sábado, 26 de abril de 2014

APARECIÓ CARTES

                   Y... APARECIÓ  CARTES

               1.- ¿EL TRIUNFO DE LA ESPERANZA
                      SOBRE LA EXPERIENCIA?

                              Mi alma tiene la fe del poeta,
                              la esperanza me templa la lira,
                              ese mar con su furia me inspira
                              y a su estruendo mi voz se alzará.
                             José Mármol: “Cantos del Peregrino”

                            ¡Despertad, raza de héroes: el momento llegó ya
                             de arrojarse a la victoria;
                             ceñíos el casco fiero y refulgente,
                             volemos al combate, a la venganza,
                             y el que niegue su pecho a la esperanza
                             hunda en el polvo la cobarde frente!
                             Manuel José Quintana: “Poesías Patrióticas”
                                ………………………………………………….

           En la entrega anterior, El Menguante Poderío del Partido Nacional Republicano hasta su Caída y sus Consecuencias”, habíamos finalizado apuntando que si no surgía algún evento o extraordinaria personalidad imprevisible, el Coloradismo seguiría siendo un partido de llanura en vías de desaparecer en el escenario político como opción de Poder”. Porque la experiencia amarga de la derrota electoral del Partido Colorado el 20 de Abril del 2008 dejó a las masas republicanas amargadas, deprimidas, resentidas y anarquizadas; más aun al constatarse que cientos de miles de correligionarios habían votado contra su propio Partido. La división era patente; en la Dirigencia se produjo un tremendo hiato, a tal punto que en el rostro de muchos dirigentes del Movimiento derrotado en las internas se notaba que acogían con una sonrisa la caída del Partido.
             ¿Qué se requería para explicar tal situación y esperar un resurgimiento a corto plazo? Para comprenderlo mejor es menester realizar, previamente, un análisis filosófico, sociológico y político de lo que en la Ciencia Política se ha dado en llamar “el Partido en sí” y “el Partido para sí”.
              El famoso filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre en su obra fundamental “El Ser y la Nada” (L’étre et le néant) analizando filosóficamen  te el Ser, encuentra “el ser del fenómeno” y “el ser de la conciencia” radical- mente otro, cuyo sentido “requerirá una elucidación particular” a partir de la “revelación revelada” de otro tipo de ser, el ser-para-sí… y que se opone al ser-en-sí del fenómeno. Para Sartre, el “ser en sí” no es pasividad ni actividad, su consistencia está más allá de lo activo como de lo pasivo, más allá de la negación como de la afirmación, es una inmanencia que no puede realizarse porque el ser “está empastado de sí mismo”; de hecho “el ser es opaco a sí mismo”. El “ser en sí” no tiene un dentro que se oponga a un fuera, está aislado en su ser y no mantiene relación alguna con lo que no es él; esto significa que no puede ser derivado de lo posible  ni reducido a lo necesario. “No conoce, pues, la alteridad: no se pone jamás como otro… No puede mantener relación ninguna con otro”.
               La característica de la conciencia, al contrario, está en que es “una descompresión de ser”, ella, en efecto, “ha-de-ser lo que es”. Entonces, la ley del “ser-para-sí” como fundamento ontológico de la conciencia, consiste en ser él mismo en la forma de presencia a sí. Y esto llega a la superficie por medio de la realidad humana porque este principio no puede denotar sino las relaciones del ser con el exterior y comprometido en el mundo. El “para sí” es el fundamento de su “ser-conciencia o existencia”; y reivindica el “ser-en-sí” para el “ser-para-sí” en tanto que tal, y para un destino trascendente y superior. El “ser-para-sí” denota las relaciones del ser con el exterior y comprometido en el mundo por medio de la realidad humana, consciente, reflexiva. Esto significa que es el Fundamento de su conciencia y es totalmente responsable de su ser convirtiendo la vida en “destino”.(1).
               Ahora, ¿qué importancia tiene para nuestro análisis esta disquisición filosófica? Pues, que es importante comprender que en todo ser humano, y más aún en los individuos que conforman las masas inmersas en la arena política, existe el sentido irracional, reflejo y pasivo del “ser-en-sí” y la conciencia reflexiva de existencia, activa y consciente del “ser-para-sí”.

                                        2.- EL PARTIDO  PARA  SÍ.

                Traducido al ámbito partidario lo que acabamos de analizar: un “Partido Político En-Sí” es una estructura formal que cumple su función vegetativa en la sociedad, pero no tiene conciencia de su lugar en el tiempo-espacio-histórico de esa sociedad, siendo, por tanto, incapaz de concebir su propio interés colectivo e histórico y de subordinar a éste las aspiraciones sectoriales o particulares de sus miembros. Un Partido Político “en-sí” recae fácilmente, una y otra vez, en la inmadurez  política, su Dirigencia se desgarra entre intereses, cálculos y sentimientos en conflicto, sin atisbar los peligros que pueden rebasar su poder ni otear el rumbo político adecuado; sus mandos medios cada vez más afectados y debilitados por el prebendarismo, la desilusión, la confusión y la apatía, solo atinan a apresurarse a ponerse de parte del probable vencedor y a cambiar de bando según las circunstancias; y su masa vuelve a sumirse en la condición inferior de una clase inconsciente de su verdadero interés, e inarticulada.
               Cualquier Partido Político, por más aguerrido y progresista o poderoso que haya sido, puede caer en la condición de “Partido-en-sí” por la imprevisión del devenir histórico y la torpeza, incapacidad, corrupción o haraganería de su Dirigencia. Dos ejemplos patéticos tenemos de muestra: los Partidos tradicionales Chilenos (Conservador, Liberal y Radical) reducidos a la nada por la Democracia Cristiana y el Socialista hacia 1970, en el lapso de una generación; y el todopoderoso PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) cuya Dirigencia “científica” imbuida de la “superior ciencia social Marxista-Leninista” fue incapaz de sospechar siquiera la formidable “implosión”  que su fracaso histórico estaba incubando.
                 En nuestro caso concreto del Paraguay de la transición, (y luego de la caída del coloradismo) todo Jefe que desee regir el timón de la nación en las procelosas aguas del cambio, deberá tener muy presente la capacidad de hacer del Partido o Movimiento que lo sustente, un “Partido o Movimiento para sí”, consciente de su destino histórico, que genere la ideología y la idea-fuerza capaces de aglutinar las mayorías necesarias para la conquista y conservación del Poder. Como así también, deberá escoger los Dirigentes y Consejeros imbuidos de la conciencia reflexiva del “ser-para-sí”, capaces de lograr la autointegración social y la conciencia política del pueblo que harán de él un “pueblo para-sí”. Y deberá ser implacable en dejar de lado a los pseudo-dirigentes rastreros, ignorantes, arribistas y corruptos, cuya conciencia estática y vacía no trascenderá nunca la pasividad amorfa y sin sentido del “ser en sí”. “¡En marcha, pues!”, dice Don Miguel de Unamuno en “El sepulcro de Don Quijote”, de su “Vida de Don Quijote y Sancho”(2). “Y echa del sagrado escuadrón a todos los que empiecen a estudiar el paso que habrá de llevarse en la marcha, su compás y su ritmo”.
                 “Esos que tratarían de convertir el escuadrón de marcha en cuadrilla de baile… Esos no van al sepulcro sino por curiosidad y por divertirse en el camino. ¡Fuera con ellos!Esos son los que con su indulgencia de bohemios contribuyen a mantener la cobardía y la mentira y las miserias todas que nos anonadan…. Son incapaces de casarse con una grande y pura idea y criar familia de ella… ¡Que se vayan al diablo!”.
                   “Echa del escuadrón a todos los danzantes. Échalos antes de que se te vayan por un plato de alubias. Son filósofos cínicos; de los que todo lo comprenden y todo lo perdonan. Y el que todo lo comprende no comprende nada, y el que todo lo perdona nada perdona. No tienen escrúpulos en venderse. Son a la vez Estetas y Perezistas o Lopezistas o Rodriguistas. Son de la baja vida humana, de la vida de tierra… Échalos de tu escuadrón. Ponte en marcha, solo. Todos los demás solitarios irán a tu lado, aunque no los veas. Cada cual creerá ir solo, pero formaréis batallón sagrado: el batallón de la santa e interminable Cruzada”.
                    Hasta aquí Unamuno: ¡qué colofón para nuestra disquisición filosófica-política! Pero tratemos ahora de explicar porqué la aparición de Horacio Cartes ha sido tan impactante en el escenario político nacional y porqué pudo significar el triunfo de la esperanza sobre la experiencia; cómo un “outsider”(3) sin aparente conscripción partidaria ni pertenecer a la Burocracia del Partido mediante la militancia rutinaria pudo, en corto tiempo, posicionarse como primera figura de Caudillo de un Partido tradicional y centenario. Para ello es necesario volver a realizar esta vez un análisis sociológico de las vicisitudes de nuestro pueblo durante la última mitad del siglo pasado hasta la década presente.

                                    3.- UNA NECESIDAD HISTÓRICA.
    
