” (Ricardo Caballero Aquino: “La
Segunda República Paraguaya”; pág.
115; EDIPAR S.R.L.; Asunción, 1985).
El Partido Colorado fue fundado en
Asunción el 11 de septiembre de 1887
durante la Presidencia del Gral. Patricio Escobar, sucesor de Caballero; previamente el 25 de agosto de ese mismo año se había realizado en la casa del General Bernardino Caballero una reunión con
destacados compañeros que fueron héroes de la Guerra contra la Triple Alianza y
caudillos de aquel entonces, para sentar las bases de la fundación de una agrupación política Nacionalista.
El fundador del
Partido fue el General Bernardino Caballero, acompañado por José
Segundo Decoud, quien interpretando el pensamiento de Caballero redactó el Acta Fundacional del Partido Nacional
Republicano, supervisado por Juan
Crisóstomo Centurión, que encierra en su contenido el ideal de una Patria Republicana,
digna del pueblo paraguayo.
Fueron también fundadores Higinio
Uriarte, José G. Granada, Santiago Cardozo, Juan G. González, Ángel Benítez,
Juan Crisóstomo Centurión, Remigio Mazó, Esteban Rojas, Miguel Alfaro,
Guillermo de los Ríos, Héctor Carballo, Zacarías Samaniego, Jaime Peña,
Gregorio Narváez y muchos otros caudillos.
El significado de la sigla ANR se fundamenta en el Nacionalismo y el Republicanismo. El primero de
ellos consiste en la Doctrina o Filosofía que atribuye entidad propia y
diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos y que propugna como valores el
respeto a las tradiciones, el amor al terruño, la preservación de los rasgos
identitarios, la independencia, la gloria y lealtad a la considerada como Nación
propia; en tanto que el segundo
propone y defiende la República como el modelo correcto para un Estado fuerte,
que se basa en el imperio de la Ley, la igualdad y la Democracia Social, con el
fin de proteger los derechos, el bienestar y las libertades civiles de los
ciudadanos.
Con la fundación de la ANR Partido
Colorado, resurgió el Paraguay de la mano de su fundador Bernardino Caballero,
quien como Presidente de la República inició un período de reconstrucción dando
por anticipado un cumplimiento correcto al contenido de su Manifiesto Fundacional
que en uno de sus párrafos dice: “El Partido Nacional Republicano es una
agrupación de hombres libres, que animados de un sentimiento común, el de la
prosperidad y engrandecimiento de la Patria, dirigirá todos sus anhelos a hacer
efectivos los grandes propósitos consignados en el bello preámbulo de la
Constitución Nacional”.
“Sin bombos –dice “La Nación” en
su edición Nº 147, del 27 de Agosto– sin las demostraciones inherentes a los
Partidos que buscan prosélitos por vía de exigencias y engaños, con esa
adhesión del espíritu puramente patriótico y democrático, el Partido Nacional ha demostrado en su
primera reunión que su Poder es de fuerza, manifestada en la voluntad de los
ciudadanos que han concurrido a prestar su apoyo para que, fuertes en las
luchas que puedan ofrecerse, unidos y compactos obren en los términos que
marcan las reglas del deber y los derechos cívicos”.
Y el 8 de Septiembre
“La Nación” publicó un aviso, informando que la instalación definitiva del Partido Nacional Republicano se
realizaría el Domingo 11, en el Teatro “Olimpo”. Firmaban la convocatoria Bernardino Caballero, como Presidente y
Juan G. González, como Secretario,
por la Comisión Provisoria. Llegado el día señalado, el Teatro “Olimpo”,
repleto de gente, acogió con júbilo la llegada de los Caudillos Nacionalistas.
