EL MENGUANTE PODERÍO DEL PARTIDO
NACIONAL REPUBLICANO HASTA SU CAÍDA
Y SUS CONSECUENCIAS.
INTRODUCCIÓN.
Miré los muros de la
patria mía,
si un tiempo fuerte, ya
desmoronados
de la carrera de la edad
cansados,
por quien caduca ya su
valentía.
Salime al campo, vi
que el sol bebía
los arroyos del hielo
desatados;
y del monte quejoso los ganados,
que con sombras hurtó la
luz al día.
Entré en mi casa: vi
que amancillada
de anciana habitación era
despojos,
mi báculo más corto y
menos fuerte.
Vencida de la edad
sentí mi espada
y no hallé cosa en qué
poner los ojos
que no fuese recuerdo de
la muerte.
Francisco de Quevedo y Villegas (Soneto )
………………………………………………
A un año de la victoria electoral del 21 de Abril de
2013 que le devolvió el Poder al Partido Colorado, bueno es analizar las causas
de su caída en 2008 y las consecuencias que la siguieron antes de operarse su
“resurrección” con Horacio Cartes.
A pesar de su gran victoria
electoral en los comicios presidenciales y parlamentarios de Mayo de 1998, el
Partido Colorado siguió estando en decadencia. Esta declinación del Partido
Político más numeroso en cantidad de afiliados, de Latinoamérica y el mundo,
con relación a la población de su país, representaba un viraje histórico en la
vida política del Paraguay. El Partido Colorado había sido incapaz de resistir
el prolongado asedio del Exterior y la democracia liberal; por eso hoy, a pesar
de su reciente victoria, se siente acosado por esos espectros y se ha
convertido en prototipo del predicamento en que se encuentran los Partidos
Políticos tradicionales del continente.
Es obvio que Horacio Cartes acertó cuando dijo que el Coloradismo fue creado
para conocer grandes triunfos o sufrir fracasos ejemplares.
1. El CONTEXTO MÁS AMPLIO.
Los factores determinantes
del destino del coloradismo en el Paraguay, así como los problemas que encaran
otros partidos tradicionales en Latinoamérica, residen tanto en los propios
partidos como en el entorno político. Al respecto , ya en 1943 el político y
escritor liberal “Tiempista” Juan José Soler en su libro “Hacia la Unión Nacional”(1) respondía
a la pregunta ¿porqué cayó el partido Liberal?
con las siguientes cuatro causas: 1.-Disensiones internas; 2.- Crisis de Jefatura; 3.-Técnica
inadecuada para sostenerse en el Gobierno; 4.-Disolución de vínculos morales.
Los partidos
políticos paraguayos han estado obsesionados, desde el final de la revolución
del 47, por las consecuencias de ésta. La división del espectro político y del
Partido vencedor de la contienda, consolidó la dominación de las FF.AA. sobre
el Partido Colorado y lo obligó a convertirse en algo así como rehén del
poderío militar y también lo obligó a una moderación autoimpuesta a las
ambiciones de los políticos colorados, que se erigió como requisito
indispensable para que los militares no intervinieran directamente en las
luchas internas por el Poder dentro del partido. Actualmente, el fin del
conflicto Este/Oeste mas la expansión democrática y la desmilitarización de la
política, eliminó cualquier posibilidad real de que el Ejército llegara a
intervenir en forma efectiva en los sueños de los partidos políticos de
ascender al poder cualquiera fuera su ideología u origen.
En el mejor de los casos, si
se juzga esta situación desde el punto de vista positivo, el Partido Colorado
trató de aprovechar el movimiento popular para favorecer su estrategia
gradualista de “una transición pacífica a la Democracia” por medio de una
coalición de los Movimientos internos que afloraron luego del golpe del ’89. En
el peor de los casos, el Partido Colorado demostró la bancarrota total de su
retórica vanguardista y sus pretensiones de llegar a erigirse en un partido
revolucionario. En términos generales, los partidos tradicionales de América
del Sur no han sido capaces de sustraerse a los hechos geoestratégicos
elementales de su existencia política misma. Todos encaran ambientes políticos
hostiles y tienen pocas esperanzas de que éstos cambien; cuentan con pocos
aliados políticos nacionales e internacionales o ninguno. La historia ha
precipitado al Partido Colorado a una crisis de identidad política. En gran
parte estos problemas de “raison d’étre” (qué proponer, con quién aliarse, qué
representar) son los que han quebrado su espina dorsal y lo llevaron a la
llanura.
2. IMPERATIVOS NACIONALES E
INTERNACIONALES.
Cuando Luis María Argaña condenó
a Stroessner en 1988 con su famosa frase: “siempre habrá un 13 de Enero”, los
máximos dirigentes del coloradismo se
sintieron estremecidos y desorientados tanto por su compromiso
ideológico-político con el stronismo como porque ese hecho implicaba una
amenaza para su carrera.
Los Tradicionalistas importantes
llegaron al extremo de su osadía de aliarse en secreto con el Gral. Andrés
Rodríguez, para después, durante los inmediatos años siguientes acusarlo de
“anticoloradismo” y frustrar su reelección.
Los colorados argañistas fueron los únicos que se opusieron al
desmantelamiento total del stronismo. Sin embargo quedaron totalmente aislados
en la Constituyente del ’92 y su posición política y logística les impidió
organizar una oposición formal a la venganza de Rodríguez impidiendo la
candidatura de Argaña a la Presidencia de la Rca. Tampoco fueron capaces de
impedir la reforma constitucional por la cual se creó en 1992 una República
cuasi-parlamentaria con una Presidencia grandemente debilitada, ni, en la
práctica, la consolidación de la candidatura fraudulenta de Juan Carlos
Wasmosy.
Durante el quinquenio siguiente un grupo de dirigentes formado por
jóvenes y algunos miembros de la vieja guardia buscaron un camino que les
permitiera realizar la peligrosa travesía entre el Escila de abrir el Partido a
una democratización del mismo imbuido de nueva vitalidad con la inclusión del “
oviedismo”, y el Caribdis (2) de volver a encerrarse en su política de
fortificación del centralismo dentro del partido y la estrategia de
“Reconciliación Colorada” de avanzar totalmente sola en el sistema político.