               Cada época, cada cultura, cada costumbre y tradición tienen su estilo, poseen sus ternuras y durezas peculiares, sus crueldades y bellezas; consideran ciertos sufrimientos como naturales; aceptan ciertos males con paciencia. La vida humana se convierte en verdadero dolor, en verdadero infierno sólo allí donde dos épocas, dos culturas o religiones se entrecruzan… Hay momentos en que toda una generación se encuentra extraviada entre dos épocas, entre dos estilos de vida, de tal suerte que tiene que perder toda naturalidad, toda norma, toda seguridad e inocencia. Es claro que no todos perciben esto con la misma intensidad. Por ejemplo, una naturaleza como Nietszche sufrió la miseria actual una generación antes; lo que él, solitario e incomprendido, vivió hasta la saciedad lo están soportando hoy millones de seres. Horacio Cartes pertenece a quienes se han engarzado entre dos épocas, que se han salido de toda seguridad e inocencia, a aquellos cuyo destino es vivir todos los enigmas de la vida humana en su propia persona. Existe una necesidad de creencias, una apetencia por posibilidades de orientación más humanas para el individuo, por eso surge la importancia de un outsider y de un individualista preocupado por la suerte de su pueblo que no admite concesiones como Cartes. Se le puede aplicar lo que Hermann Hesse(4) dijera alguna vez: “El hecho de que un autor de situaciones tenga resonancia no reside en su maestría técnica, su inteligencia  o su gusto, sino en lo genuino de su naturaleza, en la perfección y energía con que expresa su calidad”. El sueño de Cartes coincide con el sentimiento vital de una nueva generación que se ha apartado de una sociedad autoritaria y rastrera que no satisfacía sus necesidades físicas ni espirituales y busca un estilo de vida menos reaccionaria e inmadura y una diferente orientación. Todavía queda por verse si Horacio Cartes está a la altura de los acontecimientos.
            Pero ¿porqué esa inmadurez  y reaccionarismo de nuestra Dirigencia y del pueblo que la siguió? Pensamos que tal inmadurez de la conciencia social  tiene su raíz en esa peculiaridad de nuestra Nación que campea desde el comienzo de su historia y que consiste en el extraordinario poder del Estado sobre la sociedad paraguaya. Esto ha producido una especie de “Estatolatría” –por llamarla de alguna forma– de  una sujeción al Estado y de un temor y respeto exagerado por el Poder constituido. Creemos que en pocas partes como en el Paraguay, la importancia de ocupar un Cargo Público supera toda descripción. Y este Estado Paraguayo todopoderoso, ha derivado su fuerza, precisamente, de la composición primitiva, amorfa  e indiferenciada del campesinado, base de nuestra estructura social. Esa inmadurez generalizada ha inducido siempre a pequeños grupos de políticos y dirigentes de la intelectualidad, a suplantar al pueblo y obrar como sus representantes sin consultarlo.
                Después del desquicio producido por la Guerra Civil del ‘47, con la clase obrera y campesina incapacitadas para defender su propio interés de clase, el Partido Colorado triunfante y su Junta de Gobierno asumieron el papel de sus custodios. La reducción y dispersión de la clase obrera (que debería ser la clase popular más progresista), características de los primeros años del stronismo, pertenecen ahora al pasado. Pero, con todo, el peso de la clase obrera no se ha hecho sentir hasta muy poco y todavía en forma aislada. Recordemos que durante la Dictadura, la influencia directa de los líderes obreros era incluso inconmensurablemente menor de lo que había sido en las décadas del ’20 al ’50; los trabajadores estaban o eran totalmente impotentes de hacer valer sus opiniones frente a la Burocracia Stronista.
                    ¿Qué explicación puede tener este fenómeno de tan prolongado eclipse de la conciencia social y de parálisis de la voluntad y la lucha política?  No se puede explicar por el terror represivo solamente, ni siquiera ese terror totalitario militar-policial-seccionalero, pues toda represión es eficaz o ineficaz en proporción a la resistencia con que se encuentre o deje de encontrarse. Debió haber habido “algo” en la misma clase obrera que determinara su pasividad.
               Pero, ¿qué era ese “algo”? Un ensayo de explicación sería que los nuevos obreros, que empezaron a llegar a las incipientes industrias, venían desde las regiones rurales primitivas, al principio “espontáneamente”, empujados por la superpoblación rural y el minifundio, y después, en el transcurso de aquel desplazamiento de mano de obra a las grandes obras de Itaipú y Yacyretá. Y trajeron consigo el analfabetismo, la inercia, y todo el espíritu fatalista, resignado, de la comunidad rural donde en cada familia impera el autoritario patriarca campesino. Desarraigados y confundidos por el nuevo ambiente, se  vieron atrapados por el mecanismo que había de transformarlos en seres muy diferentes de lo que hasta entonces habían sido, para adaptarlos al ritmo y disciplina de la vida industrial y de ciudad. Intimidados en las fábricas y obras, en sus campamentos de trabajo y en sus barriadas, se encontraron incapaces de resistir las presiones apabullantes de una disciplina cuasi-cuartelera que imponía a toda la población el régimen stronista. Tan violenta fue esa sacudida, tan abrumado por la enormidad de las fuerzas que moldeaban su vida se sentía ese campesino devenido en obrero y ciudadano proletario urbano, que por mucho tiempo no tuvo ni la voluntad ni la fuerza para formarse alguna opinión ni para expresar alguna protesta. Trataba, en consecuencia, de arreglárselas como podía por sus propios medios, sin establecer referencia con su situación de clase. Su individualismo atávico, tanto como la prohibición de hecho de las huelgas o cualquier otro tipo de protesta, le impedían asociarse en defensa propia con sus compañeros y actuar en solidaridad con ellos. Más bien procuraba ingresar en la “clientela” del Dirigente “obrero” partidario, intermediario con el tremendo Poder Estatal. Y así fue como, mientras el campesino libre –dueño  de su chacra, que fue la base sobre la que se formó y asentó la sociedad paraguaya y sostuvo la causa de la independencia nacional y apoyó el régimen de Francia y de los López– ha sido completamente proletarizado por el despojo y el latifundio, nuestra clase obrera y baja clase media –productos de aquél y, por eso mismo– han quedado infectadas por el espíritu del campesinado.
                    Y la dirigencia obrera colorada, no ha comprendido todavía que, con el desarrollo de las fuerzas productivas, el “ser social” de esa clase ha cambiado y, por supuesto, la “conciencia social”, reflejo del ser social, también; y que la activa función de la “superestructura” influye decisivamente en la “infraestructura”; pero ellos continúan aspirando a seguir siendo los intermediarios paternalistas de los trabajadores ante el “omnipotente” Poder del Estado, y granjearse indefinidamente el favor del Gobernante. Es por ello tan mediocre la acción e influencia de los Sindicatos Colorados.
                Con este panorama que hemos esbozado, podemos comprender el desplome del Poder Republicano el 20 de Abril del 2008 y ahora la aparición de un Líder extra-burocrático partidario. Es que, los impulsos y las influencias que determinan el comportamiento del Coloradismo son intrincados y contradictorios, con el resultado de que el temor y la fe, el horror y la ESPERANZA, la desesperación y la confianza luchan en los pensamientos del correligionario colorado, dejándolo enervado, resentido, y sin embargo renuente a abjurar de su partido, rumiando sus agravios en indolente sumisión.
                 El Partido Nacional Republicano, en el que un  Paraguay degradado por el Stronismo y luego por una Transición plagada de Gobiernos inútiles y reacconarios que desembocó en un Gobierno Izquierdista-Liberal trajo disgusto y temor, responderá sin duda de manera muy diferente a un Coloradismo depurado de traiciones, divisiones, corrupción y otras excrecencias bárbaras. En ese coloradismo tendrá que reconocer por fin su propia creación y su propia visión del destino del hombre colorado. Y así la historia completará su círculo hasta que la ESPERANZA ha de crear de la propia ruina de la experiencia fallida, aquel porvenir venturoso que contempla. Tal es la tarea de Horacio Cartes y sus colaboradores.




                         4.- ¿EL HOMBRE DEL DESTINO?

                             …No es vano esfuerzo
                             buscar un hombre entre mil,
                             una de esas almas afines y fuertes
                             perdidas entre la multitud.
                               Novecientos noventa y nueve hombres
                             se embarcarán con nosotros
                             si no hay riesgos o si tenemos asegurado
                             previamente el éxito,
                          pero el milésimo hombre desafía tifón y procela,
                             para salvarse o hundirse
                             en la misma azarosa travesía.
                             No lo determina ningún cálculo sórdido.
                           Novecientos noventa y nueve amigos inseguros
                             que obtuvieron favores y ventajas
                             en días de esplendor,
                             nos venderán por cualquier precio;
                             para el milésimo hombre la amistad
                             no es comercio de trueque ni objeto de soborno.
                              Es incapaz de fugas cobardes
                              y taimadas felonías.
                           Novecientos noventa y nueve adulones serviles
                             y oportunistas en acecho
                             nos dejarán solos en cualquier emergencia,
                          pero el milésimo hombre acompaña a sus amigos
                             hasta el pie de la horca y acaso hasta después.
                               Rudyard Kipling: “El milésimo hombre”.
                               ………………………………………………
              