Allí, luego de algunas deliberaciones, fue suscripta el Acta de Fundación, y
enseguida, a moción del socio señor don Carlos Rojas, fueron propuestos y electos
para componer la Junta Directiva los ciudadanos siguientes: Presidente: Bernardino
Caballero; Vicepresidente1º: José Segundo Decoud; Vicepresidente 2º:
Higinio Uriarte; Secretario: Juan G. González; Pro-secretario: Remigio Mazó; Tesorero:
Santiago Cardozo; Vocales: Juan
Crisóstomo Centurión, Miguel Alfaro, Angel Benítez, José González Granado,
Zacarías Samaniego, José R. Mazó, Federico Muñoz, Juan de la Cruz Giménez, Germán
Miranda, Cantalicio Guerreros, Esteban Rojas, Miguel Viera, Félix de los Ríos y
Jaime Peña.
Respecto al Acta Fundacional, debemos relatar lo que recoge la “tradición oral”
–que según el gran historiador Hilaire
Belloc, es admitida como fuente histórica cuando es repetida a lo largo de
mucho tiempo y por muchos actores sin ser refutada ni cuestionada– y dice que
cuando le fue entregada por su redactor Decoud al Gral. Caballero, éste se la
pasó, luego, al ideólogo Conservador Nacionalista Juan Crisóstomo Centurión,
diciéndole en guaraní: “E leé pôrâ mí co
oescribí vaecué pe liberal, aní ñande jodétei”. Además de ser Vicepresidente primero,
José Segundo Decoud era Canciller a la vez. Pero al año siguiente pierde la
Vicepresidencia y su calidad de Canciller. Lo sustituye el Coronel Juan
Crisóstomo Centurión egresado de Universidades Inglesas. Estudió en el King’s College de la Universidad de Londres entre 1858 a
1863, donde conoció
perfectamente la diferencia entre el Liberalismo
clásico Whig y el Conservadurismo
ideológico Tory. Y fue contrario a los “postulados liberales” que propugnaba
José Segundo Decoud, siendo probablemente el mentor del “Conservadurismo
Ideológico” que adoptó el Gral. Bernardino Caballero tal como
lo proclama en su célebre Manifiesto de
1904 publicado el 11 de ese aciago mes en el Diario “El País”. Fue también
un héroe de la “Guerra Grande”, llegando hasta Cerro Corá, batalla en la que sufrió múltiples y graves heridas que
dejaron secuelas perennes en su cuerpo. Esto lo traemos a
cuento porque queremos referirnos a la
discutida personalidad de José Segundo
Decoud, que ha pasado a la historia del Partido, para algunos como un
prócer e ideólogo, y para la mayoría como un Liberal-Legionario enquistado en
sus filas, que intentó desviar ideológicamente al Coloradismo de su postura
férreamente Nacionalista y anti-Liberal. Al respecto, el célebre historiador
liberal Gómez Freire Estévez en su
Libro “Historia Contemporánea del Paraguay” dice que Decoud “pretendía incubar un Partido del Poder, sin
conexiones confesadas con el pasado… pensamiento que explicaba su
posición adventicia en las filas del régimen (Nacionalista
Republicano), pero profundamente artificial, para alterar el curso de la historia”. (G.