Finalmente, al verse sorprendidos con la guardia baja en 1993 por una
imprevista pujanza electoral opositora lo suficientemente grande para amenazar
el predominio tradicional de los colorados, los dirigentes hicieron maniobras
que desembocaron en un rompimiento total entre “Argañismo” y “Oviedismo”. Por
todo esto Argaña, que se mostraba seguro del triunfo, perdió las elecciones
internas de 1997. A partir de entonces, los oviedistas recorrieron penosamente
un período de siete meses monótonos, aunque tortuosos, en que a Lino Oviedo le
hicieron probar su propia medicina en su calidad de corresponsable del fraude
que Rodríguez perpetró contra Argaña en 1993; y en su carácter, también, de
corresponsable por mucho tiempo de las políticas del gobierno Wasmosy, tuvo que
compartir las consecuencias políticas de todos los desatinos financieros de
dicho gobierno y del incremento masivo del desempleo, carestía y corrupción que
se registraron entre 1993 y 1998. Es cierto que Oviedo rompió con Wasmosy (o al
revés) pero las consecuencias político-económicas no pudieron borrarse del
imaginario colectivo. Para más, la virtual victoria de los opositores en el
Parlamento en las elecciones de 1993 trajo consigo cinco años de “cohabitación”
entre el Pte. Wasmosy y el Líder presidente del PLRA, Domingo Laíno, que se conoce
como “Pacto de Gobernabilidad”. Los argañistas volvieron a explotar el
sectarismo en su afán de capitalizar cualquier desilusión de los votantes
colorados hacia Wasmosy y adoptaron una posición ferozmente
antiliberal-wasmosysta frente a la “cohabitación” que llamaron “Pacto de
complicidad”. Para bien o para mal, Argaña había decidido adoptar una posición
de “espléndido aislamiento” (solo contra todos) con la esperanza de atraer
nuevos partidarios, igual que antaño, erigiéndose como el único Movimiento serio
que era opositor del gobierno o de
protesta. Su
error de cálculo se evidenció a raíz del ascenso de la “Unión Nacional de
Colorados Éticos” (UNACE) de Lino Oviedo, que atrajo los votos de los pobres,
marginales y baja clase media, quienes protestaban por el desempleo y la
carestía de vida (argumento que tradicionalmente había favorecido a Argaña) y
de quienes alentaban sentimientos nacionalistas.
Luego de “taponada” la
candidatura presidencial de Oviedo por
la complicidad de los Miembros de la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, ¿porqué éste
(Oviedo) postuló a un candidato tan poco brillante e inútil como Raúl Cubas?:
Un hombre tan falto de personalidad como de carácter, incapaz de controlar a su
propia mujer y de ganarse la lealtad de sus mismos hermanos, que además no
quería ser Presidente de la Rca. amenazando, ante cualquier presión, con
renunciar, agitando el cuco de la sucesión del Vice Pte. Argaña.
Tal vez la respuesta al interrogante
anterior habría que encontrarla en el predominio personal de Oviedo que había
impedido el surgimiento de cualquier otra personalidad importante; así como la
importante cantidad de dinero que aportó el ex–Barón de Itaipú, como también la
notable falta de presciencia, esa intuición y “olfato” para prever las
situaciones futuras y conocer a la gente, que siempre caracterizó a los grandes
Dirigentes y Estadistas. El caso es que Cubas falló completamente en la
conducción política y ahondó la brecha con el “argañismo” con lo cual las masas
republicanas se hallaron brutalmente divididas, recordando la época de fines
del siglo XIX y principios del XX, entre “Egusquizistas” y “Caballeristas” que
llevó al Partido a la llanura en 1904 por la traición del Egusquizismo
acaudillado por Guillermo de los Ríos (sucesor del ya fallecido Egusquiza) y el
entronizamiento del Partido Liberal.
En cuanto a Argaña, al comienzo
estuvo reticente a aceptar ser Vice-Pte. de Cubas, diciendo: “Yo no puedo ser
segundo de un Don Nadie”; pero sus a láteres –entre quienes se encontraban ya personajes duchos
en la traición y los sucios enjuagues como Juan Carlos Galaverna, Juan Ernesto
Villamayor, José Alberto Alderete y etcs.– le
aseguraron que “el Gobierno de Cubas no duraría seis meses” estando ya
en marcha la conspiración que acabaría con él. Esto hizo que Luis María Argaña
aceptara, pero sin sospechar que él sería “el pato de la boda”.
La prisión de Oviedo, víctima de la
persecución de Wasmosy que le formó un “Tribunal Militar Especial” para casos
de guerra con la aquiescencia siempre de la cómplice Corte Suprema de Justicia,
mas el aporte de Argaña, dieron la última “unidad” de los votantes republicanos
lográndose la apabullante victoria electoral de 1998 ante la fórmula
“Laíno-Filizzola” de la Oposición unida. Pero ya el menguante poderío del
Partido Colorado estaba echado: la incapacidad de gobernar de Cubas, la rápida
puesta en libertad del Gral. Oviedo, la conspiración “argañista-oposición”, un
Parlamento mayoritariamente adverso, la siempre complicidad de la Corte Suprema
de Justicia y la descarada como flagrante intervención en los asuntos internos
del Paraguay de
la Embajadora norteamericana Maura
Harty, hicieron que la conjura antioviedista marchase a tambor batiente.
Además Cubas y Oviedo se las arreglaron para poner a todas las “fuerzas vivas”
en su contra (la Iglesia Católica; Sindicatos Obreros; Campesinos; Estudiantes;
Comerciantes y parte de su propia Burocracia y Cuerpo Diplomático) quedándose
aislados como la leyenda nórdica de “Canuto contra las olas”, y mostrando una
increíble incapacidad de movilizar sus propias huestes.