               ¿Existe el “Hombre del Destino?” Aquél individuo que por una especie de providencia toma, en un momento histórico, la responsabilidad de los sucesos de su pueblo y cuyo camino está signado por dejar surcos en la historia.
                Stefan Zweig, en su libro “Momentos Estelares de la Humanidad”(5), afirma que sí y que cuando llega el momento supremo no debe vacilar, porque de lo contrario, “Nada le redimirá de aquel momento en que fue dueño del Destino y no supo captarlo”.
             “Es una venganza terrible de la ocasión suprema, de esta ocasión que, de cuando en cuando, desciende oportuna hasta la vida de los mortales, entregándose al hombre vulgar que no sabe utilizarla intempestivo”. “Estas cuatro fuerzas que denominamos virtudes ciudadanas: previsión, disciplina, celo y prudencia; magníficas armas en días vulgares y pacíficos, se funden abrasadas por el fuego glorioso del instante del Destino que exige el genio para ser plasmadas en su imagen imperecedera”. “La indecisión es rechazada con desprecio. Únicamente los atrevidos, nuevos privilegiados de la tierra, son encumbrados por los brazos flamígeros del Destino, hasta el cenit de los triunfadores”.
                Aquí cabe recordar a Hegel, el filósofo que percibía un esquema preordenado en la historia, pero no postulaba un fin histórico específico; que afirmaba que sólo retrospectivamente puede el hombre comprender plenamente el papel de los individuos específicos y de los hechos concretos dentro del proceso histórico total, porque solo en visión retrospectiva aparece clara la culminación histórica del ideal de la humanidad. La dialéctica hegeliana deja margen para el error y la tragedia; es por eso que Hegel acierta cuando no exige que cada acto específico tome parte en la construcción de la misión histórica del hombre.
                  La creencia de Hegel en la historia como un proceso orgánico es realmente mística en su origen; no puede proceder de la experiencia sino de la intuición y tal vez debiera describirse como un artículo de fe. Su creencia en la responsabilidad del Líder, del “Hombre histórico universal”, de que ese hombre es portador de una carga que tal vez “sienta” pero sin acabar de comprenderla jamás, y que no puede simplemente reducirse al sentimiento nacionalista o egocéntrico, es el meollo de la visión hegeliana(6).
              Simplificando su idea, podemos decir que un Estado y su Dirigente, no deben simplemente aspirar al poder y a la gloria por sí mismos, sino que deben comportarse de modo que su papel como agentes históricos resulte dignificado. Y el desdén de Hegel por la opinión popular tiene su origen en esa misma creencia: La historia no es obra de las grandes masas, sino de sus Dirigentes; las opiniones del público son tan transitorias y sujetas a súbitos trastornos y cambios que no pueden soportar los rigores momentáneos que caracterizan al movimiento de la historia que se dirige hacia su destino final (7).
                    En un famoso curso de conferencias dado en la Universidad de Berlín –y que luego fueron reunidas en su libro “Filosofía de la Historia”– Hegel había señalado, como ya lo dijimos, el papel de los “individuos históricos universales” como los agentes por medio de los cuales se desarrolla el plan de la Providencia: “la Voluntad del Espíritu Universal”. Decía “Estas individualidades pueden ser llamadas héroes, en cuanto han derivado sus fines y su vocación, no del curso apacible y normal de las cosas, sancionado por el orden vigente, sino de una fuente oculta, de aquel Espíritu recóndito, todavía oculto bajo la superficie, que choca con el mundo exterior como sobre un caparazón y estalla hecho pedazos. Tales fueron Alejandro, César, Napoleón. Estos fueron hombres políticos prácticos, pero al mismo tiempo fueron pensadores que penetraron en las exigencias de una época que estaba madura para el desarrollo. Esta fue la Verdad auténtica de su época, de su mundo… A ellos les tocó conocer este principio emergente, el paso inmediatamente posterior, directa y necesariamente orientado hacia el progreso, que su mundo tenía que dar; hacer de éste su aspiración y gastar su energía en impulsarlo. El hombre histórico-universal, los héroes de una época, deben ser por lo tanto reconocidos como los dotados con más clara visión: sus hechos, sus palabras, son lo mejor de su época…(8). Una fuerza tan poderosa –agrega en otra parte– necesariamente tiene que atropellar muchas flores inocentes , aplastar y hacer pedazos muchos objetos en su camino”.
                  El “Hombre del Destino” debe tener lo que designa una palabra alemana: Fingerspitzgefühl (“sensibilidad en la punta de los dedos”), esa presciencia que describe perfectamente el sentido de la oportunidad y de la cronometración de los acontecimientos. Ahora, ¿puede Horacio Cartes ser “el hombre del destino” y el “héroe histórico universal” para esta época de nuestro Partido y nuestra Patria? Todavía creemos que puede que sí, pero a diferencia de Hegel, Cartes no comparte su desdén por la opinión de las masas… Él tiene un gran respeto por la opinión popular y comparte más bien la idea del Príncipe Metternich, que ya en 1808 expresaba: “hay que tener muy en cuenta la Opinión Pública, sobre todo en esta época que es el siglo de las palabras”(9). Y con una gran intuición, el Líder ausculta la dirección que llevan las masas y se les pone delante para guiarlas.
                  Sea o no el Hombre del Destino o el Héroe Hegeliano, no hay duda alguna que Horacio Cartes es un “hombre de acción”: su liderazgo en el campo empresarial y deportivo y ahora en la política, así como toda su vida personal lo demuestran. Y como todo hombre de acción es un realista porque tiene una obra que realizar; y para obrar en el mundo real es preciso no tener ilusiones. Si el hombre de acción conoce mal a los seres humanos, si en lugar de verlos tal como son él se los imagina, como hacen los mediocres, como él quisiera que fuesen, fracasará. Si renuncia por sentimentalismo a cometer actos duros –necesarios– fracasará también. Si se conforma con representar  en una comedia heroica y brillante el papel del General histórico, en lugar de realizar las necesidades difíciles e insulsas del General verdadero, él no sería ni César ni Wellington, ni Napoleón. En  “El héroe y el soldado” de George Bernard Shaw(10),  el héroe no es el soldado, y a esto se reduce todo el tema de la obra. Y Cartes lo sabe: el héroe es un gran hombre; pero no un “héroe tradicional”. Él dice lo que los otros no se atreven a decir; perdona todo –excepto la deslealtad– porque no tiene tiempo de sentir rencor; es generoso porque desea algo más que los bienes que ambicionan los hombres ordinarios; en “César y Cleopatra”, Shaw hace que le responda en una ocasión en que ella trata de seducirle: “Ahora, no. Tengo que trabajar”. César era, ante todo, un realista hombre de acción como lo notamos en Horacio Cartes: ni por un momento nos lo imaginamos como un joven-maduro romántico. El es un verdadero hijo de esta tierra, con la obstinación y el buen sentido de los triunfadores; igual que ellos acepta sin idolatría y sin snobismo a los grandes señores, sean reyes o prelados. En una ojeada percibe hasta qué punto pueden servirle éstos en sus planes individuales… Del mismo modo habla a toda la gente, a los trabajadores como a un rey, sin afectación ni embarazo. Y les obliga o persuade a hacer lo que él quiere, siempre que no fuesen pusilánimes ni depravados. Su palabra, amable y afilada, sabe halagar y fustigar al mismo tiempo. Es un verdadero Jefe nato.
               Es que en los últimos años, entre convulsiones y convenciones partidarias, nació un Caudillo; y es un fenómeno universal que el Caudillo, el Partido y la Nación siempre están buscándose instintivamente a través del tiempo y del espacio hasta sintonizar en una simbiosis sensacional que estremece hasta sus cimientos una sociedad a la deriva. Es lo que sucede en el Paraguay en esta época tan rica en discursos históricos como pobre en el cumplimiento de sus programas y promesas y de su destino. Y en este devenir el Partido Colorado debe sincerarse consigo mismo y con la República; porque en las últimas décadas, su cinismo, oportunismo e hipocresía llegaron a ser tan completos, y eso es inadmisible. Nuestra generación ya no debe permitir que el Partido ni la administración gubernamental sigan siendo una feria, donde solamente campeen los mediocres, los caraduras y los astutos, ni que sigan estando al servicio de aquellos ineptos, que siempre sienten un temor y odio supersticioso hacia todo lo elevado, y se pasan combatiendo a todos los ciudadanos que no les sirven directamente a sus intereses y a todo lo que no entienden. Como dice el dramaturgo noruego Ibsen en su obra teatral “El Enemigo del Pueblo”: “…todavía queda por verse si la maldad, la estupidez y la cobardía pueden sellar los labios de un hombre libre y honrado”.
               Hay que preocuparse, y no es para menos, porque la vieja Dirigencia Partidaria prebendarista y reaccionaria –y en el plano nacional la extrema Izquierda Luguista y la reaccionaria Derecha Liberal– pareciera  padecer una escasez  y debilidad en sus reacciones nerviosas y pobreza alarmante de recursos políticos y aún espirituales. Casi todos ellos dan la impresión de personas abrumadas por sus tareas, pero al mismo tiempo renuentes a ceder siquiera una pequeñísima parte de su poder y derechos que son incapaces de usar. Dan la impresión de que les es más fácil estar yendo al abismo –que algunos juzgan de todos modos inevitable– con los ojos bien cerrados y la corona encasquetada, como esos Macbeths trágicos de la historia, pues a la marejada histórica que nos está sacudiendo, y que está trayendo sus oleadas cada vez más cerca de las puertas del Palacio de Gobierno, ellos solo oponen una torpe indiferencia.
                   Estas palabras son muy duras, pero son empleadas movidas por el amor al Partido y a la República, y la adhesión y fe inconmovibles al proceso democrático. Y porque creemos que reflejan el sentimiento de esa gran corriente de opinión en la que estamos inmersos, y vemos que los Paraguayos de todas las corrientes nos estamos asemejando en nuestro punto de vista, a tal punto que los rasgos distintivos parecen desvanecerse, ya que comprendemos que el peligro es demasiado grande y próximo, y, por supuesto, a una cosquilla cada persona reacciona de manera diferente, pero a un hierro candente todos reaccionamos igual.
                   Sabemos también que estas frases y consideraciones sabrán a veneno para muchos “distinguidos viejos jefes y militantes partidarios”; eso nos recuerda a Bolingbroke, Duque de Hereford, aquel personaje de Shakespeare, que en “El Rey Ricardo II” dice: “el veneno no gusta a quienes lo necesitan”. Tal vez Bolingbroke era, como cualquier Republicano auténtico de ahora, UN HOMBRE LIBRE.
                  ¿Y porqué Horacio Cartes aceptó tomar sobre sus hombros la pesada carga, preñada de intenso trabajo, peligros y acechanzas, de luchar por la Presidencia de la Rca.? Pues al parecer ya lo tiene todo: liderazgo empresarial, deportivo, y realización personal. Es indudable que la respuesta nos la da ese genial escritor, político y guerrero que fue André Malraux(11), en su fundamental obra que es una de las mejores que se han escrito en el mundo: “La Condición Humana”, cuya idea central, que domina todo el libro, es que “solo un propósito sobrehumano, por el cual el hombre estaría dispuesto a pagar con su vida, puede dar sentido a la existencia personal”.