Freire Esteves: “Historia
Contemporánea del Paraguay. El Paraguay Constitucional”; p. 3; Empresa Gráfica
del Paraguay. G. Peña & Cía. Baires, 1921). Y es lo que entendía el General Bernardino Caballero, cuando en su célebre Manifiesto del 11 de
Agosto de 1904 afirmaba: “El Partido Nacional Republicano, que
es la Escuela
Conservadora de la política paraguaya…” y “Nuestro Partido con el concurso de todos los intereses conservadores del
país…” cuyos “heroicos miembros netamente paraguayos...” han
sido “en primer término los obreros en la noble tarea de la reconstrucción
nacional…” y lo llevó a oponerse resueltamente a la Candidatura
Presidencial de José Segundo Decoud, cuando, ya en 1891 prohijado por su
cuñado, el Presidente Juan Gualberto
González, intenta lanzarla y que estalla con fuerza en 1893, al suscitarse
el problema de consagrar candidatos del Coloradismo a las elecciones que debían
realizarse por el 7º período constitucional. El Presidente González tenía un
Candidato público y otro reservado. Convenció a Juan Bautista Egusquiza de que contaba con su poderoso respaldo,
pero en realidad, su favorito era su pariente y ex-compañero de la Legión
Paraguaya: José Segundo Decoud. Por
cualquiera de sus dos vertientes el “Gonzalismo”
era una ruptura frontal con la “Vieja
Guardia”, heredera y mantenedora de los principios que informan
históricamente, la línea del Nacionalismo
Republicano. Con el enfrentamiento consiguiente, los valores ideológicos se
imponen a los políticos. Como obedeciendo a una ley física, los Legionarios se
cohesionaron y estrecharon filas en una lucha contra los antiguos y gloriosos
soldados del Mariscal-Presidente. Así, el 27 de Noviembre de 1891, el Diario
Liberal “La Democracia” afirmaba editorialmente: “…y el Candidato del Señor
González no puede ser otro que José Segundo Decoud a quien le ligan relaciones
de íntima y antigua amistad personal, y además de las de parentesco por
estrecha afinidad”. Y a un año todavía de distancia de la fecha del cambio de
Gobierno las fuerzas actuantes dentro del Coloradismo se definen: por un lado el “Gonzalismo” con todo el peso que otorga el control absoluto del
Gobierno; enfrente, el “Caballerismo”
que despliega sus huestes en la llanura, sobrellevando las dificultades que
toda Oposición experimenta. El propio Presidente González prohíbe la difusión de un Boletín de
propaganda favorable a la candidatura del Gral. Caballero; al mismo tiempo,
acompañado de todos sus Ministros, asiste a un banquete ofrecido por Ildefonso
Benegas, connotado caudillo Liberal, posteriormente Capitán del buque
“Sajonia”, que entregó en 1904 a las legiones comandadas por Benigno Ferreira. El “Gonzalismo-Decoudismo” aglutinaba a
notorios Legionarios, alentado por el propósito de instaurar en el país el
sistema Liberal, con una economía abierta a la voracidad del poder financiero Rioplatense.
Con Bernardino Caballero a la cabeza la “Vieja Guardia” de Cerro Corá ponía
todo su empeño en compatibilizar la realidad impuesta por la derrota, con el
legendario modelo que de 1811 a 1870 forjó la grandeza de la Patria.
Los amigos del Gral. Caballero fundaron
el 1º de Marzo de 1893 el Diario “La
Libertad” que, según decía en su Editorial, “Aparece en los momentos en que un peligro público amenaza a las
instituciones políticas de la República y a su existencia misma como Nación
independiente”. En tanto, el
Periódico “La República” era el vocero del “Gonzalismo-Decoudismo”. Ya no se
hablaba con timideces: en su edición
del 3 de Marzo, puede leerse en “La Libertad” un artículo inflamado de
indignación refiriéndose a la candidatura de don José Segundo Decoud: “…será
ilustre Diplomático pero no posee las cualidades requeridas para gobernar un
país republicano, cuyas instituciones exigen que su Gobierno sea de un hombre
de ideas sanas y de un reconocido patriotismo. El Paraguay no permitirá que dirija sus destinos el que ayer nomás
contra él empuñara las armas desde las filas del Ejército Aliado; sino que
debe llevar a ese puesto a ese soldado que ayer, como hoy, lucha contra los
enemigos comunes de la Nación. No nos
olvidemos de nuestras tradiciones”. Meses después, en su edición del 14 de
Noviembre de 1893, se reiteró la advertencia admonitoria bajo el expresivo
título: “¡Fuera Don Segundo!”.
