JEAN-PAUL SARTRE Y DIOS ¿Se arrepintió Sartre de su ateísmo antes de su
muerte?
El Siglo de Sartre
de Bernard-Henri Levy es, según los principales críticos, señal de fraude
intelectual, junto con la manipulación ideológica, así como La Esperanza Ahora de Benny
Lévy, alias Pierre Victor: el diálogo entre Jean-Paul
Sartre y Benny Lévy –diálogo sobre veinte páginas– que apareció en la
edición número 800 de Le Nouvel Observateur del 10 de abril de 1980, cinco días justo antes de la muerte de
Sartre, que se produjo el 15 de abril de 1980. Y es que en esa última obra llamada “La Esperanza Ahora” que
recoge una serie de entrevistas y conversaciones con su asistente y secretario
personal… parece que Sartre se separa un poco del férreo Ateísmo de su pasado y
comienza a “mirar hacia lo divino”. Una de las frases de este libro más
aludidas para apoyar su “conversión” es:
“No me siento que soy el producto de la casualidad, una mota de polvo en el
universo, sino alguien que era de esperar, preparado, prefigurado. En pocas
palabras, un ser que sólo un Creador pudo colocar aquí… y esta idea de una mano
creadora hace referencia a Dios”.
Pero ésta es una
lectura muy personal de Bernard-Henri
Levy. Lo cierto es que Jean-Paul
Sartre comenzó esta conversación con su secretario, Benny Lévy, meses antes, pero decidió publicarla sólo unos pocos
días antes de morir; él no solo estaba claramente ya disminuido físicamente,
sino intelectualmente. Pero es aún más cierto que Benny Lévy de repente descubrió que,
después de haber dado “la prueba de
la piel”, manteniendo su extremismo,
podía transferir allí –desde la política a la teología–un espíritu inveterado de
talmúdica, así como un mesiánico avezado “escándalo
en Sartre” francamente místico, como
Bernard-Henri Levy titula un
capítulo de su “Siglo de Sartre” en la medida en que era un Jean-Paul Sartre
más "judío", con toda la apariencia que supone tal connotación
religiosa –antes que existencialista– con las implicaciones políticas e
ideológicas inherentes a ella, que empezamos a ver bien, disparando al mismo
tiempo todo su edificio conceptual en el horizonte del pensamiento contemporáneo. En resumen, lo que Sartre anunció a los
lectores sorprendidos de “Le Nouvel
Observateur”, es que no hay mucho que pensar para un filósofo, en la
Biblia que en Platón, en Rabí Akiva, en Hegel o Husserl y la articulación de las dos fuentes; tanto como las dos
religiones dan al pensamiento en forma de griego bíblico y discurso profético a
“logo centrado” el discurso será –dice– si Dios le da vida, la urgencia del
tiempo restante. Entonces, ¿qué acerca de este llamado “Sartre último” que tendría también –como su secretario personal, Benny Lévy, lo da a entender– que “encender repentinamente la cola” para negar la base misma de su
filosofía, y por lo tanto su conjunto de vida intelectual dedicada enteramente
–incluso a través de un comunismo desagradable– a la causa del pueblo, para
usar el título de uno de sus principales compromisos con la filosofía social y
política?
“Me gusta que me apoyen para
refutar la interpretación excesivamente partidista e ideológica –plan
escandalosamente orientado filosóficamente– que da Bernard-Henri Levy sobre la supuesta conversión final de Sartre al
Judaísmo, que Bernard-Henri Levy llama
específicamente, en su “Siglo de Sartre”, el "último
Sartre", como un espíritu verdaderamente teológico más bien, como leyó al
autor de El Ser y la Nada, en esa dimensión esencialmente metafísica. Así que fui a verlo (a Sartre) para decirle
acerca de mí, esta generación, que gracias a él finalmente rompimos con la ignorancia; pero, por una vez, este gran pensador,
al final de su vida pero sin decir, se colocó en el asombro general para hacer
de creyente de Lévinas” dice Daniel Salvatore Schiffer (filósofo,
escritor) en “La Filosofía de Enmanuel Lévinas”.(Filósofo
judío, naturalizado francés. Inspirándose en la tradición hebrea, Lévinas busca pensar de otro modo la
relación del hombre con el hombre; tiene el objetivo de salir del aislamiento
de existir del Existencialismo [“el infierno es el Otro”]; el Otro, como rostro que me enfrenta y
restituye, no es del orden de la representación, hay en él, la presencia
ausente de la idea de infinito, que me ordena y que lo
hace incapaz de ser dominado por mí.- N. del A.)