                                            N O T A S

(1)            Jean-Paul Sartre: “ L’étre et le néant”; pp.32-36-124-142-145; loc. cit. et pássim. Librairie Gallimard. París, 1943.-
(2)            Miguel de Unamuno: “El sepulcro de Don Quijote” (Vida de Don Quijote y Sancho); Presses de la Cité. París, 1967.-
(3)            Outsider: Vocablo inglés cuyo sentido para nosotros sería “forastero, venido de afuera”.-
(4)            Hermann Hesse: Célebre escritor alemán, una de cuyas obras, “El Juego de Abalorios”, trata en forma alegórica la lucha por la conquista del Poder.-
(5)            Stefan Zweig: “Momentos Estelares de la Humanidad”; pp.51-52; Editorial TOR. Bs. Aires, 1954.-
(6)            Guillermo Federico Hegel: “Filosofía de la Historia”; p.57; Ed. Zeus. Barcelona, 1971.-
(7)            Ibídem: p.60 et pássim.-
(8)            Ibídem: p.57.-
(9)            Príncipe Metternich: Genial diplomático y Ministro de Relaciones Exteriores austríaco, que tuvo un papel preponderante en la derrota final de Napoleón y fue el artífice de la política del “equilibrio del Poder” pergeñada en el Congreso de Viena y que dio un siglo de paz a Europa.-
(10)      George Bernard Shaw: Gran escritor Irlandés autor de obras teatrales de alcance mundial.-
(11)      André Malraux: Rara mezcla de intelectual y hombre de acción. Peleó en la Guerra Civil Española, en el Maquis francés durante la resistencia, tuvo un gran protagonismo político para el retorno del Gral. De Gaulle al Poder, de quien fue Ministro de Cultura, y escribió numerosas obras de fama universal.-



viernes, 18 de abril de 2014

LA CAÍDA DEL PARTIDO COLORADO


     EL MENGUANTE PODERÍO DEL PARTIDO
     NACIONAL REPUBLICANO HASTA SU CAÍDA
     Y SUS CONSECUENCIAS.

                               INTRODUCCIÓN.

                          Miré los muros de la patria mía,
                      si un tiempo fuerte, ya desmoronados
                      de la carrera de la edad cansados,
                      por quien caduca ya su valentía.
                         Salime al campo, vi que el sol bebía
                      los arroyos del hielo desatados;
                      y del monte quejoso los ganados,
                      que con sombras hurtó la luz al día.
                         Entré en mi casa: vi que amancillada
                      de anciana habitación era despojos,
                      mi báculo más corto y menos fuerte.
                          Vencida de la edad sentí mi espada
                      y no hallé cosa en qué poner los ojos
                      que no fuese recuerdo de la muerte.
                      Francisco de Quevedo y Villegas (Soneto )
                      ………………………………………………
           
            A un año de la victoria electoral del 21 de Abril de 2013 que le devolvió el Poder al Partido Colorado, bueno es analizar las causas de su caída en 2008 y las consecuencias que la siguieron antes de operarse su “resurrección” con Horacio Cartes.
           A pesar de su gran victoria electoral en los comicios presidenciales y parlamentarios de Mayo de 1998, el Partido Colorado siguió estando en decadencia. Esta declinación del Partido Político más numeroso en cantidad de afiliados, de Latinoamérica y el mundo, con relación a la población de su país, representaba un viraje histórico en la vida política del Paraguay. El Partido Colorado había sido incapaz de resistir el prolongado asedio del Exterior y la democracia liberal; por eso hoy, a pesar de su reciente victoria, se siente acosado por esos espectros y se ha convertido en prototipo del predicamento en que se encuentran los Partidos Políticos tradicionales  del continente. Es obvio que Horacio Cartes acertó cuando dijo que el Coloradismo fue creado para conocer grandes triunfos o sufrir fracasos ejemplares.


1.    El CONTEXTO MÁS AMPLIO.
           
                    Los factores determinantes del destino del coloradismo en el Paraguay, así como los problemas que encaran otros partidos tradicionales en Latinoamérica, residen tanto en los propios partidos como en el entorno político. Al respecto , ya en 1943 el político y escritor liberal “Tiempista”  Juan José Soler en su libro “Hacia la Unión Nacional”(1respondía a la pregunta ¿porqué cayó el partido Liberal? con las siguientes cuatro causas: 1.-Disensiones internas;   2.- Crisis de Jefatura; 3.-Técnica inadecuada para sostenerse en el Gobierno; 4.-Disolución de vínculos morales.
 Los partidos políticos paraguayos han estado obsesionados, desde el final de la revolución del 47, por las consecuencias  de  ésta. La división del espectro político y del Partido vencedor de la contienda, consolidó la dominación de las FF.AA. sobre el Partido Colorado y lo obligó a convertirse en algo así como rehén del poderío militar y también lo obligó a una moderación autoimpuesta a las ambiciones de los políticos colorados, que se erigió como requisito indispensable para que los militares no intervinieran directamente en las luchas internas por el Poder dentro del partido. Actualmente, el fin del conflicto Este/Oeste mas la expansión democrática y la desmilitarización de la política, eliminó cualquier posibilidad real de que el Ejército llegara a intervenir en forma efectiva en los sueños de los partidos políticos de ascender al poder cualquiera fuera su ideología u origen.
                  En el mejor de los casos, si se juzga esta situación desde el punto de vista positivo, el Partido Colorado trató de aprovechar el movimiento popular para favorecer su estrategia gradualista de “una transición pacífica a la Democracia” por medio de una coalición de los Movimientos internos que afloraron luego del golpe del ’89. En el peor de los casos, el Partido Colorado demostró la bancarrota total de su retórica vanguardista y sus pretensiones de llegar a erigirse en un partido revolucionario. En términos generales, los partidos tradicionales de América del Sur no han sido capaces de sustraerse a los hechos geoestratégicos elementales de su existencia política misma. Todos encaran ambientes políticos hostiles y tienen pocas esperanzas de que éstos cambien; cuentan con pocos aliados políticos nacionales e internacionales o ninguno. La historia ha precipitado al Partido Colorado a una crisis de identidad política. En gran parte estos problemas de “raison d’étre” (qué proponer, con quién aliarse, qué representar) son los que han quebrado su espina dorsal y lo llevaron a la llanura.