Todo esto, y muchas
cosas que omitimos en honor a la brevedad, lo llevó a Decoud a una profunda
amargura e inquina contra el Gral. Caballero, la que se reflejó en su carta de
suicidio, dirigida a su esposa Benigna en 1909, donde lo denostaba infame y
cruelmente, y fue leída con fruición por el Senador Juan Carlos Galaverna en un
panel de “Radio Ñandutí”, el Sábado 10 de Septiembre de 1994, época en que se
intentaba una corriente Neoliberal dentro del Partido, que buscaba oponer la
figura del “liberal internacionalista y civil” Decoud a la del “conservador nacionalista y militar”
Caballero.
Como vemos, la fundación de la A.N.R. y
su posterior secuela que relatamos revela la diferencia ideológica
“Conservadurismo-Liberalismo” que, ya desde sus inicios era evidente en el origen
ideológico de ambos Partidos; y que
también albergaba en su seno el mismo Partido Republicano por la influencia de
José Segundo Decoud y sus amigos y compañeros; y que junto a otros antecedentes históricos diera origen a la
fundación de ambos Partidos. El historiador liberal Ricardo Caballero Aquino, relata muy bien y extensamente las
diferencias entre Liberales y Conservadores desde el comienzo de la
posguerra, en su libro “La Segunda
República Paraguaya, 1869-1906”, ya mencionado, y agrega algo con respecto
a Decoud: “He aquí en extracto de su biografía escrita por la pluma imparcial
de un ilustrado argentino: ‘José
S. Decoud como hombre, es pérfido; como amigo, desleal; como partidario, un
tránsfuga; y como hombre público es venal y voluble y su ambición es
insondable. Es capaz de todas las villanías, cierto día decía a un amigo, yo
estrecho la mano de mi peor enemigo hasta que pueda clavarle un puñal.
Defendió, inciensó y deificó a todos los Gobiernos para insultarlos, difamarlos
y calumniarlos enseguida y del modo más indigno y cobarde’. El que así hablaba era José Manuel Estrada” (gran escritor y
educador, político, intelectual y eminente orador patriota argentino). Y un
Diplomático Brasileño en la década última del siglo XIX no tenía mejor opinión
de Decoud: “Sobre Decoud nao preciso
adiantar palabra; é, como ja tive occasiâo de informar, Argentino de coraçâo, e
nosso adversario certo, si fôr eleito, só nâo fará ao Brazil o mal que nào
puder” (Cavalcanti a Nascimento,
Reservado Nº 3, Assuncçao, 16 de Abril de 1894. Arquivo Histórico e Diplomático
de Itamaraty). Recordemos al respecto que durante la
Presidencia del General –ex-Legionario– Juan
Bautista Egusquiza (1894-1898), José
Segundo Decoud, desempeñó la Cartera de Relaciones Exteriores. Durante ese
período fue acusado formalmente por la Bancada Liberal de la Cámara de
Diputados por su complicidad con planes de anexión
del Paraguay a la Argentina con muy fundados argumentos, enjuiciándosele
por “Traición a la Patria” y
salvándose por poco de ser condenado gracias a la brillantez de la defensa que
hizo el Dr. Manuel Domínguez, su abogado (ver “La Traición a la Patria y otros Ensayos”). En fin, para terminar con Decoud citemos lo que el Norteamericano
Harris Gaylor Warren –diplomático y
escritor anti-Paraguayo, anti-Colorado y anti-Caballero, cuyo libro fue
traducido (¡cuándo no!) por el acérrimo anti-Lopizta y anti-Colorado Guido
Rodríguez Alcalá– dice de él: “Este Liberal transformado en
Conservador es un caso interesante para el estudio de los contrastes. Después
de haberse afiliado a la Legión para luchar contra el tirano; de haber elevado
la voz para proclamar principios Liberales valientemente; de haber participado
en la lucha por una Constitución genuinamente democrática; se pasó al campo de
los reaccionarios, alentó a Caballero a violar la Constitución de 1870 y se
convirtió en el más decidido defensor de los principios que aborrecía de joven.
Decoud era un desertor, un oportunista que cambió de bando tan
frecuentemente en la década de 1870, que uno se maravilla de que alguno de
los principales políticos del momento pudiera haber confiado en él”(“Paraguay
y la Triple Alianza: La década de posguerra: 1869-1878”; pp. 269, 270; Intercontinental
Editora; Asunción, 2009).