En todo caso esta última obra de Sartre, que
salió a la luz pública muy poco antes de su muerte en Abril de 1980, generó,
como era de esperarse, muchísima polémica y críticas, la mayoría de parte de un
gran número de Sartrianos que veían en estas palabras una traición a toda la
filosofía del gran pensador Francés.
Pero… ¿Hasta qué
punto son reales estas palabras de conversión? ¿Hay algo más detrás de todo
esto?
Es probable que
su conversión no sea totalmente cierta, pero algo hubo. Un Sartre de casi 75
años de edad, ciego desde hacía casi una década, senil, gran consumidor de
cigarrillos y alcohol, e incluso adicto a las anfetaminas y a la mezcalina… no
es de extrañar que todo lo anterior, sumando su decrepitud y padecimientos
finales… le hiciesen considerar la posibilidad de un Dios detrás de todo,
inducido y manipulado por su “hombre
de confianza”.
Los Sartrianos sintieron que su Maestro, en
declive, estaba “embrujado” por abusivos protegidos y que Sartre
testificó a falsos e indignos herederos desarmado en gratitud por la atención y
el cuidado de que él era objeto. El cómplice del reciente fanatismo religioso
de Benny Lévy, Bernard-Henri Lévy, su hermano gemelo en pseudo-judaísmo, se dió
cuenta de que había una hazaña increíble, única, en ¡desnaturalizar el
pensamiento de Jean-Paul Sartre para sus propios fines y de acuerdo con sus
propios intereses!
Hablar de Sartre
es hablar de Simone de Beauvoir. Su
pareja sentimental de toda la vida en una relación abierta e individual. Es
ella quien nos puede esclarecer un poco los últimos días del Gran Filósofo. Fue
una Novelista y Filósofa francesa. Escribió novelas, ensayos, biografías y
monografías sobre temas políticos, sociales y filosóficos. Su pensamiento se
enmarca dentro del Existencialismo al igual que Sartre. Dice Simone de Beauvoir en “La Ceremonia de Despedida”,
testimonio directo, que había publicado en 1981, un año después de la muerte de
Sartre: “Victor (Benny Lévy) no expresa directamente sus puntos de vista: él se ha puesto en Sartre, jugando en
nombre de quién sabe qué verdad revelada el papel de fiscal. El tono,
la superioridad arrogante que asumió Sartre, hizo rebelar a todos los amigos
que habían leído el texto antes de su publicación. Y estaban,
como yo, horrorizados por el contenido de las confesiones obtenidas de Sartre. De
hecho, Víctor había cambiado mucho desde que lo conoció Sartre. Al
igual que muchos ex-Maoístas, se volvió hacia Dios: el Dios de Israel, porque
era judío; su visión del mundo se
convirtió en espiritual e incluso religioso. Frente a esta nueva dirección,
Sartre se mostró reacio. Recuerdo una noche cuando había ventilado su disgusto: ‘¡Víctor
quiere absolutamente que todo el origen de la moral esté en la Torá. Pero
yo no creo eso en absoluto!’
nos dijo. Y ya he dicho que, durante días, luchó contra Víctor, y luego
cedió, cansado de la guerra”. “Esta explicación que nos da en esta ‘Ceremonia
de Despedida’ Simone de Beauvoir, que admite aquí estar
"horrorizada" por el contenido de la entrevista infractora, es aún
más esclarecedor, confirmada incluso por la versión que dio en el tiempo, Jean Daniel, Director de Le Nouvel Observateur”. (“De Bernard-Henri Levy à
Benny Lévy, via Sartre: imposture intellectuelle et manipulation idéologique”
por: Daniel Salvatore Schiffer (Filósofo, escritor, Profesor de “Filosofía del
Arte”: Bruselas, Bélgica, 31 de Octubre, 2013).
