domingo, 30 de noviembre de 2014

SARTRE Y DIOS

                     JEAN-PAUL  SARTRE  Y  DIOS                                               ¿Se arrepintió Sartre de su ateísmo antes de su muerte?
                                  
      El Siglo de Sartre de Bernard-Henri Levy es, según los principales críticos, señal de fraude intelectual, junto con la manipulación ideológica, así como La Esperanza Ahora de Benny Lévy, alias Pierre Victor: el diálogo entre Jean-Paul Sartre y Benny Lévy –diálogo sobre veinte páginas– que apareció en la edición número 800 de Le Nouvel Observateur del 10 de abril de 1980, cinco días justo antes de la muerte de Sartre, que se produjo el 15 de abril de 1980. Y es que en esa  última obra llamada “La Esperanza Ahora” que recoge una serie de entrevistas y conversaciones con su asistente y secretario personal… parece que Sartre se separa un poco del férreo Ateísmo de su pasado y comienza a “mirar hacia lo divino”. Una de las frases de este libro más aludidas para apoyar su “conversión” es: “No me siento que soy el producto de la casualidad, una mota de polvo en el universo, sino alguien que era de esperar, preparado, prefigurado. En pocas palabras, un ser que sólo un Creador pudo colocar aquí… y esta idea de una mano creadora hace referencia a Dios”.
      Pero ésta es una lectura muy personal de Bernard-Henri Levy. Lo cierto es que Jean-Paul Sartre comenzó esta conversación con su secretario, Benny Lévy, meses antes, pero decidió publicarla sólo unos pocos días antes de morir; él no solo estaba claramente ya disminuido físicamente, sino intelectualmente. Pero es aún más cierto que Benny Lévy de repente descubrió que, después de haber dado la prueba de la piel, manteniendo su extremismo, podía transferir allí –desde la política a la teología–un espíritu inveterado de talmúdica, así como un mesiánico avezado escándalo en Sartre francamente místico, como Bernard-Henri Levy titula un capítulo de su “Siglo de Sartre” en la medida en que era un Jean-Paul Sartre más "judío", con toda la apariencia que supone tal connotación religiosa –antes que existencialista– con las implicaciones políticas e ideológicas inherentes a ella, que empezamos a ver bien, disparando al mismo tiempo todo su edificio conceptual en el horizonte del pensamiento contemporáneo.  En resumen, lo que Sartre anunció a los lectores sorprendidos de  “Le Nouvel Observateur”, es que no hay mucho que pensar para un filósofo, en la Biblia que en Platón, en Rabí Akiva, en Hegel o Husserl y la articulación  de las dos fuentes; tanto como las dos religiones dan al pensamiento en forma de griego bíblico y discurso profético a logo centrado el discurso será –dice– si Dios le da vida, la urgencia del tiempo restante. Entonces, ¿qué acerca de este llamado Sartre último” que tendría también –como su secretario personal, Benny Lévy, lo da a entender– que encender repentinamente la cola para negar la base misma de su filosofía, y por lo tanto su conjunto de vida intelectual dedicada enteramente –incluso a través de un comunismo desagradable– a la causa del pueblo, para usar el título de uno de sus principales compromisos con la filosofía social y política?
      “Me gusta que me apoyen para refutar la interpretación excesivamente partidista e ideológica –plan escandalosamente orientado filosóficamente– que da Bernard-Henri Levy sobre la supuesta conversión final de Sartre al Judaísmo, que  Bernard-Henri Levy llama específicamente, en su “Siglo de Sartre”, el "último Sartre", como un espíritu verdaderamente teológico más bien, como leyó al autor de El Ser y la Nada, en esa dimensión esencialmente metafísica. Así que fui a verlo (a Sartre) para decirle acerca de mí, esta generación, que gracias a él finalmente rompimos con la ignorancia; pero, por una vez, este gran pensador, al final de su vida pero sin decir, se colocó en el asombro general para hacer de creyente de Lévinas dice Daniel Salvatore Schiffer (filósofo, escritor) en “La Filosofía de Enmanuel Lévinas”.(Filósofo judío, naturalizado francés. Inspirándose en la tradición hebrea, Lévinas busca pensar de otro modo la relación del hombre con el hombre; tiene el objetivo de salir del aislamiento de existir del Existencialismo [“el infierno es el Otro”]; el Otro, como rostro que me enfrenta y restituye, no es del orden de la representación, hay en él, la presencia ausente de la idea de infinito, que me ordena y que lo hace incapaz de ser dominado por mí.- N. del A.)  