Queremos abundar en el
esclarecimiento de la cuestión ideológica, pues hasta hoy todavía existen muchas
dudas y confusiones. Así, citamos que el “Último Caudillo Colorado del siglo XX”: Dr. Luis María Argaña, el 10 de Septiembre de 1993, en el local central
del “Movimiento de Reconciliación
Colorada”, donde se realizó un acto
recordatorio de la fundación del Partido Colorado, expresó con palabras que no
podrán borrarse de la historia: “Para
quienes sostienen que el Partido Colorado es una rama del Liberalismo impuesto
al Paraguay por la horrenda ‘cruzada libertadora’ de la Triple Alianza, el
Manifiesto del 11 de Septiembre de 1887 constituye una valla insalvable. No
hay manera de concertar los espejismos de la Doctrina Liberal con los
postulados que, desde aquella fecha lejana, orientan la vida y el
desenvolvimiento de nuestra poderosa Asociación Política… El Manifiesto de
1887 es una realidad objetivada por las circunstancias y si bien nacido en el
apogeo de las ideologías liberales tiene el valor y el mérito de serle
rotundamente antagónico”.
Los fundamentos ideológicos del Coloradismo estriban en el Nacionalismo, el Republicanismo y el Agrarismo,
enmarcados dentro de la Democracia Social , que pasaremos a exponer someramente,
así como lo haremos con los de su antagonista histórico: el Liberalismo.
El Nacionalismo ideológico tiene su origen filosófico en Fichte, quien
formula sus postulados Nacionalistas en sus “Discursos a la Nación Alemana ”, como reacción
a la ocupación Napoleónica que enarbolaba la Ideología Liberal. Se forma sobre
las ruinas del Estado Feudal donde la soberanía pertenecía al Monarca, luchando
por dar a los pueblos conciencia de su unidad a través de la atribución de los
mismos derechos a todos los individuos haciendo que la soberanía pertenezca a la Nación , reconociendo el
derecho que tiene cada pueblo a ser dueño de su propio destino sin
interferencias por parte de otros Estados. Existe, pues, una contradicción
insuperable entre la fidelidad a la Nación, la ideología que justifica el
principio de que en todo grupo humano se pueden detectar características
esenciales que lo distinguen del resto de la humanidad, y el pretendido Universalismo,
con su consecuencia internacionalista, de las ideologías Liberales, Socialistas
o Comunistas. Pero huelga decir que el Nacionalismo Republicano no tiene
ninguna relación con el Fascismo o el Nazismo, ni tampoco está limitado a
los confines nacionales del Chauvinismo (patrioterismo egoísta), pues para
nosotros la Nación y Humanidad no son términos contradictorios, sino
complementarios. El Nacionalismo de Natalicio
González estuvo ciertamente influido por la Action Française de Barrès y Maurras que de ningún modo
era Fascista como se tiende a creer. Solo de un acendrado Nacionalismo.
En cuanto al Republicanismo, ello no es “sinónimo de Liberalismo”, como se ha
dado en decir por algunos supuestos “ideólogos”, sino del “bien común”, que
arranca de Cicerón, quien puntualizó
conceptualmente el significado de “res pública” (cosa del pueblo) cuando dice
que por pueblo debe entenderse “non omnis hominu coetus quoquo modo
congregatus, sed coetus multitudinis iuris consensu et utilitatis comunione
sociatus”; es decir que no es la unión de todos los hombres congregados de
cualquier modo, sino la unión por el
interés común y el consenso a una Ley, y añadía que “el interés que vincula a la comunidad tiene primacía sobre el
individuo” (“De República”: T.I. p. 25); algo
diferente al individualismo libertario Liberal. Al destacar como elementos
distintivos de la República
“el interés común” y el consenso a una “Ley común”, Cicerón concluía oponiendo la República no sólo a la Monarquía sino “a los Gobiernos
injustos”, a los que San Agustín llamará después magna latrocinia.