Durante sus
últimos años, y tras participar impetuosamente en la revuelta estudiantil de Mayo
del 68, Sartre ocupaba su tiempo en el Flaubert
y en numerosos
reportajes, artículos y conferencias, aunque con énfasis en acciones callejeras
de izquierda militante, llegando a ser arrestado por la policía y “embutido” en una
furgoneta con rejas mientras repartía “La
Cause du Peuple” y “Libération”, dos beligerantes publicaciones de
oposición al “Establishment”, a las que ayudó a fundar, llegó a dirigir y sirvió
de mentor. Con ocasión de su arresto, la inmediata reacción del General De Gaulle, Presidente de Francia, para
ordenar su libertad inmediata, fue su
famosa frase de que “a Voltaire no se le mete en la cárcel”, y Giscard d’Estaing
advertía que no había favores imposibles si se trataba de Sartre, “un francés que con su pensamiento
supo fecundar como ningún otro nuestro siglo”.
Fue en 1973 cuando ya Sartre había
perdido casi la totalidad de la visión, y ante este impedimento y sus enormes
ganas de escribir, se vio obligado a contratar a un “secretario-asistente” a quien le dictaría sus ideas para que las
plasmase en papel. El elegido fue Pierre
Víctor un joven filósofo judío nacido en El Cairo, militante Maoísta que respondía al verdadero
nombre de Benni-Lévi. Cuando Sartre
conoció a Víctor, entre otras cosas decía: “…mi
vista reducida hará que la lectura y la escritura me sean en adelante
imposibles. Tengo por lo tanto necesidad de este muchacho para terminar mi
obra. El me ayudará a rematar mi Flaubert…” Víctor fue, entonces, su último interlocutor intelectual y
políticamente válido, el sucedáneo que escogiera él libremente y con el cual
pensaba no solamente revitalizarse sino remitir sus sueños de futuro, preservar su
proyecto, prolongarse en su propio pensamiento.
Luego
de una gira de cuatro días por Israel en compañía de Arlette Alkaïm (su hija
adoptiva) y Víctor, éste lo interroga y prepara un texto con tres reportajes
que envía a “Le Nouvel Observateur” en donde no
sólo tutea a Sartre, sino que firma: Sartre-Víctor.
Además –según los antiguos
amigos– con conceptos débiles, ambiguos, contradictorios; una nueva
filosofía vaga y blanda que Víctor le atribuye, dicen. “Lo arrastró a renegarse de sí
mismo” afirma Simone de Beauvoir,
“Arlette y Víctor lo estaban manipulando” agrega. Ese giro sorpresivo
del pensamiento de Sartre no sería permitido. Se puso en acción una formidable
fuerza de presión para impedir que se publicara. “Es lamentable” le
reclama airada Simone de Beauvoir a Sartre “Déjalo, yo no le doy ninguna importancia”
afirma ella que le respondió él. Y sin embargo, la lucha continuó por
impedir la catástrofe, su
publicación. Todos a una arreciaron en su empeño hasta cinco días antes de que el filósofo de la libertad, de la
existencia y de la vida, muriera.
Coda: El Existencialismo Sartriano, aunque entroncado con el de Heidegger,
Jaspers y Husserl, y beneficiario de Kierkegaard, resulta más racionalista y
aterrizado que el de aquellos para el conocimiento de nuestra naturaleza por
cuanto, yuxtaponiéndose al Marxismo y al Materialismo Dialéctico –y por ello
mismo– no deja de subrayar y enfatizar
en la libertad individual. Si de Marx puede decirse que trabajó y luchó por la libertad
social del hombre, de Sartre
podría afirmarse que se esforzó por hacer del hombre un individuo socialmente libre.
Sartre y Dios. Ateísmo y valores: Para el filósofo, la
existencia de Dios es imposible, ya que el propio concepto de Dios es
contradictorio, pues sería el en-sí-para-sí
logrado (véase la entrega anterior: “¿Sartre,
plagiario de Heidegger?”). Por
tanto, si Dios no existe, no ha creado al hombre según una idea que fije su
esencia, por lo que el hombre se encuentra con su radical libertad. Este ateísmo
tiene una consecuencia ética: Sartre afirma que los valores dependen
enteramente del hombre y son creación suya.
