lunes, 10 de noviembre de 2014

¿PRÓXIMO GIRO A LA IZQUIERDA EN GRAN BRETAÑA?

El “Nuevo Laborismo” perdió su esencia.
El continuismo de los Laboristas con las Políticas Conservadoras explica el ascenso de los Liberales.
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       Las elecciones en el Reino Unido que se celebraron en Mayo del 2010, independientemente del resultado (que favoreció al Partido Conservador), suponían un cambio de ciclo político. No solo por la emergencia del Partido Liberal Demócrata como opción de Gobierno –hasta ahora, el gran perjudicado de un sistema electoral mayoritario y muy caído en los últimos sondeos de 2014– sino también porque culminaron la era dorada del “Nuevo Laborismo” que llevó a Tony Blair al Poder en 1997. Visto en perspectiva, la llama de ilusión que despertó en sus orígenes es hoy apenas un rescoldo.                 .
      El “Nuevo Laborismo”, impulsado por Tony Blair, Gordon Brown y Peter Mandelson en los años 90, fue visto como referente por sectores de la Izquierda Socialdemócrata Europea que, tras la caída del muro de Berlín, buscaron inspiración en la llamada tercera vía. Las tres victorias consecutivas de 1997, el 2001 y el 2005 –sin precedentes para el Laborismo– confirmaron al renovado Partido como atractiva opción de Gobierno.                
       La ecuación promovida para su reinvención fue la siguiente:  las Políticas Económicas Liberales permitirían generar la suficiente riqueza para financiar las Políticas Públicas y crear cohesión social. Sin embargo, la crisis financiera y económica mundial ha dejado al descubierto la inquietante alianza del “Nuevo Laborismo” con el mundo de la Banca y las Finanzas. Los tibios avances producidos en el ámbito social no han compensado las ganancias y millonarios bonos repartidos entre el selecto universo de unos pocos.                
       La City Londinense se ha consolidado como el corazón financiero de Europa, pero a un alto precio para el proyecto Nuevo Laborismo. Los Bancos (el Capital Financiero) hicieron, durante la década del 2000, grandes fortunas y los banqueros y altos ejecutivos fueron bien recompensados al calor de un paraíso financiero sin límites ni controles. Pero en el mismo periodo las diferencias salariales aumentaron, consolidando al Reino Unido como uno de los países más desiguales. Mientras que en el 2000 la diferencia de sueldo entre los Consejeros Ejecutivos y el salario medio de un trabajador era de 47 a 1, en el 2009 fue de 81 a 1. Igualmente, la discriminación de la mujer en la City es clamorosa: la diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 60% y la presencia femenina en los Consejos de Administración es casi anecdótica.
      La crisis económica y la explosión de la burbuja sobre la que el “Nuevo Laborismo” prometió hacer Justicia Social han puesto las cuentas del Reino Unido al límite. Fue difícil explicar, en la campaña del 2010, la inyección de dinero público a Bancos en apuros y cómo hacer frente al mayor déficit público que ha conocido el país en tiempos de paz. De hecho, los recortes serían tan drásticos que ningún Candidato habló de ellos con claridad.
      Esta época dorada del Capitalismo Especulativo en el Reino Unido también ha tenido otro efecto colateral importante: Como ha denunciado el manifiesto Citizen ethics in a time of crisis (Ciudadanos éticos en tiempos de crisis) promovido por The Guardian, la ética ha quedado desterrada del ámbito de las finanzas. Cualquier consideración moral ha sido secuestrada de los análisis económicos por los instintos animales del capitalismo salvaje. El escándalo del uso fraudulento de los gastos de los Diputados no ha sido más que la punta del iceberg de una concepción de la vida política y económica que ahora todos los Partidos prometen revisar.                 .
       A su llegada al poder, Blair aseguró que llevaría al Reino Unido al corazón de Europa. Incluso llegó a prometer un referendo sobre el euro. Su primer Ministro de Exteriores –el hoy fallecido Robin Cook– sorprendió a los observadores con el anuncio de la introducción de una «dimensión ética» en la Política Exterior. Pues bien, lo contrario ha sido la regla. Su adhesión incondicional a George W. Bush en el apoyo a la Guerra de Irak alejó al Reino Unido de Europa y boicoteó su emergente política exterior. No es casualidad que Cook, entonces Ministro para Asuntos Parlamentarios, dimitiera con un valiente discurso en contra de la guerra.                    .
      Ni entonces Blair ni después Brown han hecho nada por combatir las olas de antieuropeísmo en el Reino Unido, hasta el punto de que en la campaña de 2010 ningún Candidato se atrevió a hablar de Europa. Probablemente, la idea de Europa en el imaginario inglés está más dañada que cuando el “Nuevo Laborismo” accedió al Poder.                             .
       El Partido Liberal Demócrata, liderado por Nick Clegg, no es la solución a todos estos problemas, pero ha aportado frescura a la campaña. Es, precisamente, el continuismo de los Laboristas con las políticas Conservadoras lo que explica en gran medida su ascenso. Con su mortífera frase en el primer debate televisivo: «cuanto más discuten entre ellos, más queda claro que son lo mismo», Clegg ha volado por los aires los viejos esquemas del bipartidismo británico. Ha desbaratado la estrategia Conservadora                  que había impulsado a su Candidato, hasta hoy Primer Ministro, David Cameron como el nuevo Líder capaz de generar cambio; y desenmascaró a los Laboristas al afirmar que no daría su apoyo a su Líder Gordon Brown para ser Primer Ministro, si este quedaba atrás en número de votos. Esta vez, las combinaciones de Gobierno son más de dos.- (Fuentes: Carlos C. Urabayen,
Máster en Relaciones Internacionales de la UE por la London School of Economics; Periódicos “The Sun”; “The Guardian”).