La vinculación del Republicanismo y la “cuestión
social” estaba, pues, presente en el concepto romano y adquiere más unidad de
criterio en el pensamiento político moderno donde, con Maquiavelo primero y
Montesquieu después, entre otras cosas se expresa claramente que en la República debe haber una
relativa igualdad, y también virtud que lleva a los ciudadanos a anteponer el bien del Estado a su interés
particular concluyendo que el orden político en el Régimen Republicano nace
desde abajo, aun en medio de los disentimientos, con tal que tengan canales
institucionales para expresarse. Y siguiendo estos lineamientos ideológicos, el
Partido Nacional Republicano llevó
siempre a la práctica la conexión del Republicanismo con la preocupación por la
“cuestión social”, como lo demuestran los ejemplos históricos que daremos más
adelante.
El Agrarismo
tiene su origen ideológico en la Revolución Mexicana
con el precepto que: “La propiedad
de las tierras y las aguas comprendidas dentro de los límites del territorio
nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual tiene el derecho de
transmitir el dominio de ellas a los particulares, reservándose las
limitaciones que considerase necesarias a la propiedad privada en aras de la
distribución de la riqueza”; también distinto al derecho de “uso y abuso” de la
propiedad que reconocía el Código Liberal de Napoleón. El Agrarismo fue elevado
al máximo nivel ideológico por Juan León
Mallorquín desde los comienzos del siglo XX y luego por Natalicio.
En fin, en el origen Democrático-Social del Partido Nacional Republicano –que movió
a Ignacio A. Pane a declarar que no
hacía falta fundar un Partido Socialista en el Paraguay pues ya existía el
Partido Nacional Republicano, reorganizado en 1908, que se ocupaba de la Cuestión Social – se observa el Conservadurismo ideológico, que nada tiene que ver con el
Conservadurismo Neoliberal reaccionario de los Partidos Conservadores Europeos
y Norteamericanos actuales, y surgió como respuesta al Iluminismo liberal que hacía del ser
humano una criatura exclusivamente histórica, negando sus valores trascendentes
y hacía de la razón el metro de lo real, siendo el Poder Político un límite a
superar, un momento represivo que no tiene realidades propias. Es por eso que
el Liberalismo es internacionalista,
laicista, anti-tradicionalista y considera al Estado un mal necesario por lo
cual pretende reducirlo a su expresión mínima, pues se caracteriza (el
Liberalismo) por una concepción para la cual el individuo y no los grupos
constituyen la verdadera esencia, porque los valores individuales son
superiores a los colectivos. El Conservadurismo
ideológico, en cambio, partía de un límite intrínseco al hombre y veía por
eso en el Poder del Estado un momento necesario de la sociedad, ligado a la
perfección humana, que sin él caería en la anarquía. El Estado es el cemento
de la sociedad, el gran conservador del equilibrio, y se trata de
controlarlo por la Ley
antes que destruirlo, como condición imprescindible de la convivencia social, “conservando las tradiciones y las
conquistas sociales” –como lo expresara Ricardo Brugada (h) en la Asamblea de la A.N .R. del 9 de Febrero de 1902– buscando mejorar
constantemente pero en forma paulatina, dentro del marco de una reforma
cuidadosamente estudiada, sin revoluciones ni políticas de “shock”. Esto es lo
que decían en épocas históricas muy distantes el Príncipe Metternich y el Dr. Federico
Chaves. “Ser Conservador –escribió Metternich en 1821– no requiere volver a
un período anterior, ni la reacción, sino reformas cuidadosamente consideradas.