       En todo caso esta última obra de Sartre, que salió a la luz pública muy poco antes de su muerte en Abril de 1980, generó, como era de esperarse, muchísima polémica y críticas, la mayoría de parte de un gran número de Sartrianos que veían en estas palabras una traición a toda la filosofía del gran pensador Francés.
       Pero… ¿Hasta qué punto son reales estas palabras de conversión? ¿Hay algo más detrás de todo esto?
       Es probable que su conversión no sea totalmente cierta, pero algo hubo. Un Sartre de casi 75 años de edad, ciego desde hacía casi una década, senil, gran consumidor de cigarrillos y alcohol, e incluso adicto a las anfetaminas y a la mezcalina… no es de extrañar que todo lo anterior, sumando su decrepitud y padecimientos finales… le hiciesen considerar la posibilidad de un Dios detrás de todo, inducido y manipulado por su hombre de confianza”.
        Los Sartrianos sintieron que su Maestro, en declive, estaba embrujado por abusivos protegidos y que Sartre testificó a falsos e indignos herederos desarmado en gratitud por la atención y el cuidado de que él era objeto. El cómplice del reciente fanatismo religioso de Benny Lévy, Bernard-Henri Lévy, su hermano gemelo en pseudo-judaísmo, se dió cuenta de que había una hazaña increíble, única, en ¡desnaturalizar el pensamiento de Jean-Paul Sartre para sus propios fines y de acuerdo con sus propios intereses!
      Hablar  de Sartre es hablar de Simone de Beauvoir. Su pareja sentimental de toda la vida en una relación abierta e individual. Es ella quien nos puede esclarecer un poco los últimos días del Gran Filósofo. Fue una Novelista y Filósofa francesa. Escribió novelas, ensayos, biografías y monografías sobre temas políticos, sociales y filosóficos. Su pensamiento se enmarca dentro del Existencialismo al igual que Sartre. Dice Simone de Beauvoir en “La Ceremonia de Despedida”, testimonio directo, que había publicado en 1981, un año después de la muerte de Sartre: Victor (Benny Lévy) no expresa directamente sus puntos de vista: él se ha puesto en Sartre, jugando en nombre de quién sabe qué verdad revelada el papel de fiscal. El tono, la superioridad arrogante que asumió Sartre, hizo rebelar a todos los amigos que habían leído el texto antes de su publicación. Y estaban, como yo, horrorizados por el contenido de las confesiones obtenidas de Sartre. De hecho, Víctor había cambiado mucho desde que lo conoció Sartre. Al igual que muchos ex-Maoístas, se volvió hacia Dios: el Dios de Israel, porque era judío; su visión del mundo se convirtió en espiritual e incluso religioso. Frente a esta nueva dirección, Sartre se mostró reacio. Recuerdo una noche cuando había ventilado su disgusto: ‘¡Víctor quiere absolutamente que todo el origen de la moral esté en la Torá.  Pero yo no creo eso en absoluto!’ nos dijo. Y ya he dicho que, durante días, luchó contra Víctor, y luego cedió, cansado de la guerra”. Esta explicación que nos da en esta ‘Ceremonia de Despedida’ Simone de Beauvoir, que admite aquí estar "horrorizada" por el contenido de la entrevista infractora, es aún más esclarecedor, confirmada incluso por la versión que dio en el tiempo, Jean Daniel, Director de Le Nouvel Observateur”. (De Bernard-Henri Levy à Benny Lévy, via Sartre: imposture intellectuelle et manipulation idéologique” por: Daniel Salvatore Schiffer (Filósofo, escritor, Profesor de “Filosofía del Arte”: Bruselas, Bélgica, 31 de Octubre, 2013).    