“La insurrección es una maquinaria
que no hace ruido” dijo León Trotsky, el Jefe Militar de la insurrección de
Octubre en la Rusia de 1917, (mientras Lenin era el Jefe general y líder
máximo). Así también, calladamente, mientras Oviedo se ocupaba de organizar la
“Copa América” a disputarse en nuestro país y Cubas se enzarzaba en fútiles
disputas con su esposa, sus hermanos y no concedía audiencia a nadie, ni
siquiera a los caudillos, la conspiración insurreccional iba avanzando “sin
hacer ruido” con precisión cronométrica con el apoyo de una oposición
Liberal-Encuentrista engolosinada por el señuelo de llegar al Poder en un
prometido “Gobierno de Unidad Nacional” sin parar mientes en que “el Poder no
se comparte”. Con el pedido de Juicio Político, rechazado una y otra vez, ya
empezó el “ablandamiento de terreno” (preludio del ataque en el léxico militar)
hasta que llegó el “Día D”: el 22 de
Marzo de 1999, con una manifestación multitudinaria bien
organizada de campesinos (que habían venido por sus propias reivindicaciones) ,
obreros, empleados públicos nucleados en AFEMOT especialmente, estudiantes,
desempleados, curas, monjas, y devotos de la Iglesia capitaneados por el Pa-í
Francisco de Paula Oliva –conocido y viejo sacerdote provocador– que ofició una
gran misa a la que asistieron ateos y agnósticos reconocidos en primera fila,
como Carlos Filizzola entre otros, sin que el gobierno pudiera controlar la
situación con una policía mal organizada y torpemente guiada, hasta que el
Martes 23 estallaba la “bomba H”: la muerte por atentado del Vice Pte, Luis
María Argaña.
Lo que ocurrió después ya es
historia conocida y la renuncia de Cubas a la Presidencia hizo que la facción
argañista del Partido se hiciera con el poder desatando la más feroz
persecución de la era democrática contra los oviedistas ahondando aún más la
división y el debilitamiento partidario hasta que llegó el momento en que éstos
se vieron forzados a dejar el Partido Colorado y agruparse en el Partido UNACE.
En cuanto al Gral. Lino Oviedo, tuvo que huir prestamente a la Argentina para
salvar su vida ya que de lo contrario era hombre muerto.
Ante la doble acefalía producida,
del Pte. y Vice Pte. de la República, Luis Ángel González Macchi, Presidente
del Congreso, ocupó la Presidencia provisoria, hasta que nuevas elecciones
generales eligiesen al Presidente definitivo para completar el período
restante. Pero he aquí que poco tiempo después y en contra de la opinión de los
más destacados constitucionalistas de la Nación, por “indicación” de la
Embajadora de los EE.UU. Maura Harty (a quien el Senado, en su sesión
extraordinaria del 30 de Marzo de 1999, agradeciera públicamente su
intervención en los asuntos internos de nuestro Paraguay soberano, en palabras
del Senador liberal Luis Guanes Gondra
y con el aplauso de todos), la sumisa Corte Suprema de Justicia dictaminó “con
certeza constitucional” que no habría elecciones (pues la Harty temía un triunfo
del Oviedismo) y, por consiguiente, González Macchi era “ungido” Pte. de la
República hasta el año 2003 (¡¡).
Mientras tanto, ya se había
desencadenado la feroz persecución política, con violación de los Derechos
Humanos y una verdadera “caza de brujas”, tanto que Asunción parecía otra
Salem(3). Porque muy pronto el nuevo poder encontró un Juez prevaricador: Jorge
Bogarín, quien prestamente dictó órdenes de detención y prisión para
innumerables personas (oviedistas o sospechosas de serlo) y pidió desafuero
para Senadores y Diputados oviedistas a fin de que el oficialismo pudiera tener
cómoda mayoría en ambas Cámaras. Rápidamente fueron desaforados y
apresados (además de torturados ) los
Senadores Enrique González Quintana y Octavio
( Manolo ) Gómez y el Senador
José Francisco Appleyard; teniendo que huir para evitar igual suerte el Senador
Víctor Galeano Perrone y el Diputado Conrado Pappalardo. Otros se salvaron por
haber pactado con el gobierno (entre los Senadores), y muchos Diputados porque
el oficialismo no disponía de mayoría suficiente en dicha Cámara para lograr
los desafueros.
Ante estos desatinos, más otros que
iremos relatando, que estaban llevando al Partido Colorado a una fatal división
que recordaba la de los “Guiones“ y “Democráticos” de antaño, en las décadas de los ’40 y ’50, y
al descreimiento, enervamiento y rebeldía de sus bases, el perspicaz dirigente
republicano BADER RACHID –entonces Presidente del Partido– hizo oír su voz de
alarma criticando la persecución inmisericorde y dándose cuenta muy pronto de
la tremenda división partidaria que ella implicaba, expresó que “no era
racional estar ‘empujando’ a los oviedistas a que se fueran del Partido”;
también el Senador DIÓGENES MARTINEZ decidió enfrentar la situación; y ya en el
mes de Mayo de 1999 fundó él “ Movimiento Unión Colorada “, comenzando sin
dilación una verdadera “patriada“, con valor y dinamismo, predicando la unidad
partidaria por todos los rincones de la República, criticando los hechos vandálicos
e injusticias y proclamando que de ganar la Vice-Presidencia –cuya elección
debía celebrarse tarde o temprano– reclamaría la presidencia de la Rca. por ser
inconstitucional el mandato de González Macchi. La acción audaz, valiente y
tesonera de Diógenes Martínez casi dio sus frutos. Si no fuera porque el Gral.
Oviedo en su egolatría del exilio no supo comprender que el cese de la
persecución del oviedismo y la normalización institucional del Paraguay
estribaba en el triunfo de Diógenes, dio, sin embargo, la orden a sus
seguidores, que ya se inclinaban por aquél, de no votar en las internas
permitiendo el triunfo, otra vez, de su perseguidor argañista.
Pero mientras Diógenes Martínez
proseguía con su “ Saga de Gösta Berling “ ( 4 ) , en el Paraguay se sucedían
los hechos, por un lado bochornosos y por el otro pintorescos que relataremos
sucintamente para matizar éste análisis. Apenas encaramado al poder, el Pte. de
la Rca. nombró al señor William Irrazábal como Director General de Aduanas, produciéndose
el caso insólito de que por primera vez desde la transición ¡decreció la recaudación de dicho ente!