El verdadero Conservadurismo implica una política activa. Pero la reforma debe
ser producto del orden y no de la voluntad; debe afirmar la universalidad de la
Ley contra la contingencia del Poder”. Y Chaves,
junto con Epifanio Méndez, hablaba
del “orden para la libertad”. Y es también lo que entendía el General Bernardino Caballero cuando lo
afirmaba en ese su “testamento político” que fue su Manifiesto del 11 de
Agosto de 1904 que ya hemos citado. He aquí la prueba indiscutible del
origen ideológico Conservador y Nacionalista del Partido Colorado.
Es que ya desde la “Gloriosa
Revolución” Inglesa de 1688-89, surgió con fuerza el implacable juego de los
Partidos Políticos, y la división entre los Torys (Conservadores) y
los Whigs (Liberales) se agudizó desde el principio, cuando en 1675 fue
fundado en Londres “The Green Ribbon
Club” (El Club de la Cinta Verde ) que se convirtió en el núcleo de los
que ya se autodenominaban “El Partido
del País” y representaban los intereses de la ascendente clase media de
comerciantes, importadores, exportadores, profesionales e industriales que
cuestionaban el modelo paternalista cristiano-medieval favorable a los Gremios
de Artesanos y Trabajadores y las trabas a la libre actividad económica del Mercantilismo sostenido por la Corona , exigiendo también
más Poder para el Parlamento con disminución de las Prerrogativas Reales,
siendo su Líder Anthony Ashley Cooper, Primer Conde de Shaftesbury y
uno de los primeros ideólogos del Liberalismo junto con John Locke (“Tratado sobre Gobierno Civil”: Primer y Segundo). Frente
a ellos se erguía el Partido de la
Corte , autodenominado también “El Partido Honrado” que defendía la supremacía del Poder Real y
representaba a los Caballeros terratenientes y los pequeños hidalgos rurales
así como a los artesanos y obreros beneficiados por los privilegios que sus
Gremios habían obtenido de las Monarquías; sus principales ideólogos
primigenios fueron Henry St. John,
Vizconde Bolingbroke (“Carta sobre el Estudio de la Historia” e “Idea de un Rey Patriota”) y
Edmund Burke (“Reflexiones sobre la Revolución Francesa ”). Para 1680, sin embargo, ambos
Partidos ya eran conocidos como Whig (abreviación
de una palabra escocesa Whigamore
que significaba “bandolero”) y Tory (palabra irlandesa que significaba
“ladrón”) que con buen humor las
adoptaron y que más tarde se expandió al resto del mundo como Liberales y Conservadores.
Según un eminente catedrático de
Ciencia Política de la Universidad de Cambridge: “…El Partido Tory enseñó que los fundamentos
de la sociedad eran algo más que la conveniencia y el contrato (afirmación Whig), que la sociedad era un organismo
moral, unido por una tradición y por sentimientos de lealtad que no podían ser
violados o ignorados impunemente. En la reacción Whig se vieron disminuidos
tanto los indispensables poderes de Gobierno como los instintos sociales de los
hombres; los derechos fueron puestos por delante de las obligaciones, la
conveniencia por encima de la lealtad, y el individuo en un escalón más elevado
que la comunidad. El Conservadurismo filosófico de Bolingbroke y Burke era
necesario para devolver su dignidad a la Constitución ,
reviviendo los elementos místicos y tradicionales de la sociedad… El
reemplazo de la teoría orgánica de
la política (Tory) por el concepto
contractual (Whig) debilitó el sentido de obligación política desde
mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX”(I. Deane Jones: “La Revolución Inglesa”; p. 431;
Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1968).
Hay que acotar, sin embargo, que los
Partidos Conservadores fueron apartándose de su ideología primigenia y para las
primeras décadas del siglo XX, ante
el avance y la expansión de la ideología Socialista Marxista, reemplazaron a los Partidos Liberales
–los cuales se extinguieron o se redujeron a su mínima expresión– tanto en la
vida política como en la ideología, convirtiéndose en lo que son hoy el
Partido Conservador Inglés, los Partidos de signo Conservador del continente Europeo,
y el Partido Republicano de los EE.UU. (que ha abandonado el Nacionalismo
Republicano progresista de Lincoln y Mark Hanna): Partidos reaccionarios neoliberales.