2.    IMPERATIVOS NACIONALES E INTERNACIONALES.

               Cuando Luis María Argaña condenó a Stroessner en 1988 con su famosa frase: “siempre habrá un 13 de Enero”, los máximos dirigentes del coloradismo  se sintieron estremecidos  y  desorientados tanto por su compromiso ideológico-político con el stronismo como porque ese hecho implicaba una amenaza para su  carrera.
               Los Tradicionalistas importantes llegaron al extremo de su osadía de aliarse en secreto con el Gral. Andrés Rodríguez, para después, durante los inmediatos años siguientes acusarlo de “anticoloradismo” y frustrar su reelección.
               Los colorados argañistas fueron los únicos que se opusieron al desmantelamiento total del stronismo. Sin embargo quedaron totalmente aislados en la Constituyente del ’92 y su posición política y logística les impidió organizar una oposición formal a la venganza de Rodríguez impidiendo la candidatura de Argaña a la Presidencia de la Rca. Tampoco fueron capaces de impedir la reforma constitucional por la cual se creó en 1992 una República cuasi-parlamentaria con una Presidencia grandemente debilitada, ni, en la práctica, la consolidación de la candidatura fraudulenta de Juan Carlos Wasmosy.
              Durante el quinquenio siguiente un grupo de dirigentes formado por jóvenes y algunos miembros de la vieja guardia buscaron un camino que les permitiera realizar la peligrosa travesía entre el Escila  de abrir el Partido a una democratización del mismo imbuido de nueva vitalidad con la inclusión del “ oviedismo”, y el Caribdis  (2) de volver a encerrarse en su política de fortificación del centralismo dentro del partido y la estrategia de “Reconciliación Colorada” de avanzar totalmente sola en el sistema político. Finalmente, al verse sorprendidos con la guardia baja en 1993 por una imprevista pujanza electoral opositora lo suficientemente grande para amenazar el predominio tradicional de los colorados, los dirigentes hicieron maniobras que desembocaron en un rompimiento total entre “Argañismo” y “Oviedismo”. Por todo esto Argaña, que se mostraba seguro del triunfo, perdió las elecciones internas de 1997. A partir de entonces, los oviedistas recorrieron penosamente un período de siete meses monótonos, aunque tortuosos, en que a Lino Oviedo le hicieron probar su propia medicina en su calidad de corresponsable del fraude que Rodríguez perpetró contra Argaña en 1993; y en su carácter, también, de corresponsable por mucho tiempo de las políticas del gobierno Wasmosy, tuvo que compartir las consecuencias políticas de todos los desatinos financieros de dicho gobierno y del incremento masivo del desempleo, carestía y corrupción que se registraron entre 1993 y 1998. Es cierto que Oviedo rompió con Wasmosy (o al revés) pero las consecuencias político-económicas no pudieron borrarse del imaginario colectivo. Para más, la virtual victoria de los opositores en el Parlamento en las elecciones de 1993 trajo consigo cinco años de “cohabitación” entre el Pte. Wasmosy y el Líder presidente del PLRA, Domingo Laíno, que se conoce como “Pacto de Gobernabilidad”. Los argañistas volvieron a explotar el sectarismo en su afán de capitalizar cualquier desilusión de los votantes colorados hacia Wasmosy y adoptaron una posición ferozmente antiliberal-wasmosysta frente a la “cohabitación” que llamaron “Pacto de complicidad”. Para bien o para mal, Argaña había decidido adoptar una posición de “espléndido aislamiento” (solo contra todos) con la esperanza de atraer nuevos partidarios, igual que antaño, erigiéndose como el único Movimiento serio que era opositor del gobierno o de
 protesta. Su error de cálculo se evidenció a raíz del ascenso de la “Unión Nacional de Colorados Éticos” (UNACE) de Lino Oviedo, que atrajo los votos de los pobres, marginales y baja clase media, quienes protestaban por el desempleo y la carestía de vida (argumento que tradicionalmente había favorecido a Argaña) y de quienes alentaban sentimientos nacionalistas.
          Luego de “taponada” la candidatura  presidencial de Oviedo por la complicidad de los Miembros de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, ¿porqué éste (Oviedo) postuló a un candidato tan poco brillante e inútil como Raúl Cubas?: Un hombre tan falto de personalidad como de carácter, incapaz de controlar a su propia mujer y de ganarse la lealtad de sus mismos hermanos, que además no quería ser Presidente de la Rca. amenazando, ante cualquier presión, con renunciar, agitando el cuco de la sucesión del Vice Pte. Argaña.
          Tal vez la respuesta al interrogante anterior habría que encontrarla en el predominio personal de Oviedo que había impedido el surgimiento de cualquier otra personalidad importante; así como la importante cantidad de dinero que aportó el ex–Barón de Itaipú, como también la notable falta de presciencia, esa intuición y “olfato” para prever las situaciones futuras y conocer a la gente, que siempre caracterizó a los grandes Dirigentes y Estadistas. El caso es que Cubas falló completamente en la conducción política y ahondó la brecha con el “argañismo” con lo cual las masas republicanas se hallaron brutalmente divididas, recordando la época de fines del siglo XIX y principios del XX, entre “Egusquizistas” y “Caballeristas” que llevó al Partido a la llanura en 1904 por la traición del Egusquizismo acaudillado por Guillermo de los Ríos (sucesor del ya fallecido Egusquiza) y el entronizamiento del Partido Liberal.
          En cuanto a Argaña, al comienzo estuvo reticente a aceptar ser Vice-Pte. de Cubas, diciendo: “Yo no puedo ser segundo de un Don Nadie”; pero sus a láteres –entre  quienes se encontraban ya personajes duchos en la traición y los sucios enjuagues como Juan Carlos Galaverna, Juan Ernesto Villamayor, José Alberto Alderete y etcs.– le  aseguraron que “el Gobierno de Cubas no duraría seis meses” estando ya en marcha la conspiración que acabaría con él. Esto hizo que Luis María Argaña aceptara, pero sin sospechar que él sería “el pato de la boda”.
          La prisión de Oviedo, víctima de la persecución de Wasmosy que le formó un “Tribunal Militar Especial” para casos de guerra con la aquiescencia siempre de la cómplice Corte Suprema de Justicia, mas el aporte de Argaña, dieron la última “unidad” de los votantes republicanos lográndose la apabullante victoria electoral de 1998 ante la fórmula “Laíno-Filizzola” de la Oposición unida. Pero ya el menguante poderío del Partido Colorado estaba echado: la incapacidad de gobernar de Cubas, la rápida puesta en libertad del Gral. Oviedo, la conspiración “argañista-oposición”, un Parlamento mayoritariamente adverso, la siempre complicidad de la Corte Suprema de Justicia y la descarada como flagrante intervención en los asuntos internos del Paraguay de la Embajadora norteamericana Maura Harty, hicieron que la conjura antioviedista marchase a tambor batiente. Además Cubas y Oviedo se las arreglaron para poner a todas las “fuerzas vivas” en su contra (la Iglesia Católica; Sindicatos Obreros; Campesinos; Estudiantes; Comerciantes y parte de su propia Burocracia y Cuerpo Diplomático) quedándose aislados como la leyenda nórdica de “Canuto contra las olas”, y mostrando una increíble incapacidad de movilizar sus propias huestes.
          “La insurrección es una maquinaria que no hace ruido” dijo León Trotsky, el Jefe Militar de la insurrección de Octubre en la Rusia de 1917, (mientras Lenin era el Jefe general y líder máximo). Así también, calladamente, mientras Oviedo se ocupaba de organizar la “Copa América” a disputarse en nuestro país y Cubas se enzarzaba en fútiles disputas con su esposa, sus hermanos y no concedía audiencia a nadie, ni siquiera a los caudillos, la conspiración insurreccional iba avanzando “sin hacer ruido” con precisión cronométrica con el apoyo de una oposición Liberal-Encuentrista engolosinada por el señuelo de llegar al Poder en un prometido “Gobierno de Unidad Nacional” sin parar mientes en que “el Poder no se comparte”. Con el pedido de Juicio Político, rechazado una y otra vez, ya empezó el “ablandamiento de terreno” (preludio del ataque en el léxico militar) hasta que llegó el “Día D”:  el 22 de Marzo de 1999,  con  una manifestación multitudinaria bien organizada de campesinos (que habían venido por sus propias reivindicaciones) , obreros, empleados públicos nucleados en AFEMOT especialmente, estudiantes, desempleados, curas, monjas, y devotos de la Iglesia capitaneados por el Pa-í Francisco de Paula Oliva –conocido y viejo sacerdote provocador– que ofició una gran misa a la que asistieron ateos y agnósticos reconocidos en primera fila, como Carlos Filizzola entre otros, sin que el gobierno pudiera controlar la situación con una policía mal organizada y torpemente guiada, hasta que el Martes 23 estallaba la “bomba H”: la muerte por atentado del Vice Pte, Luis María Argaña.
           Lo que ocurrió después ya es historia conocida y la renuncia de Cubas a la Presidencia hizo que la facción argañista del Partido se hiciera con el poder desatando la más feroz persecución de la era democrática contra los oviedistas ahondando aún más la división y el debilitamiento partidario hasta que llegó el momento en que éstos se vieron forzados a dejar el Partido Colorado y agruparse en el Partido UNACE. En cuanto al Gral. Lino Oviedo, tuvo que huir prestamente a la Argentina para salvar su vida ya que de lo contrario era hombre muerto.
           Ante la doble acefalía producida, del Pte. y Vice Pte. de la República, Luis Ángel González Macchi, Presidente del Congreso, ocupó la Presidencia provisoria, hasta que nuevas elecciones generales eligiesen al Presidente definitivo para completar el período restante. Pero he aquí que poco tiempo después y en contra de la opinión de los más destacados constitucionalistas de la Nación, por “indicación” de la Embajadora de los EE.UU. Maura Harty (a quien el Senado, en su sesión extraordinaria del 30 de Marzo de 1999, agradeciera públicamente su intervención en los asuntos internos de nuestro Paraguay soberano, en palabras del Senador liberal Luis Guanes Gondra y con el aplauso de todos), la sumisa Corte Suprema de Justicia dictaminó “con certeza constitucional” que no habría elecciones (pues la Harty temía un triunfo del Oviedismo) y, por consiguiente, González Macchi era “ungido” Pte. de la República hasta el año  2003 (¡¡).
              Mientras tanto, ya se había desencadenado la feroz persecución política, con violación de los Derechos Humanos y una verdadera “caza de brujas”, tanto que Asunción parecía otra Salem(3). Porque muy pronto el nuevo poder encontró un Juez prevaricador: Jorge Bogarín, quien prestamente dictó órdenes de detención y prisión para innumerables personas (oviedistas o sospechosas de serlo) y pidió desafuero para Senadores y Diputados oviedistas a fin de que el oficialismo pudiera tener cómoda mayoría en ambas Cámaras. Rápidamente fueron desaforados y apresados  (además de torturados ) los Senadores Enrique González Quintana y Octavio  ( Manolo ) Gómez  y el Senador José Francisco Appleyard; teniendo que huir para evitar igual suerte el Senador Víctor Galeano Perrone y el Diputado Conrado Pappalardo. Otros se salvaron por haber pactado con el gobierno (entre los Senadores), y muchos Diputados porque el oficialismo no disponía de mayoría suficiente en dicha Cámara para lograr los desafueros.
           Ante estos desatinos, más otros que iremos relatando, que estaban llevando al Partido Colorado a una fatal división que recordaba la de los “Guiones“ y “Democráticos”  de antaño, en las décadas de los ’40 y ’50, y al descreimiento, enervamiento y rebeldía de sus bases, el perspicaz dirigente republicano BADER RACHID –entonces Presidente del Partido– hizo oír su voz de alarma criticando la persecución inmisericorde y dándose cuenta muy pronto de la tremenda división partidaria que ella implicaba, expresó que “no era racional estar ‘empujando’ a los oviedistas a que se fueran del Partido”; también el Senador DIÓGENES MARTINEZ decidió enfrentar la situación; y ya en el mes de Mayo de 1999 fundó él “ Movimiento Unión Colorada “, comenzando sin dilación una verdadera “patriada“, con valor y dinamismo, predicando la unidad partidaria por todos los rincones de la República, criticando los hechos vandálicos e injusticias y proclamando que de ganar la Vice-Presidencia –cuya elección debía celebrarse tarde o temprano– reclamaría la presidencia de la Rca. por ser inconstitucional el mandato de González Macchi. La acción audaz, valiente y tesonera de Diógenes Martínez casi dio sus frutos. Si no fuera porque el Gral. Oviedo en su egolatría del exilio no supo comprender que el cese de la persecución del oviedismo y la normalización institucional del Paraguay estribaba en el triunfo de Diógenes, dio, sin embargo, la orden a sus seguidores, que ya se inclinaban por aquél, de no votar en las internas permitiendo el triunfo, otra vez, de su perseguidor argañista.
           Pero mientras Diógenes Martínez proseguía con su “ Saga de Gösta Berling “ ( 4 ) , en el Paraguay se sucedían los hechos, por un lado bochornosos y por el otro pintorescos que relataremos sucintamente para matizar éste análisis. Apenas encaramado al poder, el Pte. de la Rca. nombró al señor William Irrazábal como Director General de Aduanas, produciéndose el caso insólito de que por primera vez desde la transición  ¡decreció la recaudación de dicho ente! González Macchi confesó a Humberto Rubín por su “Radio Ñandutí “, que el nombramiento fue “a pedido de Calé Galaverna“; también dicho extraño fenómeno se registró en otras aduanas, como la de Encarnación; al respecto recordamos el comentario que el finado Dr. Saúl González  ( padre del Pte. de la Rca. ) hizo : “tomaron las Aduanas y algunos se volvieron millonarios de la noche a la mañana“. Era una época de muchos robos menores y corrupción por todas partes y la gente murmuraba: “.... y de todo pica Lucho”. Pero pasemos a lo pintoresco: era realmente triste y risible a la vez observar cómo se arrastraban tanto Liberales como Encuentristas y Argañistas, a los pies de Galaverna, quien habría exclamado que  “ se sentía embriagado con el poder”, sin considerar que la vida es una rueda  ni recordar el proverbio chino: “cuanto más alto es el Bambú más bajo se inclina“. Basta leer en los “Diarios de Sesiones” la “Sesión Extraordinaria” del 30 de marzo de 1999 y de la “ Sesión Preparatoria” del 24 de junio de 1999, de la Cámara de Senadores para reirse o lagrimear. Así, por ejemplo, en esta última, al apoyar la elección para Presidente de la Cámara del Senador Juan Carlos Galaverna, el Senador Francisco José de Vargas dijo: “creo necesaria la presencia al frente del Congreso Nacional de un político que ‘no nada en dos aguas , que no tiene dobles discursos’, que es claro en su discurso y coherente en su postura” ( sic ) … y la Senadora Elba Recalde: “…en honor a una persona que es capaz de actuar de frente y decir lo que siente sin andarse en vueltas o ‘meneos extraños’ al concepto final de la política… por esa coherencia y por esa postura… apoyo la candidatura…”, pero la palma de la adulonería se la llevó el locuaz Senador Euclides Acevedo: “… hablar de las cualidades de Juan Carlos Galaverna puede resultar la ‘solemnización de lo obvio’… conviene recordar que ‘desde los tiempos de Hernandarias o de las conspiraciones de Antequera’, no ha surgido una espada parlamentaria más filosa y más brillante que DON JUAN CARLOS GALAVERNA. Muchos dicen que es tribuno, otros dicen que es gladiador, pero tanto como tribuno o gladiador, ‘es temible para pícaros y para incautos‘. Es un alfarero de la palabra, la acaricia, la besa, la fatiga pero no la abandona porque no se fuga del pensamiento; al contrario, el pensamiento lo persigue obstinadamente…. Todas estas cualidades hacen que ‘sea motivo de temor y admiración su presencia y sobre todo su palabra’… profundamente paraguayo, como diría Juan Sinforiano Bogarín…. Es un hombre que, aunque busque la paz, ésta le aburre, al contrario, crece y se agranda en la crisis…. ‘Si hubiera estado en la guerra el Cnel. Franco lo hubiera contratado como fusilero de su Cuerpo de Ejército’…. Pedimos por una necesidad histórica…. La armonía y la ingeniería política exigen que Don Juan Carlos Galaverna continúe al frente del Congreso”.
                Hay muchos más ditirambos laudatorios, pero con esto es suficiente para ilustrar el carácter de los “chupamedias”.