González Macchi confesó a Humberto Rubín por su “Radio Ñandutí “, que el
nombramiento fue “a pedido de Calé Galaverna“; también dicho extraño fenómeno
se registró en otras aduanas, como la de Encarnación; al respecto recordamos el
comentario que el finado Dr. Saúl González
( padre del Pte. de la Rca. ) hizo : “tomaron las Aduanas y algunos se
volvieron millonarios de la noche a la mañana“. Era una época de muchos robos
menores y corrupción por todas partes y la gente murmuraba: “.... y de todo
pica Lucho”. Pero pasemos a lo pintoresco: era realmente triste y risible a la
vez observar cómo se arrastraban tanto Liberales
como Encuentristas y Argañistas, a los pies de Galaverna,
quien habría exclamado que “ se sentía
embriagado con el poder”, sin considerar que la vida es una rueda ni recordar el proverbio chino: “cuanto más alto
es el Bambú más bajo se inclina“. Basta leer en los “Diarios de Sesiones” la
“Sesión Extraordinaria” del 30 de marzo de 1999 y de la “ Sesión Preparatoria”
del 24 de junio de 1999, de la Cámara de Senadores para reirse o lagrimear.
Así, por ejemplo, en esta última, al apoyar la elección para Presidente de la
Cámara del Senador Juan Carlos Galaverna, el Senador Francisco José de Vargas dijo: “creo necesaria la presencia al
frente del Congreso Nacional de un político que ‘no nada en dos aguas , que no
tiene dobles discursos’, que es claro en su discurso y coherente en su postura”
( sic ) … y la Senadora Elba Recalde:
“…en honor a una persona que es capaz de actuar de frente y decir lo que siente
sin andarse en vueltas o ‘meneos extraños’ al concepto final de la política…
por esa coherencia y por esa postura… apoyo la candidatura…”, pero la palma de
la adulonería se la llevó el locuaz Senador Euclides Acevedo: “… hablar de las cualidades de Juan Carlos
Galaverna puede resultar la ‘solemnización de lo obvio’… conviene recordar que
‘desde los tiempos de Hernandarias o de las conspiraciones de Antequera’,
no ha surgido una espada parlamentaria más filosa y más brillante que DON JUAN
CARLOS GALAVERNA. Muchos dicen que es tribuno, otros dicen que es gladiador,
pero tanto como tribuno o gladiador, ‘es temible para pícaros y para incautos‘.
Es un alfarero de la palabra, la acaricia, la besa, la fatiga pero no la abandona porque no se fuga del pensamiento; al
contrario, el pensamiento lo persigue obstinadamente…. Todas estas cualidades
hacen que ‘sea motivo de temor y admiración su presencia y sobre todo su
palabra’… profundamente paraguayo, como diría Juan Sinforiano Bogarín…. Es un
hombre que, aunque busque la paz, ésta le aburre, al contrario, crece y se
agranda en la crisis…. ‘Si hubiera estado en la guerra el Cnel. Franco lo
hubiera contratado como fusilero de su Cuerpo de Ejército’…. Pedimos por una
necesidad histórica…. La armonía y la ingeniería política exigen que Don Juan
Carlos Galaverna continúe al frente del Congreso”.
Hay muchos más ditirambos
laudatorios, pero con esto es suficiente para ilustrar el carácter de los
“chupamedias”.
3.- LA C.B.I.
Mientras estas ridiculeces se
sucedían en el Senado, fuera arreciaban las persecuciones, las detenciones
arbitrarias, las prisiones y el exilio de colorados, turbas violentas
alcoholizadas atracaban Gobernaciones, Municipalidades y Seccionales,
desgastando terriblemente al Partido, y para cohonestar todos estos desmanes,
el Congreso Nacional
conformó una “Comisión Bicameral de Investigaciones” (CBI) por Resolución Nº
219 de la Cámara de Senadores del 8 de Abril de 1999, y la Resolución Nº 187 de
la Cámara de Diputados del 22 de Abril de 1999. El propósito evidente era
culpar del asesinato del Vice Pte. de la Rca. Dr. Luis María Argaña al sector
“oviedista” del Partido y, por sobre todo, en un largo mamotreto, realizar un
“informe analítico” destinado a demostrar el carácter “Nazi-Fascista” del
sector colorado perteneciente a UNACE con el fin de lograr su proscripción y el
desafuero de sus parlamentarios.
El “Informe Analítico de
Investigación” constaba de 83 páginas e indudablemente fue elaborado por
intelectuales, aunque no politólogos, (pues la ignorancia e inexactitudes en
que incurren no son propias de versados en Ciencia Política). Así, en sus citas
de apoyatura solo recurren a comentarios de tercera mano como los de Hannah
Arendt, Pierre Aycoberry, Pierre Milza y otros sociólogos que escribieron entre
1972 y 1987, pero ni mencionaron a los auténticos y primigenios ideólogos del
Nazismo como Alfred Rosenberg (“El Mito del Siglo XX”); Carl Schmidt, el
filósofo político más importante del Tercer Reich (“Estado, Movimiento
[Partido] y Pueblo”; Hamburgo, 1933), Otto Dietrich (en el “Völkische Beobachter”,
1935), Ernst Krieck, uno de los portavoces más representativos del
Nacional-Socialismo (en su periódico “El Futuro del Pueblo” publicó un artículo
intitulado “El Idealismo Alemán a través de las Edades de la Historia”,
Leipzig, 1934); tampoco al filósofo más importante de Alemania de ese período,
Franz Bohm (“AntiKartesianismus”; Leipzig, 1938) ni a Hans Heise (“Idee und
Existenz”, Hamburgo, 1935), y no se dan por enterados del anti-Hegelianismo
Nazi-Fascista como cuando Carl Schmidt declaraba que “el día que Hitler subió
al poder, Hegel, por así decirlo, murió” (“Concepto de lo Político”; Munich,
1933). Y nuestros sesudos “analistas pseudo-politólogos” se olvidan
completamente del neo-idealismo italiano y su afinidad con el fascismo, así
como de citar a Sergio Panuncio, el teórico oficial del Estado Fascista
(“Teoría General de los Estados Fascistas”; Berlín, 1934) y al gran filósofo
del Fascismo Italiano: Giovanni Gentile (“Fondamenti del Fascismo”; Zurich,
1930; y “Teoría Generale dello spirito come atto
puro”; Florencia, 1944), amén de cometer una “gaffe” de ignorancia sensacional:
En la Pág. 21 de su “informe” tildan al escritor italiano Curzio Malaparte de
“Fascista” cuando es de todos sabido (excepto por los ignorantes) que Curzio
Malaparte, si bien al principio de su fundación simpatizó con el Movimiento de
los “Fascio”, antes de un año ya se volvió furibundamente anti-fascista, lo que
le valió varios años de confinamiento en la isla de Lípari y el encono de
Mussolini, que lo tuvo encerrado mucho tiempo en la Cárcel de “Regina Coeli” en
Roma, hasta expulsarlo de Italia, pasando Malaparte a errar por Europa como
Corresponsal de Guerra. Basta leer dos de sus obras más famosas: “Kaputt” y “La
Piel” para palpar todo el desprecio y odio que este escritor sentía por el
Fascismo. El “informe” de marras,
escrito con tanta mala fe como ignorancia, se atribuyó, entonces, en el mismo
Congreso Nacional, a MILDA RIVAROLA y JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ; y, para su escarnio,
lo firmaron: el Senador Luis Alberto Mauro (Presidente de la CBI); Diputado
Luis A. Becker Genes (Vice-Presidente); Diputado Luis Alberto Mendoza Correa
(Relator); Senador Miguel Ángel Ramírez (Miembro); Senador Juan Carlos Ramírez
Montalbetti (Miembro) y el Diputado Julio Perrotta Cariboni. Aquí dejamos sus
nombres para que la historia sepa quiénes encabezaron el intento de destrucción
de sus colegas.