       ¿Puede Gran Bretaña dar un “giro a la izquierda”?
      CONGRESO DE LOS LABORISTAS BRITÁNICOS.
       El  “Viejo  Laborismo”  encumbró  a  Ed  Miliband.  
         La aplastante derrota del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair en las elecciones generales de 2010 ha resultado en un “Giro a la Izquierda” del Partido, que se expone a continuación.
       “El Candidato favorito de los Sindicatos logra una ajustada victoria frente a su hermano David, que acaparó el respaldo de los Diputados y militantes del Partido” (“The Manchester”, 25 de Sept. de 2010).
       Primero, unos instantes de incrédulo silencio. Luego, como no podía ser de otra manera, una ovación de gala. Así, casi estupefacto, recibió el Congreso del Partido Laborista Británico el anuncio de que Ed Miliband, el pequeño de los dos hermanos, había derrotado a David en el último suspiro de la carrera por el liderazgo de los Laboristas”(ibídem). El apoyo de los Sindicatos fue el elemento decisivo en el triunfo de Ed, que ganó el 50,65% de los votos frente al 49,35% de David, aunque éste obtuvo más apoyos entre Diputados y militantes.
      La victoria de Ed Miliband supone un giro a la izquierda del Partido Laborista y augura fuertes tensiones entre quienes creen que hay que desterrar a los libros de historia el “Nuevo Laborismo” y quienes creen que hacer eso equivaldrá a perpetuar a los Conservadores en el Poder.
 “Necesitamos un cambio. Hemos perdido la confianza de los electores”.
“El  nuevo Líder queda en posición débil  para resistir un giro a la izquierda”. 
“El último soñador de la Izquierda”; son las expresiones encontradas.  Pero  Ed Miliband da por enterrado el “Nuevo Laborismo”  británico de Tony Blair.    
      El hecho de que los Sindicatos hayan sido decisivos para darle el triunfo a Ed es quizá uno de los factores más preocupantes para el sector más centrista del Laborismo porque deja al nuevo Líder en posición débil y con pocas posibilidades de resistir las presiones de los Sindicatos para que dé un giro a la izquierda. Eso, que es en sí mismo perfectamente legítimo, es un problema en este caso porque el Candidato con más apoyos en los grupos parlamentarios laboristas en los Comunes y en el Parlamento Europeo y entre los militantes ha sido David Miliband.
      Este galimatías se debe al peculiar sistema de voto para elegir al Líder Laborista: un tercio de los votos corresponden a los Diputados, otro tercio a los militantes y el tercio restante a las organizaciones afiliadas, es decir, fundamentalmente los Sindicatos. Ninguno de los cinco candidatos obtuvo la mayoría absoluta en los llamados votos de primera preferencia, por lo que se eliminó al Candidato con menos votos y se adjudicaron las segundas preferencias de sus votantes.
      Ed Miliband no dio entonces muchas pistas sobre qué pensaba hacer para contentar a los electores desencantados, aunque significativamente citó la inmigración y la pérdida de poder adquisitivo como las principales preocupaciones de la gente. Homenajeó sentidamente a su hermano David, dedicó bonitas palabras al resto de candidatos, se acordó cortésmente de Tony Blair y Gordon Brown, pero pareció más bien renegar de su legado: “Hemos perdido las elecciones y las hemos perdido de mala manera. Mi mensaje para este país es este: Sé que hemos perdido la confianza, sé que estamos fuera de onda, sé que necesitamos un cambio”.
      “Hoy, una nueva generación ha comprendido el mensaje a favor del cambio”, añadió. “Estas elecciones significan pasar una página porque una nueva generación ha dado un paso al frente para servir al Partido y, con el tiempo, espero que también al País. Hoy empieza el trabajo de una nueva generación”, sintetizó. El Sistema Electoral es el que es y hay que aceptar el resultado; ahora el Partido tiene que unirse en torno al nuevo Líder declaró con cara de circunstancias uno de los Barones del Partido más comprometidos con el Nuevo Laborismo, Alan Johnson.
