PORQUÉ
DECIMOS NO A LA ALIANZA ELECTORAL CON OTROS PARTIDOS
Durante la última Convención
Extraordinaria del Partido Colorado en la que, entre otras cosas, se propuso la
modificación del Estatuto Partidario para permitir “Alianzas electorales con
otros Partidos” nosotros acompañamos a los Correligionarios de todo el país en
su rotunda negativa, basada en que consideramos que ello presenta un Problema
Ideológico; un Problema Político; y un Problema Moral.
Es un Problema ideológico: porque
el Partido Nacional Republicano tiene divergencias inconciliables y muy grandes
tanto con el Partido Liberal como con los Partidos de Izquierda, ya fueren del Socialismo Marxista o
Socialdemócrata. Con el Liberalismo, desde sus orígenes, como dijera el último
Caudillo Colorado del siglo XX, Luis María Argaña, el 10 de Septiembre de 1993, en el
local central del “Movimiento de
Reconciliación Colorada”, donde se
realizó un acto recordatorio de la fundación del Partido Colorado, que expresó
con palabras que no podrán borrarse de la historia: “Para quienes sostienen que el Partido Colorado es una rama del
Liberalismo impuesto al Paraguay por la horrenda ‘cruzada libertadora’ de la
Triple Alianza, el Manifiesto del 11 de Septiembre de 1887 constituye una valla
insalvable. No hay manera de concertar los espejismos de la Doctrina Liberal
con los postulados que, desde aquella fecha lejana, orientan la vida y el
desenvolvimiento de nuestra poderosa Asociación Política… El Manifiesto de
1887 es una realidad objetivada por las circunstancias y si bien nacido en el
apogeo de las ideologías liberales tiene el valor y el mérito de serle
rotundamente antagónico”. Y lo reafirmó en su alocución a los
Convencionales de la “Convención
Ordinaria” del 19 de Septiembre de 1998: “La ideología del Partido Colorado
condena tanto al Estado ausente como
al Estado complaciente, como el que
ha facilitado el descalabro financiero y económico cuyas secuelas sufrimos
hasta el presente. El Partido concibe un Estado con mayores atribuciones
sociales y, por ello, con un mayor número de controles. Apoyamos la Libre
Empresa, como necesaria e indispensable para nuestro desarrollo, pro no
consentiremos las empresas que buscan acumular ganancias a costa del sacrificio
y el dolor de nuestro pueblo. La regulación
y participación del Estado, en este
contexto, es crucial para que exista el justo y humano equilibrio entre el
capital y el trabajo. A los que alegan que no hay desarrollo sin el mercado,
les respondemos que no habrá equidad social sin el Estado”.
Y la DECLARACIÓN de dicha Convención dice en su punto 3.
“En vista del evidente estado de
recesión generalizada de las actividades económicas del país, reafirmamos la
necesidad imperativa del ejercicio de la
función reguladora del Estado para promover la reactivación de las
actividades productivas y comerciales, y particularmente de los sectores
agrícolas e industrial. La participación que auspiciamos no tiene por objeto
competir con la iniciativa privada sino crearle las condiciones más apropiadas
para su reactivación y desarrollo”.
En efecto, el Coloradismo propone un Estado Regulador fuerte y ordenador
consecuente para la puesta en práctica de políticas activas, pero sin caer
en la tesis Izquierdista “estadocéntrica”
ni reemplazarla por la tesis Liberal “mercadocéntrica”
y “dejar nomás” hacer todo al mercado, por lo cual nuestro razonamiento va
más allá de la simple “lógica de
Mercado” y escapa a la estrecha “lógica de Estado”, porque consideramos que no puede plantearse un modelo de
modernización transformadora que no contemple la solidaridad social y la lucha
contra la desigualdad y la explotación. En esto nos diferenciamos del
Neoliberalismo libertario y del Socialismo centralizador autoritario. Ni el
Estado meramente subsidiario, “mirón” del Liberalismo, ni el Estado omnívoro,
“atrapa todo” del Socialismo Izquierdista.
Demás está decir que la ideología del Nacionalismo
Republicano del Partido Colorado está también contrapuesta al laicismo
antirreligioso, internacionalista e individualista del Liberalismo, como a la conculcación y desprecio de las tradiciones,
del orgullo de la pertenencia a un terruño, del “Ser Nacional”, y al
materialismo ateo del Socialismo de todas las vertientes. Como lo dijera el
gran Filósofo Existencialista Alemán Martín Heidegger: “Sé,
por la experiencia e historia humanas, que todo lo esencial y grande sólo ha
podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una
tradición”.
