El futuro del Coloradismo popular: ¿Cómo actuar políticamente?
Los acontecimientos de
los últimos años han sido y son motivo de angustia, temor y dolor para los Colorados;
pero también deben constituir un estímulo para una paciente reflexión teórica y
una prudente práctica política. Al menos implícitamente, dichos acontecimientos
plantean la pregunta sobre qué formas de pensamiento y de comunicación, de
oposiciones y de luchas, de resistencia y de organización hay que adoptar para
que la derrota electoral del Partido Colorado en las Municipales no se
convierta sin más en una derrota política total en el 2018. Dicho de otra
manera, ¿cómo hacer para mejorar y profundizar todo lo que se hizo en estos
años en términos de democratización, inclusión social, redistribución del
ingreso y ampliación de derechos?
La tarea en este sentido
debe ser doble. Por un lado, es imprescindible conocer muy bien la identidad y
las prácticas del Gobierno Cartes; no alcanza con las usuales
caracterizaciones como “derecha”, “oligarquía empresarial”, “neoliberalismo”.
La fuerza gobernante contiene todos estos elementos, que enhebran las fibras
más dramáticas de la historia nacional; pero a su vez ellos deben ser
analizados en la coyuntura actual. Se deberá reconocer –aunque las medidas
gubernamentales de estos casi tres años no lo demuestren– que las Derechas
también aprenden de sus experiencias políticas. Esto implica, fundamentalmente,
un modo distinto de relacionarse con el Estado y con la sociedad. Estamos ante
un Gobierno con una Justicia
que defiende a las Empresas, los Políticos corruptos y a los Bancos frente al
Estado. La mayoría de los
integrantes del Gabinete en Paraguay
son (o eran) Ejecutivos de Grandes Empresas y Bancos. No han sido formados en la gestión del Estado como expresión de
los intereses del conjunto.
Entienden más los intereses de las Empresas y los Bancos, que
muchas veces son limitados por normativas Estatales. Por eso entienden más los
argumentos de los Empresarios que los del Estado.
Por otro lado, también
se deberá conocer las diversas modalidades que van asumiendo las distintas
luchas sociales y sus posibilidades de articulación; y cómo las subjetividades
pueden vivir y constituirse en ese proceso. De ahí que el problema no parece
ser tanto el de la conciencia política (cómo saber algo que no se sabe), sino un
problema ético-político acerca de cómo se conforman los deseos individuales y
colectivos. El Neoliberalismo contemporáneo no es solo una ideología
política o un sistema de creencias acerca del funcionamiento de la economía y
del Estado; es una “tecnología de Gobierno” que moldea nuestras subjetividades.
Por eso, la resistencia no puede ser solo política en el sentido clásico,
debe ser una apuesta ética y moral como lo están haciendo el Dr. Bader Rachid Lichi y Carlín Romero Pereira. Se deberá
trabajar para constituir otras formas de subjetividades, donde la palabra “Unidad
y Reencuentro Partidario” ya parece empezar a tomar consistencia. Contra un
tipo de ciudadanía abstracta de individualidades en competencia, un proyecto
nacionalista-popular exige una ciudadanía activa. Desde esta perspectiva,
la ciudadanía deja de ser solo un status jurídico-político y se convierte en
práctica de subjetivación política, cuyo carácter performativo implica la
realización de derechos en el mismo momento en que se los enuncia o ejerce.
Se requiere un trabajo
de articulación de las diferentes luchas sociales, donde puedan converger las
experiencias diversas de movimientos y organizaciones sociales, partidos
políticos, sindicatos, docentes y estudiantes, científicos, artistas y
artesanos, trabajadores de la cultura en general. Se deberán ensayar formas
novedosas de pensamiento y acción, para que cada ciudadano se transforme en
legislador, en jurista, en intelectual, en comunicador, en político. Solo así
las fuerzas nacionalistas-populares podrán sostener su Poder instituyente.
Se deberá conformar
también un pensamiento colectivo y una práctica común de resistencia y
organización, mucho más creativas e imaginativas, que no nieguen las mediaciones,
las representaciones o los Liderazgos, pero que tampoco las acepten como ya
dadas, sino como compuestas día a día en la inmanencia de la vida social y
productiva del país.
Política es el nombre de una potencia de afección. Las fuerzas
democráticas deben recuperar la capacidad política de afectar y ser afectados
por otros, por los que piensan distinto. Poder llegar a otros sectores y otras
fuerzas sociales que en algún momento acompañaron el proyecto iniciado por Argaña y Bader, y que por distintos motivos se fueron alejando. Pero también
convocar a otros sectores y fuerzas sociales que quizás nunca se sintieron
conmovidos. El “Post-Argañismo” (o su
pensamiento subyacente), como (des)borde del Coloradismo histórico, tradicional, deberá ampliar su núcleo duro.
Esto también le cabe a todo el Coloradismo. Y ese proceso tiene que venir no de
arriba hacia abajo, o no tan solo, sino también y al mismo tiempo de abajo
hacia arriba. Gramsci llamaba a este
proceso de irradiación o ampliación político-cultural con el nombre de
“hegemonía”.
Pero, fundamentalmente,
lo que tenemos que hacer es algo que sabemos hacer y muy bien, porque es el
lugar de donde venimos muchos de los que hemos apoyado el proyecto
democratizador de los Gobiernos Colorados, que no es el de las grandes Empresas
ni las Corporaciones mediáticas, no es el de las Consultoras ni las Universidades
privadas, no es el de los grandes Estudios Jurídicos ni las Multinacionales,
sino el de la lucha y la organización popular. Lucha y organización
popular en cada uno de los espacios que habitamos, en las fábricas, las
universidades, los sindicatos, los talleres, las organizaciones sociales, los Partidos
Políticos, pero también en los barrios, las plazas, las calles, y en todas y
cada una de las formas de la cultura:
lucha y organización popular.
Tenemos que poder
encontrarnos y saber reconocernos en estos espacios, para empezar a
construir desde ahora un proyecto
político alternativo, que pueda disputar el Poder en cada proceso
electoral, en Legislativas, Intendencias y Gobernaciones, y desde ya, en las
próximas Elecciones Presidenciales, pero también en cada uno de los resquicios
donde se ponen en juego las formas de lo común. Nunca se toma el Poder del
Estado, se deviene Estado. El trabajo es arduo, lo sabemos. Pero solo así
las fuerzas progresistas, democráticas, populares, emancipatorias, libertarias,
que parecen estar de repliegue en el Partido
Colorado, podrán encontrar cada una de ellas, pero también todas juntas,
sus formas de volver al Poder.-
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