4.- EL LEGADO DEL GOBIERNO
DE GONZALEZ
MACCHI.
Con los “próceres” que componían su
gobierno, González Macchi no podía ser sino el peor gobernante de la
transición, y la situación del país y del Partido Colorado, desesperante. El
PBI arrojaba resultados negativos año tras año, la economía estaba estancada
sin visos de despegar y el desempleo
rampante. Solo Lucho y su pandilla prosperaban pero no se ganaba el
Presidente un mínimo de respeto de la población; su fama de dipsómano era la
comidilla y burla de toda la prensa y sus torpezas y falta de personalidad en
general, hacían el resto. González Macchi y sus socios colocaron al Partido
Colorado en un tobogán hacia la llanura y al Paraguay como “el furgón de cola
del convoy Latinoamericano”(5). En el plano internacional demostró una
debilidad endémica en la cuestión de Itaipú ante Brasil y de Yacyretá ante
Argentina; en lo respectivo al MERCOSUR la opinión pública consideraba que
equivalía (sus resultados) a vender la independencia y la soberanía nacional a
un conglomerado supranacional de Estados y grandes empresas comerciales. El
Paraguay continuaba siendo –como hasta ahora– el país más aislado y
aislacionista de América del Sur.
El antaño poderoso Partido Colorado,
con las deserciones masivas como los más de 300.000 colorados que pasaron a
formar el Partido “Unión Nacional de Ciudadanos Éticos” (UNACE) y un faccionalismo
patente, había quedado reducido, para el año 2003, en prestigio e influencia,
al Parlamento y Municipalidades con algunas Gobernaciones, sosteniéndose
apoyado en parte
de la
Oposición (Encuentro Nacional), amargamente hostil a aquél pero sin más
alternativa que hacer transacciones con él. El Partido Colorado ya no era muy
intimidante ni muy escuchado; debía negociar sus condiciones desde una posición
de debilidad, y el repertorio de beneficios políticos que podía ofrecer era
bastante limitado. El Partido Colorado estaba plagado de oposición interna, y
ningún esfuerzo (si lo hubo) del grupo de Lucho y Calé fue capaz de contener el
crecimiento de rebeldía interna ante la decadencia del Partido y el corrupto
liderazgo. La propagación de la ideología ya no se realizaba o se la hacía
débilmente y con menos convicción que nunca, por la incapacidad del liderazgo
oficial para emprender la reforma del Partido, y la mitología de la
infalibilidad de la dirigencia estaba muriendo, cuando llegaron las elecciones
de ese año 2003.
5.- A NICANOR LE TOCÓ BAILAR
CON LA MÁS FEA.
Ésta era la fisonomía del Partido y
del País que encontró Nicanor Duarte Frutos a pesar de ganar cómodamente los
comicios gracias a una enérgica campaña electoral durante la cual –y aún un par
de años antes– se colocó en oposición al
gobierno, y también a los errores de una pálida Oposición que se presentó
dividida. Y enseguida puso manos a la obra: puso sordina a la influencia de Galaverna (ya no preguntaba por
teléfono, como Lucho, antes de una reunión: “¿Qué tal está el espíritu de
Calé?), trató de unificar al Partido Colorado manteniendo la Presidencia del
mismo por un tiempo prudencial, hizo una “barrida” de cambios en la
Administración Pública, e internacionalmente inició una suerte de “apertura a
sinistra” invitando al mismísimo FIDEL CASTRO a su asunción de mando. Cesaron
las persecuciones, fueron liberados los presos políticos y se intentó una
drástica reforma del Poder Judicial, siendo defenestrados mediante Juicio Político
los corruptos cómplices Miembros de la Corte Suprema de Justicia. En lo
económico, por primera vez en muchos años, el PBI registró un crecimiento anual
del 4,5% y la genteempezó a recobrar la confianza respondiendo a la pregunta de
si cómo les iba: “de lujo y mejorando”.
Pero el
daño causado era demasiado
intenso y profundo que Nicanor hubiera necesitado “las hazañas de Hércules”
para remediarlo completamente, además de una habilidad política y capacidades
intelectuales y cualidades morales superlativas que no poseía.