3.- LA C.B.I.

             Mientras estas ridiculeces se sucedían en el Senado, fuera arreciaban las persecuciones, las detenciones arbitrarias, las prisiones y el exilio de colorados, turbas violentas alcoholizadas atracaban Gobernaciones, Municipalidades y Seccionales, desgastando terriblemente al Partido, y para cohonestar todos estos desmanes, el Congreso Nacional conformó una “Comisión Bicameral de Investigaciones” (CBI) por Resolución Nº 219 de la Cámara de Senadores del 8 de Abril de 1999, y la Resolución Nº 187 de la Cámara de Diputados del 22 de Abril de 1999. El propósito evidente era culpar del asesinato del Vice Pte. de la Rca. Dr. Luis María Argaña al sector “oviedista” del Partido y, por sobre todo, en un largo mamotreto, realizar un “informe analítico” destinado a demostrar el carácter “Nazi-Fascista” del sector colorado perteneciente a UNACE con el fin de lograr su proscripción y el desafuero de sus parlamentarios.
           El “Informe Analítico de Investigación” constaba de 83 páginas e indudablemente fue elaborado por intelectuales, aunque no politólogos, (pues la ignorancia e inexactitudes en que incurren no son propias de versados en Ciencia Política). Así, en sus citas de apoyatura solo recurren a comentarios de tercera mano como los de Hannah Arendt, Pierre Aycoberry, Pierre Milza y otros sociólogos que escribieron entre 1972 y 1987, pero ni mencionaron a los auténticos y primigenios ideólogos del Nazismo como Alfred Rosenberg (“El Mito del Siglo XX”); Carl Schmidt, el filósofo político más importante del Tercer Reich (“Estado, Movimiento [Partido] y Pueblo”; Hamburgo, 1933), Otto Dietrich (en el “Völkische Beobachter”, 1935), Ernst Krieck, uno de los portavoces más representativos del Nacional-Socialismo (en su periódico “El Futuro del Pueblo” publicó un artículo intitulado “El Idealismo Alemán a través de las Edades de la Historia”, Leipzig, 1934); tampoco al filósofo más importante de Alemania de ese período, Franz Bohm (“AntiKartesianismus”; Leipzig, 1938) ni a Hans Heise (“Idee und Existenz”, Hamburgo, 1935), y no se dan por enterados del anti-Hegelianismo Nazi-Fascista como cuando Carl Schmidt declaraba que “el día que Hitler subió al poder, Hegel, por así decirlo, murió” (“Concepto de lo Político”; Munich, 1933). Y nuestros sesudos “analistas pseudo-politólogos” se olvidan completamente del neo-idealismo italiano y su afinidad con el fascismo, así como de citar a Sergio Panuncio, el teórico oficial del Estado Fascista (“Teoría General de los Estados Fascistas”; Berlín, 1934) y al gran filósofo del Fascismo Italiano: Giovanni Gentile (“Fondamenti del Fascismo”; Zurich, 1930; y “Teoría Generale dello spirito come atto puro”; Florencia, 1944), amén de cometer una “gaffe” de ignorancia sensacional: En la Pág. 21 de su “informe” tildan al escritor italiano Curzio Malaparte de “Fascista” cuando es de todos sabido (excepto por los ignorantes) que Curzio Malaparte, si bien al principio de su fundación simpatizó con el Movimiento de los “Fascio”, antes de un año ya se volvió furibundamente anti-fascista, lo que le valió varios años de confinamiento en la isla de Lípari y el encono de Mussolini, que lo tuvo encerrado mucho tiempo en la Cárcel de “Regina Coeli” en Roma, hasta expulsarlo de Italia, pasando Malaparte a errar por Europa como Corresponsal de Guerra. Basta leer dos de sus obras más famosas: “Kaputt” y “La Piel” para palpar todo el desprecio y odio que este escritor sentía por el Fascismo. El “informe”  de marras, escrito con tanta mala fe como ignorancia, se atribuyó, entonces, en el mismo Congreso Nacional, a MILDA RIVAROLA y JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ; y, para su escarnio, lo firmaron: el Senador Luis Alberto Mauro (Presidente de la CBI); Diputado Luis A. Becker Genes (Vice-Presidente); Diputado Luis Alberto Mendoza Correa (Relator); Senador Miguel Ángel Ramírez (Miembro); Senador Juan Carlos Ramírez Montalbetti (Miembro) y el Diputado Julio Perrotta Cariboni. Aquí dejamos sus nombres para que la historia sepa quiénes encabezaron el intento de destrucción de sus colegas.

            4.- EL LEGADO DEL GOBIERNO
DE GONZALEZ MACCHI.

           Con los “próceres” que componían su gobierno, González Macchi no podía ser sino el peor gobernante de la transición, y la situación del país y del Partido Colorado, desesperante. El PBI arrojaba resultados negativos año tras año, la economía estaba estancada sin visos de despegar y el desempleo  rampante. Solo Lucho y su pandilla prosperaban pero no se ganaba el Presidente un mínimo de respeto de la población; su fama de dipsómano era la comidilla y burla de toda la prensa y sus torpezas y falta de personalidad en general, hacían el resto. González Macchi y sus socios colocaron al Partido Colorado en un tobogán hacia la llanura y al Paraguay como “el furgón de cola del convoy Latinoamericano”(5). En el plano internacional demostró una debilidad endémica en la cuestión de Itaipú ante Brasil y de Yacyretá ante Argentina; en lo respectivo al MERCOSUR la opinión pública consideraba que equivalía (sus resultados) a vender la independencia y la soberanía nacional a un conglomerado supranacional de Estados y grandes empresas comerciales. El Paraguay continuaba siendo –como hasta ahora– el país más aislado y aislacionista de América del Sur.
           El antaño poderoso Partido Colorado, con las deserciones masivas como los más de 300.000 colorados que pasaron a formar el Partido “Unión Nacional de Ciudadanos Éticos” (UNACE) y un faccionalismo patente, había quedado reducido, para el año 2003, en prestigio e influencia, al Parlamento y Municipalidades con algunas Gobernaciones, sosteniéndose apoyado en parte
de la Oposición (Encuentro Nacional), amargamente hostil a aquél pero sin más alternativa que hacer transacciones con él. El Partido Colorado ya no era muy intimidante ni muy escuchado; debía negociar sus condiciones desde una posición de debilidad, y el repertorio de beneficios políticos que podía ofrecer era bastante limitado. El Partido Colorado estaba plagado de oposición interna, y ningún esfuerzo (si lo hubo) del grupo de Lucho y Calé fue capaz de contener el crecimiento de rebeldía interna ante la decadencia del Partido y el corrupto liderazgo. La propagación de la ideología ya no se realizaba o se la hacía débilmente y con menos convicción que nunca, por la incapacidad del liderazgo oficial para emprender la reforma del Partido, y la mitología de la infalibilidad de la dirigencia estaba muriendo, cuando llegaron las elecciones de ese año 2003.