Es también un Problema Político: porque
el Partido Colorado tiene una raigambre popular tan mayoritaria y tan imbuida
de su sentido de pertenencia, una verdadera “sub-cultura” como dicen nuestros
sociólogos, o, una “emoción nacional” como la calificara el mismo Gral.
Bernardino Caballero; que al aprobarse una “Alianza” con extraños a su
organismo social, se provocaría en sus masas un grado de desconfianza en sus
propias fuerzas, un enervamiento (en el verdadero sentido, que
significa depresión, decaimiento, no “ponerse nervioso” como se cree en nuestro
medio) de su espíritu de lucha y una desorganización mayúscula al tener que
compartir planes, acción y discursos con gente venida de afuera.
El gran Partido Colorado siempre se ha
bastado a sí mismo, y eso ha dado a sus bases mayor capacidad de organización y
dinamismo como la cohesión necesaria para el combate y el triunfo. ¿Qué
pensarían nuestros aguerridos Correligionarios al tener que recibir órdenes y
directivas de Liberales, Febreristas y demás Izquierdistas, tan extraños a
ellos? Porque nuestro Partido se asemeja
en cierta forma al Peronismo por su gran capacidad de movilización de masas y su
mayoría aplastante como la que volvió a darle el Poder. Mientras que los
Liberales han sido siempre como los Radicales del vecino país: los eternos segundones en las
elecciones, excepto por la traidora revolución armada de 1904 y la “cópula
contra natura” con la Izquierda marxista del 2008; en tanto que los demás son
sólo “Partiditos”.
Sería mayúsculo el problema político que se armaría con una extraña “alianza”.
Y, por último, es un Problema moral: el gran
Partido Nacional Republicano es todavía, a pesar de algunos desaciertos, un
“haber colosal” de nuestra Patria y “una promesa inestimable para el futuro”.
Tal es la dialéctica del proceso histórico, que el Coloradismo, aún en sus
horas más difíciles, ha producido los Jefes de mayor visión y valor y ha dado
la espalda a aquellos Dirigentes torpes y serviles. Pero los Dirigentes pasan…
y el Partido queda. Por eso, los Colorados
debemos seguir trabajando por la renovación de la Dirección y debemos jugarlo
todo al impulso orgánico, profundo e irreprimible de las masas paraguayas de liberarse
de la pobreza, la corrupción y el diletantismo Gubernamental.
Esta tarea
fundamental de nuestra época no ha cambiado, por la simple razón de
que no se ha resuelto… y los Colorados no tenemos el menor derecho –a no
ser que la desilusión y la fatiga se consideren “derechos”– a extraer la
conclusión de que el Partido ha
desaprovechado sus posibilidades políticas y debe renunciar a todas sus
aspiraciones y resignarse… a no ser más el primero en la Política Paraguaya.
Treinta o cuarenta años en la balanza de la Historia, cuando se trata de los
cambios más profundos en los temas económicos y políticos que afectan la
Patria, pesan menos que una hora en la vida de un hombre: Y ¿de qué sirve el individuo que, a causa de los reveses sufridos
en una hora o un día, renuncia a un propósito que se ha fijado sobre la base de
toda la experiencia de su vida?
Por eso, “poner una cruz” sobre el
Partido Colorado a causa de alguna “recaída episódica” y perder así toda
perspectiva histórica, sería imperdonable. Porque, por el momento, solamente el Coloradismo tiene dentro de sí
la estructura socioeconómica para una democracia social renacida y el espíritu
Nacionalista que requiere la hora; y esto DEBE DEFENDERSE. ¿Y qué
defendemos nosotros?: la Soberanía de la Patria y el Poder del
Partido. Nosotros somos un Partido de Gobierno; no somos el Partido de
la oposición irreconciliable… Cumplimos nuestra tarea patriótica exclusivamente
a través del diálogo con el Gobierno y la educación y dirección de nuestro
Pueblo, explicándoles a ambos lo que deben defender y lo que deben rechazar.
Luchando sin concesiones a nadie, ¡aunque nos quedemos solos, porque al fin de
cuentas, PARA CAER CON DIGNIDAD NO HACE FALTA COMPAÑÍA!.-
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