Y la euforia inicial empezó a
decrecer después de la segunda mitad del gobierno de Duarte Frutos: el problema
de la Reforma Agraria y de los campesinos sin tierra, con las ocupaciones que
conllevaban se volvieron insolubles, así como el contrabando y las trabas
impuestas a la circulación de nuestros productos por nuestros “socios” del
MERCOSUR; tampoco la reforma judicial avanzó como se había esperado; para más
Nicanor empezó a ser atacado ferozmente por los Medios de Comunicación Masiva
que antes lo habían promocionado mucho durante toda su carrera política.
Los medios de comunicación masiva
fueron muchas veces injustos con Nicanor y el Partido Colorado. Los
Nacionalistas Republicanos eran satanizados y caricaturizados presentándose,
erróneamente, al Gobierno de Duarte Frutos como algo autoritario, todavía
similar al stronismo, catalogándoselos como dos casos equivalentes de
extremismo autoritario. Por otra parte, el Partido y su Presidente fueron
devastados por “la dictadura de las encuestas de opinión” para las campañas
electorales que ya se avecinaban. Grandes masas de votantes colorados,
políticamente inmaduros, se habían perdido a causa del argumento opositor que
señalaba imprescindible “votar en forma útil”, reforzado por la unidad, cada
vez más estrecha, entre , la Izquierda y los Independientes.
Aquel “Programa Común” del “Gobierno
de Unidad Nacional”, fruto del “Marzo Paraguayo”, constituyó un error
programático y estratégico pues ofrecieron la solución a todos los problemas,
resultando un gran fiasco que González Macchi y Galaverna acrecentaron,
recogiendo Nicanor sus consecuencias que resultaron muy caras. Sin embargo,
siempre es superficial atribuir los cambios significativos a largo plazo de la sociología
política a los grandes líderes. Estos necesitan una situación propicia y la
posibilidad de que sus éxitos y fracasos sean duraderos depende de un entorno
que ellos no han creado.
En un libro que este autor escribió
hace 15 años señaló que era válido pensar en el Partido Nacional Republicano
como una organización política-cultural-social edificada sobre sus cuatro
“rostros” o funciones distintivas: como vanguardia política, como
contrasociedad, como partido de gobierno y como tribuna de los desvalidos (esto
último desempeñando el papel de “partido-comunidad política” y, principalmente,
genuino defensor de los intereses populares). Allí explicamos que al contemplar
esa compleja simultaneidad, los puntos de apoyo internos y las contradicciones
globales, era posible entender tanto las líneas de su fortaleza y debilidad
como la autenticidad y la ficción del coloradismo sin tener que recurrir a
imágenes caricaturescas del partido, en una u otra de sus funciones, según
nuestras propias ideas preconcebidas o premisas políticas. El Partido Colorado
no es simplemente de insurrección revolucionaria con dos rostros “in maschera”, ni una potencia, después
opositora, satisfecha en su “espléndido aislamiento”, ni una tribuna popular un
tanto incomprendida, que bajo su apariencia áspera y fanática esconde un
corazón de oro.
Al examinar el pasado se advierte
que los años 1947-1958 pudieron haber sido una especie de edad dorada del
coloradismo republicano. En esa época sus grandes éxitos de organización se
combinaron con las satisfacciones de sus posibilidades de profundas
realizaciones políticas y un real poder partidario a pesar de un ambiente de
guerra fría ideológica (Guiones contra Democráticos), uniendo la posición de
“espléndido aislamiento”, al margen de la aristocrática sociedad liberal
derrotada, con la “calidez partidista de una sólida camaradería”. “Es bueno
saber que estamos juntos”, declaraba Epifanio Méndez Fleitas entre atronadores
aplausos de los masivos asistentes a sus mítines. Estos sentimientos de los
años cincuenta son recordados para plantear el argumento de que al Partido le
falta hoy esa cohesión que da la hermandad, la camaradería.
Nicanor Duarte Frutos, dándose
cuenta hacia el final de su mandato de la hecatombe que se venía (y
comprendiendo lo que hemos señalado) se lanzó a una agresiva campaña contra la
prensa y el divisionismo partidario, tratando de que esas masas, cada vez más
desencantadas y díscolas, volvieran al redil del liderazgo con disciplina consciente.
Pero era tarde ya, y a pesar de que la cantidad de afiliados continuaba
incrementándose de forma inexplicable, la puja polarizada y terriblemente
“sangrienta” entre ambas duplas de candidatos a la Presidencia mas el fraude
perpetrado contra el candidato Luis Castiglioni, selló la suerte del Partido Colorado, y los cantos de las sirenas encantadas de una
oposición, unificada detrás de un demagogo carismático, y el fanatismo de los
faccionalistas del partido, llevaron la situación al callejón sin salida de la
derrota electoral y la caída en el naufragio del escollo de “Escila” y el
remolino de “Caribdis”, quedando Nicanor con el estigma de ser el responsable
de cuyas manos cayó del Poder el Partido Nacional Republicano.
6.- EL PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO
EN LA LLANURA.
Después de la caída, ¿cuál era la
situación del Partido Colorado en materia de reforma de despliegue y estructura
de funciones? El problema radicaba en los contenidos y en las vías para lograr
su transformación. Pero, ¿cómo desmontar un aparato tejido por tantas redes
corporativas de interés y poder?, ¿cómo lograr su reforma sin que se generen
signos de inestabilidad como los que se viven todavía ahora?, ¿cómo enfrentar
la larga tradición de “gatopardismo” que impulsa cambios para que todo siga
igual o peor?, ¿cómo renovar 65 años de cultura política acostumbrada al
“autoritarismo dosificado” y al clientelismo perfecto del
Coloradismo-Gobierno?. Por lo pronto, para
tener un acercamiento prospectivo a la difícil ruptura del modelo
Partido Colorado-Gobierno, que con la derrota se dio, vale la pena apuntar
cuáles son los elementos que incidían sobre la crisis del Partido en la llanura
y dificultan su transformación.
1. Pérdida de su hegemonía y su
función como vanguardia política:
Hasta hace unos años antes de su
caída, el Partido Colorado controlaba todo: los tres poderes de la Rca.