      Pero el problema para los Laboristas no sólo se reduce a unirse o no en torno al nuevo Líder: hay también importantes factores de aritmética electoral. Pese a perder muchos votos, los Laboristas apenas perdieron presencia en escaños en sus bastiones del Norte de Inglaterra; sin embargo, sólo controlan 49 de los 302 escaños del Sudeste de Inglaterra -excluido Londres- donde el trasvase de votos hacia Conservadores o Liberales alcanzó una tasa del 9%, según un análisis de la Consultora YouGov.
      El Partido tiene ya una posición dominante en la Gran Bretaña Norteña y Céltica. Incluso si mejora sus resultados en las próximas elecciones generales, no hay suficientes escaños en Gales, Escocia y el Norte de Inglaterra para que los Laboristas se aseguren una mayoría parlamentaria convincente. La clave para la recuperación está en las circunscripciones más disputadas del Sur y del Centro", sostuvieron los analistas Patrick Diamond y Giles Radice en un trabajo publicado por Policy Network, un Centro de Estudios próximo al Nuevo Laborismo.
      Y el triunfo de Ed Miliband y su esperado Giro a la Izquierda ilusiona hasta ahora a las Bases Obreras del Partido Laborista, pero está por verse que ayude a recuperar el favor de las desencantadas Clases Medias del Sur del País, en cuyas manos parece estar el destino del próximo Gobierno en el Reino Unido.
       Hoy, a cuatro años de distancia, los Laboristas marchan todavía por delante en los sondeos, a seis meses de las Elecciones Generales, en Marzo de 2015. El último sondeo, de «The Sun», les da un 36% del voto (33% Conservadores, 20% del emergente y eurófobo UKIP, y 6% para los Liberales de Clegg, en caída libre). Pero en Escocia el Partido está roto tras la dimisión de su Líder local, la prestigiosa Johann Lamont, que ha dado un portazo diciendo que no está dispuesta a ser «una sucursal de Londres». Sin ella la derrota puede ser sonada, con un gran trasvase de voto al Partido Nacionalista Escocés, crecido tras el referéndum. Escocia aporta ahora mismo al Partido Laborista 41 escaños, es uno de sus graneros de votos, lo que da fe de la gravedad de la amenaza, que Miliband negocia para revertir.  Para el ala más moderada del Laborismo, Miliband (44 años), un hombre con un extraordinario currículo académico en Oxford y la London School of Economics, “no conecta con el inglés medio”. Por la izquierda le exigen que se erija con rotundidad en paladín contra el ajuste fiscal y la política neoliberal del Premier Cameron y su Ministro de Finanzas Osborne”.  Parece, de todas formas, improbable que con las elecciones tan cerca se pueda relevar a Miliband, que fue elegido Líder de los Laboristas en 2010 al derrotar a su hermano David. (Fuentes: Walter Oppenheimer: “The Manchester”; Centro de Analisis Policy Network”; periódicos “The Guardian”; “The Sun”).-
 Colofón: 13 años en el Poder: La “Tercera Vía” y Tony Blair.   En 1997, Tony Blair desbanca al Conservador John Major tras una contundente victoria electoral (la más grande derrota de los Conservadores en  el siglo XX) e impone su programa político centrista que prometía poner fin a la política neoliberal del “Thatcherismo”. Durante su primer mandato se establecieron los Parlamentos de Escocia y Gales, y en 1998 se firmaron los Acuerdos de Viernes Santo entre el IRA y el Gobierno británico para poner fin al conflicto de Irlanda del Norte. En 2001, Blair logró su segunda mayoría absoluta, algo inédito para el Partido Laborista, y en 2005, la tercera. Pero el Gobierno de Blair no cumplió su promesa de cambiar el sistema Neoliberal y continuó con el ajuste fiscal y una amplia reforma privatizadora del Sistema de Salud del anterior Gobierno Conservador.

       Gordon Brown: La continuación de las políticas neoliberales y la decisión de apoyar la guerra de Irak al margen de la ONU, pasaron factura a Blair, y su ministro de Hacienda Gordon Brown le sustituyó como Jefe del Laborismo y del Gobierno en Junio de 2007. La lucha contra la inflación y el desempleo centraron su mandato. El 10 de Mayo de 2010 Brown dimitió tras sufrir un descalabro electoral.-

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