En “El
Existencialismo es un Humanismo” nos dice Sartre que la idea del hombre como un ser libre es
una consecuencia inevitable del ateísmo. Compara la concepción
creacionista, la concepción según la cual Dios ha creado al mundo y al hombre,
con la visión técnica del mundo. En el caso de los objetos artificiales la
esencia precede a la existencia; la esencia es el conjunto de rasgos que
invariablemente deben estar presentes en un objeto para que este objeto sea lo
que es. Cuando queremos fabricar un objeto primero nos hacemos una idea de él,
nos formamos un concepto en el que se incluyen las cualidades que le van a
definir y su utilidad, su finalidad; el concepto expresa en el nivel del
pensamiento la esencia del objeto que vamos a fabricar. Así actuamos, por
ejemplo, en el caso de un libro o un cortapapel: el artesano se ha inspirado en
el concepto de libro o de cortapapel; intenta que en todo aquello a lo que
llamamos libro o cortapapel estén presentes los rasgos que piensa mediante el
concepto o idea correspondiente. En este sentido se puede decir que la esencia
es anterior a la existencia, puesto que primero es el concepto del objeto y
luego su existencia concreta; la existencia concreta se intenta acomodar a la
esencia que se expresa en la definición del objeto. Según Sartre, los que
conciben a Dios como creador lo identifican con un artesano superior, el
artesano del mundo: cuando Dios crea las cosas del mundo las crea a partir de
la idea que se ha hecho de ellas, del mismo modo que el artesano crea un libro
a partir de la idea que de él se ha formado, y por ello el hombre individual es
una realización del concepto de hombre que Dios tiene en su mente. En la Edad
Moderna la noción de Dios entra en crisis, pero no ocurre lo mismo con la idea
de que la esencia precede a la existencia; y, en el caso concreto del hombre,
se sigue pensando que existe la naturaleza humana, y a cada hombre como un
ejemplo del concepto hombre, exactamente igual que cada libro concreto es un ejemplo
del concepto libro. El Existencialismo, añade Sartre, es un ateísmo coherente, pues
afirma que “si
Dios no existe, hay por lo menos un ser
en el que la existencia precede
a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún
concepto, y que este ser es el hombre...
¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el
hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y que después se
define. El hombre, tal como lo concibe el Existencialista, si no es definible,
es porque empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya
hecho. Así pues no hay naturaleza, porque no hay Dios para
concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe,
sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia; el
hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del Existencialismo”. Con esta
tesis Sartre declara la peculiar
posición del hombre respecto del resto de seres: empieza existiendo, no teniendo un ser propio, empieza siendo una nada,
y se construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha
proyectado ser.
Las posturas
radicales y pesimistas de Sartre que aparecen en la novela La náusea (1938) y en El Ser y la Nada (1943) evolucionaron hacia una
postura algo más optimista en El Existencialismo es un Humanismo (1946): ahí ya no
insiste en que el hombre sea una “pasión inútil”, sino que el Existencialismo
se presenta como una doctrina de la acción, aunque permanezca la angustia. El Humanismo Clásico admira a la humanidad en virtud de las
producciones o valores de algunos hombres concretos, y considera que
esencialmente el ser humano es el más perfecto de todos los seres, pues está
hecho a semejanza del Dios trascendente. Este Humanismo Clásico es absurdo, dice
Sartre. Frente a él, el Existencialismo es un humanismo porque es una filosofía
de la acción y de la libertad: la
dignidad humana radica en la libertad; gracias a ella el ser humano
siempre trasciende su situación concreta, aspira al futuro sin estar
determinado por su pasado, se traza metas y construye su ser.-
FUENTES.
Las palabras (Les mots):Jean-Paul Sartre, autobiografía; 1964.- El Ser y La Nada: Jean-Paul Sartre; 1943.- El
Existencialismo es un Humanismo: Ibídem; 1946.- Materialismo y Revolución: Ibídem;
1954.- Crítica de la Razón Dialéctica:
Ibídem; 1960.- La Esperanza Ahora: Benny Lévy, alias Pierre Victor; Diálogo entre Jean-Paul Sartre
y Benny Levy; 1980.- Le Nouvel Observateur del 10 de abril de 1980.- La Ceremonia de Despedida: Simone de Beauvoir; 1981.- Los Últimos Días de Sartre: Germán
Uribe; 1997.- Sartre,
un siglo: Germán Uribe. Escritor colombiano; 1997.-
El Siglo de
Sartre: Bernard-Henri Levy; 2001.- La Filosofía de Enmanuel Lévinas:
Daniel Schiffer; 2007.- De Bernard-Henri Levy a Benny Lévy, via Sartre: impostura intelectual y
manipulación ideológica: Daniel Salvarore
Schiffer; 2013.-