Pero Blas Garay, Fulgencio R. Moreno e Ignacio A. Pane, ya a principios de 1890, evitaron que el Partido
Colorado se convirtiera en un Partido Conservador de esa laya, al poner énfasis
en el Republicanismo con su ideología de Democracia Social, al que
más de dos décadas después Juan León
Mallorquín agregaría el Agrarismo y Natalicio González el Nacionalismo.
Y queremos ahondar más en este tema
porque algunos ideólogos Liberales, y también algunos prestigiosos
intelectuales Colorados, como Julio
César Frutos (Papuchín) –en el “Diario HOY”, 1er. Cuaderno, del Viernes 9 de Septiembre de 1994–; el actual Canciller Eladio Loizaga (Llollo) –“ÚLTIMA
HORA”, Sábado 10 de Septiembre/94–; y Bernardino Cano Radil
(Bebito) –en el Programa “Polémica al Atardecer” de “Radio 970”– y otros más,
como el Coronel de Justicia
Militar (SR) Abogado Andrés Humberto
Zaracho –“Reconozco el origen Liberal de mi Partido” afirmó en el Programa
“Polémica al Atardecer” de la “Radio 970”– sostienen que el origen
ideológico del Partido es de raíz Liberal a tal punto que el ex-Senador
Miguel Ángel Ramírez (+), hace pocos
años, afirmó con todo desparpajo ante las cámaras de televisión: “El
Partido Colorado es un Partido Liberal”
(!!). Nada más opuesto a la verdad
como ya lo aclaró, según hemos visto, el propio Gral. Bernardino Caballero, aleccionado tal vez por el eminente
ideólogo anti-liberal de la época Juan
Crisóstomo Centurión. Aquellos se basaron en una frase, sacada totalmente de
contexto, del Dr. Ignacio A. Pane en
la Convención Partidaria
del 25 de Noviembre de 1918, en la que expresó: “…El Partido Republicano ha sido el único liberal y el único
democrático que hasta ahora ha gobernado el Paraguay, y… cuando vuelva, tarde o temprano, al Poder… ha de ser todavía más liberal y más democrático…”, ignorando completamente que Ignacio A. Pane no se refería al
aspecto ideológico ni socioeconómico, sino que respondía de esta forma a las
críticas de los Liberales Radicales
que acusaban al Coloradismo de ser
un Partido contrario a la libertad y a la democracia, favorable a la tiranía y
al totalitarismo. Prueba de ello la tenemos en que en el mismo discurso
puntualizó, aclarando: “…desde diez años antes de la caída en 1904,
ya hacía yo la oposición en la prensa… con mi firma… NO, POR CIERTO, COMO
LIBERAL… Soy partidario decidido de la doctrina de la solidaridad social, en
eso se encuentra uno de mis ideales de SOCIALISTA… de la solidaridad
voluntaria, reflexiva, CONCILIABLE CON LA LIBERTAD … Enarbolemos, pues, como bandera
partidaria lo bueno del pasado Colorado, a saber:… respeto al derecho de los
humildes, del obrero y de la mujer; no caer como un PONTÍFICE LIBERAL en el
fanatismo antirreligioso… Natural es que, por tradición y espíritu corporativo,
nuestros adversarios Liberales sigan sintiendo horror al pueblo, a
la democracia y al SOCIALISMO”.
Pero hay que aclarar bien, que el
“Socialismo” al que se refería Pane , así como también lo hicieron Juan León Mallorquín, y el Dr. Juan R. Chaves en la década de los ’30
y ’40, además de Hipólito Sánchez Quell,
no tenía parentesco alguno con el “Socialismo totalitario Marxista”, sino
que se refería a la “Democracia Social”
del Republicanismo Colorado. Y esa
línea Nacionalista Republicana debemos celebrarla en este aniversario y seguir
cultivándola y desarrollándola siempre.--
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