5.- A NICANOR LE TOCÓ BAILAR
     CON LA MÁS FEA.

           Ésta era la fisonomía del Partido y del País que encontró Nicanor Duarte Frutos a pesar de ganar cómodamente los comicios gracias a una enérgica campaña electoral durante la cual –y aún un par de años antes– se  colocó en oposición al gobierno, y también a los errores de una pálida Oposición que se presentó dividida. Y enseguida puso manos a la obra: puso sordina a la  influencia de Galaverna (ya no preguntaba por teléfono, como Lucho, antes de una reunión: “¿Qué tal está el espíritu de Calé?), trató de unificar al Partido Colorado manteniendo la Presidencia del mismo por un tiempo prudencial, hizo una “barrida” de cambios en la Administración Pública, e internacionalmente inició una suerte de “apertura a sinistra” invitando al mismísimo FIDEL CASTRO a su asunción de mando. Cesaron las persecuciones, fueron liberados los presos políticos y se intentó una drástica reforma del Poder Judicial, siendo defenestrados mediante Juicio Político los corruptos cómplices Miembros de la Corte Suprema de Justicia. En lo económico, por primera vez en muchos años, el PBI registró un crecimiento anual del 4,5% y la genteempezó a recobrar la confianza respondiendo a la pregunta de si cómo les  iba: “de lujo y mejorando”. Pero  el  daño causado  era demasiado intenso y profundo que Nicanor hubiera necesitado “las hazañas de Hércules” para remediarlo completamente, además de una habilidad política y capacidades intelectuales y cualidades morales superlativas que no poseía.
           Y la euforia inicial empezó a decrecer después de la segunda mitad del gobierno de Duarte Frutos: el problema de la Reforma Agraria y de los campesinos sin tierra, con las ocupaciones que conllevaban se volvieron insolubles, así como el contrabando y las trabas impuestas a la circulación de nuestros productos por nuestros “socios” del MERCOSUR; tampoco la reforma judicial avanzó como se había esperado; para más Nicanor empezó a ser atacado ferozmente por los Medios de Comunicación Masiva que antes lo habían promocionado mucho durante toda su carrera política.
            Los medios de comunicación masiva fueron muchas veces injustos con Nicanor y el Partido Colorado. Los Nacionalistas Republicanos eran satanizados y caricaturizados presentándose, erróneamente, al Gobierno de Duarte Frutos como algo autoritario, todavía similar al stronismo, catalogándoselos como dos casos equivalentes de extremismo autoritario. Por otra parte, el Partido y su Presidente fueron devastados por “la dictadura de las encuestas de opinión” para las campañas electorales que ya se avecinaban. Grandes masas de votantes colorados, políticamente inmaduros, se habían perdido a causa del argumento opositor que señalaba imprescindible “votar en forma útil”, reforzado por la unidad, cada vez más estrecha, entre , la Izquierda y los Independientes.
           Aquel “Programa Común” del “Gobierno de Unidad Nacional”, fruto del “Marzo Paraguayo”, constituyó un error programático y estratégico pues ofrecieron la solución a todos los problemas, resultando un gran fiasco que González Macchi y Galaverna acrecentaron, recogiendo Nicanor sus consecuencias que resultaron muy caras. Sin embargo, siempre es superficial atribuir los cambios significativos a largo plazo de la sociología política a los grandes líderes. Estos necesitan una situación propicia y la posibilidad de que sus éxitos y fracasos sean duraderos depende de un entorno que ellos no han creado.
           En un libro que este autor escribió hace 15 años señaló que era válido pensar en el Partido Nacional Republicano como una organización política-cultural-social edificada sobre sus cuatro “rostros” o funciones distintivas: como vanguardia política, como contrasociedad, como partido de gobierno y como tribuna de los desvalidos (esto último desempeñando el papel de “partido-comunidad política” y, principalmente, genuino defensor de los intereses populares). Allí explicamos que al contemplar esa compleja simultaneidad, los puntos de apoyo internos y las contradicciones globales, era posible entender tanto las líneas de su fortaleza y debilidad como la autenticidad y la ficción del coloradismo sin tener que recurrir a imágenes caricaturescas del partido, en una u otra de sus funciones, según nuestras propias ideas preconcebidas o premisas políticas. El Partido Colorado no es simplemente de insurrección revolucionaria con dos rostros “in maschera”, ni una potencia, después opositora, satisfecha en su “espléndido aislamiento”, ni una tribuna popular un tanto incomprendida, que bajo su apariencia áspera y fanática esconde un corazón de oro.
           Al examinar el pasado se advierte que los años 1947-1958 pudieron haber sido una especie de edad dorada del coloradismo republicano. En esa época sus grandes éxitos de organización se combinaron con las satisfacciones de sus posibilidades de profundas realizaciones políticas y un real poder partidario a pesar de un ambiente de guerra fría ideológica (Guiones contra Democráticos), uniendo la posición de “espléndido aislamiento”, al margen de la aristocrática sociedad liberal derrotada, con la “calidez partidista de una sólida camaradería”. “Es bueno saber que estamos juntos”, declaraba Epifanio Méndez Fleitas entre atronadores aplausos de los masivos asistentes a sus mítines. Estos sentimientos de los años cincuenta son recordados para plantear el argumento de que al Partido le falta hoy esa cohesión que da la hermandad, la camaradería.
           Nicanor Duarte Frutos, dándose cuenta hacia el final de su mandato de la hecatombe que se venía (y comprendiendo lo que hemos señalado) se lanzó a una agresiva campaña contra la prensa y el divisionismo partidario, tratando de que esas masas, cada vez más desencantadas y díscolas, volvieran al redil del liderazgo con disciplina consciente. Pero era tarde ya, y a pesar de que la cantidad de afiliados continuaba incrementándose de forma inexplicable, la puja polarizada y terriblemente “sangrienta” entre ambas duplas de candidatos a la Presidencia mas el fraude perpetrado contra el candidato Luis Castiglioni,  selló la suerte del Partido Colorado, y  los cantos de las sirenas encantadas de una oposición, unificada detrás de un demagogo carismático, y el fanatismo de los faccionalistas del partido, llevaron la situación al callejón sin salida de la derrota electoral y la caída en el naufragio del escollo de “Escila” y el remolino de “Caribdis”, quedando Nicanor con el estigma de ser el responsable de cuyas manos cayó del Poder el Partido Nacional Republicano.

           6.- EL PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO
        EN LA LLANURA.