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial), los grupos de interés económico y las
principales organizaciones sociales. Era una hegemonía plena en el terreno
político y casi sin rival digno de ser tomado en cuenta en el terreno social e
ideológico. Desde la crisis del modelo económico durante el quinquenio
“Wasmosy-Seifart”, la debacle del Partido comenzó a darse en el terreno de la
legitimidad y la credibilidad (de ahí el surgimiento de la figura de Oviedo y
UNACE). En el año 2002 se registró la más importante escisión en el seno del
partido oficial con la salida de la corriente “oviedista”. El Partido Colorado,
por primera vez en su historia de poder contemporáneo, estuvo en riesgo real de
perder la elección presidencial y, por ende, el control del pilar del sistema
político paraguayo; el Poder Ejecutivo y la estructura clientelar tradicional
del Partido se enfrentaron a un rival nacido en el seno del propio gobierno:
UNACE. La pérdida de hegemonía colorada se agudizó en el quinquenio de Duarte
Frutos porque la sociedad ya no legitimaba el modelo oficial y buscaba
alternativa, porque el Partido Colorado seguía (y sigue) dando
la impresión de ser un partido reaccionario, derechista, opuesto a todo cambio
moderno y aferrado al pasado. Como ejemplos bastan unos botones de muestra: los
Parlamentarios colorados se opusieron a una reforma fiscal y al Impuesto a la
Renta Personal; no respondieron a la necesidad de una Reforma Agraria y en una
época que todos los medios de comunicación internacionales mostraron, con lujo
de detalles, la competencia por las elecciones generales en Venezuela con
entera libertad para la oposición, los parlamentarios colorados, yendo en
contra de todos sus socios del MERCOSUR siguieron aferrados a su negativa a la
incorporación venezolana al mismo “por ser una dictadura donde no hay el mínimo
de libertad”(sic), postura adoptada también por la Junta de Gobierno de la
A.N.R.; y se sigue manteniendo la ficción de reconocer a Taiwán en detrimento
de China, yendo a contramano de la historia y de la realidad política mundial.
El Partido, (o mejor, su Dirigencia) era considerado como un parásito burocratizado
de la política que ha perdido la capacidad de pensar estratégicamente por sí
mismo.
2. Pérdida de identidad y su
función como partido de gobierno:
La crisis del modelo de
desarrollo que se desató en los últimos decenios, también derivó en una pérdida
de identidad del Partido Colorado, que en la llanura era más notoria. Se
necesitaba (y se necesita) una selecta élite de nuevos políticos, surgidos no
solamente de la burocracia partidaria sino surgidos también del entorno tecnocrático,
aunque fuese escasa o nula su carrera dentro del partido, que pugnen por el
nuevo modelo que se necesita urgentemente; pero esto encuentra a su principal
rival en la propia identidad del Nacionalismo Republicano. Si bien no se puede
hablar de una ideología ortodoxa que rigiera al coloradismo, sí se pueden
mencionar ciertos elementos que le daban identidad política e ideológica al
partido: nacionalismo, agrarismo, Estado tutelar que generaba clientelismo,
estrecha relación Iglesia-Estado, proteccionismo económico, entre los
principales. Pero el cambio de modelo, si no se lo realiza con prudencia,
paciencia e inteligencia, carecerá de arraigo intelectual y social dentro de
las filas republicanas y no será producto de un movimiento social sino de una imposición
vertical operada desde la élite.
En cuanto al papel que ha
desempeñado en el gobierno el Partido Colorado, es una historia más compleja.
En varios estudios serios fue posible sintetizar varias encuestas donde se
demuestra que los gobiernos locales colorados han sido a menudo eficaces y que
la población de sus respectivas localidades así lo ha considerado. Sin embargo,
la imagen de los colorados como dinámicos proveedores de servicios sociales se
ha desdorado en cierta medida en los últimos años a causa de los problemas
relativos a las poblaciones marginales migrantes, también por la “usura del
poder” tan común en todos los partidos que gobiernan durante largo tiempo y, en
ciertos casos, por el fraude electoral.
En lo que se refiere al gobierno de
nivel nacional, los resultados de las encuestas de opinión realizadas en los
últimos 10 años demostraban que la opinión pública paraguaya consideraba que el
Partido Colorado era cada día menos capaz de desempeñarse en forma útil como
partido de gobierno. Es que la acumulación de errores políticos indicaba que se
trataba de un liderazgo anquilosado que había perdido el contacto fundamental
con la realidad política y necesitaba una reforma urgente de liderazgo y
estructura.
3. La crisis del corporativismo y de
la función como tribuna del pueblo:
El Partido Colorado que ganó el
poder en 1947, era un producto típico de los modelos corporativos que
estuvieron en boga en los años cuarenta: el leninismo, el nazi-fascismo, el
social cristianismo. La traducción colorada de esta mezcla corporativa fue el
propio modelo de “Gobierno policlasista” que, en su momento, tuvo un sustento
social inusitado, producto de las reformas emprendidas durante aquel período
pre-stronista, y continuado por Stroessner. Este modelo corporativo, acompañado
de una fuerte dosis de autoritarismo gubernamental, comenzó a quedar desfasado
frente a la sociedad paraguaya
mucho antes
de la caída de Stroessner en 1989. Las corporaciones sindicales, campesinas y
urbanas que funcionaban como las “correas de transmisión” del Partido Colorado
frente a la sociedad, se convirtieron en filtros antidemocráticos y elementos
de control sobre el pueblo que perpetuaban un modelo de Partido de Estado. Pero
el crecimiento y la mayor participación de la clase media influyó decisivamente
en esta crisis. Junto con ella, la conformación de nuevos organismos
sindicales, campesinos y urbanos, que ya no dependían del Partido Colorado y
que no funcionaban como organismos clientelares al servicio del gobierno,
generaron una fuerte corriente que abogaba por la democratización política y el
fin del control colorado que desembocó al final en la caída del mismo.
El Partido Colorado ha fracasado
también en el desempeño de la función de
defensor del pueblo. En efecto, el partido ha perdido en los últimos años una
porción considerable de su clientela como “tribuna popular”(los individuos que
se encuentran en desventaja o se sienten amenazados por la sociedad). Muchos votantes
que normalmente habían respaldado al Partido Colorado, se pasaron al bando de
los “oviedistas” o de la izquierda y la “Alianza patriótica para el cambio”,
porque éstos hablaban en nombre de varias causas relativas a problemas
concretos y las minorías.