      Durante sus últimos años, y tras participar impetuosamente en la revuelta estudiantil de Mayo del 68, Sartre ocupaba su tiempo en el  Flaubert  y en numerosos reportajes, artículos y conferencias, aunque con énfasis en acciones callejeras de izquierda militante, llegando a ser arrestado por la policía y “embutido” en una furgoneta con rejas mientras repartía “La Cause du Peuple” y “Libération”, dos beligerantes publicaciones de oposición al “Establishment”, a las que ayudó a fundar, llegó a dirigir y sirvió de mentor. Con ocasión de su arresto, la inmediata reacción del General De Gaulle, Presidente de Francia, para ordenar  su  libertad  inmediata,   fue  su  famosa   frase   de   que “a Voltaire no se le mete en la cárcel”, y Giscard d’Estaing advertía que no había favores imposibles si se trataba de Sartre, “un francés que con su pensamiento supo fecundar como ningún otro nuestro siglo”.
      Fue en 1973 cuando ya Sartre había perdido casi la totalidad de la visión, y ante este impedimento y sus enormes ganas de escribir, se vio obligado a contratar a un “secretario-asistente” a quien le dictaría sus ideas para que las plasmase en papel. El elegido fue Pierre Víctor un joven filósofo judío nacido en El Cairo, militante Maoísta que respondía al verdadero nombre de Benni-Lévi. Cuando Sartre conoció a Víctor, entre otras cosas decía: “…mi vista reducida hará que la lectura y la escritura me sean en adelante imposibles. Tengo por lo tanto necesidad de este muchacho para terminar mi obra. El me ayudará a rematar mi Flaubert… Víctor fue, entonces, su último interlocutor intelectual y políticamente válido, el sucedáneo que escogiera él libremente y con el cual pensaba no solamente revitalizarse sino remitir sus sueños de futuro, preservar su proyecto, prolongarse en su propio pensamiento.
       Luego de una gira de cuatro días por Israel en compañía de Arlette Alkaïm (su hija adoptiva) y Víctor, éste lo interroga y prepara un texto con tres reportajes que envía a Le Nouvel Observateur en donde no sólo tutea a Sartre, sino que firma: Sartre-Víctor. Además –según los  antiguos amigos– con conceptos débiles, ambiguos, contradictorios; una nueva filosofía vaga y blanda que Víctor le atribuye, dicen. “Lo arrastró a renegarse de sí mismo” afirma Simone de Beauvoir, “Arlette y Víctor lo estaban manipulando” agrega. Ese giro sorpresivo del pensamiento de Sartre no sería permitido. Se puso en acción una formidable fuerza de presión para impedir que se publicara. Es lamentable” le reclama airada Simone de Beauvoir a Sartre Déjalo, yo no le doy ninguna importancia” afirma ella que le respondió él. Y sin embargo, la lucha continuó por impedir la catástrofe, su publicación. Todos a una arreciaron en su empeño hasta cinco días antes de que el filósofo de la libertad, de la existencia y de la vida, muriera.
        Coda: El Existencialismo Sartriano, aunque entroncado con el de Heidegger, Jaspers y Husserl, y beneficiario de Kierkegaard, resulta más racionalista y aterrizado que el de aquellos para el conocimiento de nuestra naturaleza por cuanto, yuxtaponiéndose al Marxismo y al Materialismo Dialéctico –y por ello mismo– no  deja de subrayar y enfatizar en la libertad individual. Si de Marx puede decirse que trabajó y luchó por la libertad social del hombre, de Sartre podría afirmarse que se esforzó por hacer del hombre un individuo socialmente libre.         
       Sartre y Dios. Ateísmo y valores: Para el filósofo, la existencia de Dios es imposible, ya que el propio concepto de Dios es contradictorio, pues sería el en-sí-para-sí logrado (véase la entrega anterior: ¿Sartre, plagiario de Heidegger?”). Por tanto, si Dios no existe, no ha creado al hombre según una idea que fije su esencia, por lo que el hombre se encuentra con su radical libertad. Este ateísmo tiene una consecuencia ética: Sartre afirma que los valores dependen enteramente del hombre y son creación suya.