           Después de la caída, ¿cuál era la situación del Partido Colorado en materia de reforma de despliegue y estructura de funciones? El problema radicaba en los contenidos y en las vías para lograr su transformación. Pero, ¿cómo desmontar un aparato tejido por tantas redes corporativas de interés y poder?, ¿cómo lograr su reforma sin que se generen signos de inestabilidad como los que se viven todavía ahora?, ¿cómo enfrentar la larga tradición de “gatopardismo” que impulsa cambios para que todo siga igual o peor?, ¿cómo renovar 65 años de cultura política acostumbrada al “autoritarismo dosificado” y al clientelismo perfecto del Coloradismo-Gobierno?. Por lo pronto, para  tener un acercamiento prospectivo a la difícil ruptura del modelo Partido Colorado-Gobierno, que con la derrota se dio, vale la pena apuntar cuáles son los elementos que incidían sobre la crisis del Partido en la llanura y dificultan su transformación.
               1. Pérdida de su hegemonía y su función como vanguardia política:
               Hasta hace unos años antes de su caída, el Partido Colorado controlaba todo: los tres poderes de la Rca. (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), los grupos de interés económico y las principales organizaciones sociales. Era una hegemonía plena en el terreno político y casi sin rival digno de ser tomado en cuenta en el terreno social e ideológico. Desde la crisis del modelo económico durante el quinquenio “Wasmosy-Seifart”, la debacle del Partido comenzó a darse en el terreno de la legitimidad y la credibilidad (de ahí el surgimiento de la figura de Oviedo y UNACE). En el año 2002 se registró la más importante escisión en el seno del partido oficial con la salida de la corriente “oviedista”. El Partido Colorado, por primera vez en su historia de poder contemporáneo, estuvo en riesgo real de perder la elección presidencial y, por ende, el control del pilar del sistema político paraguayo; el Poder Ejecutivo y la estructura clientelar tradicional del Partido se enfrentaron a un rival nacido en el seno del propio gobierno: UNACE. La pérdida de hegemonía colorada se agudizó en el quinquenio de Duarte Frutos porque la sociedad ya no legitimaba el modelo oficial y buscaba alternativa, porque el Partido Colorado seguía (y sigue) dando la impresión de ser un partido reaccionario, derechista, opuesto a todo cambio moderno y aferrado al pasado. Como ejemplos bastan unos botones de muestra: los Parlamentarios colorados se opusieron a una reforma fiscal y al Impuesto a la Renta Personal; no respondieron a la necesidad de una Reforma Agraria y en una época que todos los medios de comunicación internacionales mostraron, con lujo de detalles, la competencia por las elecciones generales en Venezuela con entera libertad para la oposición, los parlamentarios colorados, yendo en contra de todos sus socios del MERCOSUR siguieron aferrados a su negativa a la incorporación venezolana al mismo “por ser una dictadura donde no hay el mínimo de libertad”(sic), postura adoptada también por la Junta de Gobierno de la A.N.R.; y se sigue manteniendo la ficción de reconocer a Taiwán en detrimento de China, yendo a contramano de la historia y de la realidad política mundial. El Partido, (o mejor, su Dirigencia) era considerado como un parásito burocratizado de la política que ha perdido la capacidad de pensar estratégicamente por sí mismo.
               2. Pérdida de identidad y su función como partido de gobierno:
               La crisis del modelo de desarrollo que se desató en los últimos decenios, también derivó en una pérdida de identidad del Partido Colorado, que en la llanura era más notoria. Se necesitaba (y se necesita) una selecta élite de nuevos políticos, surgidos no solamente de la burocracia partidaria sino surgidos también del entorno tecnocrático, aunque fuese escasa o nula su carrera dentro del partido, que pugnen por el nuevo modelo que se necesita urgentemente; pero esto encuentra a su principal rival en la propia identidad del Nacionalismo Republicano. Si bien no se puede hablar de una ideología ortodoxa que rigiera al coloradismo, sí se pueden mencionar ciertos elementos que le daban identidad política e ideológica al partido: nacionalismo, agrarismo, Estado tutelar que generaba clientelismo, estrecha relación Iglesia-Estado, proteccionismo económico, entre los principales. Pero el cambio de modelo, si no se lo realiza con prudencia, paciencia e inteligencia, carecerá de arraigo intelectual y social dentro de las filas republicanas y no será producto de un movimiento social sino de una imposición vertical operada desde la élite.
           En cuanto al papel que ha desempeñado en el gobierno el Partido Colorado, es una historia más compleja. En varios estudios serios fue posible sintetizar varias encuestas donde se demuestra que los gobiernos locales colorados han sido a menudo eficaces y que la población de sus respectivas localidades así lo ha considerado. Sin embargo, la imagen de los colorados como dinámicos proveedores de servicios sociales se ha desdorado en cierta medida en los últimos años a causa de los problemas relativos a las poblaciones marginales migrantes, también por la “usura del poder” tan común en todos los partidos que gobiernan durante largo tiempo y, en ciertos casos, por el fraude electoral.
           En lo que se refiere al gobierno de nivel nacional, los resultados de las encuestas de opinión realizadas en los últimos 10 años demostraban que la opinión pública paraguaya consideraba que el Partido Colorado era cada día menos capaz de desempeñarse en forma útil como partido de gobierno. Es que la acumulación de errores políticos indicaba que se trataba de un liderazgo anquilosado que había perdido el contacto fundamental con la realidad política y necesitaba una reforma urgente de liderazgo y estructura.         
3. La crisis del corporativismo y de la función como tribuna del pueblo:
               El Partido Colorado que ganó el poder en 1947, era un producto típico de los modelos corporativos que estuvieron en boga en los años cuarenta: el leninismo, el nazi-fascismo, el social cristianismo. La traducción colorada de esta mezcla corporativa fue el propio modelo de “Gobierno policlasista” que, en su momento, tuvo un sustento social inusitado, producto de las reformas emprendidas durante aquel período pre-stronista, y continuado por Stroessner. Este modelo corporativo, acompañado de una fuerte dosis de autoritarismo gubernamental, comenzó a quedar desfasado frente a la sociedad paraguaya
mucho antes de la caída de Stroessner en 1989. Las corporaciones sindicales, campesinas y urbanas que funcionaban como las “correas de transmisión” del Partido Colorado frente a la sociedad, se convirtieron en filtros antidemocráticos y elementos de control sobre el pueblo que perpetuaban un modelo de Partido de Estado. Pero el crecimiento y la mayor participación de la clase media influyó decisivamente en esta crisis. Junto con ella, la conformación de nuevos organismos sindicales, campesinos y urbanos, que ya no dependían del Partido Colorado y que no funcionaban como organismos clientelares al servicio del gobierno, generaron una fuerte corriente que abogaba por la democratización política y el fin del control colorado que desembocó al final en la caída del mismo.
           El Partido Colorado ha fracasado también  en el desempeño de la función de defensor del pueblo. En efecto, el partido ha perdido en los últimos años una porción considerable de su clientela como “tribuna popular”(los individuos que se encuentran en desventaja o se sienten amenazados por la sociedad). Muchos votantes que normalmente habían respaldado al Partido Colorado, se pasaron al bando de los “oviedistas” o de la izquierda y la “Alianza patriótica para el cambio”, porque éstos hablaban en nombre de varias causas relativas a problemas concretos y las minorías.
             


 4. La reforma fallida y la función como contrasociedad:
               Durante el decenio que ha culminado, el Partido Nacional Republicano ha ido en picada vertiginosa. No se cumplió la promesa de democratizar los métodos de selección de dirigentes colorados más que en mínima medida, ni el desmantelamiento de las “listas sábanas”; el coloradismo se quedó sin un programa ideológico coherente (pese a que en el Estatuto Partidario se prevé obligatoriamente un “Congreso Ideológico” cada diez años) y la nueva estructura partidaria de la llanura era un enredo tan complicado que nadie se la tomaba en serio.
           Llegamos en último término al problema de la decadencia de  la famosa “contrasociedad colorada” a la cual hay que analizar profundamente pues ha sido una de las fuentes de poder del partido. La “contrasociedad” se apoyaba en un núcleo agrarista opuesto al  “chuchaje” aristocrático liberal, que aportó, tanto el entorno cultural donde floreció  con  más pujanza  el coloradismo paraguayo, como los elementos militantes quese convirtieron en los caudillos y burócratas integrantes del aparato partidario; en este caso nos referimos al destino mismo del Partido Colorado. “El coloradismo es una sub-cultura” decía Domingo Rivarola en su “Revista Paraguaya de Sociología”.
           La reciedumbre demostrada por el Partido Colorado durante seis decenios en la política paraguaya, provenía del hecho de que el movimiento republicano de nuestro país constituía una auténtica comunidad política y cultural (vale la pena repetirlo). El Partido era la expresión política de un movimiento de masas imbuido de un entusiasmo militante; fue también un fenómeno genuinamente nacional, una contracultura de los nacionalistas paraguayos contra la mentalidad al estilo Legionario, cuya doble lealtad (al país y alexterior) representaba el último desafío partidista de gran envergadura a la legitimidad del sistema nacionalista republicano del Paraguay.
           Ahora, ¿cómo se produjo la desintegración de la identidad agrarista, dogmáticamente campesina, del coloradismo? Es verdad que aun cuando sagaces observadores habían detectado desde hacía años ciertos indicios de inestabilidad en la sociología política del Partido Colorado, su desastroso deterioro efectivo empezó apenas en 1998. La explicación más habitual es que parte de su declinación obedece a factores estrictamente políticos e ideológicos que nosotros ya hemos analizado. Además el desafío Encuentrista de Caballero Vargas que no se supo valorar en toda su magnitud en 1993; y más de diez años después, la estrategia misma de la unión de la Izquierda con el Liberalismo, en un “pacto contra natura”, que fue apropiada para atraer el voto de las mayorías, pero cuyas ganancias provienen del centro y pueden producirse a expensas de los electores situados en posiciones más extremistas; también el énfasis de las elecciones presidenciales del 2008 en el magnetismo personal del candidato –que la Candidata del Partido Colorado no tenía– en lugar de poner de relieve el atractivo del Partido (o los Partidos) o su programa; y el derrumbamiento del prestigio del gobierno colorado en la opinión pública. Todos estos son, en cierto sentido, desafíos no encarados adecuadamente o errores gruesos cometidos por el clan gobernante.
           En una sociedad que va modernizándose aceleradamente, con la migración constante de los campesinos a la ciudad y la mejor información por el gran desarrollo de los medios de comunicación masiva, el deterioro del coloradismo tradicional debe entenderse también como el resultado de problemas más profundos que han afectado,  en mayor o menor grado,  a  todos los partidos tradicionales de Latinoamérica; y es importante interpretar esta situación como una crisis –quizá definitiva– en  el corazón mismo del fenómeno colorado, es decir, en la identificación del coloradismo con la clase campesina.
          En las últimas décadas el Partido Nacional Republicano trató de atraer, tanto a sus viejas comunidades militantes como a la nueva generación cuyas actitudes tanto influyen en el advenimiento de los acontecimientos, pero continuó retrayéndose políticamente a su propia fortaleza y adoptar en el plano social el “espléndido aislamiento” que identificaba como la identidad misma del coloradismo. Con esto, los dirigentes hundieron al Partido, no solo en lo político sino también en lo social. Sin embargo, se podría considerar que actuaron así porque se convencieron de su incapacidad de adoptar cualquier otra identidad que no fuera la que siempre los había caracterizado y la que les abrió las puertas para su propia movilidad ascendente al poder, si bien esto no los justifica en absoluto. Si no surgía algún evento o extraordinaria personalidad imprevisible, el coloradismo seguiría siendo un partido de llanura en vías de desaparecer en el escenario político como opción de Poder.

N O T A S.
                      
(1)            Soler; Juan José: “Hacia la Unión Nacional”; pp. 60-64; Bs. Aires, 1943.-
(2)            “Escila” y “Caribdis”: Cuenta Homero en la “Odisea” que, cuando Odiseo hizo su viaje de regreso a Ítaca, luego de terminada la guerra de Troya, periplo que duró 10 años, debía pasar por un lugar donde sirenas encantadas emitían cantos tan dulces y mágicos que hacían desviar de su ruta a los navíos, llevándolos a estrellarse contra el escollo de “Escila” para terminar siendo absorbidos por el remolino de “Caribdis”, donde se hundían.
(3)            Alusión a la obra “Las Brujas de Salem”, basada en un hecho histórico ocurrido en la localidad de Salem (Massachusetts, EE.UU.) en 1688, cuando fueron quemadas por “brujería” muchas mujeres y se desató una verdadera “caza de Brujas” con feroz persecución.
(4)            “La Saga de Gösta Berling”: obra de la escritora sueca Selma Lagerlöff (Premio Nobel de Literatura en 1903) que narra la leyenda de un hombre, imbuido de una misión, que recorre el país predicando su verdad, soportando toda clase de obstáculos.
(5)            Frase de Anselmo Jover Peralta, escritor y político febrerista, en “El Paraguay Revolucionario”; Buenos Aires, 1946.-