4. La reforma fallida y la función como
contrasociedad:
Durante el decenio que ha
culminado, el Partido Nacional Republicano ha ido en picada vertiginosa. No se
cumplió la promesa de democratizar los métodos de selección de dirigentes
colorados más que en mínima medida, ni el desmantelamiento de las “listas
sábanas”; el coloradismo se quedó sin un programa ideológico coherente (pese a
que en el Estatuto Partidario se prevé obligatoriamente un “Congreso
Ideológico” cada diez años) y la nueva estructura partidaria de la llanura era
un enredo tan complicado que nadie se la tomaba en serio.
Llegamos en último término al
problema de la decadencia de la famosa
“contrasociedad colorada” a la cual hay que analizar profundamente pues ha sido
una de las fuentes de poder del partido. La “contrasociedad” se apoyaba en un
núcleo agrarista opuesto al “chuchaje”
aristocrático liberal, que aportó, tanto el entorno cultural donde floreció con
más pujanza el coloradismo paraguayo,
como los elementos militantes quese convirtieron en los caudillos y burócratas
integrantes del aparato partidario; en este caso nos referimos al destino mismo
del Partido Colorado. “El coloradismo es una sub-cultura” decía Domingo
Rivarola en su “Revista Paraguaya de Sociología”.
La reciedumbre demostrada por el
Partido Colorado durante seis decenios en la política paraguaya, provenía del
hecho de que el movimiento republicano de nuestro país constituía
una auténtica comunidad política y cultural (vale la pena repetirlo). El
Partido era la expresión política de un movimiento de masas imbuido de un
entusiasmo militante; fue también un fenómeno genuinamente nacional, una
contracultura de los nacionalistas paraguayos contra la mentalidad al estilo
Legionario, cuya doble lealtad (al país y alexterior) representaba el
último desafío partidista de gran envergadura a la legitimidad del sistema
nacionalista republicano del Paraguay.
Ahora, ¿cómo se produjo la
desintegración de la identidad agrarista, dogmáticamente campesina, del
coloradismo? Es verdad que aun cuando sagaces observadores habían detectado
desde hacía años ciertos indicios de inestabilidad en la sociología política
del Partido Colorado, su desastroso deterioro efectivo empezó apenas en 1998.
La explicación más habitual es que parte de su declinación obedece a factores
estrictamente políticos e ideológicos que nosotros ya hemos analizado. Además
el desafío Encuentrista de Caballero Vargas que no se supo valorar en toda su magnitud
en 1993; y más de diez años después, la estrategia misma de la unión de la
Izquierda con el Liberalismo, en un “pacto contra natura”, que fue apropiada
para atraer el voto de las mayorías, pero cuyas ganancias provienen del centro
y pueden producirse a expensas de los electores situados en posiciones más
extremistas; también el énfasis de las elecciones presidenciales del 2008 en el
magnetismo personal del candidato –que la Candidata del Partido Colorado no
tenía– en lugar de poner de relieve el atractivo del Partido (o los Partidos) o
su programa; y el derrumbamiento del prestigio del gobierno colorado en la
opinión pública. Todos estos son, en cierto sentido, desafíos no encarados
adecuadamente o errores gruesos cometidos por el clan gobernante.
En una sociedad que va modernizándose
aceleradamente, con la migración constante de los campesinos a la ciudad y la
mejor información por el gran desarrollo de los medios de comunicación masiva,
el deterioro del coloradismo tradicional debe entenderse también como el
resultado de problemas más profundos que han afectado, en mayor o menor grado, a
todos los partidos tradicionales de Latinoamérica; y es importante
interpretar esta situación como una crisis –quizá definitiva– en el corazón mismo del fenómeno colorado, es
decir, en la identificación del coloradismo con la clase campesina.
En las últimas décadas el Partido
Nacional Republicano trató de atraer, tanto a sus viejas comunidades militantes
como a la nueva generación cuyas actitudes tanto influyen en el advenimiento de
los acontecimientos, pero continuó retrayéndose políticamente a su propia
fortaleza y adoptar en el plano social el “espléndido aislamiento” que
identificaba como la identidad misma del coloradismo. Con esto, los dirigentes
hundieron al Partido, no solo en lo político sino también en lo social. Sin
embargo, se podría considerar que actuaron así porque se convencieron de su
incapacidad de adoptar cualquier otra identidad que no fuera la que siempre los
había caracterizado y la que les abrió las puertas para su propia movilidad
ascendente al poder, si bien esto no los justifica en absoluto. Si no surgía
algún evento o extraordinaria personalidad imprevisible, el coloradismo
seguiría siendo un partido de llanura en vías de desaparecer en el escenario
político como opción de Poder.
N O T A S.
(1)
Soler; Juan
José: “Hacia la Unión Nacional”; pp. 60-64; Bs. Aires, 1943.-
(2)
“Escila” y
“Caribdis”: Cuenta Homero en la “Odisea” que, cuando Odiseo hizo su viaje de
regreso a Ítaca, luego de terminada la guerra de Troya, periplo que duró 10
años, debía pasar por un lugar donde sirenas encantadas emitían cantos tan
dulces y mágicos que hacían desviar de su ruta a los navíos, llevándolos a
estrellarse contra el escollo de “Escila” para terminar siendo absorbidos por
el remolino de “Caribdis”, donde se hundían.
(3)
Alusión a la
obra “Las Brujas de Salem”, basada en un hecho histórico ocurrido en la
localidad de Salem (Massachusetts, EE.UU.) en 1688, cuando fueron quemadas por
“brujería” muchas mujeres y se desató una verdadera “caza de Brujas” con feroz
persecución.
(4)
“La Saga de
Gösta Berling”: obra de la escritora sueca Selma Lagerlöff (Premio Nobel de
Literatura en 1903) que narra la leyenda de un hombre, imbuido de una misión,
que recorre el país predicando su verdad, soportando toda clase de obstáculos.
(5)
Frase de
Anselmo Jover Peralta, escritor y político febrerista, en “El Paraguay
Revolucionario”; Buenos Aires, 1946.-
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