    En “El Existencialismo es un Humanismo” nos dice Sartre que la idea del hombre como un ser libre es una consecuencia inevitable del ateísmo. Compara la concepción creacionista, la concepción según la cual Dios ha creado al mundo y al hombre, con la visión técnica del mundo. En el caso de los objetos artificiales la esencia precede a la existencia; la esencia es el conjunto de rasgos que invariablemente deben estar presentes en un objeto para que este objeto sea lo que es. Cuando queremos fabricar un objeto primero nos hacemos una idea de él, nos formamos un concepto en el que se incluyen las cualidades que le van a definir y su utilidad, su finalidad; el concepto expresa en el nivel del pensamiento la esencia del objeto que vamos a fabricar. Así actuamos, por ejemplo, en el caso de un libro o un cortapapel: el artesano se ha inspirado en el concepto de libro o de cortapapel; intenta que en todo aquello a lo que llamamos libro o cortapapel estén presentes los rasgos que piensa mediante el concepto o idea correspondiente. En este sentido se puede decir que la esencia es anterior a la existencia, puesto que primero es el concepto del objeto y luego su existencia concreta; la existencia concreta se intenta acomodar a la esencia que se expresa en la definición del objeto. Según Sartre, los que conciben a Dios como creador lo identifican con un artesano superior, el artesano del mundo: cuando Dios crea las cosas del mundo las crea a partir de la idea que se ha hecho de ellas, del mismo modo que el artesano crea un libro a partir de la idea que de él se ha formado, y por ello el hombre individual es una realización del concepto de hombre que Dios tiene en su mente. En la Edad Moderna la noción de Dios entra en crisis, pero no ocurre lo mismo con la idea de que la esencia precede a la existencia; y, en el caso concreto del hombre, se sigue pensando que existe la naturaleza humana, y a cada hombre como un ejemplo del concepto hombre, exactamente igual que cada libro concreto es un ejemplo del concepto libro. El Existencialismo, añade Sartre, es un ateísmo coherente, pues afirma que “si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre... ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el Existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho. Así pues no hay naturaleza, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del Existencialismo. Con esta tesis Sartre declara la peculiar posición del hombre respecto del resto de seres: empieza existiendo, no teniendo un ser propio, empieza siendo una nada, y se construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha proyectado ser.
      Las posturas radicales y pesimistas de Sartre que aparecen en la novela  La náusea (1938) y en  El Ser y la Nada (1943) evolucionaron hacia una postura algo más optimista en El Existencialismo es un Humanismo (1946): ahí ya no insiste en que el hombre sea una “pasión inútil”, sino que el Existencialismo se presenta como una doctrina de la acción, aunque permanezca la angustia. El Humanismo Clásico admira a la humanidad en virtud de las producciones o valores de algunos hombres concretos, y considera que esencialmente el ser humano es el más perfecto de todos los seres, pues está hecho a semejanza del Dios trascendente. Este Humanismo Clásico es absurdo, dice Sartre. Frente a él, el Existencialismo es un humanismo porque es una filosofía de la acción y de la libertad: la dignidad humana radica en la libertad; gracias a ella el ser humano siempre trasciende su situación concreta, aspira al futuro sin estar determinado por su pasado, se traza metas y construye su ser.-
                             FUENTES.
 Las palabras (Les mots):Jean-Paul Sartre, autobiografía; 1964.-                       El Ser y La Nada: Jean-Paul Sartre; 1943.-                                                     El Existencialismo es un Humanismo: Ibídem; 1946.-                  Materialismo y Revolución: Ibídem; 1954.-                                              Crítica de la Razón Dialéctica: Ibídem; 1960.-                                               La Esperanza Ahora: Benny Lévy, alias Pierre Victor; Diálogo entre Jean-Paul Sartre y Benny Levy; 1980.-                                                                   Le Nouvel Observateur del 10 de abril de 1980.-                                        La Ceremonia de Despedida: Simone de Beauvoir; 1981.-                            Los Últimos Días de Sartre: Germán Uribe; 1997.-                                   Sartre, un siglo: Germán Uribe. Escritor colombiano; 1997.-
El Siglo de Sartre: Bernard-Henri Levy; 2001.-                                           La Filosofía de Enmanuel Lévinas: Daniel Schiffer; 2007.-                          De Bernard-Henri Levy a Benny Lévy, via Sartre: impostura intelectual y manipulación ideológica: Daniel Salvarore Schiffer; 2013.-                                                                             


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